PODEMOS DECIR QUE La muerte es el final de la vida, o su interrupción, o
lo contrario a la vida, según como se vea. Es algo inevitable, que los seres humanos tenemos en común con absolutamente todas las formas de vida, si bien cada una tiene sus propios lapsos de existencia. Sin embargo, sólo los seres humanos estamos conscientes de que, algún día, habremos de morir. La muerte es la experiencia final de todos los organismos vivientes, aunque se puede producir más temprana o más tardíamente. En ocasiones se debe a accidentes vitales (encuentros con depredadores, participación en desastres naturales) y en otros a simplemente la enfermedad y el desgaste. Es tan universal que la tomamos por metáfora también del fin de las cosas: la muerte de un imperio, la muerte de la civilización, la muerte del Sol. La muerte, vista así, no es otra cosa que el final, el término. Aunque parezca sencillo diferenciar la vida y la muerte, no siempre es clara esa línea divisoria. De hecho, el punto de inicio de la muerte suscita debate entre los médicos, filósofos y científicos por igual. ¿Está muerto alguien que se encuentra sumergido en un coma eterno? ¿Está muerto alguien a quien el corazón se le detiene durante unos instantes en una mesa de operaciones? ¿Cuándo comienza la muerte exactamente? Importancia de la muerte La muerte es algo sumamente natural. Si la muerte no fuera inevitable, los organismos estarían sometidos a una competencia feroz por los recursos, o quizá ni siquiera habría vida en absoluto. Desde un punto de vista científico, la vida es un punto de equilibrio autosustentado en el que se mantienen las criaturas mientras sean capaces de tomar del medio ambiente lo que necesitan para ello. La muerte es el aumento de la entropía o del gradiente de desorden dentro de los sistemas vivientes. Eventualmente, el desorden crece, y el sistema colapsa. Ocurre en todos los sistemas termodinámicos que la física es capaz de describir, y ocurre también con los seres vivos: eventualmente, decaen y mueren, y retornan al ciclo de la naturaleza toda la energía química y la materia que se hallaba acumulada en sus cuerpos. Un gran depredador eventualmente también morirá, entregando su cuerpo fibroso y salvaje a las formas de vida más primitivas, que se ocuparán de descomponerlo y reciclar sus componentes bioquímicos. Así, la muerte permite la circulación de materia y energía en el ciclo natural.
Si bien la perspectiva de la muerte futura puede ser fuente de melancolías,
angustias o tristezas, también es verdad que, sin ella, la vida carecería de sentido, pues no tendría límites, y todo lo que en ella ocurriera nos daría lo mismo. Es lo que muchos relatos de vampiros y otros seres inmortales intentan relatar: sin la presencia futura de la muerte, la vida puede llegar a convertirse en una agonía, en un infinito desierto de tiempo, y por lo tanto podrían perderse las motivaciones mismas que nos hacen amar la vida.
LOS ASPECTO Jurídicos de la Muerte
La persona humana o natural culmina su existencia jurídica con la muerte. En efecto, con ésta última cesa la personalidad legal del hombre o la mujer. La mayor parte de los ordenamientos jurídicos así lo reconocen y entre éstos se ubica el venezolano. ... Con la muerte del hombre se extingue la persona física.
LOS Efectos Jurídicos de la Muerte
Con la muerte se extingue la personalidad del individuo, por lo que no podrá
ser sujeto de derechos y deberes. Luego de la muerte lo que nacen son derechos de los herederos, pero el fallecido ya no es titular de derechos y deberes. Así pues, se mantienen para el futuro algunos efectos de la personalidad anterior, como lo son los derechos y deberes patrimoniales, los cuales son susceptibles de valoración económica. También surgen las disposiciones mortis causa, que no son otra cosa que las disposiciones dictadas por el individuo para el caso de su muerte.
La extinción de la personalidad no impide que se realicen ciertos actos a favor
de los descendientes, de otros parientes o de terceros en general. Por ejemplo, puede reconocer un hijo muerto (art. 219 C.C.).
Se abre la sucesión del difunto. También se extinguen en principio, los
derechos, deberes y relaciones extrapatrimoniales, es decir, las relaciones no susceptibles de valoración económica. Otra consecuencia es la tutela jurídica del cadáver y de la memoria del difunto, con el fin de la protección de los cadáveres y sepulturas, como también la memoria del difunto.
La premoriencia es, en derecho sucesorio, una ficción jurídica que establece
criterios sobre quién ha muerto antes en determinadas circunstancias en las que no es posible acreditarlo fehacientemente, por ejemplo, en el caso de que dos familiares hayan muerto en un mismo accidente de automóvil sin que se pueda demostrar quién falleció primero. Convencionalmente, se podría establecer que los de mayor de edad han muerto antes que los de menor edad y las mujeres antes que los hombres.
La premoriencia no se da en todos los ordenamientos jurídicos. Es una opción
que puede tomar el legislador.
Tiene mucha importancia a la hora de definir los traspasos de bienes a través
de la sucesión. Si se pudiese demostrar que fue el otro el que murió antes, se habría producido la herencia en sentido inverso, antes de la muerte del segundo, y el destino final de los bienes sería distinto.
La premoriencia es la muerte anterior a otra.
Determina efectos sucesorios, y está basado en el principio de que "los vivos
heredan a los muertos". Es así, que por ejemplo, si un menor fallece, serán sus padres quienes hereden los bienes que el hijo pueda tener.
La conmoriencia, comoriencia o teoría de los comurientes
es, en Derecho sucesorio, una ficción jurídica en virtud de la cual, en el caso
de que dos personas llamadas a sucederse, sean o no familiares, hayan muerto sin poder demostrarse quién falleció antes (por ejemplo, en un accidente de automóvil), se presume que ambas murieron a la vez.
La conmoriencia no se da en todos los ordenamientos jurídicos. Es una opción
que puede tomar el legislador. Por ejemplo, en España, lo establece el artículo 33 del Código Civil1 "Si se duda, entre dos o más personas llamadas a sucederse, quién de ellas ha muerto primero, el que sostenga la muerte anterior de una o de otra, debe probarla; a falta de prueba, se presumen muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro" Tiene mucha importancia a la hora de definir los traspasos de bienes a través de la sucesión. Si se pudiese demostrar que uno de ellos murió antes, se produjo la herencia del otro antes de su muerte, y el destino final de los bienes sería distinto que si se entiende que murieron los dos a la vez.