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II.

UN PRESUPUESTO FUNDAMENTAL

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10. Nadie puede ser gobernante si no es prime-


ramente y ante todo un ser humano, esto es, un|
ser racional que se distingue realmente de los
brutos,
Este presupuesto es esencial y mucho más difícil
de lo que aparece a primera vista. No hay, duda
de que la figura humana es distinta de la del resto
de los seres de la escala zoológica; pero ello no es
bastante, porque no es por la igura que el hombre
se distingue de los animales sino por su alma ra-
cional y es tan frecuente observar en las altas po-
siciones (estas tienen el riesgo de poner en eviden-
cia a la gente) a sujetos donde se da un predominio
tan absoluto de la vida animal
tan completo de las facultades
y,
del
un apagamiento
alma, que se
encuentran mucho más cerca de los seres inferiores
que de los de su propia especie.
Eque quiera aprender a gobernar a los demás
no puede ignorar doctrina que le enseña a com-
la
20 El Gobemante

a
prender su prapio ser y su existencia_y conseguir
su _propio fin persona, es decir, su propio Bien.
Ni puede dejar de observar aquellas leyes que rigen
la conducta del hombre y le indican el camino a
seguir en las circunstancias en que le toca actuar,
Es decir, debe aprender antes que nada la ciencia
y el arte de gobernarse a sí mismo, "Y es cierto
-dice Ribadeneyra 12- que el que no tiene pru-
dencia para regirse a sí mismo, menos la tendrá
para Tegir su casa, las ciudades, provincias
reinos
Cervantes pone en boca de una duquesa estas
palabras que dirige a Sancho Panza ..."el que no
sabe gobernarse a sí mismo cómo sabrá gobernar
a otros?"13
Esta es la primera y más provechosa experiencia
de gobierno.

11. La formación moral del hombre constituye,


pues, la primera exigencia para el que aspira a ser
un gobernante.ea
No es ésta la opinión ni la práctica corriente.
Está inmensamente difundido el error de que no
interesa vida privada del gobernante porque ella
la
y
está librada al juicio de DioS exenta del juicio
de los magistrados. Y es error porque no se trata
aquí del sometimiento ante la quejusticia humana, sino
simplemente de la influencia la vida ende
privada
tiene en la Vida integral del hombrely por en
la adquisición de aquelas excelencias que deben
reunirse en el hombre de gobierno. No obstante
ello, semejante error constituye doctrina estableci-
da y prácticamente vivida en la mayor parte del
mundo, con la consiguiente instalación en las posi-
ciones públicas de los más diversos ejemplares de
irresponsabilidad, desvergüenza y pillería.
sb sup
Cap. XXIL pp
212 ElDonPrincipe
g3 I,
Cristiano, L.
Quijote de la Mancha, Lib. IL, Cap. XXIUL ou
Un Presupuesto Fundamental 21

Tal doctrina ignora de raíz las leyes psicológicas


de la conducta y es absurda,

12.
blica,
La separación de la vida privada de la pú-
importa un desdoblamiento de la personali-
dad que imposible.
es

La persona humana es unidad en la cual los


una

principios intrínsecos de la accīón, Sean virtudes o


vicios, están íntimamente ligados entre sí y también
respecto de sus contrarios, de tal manera que cada
virtud perfecciona al hombre no solamente en la
linea de su objeto propio, sino en la del Bien en
general, por lo que se vuelve más apto para el ejer-
cicio de otras virtudes y, de rechazo, combatiendo
el vicio opuesto a la virtud ejercitada, combaté o
predispone a combatir todo otro vicio 14,
Lo propio ocurre con los vicios, cuya práctica no
sólo aparta al hombre de un determinado bien afin-
cándolo en el mal contrario, sino que lo inclina
al mal en genéral, hacia un total apartamiento del
fin y lo torna dócil a la solicitación de todas las
pasiones.
sb Esto lo sabía bien el hombre desde la antigüe-
dad, como lo atestiguan la Etica a Nicómano de
'
ARISTÓTELES (L. VI, Cap.
XI), el Tratado de la
Consideración de SaN BERNARDO (L. II c. 8) o la
Suma Teológica de SANTo ToMÁS De AqUINO (1-2,
q. 65), para no sobreabundar en citas
roPor consiguiente, si la vida privada -que es lo
primero que interesa a cada hombre se aparta
de las leyes que deben dirigirla, es muy difícil que
ese hombre observe y haga observar las leyes que
tocan al bien de la comunidad.
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Y oleir 2orr o.l ndog izos
13. Por otra parte, la eficacia del gobernante
depende grandemente de su prestigio personal. Se
a
ama y se obedece quién se admira. log hrbilet
Mas el hombre que es de vida desordenada y li-

