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NOMBRE: Angine Nicole Diaz Vásquez

MATRICULA: 100573138

TEMA: Portafolio 1. Antiguas escuelas griegas de la ética

SECCION: 03

PROFESOR: Rubén Reyes

MATERIA: Ética profesional


ESCUELAS GRIEGAS DE LA ÉTICA

La mayoría de las escuelas de filosofía moral griegas posteriores surgieron de las


enseñanzas de Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus discípulos
inmediatos: los cínicos, los cirenaicos, los megáricos (escuela fundada por Euclides de
Megara) y los platónicos.

Los Cínicos

Los cínicos, en especial el filósofo Antistenes, afirmaban que la esencia de la virtud, el


bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar. Los cínicos despreciaban el
placer, que consideraban el mal si era aceptado como una guía de conducta. Juzgaban
todo orgullo como un vicio, incluyendo el orgullo en la apariencia, o limpieza. Se
cuenta que Sócrates dijo a Antístenes: "Puedo ver tu orgullo a través de los agujeros de
tu capa".

El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también de las


más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte
fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar.
Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas
actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de
filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.

El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original
y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es así que hay
algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar
claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es
decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.

El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como no


se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte
por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron transmitidos en forma de colecciones, la
más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para el estudio no solo de
los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su autor. Utilizaron recursos
literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la anécdota o la burla, pero
siempre de forma escandalosa y provocadora.
LA ESCUELA CIRENAICA

La escuela cirenaica fue una escuela filosófica fundada por Arístipo de Cirene,
discípulo de Sócrates, en el siglo V a. C. emparentada con las escuelas megárica y
cínica.

Los cirenaicos, sobre todo Aristipo de Cirene, eran hedonistas y creían que el placer
era el bien mayor (en tanto no dominara la vida de cada uno), que ningún tipo de
placer es superior a otro y, por ello, que solo es mensurable en grado y duración.

Este hedonismo era para Arístipo, una parte de la forma de vivir. Nació en una
familia pudiente, vivió una vida sin problemas económicos, dedicado a la búsqueda del
placer. Para los cirenaicos el placer personal era el bien superior y además defendían
que son preferibles los placeres corporales, que los mentales. La virtud consistía en
disfrutar del placer, sin dejarse dominar por él. Como nos recuerda Diógenes
Laercio, cuando a Arístipo le reprochaban su relación con una prostituta llamada Laida,
respondía "yo poseo a Laida, pero no ella a mí".

El principal argumento para la defensa del placer es que todos los animales buscan
espontáneamente el placer y huyen del dolor. También los seres humanos
instintivamente buscamos el placer y tratamos de evitar el dolor.

Se ocuparon fundamentalmente en cuestiones de ética, para ellos el bien se identificaba


con el placer, pero este placer era espiritual. Según planteaba Aristipo La felicidad
humana consiste en librarse de toda inquietud, siendo la vía para lograrlo la
autarquía. Planteaban que uno debe actuar honestamente porque así incrementa la
cantidad de placer. Ellos eran sensualistas, creían que la única vía de conocimientos
eran los sentidos
ESCUELA DE MEGARA

Muerto Sócrates, su discípulo Euclides retornó a Megara (donde había nacido), y fundó allí
una escuela que, como la Cirenaica, se desarrolló principalmente durante el siglo IV a.C. En
las doctrinas de la escuela se podía ver la formación eleática y socrática de su fundador. Sus
miembros recibieron sucesivamente el nombre de "megáricos", "disputadores" y
"dialécticos".

Euclides trasladó a la escuela sus propias ideas y experiencias, mezclando las doctrinas de
los eleatas, principalmente las de Parménides y Zenón, con la ética socrática. Bajo la influencia
socrática, buscan la verdad entendida como el bien, que está más allá de lo que está presente,
para los megáricos, solo existe una cosa realmente: el bien, aunque se dice de muchas maneras,
aparte del bien no hay ninguna otra cosa.

Los megáricos eran maestros de la "erística" (arte de discutir). Tenían un especial gusto por
las paradojas y las sutilezas lógicas, y las dominaban con virtuosismo. Se destacaron
también (como luego lo harían los estoicos) en el estudio del Cálculo Proposicional.

La idea fundamental de Euclides y de su escuela es la unidad del bien, el cual está fuera del
alcance de los sentidos, y sólo es conocido por la razón.

Por influencia de los eletas, sostuvieron una tajante separación entre el mundo sensible de la
apariencia y el inteligible o real, a tal punto que Estilpón de Megara llegó a criticar a Platón
su pretensión de explicar el mundo sensible por el inteligible estableciendo de ese modo
una relación entre ambos. Por su raíz socrática, buscaban la verdad (entendida como el
bien), más allá de lo inmediatamente presente. Combinando ambas fuentes, identificaron el bien
(Sócrates) con lo uno e inmóvil (Parménides) y lo denominaron "Dios", "sabiduría" o
"entendimiento". Para ellos, el ser inmóvil del que hablaba Parménides no era sino el bien del
que hablaba Sócrates. De este modo las ideas de Sócrates adquirieron un marcado carácter
metafísico.

