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MATRICULA: 100573138
SECCION: 03
Los Cínicos
El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original
y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es así que hay
algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar
claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es
decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.
La escuela cirenaica fue una escuela filosófica fundada por Arístipo de Cirene,
discípulo de Sócrates, en el siglo V a. C. emparentada con las escuelas megárica y
cínica.
Los cirenaicos, sobre todo Aristipo de Cirene, eran hedonistas y creían que el placer
era el bien mayor (en tanto no dominara la vida de cada uno), que ningún tipo de
placer es superior a otro y, por ello, que solo es mensurable en grado y duración.
Este hedonismo era para Arístipo, una parte de la forma de vivir. Nació en una
familia pudiente, vivió una vida sin problemas económicos, dedicado a la búsqueda del
placer. Para los cirenaicos el placer personal era el bien superior y además defendían
que son preferibles los placeres corporales, que los mentales. La virtud consistía en
disfrutar del placer, sin dejarse dominar por él. Como nos recuerda Diógenes
Laercio, cuando a Arístipo le reprochaban su relación con una prostituta llamada Laida,
respondía "yo poseo a Laida, pero no ella a mí".
El principal argumento para la defensa del placer es que todos los animales buscan
espontáneamente el placer y huyen del dolor. También los seres humanos
instintivamente buscamos el placer y tratamos de evitar el dolor.
Muerto Sócrates, su discípulo Euclides retornó a Megara (donde había nacido), y fundó allí
una escuela que, como la Cirenaica, se desarrolló principalmente durante el siglo IV a.C. En
las doctrinas de la escuela se podía ver la formación eleática y socrática de su fundador. Sus
miembros recibieron sucesivamente el nombre de "megáricos", "disputadores" y
"dialécticos".
Euclides trasladó a la escuela sus propias ideas y experiencias, mezclando las doctrinas de
los eleatas, principalmente las de Parménides y Zenón, con la ética socrática. Bajo la influencia
socrática, buscan la verdad entendida como el bien, que está más allá de lo que está presente,
para los megáricos, solo existe una cosa realmente: el bien, aunque se dice de muchas maneras,
aparte del bien no hay ninguna otra cosa.
Los megáricos eran maestros de la "erística" (arte de discutir). Tenían un especial gusto por
las paradojas y las sutilezas lógicas, y las dominaban con virtuosismo. Se destacaron
también (como luego lo harían los estoicos) en el estudio del Cálculo Proposicional.
La idea fundamental de Euclides y de su escuela es la unidad del bien, el cual está fuera del
alcance de los sentidos, y sólo es conocido por la razón.
Por influencia de los eletas, sostuvieron una tajante separación entre el mundo sensible de la
apariencia y el inteligible o real, a tal punto que Estilpón de Megara llegó a criticar a Platón
su pretensión de explicar el mundo sensible por el inteligible estableciendo de ese modo
una relación entre ambos. Por su raíz socrática, buscaban la verdad (entendida como el
bien), más allá de lo inmediatamente presente. Combinando ambas fuentes, identificaron el bien
(Sócrates) con lo uno e inmóvil (Parménides) y lo denominaron "Dios", "sabiduría" o
"entendimiento". Para ellos, el ser inmóvil del que hablaba Parménides no era sino el bien del
que hablaba Sócrates. De este modo las ideas de Sócrates adquirieron un marcado carácter
metafísico.
La escuela megárica, según se infiere de lo que dejamos indicado, debe considerarse como un
ensayo de conciliación, o más bien de fusión entre la Filosofía eleática y la socrática. El
ser uno de los antiguos eleáticos, se transforma en el ser bien para los megáricos, y se identifica
con la razón suprema y con Dios.
Las ideas para Platón son realidades que existen, las únicas, porque las cosas de esta
vida son sólo reflejos de ellas. Por eso su pensamiento se considera un realismo de las
ideas, que son trascendentes al hombre. La religión cristiana se basa en la filosofía
platónica.
Según la ética de Platón, las ideas éticas son patrones morales universales con los que
juzgamos los comportamientos humanos. Los valores universales (las ideas) nos sirven
para definir el ideal de sociedad humana. Según Platón existe algo que es ¨la verdad
sobre cómo tenemos que vivir¨, y nosotros la conoce cuando consigue el conocimiento
de la ética de Platón. Sólo quien logre este conocimiento podrá dirigir la organización
política y moral de la sociedad. El estado ideal será el que esté gobernado por hombres
amantes de la sabiduría, y, a la vez, excelentes y felices.
ARISTOTELES
Así, para el filósofo, el fin al que aspira el hombre es la felicidad. Por tanto, una acción
es buena si logra hacer al individuo más feliz. Por otro lado, la ética aristotélica es
de carácter práctico, no basta con estudiarla, sino que hay que hacer uso de ella a
través de la experiencia.
En las virtudes que Aristóteles definió como “éticas” cobra especial importancia la
prudencia. Entendamos prudencia como el “camino” de la deliberación. La prudencia
permitirá guiar las emociones y las pasiones por un “camino intermedio” que tendrá
como resultado un carácter mejor y un control racional.
En este sentido, para el filósofo hay una virtud para cada pasión. Es decir, un término
medio que será equilibrado y modesto. Por ejemplo, entre temeridad (defecto) y la
cobardía (exceso) estaría la virtud de valor.