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Repertorios de acción de iniciativas de articulación para la construcción de paz en Medellin en el periodo 1990-2015 View project
Cátedra vitual de Paz- PAZRED: Tejidos colectivos derivados de la memoria en el Occidente de Antioquia View project
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Editores
Autores:
Pablo Emilio Angarita Cañas, Blanca Inés Jiménez Zuluaga, Héctor Gallo,
Clara Inés Atehortúa Arredondo, Hernando León Londoño Berrío, Luz Amparo Sánchez,
Gonzalo Medina Pérez, Luz Dary Ruiz Botero, Mario Elkin Ramírez Ortiz,
Grupo Interdisciplinario e Interinstitucional de Investigación sobre Conflictos y Violencias
Dinámicas de guerra y construcción de paz
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
ISBN: 978-958-97830-9-2
Primera edición, agosto 2008
Editores:
© Pablo Emilio Angarita Cañas
© Héctor Gallo
© Blanca Inés Jiménez Zuluaga
Autores:
© Pablo Emilio Angarita Cañas
© Blanca Inés Jiménez Zuluaga
© Héctor Gallo
© Clara Inés Atehortúa Arredondo
© Hernando León Londoño Berrío
© Gonzalo Medina Pérez
© Luz Amparo Sánchez
© Luz Dary Ruiz Botero
© Mario Elkin Ramírez Ortiz
© Grupo Interdisciplinario e Interinstitucional
de Investigación sobre Conflictos y Violencias
violencia@iner.udea.edu.co
Diagramación e impresión
L. Vieco e Hijas Ltda.
Carrera 50E No.10sur-165
PBX: 2559610
Agradecimientos xv
Los autores y las autoras xix
Prefacio xxi
Introducción 1
¿Por qué la Comuna 13? 3
La pregunta de investigación 5
Metodología 6
La interdisciplinariedad como método 11
Construcción de narrativas 14
Fases del conflicto armado en la Comuna 13 17
El texto 19
1. Contexto socio-económico y político de la Comuna 13 23
Aspectos socio-históricos de Medellín y de la Comuna 13 24
Poblamiento y posición de la Comuna 13 en la zona
centro-occidental 27
Características socio-económicas de la Comuna 13 35
Inequidad y pobreza 35
Las organizaciones comunitarias y la búsqueda del reconocimiento
de sus derechos 39
La violencia en la Comuna 13 41
Homicidios e indicadores de seguridad y convivencia 41
El conflicto político armado en la Comuna 13 43
Antecedentes 44
Los actores armados 46
La inversión pública 58
Estado actual del conflicto 61
Comentarios finales 63
2. Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas 67
Antecedentes del conflicto 67
Primera fase: invasión y bandas. 1978-1986 69
Segunda fase: presencia y hegemonía miliciana. 1986-1998 76
Apoyo a la invasión: una estrategia de control territorial 81
Tercera fase: disputas por el control territorial y
“guerra total”. 1999-2002 83
El incremento de la incursión paramilitar 83
Milicias a la defensiva 87
Las batallas decisivas o entrar para quedarse 89
Intensificación del conflicto armado y su desenlace 89
Los operativos militares Mariscal y Orión:
“vamos es pa’ dentro” 91
Los balances sobre la Operación Orión 92
La guerra, “un mal necesario” 94
Paramilitares y fuerza pública 97
Cuarta fase: después de Orión, tranquilidad relativa. 2002-2006 98
La presencia de la fuerza pública 100
Situaciones recientes y expectativas 101
Bibliografía 273
Libros y revistas 273
Periódicos 278
Páginas web 278
Entrevistas a profundidad 281
Entrevistas grupales 282
XV
dinámicas de guerra y construcción de paz
XVI
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
AMI y Corapaz, así como a las Juntas de Acción Comunal. Líderes y lidere-
sas aportaron sus percepciones sobre el conflicto en la comuna en diversos
momentos de su desenvolvimiento histórico y con ellos y ellas hemos
adquirido una gran deuda, y la posibilidad de realizar el análisis que aquí
presentamos, así no tengan responsabilidad alguna en nuestras afirmaciones
e interpretaciones.
XVII
Los autores y las autoras
XIX
dinámicas de guerra y construcción de paz
XX
Prefacio
1 Francisco Gutiérrez Sanín y Gonzalo Sánchez, Nuestra guerra sin nombre. Transformaciones del
conflicto en Colombia, Bogotá, Norma, 2006, p. 13.
XXI
dinámicas de guerra y construcción de paz
XXII
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
2 Cinep & Justicia y Paz, “Banco de Datos de violencia política”, “Comuna 13, la otra versión.
Caso tipo No. 2”, Noche y Niebla, Bogotá, Cinep, 2003, p. 79.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
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Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
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dinámicas de guerra y construcción de paz
camino muy largo por recorrer, antes de que haya confianza total en
la seguridad del Estado como un bien público, ejercido de manera
legítima y responsable frente a la población. La “seguridad” privatizada
todavía es ejercida por la continuada y sombría presencia de los grupos
paramilitares que fueron los aliados del Estado en Orión, y los líderes y
las lideresas comunitarios/as aún están siendo asesinados/as.
f. Otra contribución de este estudio es el mostrar a los habitantes como
cualquier cosa menos pasivos. La historia de la Comuna 13 no es sólo
esa búsqueda sin fin de la seguridad. Tales retratos narrativos no son
de habitantes como espectadores pasivos, sin puntos de vista acerca de
cómo quieren vivir. En muchas situaciones donde la gente vive bajo un
régimen armado de facto y tiene que adaptarse a él, se encuentra a sí
misma en una situación en la que nunca gana: si se adapta con bastante
éxito, puede ser acusada de colaboración y apoyo; si no se adapta, se
arriesga a ser expulsada o muerta. Muchos residentes de la Comuna 13
se hallaron en este dilema. Era imposible ser neutrales, narran sus testi-
monios. Mas, ¿qué evidencia tenemos de lo que deseaban o buscaban?
