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Cuento contemporáneo
Reyna Sierra, Alitzel
En tiempos más recientes, los roles de género se manejan como una construcción social
y cultural que está establecida y que se transmite entre generaciones. Así se “[…] admite la
distinción entre el sexo biológico […] y género, entendido este último como una clase en la
que se agrupan los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la femineidad-
masculinidad […]”1
Es así que, la mujer se construye, en un primer momento y durante casi todo el texto,
como parte secundaria de esta serie de contrastes que, en gran medida, enaltecen al hombre.
1
Falcone p. 19
Por lo cual, la figura femenina se entiende como la parte negativa de todas las dicotomías:
orden/desorden; independiente/ dependiente; capacidad/ incapacidad, etc. Además, están
los contrastes entre la existencia y la inexistencia de la identidad; del cuerpo para sí contra
“el cuerpo para el otro”2. También está presente el tratamiento del personaje femenino
como una suerte de “bien simbólico”3 que desarrolla el deseo de igualdad y que, a su vez
deriva en un anhelo de libertad.
Apenas inicia el cuento lo primero que salta a la vista es la frase con la que se titula: “Ceud
mile failte”4 lo cual da pie a la entrada de dos mundos o, mejor dicho, permite el acceso del
mundo exterior hacia el interior de un hogar. De esta forma queda declarada desde un
primer momento la construcción del cuento mediante la oposición de dos figuras: la
masculina y la femenina que se caracterizan por el exterior y el interior, respectivamente;
además del resto de contrastes que conllevan sus respectivos roles de género. Así: “los
hombres, situados en el campo de lo exterior, […] de lo público, […] de lo discontinuo,
[…] a las mujeres, al estar situadas en el campo de lo interno, […] se les adjudican todos
los trabajos domésticos, es decir, privados y ocultos, prácticamente invisibles […]”. 5
Precisamente esto se maneja a lo largo del texto y se reafirma con el inicio en donde la
costumbre que se sigue en la isla contrasta con la decisión masculina impuesta en tanto que
sale de lo norma y provoca que la estadía sea trascendental. Posteriormente se muestra la
figura de un hombre fuerte y valiente que se “vulnerabiliza” así mismo para después
enaltecer todavía más sus virtudes, capacidades y fortalezas porque “[…] desafía medio
desnudo a la lluvia y al tiempo gris, […] mientras corre”.6
Es así que la figura masculina se va construyendo a lo largo del texto con todos los
rasgos constitutivos de una virilidad prototípica, que se determina partir de esta primera
aparición y que se fue desarrollando desde la infancia porque “[…] el hombre aprende
desde niño […] que su verdadera capacidad se encuentra en la fuerza, [y] en esconder en el
fondo de su alma sus sentimientos.”7 De esta forma, resulta simbólico el marco de triunfos
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La feminidad. P. 18
3
Bourdieu p. 70
4
P.9
5
Bordieu pp. 25
6
Cuento p.9
7
Masculinidad p. 17
y premios que Royd posee, los cuales no incluyen a nadie que represente una relación
emocional fuera de sus padres. Así, el hombre es dotado de frialdad, distanciamiento
emocional y todo aquello que tenga relación con elementos sentimentales, por considerarlos
características de la debilidad.
Cabe destacar que en este primer cuento la figura masculina si tiene identidad propia en
tanto que se le otorga un nombre; dos propósitos definidos: uno personal y otro en el que se
pretende utilizar a la mujer y el autoconocimiento para fortalecerse. Además, y
paradójicamente, su presencia es poco frecuente lo que, dentro del discurso, refleja su
importancia temática en tanto que el personaje, de alguna forma, está presente en todo, por
lo que no resulta necesario mencionarlo constantemente.
Por otra parte, la primera presentación de la mujer se opone, en todos los aspectos, a la
figura masculina, de tal suerte que esta feminidad se empequeñece como resultado de este
contraste y, al mismo tiempo, se declara su sumisión frente al hombre. Además, este primer
acercamiento a la entidad femenina se da hasta el tercer párrafo en el que se deja claro que
la narradora/ protagonista es una mujer y que está subyugada al personaje contrastante. Es
interesante que esta aparición se dé dentro del espacio prototípicamente femenino porque
las mujeres suelen permanecer encerradas dentro del espacio doméstico, según menciona
Pierre Bourdieu.9 Sumado a esto se encuentra el primer adjetivo flexionado que evidencia
la feminidad: “temerosa”10 del hombre, de su desaprobación, de que reconozca su
insatisfacción.
