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Acto Jurídico Ii
Acto Jurídico Ii
Capítulo IV - La Causa
I. Conceptos Generales
En el derecho romano cásico, dado que los contratos eran típicos y se perfeccionaban por la
observancia de una formalidad o por la entrega de una cosa, el fundamento de la
obligatoriedad se encontraba justamente en la observancia de la formalidad o en la entrega
de la cosa. Si bien se utilizaba la expresión “causa”, referida justamente al elemento formal o
hecho material que hacía nacer la obligación, no se desarrolló en el derecho romano una
teoría de la causa en los términos en que la conocemos actualmente.
Durante el Derecho Canónico Medieval, en cambio, con la aceptación de los pactos
desnudos -cuyas bases se venían asentando, ya en el derecho romano postclásico-, se hizo
necesario perfilar una teoría que permitiese justificar la fuera obligatoria de las
declaraciones de voluntad, De esta manera, comienza a plantearse que los pactos desnudos
son eficaces en la medida en que exista una causa y ésta sea justificada; en términos de
Baldo, si el pacto es nudum a solemnitate, no debe ser nudum a causa.
El punto fue posteriormente desarrollado en el antiguo derecho francés, principalmente por
Domat y Pothier, quienes generalizaron la necesidad de la causa, pasando posteriormente a
la codificación francesa y a la generalidad de los códigos de inspiración francesa.
En la tradición germánica, se prescindió de esta categoría, no siendo reconocida por el BGB
alemán.
En términos generales, los causalistas, señalan que el acto jurídico requiere, como supuesto
esencial para su existencia una causa. Y para que el acto jurídico sea válido, la causa debe ser
lícita.
En cambio, los anticausalistas postulan que para la existencia del acto jurídico bastan la
voluntad y el objeto.
Desde ya debe prevenirse que algunos causalistas hablan de la causa refiriéndose a la causa
de la obligación y otros a la causa del acto o contrato.
Doctrina Italiana
Se puede distinguir entre la teoría de la causa abstracta y la teoría de la causa concreta. La
primera fue desarrollada por Betti quien sostenía que la causa es un requisito del acto
jurídico y no de la obligación; es la función económico-social que caracteriza al tipo de
negocio de que se trate. El derecho reconoce la causa cuando la estima relevante para sus
fines.
Mantiene la objetividad en la doctrina clásica, afirmando que en todos los contratos de una
misma clase existe una misma causa. En los contratos onerosos la causa está en el
intercambio de prestación y contraprestación. Ej. En la compraventa, el intercambio de la
cosa y el precio.
Respecto a la licitud de la causa, Betti postula que, si el acto jurídico que se celebra está
regulado por el derecho, se presume la licitud pues el legislador lo ha regulado
expresamente por estimar beneficiosa su función económico-social. En cambio, si se trata de
un acto jurídico innominado, será el juez quien apreciará si la función económico-social que
cumple el acto merece o no tutela jurídica.
Doctrina Anticausalista
Planiol plantea que la noción de causa abstracta (teoría clásica) es falsa e inútil.
Doctrina Neocausalista
Desarrollada eminentemente por Capitant, los partidarios de esta tesis vinculan la causa por
el interés jurídico y económico que se aspira a satisfacer con la ejecución del contrato. En
este sentido, en los contratos bilaterales, la causa de cada obligación no se explica tanto en
función de las obligaciones recíprocas, sino en relación con la situación jurídica que se
alcanza una vez que las obligaciones son cumplidas. En el ámbito nacional, Lyon Puelma, en
una visión afín a esta perspectiva, señala que la causa es el resultado final que se deriva de la
ejecución de un contrato y la situación jurídica que ampara tal resultado. La causa se
requiere para el contrato (tal y como señala el art 1476), y como tal, sirve para justificar la
existencia de las obligaciones contraídas; mas, en sí misma, la causa es el punto de
referencia que se espera alcanzar una vez que las obligaciones nacidas del contrato se han
ejecutado completa y normalmente.
Doctrina ecléctica
En opinión de Vial, para determinar lo que constituye la causa se hace necesario distinguir,
previamente, entre la causa del acto o contrato y la causa de la obligación, pues tal
distinción es realizada, a lo menos implícitamente, por el Código Civil.
a) Causa del acto o contrato: de acuerdo con la propia definición que da el Código, la
causa del acto o contrato es el motivo que induce a su celebración. La palabra
motivo, según su sentido natural y obvio, designa los móviles psicológicos,
individuales y subjetivos.
b) Causa de la obligación: en este caso, el legislador sigue la doctrina tradicional: la
causa de la obligación es abstracta e idéntica para cada categoría de contrato.
Doctrina unitaria
Últimamente algunos autores defienden una noción unitaria de causa que permita justificar
tanto la existencia como la validez del acto. Lyon Puelma señála que la causa es el resultado
final a que se aspira y la situación jurídica que lo ampara, siendo lícita cuando tan resultado
final y la situación jurídica que lo ampara no son contrarios a la ley, el orden público o las
buenas costumbres. Desde esta aproximación, la causa sería ilícita cuando el resultado final
proyectado y/o la situación jurídica que lo ampara resultan contrarios a la ley, el orden
público o las buenas costumbres.
A mayor abundamiento, la existencia de causa, que es la que lleva o motiva a celebrar el
acto o contrato, justifica la existencia de la obligación contraria.
Conceptos generales
No es necesario que el autor o las partes de un acto jurídico expresen la causa. La ley
presume que todo acto jurídico tiene una casa y que el motivo es lícito. Por tanto, la prueba
de la falta o ilicitud de la causa corresponde a quien la alega.
Es difícil que no exista un motivo, pero no imposible. Vial estima que falta causa en dos
casos:
a) Falta de causa en los actos simulados: Existe un acto jurídico meramente aparente,
que oculta lo que las partes quieren y su motivo es el engaño a terceros. Pero no
existe un motivo real que induzca a la celebración del acto jurídico simulado; hay
motivo para la simulación, pero no para la celebración del contrato simulado. Por
tanto, éste contrato es inexistente por falta de causa. (o nulo absolutamente)
b) Falta de causa en los actos que tienen como único motivo la creencia errada de que
existe una obligación: este es el caso del art. 1467 inciso final. La declaración tiene,
en este caso, una causa falsa, lo que equivale a decir que carece de causa real, y por
faltar a este requisito, es inexistente (o nulo absolutamente)
Conceptos: según la causa que se tome en cuenta o no al constituirse los actos jurídicos,
éstos se clasifican en causales y abstractos.
Causales: son los actos en cuyo perfeccionamiento debe concurrir como elemento esencial
la causa. Si falta o es ilícita, el acto adolece de nulidad absoluta y no produce efecto alguno.
Ejemplos de actos causales: compraventa, arrendamiento, mutuo, comodato.
Abstractos: aquellos en cuyo perfeccionamiento, si bien existe una causa, esta no se
desempeña como elemento constitutivo. Se perfeccionan y funcionan separados o
abstraídos de la causa, desvinculados de ella. Por tanto, si falta la causa o es ilícita, el acto
queda válido y produce sus efectos.
El fundamento de esta distinción radica en que, tratándose de los actos abstractos, al revés
de lo que sucede con los causales o concretos, la causa no es requisito esencial en el
perfeccionamiento de ellos, no se toma en cuenta para su constitución o eficacia; pero esto
no significa que no existe.