Nos enteramos de que a pesar de la intervención de los/as mediadores/as
políticos/as y armados, los habitantes de la Comuna 13 construyeron
gran número de organizaciones y generaron algunos/as líderes/lideresas
valientes y visionarios/as. Fueron apoyados/as por organizaciones no
gubernamentales (ONG), que estaban preparadas para arriesgarse a
sufrir el oprobio y los peligros de trabajar en la Comuna 13. Estas ONG
reconocieron a los residentes como seres humanos capaces de formarse
opiniones y formular estrategias. En medio de lo peor del conflicto, los
habitantes elaboraron un plan de desarrollo para la comuna y promo-
vieron el desarrollo comunitario.
También hubo muchas acciones cotidianas en medio del conflicto
para construir paz o tomar una posición a favor de la paz. Eran frecuen-
tes acciones pequeñas, como mantener un espacio abierto para jugar,
proteger a los y las jóvenes en momentos de confrontaciones armadas,
ofrecerles alternativas diferentes al reclutamiento dentro de grupos
armados. También se dieron numerosos ejemplos de solidaridad con las
víctimas y sus familias, y las sábanas blancas que se ondeaban en medio
del fuego de las armas.
La Comuna 13, para algunos y algunas, sólo es violencia y guerra;
pero este estudio muestra que la paz y la construcción de la paz también
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Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
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dinámicas de guerra y construcción de paz
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Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
Jenny Pearce
Profesora Universidad de Bradford, Gran Bretaña
XXIX
Introducción
1 “Guerra sin nombre” fue la fórmula encontrada por Gutiérrez Sanín y Sánchez, investigadores
del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), para solucionar la
discusión sobre la caracterización y la denominación de la confrontación armada existente en
el país; además, es el título del libro que recopila distintas miradas sobre el conflicto armado
colombiano. Se trata de un debate que, más allá del mundo académico, tiene repercusiones polí-
ticas prácticas, dadas las declaraciones de algunas personalidades del Estado que reiteradamente
afirman que en Colombia no existe conflicto armado interno, sino un “ataque terrorista contra
la sociedad”. Véase Francisco Gutiérrez Sanín y Gonzalo Sánchez, Nuestra guerra sin nombre.
Transformaciones del conflicto en Colombia, Bogotá, Norma, 2006.
2 Las autodefensas campesinas son grupos contrainsurgentes financiados por terratenientes y
aliados con las fuerzas militares. En la década del ochenta del siglo xx se dieron a conocer, al
expandirse por toda Colombia y convertirse en grupos paramilitares. Sus orígenes son anteriores
a las guerrillas izquierdistas, según coinciden diversos analistas, quienes afirman que “antes de
que nacieran las actuales organizaciones insurgentes colombianas (1964/1965) se había adoptado
ya una estrategia contrainsurgente paramilitar por parte del Estado colombiano (1962). La
directriz fue trazada en un ‘Suplemento secreto’ al informe sobre la visita a Colombia realizada por
el general Yarborough, Director del Centro de Investigaciones de la Escuela de Guerra
dinámicas de guerra y construcción de paz
especial de Fort Bragg (Carolina del Norte) del Ejército de los Estados Unidos, en febrero de
1962”. Javier Giraldo, Guerra o democracia, Bogotá, Fundación para la Investigación y la Cultura
(Fica), 2003, p. 42.
3 Véanse Mery Roldán, “Guerrillas, contrachusmas y caudillos durante la violencia en Antioquia.
Colombia”, Revista de Estudios Sociales, Medellín, núm. 4, mar., 1989, pp. 55-85; la revista se-
riada Coyuntura de Seguridad, Bogotá, Fundación Seguridad y Democracia; Mauricio Romero,
Paramilitares y autodefensas 1982-2003, Bogotá, IEPRI, Planeta, 2003; Eduardo Pizarro León
Gómez y Ricardo Peñaranda, Las FARC. De las autodefensas a la combinación de todas las formas
de lucha (1949-1966), Bogotá, IEPRI, Tercer Mundo, 1991; Carlos Medina Gallego, ELN: una
historia contada a dos voces, Bogotá, Quito editores, 1996.
4 Véanse Daniel Pécaut, Violencia y política en Colombia, Medellín, Hombre Nuevo Editores, 2003;
Fernán González, Ingrid Bolívar y Teófilo Vásquez, Violencia política en Colombia. De la nación
fragmentada a la formación del Estado, Bogotá, Cinep, 2003; Ingrid Johana Bolívar, “Comprender
la nación: identidad, interdependencia y violencia política”, Estudios Políticos, Medellín,
núm. 25, 2004, pp. 73-86; Miguel García Sánchez, “Violencia y ciudadanía, el conflicto político
en Colombia como un enfrentamiento de proyectos ciudadanos”, Estudios Políticos, Medellín,
núm. 17, 2000, pp. 73-90.
5 Véanse Comisión Colombiana de Juristas, “Colombia 2002-2006: situación de derechos humanos y
derecho humanitario”, Bogotá, 2007; Naciones Unidas, Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los derechos humanos, “Informe sobre la situación de derechos humanos en Colombia”,
A/HRC/4/48, 5 marzo de 2007, y Naciones Unidas, Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, “Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos”, Colombia, 26 de mayo de 2004.
6 Desde el proyecto Nunca Más, de la Comisión Intergregacional de Justicia y Paz. También
la revista Noche y Niebla, y ahora un conjunto de informes desde diversas organizaciones del
movimiento de víctimas, que se han intensificado a partir de la Ley de Justicia y Paz; véase, por
ejemplo, Amnistía Internacional, “Colombia. Los paramilitares en Medellín: ¿desmovilización
o legalización?”, Amnistía Internacional, [en línea], septiembre de 2005, disponible en:
http://www.amnesty.org/es/library/info/AMR23/019/2005.
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
dinámicas de guerra y construcción de paz
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
los atropellos cometidos por los actores armados. Muestra de ello son las vio-
laciones, los asesinatos selectivos, los secuestros, las desapariciones, las extor-
siones, las amenazas, el desalojo forzado de lugares de residencia, la utilización
de la población como escudo humano y el ejercicio de una labor de control
y vigilancia mediante el cumplimiento de normas de comportamiento social
e individual, todo lo cual contribuyó a la configuración de un clima de terror
y se convirtió en un factor generador de traumas y miedos, pero también de
construcción de mecanismos de resistencia y adaptación, de participación
en las dinámicas de la guerra y en los procesos de construcción de paz.
