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Sionismo

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Theodor Herzl, padre del sionismo político.

El sionismo es una ideología y un movimiento político nacionalista que propuso


desde sus inicios el establecimiento de un Estado para el pueblo judío,1
preferentemente en la antigua Tierra de Israel (Eretz Israel).23 Dicho movimiento
fue el promotor y responsable en gran medida de la fundación del Estado de
Israel.
El sionismo apareció en Europa central y oriental a finales del siglo XIX. Su
fundador en tanto que movimiento organizado fue el periodista austro-húngaro de
origen judío Theodor Herzl como respuesta a la ola antisemita que recorrió Europa
en esos años, uno de cuyos exponentes fue el affaire Dreyfus.4 El movimiento tuvo
como objetivo fomentar la emigración judía a Palestina y alcanzó su objetivo
principal con la fundación del Estado de Israel en 1948.
El sionismo constituye una rama del fenómeno más amplio del nacionalismo
moderno.56 Descrito como un "nacionalismo en la diáspora", 7 el sionismo se
autodefine como un movimiento de liberación nacional8, cuyo objetivo es la libre
autodeterminación del pueblo judío.

Terminología[editar]
El término sionismo deriva de la palabra Sion (del hebreo: ‫ציון‬, uno de los
nombres bíblicos de Jerusalén). Este nombre se refiere inicialmente al Monte Sion, una
montaña cerca de Jerusalén, y a la fortaleza de Sion en ella. Más tarde, durante el reinado
del Rey David, el término "Sion" se convirtió en una sinécdoque para referirse a toda la ciudad
de Jerusalén y a la Tierra de Israel. En muchos versículos bíblicos, los israelitas fueron
llamados el pueblo, hijos o hijas de Sion.
"Sionismo" fue acuñado como término por el editor austriaco de origen judío Nathan Birnbaum,
fundador del movimiento estudiantil judío Kadima, en su
diario Selbstemanzipation (Autoemancipación) en 1890.
Según los historiadores Walter Laqueur, Howard Sachar y Jack Fischel, entre otros, la etiqueta
de "sionista" también se usa como un eufemismo para los judíos, en general, por apologistas
del antisemitismo.9
Desde el siglo I d. C. los judíos han vivido en el exilio, si bien ha habido una presencia
constante de judíos en la Tierra de Israel («Eretz Israel»). De acuerdo con el judaísmo y
la Biblia, la Tierra de Israel o Sion es la Tierra Prometida por Dios para los judíos. Tras
la rebelión de Bar Kojba (132–135), los judíos fueron expulsados de la Tierra de Israel
formando la Diáspora judía. Durante siglos existió entre los judíos de la Diáspora una gran
nostalgia de origen religioso de retornar a la patria histórica del pueblo judío –«el año próximo,
en Jerusalén...»– que, a mediados del siglo XIX, comenzó a secularizarse al entrar en
contacto con las grandes corrientes ideológicas europeas de la época
(liberalismo, socialismo, nacionalismo).
El nacimiento del sionismo está ligado a la eclosión de los nacionalismos en el siglo
XIX europeo, que tuvieron como bandera común la idea «un pueblo, un Estado» y que está en
el origen del concepto de Estado-nación. Al calor de esa idea se formaron distintos Estados
europeos, surgidos del desmembramiento de los imperios o bien a través de la unificación de
Estados con similar cultura y lengua (como Italia y Alemania). En paralelo a ese desarrollo
nacionalista, atravesándolo en muchas ocasiones, se desarrolló el moderno antisemitismo.
El sionismo sostenía que los judíos eran primordialmente un grupo nacional (como los polacos
o los alemanes) y no un grupo religioso (como los musulmanes o los católicos) y que, como
tal, tenía derecho a crear su propio Estado en su territorio histórico. La formulación clásica de
la idea es la que hizo Theodor Herzl en su opúsculo Der Judenstaat (El Estado Judío,
publicado en Berlín y Viena en 1896), que tiene como precedentes doctrinales la obra
de Moses Hess Roma y Jerusalén (1860) y la del médico judío ruso Leo
Pinsker Autoemancipación (1882), que contiene ya la consigna «Ayudaos, que Dios os
ayudará».
El sionismo se puso como objetivo primario la creación de un Estado judío moderno,
considerando que con ello devolvía al pueblo judío su estatus de nación y pondría fin a dos
milenios de vida en el exilio. Ante las grandes dificultades a las que se enfrentaron los judíos
para establecerse en la antigua Tierra de Israel, se barajaron algunas alternativas temporales,
sin intención de establecer un Estado nacional, solo como refugio ante la ola de pogromos y
persecuciones en la Rusia zarista, como la Argentina —en la que se crearon numerosas
colonias de inmigrantes judíos europeos—, y aún en una porción del África Oriental Británica
(el conocido como Plan Uganda), ofrecida por el gobierno de Londres; estas fueron estudiadas
(el propio Herzl estudia en su obra las ventajas comparativas de Argentina y Palestina)10 y al
fin rechazadas por la dirigencia sionista, y se prefirió el establecimiento del futuro Estado en
Palestina, una región en manos del Imperio Turco y que no se correspondía a ninguna división
administrativa, por lo que sus límites no estaban establecidos.

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