I. Generalidades
Conceptos generales
Las formalidades se definen como aquellos requisitos que dicen relación con la forma o
aspecto externo del acto jurídico, requeridos por la ley con objetivos diversos y cuya omisión
se sanciona en la forma prevista por el legislador
Según su fin para el cual se exigen pueden distinguirse varias especies de formalidades y su
no observancia en los actos en que deben concurrir trae sanciones diversas para éstos.
Son especies de formalidades: a) Las solemnidades; b) Las formalidades habilitantes; c) Las
formalidades de prueba y d) Las medidas de publicidad.
Las formalidades pueden consistir en instrumentos públicos, instrumentos privados,
presencia de funcionarios públicos y/o de testigos, medidas de publicidad, etc.
Formalidades habilitantes
Aquellas que la ley las exige para completar la voluntad del incapaz o para protegerlo.
Ejemplos: autorización del padre, madre o curador para los actos de hijo o la autorización
judicial, para gravar o hipotecar el bien raíz de un hijo.
Excepcionalmente la ley exige estas formalidades para proteger a las personas plenamente
capaces: es el caso ciertas formalidades exigidas por la ley para proteger los intereses de la
mujer casada en sociedad conyugal respecto a determinados actos que desee celebrar el
marido como administrador ordinario (arts. 1749, 1754, 1755 y 1756)
Formalidades de publicidad
Aquellas formalidades que tienen por objeto poner en conocimiento a terceros de
determinados actos jurídicos.
Pueden ser:
a) De simple noticia: tienen como objeto que tanto el público en general como terceros
interesados tomen conocimiento de las relaciones jurídicas de otras personas, a fin
de evitar posibles perjuicios en el futuro.
Ejemplo: la notificación al público por medio de tres avisos publicados en un periódico de los
decretos de interdicción provisoria o definitiva del demente y del disipador (arts. 447 y 461)
La falta de esta tiene por sanción la responsabilidad de la persona que debió cumplir el
trámite de la publicidad y no lo hizo. Debe indemnizar a aquel que sufrió un perjuicio a causa
de la infracción. Esta responsabilidad deriva de un cuasidelito y se funda en la disposición
general del CC del art. 2314.
b) Sustanciales: tienen por finalidad precaver únicamente a terceros interesados de la
realización de determinados actos jurídicos. Ej. en la notificación de un deudor de la
cesión de un crédito.
La omisión de estas tiene sanción mas severa: la ineficacia del acto respecto a terceros, esto
es, la inoponibilidad.
II. Sanción por la omisión de una formalidad
Efectos que produce la omisión de una formalidad exigida por vía de prueba
No se podrá probar el acto por determinados medios de prueba.
I. Generalidades
Conceptos generales
Siguiendo la doctrina italiana, el fin perseguido por el autor o las partes de un acto jurídico,
al menos en forma inmediata, es un fin práctico, de contenido socioeconómico.
No obstante, la brecha entre los efectos (fines) que persiguen las partes y los que la ley
atribuye a los actos jurídicos no debiese ser muy pronunciada. En efecto, existe una estrecha
relación entre el fin perseguido por el autor o las partes de un acto jurídico y los efectos que
la ley asigna al mismo.
Desde la perspectiva de la doctrina italiana, si el fin es merecedor de tutela, el ordenamiento
crea una figura típica a través de la cual se puede lograr la satisfacción de la necesidad del
sujeto, y determina los efectos que producirá el tipo creado teniendo presente qué es lo que
el sujeto persigue con él.
Los efectos del acto jurídico son la visión que tiene el legislador del fin práctico. Es la
conversión de éste a un fin jurídico.
A) Efectos esenciales
Aquellos que determina la ley y que se producen como obligada consecuencia de su
celebración, de modo tal que las partes no pueden descartarlo ni sustraerse de a ellos. Ej. En
la compraventa son efectos esenciales la obligación del vendedor de entregar la cosa y la
obligación del comprador de pagar el precio.
C) Efectos accidentales
Aquellos que las partes pueden, en virtud de la autonomía privada, incorporar a los actos
jurídicos. No están previstos por el legislador, ni tampoco prohíbe su incorporación. Ej. en la
compraventa las partes pueden estipular un pacto comisorio.
II. Personas respecto a las cuales se producen los efectos de los actos jurídicos
I. Generalidades
Conceptos generales
No toda disconformidad del acto con el ordenamiento jurídico se sanciona con la ineficacia
de aquel. De hecho, ante disconformidades poco importantes o irrelevantes, la doctrina
moderna estima que debe prevalecer la eficacia. Por lo tanto, la regla general es que el acto
produzca sus efectos.
Cuando el ordenamiento sanciona con ineficacia es contra el acto.
Vial explica que el acto jurídico es ineficaz cuando no produce efecto alguno o cuando sus
efectos se producen de modo efímero o caduco.
En términos generales, la ineficacia es la reacción del ordenamiento jurídico en cuya virtud,
o bien se priva de efectos a aquel acto que no cumple con los requisitos de existencia o
validez establecidos en la ley, o bien, por una causa coetánea o posterior a la celebración de
un acto válido, se eliminan, reducen o perturban sus efectos.
En términos mas simples, la ineficacia puede deberse a causas o defectos más intrínsecos, a
saber, la omisión de requisitos exigidos para la existencia o validez del acto; o a causas o
defectos extrínsecos, esto es, hechos externos o ajenos a la estructura del acto jurídico. Ej. si
bien la aceptación o notificación al deudor no constituyen un requisito de existencia ni de
validez de la cesión de derechos, en caso que no se observe dicha formalidad de publicidad
la cesión será inoponible al deudor.
En sentido amplio la ineficacia comprende ambas causas, tanto intrínsecas como extrínsecas.
En sentido estricto, la ineficacia se refiere únicamente a aquella que deriva de causas
extrínsecas, es decir, causas externas o ajenas que privan o restringen la eficacia de un acto
jurídico válido.
Resolución
Consiste en la extinción de un derecho y su obligación correlativa derivada del acaecimiento
de una condición resolutoria. La condición resolutoria a su vez se define como el hecho
futuro e incierto del cual depende la extinción de un derecho y su correlativa obligación. En
otras palabras, la resolución se produce como consecuencia del cumplimiento de una
condición resolutoria.
Es particularmente importante la resolución por inejecución en un contrato bilateral, en que
la resolución además de modo de extinguir, opera como sanción de ineficacia.
Revocación
Es una declaración de voluntad unilateral mediante la cual el autor de un acto jurídico
anterior se retracta del mismo y lo deja sin efecto. Generalmente opera respecto de actos
jurídicos unilaterales (aunque incluso respecto de estos, la regla general es la
irrevocabilidad; arts. 1234 y 1237); excepcionalmente, como se menciono anteriormente, la
ley contempla casos en que procede respecto de actor jurídicos bilaterales (lo normal es que
no procesa, pues para que una convención quede sin efectos es necesario el consentimiento
de las partes. Ese espíritu está reflejado en el art. 1545 del CC.)
Hay actos que por su propia naturaleza son esencialmente revocables, como el testamento.
También se habla de revocación para referirse a la pérdida de eficacia de los actos de
disposición del deudor en fraude de los acreedores: estos actos pueden dejarse sin efecto
frente a los acreedores que hayan ejercitado la acción revocatoria o Pauliana y en la medida
en que perjudiquen sus créditos. Con todo, es discutida la naturaleza jurídica de esta acción.