Comprender las lógicas de esos conflictos que devienen en guerra y, al
mismo tiempo, en procesos de construcción de paz, es de lo que se ocupa
este libro. El punto de partida son las percepciones12 de los habitantes sobre
lo sucedido en las dinámicas de los conflictos durante las tres décadas más
recientes, con altas cargas de violencia, hasta llegar a la fase denominada por
las personas entrevistadas como de una “verdadera guerra urbana”.
La pregunta de la investigación
En esta investigación se pregunta: ¿cómo perciben los habitantes de la
Comuna 13 la dinámica del conflicto político armado y los procesos de
construcción de paz, ocurridos en este sector de la ciudad durante el período
1978-2006? De esta pregunta se derivaron otras de carácter complementario:
¿cómo ésta población narra las consecuencias del conflicto armado? ¿Cuáles
han sido sus respuestas subjetivas y sociales frente al mismo y, en particular,
qué acciones colectivas e iniciativas de construcción de paz han desplegado?
Gran variedad de estudios y publicaciones tocan temas relacionados con
esta investigación, como se evidenció en el balance de los estudios sobre
dinámicas de guerra y construcción de paz
Metodología
Una guía metodológica de esta investigación y, por supuesto, la escritura de
los diferentes capítulos de este libro, es la de un tratamiento básicamente
cualitativo, salvo en el capítulo de contexto (capítulo 1), que contiene datos
objetivos cuantificables, completos y exhaustivos sobre lo sucedido en
la Comuna 13. La razón de ser de este procedimiento tiene que ver con
el enfoque cualitativo de la investigación. Cuando lo fundamental de una
13 La realización del balance sobre los estudios sobre el conflicto armado en la Comuna 13
es una contribución de Adriana María Ruiz Gutiérrez, joven investigadora, estudiante de
Derecho de la Universidad de Antioquia. Véase anexo.
14 Véase también: Álvaro Diego Herrera Arango y Mónica Pérez Marín, “Con las propias voces.
Una mirada a las esferas públicas desde las prácticas culturales en tres barrios de la Comuna 13
de Medellín”, trabajo de grado para optar al título de magísteres en Comunicación, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2007.
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
15 Asumir este enfoque supone mirar la constitución de la sociedad “como un proceso dinámico
en el que los actores sociales realizan acciones, producen discursos y construyen sentido sobre
el mundo a partir de complejos procesos de negociación y siempre desde un lugar situado
e históricamente construido, es decir, desde profundos anclajes histórico-culturales (como el
género, la nacionalidad, la etnia, la clase social) y desde anclajes electivos (como los diferentes
procesos de identificación o afiliaciones que los actores actualizan en el curso de sus biografías)”.
Rossana Reguillo, “Anclajes y mediaciones del sentido. Lo subjetivo y el orden del discurso:
un debate cualitativo”, Revista Universidad de Guadalajara, Dossier “Investigación cualitativa en
salud”, núm. 17, 1999-2000, Universidad de Guadalajara, [en línea], disponible en: http://www.
cge.udg.mx/revistaudg/rug17/4anclajes.html, consulta: 15 de marzo de 2008.
16 Jacques-Alain Miller, Estructura, historia y desarrollo, Bogotá, Gelbo, 1999, p. 43.
17 En el contexto de esta investigación debe entenderse el término “significante” como aquello con
lo cual se alude a una palabra que, en lugar de remitir inmediatamente a un sentido, conduce a
otra u otras palabras, hasta formar una cadena de palabras a la que se denomina “discurso”.
dinámicas de guerra y construcción de paz
sigue una lógica tanto temporal como simbólica. La lógica interna de dicha
inscripción permite mostrar cómo hace la gente con la desacomodación
que el conflicto causó en sus relaciones sociales.
Esta investigación se diferencia de la manera como la guerra en Colombia,
y en ciudades como Medellín, ha sido registrada en múltiples informes ofi-
ciales y privados, nacionales e internacionales. Estadísticas de muertes, heridos,
daños materiales, violaciones de derechos humanos e infracciones al dere-
cho internacional humanitario, son noticias que abundan en los medios de
comunicación. Así mismo, el campo académico ha producido abundante
literatura que se ocupa del problema, desde lecturas epidemiológicas hasta
análisis sociológicos e históricos.
En este caso, el interés no recayó en una ampliación o complemento de
datos estadísticos, sino en algo que el estado de la cuestión realizado para esta
investigación permitió verificar, y es la escasez de acercamientos al problema
de la guerra, en donde las víctimas dejen de ser un número estadístico más y
pasen a ser escuchadas desde sus propias voces, teniendo en cuenta la manera
como han subjetivado su implicación en las contiendas bélicas.
No se menosprecia la importancia de conocer qué fue realmente lo
ocurrido y quiénes fueron los y las responsables de las oleadas violentas, de
los asesinatos, de las masacres y del conjunto de humillaciones y maltratos
padecidos por los pobladores de estos barrios. Se valora esta “verdad objeti-
va”, tan importante cuando se trata de juzgar un delito y de hacer un juicio
de responsabilidades y, además, se entiende su urgencia; pero también hay
que tener en cuenta que ella es tarea propia de entidades estatales, como la
Fiscalía o la Procuraduría, o de organismos de la sociedad civil encargados
de velar por la protección de los derechos humanos, que ya en alguna me-
dida, y de acuerdo con sus posibilidades, lo han venido haciendo.
La responsabilidad en esta investigación es mostrar la manera como la
población percibe lo que padeció, lo que no se inscribe en una dimensión
homogénea. Con el fin de ponerse a la altura de esta responsabilidad aca-
démica y ética, se prefirió tener en cuenta sus relatos para, a partir de ahí,
configurar las narrativas de lo ocurrido en la Comuna 13, sus interpretacio-
nes y también establecer las del equipo investigador.
