Está en la página 1de 55

ACTO JURÍDICO II

Capítulo IV - La Causa
I. Conceptos Generales

En el derecho romano cásico, dado que los contratos eran típicos y se perfeccionaban por la
observancia de una formalidad o por la entrega de una cosa, el fundamento de la
obligatoriedad se encontraba justamente en la observancia de la formalidad o en la entrega
de la cosa. Si bien se utilizaba la expresión “causa”, referida justamente al elemento formal o
hecho material que hacía nacer la obligación, no se desarrolló en el derecho romano una
teoría de la causa en los términos en que la conocemos actualmente.
Durante el Derecho Canónico Medieval, en cambio, con la aceptación de los pactos
desnudos -cuyas bases se venían asentando, ya en el derecho romano postclásico-, se hizo
necesario perfilar una teoría que permitiese justificar la fuera obligatoria de las
declaraciones de voluntad, De esta manera, comienza a plantearse que los pactos desnudos
son eficaces en la medida en que exista una causa y ésta sea justificada; en términos de
Baldo, si el pacto es nudum a solemnitate, no debe ser nudum a causa.
El punto fue posteriormente desarrollado en el antiguo derecho francés, principalmente por
Domat y Pothier, quienes generalizaron la necesidad de la causa, pasando posteriormente a
la codificación francesa y a la generalidad de los códigos de inspiración francesa.
En la tradición germánica, se prescindió de esta categoría, no siendo reconocida por el BGB
alemán.

En el ámbito de los ordenamientos de inspiración francesa, y tras la codificación, se


perfilaros dos corrientes respecto a la causa: los causalistas y los anticausalistas.

En términos generales, los causalistas, señalan que el acto jurídico requiere, como supuesto
esencial para su existencia una causa. Y para que el acto jurídico sea válido, la causa debe ser
lícita.
En cambio, los anticausalistas postulan que para la existencia del acto jurídico bastan la
voluntad y el objeto.

Desde ya debe prevenirse que algunos causalistas hablan de la causa refiriéndose a la causa
de la obligación y otros a la causa del acto o contrato.

Existen diferentes acepciones sobre la causa:


A) Causa eficiente: es el elemento generador del efecto. En este sentido, por ejemplo,
las fuentes de las obligaciones son su causa eficiente. Según Ripert y Boulanger, en la
expresión “enriquecimiento sin causa” se sindica la ausencia de un acto (elemento
generador) que justifique el enriquecimiento (condicto sine causa)
B) Causa final: es un fin inmediato o invariable de un acto, o sea, el fin próximo que
determina la voluntad a obrar y que siempre es posible encontrar en la estructura
misma del contrato. Es siempre idéntica para todos los actos pertenecientes a la
misma especie.
C) Causa ocasional: es el fin lejano y variable de un acto y es de carácter estrictamente
personal y psicológico.
Es diferente para cada individuo, ya que, es la razón que lo impulsa a celebrar el acto
en determinadas circunstancias. Por eso una misma especie de acto puede tener
infinitas causas.

Evolución histórica de la noción causa


Se trata desde el Derecho Canónico Medieval. En sus orígenes tuvo por función facultar al
juez para indagar los móviles que determinan las partes a contratar, cautelando que la
declaración de voluntad no persiga un fin reprobable o inmoral. Luego Domat postuló la
doctrina clásica de la causa, centrada en la causa objetiva de la obligación. Posteriormente
esta teoría fue perfeccionada por Pothier.
Actualmente conviven, en general, la doctrina causalista y la anticausalista, dividida entre los
objetivos (doctrina clásica y la doctrina italiana abstracta), y los subjetivos, que siguen la
teoría del móvil.
Mención aparte y destacada merece la teoría neocausalista.

II. Criterios o doctrinas elaborados en relación con la causa

Doctrina Francesa tradicional o clásica de la causa


Siguiendo los desarrollos de los posglosadores, y en particular de Bartolo, la doctrina
francesa clásica entiende la causa final o “causa-prestación”, refiriéndose a la causa de las
obligaciones, y no de los actos y contratos. La causa siempre es la misma para una misma
clase de contratos. De esta manera, la causa depende de la naturaleza del contrato,
distinguiéndose 3 tipos de contratos:
a) Bilaterales: la causa de la obligación de una parte es la obligación recíproca de la
contraparte. Ej. La causa de la obligación del arrendador de entregar el goce de la
cosa; es la obligación del arrendatario de pagar la renta
b) Reales: la causa de la obligación de restituir es la anterior entrega de la cosa. Ej. El
comodatario debe restituir la cosa prestada porque el comodante se la entregó.
c) Gratuitos: Para Domat la causa es el motivo racional y justo en que se funda la
obligación. Ej. La existencia de algún servicio que ha prestado el donatario al
donante, o el solo placer que tiene éste de hacer el bien.
Pothier en tanto, formula una regla objetiva: la causa de la obligación en los
contratos gratuitos es la intención liberal o el propósito de hacer una liberalidad, sin
entrar a considerar los móviles concretos o particulares.

Doctrina Italiana
Se puede distinguir entre la teoría de la causa abstracta y la teoría de la causa concreta. La
primera fue desarrollada por Betti quien sostenía que la causa es un requisito del acto
jurídico y no de la obligación; es la función económico-social que caracteriza al tipo de
negocio de que se trate. El derecho reconoce la causa cuando la estima relevante para sus
fines.
Mantiene la objetividad en la doctrina clásica, afirmando que en todos los contratos de una
misma clase existe una misma causa. En los contratos onerosos la causa está en el
intercambio de prestación y contraprestación. Ej. En la compraventa, el intercambio de la
cosa y el precio.

Respecto a la licitud de la causa, Betti postula que, si el acto jurídico que se celebra está
regulado por el derecho, se presume la licitud pues el legislador lo ha regulado
expresamente por estimar beneficiosa su función económico-social. En cambio, si se trata de
un acto jurídico innominado, será el juez quien apreciará si la función económico-social que
cumple el acto merece o no tutela jurídica.

Más modernamente se ha abierto camino en la doctrina italiana la teoría de la concreta de la


causa, conforme a la cual la causa es el interés a cuya satisfacción se dirige la ejecución del
contrato. Esta noción de causa se distingue de los motivos en cuanto éstos pueden quedar
fuera del ámbito de protección del contrato, en cuyo caso no integran parte de la causa. En
definitiva, para determinar la causa concreta no sólo ha de atenderse a la reglamentación
típica del contrato, sino también a la negociación que le haya precedido, a las estipulaciones
y, en general, a todas las demás circunstancias que revelen cuáles son los intereses a cuya
satisfacción se orienta a la ejecución del contrato.

Doctrina del móvil o motivo determinante


Estructura un concepto de causa con un criterio eminentemente subjetivo. También se
refiere a la casa del acto o contrato.
La causa es el móvil o motivo determinante que impulsa al autor o las partes a celebrar un
acto jurídico. Esta doctrina rechaza la formulación de un concepto de causa abstracto.
Este móvil debe conformarse con el derecho, de lo contrario, el acto puede invalidarse. En
los contratos gratuitos, basta que el móvil ilícito exista en el autor de la liberalidad para que
pueda anularse. En los contratos onerosos, el móvil ilícito de una de las partes debe ser
compartido o al menos conocido por la otra parte para poder anularlo.

Doctrina Anticausalista
Planiol plantea que la noción de causa abstracta (teoría clásica) es falsa e inútil.

Falsedad de la causa abstracta:


1. Contratos bilaterales: las obligaciones nacen al mismo tiempo, por lo que no puede
una de ellas ser causa de la otra si se considera que la causa debe proceder al efecto.
2. Contratos reales: la entrega de la cosa no es la causa de la obligación, sino un
requisito esencial para que el contrato se perfeccione. Decir que la causa es la
entrega de la cosa es igual que decir que la causa es el contrato mismo, esto es su
fuente, el elemento generador de la obligación.
3. Contratos gratuitos: se confunde la causa con los motivos, siendo imposible, en la
práctica, separar la intención de efectuar una liberalidad de los motivos que tuvo el
contratante para obligarse.
Inutilidad de la causa:
1. Contratos bilaterales: lo que constituye la causa de la obligación de una de las partes
es el objeto de la obligación de la otra, de modo que la falta de causa de una
obligación implica la falta de objeto de la otra. El contrato no produce efectos por
falta de objeto, no por falta de causa.
2. Contratos reales: no sirve decir que sin entrega la obligación carece de causa porque
la falta de entrega impide que el contrato se perfecciones y genere obligaciones. El
contrato no produce efectos porque le falta un requisito esencial, no por falta de
causa.
3. Contratos gratuitos: la falta de intención liberal constituye, en la práctica, falta de
consentimiento, y por ello el contrato no produce efectos.
4. En la practica, la ilicitud de la causa se confunde con la ilicitud del objeto.

Doctrina Neocausalista
Desarrollada eminentemente por Capitant, los partidarios de esta tesis vinculan la causa por
el interés jurídico y económico que se aspira a satisfacer con la ejecución del contrato. En
este sentido, en los contratos bilaterales, la causa de cada obligación no se explica tanto en
función de las obligaciones recíprocas, sino en relación con la situación jurídica que se
alcanza una vez que las obligaciones son cumplidas. En el ámbito nacional, Lyon Puelma, en
una visión afín a esta perspectiva, señala que la causa es el resultado final que se deriva de la
ejecución de un contrato y la situación jurídica que ampara tal resultado. La causa se
requiere para el contrato (tal y como señala el art 1476), y como tal, sirve para justificar la
existencia de las obligaciones contraídas; mas, en sí misma, la causa es el punto de
referencia que se espera alcanzar una vez que las obligaciones nacidas del contrato se han
ejecutado completa y normalmente.

Evolución de la doctrina y jurisprudencia en Francia


Hasta hace muy poco tiempo, se sustentó una noción renovada de la causa, acercándola a la
del interés. Como señala Rivera Restrepo, “Capitant observa, que para sustraerse a las
críticas del anticausalismo, se hace necesario reformular la teoría de la causa del causalismo
clásico, manteniendo de ella la idea de la unidad de la noción de causa, que en su conjunto
debe continuar entendiéndose en el indicado sentido de causa de la obligación, pero
redefiniendo este concepto a fin de que él pueda explicar la utilidad del concepto no sólo a
los fines del perfeccionamiento del contrato si no también a su influencia sobre la vida de la
obligación”. De esta manera, la causa se presenta ante todo como un interés jurídico y
económico que, en el contexto de los contratos bilaterales, no consiste tanto en la existencia
y exigibilidad de una obligación recíproca, sino en el resultado que se alcanza con la
ejecución de esta última, Como señala Capitant, citado por Rivera Restreto, “si la causa
constituye el fin perseguido por el autor de la declaración de voluntad, entonces se debe
incluir en dicha noción la efectiva realización de ese fin perseguido y no sólo la posible
ejecución al mismo”.
Esta noción de causa, que no atendió sólo a la formación del contrato, sino también a su
ejecución, permitió en Francia el desarrollo doctrinario y jurisprudencial de diversas teorías,
como, por ejemplo, la teoría de la imprevisión.
En el año 2006 entró en vigencia una ordenanza que modificó el CC. Francés, eliminándose la
causa como requisito del acto jurídico. Tampoco existen referencias a la causa en los
instrumentos de derecho uniforme.

III. La teoría de la causa en el Código Civil

Disposiciones legales relativas a la causa


 Artículo 1445: “Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario: (…) 4º que tenga una causa lícita.”
 Artículo 1467: “No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es
necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la
prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público.
Así la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene
una causa ilícita”
 Art 1468: “No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa
ilícita a sabiendas”.

¿Qué es lo que debe tener causa? ¿El acto o contrato de la obligación?


Para algunos autores, al código le interesa la causa de la obligación, atendido que:
i. El artículo 1467 indica que “no puede haber obligación sin una causa”.
ii. El artículo 1445 indica que la causa es un requisito “para que una persona se
obligue a otra”.
iii. Además, el código se dictó en pleno auge de la doctrina clásica, que precisamente
se refiere a la causa de la obligación y no del contrato.
Por su parte quienes afirman que el Código le interesa la causa del acto o contrato
argumentan lo siguiente:
i. El artículo 1445 está requiriendo causa para que una persona se obligue “por un
acto o declaración de voluntad”.
ii. La definición legal de causa contenida en el artículo 1467 es clara en señalar que
la misma es el motivo que índice “el acto o contrato”.
iii. El artículo 2057 se refiere a las sociedades nulas por ilicitud del objeto o la causa,
es decir, es el contrato el que tiene causa ilícita.

¿Cuál es el criterio que adopta en materia de causa: objetivo o subjetivo?


Para algunos, el Código siguió el criterio objetivo debido a lo siguiente:
i. Porque ése es el criterio de la doctrina clásica, en la cual se habría inspirado bello.
ii. El artículo 1467 exige que exista una causa “real”, admitiendo que es posible que
las obligaciones no tengan causa, cuestión que no admite el criterio subjetivo.
iii. El “motivo” a que se refiere la definición de causa del art. 1467 no es de orden
subjetivo, sino que jurídico o abstracto.
iv. En la misma línea que el inciso primero del artículo 1467, el inciso final establece
que la promesa de dar algo en pago de razón de una obligación que no existe
carece de causa.
v. Al decir que la pura liberalidad es causa suficiente, transcribe casi textualmente el
pensamiento de Pothier.
Por su parte quienes sostienen que el Código siguió un criterio subjetivo se fundan en lo
siguiente:
i. A diferencia del Código Francés que siguió a la doctrina clásica, el Código Chileno
la definió precisamente como el motivo que induce al acto o contrato.
ii. Al exigirse una causa real y lícita, se está facultando al juez para indagar por el
motivo que realmente determinó la celebración del acto o contrato; así la
“realidad” de la causa significa que el motivo que se postula como causa sea el
que concretamente ha inducido a contratar.
iii. El concepto de causa-motivo existe desde la Edad Media, introducido por los
canonistas, y fue conocido por Bello.
iv. Cuando se dice que la mera liberalidad es causa suficiente, se está significando
que en los actos gratuitos basta, como motivo, la intención de efectuar una
liberalidad.
v. La promesa de pago de una deuda que no existe carece de causa no porque el
prometiente no haya tenido un motivo, sino porque el motivo era errado.
vi. Respondiendo a los argumentos de la tesis contraria, desde el punto de vista de
la teoría clásica, la causa tampoco podría faltar, pues ésta sería objetiva y siempre
la misma atendida a la naturaleza del acto jurídico.

Doctrina ecléctica
En opinión de Vial, para determinar lo que constituye la causa se hace necesario distinguir,
previamente, entre la causa del acto o contrato y la causa de la obligación, pues tal
distinción es realizada, a lo menos implícitamente, por el Código Civil.
a) Causa del acto o contrato: de acuerdo con la propia definición que da el Código, la
causa del acto o contrato es el motivo que induce a su celebración. La palabra
motivo, según su sentido natural y obvio, designa los móviles psicológicos,
individuales y subjetivos.
b) Causa de la obligación: en este caso, el legislador sigue la doctrina tradicional: la
causa de la obligación es abstracta e idéntica para cada categoría de contrato.

Doctrina unitaria
Últimamente algunos autores defienden una noción unitaria de causa que permita justificar
tanto la existencia como la validez del acto. Lyon Puelma señála que la causa es el resultado
final a que se aspira y la situación jurídica que lo ampara, siendo lícita cuando tan resultado
final y la situación jurídica que lo ampara no son contrarios a la ley, el orden público o las
buenas costumbres. Desde esta aproximación, la causa sería ilícita cuando el resultado final
proyectado y/o la situación jurídica que lo ampara resultan contrarios a la ley, el orden
público o las buenas costumbres.
A mayor abundamiento, la existencia de causa, que es la que lleva o motiva a celebrar el
acto o contrato, justifica la existencia de la obligación contraria.

IV. Relaciones de la causa con otros aspectos del acto jurídico

Relación entre la causa y el error


Existe vinculación entre la causa y las hipótesis de error relevante.
La causa de que la víctima del error haya contratado es la creencia de que la cosa tenía una
determinada sustancia o cualidad, o la consideración de una persona determinada.
Error-motivo: conocimiento equivocado de la sustancia (identidad, materia) de la cosa
objeto del contrato, de las calidades de esta o de la persona. La falsa representación de la
realidad es la que lleva a contratar.
Error sobre los motivos: inexacta representación de las razones o móviles que inducen a
contratar.
La regla general es que el error sobre los motivos es irrelevante, salvo en ciertos actos como
los gratuitos o de beneficencia. Vial estima que en la mayoría de los actos gratuitos que la
doctrina permite impugnar no existe, propiamente, error sobre los motivos, sino sobre la
persona. Existe realmente el motivo que induce al acto, pero la persona beneficiada con el
acto no tiene las condiciones que cree ver en él quien realiza la liberalidad. Este es un error-
motivo que vicia el consentimiento.

Relación entre la causa y la fuerza o dolo


Según Vial, si la fuerza o dolo constituyen el motivo principal o determinante del acto, quiere
decir que son la causa de este, y como esta causa no se conforma con el derecho, es ilícita.
¿Por qué normas puede la victima impugnar el acto? Es importante por que la sanción por
los vicios del consentimiento es la nulidad relativa, en cambio por causa ilícita es la nulidad
absoluta. Vial cree que priman las normas sobre vicios del consentimiento que son
especiales.

V. Causa real y lícita

Conceptos generales
No es necesario que el autor o las partes de un acto jurídico expresen la causa. La ley
presume que todo acto jurídico tiene una casa y que el motivo es lícito. Por tanto, la prueba
de la falta o ilicitud de la causa corresponde a quien la alega.
Es difícil que no exista un motivo, pero no imposible. Vial estima que falta causa en dos
casos:
a) Falta de causa en los actos simulados: Existe un acto jurídico meramente aparente,
que oculta lo que las partes quieren y su motivo es el engaño a terceros. Pero no
existe un motivo real que induzca a la celebración del acto jurídico simulado; hay
motivo para la simulación, pero no para la celebración del contrato simulado. Por
tanto, éste contrato es inexistente por falta de causa. (o nulo absolutamente)
b) Falta de causa en los actos que tienen como único motivo la creencia errada de que
existe una obligación: este es el caso del art. 1467 inciso final. La declaración tiene,
en este caso, una causa falsa, lo que equivale a decir que carece de causa real, y por
faltar a este requisito, es inexistente (o nulo absolutamente)

Labor del juez en relación con la determinación de la causa real y lícita


Cada vez que se alegue la ilicitud de la causa, corresponde al juez indagar por el motivo
individual que indujo a celebrar el acto jurídico. Este es el motivo real, que puede ser lícito o
ilícito, a diferencia del motivo presunto, que es siempre lícito.
Debe indagar por el motivo que verdaderamente impulsó a las partes a celebrar el acto
jurídico, para lo cual es necesario que se haya manifestado o exteriorizado de alguna forma
pues el juez ha de atenerse a la prueba rendida en el marco del proceso.

