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¿ACUERDO O IMPUESTO?

ALVARADO HERAZO JESSICA PAOLA.


DELGADILLO VELASQUEZ PAULA ALEJANDRA.
FIRACATIVE PINEDA JUANA VALENTINA.

UNIVERSIDAD COLEGIO MAYOR DE CUNDINAMARCA.


FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN Y ECONOMÍA.
ECONOMÍA.
BOGOTA D.C
FEBRERO 25/2021
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¿ACUERDO O IMPUESTO?

En el desarrollo y estudio de las actividades económicas, es común oír y analizar aspectos

importantes como lo es el beneficio y los costos, existen unos costos fijos y costos variables que

están directamente relacionados con la producción y funcionamiento de las entidades. Sin

embargo, hay otros costos que se asocian a esta implícitamente, porque derivan de las

consecuencias producidas en los ejercicios de la producción de estas misma.

A lo largo de la historia del desarrollo económico los economistas han llevado un pensamiento

muy arraigado de como se deben corregir los efectos negativos y positivos que puede conllevar

una actividad económica; como punto central toman una visión pigou-viana donde, el causante

del daño debe asumir el costo por este mismo mediante un impuesto. En contraparte, existe un

enfoque planteado por Ronald Coase en el cual, el impuesto no siempre reduce el daño tanto

como afecta la producción y en ocasiones el daño final después del impuesto es mayor que el

daño inicial, porque dicho impuesto no solo afectará la producción si no que a su vez generará

desempleo o subempleos, disminuyendo así los ingresos percibidos por los empleados. No se

debe pensar netamente en quien afectase a quien, si no, en como minimizar o anular los costos de

producción que genera.

[ CITATION Ron60 \l 9226 ], El enfoque tradicional ha tendido a obscurecer la naturaleza de

la elección que encierra. El problema se formula comúnmente como uno en el que A

ocasiona daño a B y lo que tiene que decidirse es: ¿Cómo se puede restringir a A? Pero

esto es erróneo. Estamos tratando un caso de naturaleza recíproca. Evitar daño a B

infligiría un perjuicio a A. La cuestión real que debe decidirse es: ¿Debe permitirse que A

dañe a B o que B dañe a A? La cuestión es evitar el daño mayor. (p.2)


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Si se da origen a una externalidad negativa, los fallos judiciales no dan una alternativa

económicamente competente y los costos de transacción de mercado son nulos, la reasignación

de estos derechos debe hacerse por medio de dicha transacción a modo de contrato o convenio

entre las dos partes, fallando a favor de quien los valora más y los que producen más beneficios

colectivamente, sin importar, lo que la corte considere correcto. En ocasiones, las compañías

pueden hacerse responsables del daño que causan (lo que los economistas tradicionales

consideran correcto) , pero, en caso de que esto no suceda, es irrelevante para el sistema de

precios, porque, el reordenamiento será el mismo si el causante del daño paga (por ejemplo 5

UM) al afectado, que si el afectado paga (por ejemplo 5 UM) al causante del daño, esto porque la

cantidad que pierde el causante del daño al hacerse responsable de este mismo para mantener la

actividad culpable de la afectación, es el mismo que deja de ganarse en el caso de no hacerse

responsable y seguir con dicha actividad.

Bajo una perspectiva objetiva al igual que el autor [ CITATION Ron60 \l 9226 ], se considera que es

de suma importancia estudiar todas las consecuencias a las que conllevarían las posibles

soluciones, es decir, analizar dicho problema de una manera más general, porque se podría

terminar generando un daño mayor donde la “cura resulta peor que la enfermedad”; cuando se

mide el daño general se puede colacionar la diferencia entre el daño inicial y posible daño final y

optar por la mejor solución, bien sea que a) el causante del daño reubique la operación de sus

actividades problemáticas (cuando el costo del daño causado es mayor que el bienestar social que

produce) , b) que se le obligue a pagar un impuesto (siempre y cuando el costo de este sea menor

que el valor obtenido de la producción) o finalmente c) que el afectado tenga que tolerar dicho

deterioro de su bienestar (si el bienestar social que produce la compañía causante es mayor que la

afectación causada a este agente). Sin embargo, de ser posible que ninguno resultase más
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afectado que el otro, indudablemente se optaría por esta solución, como en el caso de que exista

un convenio en el cual los dos terminasen pagando los daños proporcionalmente, mediante la

generación de nueva tecnología.