Si bien quienes confunden la verdad con una presentación “objetiva” de
los hechos podrían considerar falsas las narrativas consignadas, para el equi-
po investigador éstas se constituyen en hechos indiscutibles de discurso.
Existe una diversidad discursiva sobre la guerra donde los habitantes de la
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
18 Vincenc Fisas A., Introducción al estudio de la paz y de los conflictos, Barcelona, Lerna, 1987, p. 166.
dinámicas de guerra y construcción de paz
19 Marc Howard Ross, La cultura del conflicto. Las diferencias interculturales en la práctica de la violencia,
Barcelona, Paidós Ibérica, 1995, p. 317.
20 Gonzalo Sánchez, Guerras, memoria e historia, 2.ª ed., Medellín, La Carreta Editores, Universidad
Nacional de Colombia, 2006, p. 55.
21 Se utilizan algunos elementos de la teoría fundada como el criterio de la “saturación”, en el
sentido de que se hicieron tantas entrevistas cuantas fueron necesarias para que el equipo de
investigación lograra una comprensión de los objetivos trazados. Así mismo, a cada texto se
le elaboró un memo analítico y simultáneamente la información recogida fue codificada en el pro-
grama informático Atlas ti, lo cual facilitó el establecimiento de categorías y subcategorías.
10
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11
dinámicas de guerra y construcción de paz
24 El nombre actual del grupo es: Grupo Interdisciplinario e Interinstitucional de Investigación sobre
Conflictos y Violencias, de la Universidad de Antioquia, la Universidad de Medellín, el Instituto
Popular de Capacitación y la Corporación Región. El grupo tiene cuatro líneas de investigación:
“Estudios de los conflictos y las violencias en Antioquia”, dentro de la cual se adelantó el Balance
de los estudios sobre violencia en Antioquia; “Seguridad y derechos humanos”, en el marco del cual se
desarrolló el proyecto “Libertad y orden” y se ejecuta el de “Seguridad y derechos humanos”;
“Violencia, inequidad y construcción de paz”, en la cual se inscribe este estudio sobre la Comuna 13,
y la cuarta linea, “Género, guerra y paz”, en lo que se han publicado varios libros.
12
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
25 Aún el equipo de investigación está en deuda con la comunidad académica en sistematizar todo lo
que fue esta experiencia del estudio interdisciplinar. Sin embargo, la monografía de grado de los
trabajadores sociales Erika María Zuleta Ochoa, Juan Fernando García Correa y Óscar Andrés
Saldarriaga Ríos, da cuenta, parcialmente, de la metodología y de lo que conllevó la apuesta de
adelantar una investigación sobre un mismo objeto, desde diversas disciplinas y con estrategias
metodológicas comunes. Véase Erika María Zuleta Ochoa, Juan Fernando García Correa y
Óscar Andrés Saldarriaga Ríos, “Interdisciplinariedad en el Grupo de investigación ‘Conflictos
y Violencias’”, trabajo de grado, asesora académica: Blanca Inés Jiménez Zuluaga, Universidad
de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Programa de Trabajo Social, Medellín,
2004-2006.
13
dinámicas de guerra y construcción de paz
Construcción de narrativas
Para la recolección de los datos se realizaron 10 entrevistas grupales, en los
cuales participaron 60 personas, y 35 entrevistas a profundidad,27 para un
total de 95 personas, garantizando la participación de habitantes de diferen-
tes barrios de la comuna, especialmente los más afectados por el conflicto
armado.28 Como se dijo antes, previamente se hizo una clasificación de
segmentos poblacionales —líderes y no líderes, jóvenes, y desplazados, en
todos los casos diferenciando hombres y mujeres— para que la información
fuese lo más variada posible.
14
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
Los testimonios y los relatos29 de los pobladores sobre los sucesos allí
acaecidos, los sentimientos contradictorios de quienes fueron víctimas o
aplicaron la venganza, el comentario de quienes se sintieron espectadores/
as, o las historias contadas de manera más sistemática por quienes ejercie-
ron liderazgo fueron el insumo de esta investigación, arrojando una valiosa
información, que devela significativas realidades sobre historias personales,
familiares y sociales.
La diversidad de los testimonios está asociada a factores subjetivos, como las
marcas que deja en cada sujeto su historia particular, las creencias religiosas, los
ideales, las identificaciones, como también a factores sociales, como el segmento
poblacional del cual hace parte la persona entrevistada, su rol social —mujer,
joven, adulto, líder, no líder, desplazado— o sus adscripciones políticas.
Aunque en un comienzo se tenía la sospecha de que pudieran existir
marcadas particularidades en los relatos de los distintos segmentos po-
blacionales, según los roles, las edades o los géneros, el desarrollo de la
investigación permitió concluir que, exceptuando algunas coincidencias
sobre temas específicos, se reiteraban discursos comunes. Por ello la opción
metodológica utilizada fue la construcción de narrativas, en tanto posibilitó
agrupar los relatos y encontrar su lógica.
En esta investigación el concepto narrativa es entendido como un con-
junto de relatos, relativamente articulados, sobre experiencias, sucesos y
vivencias, compartidos por un sector de población, en la medida en que
son contados y explicados desde los valores y las creencias de quienes los
emiten y perciben. Las narrativas circulan y son recreadas con el paso del
tiempo, y aunque no necesariamente coincidan con la “verdad objetiva”,
son comunicadas y aceptadas por dicho sector de población como la “his-
toria de lo ocurrido”.
Siguiendo a la investigadora Rossana Reguillo:
[…] la narrativa es el “relato” mediante el cual los actores articulan instituciones,
valores, creencias, objetos, en un tiempo y en un espacio, a través de códigos y
de soportes materiales.30
29 Aun cuando en ocasiones se utilizan indistintamente, se entiende aquí por testimonios las ex-
periencias contadas por quienes las vivieron o presenciaron; los relatos dan cuenta de diversos
episodios, propios o ajenos, que se transmiten entre los pobladores.