Sanción para la falta de causa o causa ilícita


Para los partidarios de la inexistencia, el acto jurídico en que falta la causa es inexistente. Por
el contrario, para los autores que niegan cabida a la inexistencia, el acto se sanciona con
nulidad absoluta, abonando las siguientes razones:
A) Artículo 1682 del CC. Dispone que hay nulidad absoluta si se omite “algún requisito o
formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en
consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que
los ejecutan o acuerdan”, y entre tales requisitos está la causa.
B) En numerosos casos el legislador sanciona la falta de causa con la nulidad absoluta:
arts. 1630; 1814; 2452; 2455, etc.
C) El artículo 1467 equipara la causa real a la causa lícita, de manera que la falta de
causa real debe tener igual sanción que la causa ilícita.
En cuanto a la causa ilícita el CC. La sanciona expresamente con la nulidad absoluta (1682)

VI. Actos causales y actos abstractos

Conceptos: según la causa que se tome en cuenta o no al constituirse los actos jurídicos,
éstos se clasifican en causales y abstractos.

Causales: son los actos en cuyo perfeccionamiento debe concurrir como elemento esencial
la causa. Si falta o es ilícita, el acto adolece de nulidad absoluta y no produce efecto alguno.
Ejemplos de actos causales: compraventa, arrendamiento, mutuo, comodato.
Abstractos: aquellos en cuyo perfeccionamiento, si bien existe una causa, esta no se
desempeña como elemento constitutivo. Se perfeccionan y funcionan separados o
abstraídos de la causa, desvinculados de ella. Por tanto, si falta la causa o es ilícita, el acto
queda válido y produce sus efectos.

El fundamento de esta distinción radica en que, tratándose de los actos abstractos, al revés
de lo que sucede con los causales o concretos, la causa no es requisito esencial en el
perfeccionamiento de ellos, no se toma en cuenta para su constitución o eficacia; pero esto
no significa que no existe.

La relación fundamental y subyacente del acto abstracto


Todo acto abstracto presupone una obligación o relación jurídica que aquél que
precisamente tiende a satisfacer o reforzar. Esta relación se llama “fundamental” o
“subyacente”, porque constituye el fundamento en que actúa el acto abstracto; y
subyacente, por que está como debajo de éste y cubierta por el mismo. La finalidad de una
letra de cambio puede ser, por ejemplo, pagar al beneficiario el precio de una compraventa;
la obligación de pagar el precio es la relación fundamental y subyacente del acto abstracto
llamado letra de cambio.
La falta o ilicitud de causa del acto abstracto, que ha de analizarse a la luz de la relación
subyacente, solo puede hacerse valer entre las partes de dicha relación y frente a terceros
de mala fe; pero no puede alearse respecto de terceros de buena fe, por que se vulneraría la
seguridad jurídica que el acto abstracto tiende a resguardar y que es su principal razón de
ser (ver art. 28 de la ley Nº18.092)

Justificación de los actos abstractos


Se justifica en los ideales de dar seguridad a la adquisición de ciertos derechos y de hacer
expedita y fluida su circulación. En el caso de los títulos de crédito, se añade a estos ideales
el poder de comercializar estos documentos representativos de dinero de la misma manera
que el dinero mismo. Así, en el caso de títulos de crédito a la orden o al portador, los
mentados fines se satisfacen impidiendo que el deudor pueda defenderse ante terceros
endosatarios o portadores alegando la nulidad absoluta del acto por falta o ilicitud de la
causa de la relación subyacente. En general requerido el juez para el cumplimiento de un
acto abstracto, solo debe considerar si el deudor se comprometió a pagar y nada más; no
tiene porqué indagar la causa del acto. Con todo, tal como entiende la doctrina (Corral,
Domínguez, entre otros), esta abstracción solo rige respecto de terceros, no entre las partes.
Así también lo ha entendido en el último tiempo la C.S., corrigiendo su jurisprudencia
anterior que aplicaba la abstracción incluso entre las partes.

Solo la ley puede establecer actos abstractos


En nuestro caso, dado que la exigencia de una causa real y lícita, impuesta por el artículo
1445, mira al orden público, los particulares no están autorizados para prescindir de ella. En
esta línea, solo el legislador puede apartarse de la regla de que los actos son causales, y
establecer por vía excepcional actos abstractos.
Actos abstractos en la legislación chilena
Se mencionan la fianza y demás contratos de garantía por deuda ajena y, destacadamente,
los títulos de crédito.

CAPÍTULO V. LAS FORMALIDADES

I. Generalidades

Conceptos generales
Las formalidades se definen como aquellos requisitos que dicen relación con la forma o
aspecto externo del acto jurídico, requeridos por la ley con objetivos diversos y cuya omisión
se sanciona en la forma prevista por el legislador
Según su fin para el cual se exigen pueden distinguirse varias especies de formalidades y su
no observancia en los actos en que deben concurrir trae sanciones diversas para éstos.
Son especies de formalidades: a) Las solemnidades; b) Las formalidades habilitantes; c) Las
formalidades de prueba y d) Las medidas de publicidad.
Las formalidades pueden consistir en instrumentos públicos, instrumentos privados,
presencia de funcionarios públicos y/o de testigos, medidas de publicidad, etc.

Formalidades propiamente tales o solemnidades

A) Solemnidades requeridas para la existencia del acto jurídico


Son los requisitos que exige la ley para la celebración de ciertos actos jurídicos, pasando a
ser la solemnidad el único medio a través del cual el autor o las partes pueden manifestar su
voluntad.
Constituyen un requisito esencial para la existencia del acto jurídico.
Algunos plantean que no constituyen, en verdad, un requisito de existencia independiente
de la voluntad, ya que, la solemnidad es la manera de manifestarla.
En el derecho antiguo lo normal era la observancia de alguna formalidad para que un acto
jurídico produjera efectos, hoy en día la regla es la contraria y lo normal es que los actos
jurídicos sean consensuales (trascendencia del principio de autonomía de la voluntad). Por
excepción hay algunos actos solemnes, siendo la solemnidad requisito de existencia. Ej.
Compraventa de las cosas enumeradas en el artículo 1801 inc 2º del CC.
Las solemnidades no se presumen: sólo existen en virtud de texto expreso de la ley. Sin
embargo, los particulares pueden hacer solemne un acto meramente consensual. Ej. a
propósito de la compraventa del art. 1802.
El efecto de las formalidades convencionales no es otro que otorgar a las partes un derecho
de retracto, pues el contrato no se reputará perfecto sino desde la observancia de la
formalidad o desde que haya un principio de ejecución del contrato. De esta manera, una
formalidad convencional puede ser renunciada mediante la ejecución del contrato; en
cambio, una solemnidad legal no puede ser renunciada y el acto será inexistente o nulo
absolutamente.
B) Solemnidades requeridas para la validez de los actos jurídicos
La ley exige la solemnidad sin que sea el único medio a través del cual se debe manifestar la
voluntad, siendo, eso si, un requisito para la validez del acto. Ejemplos: presencia de testigos
para el testamento o el trámite de la insinuación en el contrato de la donación.

Formalidades habilitantes
Aquellas que la ley las exige para completar la voluntad del incapaz o para protegerlo.
Ejemplos: autorización del padre, madre o curador para los actos de hijo o la autorización
judicial, para gravar o hipotecar el bien raíz de un hijo.
Excepcionalmente la ley exige estas formalidades para proteger a las personas plenamente
capaces: es el caso ciertas formalidades exigidas por la ley para proteger los intereses de la
mujer casada en sociedad conyugal respecto a determinados actos que desee celebrar el
marido como administrador ordinario (arts. 1749, 1754, 1755 y 1756)

Formalidades por vía de prueba


Aquellos requisitos externos de un acto jurídico que la ley exige para probar un acto no
solemne. Si bien el acto existe y es válido sin la observancia de una solemnidad, la ley exige
una formalidad para su prueba.
En cuanto a la sanción, si no se emplea, ésta priva al acto de algún determinado medio de
prueba, pero el acto es existente y válido. Ej. los actos o contratos que contienen la entrega
o promesa de una cosa cuyo valor es superior a dos unidades tributarias deben constar por
escrito; si no la ley no permite probarlos por testigos (1709): quedan privados de este medio
probatorio, salvo los casos expresamente exceptuados por la ley (1711)

Formalidades de publicidad
Aquellas formalidades que tienen por objeto poner en conocimiento a terceros de
determinados actos jurídicos.
Pueden ser:
a) De simple noticia: tienen como objeto que tanto el público en general como terceros
interesados tomen conocimiento de las relaciones jurídicas de otras personas, a fin
de evitar posibles perjuicios en el futuro.
Ejemplo: la notificación al público por medio de tres avisos publicados en un periódico de los
decretos de interdicción provisoria o definitiva del demente y del disipador (arts. 447 y 461)
La falta de esta tiene por sanción la responsabilidad de la persona que debió cumplir el
trámite de la publicidad y no lo hizo. Debe indemnizar a aquel que sufrió un perjuicio a causa
de la infracción. Esta responsabilidad deriva de un cuasidelito y se funda en la disposición
general del CC del art. 2314.
b) Sustanciales: tienen por finalidad precaver únicamente a terceros interesados de la
realización de determinados actos jurídicos. Ej. en la notificación de un deudor de la
cesión de un crédito.
La omisión de estas tiene sanción mas severa: la ineficacia del acto respecto a terceros, esto
es, la inoponibilidad.
II. Sanción por la omisión de una formalidad

Efectos que produce la omisión de una solemnidad


A) La solemnidad omitida se requiere para la existencia del acto, en consideración a su
naturaleza o especie: La omisión de esta impide que el acto exista pues no hay
voluntad. En consecuencia, la sanción será la inexistencia o nulidad absoluta.
B) La solemnidad se requiere para la validez del acto: si esta se omite, el acto existe,
pero, con un vicio que hace posible la declaración de nulidad absoluta.

Efectos que produce la omisión de una formalidad habilitante


Por regla general, la nulidad relativa, porque se omite una formalidad requerida para el valor
del acto no en consideración a su naturaleza o especie, sino en consideración a la calidad o
estado de las personas (art. 1682).
Excepcionalmente el acto es sancionado con inoponibiliad, como ocurre en el caso del
marido que, en su calidad de administrador ordinario de la sociedad conyugal y sin
autorización del juez, arrienda un bien inmueble social o de la mujer, ya sea rústico o
urbano, por plazos más largos que los permitidos en la ley; en tales casos, el acto es
inoponible en el exceso (arts. 1749, 1756 y 1757).

Efectos que produce la omisión de una formalidad exigida por vía de prueba
No se podrá probar el acto por determinados medios de prueba.

Efectos que produce la omisión de una medida de publicidad


1. De simple noticia: da derecho a la persona perjudicada a demandar la indemnización,
pues el responsable ha cometido delito o cuasidelito civil.
2. Sustancial: acarrea la inoponibilidad (ineficacia respecto de 3ºs) del derecho que ha
nacido como consecuencia del acto jurídico.

CAPITULO VI. EFECTOS DE LOS ACTOS JURÍDICOS

I. Generalidades

Conceptos generales
Siguiendo la doctrina italiana, el fin perseguido por el autor o las partes de un acto jurídico,
al menos en forma inmediata, es un fin práctico, de contenido socioeconómico.
No obstante, la brecha entre los efectos (fines) que persiguen las partes y los que la ley
atribuye a los actos jurídicos no debiese ser muy pronunciada. En efecto, existe una estrecha
relación entre el fin perseguido por el autor o las partes de un acto jurídico y los efectos que
la ley asigna al mismo.
Desde la perspectiva de la doctrina italiana, si el fin es merecedor de tutela, el ordenamiento
crea una figura típica a través de la cual se puede lograr la satisfacción de la necesidad del
sujeto, y determina los efectos que producirá el tipo creado teniendo presente qué es lo que
el sujeto persigue con él.
Los efectos del acto jurídico son la visión que tiene el legislador del fin práctico. Es la
conversión de éste a un fin jurídico.

Clasificación de los efectos de los actos jurídicos

A) Efectos esenciales
Aquellos que determina la ley y que se producen como obligada consecuencia de su
celebración, de modo tal que las partes no pueden descartarlo ni sustraerse de a ellos. Ej. En
la compraventa son efectos esenciales la obligación del vendedor de entregar la cosa y la
obligación del comprador de pagar el precio.

B) Efectos no esenciales o naturales


Aquellos que estando establecido por la ley pueden ser eliminados, siendo posible
sustraerse a su aplicación, sin que su omisión afecte a la existencia o validez del acto
jurídico. Ej. en la compraventa es un efecto de la naturaleza la obligación de saneamiento de
la evicción y los vicios redhibitorios.

C) Efectos accidentales
Aquellos que las partes pueden, en virtud de la autonomía privada, incorporar a los actos
jurídicos. No están previstos por el legislador, ni tampoco prohíbe su incorporación. Ej. en la
compraventa las partes pueden estipular un pacto comisorio.

Otra clasificación de los efectos de los actos jurídicos


Vial entrega otra clasificación de los efectos de los actos jurídicos:

A) Efectos directos de los actos jurídicos


Aquellos que surgen como consecuencia inmediata y directa de la celebración del acto
jurídico. Ej. la obligación del arrendatario de pagar la renta

B) Efectos indirectos de los actos jurídicos


Aquellos que no surgen como consecuencia inmediata y directa de la celebración de un acto
jurídico, sino que resultan de ciertas relaciones o situaciones jurídicas que son producto, a su
vez, de un acto jurídico. Ej. el matrimonio genera efectos personales entre los cónyuges; uno
de estos efectos es el deber de socorro mutuo, del cual se deriva la obligación de alimentos.

II. Personas respecto a las cuales se producen los efectos de los actos jurídicos

Efectos de los actos jurídicos entre las partes


Por regla general, en lo que atañe a los actos jurídicos bilaterales, los efectos se producen
entre las partes que lo celebraron, sin que puedan afectar a terceros (según el principio de
relatividad o efectos relativos de los actos jurídicos). En el caso específico de los contratos, el
efecto relativo es una expresión de la autonomía de la voluntad: las obligaciones son fruto
de la voluntad y sólo los que la manifiestan resultan vinculados.
Es por esto lógico que puedan determinar el contenido y alcance del acto jurídico, sustituirlo
por otro o dejarlo sin efecto.
Si el acto jurídico es unilateral, el acto mediante el cual el autor lo deja sin efecto se llama
revocación. Si es una convención, las partes deben estar de acuerdo, y el acto mediante el
cual dejan sin efecto la convención se llama resciliación.
Excepcionalmente la ley permite que en determinadas convenciones una sola de las partes
de manera unilateral, pueda dejarlas sin efecto; así ocurre en la revocación por ingratitud del
donatario o en la revocación del mandato por voluntad del mandante.
La mayoría de la doctrina fundándose en el adagio “las cosas en derecho se deshacen de la
misma manera en que se hacen”, entienden que la revocación y la resciliación deben
observar las mismas formalidades que los actos que se pretende dejar sin efecto.

Efectos de los actos jurídicos respecto de terceros


Lo normal es que un acto jurídico produzca efectos para el autor o las partes, pues sólo estas
personas han manifestado su voluntad. Así fluye por lo demás del art. 1545 del CC., en tanto
estableces que todo contrato legalmente celebrado es una ley para las partes (no para
terceros)
Excepcionalmente, el acto jurídico puede producir efectos respecto de terceros, se distingue:
a) Actos jurídicos unilaterales
Cuando el acto jurídico está destinado a crear, modificar, o extinguir una relación jurídica,
sus efectos no pueden, por regla general, radicarse exclusivamente en la persona del autor,
siendo necesario que alcancen a terceros. Se crea así una relación entre el autor y el
destinatario de los efectos.
b) Actos jurídicos bilaterales
1.Estipulación a favor de otro (1449): Son partes el estipulante y el obligado, sin que tenga la
calidad de tal el tercero beneficiado. No obstante, el tercero, por la sola estipulación,
adquiere un derecho, por lo que el acto produce efectos respecto a él. La aceptación a la que
se refiere el CC. No es requisito para que el derecho nazca, sino que implica que el tercero
exija el cumplimiento de la obligación de la que es acreedor.
2.Promesa de hecho ajeno (1450): Son partes el prometiente del hecho ajeno y el
beneficiario, sin que tenga la calidad de tal tercero que puede resultar obligado.
La promesa de hecho ajeno no es realmente una excepción al efecto relativo de los
contratos, pues para que produzca efectos respecto al tercero éste debe aceptar. Esto es
una consecuencia de que nadie puede contraer obligaciones contra su voluntad. Por lo
tanto, se producen efectos para el tercero solamente desde su aceptación; si no hay
aceptación, no hay efectos.
3.Novación entre el acreedor y uno de los deudores solidarios (1645): libera a los codeudores
que no han sido parte de la novación. No obstante, el codeudor solidario, según cierto sector
de la doctrina, es mandatario de los demás codeudores y es por esta razón que los libera de
la obligación primitiva. Respecto a la nueva obligación que surge como consecuencia de la
novación, los codeudores solidarios son terceros y no se produce a su respecto ningún
efecto.