El Estado podría brindar soluciones optimas, siempre y cuando el costo de las transacciones de

mercado sean muy altos o alguna compañía monopolice el mercado, sin embargo no puede

dejarse de lado el hecho de que el gobierno cuenta con políticas bastante generales que no se

pueden aplicar a un sin número de casos particulares, por lo que su intervención no siempre

puede arrojar resultados eficientes, sin contar con el hecho de que quienes hacen parte de este

ente gubernamental pueden influir sobre estas medidas desde una perspectiva codiciosa donde no

se elige la solución que genere más beneficio a la sociedad sino el que genere el beneficio más

alto para ellos mismos.

A pesar de que Coase, en los apartados 8-9 de su documento “El problema del costo social”

realiza una critica a utilitarista Arthur Pigou, pero, paradójicamente sus ideales pueden tender a

ser utilitaristas, teniendo en cuenta que el utilitarismo es que la mejor actividad es toda aquella

que produce mayor beneficio a un mayor número de personas, dejando de lado la ostentación que

se produce a un menor número de personas “llevar esta mejor actividad”, sin contar que en las

transacciones de mercado las dos partes siempre buscarán su propio bienestar, por lo que,

siempre existirá una brecha entre los beneficios de las dos partes. El hecho de que la afectación

que causa el ejercicio de una actividad económica no afecte a la mayoría, no quiere decir que no

genere incomodidad particular y por ende una disminución en la calidad de vida del sujeto.

En la sociedad actual, es imposible que, al ejercer una actividad económica, no se repercuta

positiva o negativamente en el bienestar de otra persona, por ello antes emprender una actividad

económica se debe hacer un análisis del contexto, de las posibles externalidades tanto positivas o
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negativas que puede generar este en la sociedad, en un agente particular y en sí mismo. En el

momento que se evalúa una externalidad, es pausible considerar las consecuencias a las que lleva

la sanción y como esta podría afectar al sancionado y las posibles acciones que este mismo

podría llevar a cabo (legales). En el documento previamente tratado de Ronald Coase, no se

menciona como se compensará al agente/entidad quien pago la pena, debido a que luego de que

se impone una sanción (que beneficiará a la mayor parte de la sociedad), si o si alguien se verá

afectado a menos de que el daño se divida proporcionalmente y/o las dos partes queden

satisfechas con la decisión tomada.

Sin embargo, Coase menciona temas y situaciones de la vida cotidiana y acierta al indicar que

los impuestos no son la única solución para solventar o detener una externalidad negativa, en

dados casos la imposición de este corrompe el funcionamiento natural de las actividades, del

mismo modo que lo hace la legislación; por ejemplo, causando la disminución en la producción

que finalmente lleva a un aumento en los precios, afectando de esta manera el consumo de dicho

bien o servicio. En un sin numero de situaciones, se percibe como los impuestos recaudados por

el ente regulador (Estado) no son utilizados para el fin por el que se recolectaron, en especial en

un país como Colombia en el que la corrupción influye en las políticas de recaudación y

distribución de impuestos; como se menciono anteriormente los individuos que componen el ente

regulador en su mayoría se ven seducidos por la riqueza y el poder. Por lo tanto, Coase acertaba

al indicar que no siempre era necesaria la intervención del Estado.

Así mismo, se concuerda con el hecho de que la redistribución realizada naturalmente por el

mercado será la más optima y la misma sin importar quien asume la responsabilidad, siempre y

cuando la legislación y el estado no intervengan y además los costos de esta transacción sea cero;

debido a que mediante un contrato o convenio los negociantes pueden llegar a un acuerdo, en
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donde ambas partes salgan conformes con los resultados y generando a su vez un aumento en el

bienestar social.

En conclusión, se concuerda con los ideales y planteamientos que Coase expone en su

documento y los aspectos criticados sobre ese mismo se realizan con la intención de

complementarlos, pero no modificarlos. En la actualidad, la penalidad que se le aplica a las

externalidades va de la mano con el pensamiento pigou-viano, generando así desequilibrios

económicos, perdidas de bienestar social y calidad de vida.

Referencias
Coase, R. (1960). El problema del costo social. The Journal of Law and Economics.

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