30 R. Reguillo, “Anclajes y mediaciones del sentido. Lo subjetivo y el orden del discurso: un debate
cualitativo”, Revista Universidad de Guadalajara, Op. cit.
15
dinámicas de guerra y construcción de paz
31 En este texto, se entiende por dialéctica un proceso en el cual se produce una relación en donde
si bien un elemento se presenta como superación del anterior, no por ello lo anula, porque al
mismo tiempo lo contiene. Esto hace que el proceso dialéctico se caracterice por el hecho de
que los elementos que lo componen entran en una relación de oposición y dependencia.
32 En este proceso metodológico fue de gran valor la ayuda brindada por Clara Inés García, Ana
María Jaramillo, Claudia Puerta, Ángela María Jaramillo, Martha Peña y Luz María Londoño,
quienes, con su aprobada experiencia en análisis cualitativo, formularon atinadas y agudas
observaciones, de decisiva importancia para la investigación.
16
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dinámicas de guerra y construcción de paz
18
Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
El texto
Siete capítulos conforman el presente estudio sobre dinámicas de guerra y
construcción de paz en la Comuna 13. El capítulo 1 está dedicado a trazar
los lineamientos básicos de ubicación histórica y contextual de esta comu-
na, exponiendo los principales hechos desatados en su interior durante el
período de análisis, así como los acontecimientos regionales o nacionales
que incidieron en el desenvolvimiento de la problemática estudiada.
Las narrativas del conflicto a partir de los relatos de la población entrevista-
da, y cuya información se organiza alrededor de las cuatro fases en las que se
han desenvuelto los conflictos en este sector de la ciudad, es el tema central
del capítulo 2.
El capítulo 3 se detiene a examinar la estrecha relación existente entre
las categorías orden, seguridad y legitimidad, como ejes dinamizadores del
conflicto en la comuna.
19
dinámicas de guerra y construcción de paz
35 Marc Augé, Las formas del olvido, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 54.
20
1
Contexto socio-económico
y político de la Comuna 13
23
dinámicas de guerra y construcción de paz
24
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
3 La economía antioqueña no fue ajena al fenómeno del debilitamiento del proceso de indus-
trialización iniciado en Colombia en 1975 y con un estancamiento marcado hacia 1980. Al
respecto, véase: Guillermo Perry Rubio, “La economía colombiana desde 1970 hasta nuestros
días”, en: Álvaro Tirado Mejía, dir., Nueva Historia de Colombia, Bogotá, Planeta, 2001, tomo 5,
“Economía, café e industria”, p. 202.
4 Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales.
5 Alcaldía de Medellín, Departamento Administrativo de Planeación, Sergio Fajardo Valderrama,
Alcalde, “Proyecto Plan de Desarrollo de Medellín 2004-2007”, 29 de febrero de 2004, http://indh.
pnud.org.co/files/rec/gobernProy_Plan_dllo_2004-2007_Mllin.pdf, consulta: 25 de marzo de 2008.
6 Resultados electorales otorgados por la Registraduría Nacional del Estado Civil y sistematizados
con ayuda del software de análisis electoral “Sistema de Seguimiento Político Electoral” del
Instituto Popular de Capacitación (IPC), Medellín, 2002.
25
dinámicas de guerra y construcción de paz
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Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
generalizada, agravado por la debilidad del Estado para regular los conflictos
sociales. La “seguridad” se convirtió en un servicio privado, que significó
una ocupación para muchas personas y una fuente notable de ingresos para
otras, mediante el cobro ilegal de impuestos, popularmente llamados “vacu-
nas”. Esta manera de cubrir la necesidad de seguridad generó, además, otras
formas inesperadas de inseguridad, porque quienes ofrecían la “seguridad”
también realizaban actos delictivos o abusaban de la población.
En este contexto se ubica la situación de la Comuna 13, donde también
se expresaron los diferentes problemas sociales, políticos y de seguridad de
la ciudad de Medellín.
27
Mapa 1.1 Contexto nacional
28
Fuente base: Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC). Elaborado por: Santiago Gómez Cardona.
Mapa 1.2 Contexto municipal
29
Fuente base: Municipio de Medellín; mapa del municipio a la fecha de 2002.
Elaborado por: Santiago Gómez Cardona.
Mapa 1.3 Comuna 13
30
Fuente base: Municipio de Medellín; mapa de la comuna a la fecha de 2002.
Elaborado por: Santiago Gómez Cardona.
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
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Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
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Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
Inequidad y pobreza
En su conjunto, los veinte barrios de la Comuna 13 ocupan el 6,2% del
área urbana de Medellín.23 En ella habitan 134.794 personas, de los cuales
22 Se destacan el trabajo del Instituto Popular de Capacitación (IPC) y de ENDA para América
Latina (Environment and Development Action), que intervinieron sobre la promoción y la
participación comunitaria.
23 Datos tomados del Sisbén 2002, en: Instituto Popular de Capacitación (IPC), “La Comuna 13:
entre los sueños y la realidad”, Instituto Popular de Capacitación, [en línea], actualizada a 17 de
junio de 2004, disponible en: http://www.ipc.org.co/page/index.php?option=com_content&ta
sk=view&id=575&Itemid=0, consulta: 18 de marzo de 2008.
35
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Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
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dinámicas de guerra y construcción de paz
35 Javier Agudelo, “Balance: el lunes se cumplieron 4 meses de la retoma de la fuerza pública a este
sector de Medellín”, El Tiempo, Bogotá, 19 de feb., 2003. En este balance se registra que, según
la Lonja de Propiedad Raíz de Medellín, de los 1.507 apartamentos de las catorce urbanizaciones
de estratos 3 y 4 que están dentro o son vecinas de la zona (San Michel, Portón de San Michel,
Quintas de San Javier, Nueva Andalucía, Abedules y Trigales, entre otras), el 51% permanecía
vacío a octubre de 2002, pero cuatro meses después, esa cifra había bajado al 18%.