14 SANTO ToMás De AquINO: S. Th., 1-2, q. 65, 1,


22 El Gobernante

quien sus gobernados _señalan como vi.


cenciosa, a
cioso o inmoral, aunque tenga condiciones de_ca-
pacidad preparación, ni será admiradoni será
acompanado por la adhesión del pueblo. Porque el
hombre es juzgado por Dios 1 por los hombres,
y,
no tanto por lo que sabe cuanto por que obra.
lo
14.Finalmente esta separación de la vida pri-
vada y la pública no solamente es inconveniente,
sino contraproducente y absurda.
En efecto, cóno puede dirigir al bien a los de-
más. quien marcha en sentido contrario? Cómo
puede organizar justamente lasociedad familiar
quien es el primero en burlarla? Cómo puede
administrar honradamente los bienes de la Nación
quien no es honrado en los propios negocios o
quien se ha enriquecido negociando con intereses
contrarios a la Nación? Cómo puede tener el
sentido del gobierno, aue es una éspecie de pa-
ternidad, quien es mal padre, mal esposo o mal
hijo? En una palabra, acómo ródrá combatir el
vicio en la sociedad quien es nersonalmente vicioso
v cómo podrá enseñar virtudes quien carece de
ellas?n
os
n 15. El resultado práctico de este funesto error
es la actuación en política v la admisión a las altas
funciones de gobierno, de personas que carecen de
las condiciones morales requeridas, como también
el aleiamiento de aquellas que por sus calidades se-
rían' las más indicadas para (ocuparlas Y ambas
cOsas importan la subversión total del orden po-
ltico.
std
Esto no necesita probarse. Lo hemos visto y pa-
decido, lo vemos 'y lo seguiremos padeciendo mien-
tras no se produzca un cambio profundo en la men-
talidad política de nuestro país. Pasa delante de
9rp 9dcof
15 Ps., LXI, 13; Eccli., XVI, 13; Apoc., XX, 12; Rom.,
I,8, etc. AT
Un Presupuesto Fundamental 23

nuestra imaginación, el cortejo de personas que se


han sentado en los sillones de gobierno a lo largo
del tiempo. jCuánta miserial jQué poquisimas y
dignas excepciones!iCuánta suciedad que no pue
de redimirse con "slogans", tópicos demagógicos ni
autobombol Cómo sorprenderse entonces de la
enorme postración política de nuestro país?
16. De lo dicho debe concluirse que la adqui-
sición de una firme personalidad moral constituye
la primera etapa de la preparación del hombre de
gobierno; pero, de ninguna manera, que eso solo
sea suficiente. Porque así como no se puede ser
gobernante sin poseer una sólida moral personal,
tampoco se es por el simple hecho de ser moral-
mente intachable. No todo hombre bueno es capaz
de gobernar. Y este es un error en que caen muchos
espíritus simples y bien intencionados que con ver-
dadera ingenuidad creen que todo es posible con
buena voluntad.
Hay conocimientos, aptitudes y virtudes propias
del gobernante que sólo las tienen muy pocas per
sonas y que muchos no las adquieren aún ejerci-
tándose especialmente toda la vida.

De manera que además de los inmorales, los


hombres simplemente buenos deben ser descarta-
dos como gobernantes. Lo cual reduce enormemen-
te el número de los aptos,
II. LA VOCACIÓN DE GOBERNANTE

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17.He dicho
de gobernante.
antes que es necesaria la vocación

En verdad es altamente conveniente que el hom-


bre actúe en la linea de su vocación 5, porque
fuera de ella es menos eficaz. Es decir, que le es
favorable obrar en aquel orden de actividád cuyo
término solicita intensamente como una necesi
lo
dad vital comomanera
algo indispensable para su propia
que al ir desarrollando su
existencia, de
acción va expresándose y realizando su propia per
fección. Así como el color es para los pintores y el
sonido para los músicos una manera de percibir y
expresar la participación de las cosas en la Belleza,
Increada, así la vocación gubernativa es una ma
nera de percibir el orden y.
gobierno divino del
mundo y de. hacer participar a los demás de la
16San Pablo escribe a los Efesios: "Os ruego que andéis
llamados."
2omo conviene a la vocación con que habéis sido
Eph., IV, 1.
26 El Cobernante