Terceros a quienes pueden afectar los actos jurídicos


En general se entiende por tercero toda persona que no ha participado ni ha sido
válidamente representada en la generación del acto.
Pero entre terceros hay que distinguir:
A) Terceros absolutos: personas extrañas a la formación del acto y que no están ni
estarán en relaciones jurídicas con las partes.
B) Terceros relativos: son los terceros que están o estarán en relaciones jurídicas con las
partes, sea por su propia voluntad o la de la ley.
Los principales terceros relativos o interesados son los siguientes:
1. Herederos, sucesores o causahabientes a título universal:
Aquellos a quienes se transmiten todos los derechos y obligaciones transmisibles del autor o
de la parte o una cuota de tales derechos y obligaciones transmisibles (951 y 1097)
Se señala que solo se puede ser sucesor a título universal por causa de muerte y no por acto
entre vivos. Aún así, el derecho real de herencia puede ser vendido, y una vez hecha la
tradición, el comprador también sería una especie de sucesor a título universal.
En estricto rigor, los herederos son terceros en relación con los actos jurídicos que realizó el
causante en vida, los cuales pueden beneficiarles o perjudicarles, pero solo una vez
producida la apertura de la sucesión.
De acuerdo con nuestra legislación, los herederos representan al causante y son los
continuadores de su personalidad, por lo que, conforma a algunos autores, no cabe
atribuirles la calidad de terceros, atendido que asumen jurídicamente la calidad de parte en
los actos y contratos que celebró el causante.
2. Sucesores o causahabientes a titulo singular.
Aquellos a quienes se transfieren los derechos determinados, sea por causa de muerte,
como el caso de los legatarios (951 y 1104) o por acto entre vivos, como ocurre con el que
adquiere mediante la tradición (art 671).
Los sucesores a título singular pueden ser afectados por los efectos de ciertos actos que
digan relación con el bien o el derecho que previamente se les ha transmitido transferido. Ej.
la enajenación de un inmueble afecta a aquella persona en cuyo favor se constituyó
previamente un derecho real de hipoteca.
3. Los acreedores de las partes
Si bien son claramente terceros, puede quedar afectados por actos que las partes realicen.
Esta situación se da, por ejemplo, cuando un deudor con muchos acreedores enajena uno de
los pocos bienes que posee: en tal caso, la enajenación afecta a los acreedores, quienes
verán afectado el derecho de prenda general.
Debido a lo anterior, la ley les otorga a los acreedores los denominados “derechos
auxiliares”, que tienen por objeto mantener la integridad del patrimonio del deudor.
CAPITULO VII. INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS

I. Generalidades

Conceptos generales
No toda disconformidad del acto con el ordenamiento jurídico se sanciona con la ineficacia
de aquel. De hecho, ante disconformidades poco importantes o irrelevantes, la doctrina
moderna estima que debe prevalecer la eficacia. Por lo tanto, la regla general es que el acto
produzca sus efectos.
Cuando el ordenamiento sanciona con ineficacia es contra el acto.
Vial explica que el acto jurídico es ineficaz cuando no produce efecto alguno o cuando sus
efectos se producen de modo efímero o caduco.
En términos generales, la ineficacia es la reacción del ordenamiento jurídico en cuya virtud,
o bien se priva de efectos a aquel acto que no cumple con los requisitos de existencia o
validez establecidos en la ley, o bien, por una causa coetánea o posterior a la celebración de
un acto válido, se eliminan, reducen o perturban sus efectos.
En términos mas simples, la ineficacia puede deberse a causas o defectos más intrínsecos, a
saber, la omisión de requisitos exigidos para la existencia o validez del acto; o a causas o
defectos extrínsecos, esto es, hechos externos o ajenos a la estructura del acto jurídico. Ej. si
bien la aceptación o notificación al deudor no constituyen un requisito de existencia ni de
validez de la cesión de derechos, en caso que no se observe dicha formalidad de publicidad
la cesión será inoponible al deudor.
En sentido amplio la ineficacia comprende ambas causas, tanto intrínsecas como extrínsecas.
En sentido estricto, la ineficacia se refiere únicamente a aquella que deriva de causas
extrínsecas, es decir, causas externas o ajenas que privan o restringen la eficacia de un acto
jurídico válido.

Ineficacia por la omisión de un requisito esencial para la existencia de un acto jurídico


Parte de la doctrina entiende que la omisión de un requisito de existencia impide que el acto
nazca a la vida del derecho y produzca efectos, siendo por tanto inexistente. La mayoría
entiende que es una omisión comprendida en la causal genérica de nulidad absoluta, esto
es, la omisión de un requisito o formalidad que la ley prescribe para el valor de un acto en
atención a su especie o naturaleza.

Ineficacia por la omisión de un requisito esencial para la validez de un acto jurídico


Vial entiende que si se omite un requisito de validez el acto jurídico nace a la vida del
derecho, pero produce sus efectos de manera efímera o caduca, pue se arriesga a la
declaración judicial de la nulidad. Vial identifica nulidad con anulabilidad pues su
formulación da a entender que el acto es válido mientras no se declare la nulidad por
sentencia judicial firme. Un sector incipiente de la doctrina, encabezado por Jorge Barahona
y Lilian San Martín, crítica esta manera de explicar el fenómeno jurídico sosteniendo que al
menos la nulidad absoluta es una sanción que está dada por ley, siente la sentencia judicial
meramente declarativa no constitutiva. El acto, por tanto, es nulo originaria y radicalmente,
desde el momento mismo en que se ha omitido un requisito o formalidad que la ley
prescribe para su valor. En el caso de la nulidad relativa, en atención a que sólo está
implicado el interés privado, tendría más sentido hablar de anulabilidad. Esta distinción
proviene de la pandectísta alemana.

Ineficacia de un acto jurídico válidamente formado


La ineficacia en sentido estricto contempla diversos casos y sanciones de ineficacia. La
doctrina suele mencionar los siguientes:
Suspensión
Se refiere a la ineficacia derivada de la subordinación de los efectos de un acto jurídico a la
ocurrencia de un hecho, cuando tal hecho todavía no se ha verificado. El hecho puede ser
una condición suspensiva fijada por las partes o una condición legal (condictio iuris), que es
un hecho determinado establecido como necesario por la ley, en calidad de supuesto para
que los efectos del acto puedan producirse. Ej. la muerte del testador es una condición legal,
y mientras ella no ocurra el testamento permanecerá inmóvil; sólo desplegará sus efectos, se
pondrá en movimiento, cuando el testador deje de existir.
La suspensión de los efectos del acto es transitoria; dura hasta que se cumpla la condición
propia o voluntaria o la condición impropia o legal. Sin embargo, puede que la suspensión
sea definitiva si cualquiera de esas condiciones no se ha verificado y ya es seguro que no se
verificará. Ej. los esposos hacen capitulaciones matrimoniales antes de casarse y uno de ellos
muere con anterioridad al matrimonio.

Resolución
Consiste en la extinción de un derecho y su obligación correlativa derivada del acaecimiento
de una condición resolutoria. La condición resolutoria a su vez se define como el hecho
futuro e incierto del cual depende la extinción de un derecho y su correlativa obligación. En
otras palabras, la resolución se produce como consecuencia del cumplimiento de una
condición resolutoria.
Es particularmente importante la resolución por inejecución en un contrato bilateral, en que
la resolución además de modo de extinguir, opera como sanción de ineficacia.

Revocación
Es una declaración de voluntad unilateral mediante la cual el autor de un acto jurídico
anterior se retracta del mismo y lo deja sin efecto. Generalmente opera respecto de actos
jurídicos unilaterales (aunque incluso respecto de estos, la regla general es la
irrevocabilidad; arts. 1234 y 1237); excepcionalmente, como se menciono anteriormente, la
ley contempla casos en que procede respecto de actor jurídicos bilaterales (lo normal es que
no procesa, pues para que una convención quede sin efectos es necesario el consentimiento
de las partes. Ese espíritu está reflejado en el art. 1545 del CC.)
Hay actos que por su propia naturaleza son esencialmente revocables, como el testamento.
También se habla de revocación para referirse a la pérdida de eficacia de los actos de
disposición del deudor en fraude de los acreedores: estos actos pueden dejarse sin efecto
frente a los acreedores que hayan ejercitado la acción revocatoria o Pauliana y en la medida
en que perjudiquen sus créditos. Con todo, es discutida la naturaleza jurídica de esta acción.

Desistimiento unilateral
Como explica el profesor Boetsch, el desistimiento unilateral es el término de la relación
contractual decidido por una de las partes y comunicado a la otra. Este derecho sólo puede
ejercitarse por excepción, cuando la ley lo establece o los contratantes lo pacta.
Generalmente se da en los contratos de tiempo indeterminado o de ejecución continuada o
periódica.
Una de las formas de desistimiento es el desahucio en el contrato de trabajo y en el de
arrendamiento.
El desistimiento unilateral puede ser una facultad reconocida a una de las partes antes de
que el contrato haya comenzado a ejecutarse o después. De ordinario el aviso que debe
darse a la otra parte se exige que se haga con determinada anticipación para que ella pueda
proveer con debido tiempo lo concerniente a la disolución de la relación.
A menudo se para una multa o arra penitencial como contraprestación del desistimiento.
La distinción entre la revocación y el desistimiento unilateral radica en que la revocación es
un acto sucesivo que tiende primero a borrar o retirar el acto jurídico originario,
desapareciendo mediatamente o por vía de consecuencia los efectos de éste. El
desistimiento, aunque también es un acto jurídico sucesivo, se encamina, en cambio a
disolver inmediatamente la relación establecida por el contrato: no ataca a éste para
derribarlo ni lo cuestiona: solo pretende poner fin a la relación y, naturalmente, sólo para el
futuro (ex nunc) y no con retroactividad (ex tunc).

Caducidad
Si bien su concepto es fuertemente discutido en la doctrina, puede definirse como la pérdida
de un derecho por no haberse hecho valer en el plazo que de antemano ha fijado para su
ejercicio la ley o la voluntad de las partes. Generalmente esta pérdida está referida a
derechos potestativos, es decir, a derechos que la ley concede o reconoce a una persona y
que pueden ser o no ejercidos según sea su voluntad.
No siempre la caducidad está referida a la pérdida de un derecho potestativo por no haberse
ejercicio dentro de determinado plazo. Ej. los testamentos privilegiados caducan sin
necesidad de revocación, en los casos previstos por la ley (1212 inc. 2º).

Inoponibilidad
Es la sanción legal que consiste en el impedimento de hacer valer, frente a ciertos terceros,
un derecho nacido de un acto jurídico válido o de uno nulo, revocado o resuelto. Dichos
terceros están facultados para oponerse a que los alcancen los efectos de un acto jurídico
válido o los de la nulidad, revocación o resolución del acto, efectos que los perjudican.
Los terceros que pueden alegar la inoponibilidad son, por lo general, los llamados terceros
relativos, es decir, aquellos que no pueden estimarse como representantes de las partes y
que están o estarán en relaciones con éstas.
En nuestro ordenamiento jurídico, al igual que en los extranjeros, los principios generales de
la inoponibilidad no están regulados. Ni siquiera se emplea en el CC. La palabra
inoponibilidad; la referencia a la idea que ella implica se hace con frases como las de “no
valdrán respecto de”, “no producirán efectos contra terceros” y otras por el estilo.
En las leyes chilenas se empezó a usar el vocablo inoponibilidad solo a partis de la segunda
mitad del siglo XX. En este sentido puede citarse, por ejemplo, la ley Nº18.175, de 28 de
octubre de 1982, sobre Quiebras, hoy en día derogada por la ley 20.720.

Inoponibilidades de un derecho nacido en un acto jurídico válido


Los múltiples casos de estas inoponibilidades diseminados en la legislación pueden
agruparse en varias categorías; las dos más amplias son las inoponibilidades de forma y de
fondo.
Hay formalidades que no se exigen para la constitución de un acto o contrato, sino para que
los efectos de éstos puedan hacerse valer, oponerse contra terceros. La omisión de estas es
causal de inoponibilidad de forma, que se reducen a dos: inponibilidades por omisión de
formalidades de publicidad e inoponibilidad por falta de fecha cierta.
Inoponibilidades de fondo son aquellas que se basan en os efectos de un acto que hieren
injustamente los derechos de terceros. Tales inoponibilidades son las siguientes: por falta de
concurrencia, por clandestinidad, por fraude, por lesión de los derechos adquiridos y por
lesión de las asignaciones forzosas.

A) Inoponibles de forma
i.Inoponibilidades por omisión de formalidades de publicidad: Estas formalidades son
aquellas destinadas a que los terceros interesados tomen conocimiento de un acto o
contrato celebrado por las partes, o de la ocurrencia de un hecho de relevancia jurídica.
Casos de inoponibilidades por falta de publicidad:
 Las contra escrituras públicas no producen efectos con respecto a terceros cuando
no se ha tomado debido a su contenido al margen de la escritura matriz cuyas
disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado (copia) en cuya virtud ha
obrado el tercero (art 1707 inc 2º). Solo mediante estas dos anotaciones la ley
presume que los terceros han tomado o podido tomar conocimiento de la
contraescritura. Si estas dos anotaciones no se hacen o se omite cualquiera de ellas,
la contraescritura es inoponible, no afecta a terceros. Entre las partes la
contraescritura es perfectamente válida, pues la disposición transcrita sólo tiene por
objeto proteger a los terceros.
 La cesión de un crédito personal no produce efecto contra el deudor ni contra
terceros mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por
éste (1902).
 La sentencia judicial que declara una prescripción hace las veces de escritura pública
para la propiedad de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos; pero no
vale contra terceros sin la competente inscripción (2513).
 Declarada en interdicción de administrar lo suyo una persona por disipación, la
sentencia que hace la declaración debe inscribirse en el Registro de Interdicciones y
Prohibiciones de Enajenar que lleva el Conservador de Bienes Raíces (447). Si la
inscripción no se realiza la sentencia no produce efectos respecto de terceros, no es
oponible a éstos. En consecuencia, y por ejemplo si después de la sentencia y antes
de la inscripción el pródigo o disipador celebra un contrato con otra persona, a ésta
no podrá oponerse la interdicción; para ella el contrato será válido.
ii.Inoponibilidad por falta de fecha cierta: Los instrumentos privados, cuya fecha es
susceptible de ser alterada por las partes, no hacen fe contra terceros en cuanto a la
exactitud de ella, mientras no se produzca un hecho que a los ojos de la ley dé certeza a la
data.
En efecto el CC. Declara que “la fecha de un instrumento privado no se cuenta desde el día
en que ha sido copiado en un registro público, o en que conste haberse presentado en juicio,
o en que haya tomado razón de él o le haya inventariado un funcionario competente, en el
carácter de tal” (1703). Además, según el artículo 419 del COT la fecha de instrumento
privado se cuenta respecto de terceros desde su protocolización.
Tratándose de asuntos mercantiles, las escrituras privadas que guarden uniformidad con los
libros de los comerciantes hacen fe de su fecha respecto de terceros, aún fuera de los casos
que enumera el copiado artículo 1703 del CC (art 127 del CDC).
En resumen, la fecha de un instrumento privado no es oponible a terceros mientras no se
produzca un hecho que conforme a la ley dé certeza de ella.

B) Inoponibilidad de fondo
i.Inoponibilidad por falta de concurrencia: con este título se engloban los casos en que el
acto o contrato no puede hacerse valer, oponerse, en contra de las personas que no han
concurrido como partes a su celebración. El caso más típico es el de la venta de cosa ajena,
la cual es válida, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se
extingan por el tiempo (1815). Tal contrato es inoponible al verdadero dueño que, no
concurrió a prestar el consentimiento.
También el arrendamiento de cosa ajena es inoponible al dueño de l cosa arrendada (1916);
la penda de cosa ajena, al dueño (2390); las obligaciones contraídas por el socio
administrador que obra fuera de sus límites legales o del poder especial de sus consocios son
inoponibles a la sociedad (2079), etc.

ii.Inoponibilidad por clandestinidad: no pueden oponerse a los terceros los actos o contratos
celebrados ocultamente, por la imposibilidad de aquéllos de tomar conocimiento de éstos.
Ej. las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura
pública: no producen efectos contra terceros, le son inoponibles (1707 inc1º)

iii.Inoponibilidad por fraude: son inoponibles por fraude los actos ejecutados en fraude de
los derechos de terceros; la ley da a éstos ciertos medios para que aquellos actos no los
afecten. Está fundada en la causal de fraude, por ejemplo, la llamada acción pauliana,
acción que permite a los acreedores perjudicado por actos realizados por el deudor solicitar
la rescisión de éstos, cumpliéndose además otros requisitos señalados por la ley (2468).
El fraude difiere del dolo porque éste tiene lugar entre las partes cuando una de ellas se vale
de engaño para perjudicar a la otra; en cambio el fraude es una maniobra de mala fe
ejecutada por una o ambas partes dirigida a perjudicar a terceros.

iv.Inoponibilidad por lesión de los derechos adquiridos: comprende los casos en que los
efectos de un acto no pueden hacerse valer contra terceros que tiene derechos adquiridos
sobre cosa a que el acto se refiere. Ejemplo: el decreto de posesión definitiva de los bienes
del desaparecido otorgado a favor de otros sujetos puede rescindirse en beneficio del
desaparecido si reapareciere, recobrando sus bienes en el estado en que se hallaren,
subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales constituidos
legalmente en ellos (94 nº4). Los terceros que adquirieron legalmente estos derechos sobre
los bienes del desaparecido que reaparecen podrían oponerle esta adquisición si él
pretendiera recobrarlos en virtud de la rescisión del decreto de posesión definitiva.

v.Inoponibilidad por lesión de lesión de las asignaciones forzosas: Estas asignaciones son
aquellas que el testador está obligado a hacer a ciertas personas determinadas por ley,
como, por ejemplo, los hijos. Si en un caso dado el testador nada asigna a sus hijos, el
testamento no adolece de nulidad, e válido, pero inoponible a dichos hijos en cuanto los
perjudica y ellos pueden solicitar la reforma del testamento para salvar ese perjuicio (1216).

Inoponibilidades de un derecho nacido de la nulidad o resolución de un acto jurídico


Hay casos excepcionales en que la nulidad de un acto o contrato no puede hacerse valer en
contra de terceros, los cuales tienen el derecho de que respecto de ellos el acto o contrato
se mire como perfectamente válido.
Ejemplo: inoponibilidad del contrato de sociedad por parte de los miembros de la sociedad
de hecho respecto de los terceros de buena fe (2058).
Según estima buena parte de la doctrina, por regla general la resolución de los actos
jurídicos opera con efecto retroactivo, la resolución judicialmente declarada es inoponible a
los terceros de buena fe (1490 y 1491).
Tratándose del contrato de donación, el CC. Establece que, salvo que concurran ciertos
supuestos expresamente señalados, la resolución, la rescisión y la revocación son
inoponibles en contra de terceros poseedores de los bienes donados (1432).