36 La deuda histórica de la ciudad con esta comuna fue reconocida por el alcalde Sergio Fajardo
Valderrama, quien adelantó, en su administración, un proyecto integral de intervención para
mejorar el espacio público. Al respecto véase: EDU Empresa de Desarrollo Urbano, [en línea],
núm. 8, diciembre de 2007, disponible en: http://www.edu.gov.co/pdf/bexternoocho.pdf, con-
sulta: 22 de abril de 2008.
37 Entidad que presta los servicios de energía eléctrica, agua, teléfono y alcantarillado.
38 Luz Dary Ruiz Botero, La escuela: territorio en la frontera. Tipología de conflictos escolares según estudio
en Bogotá, Cali y Medellín, Medellín, Instituto Popular de Capacitación (IPC), 2006, p. 152.
38
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
39
dinámicas de guerra y construcción de paz
43 Ibíd.
44 Álvaro Diego Herrera Arango y Mónica Pérez Marín, “Con las propias voces. Una mirada a
las esferas públicas desde las prácticas culturales en tres barrios de la Comuna 13 de Medellín”,
trabajo de grado para optar al título de magísteres en Comunicación, Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, 2007.
45 IPC, “La Comuna 13: entre los sueños y la realidad”, Instituto Popular de Capacitación, Op. cit.
40
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
La violencia en la Comuna 13
En este apartado se muestran algunos datos sobre seguridad y convivencia,
los cuales dan cuenta de cómo la violencia en esta comuna está asociada, en
gran parte, con el conflicto político armado, y éste, a su vez, tiene relación
directa con el que se presenta en la ciudad de Medellín y en el resto del país.
41
dinámicas de guerra y construcción de paz
La anterior tesis encuentra aval en los estudios sobre la guerra civil rea-
lizados en diversos lugares del planeta, entre los cuales cabe citar a Stathis
Kalyvas, quien luego de un análisis de diversos conflictos armados, concluye
que en un contexto sociopolítico en el que un actor político es soberano, la
mayor probabilidad es que la violencia que aplique sea limitada, porque:
[…] el ejercicio del poder incrementa el costo de la deserción protegiendo a la
población contra reclamaciones de soberanías antagónicas, y haciendo mayor
la credibilidad de las amenazas. […]. Es amplia la evidencia en el sentido de los
actores políticos no aplican la violencia masiva en las áreas donde ejerce fuerte
control.51
42
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
52 Véanse: Cinep & Justicia y Paz, “Banco de Datos de violencia política”, “Comuna 13, la otra ver-
sión. Caso tipo No. 2”, Noche y Niebla, Op. cit., p. 44; Corporación Jurídica Libertad, “Denuncia
pública: el reclutamiento forzado en la comuna trece”, Casa Latinoamericana, [en línea], 15 de
agosto de 2005, disponible en: http://www.la-casa.ca/?q=es/node/617, consulta: 18 de marzo de
2008, e IPC, “La Comuna 13: entre los sueños y la realidad”, Instituto Popular de Capacitación, Op. cit.
53 Véanse: Amnistía Internacional, “Colombia. Los paramilitares en Medellín: ¿desmovilización
o legalización?”, Amnistía Internacional, [en línea], septiembre de 2005, pp. 27-28, disponible
en: http://www.amnesty.org/es/library/info/AMR23/019/2005, consulta: 18 de marzo de
2008; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “Informe anual de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos 2003”, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, [en
línea], 29 de diciembre de 2003, disponible en: http://www.cidh.org/annualrep/2003sp/indice.htm,
consulta: 17 de marzo de 2008; Human Rights Watch, “Las apariencias engañan: la desmovilización
de grupos paramilitares en Colombia”, Human Rights Watch, [en línea], vol. 17, núm. 3, agosto de
2005, disponible en: http://www.hrw.org/reports/2005/colombia0805/ColombiaResumenyRecs.pdf,
consulta: 17 de marzo de 2008.
54 Véase: Unidad Permanente para los Derechos Humanos de la Personería de Medellín, “Capítulo II.
Medellín, mucho más que los homicidios. Desplazamiento forzado intraurbano en Medellín 2006.
Una realidad invisible”, en: Instituto Popular de Capacitación (IPC), Observatorio de Derechos
Humanos y Derecho Humanitario, “Entre la adversidad y la persistencia: derechos humanos en
Medellín - 2006”, Medellín, IPC, relecturas núm. 30, Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales
de América Latina y el Caribe de la Red Clacso, [en línea], 2007, disponible en: http://bibliotecavirtual.
clacso.org.ar/ar/libros/colombia/ipc/relecturas/relecturas_30.pdf, consulta: 17 de marzo de 2008.
55 Instituto Popular de Capacitación (IPC), “Pobladores de comuna 13 están en riesgo, advierte
Defensoría del Pueblo”, Instituto Popular de Capacitación, [en línea], actualizada el 29 de marzo
de 2007, disponible en: http://www.ipc.org.co/page/index.php?option=com_content&task=vie
w&id=904&Itemid=368, consulta: 15 de abril de 2007.
43
dinámicas de guerra y construcción de paz
Antecedentes
La apropiación del territorio por procesos de invasión, origen de los ba-
rrios de la Comuna 13 que luego fueron los más afectados por el conflicto
armado, fue un factor que incidió para que el Estado no tuviera allí una
presencia significativa, tanto en lo socio-económico como en lo político.
Ello acrecentó la pobreza y la inequidad, y fraguó, entre los habitantes, un
sentimiento de estigmatización y discriminación. Dicha situación se agravó
cuando la comunidad no encontró, en las diversas agencias del Estado, un
interés por mediar en la conflictividad intracomunitaria, ni de intervenir
preventiva o coactivamente ante la emergencia de la criminalidad “común”,
que se expresaba a través de hurtos, atracos, violaciones y asesinatos.
En algunos de los testimonios recogidos se relata que, en sectores muy
concretos de estos barrios y de manera puntual, se presentaron iniciativas
organizadas de autodefensa, las cuales no se sostuvieron debido a las
reservas que se suscitaron con motivo de abusos y extralimitaciones en
el tratamiento de los conflictos.56 Ese mismo contexto guarda correlación
con la formación de los Comandos Armados del Pueblo (CAP), esto es, de
grupos milicianos independientes e integrados por habitantes de la misma
zona, que surgieron con la intención de contrarrestar las acciones de las
bandas delincuenciales; su presencia fue legitimada por algunos sectores,
pues llegaron a constituirse en un referente de seguridad. Más tarde incur-
sionaron grupos milicianos articulados a organizaciones insurgentes, como
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de
Liberación Nacional (ELN).
