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Optativa libre: Literatura española 7.

Cuento contemporáneo
Reyna Sierra, Alitzel

Los roles de género en “Ceud mile failte” de Espido Freire

Tradicionalmente se dice que los roles de género corresponden rigurosamente al sexo


biológico que está planteado a partir de una oposición, masculino/ femenino, y que son
inmutables, por lo que cada sexo tiene sus propias características, tareas y formas de
comportamiento, etc. De esta forma los sexos se binarizan y se definen a partir de
contrastes, es decir, un género es lo que no constituye el otro.

En tiempos más recientes, los roles de género se manejan como una construcción social
y cultural que está establecida y que se transmite entre generaciones. Así se “[…] admite la
distinción entre el sexo biológico […] y género, entendido este último como una clase en la
que se agrupan los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la femineidad-
masculinidad […]”1

Dicho esto, el propósito del presente trabajo es evidenciar la problematización de los


roles de género que se hace en el primer cuento de El trabajo os hará libres: “Ceud mile
failte”. Esto se hará presentando primero la caracterización de la figura masculina para
luego seguir con la entidad femenina y finalizar con un breve análisis acerca de cómo se
problematizan estas funciones genéricas en tanto que estos personajes opuestos se trasladan
en un momento dado al rol del otro.

Para mi propósito he tomado La dominación masculina de Pierre Bourdieu, Mujery


escritura de Lucia Guerra, la revista “Género. La revolución” de Mational Grographic y los
artículos “Género, familia y autoridad. Sociedades patriarcales y comunidades
contemporáneas” de Rosa Falcone; “genero femenino, identidad y sentido de vida” de
Lourdes Peres Oseguera y “genero y masculinidad” de Maria ester espinosa calderon.

Es así que, la mujer se construye, en un primer momento y durante casi todo el texto,
como parte secundaria de esta serie de contrastes que, en gran medida, enaltecen al hombre.
1
Falcone p. 19
Por lo cual, la figura femenina se entiende como la parte negativa de todas las dicotomías:
orden/desorden; independiente/ dependiente; capacidad/ incapacidad, etc. Además, están
los contrastes entre la existencia y la inexistencia de la identidad; del cuerpo para sí contra
“el cuerpo para el otro”2. También está presente el tratamiento del personaje femenino
como una suerte de “bien simbólico”3 que desarrolla el deseo de igualdad y que, a su vez
deriva en un anhelo de libertad.

Apenas inicia el cuento lo primero que salta a la vista es la frase con la que se titula: “Ceud
mile failte”4 lo cual da pie a la entrada de dos mundos o, mejor dicho, permite el acceso del
mundo exterior hacia el interior de un hogar. De esta forma queda declarada desde un
primer momento la construcción del cuento mediante la oposición de dos figuras: la
masculina y la femenina que se caracterizan por el exterior y el interior, respectivamente;
además del resto de contrastes que conllevan sus respectivos roles de género. Así: “los
hombres, situados en el campo de lo exterior, […] de lo público, […] de lo discontinuo,
[…] a las mujeres, al estar situadas en el campo de lo interno, […] se les adjudican todos
los trabajos domésticos, es decir, privados y ocultos, prácticamente invisibles […]”. 5

Precisamente esto se maneja a lo largo del texto y se reafirma con el inicio en donde la
costumbre que se sigue en la isla contrasta con la decisión masculina impuesta en tanto que
sale de lo norma y provoca que la estadía sea trascendental. Posteriormente se muestra la
figura de un hombre fuerte y valiente que se “vulnerabiliza” así mismo para después
enaltecer todavía más sus virtudes, capacidades y fortalezas porque “[…] desafía medio
desnudo a la lluvia y al tiempo gris, […] mientras corre”.6

Es así que la figura masculina se va construyendo a lo largo del texto con todos los
rasgos constitutivos de una virilidad prototípica, que se determina partir de esta primera
aparición y que se fue desarrollando desde la infancia porque “[…] el hombre aprende
desde niño […] que su verdadera capacidad se encuentra en la fuerza, [y] en esconder en el
fondo de su alma sus sentimientos.”7 De esta forma, resulta simbólico el marco de triunfos

2
La feminidad. P. 18
3
Bourdieu p. 70
4
P.9
5
Bordieu pp. 25
6
Cuento p.9
7
Masculinidad p. 17
y premios que Royd posee, los cuales no incluyen a nadie que represente una relación
emocional fuera de sus padres. Así, el hombre es dotado de frialdad, distanciamiento
emocional y todo aquello que tenga relación con elementos sentimentales, por considerarlos
características de la debilidad.