Manera de hacer valer la inoponibilidad


Entre la nulidad de los actos jurídicos y la inoponibilidad de estos hay diferencias notorias
 En primer lugar, la nulidad ataca la validez del acto mismo, privándolo de eficacia
tanto respecto de las partes como de los terceros; en cambio; la inoponibilidad sólo
se dirige a privar de efectos al acto respecto de terceros de buena fe.
 En segundo lugar, la nulidad tiende a proteger a las partes del acto e incluso a los
terceros interesados en el caso de la nulidad absoluta; en cambio, la inoponibilidad,
solo a los terceros.
 En tercer lugar, la nulidad, sea absoluta o relativa, es una sanción de orden público, y
por ende no puede renunciarse anticipadamente; pero si puede serlo la
inoponibilidad, que es una sanción de orden privado establecida a favor de los
terceros en referencia.
II. La ineficacia por inexistencia en el código civil

Conceptos generales
La inexistencia es la sanción que tienen los actos jurídicos celebrados con omisión de uno de
los requisitos exigidos para su existencia jurídica (falta de consentimiento, objeto, causa o
solemnidades exigidas). Todavía puede decirse que el acto inexistente es aquel que carece
de un elemento esencial, de un órgano vital, de tal manera que no corresponde a la
definición genérica que para él da la ley. De esta manera no puede haber una compraventa
sin precio, una sociedad sin que se ponga algo en común, etc.

Origen de la teoría de la inexistencia jurídica


Fue formulada a principios del siglo XIX por el jurisconsulto alemán Zachariae, y la expuso a
propósito del matrimonio. En este acto los autores se encontraron ante una regla que tenía
contornos de axioma y según la cual en materia de matrimonio no hay más nulidad que la
que la ley expresamente establece. Ahora bien, un matrimonio celebrado entre dos hombres
o entre dos mujeres, ¿vale porque no hay ley que lo declare nulo? La respuesta, de acuerdo
con la regla de la nulidad expresa, habría tenido que se afirmativa, lo que hubiera sido
contrario al más elemental sentido común y a la conciencia del individuo. Entonces los
juristas razonaron así; para que el matrimonio exista, la ley supone necesariamente el
acuerdo entre un hombre y una mujer, de modo que, si el acuerdo es entre dos personas de
idéntico sexo, el matrimonio no puede existir y por esto, concluían, el legislador no necesitó
siquiera declarar su falta de eficacia.
Más tarde se extendió la noción de la inexistencia a los actos patrimoniales.

Diferencias entre la inexistencia y la nulidad


Las mas sobresalientes, en concepto de los autores:
1.La nulidad debe ser declarada por los tribunales de justicia; la inexistencia, no. Pero en
ambos casos debe recurrirse a los tribunales.
El objeto que se persigue con la declaración de nulidad es volver a las partes al estado en
que se hallaban antes de la celebración del acto. Para esto es necesario previamente
obtener la declaración de nulidad y en virtud de ella solicitar la vuelta al estado anterior. La
inexistencia en cambio autoriza de inmediato para exigir la vuelta al estado anterior a la
celebración del acto que a los ojos de la ley no existe. Ej. en una venta que adolece de
nulidad, la parte interesada en obtener la devolución de la cosa deberá primero solicitar la
declaración de nulidad del contrato y sólo una vez obtenida ésta, y en su virtud, podrá pedir
la restitución de la cosa. En cambio, tratándose de una venta inexistente, por falta de precio,
pongamos por caso, el interesado podrá pedir de inmediato la restitución de la cosa,
ejerciendo la acción reivindicatoria, de la misma manera que el dueño de una cosa singular
cuya posesión le ha sido arrebatada.
2.El acto inexistente no produce efecto alguno; en cambio, el acto nulo, mientras su vicio no
se declara judicialmente, produce todos sus efectos.
3. El acto inexistente, no puede sanearse por el transcurso del tiempo; el nulo, si (10 años y
se extingue la acción para solicitar la declaración judicial de la nulidad).

4.El acto inexistente no puede ratificarse por la voluntad de las partes, porque la nada no
puede, mediante la confirmación, devenir en existencia, la nada confirmada continúa siendo
la nada. La nulidad relativa puede sanearse por la ratificación de las partes (1684 inc 2º).
Pero la nulidad absoluta, al igual que la inexistencia no puede salearse por la ratificación de
las partes, esto porque, es una institución de orden público que está establecida, en interés
de la moral y de la ley.

5.La nulidad puede alegarse como acción o excepción; la inexistencia sólo como excepción.
“La acción de nulidad de un contrato, dice el tratadista Italiano Francisco Ricci, puede
constituir el objetivo de un juicio, mientras que ninguna acción existe para hacer declarar la
inexistencia de un contrato. El contrato inexistente, efecto, equivale a la nada, y ¿puede ser
acaso, la nada objeto de una acción y constituir materia de un juicio? Pero si la inexistencia
de un contrato no puede pedirse, por medio de una acción, puede deducirse como
excepción contra el acto (demandante), porque en esta hipótesis el objetivo del juicio lo
constituye la demanda del actor y se conoce de la existencia del contrato, no para fallar
sobre ella principalmente, sino para juzgar de su procedencia como medio de rechazar la
pretensión de la parte contraria”
Para precisar como debe invocarse la excepción de inexistencia es menester distinguir dos
situaciones:
 El acto jurídico considerado inexistente no se ha cumplido
 El acto inexistente aparece produciendo efectos, como si en la venta de un bien raíz
hecha por escritura privada o verbalmente, el inmueble hubiera sido materialmente
entregado al que se dice comprador.
En el primer caso, la parte interesada en la inexistencia del acto jurídico de que se trata
deberá esperar que se pretenda obtener su cumplimiento, por la otra; una vez perseguido
dicho cumplimiento ante los tribunales ha de sostener que el acto o contrato no existe ni ha
existido.
En el segundo caso, el interesado deberá proceder en la misma forma que lo haría si otro, no
mediando contrato alguno, hubiere tomado posesión material de su bien raíz; deduciendo la
acción correspondiente que se dirija a obtener que ese extraño sea desalojado de su
dominio.

6.Una diferencia importante dice relación con las personas que pueden alegar una y la otra
La nulidad relativa no puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido
las leyes o por sus herederos o cesionarios (1684 inc 1º);
La nulidad absoluta puede alegarse por todo el que tenga interés en ellos, excepto por el
que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo
invalidaba (1683).
Los socios, de acuerdo con el art. 360 del CDC, no pueden alegar la nulidad del contrato de
sociedad, ni por vía de acción ni por vía de excepción, después de disuelta la sociedad de
hecho. Estas excepciones sólo pueden tener lugar tratándose de la nulidad y por su misma
naturaleza no pueden aplicarse a los casos de inexistencia.
La inexistencia pueden alegarla absolutamente todos.

7.La nulidad, sea absoluta o relativa, una vez judicialmente declarada, produce efectos sólo
con relación a las partes en cuyo favor se ha decretado. Así lo dispone el art 1690, al decir
que “cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a
favor de una de ellas no aprovechará a las otras”. Resulta evidente, afirma Baudry-
Lacantinerie, que está disposición no podría extenderse a la inexistencia, la cual una vez
“constatada” judicialmente, permite a todo interesado aprovecharse de ella.

8.Finalmente anotaremos que el acto nulo es susceptible de “conversión”; pero no el acto


inexistente. Según doctrina es una consecuencia de la que señalamos en el nº3, o sea, que el
acto nulo produce efectos legales, mientras su vicio no se declara, al paso que el acto
inexistente no produce efecto alguno.
La conversión consiste en que ciertos actos pueden subsistir como válidos, pero con carácter
diferente. Ejemplo: caso contemplado en el inc. 2º del art. 1701, que expresa: “Fuera de los
casos indicados en este art., el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o
por otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las
partes”. De acuerdo con esta disposición, el instrumento público nulo por incompetencia del
funcionario o por otro defecto en la forma, salvo en los casos en que es exigido por vía de
solemnidad, es válido como instrumento privado si estuviere firmado por las partes. Ahora,
si el instrumento no existe o no ha sido firmado por las partes, circunstancia que respecto a
éstas constituye verdadera inexistencia del instrumento, no hay lugar a la conversión,
porque la nada por sí misma no puede transformarse en algo existencias.

Inexistencia en el Código Civil


Es tradicional en la doctrina nacional la controversia sobre si el CC. Sanciona o no con
inexistencia los actos o contratos en que se ha omitido un requisito de existencia.

Posición de Luis Claro Solar: la teoría de la inexistencia tiene aplicación en el CC.


Si falta una de las cosas esenciales a su existencia, el acto jurídico no puede existir, no puede
producir efecto alguno, es la nada, lo que es distinto de la nulidad. Nada: no existencia.
Nulidad invalidez.
Esta distinción está formulada en el CC:
1. Artículo 1444: si falta alguna de las cosas esenciales, el contrato “no produce efecto
alguno”. Los actos que tienen un vicio de nulidad producen todos sus efectos
mientras no se declare nulidad.
2. Artículo 1701: la falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en
los actos en que la ley requiere esa solemnidad, y “se mirarán como no ejecutados o
celebrados”, es decir, como inexistentes.
3. Artículo 1809: en cuanto a la determinación del precio en la compraventa, en caso de
no convenirse, “no habrá venta”.

Posición de Arturo Alessandri Rodríguez: La teoría de la inexistencia no tiene aplicación en el


derecho chileno por no estar acogida en el CC.
El CC establece, como máxima sanción, la nulidad absoluta, no la inexistencia. Argumentos:
1. El código no contempla la inexistencia como sanción ni reglamenta sus
consecuencias.
2. El artículo 1682 sanciona con la nulidad absoluta, la omisión de los requisitos o
formalidades que la ley prescribe para el valor de los actos jurídicos en consideración
a su naturaleza. Las fórmulas “requisito o formalidad” y en consideración a la
naturaleza” permiten entender que se sanciona con nulidad absoluta la omisión
tanto de requisitos de existencia como de validez.
3. El mismo artículo sanciona con nulidad absoluta los actos de los absolutamente
incapaces, los cuales, doctrinariamente hablando, deberían ser inexistentes, pues
falta la voluntad.

Réplica de Luis Claro Solar


1. El CC. Reglamenta la nulidad como un modo de extinguir las obligaciones. No podría
haberse referido a la inexistencia, pues el acto inexistente no engendra obligaciones.
2. Artículo 1681 se refiere a la omisión de los requisitos exigidos para el valor del acto,
debiendo entenderse la expresión “valor” como sinónimo de validez.
3. En el hecho, los incapaces absolutos no consienten en el acto que ejecutan, o no
pueden dar a conocer su verdadera voluntad. Pero como pueden aparentemente
consentir, la ley expresamente declara que adolece de nulidad absoluta ese acto.

Postura de Vial
Comienza reconociendo que el legislador no formuló en términos explícitos la distinción
entre requisitos de existencia y de validez. No obstante, postula que implícitamente sí lo
hace.
 El artículo 1444 señala que la omisión de una cosa de la esencia de un contrato
impide que produzca efecto alguno, lo que se vincula a los requisitos de existencia,
pues el acto a que falta un requisito de validez produce efectos.
 Antecedente adicional: artículo 6 de la ley 18.046 señala “no existe la sociedad en
cuya constitución se haya omitido el otorgamiento de la escritura social o la oportuna
inscripción o publicación de su extracto…”, y agrega que las omisiones en la escritura
de constitución o en el extracto se sancionan con la nulidad absoluta del pacto social.
Se distingue claramente entre inexistencia y nulidad.
La ley 19.499 modificó la disposición, eliminando la referencia a la inexistencia y
estableciendo la nulidad absoluta como sanción general. Sin embargo, en el artículo 6A se
establece que:
 “No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, la S.A. que no conste de escritura
pública, ni de instrumento reducido a escritura pública, ni de instrumento
protocolizado, es nula de pleno derecho y no podrá ser saneada”
El término “nulidad de pleno derecho” es desconocido por el CC., y esa sanción ni siquiera
puede inferirse de las normas del CC. A diferencia de la inexistencia.
 Es elemento de la esencia específico de la S.A. la solemnidad prevista por la ley, de
modo que, si falta, la sociedad es nula de pleno derecho, lo que significa que sin
necesidad de una sentencia judicial que declare la nulidad, la sociedad se mira como
si nunca hubiera existido, lo que justifica que no pueda sanearse
Esto revela que la nulidad de pleno derecho es diferente a la nulidad del CC., la cual jamás
opera ipso iure: antes de la declaración el acto existe y produce sus efectos, lo que justifica
que pueda sanearse. Estas diferencias permiten asimilar la nulidad de pleno derecho a la
inexistencia, pues no requiere sentencia judicial que la declare.
En conclusión, el concepto de nulidad de pleno derecho no desvanece el concepto de
inexistencia, sino que los fortalece.

Argumentos adicionales a favor de la inexistencia. (Posición minoritaria)


1. Artículo 1814: Si la venta se refiere a una cosa que se supone existente al momento
del contrato y que, en realidad, no existe, esa venta “no produce efecto alguno”.
2. Artículo 1801 inc. 1: la venta solamente “se reputa perfecta” desde que la partes
convienen en la cosa y el precio. Si no está perfecta, la venta no existe.
3. Artículo 1801 inc. 2: las ventas de bienes raíces, censos, servidumbres y derechos
hereditarios “no se reputan perfectas mientras no se otorguen por escritura pública.
4. Artículo 1802: en el caso que las partes hayan pactado formalidades convencionales
sin las cuales la venta “no se reputa perfecta”, se estará a su voluntad y habrá en el
intertanto derecho de retracto.
5. Artículo 2055 inc. 1: “No hay sociedad” si los socios no estipulan poner una cosa en
común.
6. Artículo 2055 inc. 2: “Tampoco hay sociedad” sin participación de beneficios.
7. Si la inexistencia no estuviese contemplada en el CC., entonces la omisión de
requisitos de existencia debiese sancionarse con nulidad relativa. Así lo exigiría la
taxatividad de las causales de nulidad absoluta y el señalado en el inciso final del
artículo 1682.
8. Los incapaces absolutos tienen voluntad; lo que les falta es discernimiento.
9. La inexistencia sigue entendiéndose como la única sanción procedente ante la
omisión de requisitos de existencia del matrimonio.

Argumentos adicionales a favor de la nulidad absoluta. (Posición mayoritaria)


1. La nulidad absoluta es suficiente para enfrentar los problemas que genera la omisión
de requisitos de existencia pues ésta opera con efecto retroactivo y da derecho a las
partes a ser restituidas “al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el
acto o contrato nulo”.
2. Relacionado con lo anterior, ante la duda sobre el cumplimiento o incumplimiento de
los requisitos de existencia, la sentencia judicial firme otorga certeza jurídica; en este
contexto, la declaración de nuliad absoluta protege adecuadamente a los
interesados.
3. El artículo 1470 Nº3 permite sostener que la omisión de las solemnidades que
prescribe la ley para que un acto produzca “efectos civiles” no se sanciona con la
inexistencia; tales actos generan al menos obligaciones naturales.
4. Artículo 1682 contempla una causal genérica de nulidad absoluta. Esta causal
genérica comprende la omisión de requisitos de existencia, pues éstos se exigen
justamente en atención a la naturaleza o especie del acto.
5. La nulidad se regula conjuntamente como modo de extinguir y como sanción de
ineficacia. Así lo dan a entender los artículos 10, 1681, 1682 y muchas otras normas
en el título XX del libro IV.
6. La tendencia en el derecho comparado es la de incluir la inexistencia dentro de la
nulidad absoluta. (muchos otros también) El código civil italiano, en la parte que
interesa señala: incluye en la nulidad los casos de inexistencia y también engloba la
ilicitud de la causa… De esta manera, sigue el mismo criterio de los autores chilenos
que comprenden la inexistencia jurídica en la sanción de la nulidad absoluta.
7. En tanto la existencia no está contemplada en el CC., surgen dudas respecto a qué
ocurre con los desplazamientos patrimoniales a que pudo haber dado lugar a un acto
jurídicamente inexistente. Si se entregó una cosa como consecuencia de un acto
inexistente; ¿quién la recibe entra en posesión? Si a cambio de la cosa se ha pagado
un precio; ¿hay, en dicho caso, pago de lo no debido? La falta de un régimen único y
adecuado para esta clase de alcances genera que la inexistencia como sanción
contemplada en el CC. Genera inseguridad jurídica.
8. El artículo 1444, en lo que respecta a las cosas de la esencia, debe leerse juntamente
con el artículo 1445
9. La palabra valor no es sinónimo de validez, sino de eficacia.

III. La ineficacia por nulidad en el Código Civil

Conceptos generales
La nulidad es la sanción por todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la
ley prescribe para el valor de mismo acto o contrato, según su especie o la calidad y estado
de las partes (1681 inc. 1º)
Según el esquema trazado por el CC. Francés, la nulidad se encuentra regulada en el título XX
del libro IV de nuestro CC, como uno más de los modos de extinguir obligaciones. Su carácter
de modo de extinguir aparece de la lectura del art 1567 Nº8 “Las obligaciones se extinguen
además en todo o en parte: N. º8 Por la declaración de nulidad o por la recisión”
Desde el primer artículo del título se puede advertir que no sólo cumple el rol de extinguir
las obligaciones: la nulidad, sobre todo, implica la ineficacia del acto o contrato.
El artículo 1681 inc. primero, sin distinguir expresamente entre la nulidad absoluta y relativa,
establece que “Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley
prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especia y la calidad o estado de
las partes”
La norma entiende que es nulo el “acto o contrato”. Este aserto guarda la lógica en tanto,
que como el mismo tenor literal sugiere, la nulidad se establece como una sanción a la falta
de uno o más de los requisitos que la ley prescribe para el valor de los actos jurídicos.
El artículo 1682 reitera la idea en su inciso primero al señalar que “La nulidad producida por
un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o
formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en
consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los
ejecutan o acuerdan, son las nulidades absolutas”.
De esta manera la causal genérica de nulidad absoluta esto es, “la omisión de algún requisito
o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos y contratos en
consideración a la naturaleza de ellos”, da cuenta de que este tipo de nulidad está regulada
no solo como un modo de extinguir obligaciones, sino como una auténtica sanción de
ineficacia del acto jurídico.
El inciso segundo de la norma en comento insiste en la misma línea; “Hay así mismo nulidad
absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces.”
Finalmente, respecto a la nulidad relativa, el inciso final del artículo 1682 concluye el
argumento al disponer que “cualquiera ora especie de vicio produce nulidad relativa, y da
derecho a la rescisión del acto o contrato”.
En suma, tanto la nulidad absoluta como relativa se alzan como sanciones de ineficacia ante
la falta de requisitos que la ley establece para el valor de un acto en atención o a su especie
o naturaleza, o al estado o calidad de las partes.
La doctrina ha estado más o menos conteste en lo que se viene diciendo.