56 Otros estudios dan cuenta de que este fenómeno estuvo presente en muchos barrios populares
de la ciudad. Véanse: Ana María Jaramillo A., “Milicias populares en Medellín: entre lo público
y lo privado”, Revista Foro, Bogotá, Ediciones Foro Nacional por Colombia, núm. 22, nov.,
1993, pp. 26-28; Ibíd., El espejo empañado. Crimen y control social en el Medellín del siglo xx, Medellín,
Corporación Región, 1998, p. 38; Alonso Salazar J., “La criminalidad urbana: actores visibles e
invisibles”, Revista Foro, Bogotá, Ediciones Foro Nacional por Colombia, núm. 22, nov., 1993,
pp. 41-42, donde expresa que: “El Estado fue incapaz de neutralizar las violencias que diezmaron
las comunidades populares. Las autoridades de Policía sucumbieron frente al deterioro social,
y se multiplicaron simultáneamente las violaciones de los derechos humanos y la corrupción.
Ante esta realidad, se hizo habitual que los habitantes de los barrios populares conformaran
organizaciones de autodefensa barrial para enfrentar a las bandas juveniles”.
44
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
Para comienzos del año 2000 incursionan los grupos paramilitares (las
Autodefensas Unidas de Colombia —AUC—), en ejecución de la estrategia,
definida por las direcciones del orden nacional de dichas organizaciones,
de configurar su poder territorial y poblacional sobre los centros urbanos del
país. Dicha estrategia encuentra “caldo de cultivo” en diversos factores, los
cuales contribuyen a que la ciudad se vea involucrada en el conflicto arma-
do y, por ende, también la Comuna 13, como lo explican los investigadores
Hernando Roldán et al.,57 a partir de los siguientes elementos:
1. La existencia de las lógicas armadas de mayor arraigo urbano, esto
es, los conflictos por territorialidad entre grupos armados de carácter
urbano-juvenil (entre bandas, combos y sectores de la delincuencia
común y organizada), facilita el entrecruzamiento con las lógicas de la
confrontación armada de orden nacional, lo cual les da una continuidad
y cualificación bélicas a las primeras y, a su vez, llegan a confundirse con
el enfrentamiento o las estrategias de los actores nacionales.
2. La agudización de la crisis económica y social de la ciudad favorece que
la guerra se convierta en una de los pocas fuentes de empleo disponi-
ble, con lo cual no son consideraciones políticas e ideológicas las que
definen la articulación de la población a los ejércitos, sino la pragmática
de la sobrevivencia, lo que ha contribuido especialmente a la paramili-
tarización de la vida urbana.
3. El desplazamiento forzado, que la ciudad genera y recibe,58 configura
territorios con altos niveles de conflictividad, vulnerables a la estigmati-
zación, todo lo cual estimula la presencia de actores armados.
A las variables antes señaladas, es preciso sumar otras específicas, para ex-
plicar la agudización del conflicto armado en la Comuna 13: una relevante
es la presencia de milicias, que motiva tanto la arremetida paramilitar, por
la disputa del control territorial y poblacional, como la del Estado, el cual
procura ganar legitimidad en un sector del cual históricamente ha estado
ausente como responsable y garante de los derechos de la comunidad.
En correlación con ésta, es de señalar que en la zona centro-occidental
de Medellín se encuentra el Túnel de Occidente, que conecta esta ciudad
57 H. Roldán Salas et al., Conflictos urbanos en las Comunas 1, 3, y 13 de la ciudad de Medellín, Op. cit.,
pp. 48-51.
58 Desplazamiento que, a la vez, es resultado de las acciones asociadas al conflicto armado en el
campo: amenazas, muertes, apropiaciones y desalojos, etc.
45
dinámicas de guerra y construcción de paz
59 Véanse: L. D. Ruiz Botero, La escuela: territorio en la frontera. Tipología de conflictos escolares según
estudio en Bogotá, Cali y Medellín, Op. cit., p. 157; H. Roldán Salas et al., Conflictos urbanos en las
Comunas 1, 3, y 13 de la ciudad de Medellín, Op. cit., p. 48.
60 Éstas eran: las Milicias Populares del Pueblo y para el Pueblo, las Milicias Independientes del
Valle de Aburrá y las Milicias Metropolitanas.
46
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
47
dinámicas de guerra y construcción de paz
65 Sandra Miled Hincapié, “Estudio exploratorio comparativo sobre la relación jóvenes y conflic-
tos urbanos por participación política y territorio en las Comunas 7 de Barrancabermeja, 13 de
Medellín y 15 de Cali y la zona colindante de Altos de Cazuca y Altos de la Estancia en Bogotá
—informe de Medellín”, texto inédito.
48
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
49
dinámicas de guerra y construcción de paz
50
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
70 Cinep & Justicia y Paz, “Banco de Datos de violencia política”, “Comuna 13, la otra versión.
Caso tipo No. 2”, Noche y Niebla, Op cit., 14.
71 Ibíd., p. 26.
72 Ibíd.
73 Ibíd.
51
dinámicas de guerra y construcción de paz
74 Ibíd., p. 20.
75 Ibíd., p. 21.
52
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
76 “Cuando en un país, como Colombia, existen niveles tan altos de pobreza, la focalización de los
derechos en unos grupos reducidos de población lo que hace es violar los derechos ciudadanos
de una parte importante de la población que no logra clasificar en los niveles más bajos de
pobreza, siendo excluidos de manera deliberada por el propio Estado de los derechos sociales
que él debe garantizar. No basta atender con algunos programas sociales a los sectores más
pobres y vulnerables, se requieren cambios importantes en distintas esferas de la sociedad y
de la economía”. Clara Inés Restrepo Mesa, Pobreza urbana en Medellín. Mediciones y percepciones,
Medellín, Corporación Región, 2000, p. 37. Véase también Jorge Bernal Medina, “Panorama
de la pobreza y la desigualdad social en la ciudad de Medellín”, en: Fundación Foro Nacional
por Colombia, Asociación de Trabajo Interdisciplinario (ATI), Fedevivienda, Pobreza y exclusión
social en Bogotá, Medellín y Cali, Foro Debates, núm. 5, Bogotá D.C., Fundación Foro Nacional
por Colombia, Asociación de Trabajo Interdisciplinario (ATI), Fedevivienda, octubre de 2006,
pp. 91-114, Foro Nacional por Colombia, [en línea], disponible en: www.foro.org.co/docum/do-
cumentos/forodebates5.pdf, consulta: 16 de marzo de 2008.