Dicho esto, es interesante notar la decisión del personaje masculino de mantenerse


aislados durante su entrenamiento. Esto es un claro ejemplo del deseo viril de fortalecer
cada parte de su persona sin que se declare su debilidad porque, según dice María Espinosa
en “Genero y masculinidad”, la identidad masculina se concentra en lo que los hombres
“dicen y hacen” para ser hombres8 y esto, claramente, no incluye reconocerse vulnerables
fuera, y muchas veces ni siquiera dentro, de sí mismos.

Cabe destacar que en este primer cuento la figura masculina si tiene identidad propia en
tanto que se le otorga un nombre; dos propósitos definidos: uno personal y otro en el que se
pretende utilizar a la mujer y el autoconocimiento para fortalecerse. Además, y
paradójicamente, su presencia es poco frecuente lo que, dentro del discurso, refleja su
importancia temática en tanto que el personaje, de alguna forma, está presente en todo, por
lo que no resulta necesario mencionarlo constantemente.

Por otra parte, la primera presentación de la mujer se opone, en todos los aspectos, a la
figura masculina, de tal suerte que esta feminidad se empequeñece como resultado de este
contraste y, al mismo tiempo, se declara su sumisión frente al hombre. Además, este primer
acercamiento a la entidad femenina se da hasta el tercer párrafo en el que se deja claro que
la narradora/ protagonista es una mujer y que está subyugada al personaje contrastante. Es
interesante que esta aparición se dé dentro del espacio prototípicamente femenino porque
las mujeres suelen permanecer encerradas dentro del espacio doméstico, según menciona
Pierre Bourdieu.9 Sumado a esto se encuentra el primer adjetivo flexionado que evidencia
la feminidad: “temerosa”10 del hombre, de su desaprobación, de que reconozca su
insatisfacción.

Por esto último la dicotomía orden/desorden resulta relevante en tanto que el hombre se
identifica con este control absoluto, mientras que la mujer está relacionada con la
8
M. 17
9
Bourdieu p. 71
10
Espiro p. 9
desorganización que, además, es intencional. En este sentido, se da pie a la rutina cíclica
que inicia con el orden masculino, pasa al desorden femenino y siempre regresa al inicio
por el temor a que se descubra la impaciencia, de tal forma que la mujer admite y se vuelve
parte de las mismas conductas que la determinan por lo que reafirma y respalda el mismo
sistema que la controla porque existen:

“Los actos de conocimiento y de reconocimiento prácticos […] entre los


dominadores y los dominados que la magia del poder simbólico desencadena, y
gracias a las cuales los dominados contribuyen, unas veces sin saberlo y otras a
pesar suyo, a su propia dominación al aceptar tácitamente los límites impuestos,
adoptan a menudo la forma de emociones corporales -vergüenza, humillación,
timidez, ansiedad, culpabilidad […]” 11
De esta forma el ciclo dentro de la casa resulta en una monotonía que a su vez deriva en un
hartazgo y en una desesperación que son parte del mundo femenino en tanto que la
cotidianidad de las mujeres consiste en estar “[…] atrapadas […] oprimidas, […] [y]
forzadas a someterse a lo que dictan los hombres”. 12