Alessandri Besa entiende que nuestro CC, si bien se ha seguido el paradigma establecido en
el Francés, hace una regulación mucho más pormenorizada y depurada, donde la institución
en comento aparece, sobre todo, como una sanción de ineficacia del acto o contrato. En
palabras del autor, “En esta materia, como en muchas otras, el CC chileno se inspiró en el CC
francés; pero solo en cuanto a la ubicación de las reglas relativas a la nulidad de los actos y
contratos, considerándola como uno de los medios de extinguir obligaciones, porque en lo
que dice relación con las disposiciones mismas, el nuestro es infinitamente superior, debido
a que contiene la teoría completa de las nulidades absoluta y relativa, una reglamentación
completísima y una sistematización de la materia muy perfecta”.
Luego agrega que “es evidente que la nulidad o la rescisión no son medios de extinguir las
obligaciones en sí mismas, porque el efecto que producen es destituir la fuente de donde
proviene la obligación, o sea, el contrato, que es el acto jurídico que las genera; por lo tanto,
no destruye la obligación, que sólo desaparece como consecuencia de la destrucción de su
fuente”
Incluso, sostiene el autor, puede ocurrir que el acto no genere obligaciones, circunstancia
que contribuye incluso más a demostrar que la nulidad está regulada como una sanción de
ineficacia antes que como un modo de extinguir, ya que si el acto no genera obligaciones la
nulidad no operará en el sentido propuesto por el artículo 1567 Nº8, “Además, considerar a
la nulidad únicamente como un medio de extinguir obligaciones, es limitar su verdadero
campo de acción, que el mismo CC le reconoce, y que abarca toda clase de actos jurídicos,
sean éstos contratos u otros actos bi o unilaterales, que bien pueden no generar
obligaciones, en cuyo caso la nulidad perdería el carácter que el CC le da, porque no habría
obligaciones, y que su campo de acción se extiende más allá de lo contractual, abarcando el
campo de las declaraciones unilaterales de voluntad”

Por estas razones concluye que “se puede sostener con mayor propiedad que la nulidad,
lejos de ser un medio de extinguir las obligaciones, es un “medio de invalidad los contratos y
demás actos jurídicos”, quedando comprendida entre “las causas legales” de que habla el
artículo 1545 del CC; o sea, que antes que la nulidad sea declarada, el contrato, u otra
convención o acto unilateral, produce todos sus efectos, cuales son, las obligaciones y
derechos que de ellos nace, o las modificaciones que en los que existan puedan introducir;
pero una vez anulado por la Justicia, desaparece, y con él, las obligaciones, derechos u otros
efectos que había generado, todo ellos con efecto retroactivo, según veremos en su
oportunidad, considerándole al negocio-jurídico como si nunca se hubiese celebrado.”

En la misma línea Vidal del Rio entiende que “El CC chileno, al igual que el francés,
reglamenta la nulidad como un modo de extinguir las obligaciones (título XX del libro IV). Sin
embargo, cabe hacer presente que la nulidad no extingue, propiamente, la obligación, sino
que destruye el acto o declaración de voluntad que engendró la obligación; extinguiéndose
ésta por consecuencia.”

Clases de nulidad
Puede ser absoluta o relativa (1681 inc 2º). Se diferencian por sus causales, las personas que
pueden impetrarla y su saneamiento. Los efectos son los mismos.

Principios aplicables para ambas clases de nulidad


a)Es una sanción de derecho estricto. Regla general (1681); si se omite un requisito
establecido por la ley para que el acto tenga valor según su especia, la nulidad es absoluta; si
el requisito mira a la calidad o estado de las partes es relativa.
b)La nulidad no puede renunciarse anticipadamente porque protege intereses superiores de
la colectividad (1469).
c)Cuando dos o mas personas han contratado con un tercero, la nulidad declara a favor de
una de ellas no aprovecha a las otras (1690).
d)La nulidad puede hacerse valer como acción o excepción.
e)Toda nulidad, absoluta o relativa, no produce sus efectos sino en virtud de sentencia
judicial basada en autoridad de cosa juzgada.
f)La ausencia del requisito o el vicio que produce la nulidad debe existir al momento de la
celebración o realización del acto y no posteriormente.

Sección primera: La nulidad absoluta


Concepto de nulidad absoluta: es la sanción a todo acto o contrato a que falte alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor del acto, según su especie o naturaleza (1681)

Causales de nulidad absoluta: Artículo 1682


a) Objeto ilícito
b) Causa ilícita
c) Omisión de requisito que la ley prescribe para el valor del acto en consideración a su
especie o naturaleza (Alessandi Bessa, estima que es una causal génerica)
d) Incapacidad absoluta
Para quienes no aceptan la inexistencia, se agrega:
e) Falta de voluntad
f) Falta de objeto
g) Falta de causa
h) Error esencial (algunos estiman que la sanción es nulidad relativa)
i) Falta de solemnidad requerida para la existencia del acto

Fundamento de la nulidad absoluta


Se encuentra establecida en interés de la moral y de la ley; para proteger la primera y
obtener la observancia de la segunda; va más allá del interés privado de determinadas
personas.
No puede ser saneada por confirmación; puede ser solicitada su declaración por el
Ministerio Público (fiscalía judicial); que la acción en que se persigue la declaración de la
nulidad absoluta tenga un plazo de extinción más extenso. (10 años art 1683)
Lo dicho no significa que la nulidad relativa sea una sanción completamente de orden
privado; también resguarda en cierta medida el orden público, siendo prueba de ello su
irrenunciabilidad anticipada (1469). Lo que ocurre es que los intereses tutelados por la
nulidad relativa son predominantemente de orden privado, sin que exista una vulneración
significativa del orden público, lo que justifica que, pese a su irrenunciabilidad anticipada, su
régimen sea más flexible que el de la nulidad absoluta

La declaración de nulidad absoluta


Según la doctrina nacional para que un acto sea nulo es menester que una sentencia judicial
lo declare.
De acuerdo con el artículo 1683, las vías para que se declare la nulidad absoluta son:
a) Que una persona que tiene interés solicita al juez la declaración
b) Que el ministerio público, en interés de la moral o la ley, solicita al juez la declaración
c) Que el propio juez declara de oficio porque aparece de manifiesto en el acto.
¿Quiénes pueden alegar la nulidad absoluta?: sobre la base del artículo precitado,
solamente puede ser alegada por quien tiene interés en ella y por el ministerio público en el
interés de la ley o la moral. El juez NO alega la nulidad absoluta; él puede y debe declararla
de oficio, esto es, sin necesidad de que haya sido alegada por alguna de las partes. Ahora
bien, el ejercicio de este poder-deber presupone que el juez esté conociendo de un asunto
en el que tenga conocimiento de un acto que adolezca manifiestamente de un vicio de la
nulidad absoluta.

Declaración de nulidad absoluta a petición de una persona que tiene interés en ello
La doctrina y la jurisprudencia coinciden que el interés debe ser pecuniario y debe existir al
momento de solicitarse la declaración (actual).
Son personas interesadas: El autor o las partes del acto, e incluso un tercero que no
intervino en el.
Excepcionalmente, conforme al art. 1683, no puede pedir la nulidad absoluta el que celebró
o ejecutó el acto sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Esto debe
interpretarse restrictivamente: afecta al autor o a las partes, pero no a terceros, lo que es,
lógico, porque el autor o la parte que contrata en esta situación revela mala fe.
Sabiendo: conocimiento personal, real y efectivo del vicio.
Debiendo saber: conocimiento que debiera tener el autor o la parte en atención a las
circunstancias del acto o la condición de quienes intervienen en él, no siento posible
considerar lógica razonable la ignorancia del vicio. Esto último dice relación con la
excusabilidad o inexcusabilidad del conocimiento del vicio.
Respecto a este último punto han surgido dos discusiones:
A) Surge un problema con relación a los actos jurídicos celebrados por medio de
representantes
Si este debía o no saber del vicio que invalidaba el acto, pero no lo sabía ni debía saberlo el
representado, ¿Puede el último alegar la nulidad absoluta o pierde, al respecto, su
legitimación? La respuesta de la jurisprudencia ha sido contradictoria.
De acuerdo con una opinión, el representado no podría alegar la nulidad absoluta porque,
según la ley, lo hecho por el representante se estima hecho por el representado (1448).
Conforme al otro parecer, el representado podría pedir la nulidad absoluta del acto
celebrado de mala fe por su representante, porque la mala fe es una determinación
personalísima de la voluntad y porque el representante sólo está autorizado para ejecutar
actos lícitos, y no ilícitos. El punto tampoco está zanjado en la doctrina.

B) Se ha cuestionado también si pueden alegar o no la nulidad absoluta los herederos


del que celebró el acto o contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo
invalidaba
A favor de que los herederos pueden hacerlo se sostiene que la ley, al impedir alegar la
nulidad absoluta al que celebró el acto o contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo
invalidaba, establece una verdadera inhabilidad y como tal, siendo una regla de excepción,
debe interpretarse restrictivamente, circunscribiéndose al único caso al que la ley
literalmente se refiere y, por lo tanto, si dentro de los términos literales de la ley no cabe
comprender a los herederos, legalmente no puede extenderse a ellos tal inhabilidad.
En sentido contrato y con el apoyo de la jurisprudencia mayoritaria, se ha respondido que
los herederos del causante no pueden alegar la nulidad absoluta por la sencilla razón de que
no han podido adquirir por sucesión por causa de muerte un derecho que, si causante no
tenía y que mal podría transmitirles, y no solo no tenía ese derecho, sino que, lo que es más
grave aún la ley expresamente le vedaba alegar la nulidad.

Ha de tenerse presente que si el CC prescribe cuando el dolo es imputable a un incapaz no se


permite a él ni a sus herederos alegar la nulidad relativa (1685), con mayor razón ha de
defenderse que los herederos y cesionarios de una persona capaz no pueden alegar la
nulidad absoluta que su antecesor no podía alegar.

En una tercera opinión, Barriga y Domínguez Águila estiman que deben distinguirse dos
hipótesis:
a) Aquella en que el heredero solicita la declaración de nulidad absoluta esgrimiendo el
interés que tenía su causante, en el cual lo ha sucedido.
b) Aquella en que solicita la declaración de la nulidad absoluta alegando un interés propio.
En el primer caso, si el causante celebró o ejecutó el acto o contrato conociendo o debiendo
conocer el vicio que lo afectaba, el heredero estará privado de legitimación activa.
En el segundo, aun cuando el causante haya celebrado o ejecutado el acto conociendo o
debiendo conocer el vicio, el heredero igualmente tendría legitimación activa.
Domínguez Águila aclara que el interés personal no puede provenir del hecho mismo de ser
heredero descartando entonces la legitimación en aquellos casos en que el interés del
heredero sea ver aumentada su cuota hereditaria o prevenir la salida de algún bien de la
comunidad hereditaria.

Declaración de nulidad absoluta a petición del Ministerio Público


El interés que lo faculta no es pecuniario. La nulidad absoluta es de orden público y ira al
interés general de la sociedad, por lo que se le concede la facultad de solicitar la declaración
en el solo interés de la moral o de la ley. La ley no requiere que el vicio aparezca de
manifiesto.
El ministerio público al que se refiere la regla no es el órgano persecutor penal, sino la
fiscalía judicial, que actualmente está compuesta por fiscales judiciales que ejercen sus
funciones en la CS. Y en las C.A. No obstante, Corran Talciani, en una posición que todavía no
tiene adherencia, sostiene que, dado que la regla no distingue, tanto los fiscales de la fiscalía
judicial como los del ministerio público están facultados para alegar la nulidad absoluta. En
este sentido, y según postula el mentado autor, los fiscales persecutores podrían solicitar la
declaración de la nulidad absoluta de los actos o contratos que, estando viciados, hayan sido
instrumentos o medios para la perpetración de delitos.

Declaración de nulidad absoluta de oficio por el juez


Principio procesal general: en materia civil el juez puede actuar sólo a petición de parte.
Una de las excepciones es la obligación de declarar la nulidad absoluta de oficio cuando el
vicio aparece de manifiesto.
Manifiesto: descubierto, patente, claro. De la simple lectura del instrumento en que consta
el acto, el juez advierte la existencia del vicio, sin necesidad de relacionarlo con ninguna otra
prueba o antecedente.
Saneamiento de la nulidad absoluta
La ley impide que la voluntad de las partes valide un acto que adolece de un vicio de nulidad
absoluta, pues está establecida en el interés general.
Sólo puede sanearse por el transcurso del tiempo (1683). El plazo es de 10 años, los cuales,
según el entendimiento generalizado, se cuentan desde la fecha de celebración del acto, Vial
del Río estima que transcurrido el plazo de 10 años el acto mismo se sanea.
Transformándose en uno válido.
Un sector incipiente de la doctrina, encabezado por Barahona y San Martín, estima que el
transcurso de 10 años no convierte en válido un acto que la ley ha declarado nulo
absolutamente; el único efecto del saneamiento es la extinción de la acción para solicitar la
declaración de la nulidad absoluta, permitiendo la consolidación de los desplazamientos
patrimoniales a que haya dado lugar el acto.
El saneamiento por transcurso del tiempo se fundamenta justamente en la necesidad de
consolidar los desplazamientos patrimoniales a que pudo haber dado lugar el acto nulo. No
es causal que el plazo coincida con el de la prescripción adquisitiva extraordinaria (2510 y
2511). Con todo, mas allá de la consolidación el acto jamás se mirará como válido, pues ello
no sólo contraviene el sentido común, si no en el sentido del artículo 10 del CC (al meno
respecto a los actos prohibidos por la ley).

Sección segunda: La nulidad relativa

Concepto y causales de nulidad relativa


Nulidad relativa es la sanción legal impuesta a los actos celebrados con prescindencia de un
requisito exigido en atención a la calidad o estado de las partes

La nulidad relativa no se encuentra establecida en el interés de la moral y de la ley, no


protege los superiores intereses de la colectividad, si no los de ciertas y determinadas
personas en cuyo beneficio el legislador la establece. No obstante, esto no implica que la
nulidad relativa sea una sanción enteramente de orden privado. En cierta medida también
se resguarda el orden público, lo que se refleja en la irrenunciabilidad establecida en el
artículo 1469, que no distingue entre nulidad absoluta y relativa.
El artículo 1682, luego de mencionar las causales de nulidad absoluta, dice que “cualquier
otra especie de vicio produce nulidad relativa…”
Las causales son:
a) Incapacidad relativa
b) Error sustancial o en la calidad esencial
c) Error en la calidad accidental cuando haya sido el principal motivo para contratar y
era conocido por la otra parte
d) Error en la persona, cuando es relevante
e) Fuerza moral grave, injusta y determinante
f) Dolo determinante
g) Omisión de requisito o formalidad que la ley prescribe para el valor del acto en
consideración a la calidad o estado de las partes
h) Lesión, en ciertos casos.

Nulidad relativa y rescisión


Buena parte de la doctrina incluido Vial, considera que los términos nulidad relativa y
rescisión son sinónimos. De esta manera, en opinión de estos autores, siempre que el Código
habla de rescisión se está refiriendo a nulidad relativa y viceversa.
No obstante, otro sector de la doctrina estima que la rescisión es el “remedio” (mecanismo
de tutela judicial) que permite a las partes dejar sin efecto el acto y ser restituidas al estado
anterior, en tanto que la nulidad relativa es la sanción de ineficacia que opera por la falta de
determinados requisitos de validez y que da derecho a la rescisión.
La nulidad relativa, en consecuencia, sería una causa de la rescisión, existiendo otras como,
por ejemplo, la lesión enorme en la compraventa de bienes inmuebles. Por lo demás, el
mismo artículo 1682 distinguiría, pues señala expresamente que “cualquier otra especia de
vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato.” De esta
manera, si se celebra un contrato de compraventa respecto a un bien raíz, y atendida la
desproporción de las prestaciones, se configura lesión enorme, ese contrato sería valido,
pero permitiría a la parte perjudicada solicitar al tribunal que quede sin efecto y se ordenen
las restituciones que correspondan a menos que se complete el justo precio o se restituya el
exceso (con las deducciones que correspondan)

Quiénes pueden pedir la declaración de nulidad relativa


Conforme al artículo 1684, pueden alegarla solamente aquellos en cuyo beneficio la ha
establecido la ley, o sus herederos o cesionarios.
No puede ser declarada de oficio por el juez ni puede solicitarse por el ministerio público o
cualquier persona que tenga interés.
Pueden alegarla los herederos de la persona que, teniendo el derecho a pedirla, falleció sin
haberlo hecho.
Cesionarios: personas a quienes los beneficiados con la nulidad transfieren, por acto entre
vivos, los derechos que emanan del acto o contrato nulo, incluyéndose en esa cesión el
derecho a demandar nulidad.

Situación excepcional del incapaz que no podría demandar la nulidad relativa


En principio, el incapaz relativo no puede solicitar la nulidad relativa de un acto alegando su
incapacidad para obligarse (1685).
La razón es que la parte que contrató con el incapaz lo hizo en la creencia de que este no
estaba afectado por ninguna incapacidad, incurriendo así en un error que fue provocado por
las maniobras dolosas del incapaz (nadie puede beneficiarse de su propio dolo).
No obstante, el incapaz relativo eventualmente sí podría alegar su propia incapacidad para
solicitar la declaración de la nulidad relativa: la ley no considera constitutivo del dolo el
engaño consistente en la simple aserción de mayor edad o de no existir interdicción u otra
causa de incapacidad, sancionando, de esta manera, la excesiva credulidad de la persona
que hizo nada por comprobar si afectaba o no a la contraparte alguna causal de incapacidad.

Saneamiento de la nulidad relativa


El art 1691 lo contempla y su plazo es de 4 años.