Por esto último la dicotomía orden/desorden resulta relevante en tanto que el hombre se
identifica con este control absoluto, mientras que la mujer está relacionada con la
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M. 17
9
Bourdieu p. 71
10
Espiro p. 9
desorganización que, además, es intencional. En este sentido, se da pie a la rutina cíclica
que inicia con el orden masculino, pasa al desorden femenino y siempre regresa al inicio
por el temor a que se descubra la impaciencia, de tal forma que la mujer admite y se vuelve
parte de las mismas conductas que la determinan por lo que reafirma y respalda el mismo
sistema que la controla porque existen:
Por otra parte, en oposición al hombre, la mujer no posee una identidad porque la figura
femenina se define, como persona, a través de una serie de rasgos físicos que, al tratarse de
elementos típicamente estereotipados, como son: el cabello rubio, la fuerza física y la
altura, se toma la parte por el todo. Esto resulta en la deshumanización de la mujer,
degradándola así a un estado de “objeto femenino” con lo cual se cosifica13 al personaje con
el propósito de utilizarla para la creación de un grupo de hijos “perfectos”. De tal forma que
no es dueña de sí misma porque el objetivo de la existencia textual femenina es “[…]
contribuir a la perpetuación […] del capital simbólico poseído […]”.14
13
Cosificación de la mujer: la acción de ver y tratar a las mujeres como un objeto a disposición del placer
masculino, despojándolas así de su capacidad humana e intelectual. (En este caso esta cosifica no se usa a
partir del “placer masculino”, sino desde la utilización de la mujer como un objeto para la reproducción,
aunque se inhiba u omita el placer dominante. http://malvestida.com/2018/04/diccionario-feminista-
principiantes/
14
Bourdieu p. 34
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Feminidad
prácticamente nula porque ella constituye un mueble (un “bien simbólico” 16) más dentro de
la casa ya que, si bien se tienen conocimiento de su presencia, la distancia emocional y
física que maneja Royd es tan grande que incluso llega a pasar por alto a la mujer en todos
los sentidos. De tal forma que el personaje femenino se siente y llega a ser inexistente
dentro del territorio masculino: “No existo aquí […] sólo vivo bajo el sol […]”. 17
A decir verdad, es tanto el control que la figura masculina tiene sobre la femenina que
incluso está constantemente dentro de sus pensamientos en los que, por lo general, aparece
antes que ella y va acompañado de elogios que lo enaltecen y dotan de virtudes. En un
inicio aparecen oraciones como: “Royd sabe tantas cosas”.20 Después este tipo de
construcciones funcionan como un medio y un instrumento para disminuir y contrastar aún
más a la mujer porque es enunciada después de la grandeza masculina: “[…] Royd siempre
sabe la respuesta adecuada, yo, en cambio, soy débil […]”.
Por otra parte, la decepción que le causa que el hombre no le demuestre ninguna clase
de afecto y que haya abandonado por completo la idea de formar una “nueva raza” 23 con
ella la lleva, en parte, al deseo de libertad y alimenta el hartazgo que le produce la
monotonía y el clima de la isla en general.
De esta forma, cada vez que se repite la añoranza de su antigua vida el fastidio que
expresa con sus palabras se hace más evidente. Es así que esto la lleva a declararse en
contra del sistema que la oprime: “[…] no más Royd, ausencia de Royd […] no quiero
saber […]” 24. Como consecuencia, la mujer se reconoce a sí misma como una entidad con
voluntad y deseos propios y no sólo como una figura sumisa 25 por lo que se da entrada a la
construcción de una identidad femenina.
Además de esto, resulta simbólico el cambio del espacio cuando la feminidad pasa a ser
la poseedora porque ésta ya no se encuentra recluida dentro de los limites de la casa y del
territorio masculino. En cambio, hay una apropiación del espacio masculino de forma que
la mujer se traslada a los dominios del hombre y los hace suyos.
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Bordieu p. 29
27
Bourdieu. 72
28
Espiro p. 15
29
Guerra p. 24