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ALGUNOS TEXTOS REALISTAS SOBRE TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

Textos Sokal y Bricmont


Sobre criterio de verdad: “...necesitamos justificar de un modo u otro nuestras teorías
relativas al mundo físico o social; y si descartamos el apriorismo, los argumentos de
autoridad y la referencia a textos “sagrados”, poco más nos queda como no sea la
confrontación sistemática de las teorías con las observaciones y los experimentos” (Sokal
y Bricmont, Imposturas Intelectuales)

Teoría del reflejo: La mejor manera de explicar la coherencia de nuestra experiencia


consiste en suponer que el mundo exterior corresponde, por lo menos de un modo
aproximado, a la imagen que nos dan de él nuestros sentidos… Esta hipótesis recibe una
explicación más profunda a medida que la ciencia va avanzando, en particular con el
desarrollo de la teoría de la evolución. Está claro que la posesión de órganos sensoriales
que reflejan el mundo exterior con mayor o menor fidelidad, o por lo menos algunos de
sus aspectos más importantes, confiere una ventaja evolutiva. Hay que insistir en que
este argumento no refuta el escepticismo radical, pero da una mayor coherencia a la
visión no escéptica del mundo.(Sokal y Bricmont, Imposturas Intelectuales)

Las leyes de la ciencia no son convenciones: Por cierto invito a todo aquel que crea
que las leyes de la física son meras convenciones sociales a que trate de transgredirlas
desde la ventana de mi apartamento. Vivo en el piso número 21. (Soy consciente de que
esta ocurrencia no hace justicia a los filósofos de la ciencia que profesan un relativismo
más elaborado, los cuales concederán que los enunciados empíricos pueden ser
objetivamente verdaderos- por ej.: la caída desde mi ventana a la calle durará
aproximadamente 2,5 segundos -, pero aseguran que las explicaciones teóricas de dichos
enunciados empíricos son construcciones sociales más o menos arbitrarias. Creo que
también esta tesis es profundamente errónea, pero su discusión nos llevaría mucho más
tiempo.)
Textos Sigmund Freud
Aproximación a la verdad, crítica al escepticismo: Creemos que la labor científica
puede llegar a penetrar un tanto en la realidad del mundo, permitiéndonos ampliar nuestro
poder y dar sentido y equilibrio a nuestra vida... Se le reprocha (a la ciencia) habernos
enseñado muy poco y dejar incomparablemente mucho más en la oscuridad: Pero al
obrar así, se olvida su juventud, se olvida cuán difíciles han sido sus comienzos y el
escaso tiempo transcurrido desde el momento que el intelecto humano llegó a ser
capacitado para la labor científica. ¿Acaso no pecamos todos basando nuestros juicios en
períodos demasiado cortos? Deberíamos tomar ejemplo de los geólogos. Se reprocha a
la ciencia su inseguridad, alegando que lo que hoy proclama como ley es rechazado
como error por la generación siguiente y sustituido por una nueva ley, de tan corta vida
como la primera. Pero semejante acusación es injusta y, en parte, falsa. Las mudanzas
de las opiniones científicas son evolución y progreso, nunca contradicción. Una ley que al
principio se creyó generalmente valida, demuestra luego ser un caso especial de una
normatividad más amplia o queda restringida por otra ley posteriormente descubierta; una
grosera aproximación a la verdad queda sustituida por un ajuste más acabado a la
misma, susceptible a su vez de mayor perfeccionamiento. En diversos sectores no se ha
superado aún una cierta fase de la investigación, que se limita a ir planteando hipótesis
que luego han de rechazarse por insuficientes. Otros integran ya, en cambio, un nódulo
firme y casi inmutable de conocimiento. Por último se ha intentado negar radicalmente
todo valor a la labor científica, alegando que por su íntimo enlace con las condiciones de
nuestra propia organización sólo puede suministrarnos resultados subjetivos, mientras
que la verdadera naturaleza de las cosas es exterior a nosotros y nos resulta inasequible.
Pero semejante afirmación prescinde de algunos factores decisivos para la concepción de
la labor científica. No tiene en cuenta que nuestra organización, o sea nuestro aparato
anímico, se ha desarrollado precisamente en su esfuerzo por descubrir el mundo exterior,
debiendo haber adquirido así su estructura una cierta adecuación a tal fin. (Freud,
Sigmund, El porvenir de una Ilusión)