Saneamiento de la nulidad relativa por el transcurso del tiempo


Tiene lugar una vez que la persona que tenía el derecho a pedirla no lo hizo en 4 años y este
plazo se cuenta:
a) En caso de fuerza: desde que cesa
b) En caso de error o dolo: desde la celebración del acto
c) En caso de incapacidad: desde que cesa
Si no se pide en este plazo, el vicio desaparece, entendiéndose que jamás existió, lo que se
explica fundamentalmente en que los vicios de nulidad relativa afectan intereses
predominantemente privados.

Situación que se produce cuando la persona que puede demandar la rescisión muere
Al respeto, el artículo 1692 hace la siguiente distinción:
A) Situación de los mayores de edad
Si el cuadrienio no ha empezado a correr, tendrán 4 años para pedir la nulidad del acto
celebrado por el causante, que se cuentan desde la muerte de este; si el cuadrienio ha
empezado a correr, pueden pedirla en el tiempo que falte para cumplir los 4 años (1692 inc
1º)
B) Situación de los herederos menores de edad
Si el cuadrienio no ha empezado a correr, tienen los 4 años a contar del día en que lleguen a
mayoría de edad; si el cuadrienio ha empezado a correr, tienen el residuo a contar de ese
mismo día (1692 inc 2º).
Que el cuadrienio o el residuo no se computen en tanto los herederos sigan siendo menores
de edad constituye un beneficio de suspensión de la prescripción. En efecto, al igual que en
el caso de la nulidad absoluta, el transcurso del tiempo que la ley exige para que se entienda
saneada la nulidad relativa constituye al a vez el plazo de prescripción de la acción mediante
la cual se pretende su declaración. Si este plazo no se computa mientras subsista la minoría
de edad del heredero, entonces hay una auténtica suspensión de la prescripción.

Ahora bien, dado que la suspensión de la prescripción es un beneficio de derecho estricto y


que, por tanto, debe interpretarse restrictivamente, la suspensión establecida en el artículo
1692 inc. 2º no beneficia a herederos incapaces por otra causa.
Con todo el inc. final se aplica a todos los herederos o solo a los menores, tesis esta última
que implica limitar su posibilidad de acogerse al beneficio de la suspensión.
La doctrina discute si el inciso final se plica a todos los herederos o solo a los menores, tesis
esta última que implica limitar su posibilidad de acogerse al beneficio de la suspensión.
El argumento para decir que se aplica a todos es que 10 años es el plazo máximo de
consolidación de las relaciones jurídicas, aserto que se refleja en un montón de disposiciones
establecidas en el Código (82, 1683, 2510, 2511, etc.) El inc final del artículo 1692 debiese se
interpretado en el mismo sentido.
Vial cree que esta interpretación no se conforma con el artículo 1691: esta norma señala
desde cuándo se cuenta el plazo para demandar la nulidad relativa, y al decir que en el caso
de fuerza o incapacidad se empieza a contar desde que esta cesa, no establece el plazo
máximo de 10 años. El plazo debe contarse desde que cesa, sin importar cuando años hayan
transcurrido desde la celebración del acto. Además, la finalidad del inciso final del artículo
1692 es justamente limitar el beneficio de suspensión de la prescripción.

El problema de esta interpretación, como reconoce el propio Vial, es que los herederos
menores de edad podrían quedan en una situación desmedrada en relación con los
herederos mayores de edad. Ejemplo: Si A, incapaz relativo, ha celebrado un contrato de
compraventa con B el año 2000, y A fallece el 2011, debiésemos concluir que los herederos
mayores de edad de A, en función del artículo 1691, todavía podrían demandar la nulidad
relativa; en cambio, los herederos menores de edad, en función del inciso final del artículo
1692, no podrían hacerlo.
Debido a lo anterior, y considerando que el artículo 1692 tiene por objeto proteger a los
herederos menores de edad y no perjudicarlos, Vial estima que el beneficio de suspensión
de la prescripción es facultativo; de esta manera los herederos menores de edad podrían no
acogerse al beneficio y demandar igualmente la nulidad relativa ateniéndose a las reglas
generales (dadas por el artículo 1691).

Con todo, los desplazamientos patrimoniales a que haya dado lugar el acto nulo usualmente
ya estarán firmes transcurridos 10 años desde su celebración, pues en la mayoría de los
casos, se habrían producido los efectos de la prescripción adquisitiva (704 nº3, 708, 2510 y
2511). De esta manera, la discusión y el punto de Vial del Rio se tornan un tanto bizantinos.
De hecho, según una tercera doctrina- a la que adhiere Corral Talciani- el plazo máximo de
10 años opera en todos los casos de nulidad relativa, haya o no muerto quien tiene derecho
a alegarla, pues sería absurdo que un incapaz o la víctima de fuerza puedan solicitar la
nulidad relativa en un plazo mayor a aquel que la ley contempla para hacerse valer la
nulidad absoluta.

Saneamiento por la ratificación o confirmación del acto rescindible


La doctrina señala que el CC no debió haber hablado de ratificación, sino de confirmación,
pues la ratificación, desde un punto de vista técnico, opera como causal de saneamiento de
la inoponibilidad. En efecto, la ratificación es una declaración unilateral de voluntad
mediante la cual un tercero reconoce los efectos de un acto jurídico que en principio le es
oponible.
De esta manera, es correcto hablar de ratificación, por ejemplo, en el caso en que el
mandante aprueba lo obrado por el mandatario que actuó sin poder suficiente o
excediéndose de sus límites; o en aquel que, vendiéndose una cosa ajena, el dueño aprueba
la venta.
Respecto de la nulidad, la forma voluntaria de saneamiento no se llama ratificación sino
confirmación, y esta puede definirse como “un acto jurídico unilateral por el cual la parte
que tiene el derecho de alegar la nulidad relativa renuncia a esta facultad, saneando el vicio
que adolece el acto”. El acto se transforma en plenamente válido.
Tanto la ratificación como la confirmación se fundamentan en el art 12 del CC, que permite
renunciar a los derechos que miren al interés individual y cuya renuncia no esté prohibida.

Clasificación de la confirmación
A) Confirmación expresa: declaración en la cual, la parte que tiene derecho a pedir la
rescisión, en términos explícitos y directos, manifiesta voluntad de validar dicho acto.
B) Confirmación tácita: consiste en la ejecución voluntaria de la obligación contratada
(1695).
Análisis de algunos problemas doctrinarios en relación con la confirmación tácita

A) ¿Qué significa ejecución voluntaria de la obligación?


Para alguno, es la que se hace en forma libre y espontánea, con la voluntad exenta de vicios.
Para otros, supone además el conocimiento del confirmante del motivo de la anulabilidad.
La generalidad de la doctrina concuerda con la segunda interpretación, por que la
voluntariedad de la ejecución requiere una representación fiel y acertada de la realidad, y
para lograr ese conocimiento, es necesario que el sujeto sepa que el acto adolece de un vicio
por el cual podría demandar la rescisión. Por lo demás, la confirmación envuelve una
renuncia, por lo que mal podría entenderse que hay confirmación tácita si quien ejecuta la
obligación de la que es deudor no conocía su derecho a demandar la rescisión.
Adicionalmente, sería absurdo que se celebre un contrato que adolece de un vicio de
nulidad relativa, y que por el hecho de que se ejecuten de inmediato las obligaciones, de
manera voluntaria y exenta de vicios, se entienda que hay confirmación tácita; esto
implicaría en la práctica limitar demasiado la procedencia de la acción de nulidad en los
contratos de ejecución instantánea.

B) ¿Podría otro hecho, además de la ejecución voluntaria de la obligación importar


confirmación tácita?
La doctrina se pregunta qué ocurre si la parte que tiene derecho a alegar la nulidad relativa
con conocimiento de ello, solicita a la otra parte un plazo para pagar la obligación.
Parte de la doctrina estima que solo cabe confirmación tácita por la ejecución voluntaria de
la obligación.
En opinión de Vial, esto no obsta a que la conducta del sujeto permita desprender, cuando
no una confirmación, una renuncia tácita al derecho a alegar la nulidad relativa. En concreto,
Vial arguye que existe una manifiesta relación entre la confirmación y la renuncia, pues toda
confirmación involucra la renuncia al derecho a alegar la nulidad relativa; empero, no toda
renuncia confirma o convalida el acto. En tal caso, para Vial, el acto podrá sanearse por una
confirmación expresa o tácita posterior, o lo que será más frecuente, por el transcurso del
tiempo.
La opinión que genera actualmente – a la adhieren Corral, Dominguez, entre otros – es que
el artículo 1695 solo precisa el caso más manifiesto de confirmación tácita – ejecución
voluntaria de la obligación -, sin que ello sea óbice a la admisión de otros tipos de
confirmación tácita. Ejemplo, la novación de la obligación generada por el contrato anulable,
el otorgamiento de una caución, la reventa del bien que se a adquirido con base en el título
nulo, etc.

C) ¿Es necesario par a que exista confirmación tácita que el acto se ejecute en su
totalidad o basta con la ejecución de una parte?
Es relevante en el caso de que un contrato genere dos o más obligaciones para quien puede
demandar la nulidad relativa.
Vial sostiene que basta con el cumplimiento de una obligación, sin distinguir si la obligación
ejecutada implica cumplimiento del contrato en su totalidad o en una parte.
No obstante, es razonable que la obligación cumplida debe ser fundamental en el negocio de
que se trate; en otras palabras, la obligación cumplida debe ser de la esencia o de la
naturaleza. El solo cumplimiento de una obligación accidental o poco relevante atendidos los
fines prácticos perseguidos en el contrato no debiese bastar para que se entienda
confirmado el contrato.

Características de la confirmación
a) Acto jurídico unilateral
b) Acto jurídico dependiente, pues no puede subsistir sin el acto que se convalida
c) Irrevocable
d) Opera con efecto retroactivo: por ficción legal, se supone que el acto siempre ha sido
válido y jamás ha tenido vicios.

Requisitos de la confirmación
a) Debe tratarse de un vicio sancionado con nulidad relativa
b) Debe necesariamente provenir de la parte que tiene derecho a alegar la nulidad
c) El confirmante debe ser capaz de contratar. Esto significa que, si el acto es anulable
por incapacidad relativa de una de las partes, esta deba necesariamente esperar a
que cese la incapacidad para confirmar válidamente, pues puede confirmar antes si
lo hace debidamente representado
d) Debe hacerse en tiempo oportuno: el que media entre la celebración del acto y la
declaración judicial de nulidad
e) Debe efectuarse después de haber cesado la causa de invalidez (en la fuerza)
f) Cuando es expresa, debe cumplir con las mismas solemnidades a que por ley está
sujeto el acto que se confirma (1694)

Diferencias entre la nulidad absoluta y la nulidad relativa


A) En relación con las personas que pueden pedir la declaración judicial de nulidad
1. Absoluta: todo el que tenga interés (salvo el que lo ejecutó sabiendo o debiendo
saber del vicio), ministerio público.
2. Relativa: persona en cuyo beneficio la ha establecido la ley, sus herederos o
cesionarios
B) En relación con la declaración de nulidad de oficio por el juez
1. Absoluta: puede y debe ser declarada de oficio cuando aparece de manifiesto
2. Relativa: no puede ser declarada de oficio
C)En relación con el saneamiento por el transcurso del tiempo
1. Absoluta: no puede sanearse por voluntad del autor o las partes
2. Relativa: puede sanearse por confirmación
D)En relación con el saneamiento por confirmación
1. Absoluta: no puede sanearse por voluntad del autor o las partes
2. Relativa: puede sanearse por confirmación

A las diferencias anteriores puede añadirse, según una doctrina incipiente (Barahona y San
Martin), la nulidad absoluta opera ipso iure, esto es, de pleno derecho, y l nulidad relativa
requiere siempre declaración judicial.
Para hacer efectivos los efectos patrimoniales derivados de la nulidad (prestaciones mutuas
principalmente) se requiere siempre declaración judicial de la nulidad por sentencia firme,
ya se trate de nulidad absoluta o relativa. En esto está conteste toda la doctrina y así fluye
con claridad del artículo 1687.

Sección tercera: Nulidad total y Nulidad parcial

Nulidad total y nulidad parcial


El vicio de nulidad puede afectar al acto jurídico en su conjunto o en una parte.

Existe nulidad total cuando el vicio afecta todas las partes y cláusulas del acto jurídico.
Existe nulidad parcial, en cambio, cuando el vicio afecta sólo una parte o una cláusula del
acto jurídico; o cuando afecta una parte o a un elemento de una cláusula.

Hay disposiciones de un acto jurídico o cláusula de un contrato cuya nulidad no compromete


la validez de las demás del acto o contrato, el cual puede subsistir válido con solo estas
últimas. Para fijar la extensión de la nulidad debe determinarse, en cada caso, la importancia
que en el acto o contrato tiene la disposición o cláusula violatoria de la ley o contraria al
orden público o las buenas costumbres en relación con el resto substancial del acto o
contrato
Es menester resolver si la disposición o cláusula reprochable del acto afecta. La esencia de
este o si la disposición o cláusula particularmente nula es un accidente del mismo acto o
contrato de tan relativa importancia que, no obstante, su nulidad, las partes habrían llevado
igualmente a efecto el acto o contrato. Ejemplo: una disposición nula que no compromete la
validez del resto del acto es la que consigna el CC al preceptuar que no vale disposición
alguna testamentaria a favor del escribano (1061). Es patente en este caso la
intrascendencia de la asignación hecha al notario frente a las demás disposiciones de un
testamento dirigidas a nombrar a uno o más herederos legatarios.

El fundamento de la nulidad parcial descansa en el principio de conservación de los actos y


contratos. En otras palabras, si excluida la o las cláusulas nulas (o ciertas partes o elementos
de una cláusula), la ejecución del acto o contrato igualmente permite la satisfacción de los
intereses fundamentales del autor o de cada parte, entonces ha de preferirse la
conservación de su eficacia en la parte no afectada por los vicios de nulidad.

Reglas aplicables a la nulidad procesal


Más allá del principio de conservación de los contratos – el cual constituye hoy en día el
fundamento prácticamente inánime de la nulidad parcial -, la doctrina suele postular la
aplicación de las siguientes reglas para determinar la forma en que opera la nulidad parcial:
 La estipulación o cláusula inválida se separa del acto jurídico, quedando éste válido
en todo lo no afectado por el vicio.
 La estipulación o elemento de la cláusula afectada se tiene por no existente y la
clausula se reduce: reducción interna de la clausula.
Estas reglas no se pueden aplicar si la parte del contrato no afectada por la invalidez es por
su naturaleza dependiente respecto a la inválida. Tampoco se aplican si se prueba que, sin la
estipulación o cláusula inválida, el acto jurídico no se habría realizado o que, sin esa
estipulación o elemento, la cláusula no se habría estipulado.
En otras palabras, en aquellos casos en que, atendida la naturaleza del contrato o la
intención original de las partes el contrato no pueda subsistir con las cláusulas restantes, la
nulidad necesariamente ha de ser total. En el mismo sentido, en aquellos casos en que,
atendida la naturaleza de la cláusula o la intención original de las partes, una cláusula no
pueda subsistir sin la estipulación nula, la nulidad ha de extenderse a toda la cláusula.

Nulidad parcial en el Código Civil


El CC no soluciona el problema. Pero hay casos en que se aplica la no extensión de la
invalidez a todo el acto. Además del caso contemplado en el art 1061, se pueden citar los
siguientes:
1. Artículo 966: declara nula la disposición a favor de un incapaz y no el testamento
entero
2. Artículo 1401: la donación sobre 2 centavos que no se insinúa es nula en el exceso
3. Artículo 2344: cuando el fiador se obliga en términos más onerosos que el deudor
principal, la fianza es nula en el exceso.
Actualmente la doctrina y la jurisprudencia están medianamente contestes en admitir la
nulidad parcial
La LPDC reconoce la nulidad parcial y las excepciones a ésta “Artículo 16A. Declarada la
nulidad de una o varias cláusulas o estipulaciones de un contrato de adhesión, por aplicación
de alguna de las normas del artículo 16, éste subsistirá con las restantes cláusulas, a menos
que por la naturaleza misma del contrato, o atendida la intención original de los
contratantes, ello no fuere posible. En este último caso, el juez deberá declarar nulo, en su
integridad, el acto o contrato sobre el que recae la declaración”.
El artículo 17E de la misma LPDC, a propósito de la nulidad de las cláusulas de contratos de
productos financieros que infrinjan lo dispuesto en el artículo 17B, también reconoce la
nulidad parcial. Además, tal disposición clara que en el caso que siendo declarada la nulidad
de una o varias cláusulas el contrato no pueda subsistir con las cláusulas restantes, el juez
podrá, como alternativa de nulidad, ordenar la adecuación de las cláusulas correspondientes
a fin de que el contrato subsista. Con todo, se trata de una facultad conferida al juez, por lo
que el ejercicio de esta dependerá siempre de su discreción.

Sección Cuarta: Efectos de la Nulidad

Conceptos generales
Art 1687 inc 1º: “La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da
a las partes derecho para ser restituida al mismo estado en que se hallarían si no hubiese
existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita”

A partir de esta norma, la doctrina nacional está conteste en el hecho de que la nulidad
opera con efecto retroactivo. El tenor es bastante claro en cuanto a que la declaración
judicial de nulidad, una vez que está firme y produce efecto de cosa juzgada, da a las partes
el derecho de ser restituidas al estado anterior a la celebración del acto o contrato.
Incluso más: el tenor literal de la norma sugiere que las partes deben ser restituidas al
estando en que se hallarían si no hubiese existido nunca el acto o contrato declarado nulo.
No hay diferencias entre nulidad absoluta y relativa en cuanto a los efectos de la nulidad
judicialmente declarada.

