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LEYENDA DEL QUIRQUINCHO TEJEDOR

El quirquincho siempre fue un tejedor tan hábil como haragán. Una vez, como llegaba el
invierno y no tenía con qué abrigarse, decidió tejerse un poncho. Preparó su telar de palos y
comenzó a tejer . La tela salía fina, apretada, flexible. Sería seguramente su obra maestra; él lo
comprendía, y la miraba con orgullo. A los dos días de trabajo firme la pereza lo dominó y
descuidó el tejido. No sólo iba quedando floja y desprolija la trama, sino que, para terminar
pronto, agregó hilos gruesos y retorcidos.
El quirquincho advirtió que no había hecho su mayor esfuerzo y volvíó a tejer apretadamente
y a manejar con prolijidad los hilos; pero su poncho tenía hilos sueltos y desprolijos que no
pudieron corregirse.
-Y bueno yá está hecho – dijo y lo usó igual .Lo usó tanto, que se volvió tan viejo como él. Y ya
de viejito no quiso tejer más, solo siguió usando ese único poncho hasta que pasó a formar
parte de su cuerpo .
Desde ese entonces comenzó a ponerse cada vez más duro en forma de caparazón.

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