Por otra parte, en oposición al hombre, la mujer no posee una identidad porque la figura
femenina se define, como persona, a través de una serie de rasgos físicos que, al tratarse de
elementos típicamente estereotipados, como son: el cabello rubio, la fuerza física y la
altura, se toma la parte por el todo. Esto resulta en la deshumanización de la mujer,
degradándola así a un estado de “objeto femenino” con lo cual se cosifica13 al personaje con
el propósito de utilizarla para la creación de un grupo de hijos “perfectos”. De tal forma que
no es dueña de sí misma porque el objetivo de la existencia textual femenina es “[…]
contribuir a la perpetuación […] del capital simbólico poseído […]”.14

Debido a lo cual la feminidad se adapta y vive para el hombre por lo que su


construcción queda determinada por las pautas masculinas, de forma que la mujer tiene
“[…] una identidad nunca […] acabada” 15. En este caso, me atrevería a decir que es
11
Bourdieu p. 31
12
National geographic p. 108

13
Cosificación de la mujer: la acción de ver y tratar a las mujeres como un objeto a disposición del placer
masculino, despojándolas así de su capacidad humana e intelectual. (En este caso esta cosifica no se usa a
partir del “placer masculino”, sino desde la utilización de la mujer como un objeto para la reproducción,
aunque se inhiba u omita el placer dominante. http://malvestida.com/2018/04/diccionario-feminista-
principiantes/
14
Bourdieu p. 34
15
Feminidad
prácticamente nula porque ella constituye un mueble (un “bien simbólico” 16) más dentro de
la casa ya que, si bien se tienen conocimiento de su presencia, la distancia emocional y
física que maneja Royd es tan grande que incluso llega a pasar por alto a la mujer en todos
los sentidos. De tal forma que el personaje femenino se siente y llega a ser inexistente
dentro del territorio masculino: “No existo aquí […] sólo vivo bajo el sol […]”. 17

Esto favorece, en gran medida, la construcción de una “impotencia aprendida” 18 y a una


dependencia que forman parte de la vida cotidiana de la mujer. De esta forma se le excluye,
incluso, de una de las actividades típicamente femenina como es: la compra de los víveres.
Con esto, el hombre reafirma aún más su control sobre todos los aspectos de la vida
femenina al tiempo que la vulnerabiliza y la vuelve aún más incompetente y, por tanto,
dependiente de sí mismo. Esto queda explicito con: “Si necesito algo debo pedirle a Royd
que me lleve a Berneray” con lo cual, incluso sus necesidades quedan supeditadas al
hombre. Es así que esto se logra partiendo de que “el poder, la dominación […] y el control
constituyen pruebas de la masculinidad […]”19.

A decir verdad, es tanto el control que la figura masculina tiene sobre la femenina que
incluso está constantemente dentro de sus pensamientos en los que, por lo general, aparece
antes que ella y va acompañado de elogios que lo enaltecen y dotan de virtudes. En un
inicio aparecen oraciones como: “Royd sabe tantas cosas”.20 Después este tipo de
construcciones funcionan como un medio y un instrumento para disminuir y contrastar aún
más a la mujer porque es enunciada después de la grandeza masculina: “[…] Royd siempre
sabe la respuesta adecuada, yo, en cambio, soy débil […]”.

Pese al manejo y a la construcción del ser femenino opuesto al masculino, el cuento, en


sí mismo, es una suerte de resistencia en tanto que contiene elementos que problematizan
los roles de género. Para empezar, es fundamental el hecho mismo de que el narrador sea
una mujer porque se le otorga voz a la feminidad, con lo cual se le dota de presencia y de
una fuerza enunciativa, aunque se valga de los mismos esquemas impuestos por las
masculinidades y que casi toda la historia esté permeada de dominación. Pese a esto tiene la
16
Bordieu p. 70
17
Espiro p. 13
18
Bourdieu p. 46
19
Masculinidad p. 18
20
Espiro p. 11
libertad de declarar los hechos desde su perspectiva de modo que tiene la capacidad de
reconocerse a sí misma como un ser con voz propia21 capaz de saltar a la vista a pesar de ser
mujer y estar dominada.