Forma en que la nulidad produce sus efectos para las personas que celebraron el acto o
contrato nulo
El principio general establecido en el artículo 1687 inc 1º señala que la nulidad declarada por
sentencia firme “… da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se
hallarían si no hubiese existido el acto…”.
Para determinar la manera en que las partes son restituidas al estado anterior la doctrina
suele distinguir los siguientes escenarios:
1. El acto no engendró obligaciones (la nulidad sólo opera como sanción de ineficacia)
2. El acto si engendró obligaciones
a) No se han cumplido: la nulidad las extingue de acuerdo con el artículo 1567 Nº8
b) Si se han cumplido por una o ambas partes: opera el artículo 1687 inc 2º, que
obliga a efectuar prestaciones mutuas
Vial con mucha razón, señala que esta distinción tiene imprecisiones, pues es insatisfactoria
para los contratos reales. El autor se cuestiona qué ocurre si se ha declarado la nulidad de un
contrato real y la clásica obligación restitutoria se encuentra pendiente de cumplimiento. Si
la nulidad, de cuerdo con lo establecido en el artículo 1567 N8º, opera como modo de
extinguir las obligaciones, se produciría en la especie un enriquecimiento injusto.
En efecto, si se celebrase un comodato en consideración a la persona del comodatario, y
luego se declarase la nulidad de este por haber incurrido el comodante en error en la
persona, podríamos incurrir en el absurdo de entender que la obligación de restituir se ha
extinguido y que, por tanto, no es legítimo para el comodante exigir su cumplimiento. Ante
este panorama, amparándose en el efecto retroactivo con que opera la nulidad, y
particularmente en el tenor del artículo 1687 inciso primero, Vial concluye que igualmente
se debe restituir la cosa, pues la nulidad opera como modo de extinguir solamente cuando
ello permita que las partes sean restituidas al estado anterior a la celebración del contrato
Cabe concluir que, si el acto engendró obligaciones que no se han cumplido, estas se
extinguirán en la medida que ello permita volver al estado anterior. Si no es así, deberán las
partes efectuar prestaciones tendientes a restituir lo recibido.
Si estamos en la hipótesis de que las obligaciones ya se han cumplido, en las prestaciones
mutuas, cada parte es responsable de la pérdida o deterioro de las especies, de los intereses
y frutos, y del abono de las mejoras, tomándose en consideración casos fortuitos y posesión
de buena o mala fe. Todo de acuerdo con las reglas generales de la reivindicación (1687 inc
2º).
Debe restituirse la cosa, y también sus frutos naturales y civiles, distinguiendo si el poseedor
estaba de buena o mala fe. Está de mala fe quien recibió la cosa conociendo el vicio del acto.

Excepciones a la regla general establecida por el artículo 1687


A) Declaración de nulidad por objeto o causa ilícita
De acuerdo con el artículo 1468, no puede repetirse lo que se haya dado o pagado por un
objeto o causa ilícita a sabiendas.
B) Situación del poseedor de buena fe
En base al artículo 907, el poseedor de buena fe no está obligado a restituir los frutos
naturales y civiles percibidos antes de la contestación de la demanda.
C) Situación del incapaz
Declarado nulo el contrato celebrado con una persona incapaz, el que contrató con ella no
puede pedir restitución o reembolso de lo pagado o gastado en virtud del contrato, sino en
cuanto probare haberse hecho más rica con ello la persona incapaz (1688).
Se entiende que se hizo más rica:
1.En cuanto las cosas pagadas o adquirida por medio de ellas le hayan sido necesarias.
2.O en cuanto las pagadas o adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido
necesarias, subsistan y quiera retenerlas.
La ley protege a los incapaces, pues teme que, cuando actúan sin los requisitos exigidos por
ley, no den adecuada inversión a lo que obtengan del contrato. Este ter no se da si el incapaz
se hizo más rico. Si las cosas no le son necesarias y están en su poder, es lógico que las
restituya. Si no subsisten en su poder, se dan las condiciones que justifican la protección.
D) Situación de la persona que debiendo restituir la cosa adquiere su dominio por
prescripción
Dado que la declaración de nulidad por sentencia firme establece que la invalidez no sólo del
acto jurídico o contrato, sino también de la tradición, quien haya recibido la cosa (accipiens)
no se ha hecho dueño jamás de ella. Esto no impide que el accipiens haya comenzado a
poseer la cosa (700). Por lo demás, la posesión según la mayoría de la doctrina es un hecho,
y por mas fuerte que se el efecto retroactivo, entender que el accipiens no ha entrado nunca
en posesión de la cosa sería extender demasiado los efectos de la nulidad y la ficción de
retroactividad.
El CC ha entendido que efectivamente existe la posesión que deriva de un título que adolece
de algún vicio de nulidad (704 Nº3); pero tal posesión, que es irregular en función del
artículo 708, habilitará únicamente para la prescripción extraordinaria.
Por tanto, mientras no haya operado la prescripción, quien obtiene la declaración de nulidad
podrá exigir la restitución de la cosa; pero una vez que ha operado, es decir, una vez
cumplidos los 10 años de posesión irregular, y cumplidas además las reglas establecidas en
el artículo 2510, el accipiens podrá retenerla.
La posibilidad de que a la fecha de la demanda el poseedor ya haya adquirido el dominio se
da, por ejemplo, en el caso de que, adoleciendo un acto jurídico de fuerza moral, el
cuatrienio para pedir la nulidad relativa no haya empezado a correr o quedarse un residuo,
de forma yal que se cumplan los 10 años para la prescripción extraordinaria sin que se hayan
completado aún los 4 años para el saneamiento de la nulidad relativa por el transcurso del
tiempo.

Efectos de la nulidad judicialmente declarada en relación con terceros


La regla general es que la nulidad judicialmente declarada da acción reivindicatoria contra
terceros poseedores (1689).
Quien reivindica debe ser el dueño de la cosa; al respecto recordemos que la tradición
realizada en virtud del contrato nulo no ha transferido el dominio, por lo que se estima que
el tradens no ha dejado nunca de ser dueño (será él quien intente la acción reivindicatoria).
A diferencia de lo que ocurre con los efectos de la resolución respecto a terceros (1490 y
1491), la regla no distingue si los terceros están de buena o mala fe.

Excepciones a la regla del artículo 1689


A) Caso del poseedor que ha adquirido el dominio por prescripción adquisitiva
Si bien el tercero a quien se ha hecho la tradición de una cosa proveniente de un contrato
anterior nulo no ha adquirido el dominio, ha adquirido la posesión de la cosa, lo que
permitirá ganar el dominio por prescripción. En este caso la prescripción puede ser ordinaria
o extraordinaria, pues el titulo que sirve a la tradición a favor del tercero no necesariamente
adolece de vicio de nulidad.
B) Caso de las enajenaciones realizadas antes de la rescisión del decreto de posesión
definitiva del desaparecido (94 Nº4)
La rescisión del decreto de posesión definitiva permite que quien haya obtenido tal rescisión
recobre los bienes en el estado en que se encuentren, subsistiendo, no obstante, las
enajenaciones, las hipotecas y los demás derechos reales constituidos legalmente en ellos.
Como señala Corral Talciani, esta no es propiamente una excepción al art 1689, pues no se
trata realmente de una hipótesis de nulidad.
C) Caso de las enajenaciones realizadas antes de la rescisión de una donación entre
vivos (1432)
La rescisión de una donación no confiere acción reivindicatoria sino en las específicas
hipótesis allí consignadas:
a) Cuando en la escritura pública de donación se ha prohibido al donatario enajenarlas;
b) Cuando antes de la enajenación se ha notificado a los terceros interesados que el donante
u otra persona a su nombre se propone intentar la acción rescisoria;
c) Cuando se ha procedido a la enajenación después de intentada la acción rescisoria.
Como señala Corral Talciani, esta tampoco es una verdadera excepción al artículo 1689,
sobro todo si se observan las causales que permiten al donante solicitar la “rescisión” (1425
y 1426)
D) Caso del heredero indigno que enajena bienes de la herencia
Declarada judicialmente la indignidad del heredero o legatario, este es obligado a la
restitución de la herencia o legado con sus accesiones y frutos (974). Sin embargo, si el
indigno ha enajenado los bienes, los herederos a quienes beneficia la declaración de
indignidad tendrán acción solo contra los terceros de mala fe (976).
Según Corral Talciani, esta tampoco es una verdadera excepción al artículo 1689. La dignidad
es un requisito para suceder que opera incluso en la sucesión abintestato, por lo que,
pareciera que la declaración de indignidad no constituye realmente una declaración de
nulidad. Si también se concibe a la dignidad como un requisito para que una asignación por
causa de muerte sea válida, la declaración de indignidad acarrea la nulidad de dicha
asignación.
E) Caso del comprador que es condenado a restituir la cosa cuando se ha declarado la
rescisión de la compraventa por lesión enorme
Las enajenaciones o gravámenes que hubiera hecho el comprador sobre la cosa antes de que
se pronuncie la nulidad no quedan sin efecto como consecuencia de esta. En lugar de ello, la
ley establece sobre el comprador el deber de “purificar” la cosa antes de proceder a su
restitución (1895).
Suele resultar confuso, pero si se tiene en cuenta que, dado que el comprador deberá
restituir la cosa libre de todo gravamen u otros derechos reales al vendedor, este último no
tendrá necesidad alguna de ejercer la acción reivindicatoria. Es por esta razón que se
contempla como una “excepción”. La acción reivindicatoria se torna innecesaria para el
vendedor.

Acciones a que da origen la nulidad


En el caso de que un acto jurídico adolezca de un vicio de nulidad competen a la persona
legitimada activamente dos acciones, que se dirigen contra sujetos distintos, y que persiguen
objetos muy diversos.
 La primera es la acción de nulidad, que tiende a obtener la declaración de nulidad de
un contrato celebrado con algún vicio o defecto; El contrato se declara nulo entre las partes
que lo celebraron, de manera que, si la acción de nulidad la entabla uno de los contratantes,
debe dirigirla contra el otro contratante, y si la hace valer un tercero, en caso de nulidad
absoluta, que puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, deberá entablarse la
acción contra todos los contratantes. En consecuencia, esta acción es personal y se dirige ya
sea contra una de las partes o contra ambas.
 La otra acción es la reivindicatoria – también llamada acción de dominio – que es de
carácter real; se dirige contra el que posea la cosa. Según parte de la doctrina, si la cosa
permanece en poder del contratante que celebró el contrato declarado nulo, habrá de
ejercerse acción reivindicatoria en su contra; para otros autores en cambio, la restitución
debe realizarse a consecuencia de la declaración de nulidad (1687), de modo que en este
caso no es necesario – e incluso es impropio – el ejercicio de una acción reivindicatoria.
Como sea, si la cosa se encuentra en manos de un tercero, para recuperar la cosa será
necesario entablar acción reivindicatoria en su contra (1689). Como la nulidad judicialmente
pronunciada opera retroactivamente y se reputa que el tradente no ha dejado de ser dueño,
se expresa que la acción reivindicatoria puede intentarla contra terceros poseedores.
 Podría pensarse desde un punto de vista lógico que debiese entablarse primero la
acción personal de nulidad, y declarada esta, la acción reivindicatoria contra el poseedor de
la cosa. No obstante, el CPC, en su art 18, permite que en el mismo juicio puedan intervenir
como demandantes o demandados varias personas, siempre que deduzcan la misma acción
o acciones que emanen directa o indirectamente de un mismo hecho, o que se proceda
conjuntamente por muchos o contra muchos en los casos que autoriza la ley.
La demanda que se intente contendrá dos peticiones: la primera para que se declare la
nulidad del contrato, y la segunda para que el poseedor de la cosa sea obligado a restituirla.
Al tiempo de entablarse la demanda todavía el contrato no se habrá declarado nulo; pero en
el mismo CPC se autoriza la interposición conjunta de ambas acciones (art 17), siendo la
segunda una petición condicional para el caso de que la primera se tenga acogida.

Nulidad e indemnización de perjuicios


Tema poco desarrollado por la doctrina internacional, pero existe consenso entre los autores
que se refieren al punto encuentro a que es posible demandar conjuntamente la nulidad de
un acto jurídico y la indemnización de los perjuicios que ese acto a provocado.
Conviene tener presente que, en tanto la nulidad opera con efecto retroactivo,
entendiéndose que el acto jurídico no ha existidito, la responsabilidad necesariamente ha de
ser extracontractual. En palabras de Alessandri Rodríguez “La responsabilidad a que puede
dar origen la nulidad de un contrato, cuando es declarada por un vicio imputable a dolo o
culpa de una de las partes, es extracontractual. No hay ningún vínculo preexistente entre el
autor del daño y la víctima; la fuente de la responsabilidad es el hecho ilícito ejecutado por
una de las partes y que produjo la nulidad. Se trata pues de una responsabilidad delictual o
cuasi delictual regida por los arts 2341 y ss.”
Alessandri Besa también es enfático al sostener que “al anularse el contrato, este se reputa
como si nunca hubiese existido: en consecuencia, la fuente de esa responsabilidad no es el
contrato, que no existe, sino el hecho ilícito del contratante de haber procedido a celebrarlo
en esas condiciones”.
La indemnización no puede extenderse a aquellos perjuicios que ya se hayan visto resarcidos
mediante las prestaciones mutuas. Al respecto, tal como señala Barros “La reparación de los
perjuicios que se siguen de la nulidad atribuible a dolo o negligencia de la contraparte tiene,
como es obvio, un objeto complementario y no acumulativo respecto de las prestaciones
mutuas que deben hacerse las partes a efectos de producir la restitutio in integrum que
provoca la declaración de nulidad (1687)”.

Sección quinta: Conversión del Acto Nulo

Conceptos generales
Se dice que hay conversión cuando un acto jurídico inválido como tal se utiliza para producir
los efectos de otro acto jurídico cuyos requisitos esenciales reúne.
Se define como: un medio jurídico en virtud del cual un negocio se salva de la nulidad
convirtiéndose en otro distinto, que sustituye al primero, de manera de salvaguardar en la
medida de lo posible los fines perseguidos por las partes. En términos más simples.
Dominguéz Águila la define como la transformación del negocio ineficaz por causa de
nulidad en otro distinto.
Para que esta sustitución opere es necesario que en el negocio nulo se contengan los
requisitos sustanciales y formales del negocio en que se convierte.
Suele esgrimirse que el fundamento de la conversión del acto nulo se encuentra en el
principio de conservación del negocio jurídico, que puja por otorgar efectos – aunque sean
distintos a los pretendidos – a una manifestación de voluntad, tal que el propósito
perseguido sea satisfecho al menos en la medida de lo posible.

Requisitos para que opere la conversión


1. Que el acto nulo cumpla con los requisitos que se exigen para el acto diverso en que
se transforma
2. Que las partes tengan conocimiento de la ineficacia del primer acto y que la finalidad
perseguida pueda ser satisfecha en una parte significativa por el acto en que aquel se
convierte

Teoría de la conversión en el CC
El CC no contempla ninguna norma que la permita.
Podría pensarse que lo permite el artículo 1444, al decir que la omisión de un elemento de la
esencia trae como consecuencia que el acto no produzca efecto alguno o degenere en uno
diferente. Pero esta hipótesis no es de conversión.
En la hipótesis contemplada en el artículo 1444 no nos encontramos ante un acto que
adolezca de un vicio de nulidad, sino que ante un acto distinto a aquel que las partes creían
celebrar: las partes, por ignorancia o equivocación, se han formulado una representación
errada del derecho, pues creían celebrar un contrato y celebraban otro. Es el acto
verdaderamente celebrado el único que ha nacido a la vida del derecho, por lo que mal
podría decirse que este sustituye a otro anterior, que nunca ha producido efectos.
Según vial del Rio, si pudiese extraerse mejor el principio de la conversión de:
1. Artículo 1701: el instrumento público defectuoso por incompetencia del funcionario
u
otra falta formal vale como instrumento privado si está firmado por las partes. Es decir, el
instrumento público se convierte en instrumento privado, salvo que el acto que en él conste
requiera el instrumento público como solemnidad y esta última no pueda suplirse por otra
prueba.
2. Artículo 1138: las donaciones entre cónyuges valen como donaciones revocables. Es
decir, la donación ineficaz como irrevocable, se convierte en revocable.
Según la mayoría de la doctrina, como no hay un principio general en el CC, la posibilidad de
conversión se restringe a los casos particulares en que la ley lo permite. Sin embargo, tal
como semana Corral Talciani, el tratamiento casuístico de la conversión no obsta a la
posibilidad de que el problema sea reconducido, según el caso, a un problema de calificación
jurídica del acto. En este último marco, a la luz del principio de conservación, el juez debiese
preferir doral al acto de una calificación que lo torne eficaz.

Sección sexta: El error común acerca de la causa de invalidez

Conceptos generales del error común


A fin de conciliar el derecho y la equidad parece oportuno apoyarse en el principio error
communis facit ius para sostener que el error no individual, sino común, en torno a la causa
de invalidez del negocio, lo hace inatacable, como si hubiese sido válidamente constituido.
Esta es la posición tradicional de la doctrina francesa, que estima que el error común sobre l
causa de nulidad valida al acto en que incidió el vicio.

Sección séptima: Teoría de la Apariencia

Conceptos
Se puede concebir como aquella teoría en virtud de la cual es derecho ampara a quien ha
actuado legítimamente guiado en la apariencia, protegiéndose los derechos adquiridos en
base a ella.
El efecto de la aplicación de la teoría es justamente la protección de los derechos que las
personas han adquirido en base a la legítima confianza de que la apariencia constituye
realidad.

Origen histórico
Maria Agnes Salah señala que la teoría de la apariencia está íntimamente relacionada con la
teoría del error común. A partir del reconocimiento de esta última teoría en el derecho
romano, se sentó la base para el ulterior desarrollo de la teoría de la apariencia.
La diferencia entre una y otra teoría estriba en que en la teoría del error común se exige que
el error sea compartido por la totalidad o inmensa mayoría de habitantes de una
comunidad; en cambio, en la teoría de la apariencia basta con un sujeto haya confiado
legítimamente en la corrección de la apariencia.
No toda confianza en la apariencia debe ser tutelada. Para determinar la procedencia de la
teoría, habrá que atender en base al estándar de una persona media razonable,
efectivamente la apariencia tuvo la aptitud de producir una confianza merecedora de tutela
jurídica.

Fundamento
La doctrina no es pacifica al respecto (hay quienes estiman que el fundamento estriba en la
seguridad jurídica), María Agnes Salah propone que la teoría de la apariencia se fundamenta
en la buena fe objetiva, que corresponde con el estándar de la persona media razonable y,
por tanto, permite discernir en que casos es justo conceder tutela jurídica.

