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Cuentan los antiguos pobladores del Cerro de Pasco, que en los pajonales del Cerro Santa Rosa
a donde iban a pastar eventualmente, cuando en sus parcelas escaseaba el ichu, se
presentaron en una ocasión tres enormes toros imponentes por su tamaño, sus cornamentas y
sus colores brillosos y ostentosos, muy distintos a los que habitualmente estaban
acostumbrados a ver.
El primer toro de color blanco se presentó bramando y escarbando la tierra con sus pezuñas
amenazantes levantando una polvareda impresionante y de algún lugar apareció un segundo
cornado de color rojo brillante cual fuego intenso de un horno, enfrentándose en una pelea
colosal.
Hacia el oeste, tras el cerro de Paragsha encontraron en las huellas dejadas, filones metálicos
que los condujeron hasta Goyllarizquisga donde luego de un tiempo descubrieron las minas de
carbón, el rastro que el siguiente toro dejó, fueron filamentos metálicos blancos que los
condujo hacia donde hoy se encuentra las minas de plata de Colquijirca y finalmente el toro
rojo fuego que se fue hacia el Lourdes permitió que se descubriera en el tiempo la mina de
cobre y otros minerales en el mismo Cerro de Pasco.