Desistimiento unilateral
Como explica el profesor Boetsch, el desistimiento unilateral es el término de la relación
contractual decidido por una de las partes y comunicado a la otra. Este derecho sólo puede
ejercitarse por excepción, cuando la ley lo establece o los contratantes lo pacta.
Generalmente se da en los contratos de tiempo indeterminado o de ejecución continuada o
periódica.
Una de las formas de desistimiento es el desahucio en el contrato de trabajo y en el de
arrendamiento.
El desistimiento unilateral puede ser una facultad reconocida a una de las partes antes de
que el contrato haya comenzado a ejecutarse o después. De ordinario el aviso que debe
darse a la otra parte se exige que se haga con determinada anticipación para que ella pueda
proveer con debido tiempo lo concerniente a la disolución de la relación.
A menudo se para una multa o arra penitencial como contraprestación del desistimiento.
La distinción entre la revocación y el desistimiento unilateral radica en que la revocación es
un acto sucesivo que tiende primero a borrar o retirar el acto jurídico originario,
desapareciendo mediatamente o por vía de consecuencia los efectos de éste. El
desistimiento, aunque también es un acto jurídico sucesivo, se encamina, en cambio a
disolver inmediatamente la relación establecida por el contrato: no ataca a éste para
derribarlo ni lo cuestiona: solo pretende poner fin a la relación y, naturalmente, sólo para el
futuro (ex nunc) y no con retroactividad (ex tunc).
Caducidad
Si bien su concepto es fuertemente discutido en la doctrina, puede definirse como la pérdida
de un derecho por no haberse hecho valer en el plazo que de antemano ha fijado para su
ejercicio la ley o la voluntad de las partes. Generalmente esta pérdida está referida a
derechos potestativos, es decir, a derechos que la ley concede o reconoce a una persona y
que pueden ser o no ejercidos según sea su voluntad.
No siempre la caducidad está referida a la pérdida de un derecho potestativo por no haberse
ejercicio dentro de determinado plazo. Ej. los testamentos privilegiados caducan sin
necesidad de revocación, en los casos previstos por la ley (1212 inc. 2º).
Inoponibilidad
Es la sanción legal que consiste en el impedimento de hacer valer, frente a ciertos terceros,
un derecho nacido de un acto jurídico válido o de uno nulo, revocado o resuelto. Dichos
terceros están facultados para oponerse a que los alcancen los efectos de un acto jurídico
válido o los de la nulidad, revocación o resolución del acto, efectos que los perjudican.
Los terceros que pueden alegar la inoponibilidad son, por lo general, los llamados terceros
relativos, es decir, aquellos que no pueden estimarse como representantes de las partes y
que están o estarán en relaciones con éstas.
En nuestro ordenamiento jurídico, al igual que en los extranjeros, los principios generales de
la inoponibilidad no están regulados. Ni siquiera se emplea en el CC. La palabra
inoponibilidad; la referencia a la idea que ella implica se hace con frases como las de “no
valdrán respecto de”, “no producirán efectos contra terceros” y otras por el estilo.
En las leyes chilenas se empezó a usar el vocablo inoponibilidad solo a partis de la segunda
mitad del siglo XX. En este sentido puede citarse, por ejemplo, la ley Nº18.175, de 28 de
octubre de 1982, sobre Quiebras, hoy en día derogada por la ley 20.720.
A) Inoponibles de forma
i.Inoponibilidades por omisión de formalidades de publicidad: Estas formalidades son
aquellas destinadas a que los terceros interesados tomen conocimiento de un acto o
contrato celebrado por las partes, o de la ocurrencia de un hecho de relevancia jurídica.
Casos de inoponibilidades por falta de publicidad:
Las contra escrituras públicas no producen efectos con respecto a terceros cuando
no se ha tomado debido a su contenido al margen de la escritura matriz cuyas
disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado (copia) en cuya virtud ha
obrado el tercero (art 1707 inc 2º). Solo mediante estas dos anotaciones la ley
presume que los terceros han tomado o podido tomar conocimiento de la
contraescritura. Si estas dos anotaciones no se hacen o se omite cualquiera de ellas,
la contraescritura es inoponible, no afecta a terceros. Entre las partes la
contraescritura es perfectamente válida, pues la disposición transcrita sólo tiene por
objeto proteger a los terceros.
La cesión de un crédito personal no produce efecto contra el deudor ni contra
terceros mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por
éste (1902).
La sentencia judicial que declara una prescripción hace las veces de escritura pública
para la propiedad de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos; pero no
vale contra terceros sin la competente inscripción (2513).
Declarada en interdicción de administrar lo suyo una persona por disipación, la
sentencia que hace la declaración debe inscribirse en el Registro de Interdicciones y
Prohibiciones de Enajenar que lleva el Conservador de Bienes Raíces (447). Si la
inscripción no se realiza la sentencia no produce efectos respecto de terceros, no es
oponible a éstos. En consecuencia, y por ejemplo si después de la sentencia y antes
de la inscripción el pródigo o disipador celebra un contrato con otra persona, a ésta
no podrá oponerse la interdicción; para ella el contrato será válido.
ii.Inoponibilidad por falta de fecha cierta: Los instrumentos privados, cuya fecha es
susceptible de ser alterada por las partes, no hacen fe contra terceros en cuanto a la
exactitud de ella, mientras no se produzca un hecho que a los ojos de la ley dé certeza a la
data.
En efecto el CC. Declara que “la fecha de un instrumento privado no se cuenta desde el día
en que ha sido copiado en un registro público, o en que conste haberse presentado en juicio,
o en que haya tomado razón de él o le haya inventariado un funcionario competente, en el
carácter de tal” (1703). Además, según el artículo 419 del COT la fecha de instrumento
privado se cuenta respecto de terceros desde su protocolización.
Tratándose de asuntos mercantiles, las escrituras privadas que guarden uniformidad con los
libros de los comerciantes hacen fe de su fecha respecto de terceros, aún fuera de los casos
que enumera el copiado artículo 1703 del CC (art 127 del CDC).
En resumen, la fecha de un instrumento privado no es oponible a terceros mientras no se
produzca un hecho que conforme a la ley dé certeza de ella.
B) Inoponibilidad de fondo
i.Inoponibilidad por falta de concurrencia: con este título se engloban los casos en que el
acto o contrato no puede hacerse valer, oponerse, en contra de las personas que no han
concurrido como partes a su celebración. El caso más típico es el de la venta de cosa ajena,
la cual es válida, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se
extingan por el tiempo (1815). Tal contrato es inoponible al verdadero dueño que, no
concurrió a prestar el consentimiento.
También el arrendamiento de cosa ajena es inoponible al dueño de l cosa arrendada (1916);
la penda de cosa ajena, al dueño (2390); las obligaciones contraídas por el socio
administrador que obra fuera de sus límites legales o del poder especial de sus consocios son
inoponibles a la sociedad (2079), etc.
ii.Inoponibilidad por clandestinidad: no pueden oponerse a los terceros los actos o contratos
celebrados ocultamente, por la imposibilidad de aquéllos de tomar conocimiento de éstos.