inteligencia y beneficio de dicho gobierno. Del


mismo modo que el artista busca la Belleza y el
filósofo el Ser, el gobernante vive, se realiza y se
perfecciona en el Orden.
La atracción que los distintos objetos ejercen
sobre los hombres no es, en definitiva, más que la
manera con que cada uno recibe el llamado a la
participación en las perfecciones divinas.
Esta diversa manera obedece a la variedad de
dones que el hombre recibe con el Ser y lo inclinan
hacia una determinada dirección de su vida, según
disposiciones sabiamente establecidas por la Provi-
dencia. Porque así como la plenitud del Ser y de
los bienes reside en el Ser Absoluto y Sumo Bien.
que es Dios, así en los seres creades estos bienes se
reparten y distribuyen según el querer divino que
compone el mundo con variedad y armonía. Cadá
uno tiene de Dios su propia gracia, dice San Pa-
blo 17. Y en la misma Epístola agrega más adelan-
te: "Hay diversidad de dones, pero uno mismo es
el Espíritu. Hay diversidad de ministerios pero uno
mismo es el Señor. Hay diversidad de operaciones,
pero uno mismo es Dios, que obra todas las cosas
en todos. Y a cada uno se le otorga la manifestación
del Espíritu para común utilidad" 18,
Cuando cada uno ocupa el lugar que le corres-
ponde en la sociedad y cumple su vocación en
forma perfecta, la sociedad resplandece en el orden.
Esta exigencia de la vocaciónt es de elemental
sentido común. A nadie se le exige, nadie está
obligado a ser hombre de gobierno. A lo que todo
el mundo está obligado es a obrar con sensatez.
Y es una verdadera insensatez meterse a gobernante
quien tiene una vocación distinta, porque es expo
nerse a no cumplir ninguna, a fracasar en su pro-
fesión y en el gobierno y a frustrarse en la realiza-

17 I Cor., VIII, 7.
lsarra0orn
18
I Cor., XII, 4/8.
La Vocación de Gobermante 27

ción de su propia personalidad. Y sin embargo


muchos parecen no darse cuenta.
18. Toda vocación importa una cualidad par-
ticular, una disposición del alma en un orden dado,
que para, el gobernante lo es el de los negocios
públicos, que no se realiza sino cumpliendo con
determinadas exigencias.
En efecto, si gobernar una_sociedad poliítica es
dirigirla como es debido a su fin, el gobernante
debe:/a) conocer esa sociedad; b) conocer el fin
hacia /cual debe conducirla; y c) supuestos esos
conocimientos, debe saber arbitrar los medios que
Conducen a dicho fin, que es en lo que especifica-
mente consiste su misión.
l
Y todo ello leva presupuesta la buena voluntad
del hombre de bien, la intención de gobernar rec-
tamente, ocupándose del bien común de la socie-
dad, sin interferencia de otro fin distinto, sea per-
Sonal, de partido o de clase 1, "
De manera que tanto la inteligencia que conoce
y ordena, como la memoria que atesora la expe-
riencia, como la voluntad que impulsa y' sostiene la
acción, reciben un acrecentamiento y perfección
respecto de este orden de actividad: la perfección
propia del gobernante, que debe estar sostenida y
enriquecida por un conjunto de virtudes, que es-
tudiaremos más adelante.
19. La exigencia del conocimiento de la sociedad
que debe gobernarse, a pesar de su evidente nece
sidad, es muy olvidada en la práctica por quienes
gobiernan de espaldas a la realidad. Porque ésta es
la materia que debe ser ordenada y el gobernante
es como un artista quel necesita conocer los ele
mentos o material de que dispone para ver qué es
lo que puede hacer con él. Y así como es distinto
para, el escultor trabajar con arcilla que con már
19 SANTO Tomás DE AQUNO: De Regimine Principum,
I,
L. Cap. I. PLATÓN: República, L. I, XV.
28 El Gobemante

mol o bronce, así es distinto manejar un pueblo


culto, disciplinado y trabajador que otro ignorante
o haragán; son muy, distintas las posibilidades de
una nación ricamente dotada que otra carente de
recursos naturales; como lo son las de un pueblo
que ha recibido el Mensaje de Cristo de otros que
viven inmersos en un piélago de errores o supers-
ticiones.
En nuestra historia ese desconocimiento de la
realidad nacional, especialmente en lo que se refie
re al orden de principios que informan el alma y
el modo de vivir de nuestro pueblo, ha sido funes
tísimo
Por ello hay que insistir en que se trata de una
exigencia del más elemental sentido común. Al
reves de lo que ocurre con los racionalistas y los
ideólogos, que imaginan y construyen una sociedad
a su paladar, con hombres concebidos a su antojo
y con soluciones para ellos elaboradas dentro de
un gabinete, el verdadero gobernante se enfrenta
Con un conjunto vivo, que busca su felicidad en
medio de la indeterminación de los bienes de la
existencia, Y a este conjunto social, determinądo,
concreto, con sus necesidades, sus virtudes y vicios,
con su grado de cultura y organización, con sus
recursos y las situaciones creadas por la historia,
a este conjunto hay que darle soluciones, recursos,
aliento y estímulo para vivir,