Textos Marx-Engels
Práctica como criterio de verdad: El problema de si al pensamiento humano se le
puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico.
Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el
poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un
pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico. (Marx,
Karl, Tesis sobre Feuerbach)

Práctica (experimento e industria) como criterio de verdad: Pero, al lado de éstos,


hay otra serie de filósofos que niegan la posibilidad de conocer el mundo, o por lo menos
de conocerlo de un modo completo. Entre ellos tenemos, de los modernos, a Hume y a
Kant, que han desempeñado un papel considerable en el desarrollo de la filosofía. Los
argumentos decisivos en refutación de este punto de vista han sido aportados ya por
Hegel, en la medida en que podía hacerse desde una posición idealista; lo que Feuerbach
añade de materialista, tiene más de ingenioso que de profundo. La refutación más
contundente de estas extravagancias, como de todas las demás extravagancias
filosóficas, es la práctica, o sea, el experimento y la industria. Si podemos demostrar la
exactitud de nuestro modo de concebir un proceso natural reproduciéndolo nosotros
mismos, creándolo como resultado de sus mismas condiciones, y si, además, lo ponemos
al servicio de nuestros propios fines, damos al traste con la «cosa en sí» inaprensible de
Kant. Las sustancias químicas producidas en el mundo vegetal y animal siguieron siendo
«cosas en sí» inaprensibles hasta que la química orgánica comenzó a producirlas unas
tras otras; con ello, la «cosa en sí» se convirtió en una cosa para nosotros, como por
ejemplo, la materia colorante de la rubia, la alizarina, que hoy ya no extraemos de la raíz
de aquella planta, sino que obtenemos del alquitrán de hulla, procedimiento mucho más
barato y más sencillo. El sistema de Copérnico fue durante trescientos años una hipótesis,
por la que se podía apostar cien, mil, diez mil contra uno, pero, a pesar de todo, una
hipótesis; hasta que Leverrier, con los datos tomados de este sistema, no sólo demostró
que debía existir necesariamente un planeta desconocido hasta entonces, sino que,
además, determinó el lugar en que este planeta tenía que encontrarse en el firmamento, y
cuando después Galle descubrió efectivamente este planeta, el sistema de Copérnico
quedó demostrado. Si, a pesar de ello los neokantianos pretenden resucitar en Alemania
la concepción de Kant y los agnósticos quieren hacer lo mismo con la concepción de
Hume en Inglaterra (donde no había llegado nunca a morir del todo), estos intentos, hoy,
cuando aquellas doctrinas han sido refutadas en la teoría y en la práctica desde hace
tiempo, representan científicamente un retroceso, y prácticamente no son más que una
manera vergonzante de aceptar el materialismo por debajo de cuerda y renegar de él
públicamente. (Engels, Friedrich, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica
alemana)

Textos Lenin
Existencia objetiva de la realidad y reflejo en la conciencia: Y si esto es así, surgen
tres importantes co
nclusiones gnoseológicas:
1) Existen cosas independientemente de nuestra conciencia, independientemente de
nuestra sensación, fuera de nosotros, pues es indudable que la alizarina existía ayer en el
alquitrán de hulla, como es indudable que nosotros nada sabíamos ayer de esta
existencia, de esa alizarina no percibíamos ninguna sensación.
2) No existe, ni puede existir absolutamente ninguna diferencia de principio entre el
fenómeno y la cosa en sí. Existe simplemente diferencia entre lo que es conocido y lo que
aún no es conocido. En cuanto a las invenciones filosóficas acerca de la existencia de
límites especiales entre lo uno y lo otro, acerca de que la cosa en sí está situada "más
allá" de los fenómenos (Kant), o que se puede y se debe erigir una barrera filosófica entre
nosotros y el problema del mundo desconocido todavía en tal o cual aspecto, pero
existente fuera de nosotros (Hume), todo eso es un vacío absurdo, "Schrulle",
subterfugios, invenciones.
3) En la teoría del conocimiento, como en todos los otros dominios de la ciencia, hay que
razonar dialécticamente, o sea, no suponer jamás a nuestro conocimiento acabado e
invariable, sino analizar el proceso gracias al cual el conocimiento nace de la ignorancia o
gracias al cual el conocimiento incompleto e inexacto llega a ser más completo y más
exacto.
Así que hayáis admitido que el desarrollo del conocimiento humano tiene en la ignorancia
su punto de partida, veréis que millones de ejemplos tan sencillos como el descubrimiento
de la alizarina en el alquitrán de hulla, millones de observaciones sacadas no solamente
de la historia de la ciencia y de la técnica, sino también de la vida cotidiana de todos y
cada uno de nosotros, muestran al hombre la transformación de las "cosas en sí" en
"cosas para nosotros", la aparición de "fenómenos", cuando nuestros órganos sensitivos
reciben una impresión de fuera proveniente de estos o los otros objetos, y la desaparición
de los "fenómenos", cuando este o el otro obstáculo elimina la posibilidad de acción de un
objeto, manifiestamente existente para nosotros, sobre nuestros órganos sensitivos La
única e inevitable conclusión de esto que se hacen todos los hombres en la práctica
humana viva y que el materialismo coloca conscientemente como base de su
gnoseología, consiste en que fuera de nosotros e independientemente de nosotros
existen objetos, cosas, cuerpos, que nuestras sensaciones son imágenes del mundo
exterior.