Como consecuencia, gracias a que la mujer es la misma narradora se logra obtener el


derecho de enunciarse a sí misma, dentro, sí de un espacio de sumisión, pero con la enorme
ventaja de inventarse según los criterios propios22. Es así que su personaje esta construido
según sus pensamientos e ideas a partir del cual se busca alzar la voz, imaginarse a sí
misma como mujer nombrar, ver, vivir

Por otra parte, la decepción que le causa que el hombre no le demuestre ninguna clase
de afecto y que haya abandonado por completo la idea de formar una “nueva raza” 23 con
ella la lleva, en parte, al deseo de libertad y alimenta el hartazgo que le produce la
monotonía y el clima de la isla en general.

De esta forma, cada vez que se repite la añoranza de su antigua vida el fastidio que
expresa con sus palabras se hace más evidente. Es así que esto la lleva a declararse en
contra del sistema que la oprime: “[…] no más Royd, ausencia de Royd […] no quiero
saber […]” 24. Como consecuencia, la mujer se reconoce a sí misma como una entidad con
voluntad y deseos propios y no sólo como una figura sumisa 25 por lo que se da entrada a la
construcción de una identidad femenina.

Posteriormente se presenta el asesinato de Royd a manos de la mujer quien lo aniquila


mediante un acto violento. Esto se contrapone a la muerte delicada y falta de violencia que,
típicamente, se asocia a lo femenino, por ejemplo: el envenenamiento, la provocación del
suicidio o el homicidio en defensa propia cuando no han sido las iniciadoras del acto. Es así
que el personaje se apropia esta característica prototípicamente masculina a través de una
lucha breve y salvaje que enaltece y libera su propia existencia a la vez que denigra y
aprisiona el cuerpo masculino al ser dominado y asesinado por una mujer que, además,
21
En un principio esta libertad de pensamiento es relativa porque, como se mencionó anteriormente, todos sus
pensamientos están plagados del hombre. Sin embargo, conforme avanza el cuento hay una reapropiación del
razonamiento.
22
Guerra, L. (2007). Mujer y escritura: fundamentos teóricos de la crítica feminista. 
México, D.F: Programa universitario de estudios de género.
23
Espiro 13
24
Ibid. 12- 13
25
Bordieu. P. 14
estaba bajo su control. Esto resulta en buena medida humillante para el estereotipo
masculino porque resulta en “un hombre disminuido”26 en tanto que el acto se vincula con
la pérdida de la autoridad y con una doble debilidad.

De esta forma la mujer se traslada a la esfera de la masculinidad en tanto que, a partir


del asesinato toma decisiones fuera del círculo de sus pensamientos y del marco de la
dependencia y sumisión. Por consiguiente, es poseedora del “[…] atributo claramente
masculino que es el poder.”27. Así pues, el papel de “cuidador” se invierte siendo la mujer
la figura principal y el cuerpo del hombre la entidad pasiva.

Además de esto, resulta simbólico el cambio del espacio cuando la feminidad pasa a ser
la poseedora porque ésta ya no se encuentra recluida dentro de los limites de la casa y del
territorio masculino. En cambio, hay una apropiación del espacio masculino de forma que
la mujer se traslada a los dominios del hombre y los hace suyos.

Finalmente, la mujer trastoca los mandatos masculinos siguiendo la esencia de los


deseos del hombre, pero interviniendo y tomando las decisiones del resto de la historia.
Esto queda demostrado en las últimas líneas del texto: “[…] nadie debe molestarnos. Royd
me trajo aquí y ahora he aprendido […]” 28. Es así que se rompe con las imposiciones
injustas de un régimen androcéntrico que impide un reconocimiento femenino.29

Como conclusión es preciso decir que efectivamente se problematizan los roles de


genero mediante la acción de la figura femenina que se construye, al final, como un ser con
voluntad y pensamiento propio. Además, la narradora es la primera característica por la que
se evidencia el poder y la presencia de la mujer puesto que es ésta quien decide qué contar,
cómo hacerlo y bajo que términos construir la historia que narra un hecho femenino que es
digno de ser contado. Es así que la mujer se posiciona como un personaje con poder que
escoge bajo qué términos construirse.

26
Bordieu p. 29
27
Bourdieu. 72
28
Espiro p. 15
29
Guerra p. 24

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