Ej. las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura
pública: no producen efectos contra terceros, le son inoponibles (1707 inc1º)
iii.Inoponibilidad por fraude: son inoponibles por fraude los actos ejecutados en fraude de
los derechos de terceros; la ley da a éstos ciertos medios para que aquellos actos no los
afecten. Está fundada en la causal de fraude, por ejemplo, la llamada acción pauliana,
acción que permite a los acreedores perjudicado por actos realizados por el deudor solicitar
la rescisión de éstos, cumpliéndose además otros requisitos señalados por la ley (2468).
El fraude difiere del dolo porque éste tiene lugar entre las partes cuando una de ellas se vale
de engaño para perjudicar a la otra; en cambio el fraude es una maniobra de mala fe
ejecutada por una o ambas partes dirigida a perjudicar a terceros.
iv.Inoponibilidad por lesión de los derechos adquiridos: comprende los casos en que los
efectos de un acto no pueden hacerse valer contra terceros que tiene derechos adquiridos
sobre cosa a que el acto se refiere. Ejemplo: el decreto de posesión definitiva de los bienes
del desaparecido otorgado a favor de otros sujetos puede rescindirse en beneficio del
desaparecido si reapareciere, recobrando sus bienes en el estado en que se hallaren,
subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales constituidos
legalmente en ellos (94 nº4). Los terceros que adquirieron legalmente estos derechos sobre
los bienes del desaparecido que reaparecen podrían oponerle esta adquisición si él
pretendiera recobrarlos en virtud de la rescisión del decreto de posesión definitiva.
v.Inoponibilidad por lesión de lesión de las asignaciones forzosas: Estas asignaciones son
aquellas que el testador está obligado a hacer a ciertas personas determinadas por ley,
como, por ejemplo, los hijos. Si en un caso dado el testador nada asigna a sus hijos, el
testamento no adolece de nulidad, e válido, pero inoponible a dichos hijos en cuanto los
perjudica y ellos pueden solicitar la reforma del testamento para salvar ese perjuicio (1216).
Conceptos generales
La inexistencia es la sanción que tienen los actos jurídicos celebrados con omisión de uno de
los requisitos exigidos para su existencia jurídica (falta de consentimiento, objeto, causa o
solemnidades exigidas). Todavía puede decirse que el acto inexistente es aquel que carece
de un elemento esencial, de un órgano vital, de tal manera que no corresponde a la
definición genérica que para él da la ley. De esta manera no puede haber una compraventa
sin precio, una sociedad sin que se ponga algo en común, etc.
4.El acto inexistente no puede ratificarse por la voluntad de las partes, porque la nada no
puede, mediante la confirmación, devenir en existencia, la nada confirmada continúa siendo
la nada. La nulidad relativa puede sanearse por la ratificación de las partes (1684 inc 2º).
Pero la nulidad absoluta, al igual que la inexistencia no puede salearse por la ratificación de
las partes, esto porque, es una institución de orden público que está establecida, en interés
de la moral y de la ley.
5.La nulidad puede alegarse como acción o excepción; la inexistencia sólo como excepción.
“La acción de nulidad de un contrato, dice el tratadista Italiano Francisco Ricci, puede
constituir el objetivo de un juicio, mientras que ninguna acción existe para hacer declarar la
inexistencia de un contrato. El contrato inexistente, efecto, equivale a la nada, y ¿puede ser
acaso, la nada objeto de una acción y constituir materia de un juicio? Pero si la inexistencia
de un contrato no puede pedirse, por medio de una acción, puede deducirse como
excepción contra el acto (demandante), porque en esta hipótesis el objetivo del juicio lo
constituye la demanda del actor y se conoce de la existencia del contrato, no para fallar
sobre ella principalmente, sino para juzgar de su procedencia como medio de rechazar la
pretensión de la parte contraria”
Para precisar como debe invocarse la excepción de inexistencia es menester distinguir dos
situaciones:
El acto jurídico considerado inexistente no se ha cumplido
El acto inexistente aparece produciendo efectos, como si en la venta de un bien raíz
hecha por escritura privada o verbalmente, el inmueble hubiera sido materialmente
entregado al que se dice comprador.
En el primer caso, la parte interesada en la inexistencia del acto jurídico de que se trata
deberá esperar que se pretenda obtener su cumplimiento, por la otra; una vez perseguido
dicho cumplimiento ante los tribunales ha de sostener que el acto o contrato no existe ni ha
existido.
En el segundo caso, el interesado deberá proceder en la misma forma que lo haría si otro, no
mediando contrato alguno, hubiere tomado posesión material de su bien raíz; deduciendo la
acción correspondiente que se dirija a obtener que ese extraño sea desalojado de su
dominio.
6.Una diferencia importante dice relación con las personas que pueden alegar una y la otra
La nulidad relativa no puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido
las leyes o por sus herederos o cesionarios (1684 inc 1º);
La nulidad absoluta puede alegarse por todo el que tenga interés en ellos, excepto por el
que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo
invalidaba (1683).
Los socios, de acuerdo con el art. 360 del CDC, no pueden alegar la nulidad del contrato de
sociedad, ni por vía de acción ni por vía de excepción, después de disuelta la sociedad de
hecho. Estas excepciones sólo pueden tener lugar tratándose de la nulidad y por su misma
naturaleza no pueden aplicarse a los casos de inexistencia.
La inexistencia pueden alegarla absolutamente todos.
7.La nulidad, sea absoluta o relativa, una vez judicialmente declarada, produce efectos sólo
con relación a las partes en cuyo favor se ha decretado. Así lo dispone el art 1690, al decir
que “cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a
favor de una de ellas no aprovechará a las otras”. Resulta evidente, afirma Baudry-
Lacantinerie, que está disposición no podría extenderse a la inexistencia, la cual una vez
“constatada” judicialmente, permite a todo interesado aprovecharse de ella.
Postura de Vial
Comienza reconociendo que el legislador no formuló en términos explícitos la distinción
entre requisitos de existencia y de validez. No obstante, postula que implícitamente sí lo
hace.
El artículo 1444 señala que la omisión de una cosa de la esencia de un contrato
impide que produzca efecto alguno, lo que se vincula a los requisitos de existencia,
pues el acto a que falta un requisito de validez produce efectos.
Antecedente adicional: artículo 6 de la ley 18.046 señala “no existe la sociedad en
cuya constitución se haya omitido el otorgamiento de la escritura social o la oportuna
inscripción o publicación de su extracto…”, y agrega que las omisiones en la escritura
de constitución o en el extracto se sancionan con la nulidad absoluta del pacto social.
Se distingue claramente entre inexistencia y nulidad.
La ley 19.499 modificó la disposición, eliminando la referencia a la inexistencia y
estableciendo la nulidad absoluta como sanción general. Sin embargo, en el artículo 6A se
establece que:
“No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, la S.A. que no conste de escritura
pública, ni de instrumento reducido a escritura pública, ni de instrumento
protocolizado, es nula de pleno derecho y no podrá ser saneada”
El término “nulidad de pleno derecho” es desconocido por el CC., y esa sanción ni siquiera
puede inferirse de las normas del CC. A diferencia de la inexistencia.
Es elemento de la esencia específico de la S.A. la solemnidad prevista por la ley, de
modo que, si falta, la sociedad es nula de pleno derecho, lo que significa que sin
necesidad de una sentencia judicial que declare la nulidad, la sociedad se mira como
si nunca hubiera existido, lo que justifica que no pueda sanearse
Esto revela que la nulidad de pleno derecho es diferente a la nulidad del CC., la cual jamás
opera ipso iure: antes de la declaración el acto existe y produce sus efectos, lo que justifica
que pueda sanearse. Estas diferencias permiten asimilar la nulidad de pleno derecho a la
inexistencia, pues no requiere sentencia judicial que la declare.