La teoría de la apariencia en el CC
No existe reconocimiento generalizado en el CC, pero, la doctrina menciona normas basadas
en su espíritu:
A) Artículo 1576: si se paga al tercero poseedor del crédito, y existe buena fe, el pago es
válido (se protege al deudor que ha obrado confiando en que el tercero es efectivamente el
acreedor)
B) Artículo 704 Nº4: el heredero a quien se ha concedido la posesión efectiva por
decreto
judicial o administrativo puede adquirir el derecho real de herencia por prescripción de 5
años
C) Artículo 2173: si ha expirado el mandato y el mandatario, con o sin conocimiento de
esto, celebra contratos con terceros a nombre del mandante, éste ultimo igualmente resulta
obligado respecto a dichos terceros (se protege a los terceros que de buena fe han creído en
los poderes del mandatario)
D) Artículo 1739 inciso 4º: se protege a los terceros de buena fe que han celebrado
contratos a título oneroso con uno de los cónyuges respecto a bienes muebles. Una vez
realizada la tradición, no se puede alegar a su respecto que los bienes muebles eran sociales
o del otro cónyuge.
E) Artículo 2058: se protege a los terceros que de buena fe han celebrado contratos con
una sociedad de hecho.
F) Artículo 1707: las contraescrituras no producirán efectos respecto de los terceros
que
de buena fe hayan confiado en el acto simulado contenido en escritura pública.

Requisitos: se exige la concurrencia de dos requisitos


1. Elemento material: la existencia de un hecho o conjunto de hechos que configuran
una apariencia en la que el tercero confía
2. Elemento intelectual: la creencia o conciencia errónea de que lo observado
constituye la realidad.

Sección octava: Teoría de los Actos Propios


Conceptos
Aquella teoría que postula la inadmisibilidad de una pretensión lícita pero evidentemente
contradictoria a la propia conducta pasada.
El efecto de esta teoría es justamente la inadmisibilidad de esta segunda pretensión.

Origen histórico
Se encuentra en el derecho romano, particularmente en el reconocimiento de la máxima
“venine contra factum proprium non valet”

Teoría de los actos propios en el CC


Si bien no se encuentra reconocida de manera expresa y general, la doctrina señala las
siguientes manifestaciones:
A) Artículo 1683, en cuanto no se puede solicitar la declaración de nulidad absoluta por
la persona interesada que ha conocido o debido conocer del vicio que invalida el acto.
B) Artículo 1234, que establece que la aceptación de la herencia o legado es irrevocable;
esto es, no puede ser dejado sin efecto por la meda declaración de voluntad de quien ha
aceptado.
C) Artículo 1237, también establece la irrevocabilidad de la repudiación
D) Artículo 189 inc 2, en cuanto el reconocimiento de un hijo es irrevocable, aunque se
contenga un testamento revocado por otro. (a propósito de este caso en que Roma surge la
máxima venire contra factum proprium non valet)
Es posible encontrar manifestaciones claras en las reglas de formación del consentimiento:
A) Artículo 99 CDC, establece que no puede haber retractación de la oferta en que el
proponente se ha comprometido a esperar contestación o a no disponer de la cosa sino
transcurrido cierto plazo.
B) Artículo 100 CDC, establece que la retractación tempestiva hace responsable al
oferente de los daños provocados al destinatario.

Fundamento
Se fundamenta en la buena fe objetiva. Para que se pueda proteger a la contraparte o el
tercero que ha confiado y determinado su propia conducta en la conducta originaria del
sujeto, se requiere que dicha confianza sea merecedora de tutela jurídica y esto, como es
lógico, se aprecia en abstracto, conforme al estándar de la buena fe objetiva.

Requisitos
A) Existencia de una conducta por parte de un sujeto, que debe ser susceptible de influir en
terceros.
B) Existencia de una segunda conducta por parte del mismo sujeto, la que, si bien
generalmente se materializa en el ejercicio de un derecho subjetivo, es contradictoria con la
conducta anterior.
C) La contradicción de las conductas debe causar un perjuicio a la contraparte o a los
terceros que confiaron en la primera conducta
Diferencias entre la teoría de la apariencia y la teoría de los actos propios
A) Los requisitos de una y otra son distintos
B) La secuencia temporal que se exige en el caso de una y otra: en la teoría de la apariencia
basta la existencia de un solo hecho (elemento material); en la teoría de los actos propios
deben sucederse dos conductas contradictorias en entre sí.
C) Los sujetos beneficiados por las doctrinas en comento: en la teoría de la apariencia son
muchos y diversos los sujetos que pueden verse protegidos (aquellos que hayan confiado en
la apariencia); en la teoría de los actos propios se requiere que los sujetos protegidos hayan
confiado en la primera conducta, viéndose perjudicados por la contradictoriedad de la
segunda.
D) Su ámbito de aplicación: la teoría de la apariencia tiene un ámbito de aplicación amplio; la
teoría de los actos propios se aplica sobre todo en materia contractual, ya sea en la fase
precontractual, en la de ejecución o en la de terminación de un contrato.
E) Los efectos jurídicos que produce la aplicación de una y otra doctrina: el efecto principal
de la teoría de la apariencia es la protección de los derechos adquiridos originariamente en
base a la apariencia; en la teoría de los actos propios, el efecto consiste en la inadmisibilidad
de una pretensión contradictoria con una conducta propia anterior.
AMBAS TEORÍAS HAN TENIDO RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL

CAPÍTULO VII. LA REPRESENTACIÓN EN LOS ACTOS JURÍDICOS

I. Generalidades
La representación se define como la institución jurídica en virtud de la cual los efectos de un
acto que celebra una persona que actúa a nombre o en lugar de otra, se radican en forma
inmediata y directa en esta última, como si ella personalmente lo hubiera celebrado.
Nuestro CC se refiere a la representación en el artículo 1448
En la representación intervienen 2 personas:
A) El representante, quien celebra el acto jurídico a nombre o en lugar de otra
B) El representado, que es la persona en quien se radican los efectos del acto ejecutado
por el representante.

II. Poder de representación


El poder de representación se define como la autorización que tiene una persona para
concertar negocios por cuenta de otra, obligando exclusiva y directamente al representado.
Doctrinariamente poder y facultad son cosas distintas: La facultad es la capacidad de una
persona para regular sus propios intereses; el poder es la potestad de una persona para
actuar y ejecutar actos jurídicos que dicen relación con los intereses de otras personas
El apoderamiento consiste en el acto por el cual se le atribuye a una persona el poder para
representar a otra.

Clases de representación
A) Representación legal: hay personas respecto de las cuales no se reconoce (o
limitadamente) la autonomía privada. Por eso la ley atribuye poder a otras personas que los
representan. El representante debe ser legalmente capaz.
B) Representación voluntaria: surge como consecuencia de un acto voluntario del
interesado que le otorga poder a otra persona para que actúe a su nombre. Presupone la
libertad de decidir actuar personalmente o por medio de otro. En este caso basta que el
representante tenga suficiente discernimiento y juicio, incluso puede ser un mejor adulto.

Mandato y representación voluntaria


La mayoría de la doctrina no concibe la representación sin la existencia de un mandato. Vial
opina que son dos cosas distintas:
A) En primer lugar el mandato es un contrato; el apoderamiento, elemento esencial de la
representación, es un acto jurídico unilateral del interesado.
B) El mandato acarrea una obligación para el mandatario; el apoderamiento acarrea una
consecuencia jurídica que es el poder de representación.
C) La representación no es de la esencia del contrato, es decir, hay mandato sin
representación; el apoderado tiene siempre la calidad de representante de otro.
 Si bien el apoderamiento es un acto jurídico unilateral, una vez que el representante
lo acepta y actúa a nombre del representado, está actuando como mandatario. El mismo
Vial reconoce que cada vez que se otorga a una persona poder de representar, se le ofrece al
mismo tiempo, al menos tácitamente, la celebración de un mandato.
No todo mandatario actúa como representante voluntario del mandante, pero todo
representante voluntario, una vez que acepta el poder y actúa a nombre de quien lo ha
autorizado, obra como mandatario.

III. Naturaleza Jurídica de la Representación

Teorías

A) Teoría de la ficción legal (Pothier): plantea que los efectos jurídicos de un acto
ejecutado por el representante en nombre del representado se radican en este último por
una ficción legal que entiende que el representado fue quien concurrió efectivamente con su
voluntad.

B) Teoría del mensajero (Savigny): el representante es un mero comunicador de la


voluntad de su representado, no es más que un simple mensajero que transmite la
manifestación de voluntad de la persona en nombre de la cual actúa.

Ambas teorías tienen como crítica que no logran explicar la representación legal. Además,
sería problemático sostener que la voluntad y el conocimiento del representado son lo único
decisivo, eliminándose el nexo contractual, la voluntad y conocimiento del representante.

C) Teoría a de la doble contratación (Thol): en primer lugar, el representante no es un


mero comunicador de la voluntad del representando, sino que por medio de su voluntad es
que se concreta la voluntad del representado.
Los efectos del acto jurídico se radican en la persona del representado por la celebración de
dos contratos con el tercero.
El primer contrato es entre el representante y el tercero, en donde se manifiesta y se hace
referencia a la voluntad del representado y al poder de representación. El segundo contrato
es entre el representado y el tercero, en donde, sobre la base de la referencia hecha en el
primer contrato, se concluye el definitivo.
Se crítica esta teoría en dos sentidos:
1º. Parte de la base de que el representante tiene una cierta autonomía para concretar la
voluntad general del representado. En el caso de que el poder fijarse todos los puntos del
negocio, no quedaría margen alguno para la voluntad del representante.
2º. Parte del supuesto de que en el poder existe una voluntad dirigida hacia la conclusión
inmediata de un acto jurídico concreto. El poder no es la voluntad acabada ni la declaración
contractual todavía imperfecta. Es un acto jurídico perfecto, con contenido volitivo propio y
distinto del negocio principal.

D) Teoría de la cooperación de voluntades (Miteis): ambas voluntades concurren para la


formación del acto. La voluntad del representante se complementa con la del representado,
y el apoderamiento es parte integrante del contrato principal.
Critica: cuando el apoderamiento se concibe en términos extraordinariamente acabados y
precisos, no cabe prácticamente al representante ninguna participación.

E) Teoría de la actuación relevante del representante (Hupka): el representante es la


pieza clave en la celebración del acto jurídico y su voluntad es determinante, ya que, debe
concebir y transmitir la disposición voluntaria en su totalidad. El representado justamente
tiene la voluntad de que el acto jurídico sea celebrado por su representante sobre la base de
la propia decisión o voluntad de este. El poder es sólo condición y límite para la eficacia final
del acto

F) Teoría de la modalidad: los efectos de los contratos celebrados por una persona, se
radican en otra persona, ya que, la representación es una modalidad que altera de esa forma
los efectos propios de los actos jurídicos
¿Por qué es una modalidad? Porque lo normal es que efectos de un acto jurídico se radiquen
en el patrimonio de la persona o las personas que los celebran. La representación altera los
efectos normales del acto, y es por eso por lo que puede entenderse como una modalidad.
Esta es la tesis a la que adhiere la doctrina mayoritaria.

IV. Influencia de las circunstancias personales del representante o del


representado en el acto jurídico

Conceptos generales
La pregunta es cual voluntad prima, y es relevante, ya que de su respuesta dependen
variadas consecuencias jurídicas.
Hupka propone el siguiente criterio orientador: el conocimiento del representante no
perjudica al representando más que cuando un interés preferente de la otra parte o de un
tercero lo exige; el conocimiento del representado solo deja de perjudicarle cuando por
razones de hecho o de derecho no esté en condiciones de impedir al representante la
conclusión del negocio.

¿Quién debe ser capaz?


Para Savigny, en tanto él estima que el representante solamente transporta la voluntad del
representado, solo el representado debe ser capaz. El representante poco y nada importa,
dado su rol de simple mensajero. No obstante, si estimamos que es el representante quien
manifiesta su voluntad, este debe ser capaz, tal como veremos a continuación:
A) Capacidad del representado:
 Representación legal: normalmente un incapaz absoluto o relativo
 Representación voluntaria: debe ser capaz
B) Capacidad del representante
 Representación legal: debe ser capaz
 Representación voluntaria: puede ser incapaz, al menos debe tener suficiente
criterio, juicio y discernimiento, para que obligue al representado frente a terceros,
lo que restringe su posible incapacidad únicamente a ser menor adulto.
El artículo 2128 faculta al menor adulto para ser mandatario sin autorización de su
representante legal, y sus actos son válidos respecto de terceros en cuanto obliguen a estos
y al mandante. No obstante, en cuanto a las obligaciones que el mandatario incapaz
contraiga con el mandante o con terceros, se siguen las reglas generales de capacidad.

En relación con las formalidades


El representante debe cumplir con las formalidades del acto, y también debe respetar las
formalidades que tengan por objeto proteger al incapaz.

En relación con los vicios del consentimiento


a) El error del representante vicia el consentimiento siempre que sea relevante también para
el representado
b) La fuerza o dolo determinante que se ejerzan sobre el representante vician el
consentimiento
c) El error relevante del representado o la fuera o dolo que se ejerza sobre él hace anulable
el poder y, por consiguiente, el acto.

¿Qué pasa si el representante o el representado ejercen fuerza sobre el otro contratante? En


el caso de la fuerza, es indiferente quién la emplee, pues si es determinante, de todos
modos, vicia el consentimiento.
El problema se origina en el dolo, pues debe ser obra directa de una de las partes (por
ejemplo, el representante) o ser conocido por este. Vial cree que el dolo o la mala fe del
representante afectan al representado aun cuando este último haya estado de buena fe, lo
que constituye una consecuencia del reproche que el legislador hace a los desplazamientos
patrimoniales en los que ha incidido el dolo.
En caso de que el dolo o la mala fe existan en el representado, este deberá soportar sus
consecuencias, pues en él se radican los efectos del acto y no puede valerse de un tercero
para escapar a las sanciones de la mala fe. En otras palabras, si el dolo o mala fe proviene del
representado, se entiende que esta igualmente afecta la validez del acto. De esta manera,
Vial entiende que la mala fe del representado hace imposible que el representante, aun
estando de buena fe, adquiera la posesión regular. Esto porque el representado no podría
aprovecharse legítimamente de esta artimaña.
Otro problema se produce con la excepción a la titularidad de la nulidad absoluta que
prohíbe demandar la nulidad a aquel que sabía o debía saber del vicio del cual adolecía el
acto o contrato. Respecto a este punto nos remitimos a lo ya expuesto. La postura que se
adopte es importante, pues, en caso de que el vicio sea objeto o causa ilícitos, también
determinará la aplicación o no aplicación del artículo 1468, esto es, la imposibilidad de
repetir lo que se ha dado o pagado por objeto o causa ilícita a sabiendas.
Con respecto a las impugnaciones de las enajenaciones hechas por el deudor representado,
si el representado comete fraude pauliano y el representante no lo sabía, los acreedores
pueden ejercer la acción pauliana. Si el representado no comparte el fraude pauliano que sí
existe en el representante, los acreedores también tienen acción pauliana y el deudor-
representado se ve afectado, ya que se protege más a los acreedores.

V. Requisitos para que el acto del representante surta efectos respecto del
representado
1. El representante declare su propia voluntad: el representante da vida al acto jurídico
2. El representante lo haga en nombre y lugar de otro para que se obligue ésta y no él.
El representante tiene que manifestar, de alguna manera, que su declaración se refiere a
otra persona, a nombre de la cual está obrando. Si falta esta referencia, el acto jurídico va a
surtir efectos para el representante y no para el representado. Deben aplicarse las reglas
generales sobre la manifestación de voluntad.
Es requisito esencial de la representación, no existe en el mandato sin representación. El
mandatario sin representación si bien actúa en interés de otra persona, lo hace a nombre
propio.
3.El representante tenga poder de representación. Debe ser anterior a la celebración del acto
(excepción: agencia oficiosa y los casos de representación).

Causales de extinción del poder de representación


1. Revocación de poder
2. Muerte del representado
3. Muerte del representante
4. Incapacidad sobreviniente del representante

Exceso o defecto de poder de representación


Tiene lugar cuando la actividad en nombre de otro no es conforme al poder de
representación, pues el poder es más reducido o falta completamente.
El Código da reglas para el caso del mandatario que actúa excediendo los límites del poder o
faltando el mismo:
a) El mandante cumplirá las obligaciones que a su nombre ha contraído el mandatario
dentro de los límites del mandato (artículo 2160 inc. 1°). Límites del mandato equivalen al
contenido del poder de representación. En consecuencia, lo realizado en exceso o defecto
del poder no obliga al representado: el acto jurídico le es inoponible.
b) Cuando el mandato expira por una causa ignorada por el mandatario, lo que este haya
hecho en ejecución del mandato es válido y da derecho a terceros de buena fe contra el
mandante. Si el mandatario sabía la causa, el mandante también queda obligado ante
terceros de buena fe, pero tiene derecho a que el mandatario le indemnice (artículo 2173).
En consecuencia, el acto le será oponible siempre que el tercero esté de buena fe. Esto,
como ya vimos, es una manifestación de la teoría de la apariencia.
c) El mandatario que excede los límites del mandato solo es responsable ante el mandante, y
no ante terceros sino cuando:
(i) no les da suficiente conocimiento de sus poderes;
(ii) se obliga personalmente (artículo 2154). Esta es la regla general en lo relativo a la
representación con exceso o defecto de poder.
d) El mandante es obligado por lo ejecutado fuera de los límites del mandato si ratifica
expresa o tácitamente cualquier obligación contraída a su nombre (artículo 2160 inc. 2°).
260. La ratificación.
El acto jurídico celebrado en exceso o defecto de poder no tiene un vicio de nulidad, pero es
un negocio con eficacia suspendida: será ineficaz si la persona a cuyo nombre se realiza no lo
ratifica, y será eficaz en caso contrario.
En este caso, la ratificación consistirá en el acto mediante el cual el interesado por sí hace
eficaz el acto que ha sido concluido en su nombre. Es un acto jurídico unilateral que debe
emanar del interesado o sus herederos. Además, es un acto jurídico irrevocable una vez que
la persona ante quien se otorga toma conocimiento de ella.
Se discute ante quién debe darse la ratificación: frente al que actuó como representante o
frente al que contrató con él. Vial opina que les interesa a los dos, por lo tanto, conocida por
cualquiera, la ratificación se vuelve irrevocable.
La ratificación no se sujeta a formalidades especiales. Puede manifestarse expresa o
tácitamente. Para algunos, si el acto que se ratifica es solemne, la ratificación debe ajustarse
a la misma solemnidad.

También podría gustarte