La escuela megárica, según se infiere de lo que dejamos indicado, debe considerarse como un
ensayo de conciliación, o más bien de fusión entre la Filosofía eleática y la socrática. El
ser uno de los antiguos eleáticos, se transforma en el ser bien para los megáricos, y se identifica
con la razón suprema y con Dios.

Estilpón de Megara (filósofo de la escuela) fue maestro de Zenón de Citio,


fundador del estoicismo, por lo que se puede establecer una relación entre ambas
escuelas.
ÉTICA DE LA ESCUELA PLATÓNICA

Dentro de sus obras, especialmente Gorgias, Protágoras y República, Platón manifiesta


las controversias entre dos clases de vida que buscaban la primacía: la entregada al
placer y la consagrada a la sabiduría y a la práctica de la virtud. Platón nunca aceptó
la doctrina hedonista, derivada de la imprecisión de las doctrinas socráticas, como ideal
de vida, que ponía al placer como Sumo Bien, sino por el contrario, se inclina hacia el
ascetismo y la mortificación, expresándolo en el Fedón y en Republica, donde, en ésta
última, condena de manera enérgica la vida entregada al placer y propone un ideal que
se base en la virtud y en el cultivo de la sabiduría.

Sin embargo, en el Filebo, Platón trata de regular y someter el placer a la medida de


la razón, ya sin condenarlo, aunque terminantemente queda excluido como Sumo
Bien, dada su inestabilidad e insuficiencia y sólo se considera un bien particular de la
parte más baja del hombre, quien, de entregarse al placer sensible completamente,
quedaría reducido a una vida meramente animal y no humana, ya que si bien, el hombre
posee un cuerpo material, tiene también un alma inteligente.

Tal inteligencia tampoco es pura, sino que comparte y se mezcla


proporcionadamente con el placer. Este se ha de purificar y dosificar según tenga que
entrar en la vida feliz junto con la sabiduría, conforme a una escala de bienes, adecuada
a las notas esenciales del Bien, según la mentalidad griega: la medida, la verdad y la
belleza. Cinco son los grados de la escala:

1. La medida, la moderación, lo convincente.


2. La proporción, la belleza, la perfección.
3. La mente y la inteligencia.
4. Las ciencias, las artes y las opiniones rectas.
5. Los placeres puros, sin mezcla de dolor.
La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y
metafísica. Alma y cuerpo constituyen dos elementos no sólo distintos, sino
irreconciliables entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se hace
esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su
cuerpo, se encontrará incapacitado para la felicidad y para el verdadero conocimiento.
Alcanzar estos sólo será posible si dominamos nuestra parte material.

Las ideas para Platón son realidades que existen, las únicas, porque las cosas de esta
vida son sólo reflejos de ellas. Por eso su pensamiento se considera un realismo de las
ideas, que son trascendentes al hombre. La religión cristiana se basa en la filosofía
platónica.

Según la ética de Platón, las ideas éticas son patrones morales universales con los que
juzgamos los comportamientos humanos. Los valores universales (las ideas) nos sirven
para definir el ideal de sociedad humana. Según Platón existe algo que es ¨la verdad
sobre cómo tenemos que vivir¨, y nosotros la conoce cuando consigue el conocimiento
de la ética de Platón. Sólo quien logre este conocimiento podrá dirigir la organización
política y moral de la sociedad. El estado ideal será el que esté gobernado por hombres
amantes de la sabiduría, y, a la vez, excelentes y felices.
ARISTOTELES

Nació en 384 a. C. o 383 a. C., durante el primer año de la olimpiada XCIX, 8

La ética aristotélica reflexiona sobre la conducta humana. Para Aristóteles todo


comportamiento persigue un fin, es decir, se mueve por un objeto o motivo, no es en
vano. Sin embargo, Aristóteles diferenció entre dos tipos de fines. Por un lado, los fines
útiles como medios y, por otro lado, el fin último.

Una de las características principales de la ética aristotélica es que es teleológica, es


decir, que las acciones son analizadas basándose en un fin. Un acto será bueno o malo
dependiendo de las consecuencias que tenga.

Así, para el filósofo, el fin al que aspira el hombre es la felicidad. Por tanto, una acción
es buena si logra hacer al individuo más feliz. Por otro lado, la ética aristotélica es
de carácter práctico, no basta con estudiarla, sino que hay que hacer uso de ella a
través de la experiencia.

La ética aristotélica reflexiona sobre la conducta humana. Para Aristóteles todo


comportamiento persigue un fin, es decir, se mueve por un objeto o motivo, no es en
vano.

En las virtudes que Aristóteles definió como “éticas” cobra especial importancia la
prudencia. Entendamos prudencia como el “camino” de la deliberación. La prudencia
permitirá guiar las emociones y las pasiones por un “camino intermedio” que tendrá
como resultado un carácter mejor y un control racional.

En este sentido, para el filósofo hay una virtud para cada pasión. Es decir, un término
medio que será equilibrado y modesto. Por ejemplo, entre temeridad (defecto) y la
cobardía (exceso) estaría la virtud de valor.

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