En conclusión, el concepto de nulidad de pleno derecho no desvanece el concepto de
inexistencia, sino que los fortalece.
Conceptos generales
La nulidad es la sanción por todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la
ley prescribe para el valor de mismo acto o contrato, según su especie o la calidad y estado
de las partes (1681 inc. 1º)
Según el esquema trazado por el CC. Francés, la nulidad se encuentra regulada en el título XX
del libro IV de nuestro CC, como uno más de los modos de extinguir obligaciones. Su carácter
de modo de extinguir aparece de la lectura del art 1567 Nº8 “Las obligaciones se extinguen
además en todo o en parte: N. º8 Por la declaración de nulidad o por la recisión”
Desde el primer artículo del título se puede advertir que no sólo cumple el rol de extinguir
las obligaciones: la nulidad, sobre todo, implica la ineficacia del acto o contrato.
El artículo 1681 inc. primero, sin distinguir expresamente entre la nulidad absoluta y relativa,
establece que “Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley
prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especia y la calidad o estado de
las partes”
La norma entiende que es nulo el “acto o contrato”. Este aserto guarda la lógica en tanto,
que como el mismo tenor literal sugiere, la nulidad se establece como una sanción a la falta
de uno o más de los requisitos que la ley prescribe para el valor de los actos jurídicos.
El artículo 1682 reitera la idea en su inciso primero al señalar que “La nulidad producida por
un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o
formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en
consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los
ejecutan o acuerdan, son las nulidades absolutas”.
De esta manera la causal genérica de nulidad absoluta esto es, “la omisión de algún requisito
o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos y contratos en
consideración a la naturaleza de ellos”, da cuenta de que este tipo de nulidad está regulada
no solo como un modo de extinguir obligaciones, sino como una auténtica sanción de
ineficacia del acto jurídico.
El inciso segundo de la norma en comento insiste en la misma línea; “Hay así mismo nulidad
absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces.”
Finalmente, respecto a la nulidad relativa, el inciso final del artículo 1682 concluye el
argumento al disponer que “cualquiera ora especie de vicio produce nulidad relativa, y da
derecho a la rescisión del acto o contrato”.
En suma, tanto la nulidad absoluta como relativa se alzan como sanciones de ineficacia ante
la falta de requisitos que la ley establece para el valor de un acto en atención o a su especie
o naturaleza, o al estado o calidad de las partes.
La doctrina ha estado más o menos conteste en lo que se viene diciendo.
Alessandri Besa entiende que nuestro CC, si bien se ha seguido el paradigma establecido en
el Francés, hace una regulación mucho más pormenorizada y depurada, donde la institución
en comento aparece, sobre todo, como una sanción de ineficacia del acto o contrato. En
palabras del autor, “En esta materia, como en muchas otras, el CC chileno se inspiró en el CC
francés; pero solo en cuanto a la ubicación de las reglas relativas a la nulidad de los actos y
contratos, considerándola como uno de los medios de extinguir obligaciones, porque en lo
que dice relación con las disposiciones mismas, el nuestro es infinitamente superior, debido
a que contiene la teoría completa de las nulidades absoluta y relativa, una reglamentación
completísima y una sistematización de la materia muy perfecta”.
Luego agrega que “es evidente que la nulidad o la rescisión no son medios de extinguir las
obligaciones en sí mismas, porque el efecto que producen es destituir la fuente de donde
proviene la obligación, o sea, el contrato, que es el acto jurídico que las genera; por lo tanto,
no destruye la obligación, que sólo desaparece como consecuencia de la destrucción de su
fuente”
Incluso, sostiene el autor, puede ocurrir que el acto no genere obligaciones, circunstancia
que contribuye incluso más a demostrar que la nulidad está regulada como una sanción de
ineficacia antes que como un modo de extinguir, ya que si el acto no genera obligaciones la
nulidad no operará en el sentido propuesto por el artículo 1567 Nº8, “Además, considerar a
la nulidad únicamente como un medio de extinguir obligaciones, es limitar su verdadero
campo de acción, que el mismo CC le reconoce, y que abarca toda clase de actos jurídicos,
sean éstos contratos u otros actos bi o unilaterales, que bien pueden no generar
obligaciones, en cuyo caso la nulidad perdería el carácter que el CC le da, porque no habría
obligaciones, y que su campo de acción se extiende más allá de lo contractual, abarcando el
campo de las declaraciones unilaterales de voluntad”
Por estas razones concluye que “se puede sostener con mayor propiedad que la nulidad,
lejos de ser un medio de extinguir las obligaciones, es un “medio de invalidad los contratos y
demás actos jurídicos”, quedando comprendida entre “las causas legales” de que habla el
artículo 1545 del CC; o sea, que antes que la nulidad sea declarada, el contrato, u otra
convención o acto unilateral, produce todos sus efectos, cuales son, las obligaciones y
derechos que de ellos nace, o las modificaciones que en los que existan puedan introducir;
pero una vez anulado por la Justicia, desaparece, y con él, las obligaciones, derechos u otros
efectos que había generado, todo ellos con efecto retroactivo, según veremos en su
oportunidad, considerándole al negocio-jurídico como si nunca se hubiese celebrado.”
En la misma línea Vidal del Rio entiende que “El CC chileno, al igual que el francés,
reglamenta la nulidad como un modo de extinguir las obligaciones (título XX del libro IV). Sin
embargo, cabe hacer presente que la nulidad no extingue, propiamente, la obligación, sino
que destruye el acto o declaración de voluntad que engendró la obligación; extinguiéndose
ésta por consecuencia.”
Clases de nulidad
Puede ser absoluta o relativa (1681 inc 2º). Se diferencian por sus causales, las personas que
pueden impetrarla y su saneamiento. Los efectos son los mismos.
Declaración de nulidad absoluta a petición de una persona que tiene interés en ello
La doctrina y la jurisprudencia coinciden que el interés debe ser pecuniario y debe existir al
momento de solicitarse la declaración (actual).
Son personas interesadas: El autor o las partes del acto, e incluso un tercero que no
intervino en el.
Excepcionalmente, conforme al art. 1683, no puede pedir la nulidad absoluta el que celebró
o ejecutó el acto sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Esto debe
interpretarse restrictivamente: afecta al autor o a las partes, pero no a terceros, lo que es,
lógico, porque el autor o la parte que contrata en esta situación revela mala fe.
Sabiendo: conocimiento personal, real y efectivo del vicio.
Debiendo saber: conocimiento que debiera tener el autor o la parte en atención a las
circunstancias del acto o la condición de quienes intervienen en él, no siento posible
considerar lógica razonable la ignorancia del vicio. Esto último dice relación con la
excusabilidad o inexcusabilidad del conocimiento del vicio.
Respecto a este último punto han surgido dos discusiones:
A) Surge un problema con relación a los actos jurídicos celebrados por medio de
representantes
Si este debía o no saber del vicio que invalidaba el acto, pero no lo sabía ni debía saberlo el
representado, ¿Puede el último alegar la nulidad absoluta o pierde, al respecto, su
legitimación? La respuesta de la jurisprudencia ha sido contradictoria.