Teoría del reflejo:...la sensación es, en realidad, el vinculo directo de la conciencia con el
mundo exterior, es la transformación de la energía de la excitación exterior en un hecho
de conciencia. Esa transformación, todo hombre la ha observado millones de veces y la
observa en realidad a cada paso. El sofisma de la filosofía idealista consiste en considerar
la sensación, no como vinculo de la conciencia con el mundo exterior, sino como un
tabique, un muro que separa la conciencia del mundo exterior; no como la imagen de un
fenómeno exterior correspondiente a la sensación, sino como "lo único existente".

Práctica como criterio de verdad: ". . . Es, ciertamente -- dice --, un modo de concebir
que parece difícil rebatir por vía de simple argumentación. Pero los hombres, antes de
argumentar, habían actuado. 'En el principio era la acción'. Y la acción humana había
resuelto la dificukad mucho antes de que las cavilaciones humanas la inventasen. The
proof of the pudding is in the eating (El pudding se prueba comiéndolo) Desde el momento
en que aplicamos estas cosas, con arreglo a las propiedades que percibimos en ellas, a
nuestro propio uso, sometemos las percepciones de nuestros sentidos a una prueba
infalible en cuanto a su exactitud o falsedad. Si estas percepciones fuesen falsas, lo sería
también nuestro juicio acerca de la posibilidad de emplear la cosa de que se trata, y
nuestro intento de emplearla tendría que fracasar forzosamente. Pero si conseguimos el
fin perseguido, si encontramos que la cosa corresponde a la idea que nos formábamos de
ella, que nos da lo que de ella esperábamos al emplearla, tendremos la prueba positiva de
que, dentro de estos límites, nuestras percepciones acerca de esta cosa y de sus
propiedades coinciden con la realidad existente fuera de nosotros". . .
Así, pues, la teoría materialista, la teoría de la reflexión de los objetos por el pensamiento,
está aquí expuesta con la más completa claridad: fuera de nosotros existen cosas.
Nuestras percepciones y representaciones son imagen de las cosas. La comprobación de
estas imágenes, la separación de las verdaderas y las erróneas, la da la práctica.

Algunos puntos esenciales del realismo o materialismo gnoseológico:


El mundo existe objetivamente, independientemente de la conciencia.

Nuestros sentidos nos conectan con ese mundo existente en forma objetiva. Las
sensaciones reflejan aproximadamente aspectos del mundo exterior, la sensación no es
por tanto puramente subjetiva sino que es objetiva. Lo cual no supone la negación del
elemento subjetivo en las sensaciones y la elaboración del conocimiento.

Las teorías también reflejan la realidad, pero no los elementos particulares sino los
aspectos generales, entre ellos las características esenciales de algunos fenómenos y las
leyes que rigen los mismos.

Existe un criterio de verdad, el cual nos permite distinguir, por lo menos en forma
aproximada. Este criterio no supone solo observación y contemplación del mundo, sino la
intervención, modificación y experimentación por parte del sujeto cognoscente. Todo esto
supone una interacción real y material con la realidad objetiva, que permite conocerla y
transformarla.

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