20.El conocimiento de la realidadeses, por


quetanto,
el punto de partida. Esa realidad la hay
que gobermar, dirigirla hacia su fin. Conocer lo que
se tiene que gobernar no es más que el primer paso
de la preparación para el hombre de gobierno. De
alli debe partir su tarea.
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Para orientarse y legar a buen término, debe
además, tener un conocimiento exacto, verdadero,
del fin, o lo que es lo mismo, de lo que constituye
el bien a conseguir. otidhqs
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11
La Vocación de Gobernante 29

El témino de la acción del gobernante es el bien


de la comunidad, el bien común temporal, el
"totum bene vivere" de los antiguos
A pesar de su interés, no hace al propósito prin-
cipal de este trabajo entrar a la discusión que se
originó en su momento en torno al concepto de
bien común, entre figuras prominentes del pensa-
miento católico como Jacques Maritain, Charles de
Koninck, Leopoldo Eulogio Palacios, el P. José To-
doli O.P., etc.20 El tema pertenece a la doctrina
política, que debe ser conocida por el aspirante a
ocupar posiciones públicas. Porque es la doctrina
la que establece, a partir de principios primeros,
los fines inmediatos o mediatos, de la
acción del
gobernante, Estos fines exigen un determinado
orden de acciones que se dirigen a su consecución
y son los medios de que se vale el que gobierna.
Hay un mínimum indispensable en la formación
intelectual del gobernante, especialmente referido
a los principios éticos y a los que rigen los diver-
sos aspectos de la vida social: principios de políti-
ca, de economía, de educación,_etc. Es decir, que
debe estar en condiciones de señalar las metas a
lograr y de apreciar el valor y conveniencia de las
soluciones que le propongan sus ministros o colabo-
radores. Un jefe de estado no puede ser un mo-
nigote que se maneja con piolines desde los basti-
dores, realizando danzas y contradanzas, que hacen
un daño inmenso al pais y ponen en ridiculo a su
persona, Por ello es que el gobernante debe ser
"estudioso" y se "deben contar las sciencias entre
los instrumentos políticos del reinar" o mandar,
dice Saavedra Fajardo 21,
Este conocimiento está exigido por la recta in-
20
Ver el libro del P. TodoLií donde está correctamente
expuesta: El Bien Común, Ed. Instituto Luis Vives de Fi-
losofía, Madrid, 1951.
21 idea de un Principe Politico Cristiano, Ed. La Lectu-

ra, 1922, T. I, pág. 106.


30 El Cobernante
tención que debe preceder a toda acción guberna-
tiva, toda vez que dicha intención está presidida
por la sindéresis, que es el hábito de los principios
morales y que orienta la acción hacia los fines,

El conocimiento de la doctrina es solamente


21.
un presupuesto necesario, pero no es lo que carac-
teriza propiamente al gobernante, El hombre de
gobierno tiene que encontrar los medios que per
mitan alcanzar los fines u objetivos en que se dan
las condiciones esenciales del bien común. Y desde
luego esos medios deben graduar los pasos o solu-
ciones intermedias hasta que pueda llegarse a la
solución ideal. El conocimiento y sentido de la
realidad y de los fines ideales, determinarán la me-
dida de lo que es posible realizar. La aspiración
a lo mejor debe tener en cuenta que lo posible es
lo mejor en un momento dado y que las etapas
de un progreso social exigen ser cumplidas nor-
malmente, para no saltar por encima de las reales
posibilidades de un pueblo, porque ello conduce a
resultados lamentables y contraproducentes.
Quiero decir, que una cosa es conocer la doctrina
y otra, gobernar. Una cosa es la formulación de los
principios universales del buen gobierno y otra su
realización en concreto, su aplicación en la medida
de lo posible en un determinado grupo social. Son
dos cosas distintas estudiar o saber doctrina política
y ser capaz de gobernar. Una cosa es la vocación
por las ciencias politicas; otra, la vocación de go-
bernante. La primera lleva a la cátedra, la segunda
al poder.
Muy grave confusión es que el catedrático de
ciencias políticas, sin más ni más, se sienta hombre
de gobierno. Y por desgracia esto ha ocurrido en
la historia, siempre con resultados negativos

Por último, si específicamente la misión del


22.
gobernante consiste en arbitrar los medios capaces
de procurar el bien común, eso mismo está indican-
La Vocación de Gobernante 31

do la exigencia de aquella virtud primera del en-


tendimiento práctico que regula la elección de los
medios. De ella nos ocuparemos más extensamente
en los próximos capítulos.
Como se ve, así como antes eliminamos a los
a
inmoralesy los simplemente buenos como inca-
paces para gobernar, ahora debemos descartar los
ignorantes de la realidad o de la doctrina y a los
ideólogos. Cada vez se vuelve más estrecho el círcu-
lo de los capaces,

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