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Como lo reconoce su autor, Líbranos del bien es un libro que fusiona varios géneros
periodísticos y varias modalidades de escritura: reportaje, entrevista, crónica, noticia, artículo
de opinión, novela de no ficción, historia, relato popular. Líbranos del bien, del escritor
colombiano Alonso Sánchez Baute es el sugerente intento de exorcizar, previo entendimiento,
la violencia que durante años azotó a una región, el Cesar, y a un pueblo, Valledupar. Y es, al
mismo tiempo, una indagación en los protagonistas y sus allegados, acerca de la razón (o la
sinrazón) de nuestra violencia colectiva, y de su enraizamiento en el alma humana.
El autor, no está demás aclararlo en este país en el que aún el intento de comprender
la violencia es interpretado por algunos como una forma de legitimarla, no pretende justificar
la decisión de uno y otro, sino tan sólo explicarla y contextualizarla, lo que ya es mucho. Y lo
hace quizás, porque al igual que miles de sus coterráneos, el escritor tiene la misma
conmoción por lo ocurrido. Esta experiencia la describe muy bien una de las allegadas al Papa
Tovar, quien fuera Secretario de Hacienda de su pueblo y que posteriormente sería conocido y
temido bajo el seudónimo de “Jorge Cuarenta”, comandante paramilitar: “Es que en ese
entonces el Papa Tovar era la persona más correcta, más incorruptible, de este mundo. Diría
que era la honestidad en pasta. ¿Qué pasó después? Eso es lo que nadie entiende” (p. 358, el
subrayado es mío).
Líbranos del bien da cuenta de dos fenómenos muy importantes en la dinámica de este
interminable conflicto. El primero, la complicidad de las clases dirigentes con el surgimiento
del paramilitarismo, complicidad que obedeció en parte a la ausencia del Estado en ciertas
regiones –como el Cesar–, y que fue una de las causas por las cuales la guerrilla se sintió a sus
anchas para cometer robos, extorsiones, abigeatos, secuestros y asesinatos, atemorizando a
una población que aplaudió (como lo hace la centenaria Josefina Palmera) la respuesta
paramilitar, a pesar que estos grupos representaban también un mal. Pero, considerado
menor.
Si no, que lo digan “Simón Trinidad” y “Jorge Cuarenta”, hoy recluidos en la misma
cárcel estadounidense.