De acuerdo con una opinión, el representado no podría alegar la nulidad absoluta porque,
según la ley, lo hecho por el representante se estima hecho por el representado (1448).
Conforme al otro parecer, el representado podría pedir la nulidad absoluta del acto
celebrado de mala fe por su representante, porque la mala fe es una determinación
personalísima de la voluntad y porque el representante sólo está autorizado para ejecutar
actos lícitos, y no ilícitos. El punto tampoco está zanjado en la doctrina.
En una tercera opinión, Barriga y Domínguez Águila estiman que deben distinguirse dos
hipótesis:
a) Aquella en que el heredero solicita la declaración de nulidad absoluta esgrimiendo el
interés que tenía su causante, en el cual lo ha sucedido.
b) Aquella en que solicita la declaración de la nulidad absoluta alegando un interés propio.
En el primer caso, si el causante celebró o ejecutó el acto o contrato conociendo o debiendo
conocer el vicio que lo afectaba, el heredero estará privado de legitimación activa.
En el segundo, aun cuando el causante haya celebrado o ejecutado el acto conociendo o
debiendo conocer el vicio, el heredero igualmente tendría legitimación activa.
Domínguez Águila aclara que el interés personal no puede provenir del hecho mismo de ser
heredero descartando entonces la legitimación en aquellos casos en que el interés del
heredero sea ver aumentada su cuota hereditaria o prevenir la salida de algún bien de la
comunidad hereditaria.
Situación que se produce cuando la persona que puede demandar la rescisión muere
Al respeto, el artículo 1692 hace la siguiente distinción:
A) Situación de los mayores de edad
Si el cuadrienio no ha empezado a correr, tendrán 4 años para pedir la nulidad del acto
celebrado por el causante, que se cuentan desde la muerte de este; si el cuadrienio ha
empezado a correr, pueden pedirla en el tiempo que falte para cumplir los 4 años (1692 inc
1º)
B) Situación de los herederos menores de edad
Si el cuadrienio no ha empezado a correr, tienen los 4 años a contar del día en que lleguen a
mayoría de edad; si el cuadrienio ha empezado a correr, tienen el residuo a contar de ese
mismo día (1692 inc 2º).
Que el cuadrienio o el residuo no se computen en tanto los herederos sigan siendo menores
de edad constituye un beneficio de suspensión de la prescripción. En efecto, al igual que en
el caso de la nulidad absoluta, el transcurso del tiempo que la ley exige para que se entienda
saneada la nulidad relativa constituye al a vez el plazo de prescripción de la acción mediante
la cual se pretende su declaración. Si este plazo no se computa mientras subsista la minoría
de edad del heredero, entonces hay una auténtica suspensión de la prescripción.
El problema de esta interpretación, como reconoce el propio Vial, es que los herederos
menores de edad podrían quedan en una situación desmedrada en relación con los
herederos mayores de edad. Ejemplo: Si A, incapaz relativo, ha celebrado un contrato de
compraventa con B el año 2000, y A fallece el 2011, debiésemos concluir que los herederos
mayores de edad de A, en función del artículo 1691, todavía podrían demandar la nulidad
relativa; en cambio, los herederos menores de edad, en función del inciso final del artículo
1692, no podrían hacerlo.
Debido a lo anterior, y considerando que el artículo 1692 tiene por objeto proteger a los
herederos menores de edad y no perjudicarlos, Vial estima que el beneficio de suspensión
de la prescripción es facultativo; de esta manera los herederos menores de edad podrían no
acogerse al beneficio y demandar igualmente la nulidad relativa ateniéndose a las reglas
generales (dadas por el artículo 1691).
Con todo, los desplazamientos patrimoniales a que haya dado lugar el acto nulo usualmente
ya estarán firmes transcurridos 10 años desde su celebración, pues en la mayoría de los
casos, se habrían producido los efectos de la prescripción adquisitiva (704 nº3, 708, 2510 y
2511). De esta manera, la discusión y el punto de Vial del Rio se tornan un tanto bizantinos.
De hecho, según una tercera doctrina- a la que adhiere Corral Talciani- el plazo máximo de
10 años opera en todos los casos de nulidad relativa, haya o no muerto quien tiene derecho
a alegarla, pues sería absurdo que un incapaz o la víctima de fuerza puedan solicitar la
nulidad relativa en un plazo mayor a aquel que la ley contempla para hacerse valer la
nulidad absoluta.
Clasificación de la confirmación
A) Confirmación expresa: declaración en la cual, la parte que tiene derecho a pedir la
rescisión, en términos explícitos y directos, manifiesta voluntad de validar dicho acto.
B) Confirmación tácita: consiste en la ejecución voluntaria de la obligación contratada
(1695).
Análisis de algunos problemas doctrinarios en relación con la confirmación tácita
C) ¿Es necesario par a que exista confirmación tácita que el acto se ejecute en su
totalidad o basta con la ejecución de una parte?
Es relevante en el caso de que un contrato genere dos o más obligaciones para quien puede
demandar la nulidad relativa.
Vial sostiene que basta con el cumplimiento de una obligación, sin distinguir si la obligación
ejecutada implica cumplimiento del contrato en su totalidad o en una parte.
No obstante, es razonable que la obligación cumplida debe ser fundamental en el negocio de
que se trate; en otras palabras, la obligación cumplida debe ser de la esencia o de la
naturaleza. El solo cumplimiento de una obligación accidental o poco relevante atendidos los
fines prácticos perseguidos en el contrato no debiese bastar para que se entienda
confirmado el contrato.
Características de la confirmación
a) Acto jurídico unilateral
b) Acto jurídico dependiente, pues no puede subsistir sin el acto que se convalida
c) Irrevocable
d) Opera con efecto retroactivo: por ficción legal, se supone que el acto siempre ha sido
válido y jamás ha tenido vicios.
Requisitos de la confirmación
a) Debe tratarse de un vicio sancionado con nulidad relativa
b) Debe necesariamente provenir de la parte que tiene derecho a alegar la nulidad
c) El confirmante debe ser capaz de contratar. Esto significa que, si el acto es anulable
por incapacidad relativa de una de las partes, esta deba necesariamente esperar a
que cese la incapacidad para confirmar válidamente, pues puede confirmar antes si
lo hace debidamente representado
d) Debe hacerse en tiempo oportuno: el que media entre la celebración del acto y la
declaración judicial de nulidad
e) Debe efectuarse después de haber cesado la causa de invalidez (en la fuerza)
f) Cuando es expresa, debe cumplir con las mismas solemnidades a que por ley está
sujeto el acto que se confirma (1694)
A las diferencias anteriores puede añadirse, según una doctrina incipiente (Barahona y San
Martin), la nulidad absoluta opera ipso iure, esto es, de pleno derecho, y l nulidad relativa
requiere siempre declaración judicial.
Para hacer efectivos los efectos patrimoniales derivados de la nulidad (prestaciones mutuas
principalmente) se requiere siempre declaración judicial de la nulidad por sentencia firme,
ya se trate de nulidad absoluta o relativa. En esto está conteste toda la doctrina y así fluye
con claridad del artículo 1687.
Existe nulidad total cuando el vicio afecta todas las partes y cláusulas del acto jurídico.
Existe nulidad parcial, en cambio, cuando el vicio afecta sólo una parte o una cláusula del
acto jurídico; o cuando afecta una parte o a un elemento de una cláusula.
