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Relatoría
Para hablar de una relación entre ética, sociedad y ciencia, se debe empezar por
relacionar los dos primeros términos de tal manera que estos formen un camino
guiado para el tercero.
El hombre del siglo XXI se enorgullece de pertenecer a una cultura que privilegia el
conocimiento y la innovación que trae consigo la ciencia, esta ofrece soluciones
para los desafíos de la vida cotidiana y ayuda a responder a los grandes misterios
de la humanidad, la ciencia proporciona conocimientos confiables acerca de los
fenómenos del mundo; y una buena parte de ellos es utilizado para dar forma a
incontables aplicaciones que contribuyen incansablemente a la transformación
mundial.
El problema de la ciencia no es lo que trae consigo, sino como los seres humanos
pueden manipularla a su favor y peor aún en contra de otros, cuando esto entra a
formar parte del todo que entrega la ciencia, debe asociarse a la ética social para
encaminar la práctica y el conocimiento científico. Así un individuo y más aún un
científico, sabiendo que no puede situarse más allá del bien y del mal y menos
viviendo en sociedad, tiene la posibilidad de utilizar la ciencia a favor o en contra de
la humanidad, esto no muestra que la actividad científica y la conducta moral sean
independientes, sólo evidencia que deben ser complementarias y que se puede
elegir entre poner la verdad, que es solo una realidad sin adjetivos como se dijo
anteriormente, al servicio de individuos o de grupos cuyos intereses sean
incompatibles con el bienestar o por el contrario, ocultar una realidad ante el mundo
para evitar que sea causa de una acción perjudicial, esto implica que la ética de
cada cual es la que dictará la manera de cómo se aplican dichos conocimientos y
las acciones correspondientes. En consecuencia, todo conocimiento implica una
responsabilidad, de modo que el conocimiento de una ciencia, de un arte o de una
técnica debe ir principalmente acompañado de la responsabilidad de usarla bien.
Sin embargo, no se puede ocultar el poder que genera el saber, y es esto realmente
lo que embarga a la sociedad de un miedo hacia la evolución y los cambios que
genera la ciencia y el conocimiento. Hoy en día las acciones basadas en el
conocimiento científico no están desligadas de intereses particulares con fines
económicos específicamente; y por esa finalidad u objetivo que se le atribuye si son
buenos o malos para la sociedad. En este punto y en este momento de la historia la
ambición de poder no es invisible a los ojos de la humanidad, por esto quien tiene
poder quiere más y es allí donde el poder que da el conocimiento científico y su
práctica se encuentra muy mal distribuidos a nivel mundial. La inmensa mayoría de
la capacidad científica y tecnológica se concentra en un reducido grupo de países
industrializados y principalmente organizaciones gubernamentales que hacen mal
uso de la ciencia para ir en contra de sus principales adversarios.
Finalmente, es a través del poder que tienen sobre el conocimiento algunos pocos,
que estos saberes son utilizados en muchas ocasiones de forma negativa. Por esto,
son necesarias las reglas de convivencia, unas leyes que reflejen el equilibrio
adecuado entre la libertad de uso del conocimiento científico y la protección
necesaria de las personas y las instituciones. Es necesario crear una relación social
y científica que genere y sustente un sistema normativo que establezca las pautas
adecuadas de conducta para esa relación.
El artículo que presenta Daniela Bargardi, Ciencia y Sociedad. Una mirada desde la
ética. “Es una realidad por todos vivida, que el hombre es fundamentalmente
pensamiento y acción.” (Bargardi, 2002, p.176). Se evidencia una posición crítica
sobre la ciencia como un hacer, involucrando al hombre como desarrollador de la
ciencia, siendo quien piensa (genera el conocimiento) y actúa (creador de cambios
a partir del conocimiento). Por lo tanto, se le hace responsable del enlace que debe
crearse entre la ciencia, la ética y el raciocinio moral, y es quien puede poner los
limites sustentado por los valores vinculados a la vida misma. La autora afirma que:
“… la crisis en la que nos encontramos en este fin de milenio, tendremos que aceptar
que se trata de una crisis ética. El científico sabe qué, y cómo hacer, y procura lograr
objetividad en sus afirmaciones, pero el tecnócrata, el político, el hombre genera la
ruptura entre conveniencia y deber.” Bargardi (2002).
De lo anterior, la crisis actual es culpa de una crisis ética por parte de quienes tienen
el poder de decisión, quienes ponen por encima las ansias de poder a favor de lo
personal y convenientemente haciendo una ruptura entre el deber ser social y sus
intereses particulares, un claro ejemplo que sustenta esto es la creación de armas
químicas y biológicas, la creación de estas busca causar un daño enorme a la
sociedad, específicamente por rivalidades o diferencias de pensamientos e ideales,
cuando la solución para esto es el respeto a la diversidad cultural y de identidad.
Referencias
Bargardi, Daniela (2002). CIENCIA Y SOCIEDAD. UNA MIRADA DESDE LA ÉTICA.
Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad
Nacional de Jujuy, (15),175-180.[fecha de Consulta 29 de Septiembre de 2020].
ISSN: 0327-1471. Disponible en:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=185/18501517