Conceptos generales
Art 1687 inc 1º: “La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da
a las partes derecho para ser restituida al mismo estado en que se hallarían si no hubiese
existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita”
A partir de esta norma, la doctrina nacional está conteste en el hecho de que la nulidad
opera con efecto retroactivo. El tenor es bastante claro en cuanto a que la declaración
judicial de nulidad, una vez que está firme y produce efecto de cosa juzgada, da a las partes
el derecho de ser restituidas al estado anterior a la celebración del acto o contrato.
Incluso más: el tenor literal de la norma sugiere que las partes deben ser restituidas al
estando en que se hallarían si no hubiese existido nunca el acto o contrato declarado nulo.
No hay diferencias entre nulidad absoluta y relativa en cuanto a los efectos de la nulidad
judicialmente declarada.
Forma en que la nulidad produce sus efectos para las personas que celebraron el acto o
contrato nulo
El principio general establecido en el artículo 1687 inc 1º señala que la nulidad declarada por
sentencia firme “… da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se
hallarían si no hubiese existido el acto…”.
Para determinar la manera en que las partes son restituidas al estado anterior la doctrina
suele distinguir los siguientes escenarios:
1. El acto no engendró obligaciones (la nulidad sólo opera como sanción de ineficacia)
2. El acto si engendró obligaciones
a) No se han cumplido: la nulidad las extingue de acuerdo con el artículo 1567 Nº8
b) Si se han cumplido por una o ambas partes: opera el artículo 1687 inc 2º, que
obliga a efectuar prestaciones mutuas
Vial con mucha razón, señala que esta distinción tiene imprecisiones, pues es insatisfactoria
para los contratos reales. El autor se cuestiona qué ocurre si se ha declarado la nulidad de un
contrato real y la clásica obligación restitutoria se encuentra pendiente de cumplimiento. Si
la nulidad, de cuerdo con lo establecido en el artículo 1567 N8º, opera como modo de
extinguir las obligaciones, se produciría en la especie un enriquecimiento injusto.
En efecto, si se celebrase un comodato en consideración a la persona del comodatario, y
luego se declarase la nulidad de este por haber incurrido el comodante en error en la
persona, podríamos incurrir en el absurdo de entender que la obligación de restituir se ha
extinguido y que, por tanto, no es legítimo para el comodante exigir su cumplimiento. Ante
este panorama, amparándose en el efecto retroactivo con que opera la nulidad, y
particularmente en el tenor del artículo 1687 inciso primero, Vial concluye que igualmente
se debe restituir la cosa, pues la nulidad opera como modo de extinguir solamente cuando
ello permita que las partes sean restituidas al estado anterior a la celebración del contrato
Cabe concluir que, si el acto engendró obligaciones que no se han cumplido, estas se
extinguirán en la medida que ello permita volver al estado anterior. Si no es así, deberán las
partes efectuar prestaciones tendientes a restituir lo recibido.
Si estamos en la hipótesis de que las obligaciones ya se han cumplido, en las prestaciones
mutuas, cada parte es responsable de la pérdida o deterioro de las especies, de los intereses
y frutos, y del abono de las mejoras, tomándose en consideración casos fortuitos y posesión
de buena o mala fe. Todo de acuerdo con las reglas generales de la reivindicación (1687 inc
2º).
Debe restituirse la cosa, y también sus frutos naturales y civiles, distinguiendo si el poseedor
estaba de buena o mala fe. Está de mala fe quien recibió la cosa conociendo el vicio del acto.
Conceptos generales
Se dice que hay conversión cuando un acto jurídico inválido como tal se utiliza para producir
los efectos de otro acto jurídico cuyos requisitos esenciales reúne.
Se define como: un medio jurídico en virtud del cual un negocio se salva de la nulidad
convirtiéndose en otro distinto, que sustituye al primero, de manera de salvaguardar en la
medida de lo posible los fines perseguidos por las partes. En términos más simples.
Dominguéz Águila la define como la transformación del negocio ineficaz por causa de
nulidad en otro distinto.
Para que esta sustitución opere es necesario que en el negocio nulo se contengan los
requisitos sustanciales y formales del negocio en que se convierte.
Suele esgrimirse que el fundamento de la conversión del acto nulo se encuentra en el
principio de conservación del negocio jurídico, que puja por otorgar efectos – aunque sean
distintos a los pretendidos – a una manifestación de voluntad, tal que el propósito
perseguido sea satisfecho al menos en la medida de lo posible.
Teoría de la conversión en el CC
El CC no contempla ninguna norma que la permita.
Podría pensarse que lo permite el artículo 1444, al decir que la omisión de un elemento de la
esencia trae como consecuencia que el acto no produzca efecto alguno o degenere en uno
diferente. Pero esta hipótesis no es de conversión.
En la hipótesis contemplada en el artículo 1444 no nos encontramos ante un acto que
adolezca de un vicio de nulidad, sino que ante un acto distinto a aquel que las partes creían
celebrar: las partes, por ignorancia o equivocación, se han formulado una representación
errada del derecho, pues creían celebrar un contrato y celebraban otro. Es el acto
verdaderamente celebrado el único que ha nacido a la vida del derecho, por lo que mal
podría decirse que este sustituye a otro anterior, que nunca ha producido efectos.
Según vial del Rio, si pudiese extraerse mejor el principio de la conversión de:
1. Artículo 1701: el instrumento público defectuoso por incompetencia del funcionario
u
otra falta formal vale como instrumento privado si está firmado por las partes. Es decir, el
instrumento público se convierte en instrumento privado, salvo que el acto que en él conste
requiera el instrumento público como solemnidad y esta última no pueda suplirse por otra
prueba.
2. Artículo 1138: las donaciones entre cónyuges valen como donaciones revocables. Es
decir, la donación ineficaz como irrevocable, se convierte en revocable.
Según la mayoría de la doctrina, como no hay un principio general en el CC, la posibilidad de
conversión se restringe a los casos particulares en que la ley lo permite. Sin embargo, tal
como semana Corral Talciani, el tratamiento casuístico de la conversión no obsta a la
posibilidad de que el problema sea reconducido, según el caso, a un problema de calificación
jurídica del acto. En este último marco, a la luz del principio de conservación, el juez debiese
preferir doral al acto de una calificación que lo torne eficaz.
Conceptos
Se puede concebir como aquella teoría en virtud de la cual es derecho ampara a quien ha
actuado legítimamente guiado en la apariencia, protegiéndose los derechos adquiridos en
base a ella.
El efecto de la aplicación de la teoría es justamente la protección de los derechos que las
personas han adquirido en base a la legítima confianza de que la apariencia constituye
realidad.
Origen histórico
Maria Agnes Salah señala que la teoría de la apariencia está íntimamente relacionada con la
teoría del error común. A partir del reconocimiento de esta última teoría en el derecho
romano, se sentó la base para el ulterior desarrollo de la teoría de la apariencia.
La diferencia entre una y otra teoría estriba en que en la teoría del error común se exige que
el error sea compartido por la totalidad o inmensa mayoría de habitantes de una
comunidad; en cambio, en la teoría de la apariencia basta con un sujeto haya confiado
legítimamente en la corrección de la apariencia.
No toda confianza en la apariencia debe ser tutelada. Para determinar la procedencia de la
teoría, habrá que atender en base al estándar de una persona media razonable,
efectivamente la apariencia tuvo la aptitud de producir una confianza merecedora de tutela
jurídica.
Fundamento
La doctrina no es pacifica al respecto (hay quienes estiman que el fundamento estriba en la
seguridad jurídica), María Agnes Salah propone que la teoría de la apariencia se fundamenta
en la buena fe objetiva, que corresponde con el estándar de la persona media razonable y,
por tanto, permite discernir en que casos es justo conceder tutela jurídica.
La teoría de la apariencia en el CC
No existe reconocimiento generalizado en el CC, pero, la doctrina menciona normas basadas
en su espíritu:
A) Artículo 1576: si se paga al tercero poseedor del crédito, y existe buena fe, el pago es
válido (se protege al deudor que ha obrado confiando en que el tercero es efectivamente el
acreedor)
B) Artículo 704 Nº4: el heredero a quien se ha concedido la posesión efectiva por
decreto
judicial o administrativo puede adquirir el derecho real de herencia por prescripción de 5
años
C) Artículo 2173: si ha expirado el mandato y el mandatario, con o sin conocimiento de
esto, celebra contratos con terceros a nombre del mandante, éste ultimo igualmente resulta
obligado respecto a dichos terceros (se protege a los terceros que de buena fe han creído en
los poderes del mandatario)
D) Artículo 1739 inciso 4º: se protege a los terceros de buena fe que han celebrado
contratos a título oneroso con uno de los cónyuges respecto a bienes muebles. Una vez
realizada la tradición, no se puede alegar a su respecto que los bienes muebles eran sociales
o del otro cónyuge.
E) Artículo 2058: se protege a los terceros que de buena fe han celebrado contratos con
una sociedad de hecho.
F) Artículo 1707: las contraescrituras no producirán efectos respecto de los terceros
que
de buena fe hayan confiado en el acto simulado contenido en escritura pública.
Origen histórico
Se encuentra en el derecho romano, particularmente en el reconocimiento de la máxima
“venine contra factum proprium non valet”
Fundamento
Se fundamenta en la buena fe objetiva. Para que se pueda proteger a la contraparte o el
tercero que ha confiado y determinado su propia conducta en la conducta originaria del
sujeto, se requiere que dicha confianza sea merecedora de tutela jurídica y esto, como es
lógico, se aprecia en abstracto, conforme al estándar de la buena fe objetiva.
Requisitos
A) Existencia de una conducta por parte de un sujeto, que debe ser susceptible de influir en
terceros.
B) Existencia de una segunda conducta por parte del mismo sujeto, la que, si bien
generalmente se materializa en el ejercicio de un derecho subjetivo, es contradictoria con la
conducta anterior.
C) La contradicción de las conductas debe causar un perjuicio a la contraparte o a los
terceros que confiaron en la primera conducta
Diferencias entre la teoría de la apariencia y la teoría de los actos propios
A) Los requisitos de una y otra son distintos
B) La secuencia temporal que se exige en el caso de una y otra: en la teoría de la apariencia
basta la existencia de un solo hecho (elemento material); en la teoría de los actos propios
deben sucederse dos conductas contradictorias en entre sí.
C) Los sujetos beneficiados por las doctrinas en comento: en la teoría de la apariencia son
muchos y diversos los sujetos que pueden verse protegidos (aquellos que hayan confiado en
la apariencia); en la teoría de los actos propios se requiere que los sujetos protegidos hayan
confiado en la primera conducta, viéndose perjudicados por la contradictoriedad de la
segunda.
D) Su ámbito de aplicación: la teoría de la apariencia tiene un ámbito de aplicación amplio; la
teoría de los actos propios se aplica sobre todo en materia contractual, ya sea en la fase
precontractual, en la de ejecución o en la de terminación de un contrato.
E) Los efectos jurídicos que produce la aplicación de una y otra doctrina: el efecto principal
de la teoría de la apariencia es la protección de los derechos adquiridos originariamente en
base a la apariencia; en la teoría de los actos propios, el efecto consiste en la inadmisibilidad
de una pretensión contradictoria con una conducta propia anterior.
AMBAS TEORÍAS HAN TENIDO RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL
I. Generalidades
La representación se define como la institución jurídica en virtud de la cual los efectos de un
acto que celebra una persona que actúa a nombre o en lugar de otra, se radican en forma
inmediata y directa en esta última, como si ella personalmente lo hubiera celebrado.
Nuestro CC se refiere a la representación en el artículo 1448
En la representación intervienen 2 personas:
A) El representante, quien celebra el acto jurídico a nombre o en lugar de otra
B) El representado, que es la persona en quien se radican los efectos del acto ejecutado
por el representante.
Clases de representación
A) Representación legal: hay personas respecto de las cuales no se reconoce (o
limitadamente) la autonomía privada. Por eso la ley atribuye poder a otras personas que los
representan. El representante debe ser legalmente capaz.
B) Representación voluntaria: surge como consecuencia de un acto voluntario del
interesado que le otorga poder a otra persona para que actúe a su nombre. Presupone la
libertad de decidir actuar personalmente o por medio de otro. En este caso basta que el
representante tenga suficiente discernimiento y juicio, incluso puede ser un mejor adulto.
Teorías
A) Teoría de la ficción legal (Pothier): plantea que los efectos jurídicos de un acto
ejecutado por el representante en nombre del representado se radican en este último por
una ficción legal que entiende que el representado fue quien concurrió efectivamente con su
voluntad.
Ambas teorías tienen como crítica que no logran explicar la representación legal. Además,
sería problemático sostener que la voluntad y el conocimiento del representado son lo único
decisivo, eliminándose el nexo contractual, la voluntad y conocimiento del representante.
F) Teoría de la modalidad: los efectos de los contratos celebrados por una persona, se
radican en otra persona, ya que, la representación es una modalidad que altera de esa forma
los efectos propios de los actos jurídicos
¿Por qué es una modalidad? Porque lo normal es que efectos de un acto jurídico se radiquen
en el patrimonio de la persona o las personas que los celebran. La representación altera los
efectos normales del acto, y es por eso por lo que puede entenderse como una modalidad.
Esta es la tesis a la que adhiere la doctrina mayoritaria.
Conceptos generales
La pregunta es cual voluntad prima, y es relevante, ya que de su respuesta dependen
variadas consecuencias jurídicas.
Hupka propone el siguiente criterio orientador: el conocimiento del representante no
perjudica al representando más que cuando un interés preferente de la otra parte o de un
tercero lo exige; el conocimiento del representado solo deja de perjudicarle cuando por
razones de hecho o de derecho no esté en condiciones de impedir al representante la
conclusión del negocio.
V. Requisitos para que el acto del representante surta efectos respecto del
representado
1. El representante declare su propia voluntad: el representante da vida al acto jurídico
2. El representante lo haga en nombre y lugar de otro para que se obligue ésta y no él.
El representante tiene que manifestar, de alguna manera, que su declaración se refiere a
otra persona, a nombre de la cual está obrando. Si falta esta referencia, el acto jurídico va a
surtir efectos para el representante y no para el representado. Deben aplicarse las reglas
generales sobre la manifestación de voluntad.
Es requisito esencial de la representación, no existe en el mandato sin representación. El
mandatario sin representación si bien actúa en interés de otra persona, lo hace a nombre
propio.
3.El representante tenga poder de representación. Debe ser anterior a la celebración del acto
(excepción: agencia oficiosa y los casos de representación).