53
dinámicas de guerra y construcción de paz
77 David Sánchez Rubio, Repensar Derechos Humanos. De la anestesia a la sinestesia, Sevilla, MAD,
2007, p. 51.
78 Ibíd., pp. 54-55.
54
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
79 Robert K. Goldman, “Quien comete atrocidades fortalece al enemigo”, en: Encuentro Nacional
e Internacional de Derechos Humanos, Paz y Democracia “Colombia insiste en los derechos
humanos”, Número, separata especial, Número, [en línea], disponible en: http://www.revistanu-
mero.com/39sepa4.htm, consulta: 20 de diciembre de 2006.
80 Cinep & Justicia y Paz, “Banco de Datos de violencia política”, “Comuna 13, la otra versión.
Caso tipo No. 2”, Noche y Niebla, Op. cit., 22.
55
dinámicas de guerra y construcción de paz
81 Ibíd., p. 23.
82 Jorge Iván Herrera, “Propuesta de las organizaciones sociales de desplazados frente a las polí-
ticas de retorno propuestas por el gobierno”, en: Movimiento Social de Desplazados de Antioquia
(Mosda), Asociación Nacional de Ayuda Solidaria (Andas) y Asociación Campesina de
Antioquia (ACA), Memorias II Foro Departamental de Desplazamiento Forzado en Antioquia, 28 de
agosto de 2003, Medellín, Antioquia.
83 Instituto Popular de Capacitación (IPC), “Cinco años después, la Comuna 13 no recupera su
calma”, IPC, [en línea], 17 de octubre de 2007, disponible en: http://www.ipc.org.co/page/index.
php?option=com_content&task=view&id=1081&Itemid=368, consulta: 16 de marzo de 2008.
56
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
57
dinámicas de guerra y construcción de paz
La inversión pública
A medida que las fuerzas armadas del Estado trataban de controlar la si-
tuación, el Gobierno nacional se comprometía a financiar el esfuerzo que
hicieran las autoridades, el sector privado, las organizaciones sociales y los
habitantes del sector para desarrollar las microempresas87 en la Comuna 13
de Medellín.
El compromiso lo asumió el presidente Uribe Vélez, ante cientos de familias
y microempresarios que asistieron a la entrega del premio “Famiempresario
del año 2002”, en la capital antioqueña.88 Aseguró que los proyectos tenían
que surgir de las autoridades locales y el sector privado, pero enfatizó que
la ayuda gubernamental provendría con capacitación, a través del Servicio
86 Ibíd., p. 18.
87 Según la Ley 905 de 2004, en Colombia se considera microempresa toda unidad de explotación
económica en actividades empresariales agropecuarias, industriales, comerciales o de servicios,
cuya planta de personal no exceda a diez trabajadores permanentes y cuyos activos totales,
excluyendo la vivienda, no exceda los quinientos salarios mínimos mensuales legales vigentes.
Colombia, Congreso de la República, Ley 905 de 2004, por medio de la cual se modifica la Ley
590 de 2000 sobre promoción del desarrollo de la micro, pequeña y mediana empresa colombia-
na y se dictan otras disposiciones, en: Servicio Nacional de Aprendizaje, [en línea], disponible en:
http://www.sena.edu.co/NR/rdonlyres/8DCDB7D4-FABE-42DA-BD74-00F7C40AD9D0/0/
Ley905_2004_MIPYMES.pdf, consulta: 8 de julio de 2008.
88 “El Gobierno Nacional está dispuesto a apoyar con recursos todo el esfuerzo que se haga en materia
de promoción de la pequeña y la microempresa para reconstruir el tejido social de la Comuna 13”.
Agencia de Noticias CNE (Centro de Noticias Estatales), “Gobierno se compromete a financiar
proyectos. Comuna 13 se debe convertir en centro empresarial: Presidente”, Colombia, Presidencia
de la República, [en línea], 1.º de diciembre de 2002, disponible en: http://www.presidencia.gov.
co/prensa_new/sne/2002/diciembre/11/23122002.htm, consulta: 13 de marzo de 2006.
58
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
89 Ibíd.
90 Luis Pérez Gutiérrez, “Planes de inversión y pacificación”, El Colombiano, Medellín, 23 de octubre
de 2002, El Colombiano, [en línea], disponible en: http://www.elcolombiano.com.co/histori-
cod/200210/20021023/ntd002.htm, consulta: 20 de mayo de 2006.
91 “Fuego y calma en ‘La 13’”, El Colombiano, [en línea], 20 de octubre de 2002, disponible en: http://
www.elcolombiano.com.co/proyectos/resumen2002/textos/octubre.htm, consulta: 6 de octubre
de 2006.
59
dinámicas de guerra y construcción de paz
92 Esa opinión parece verse modificada un poco ante la expectativa creada, en el año 2007, cuando
la Administración Municipal lanzó el Proyecto Urbano Integral (PUI) de la Comuna 13,
que destina un alto presupuesto para obras de diversos tipo con las cuales, según el alcalde
Sergio Fajardo Valderrama, se pretende avanzar en el pago de la deuda social y transformar las
difíciles condiciones históricas de inequidad. Véase: Alcaldía de Medellín, “Proyectos Urbanos
Integrales. Contra la exclusión y la desigualdad - PUI Comuna 13”, La transformación de Medellín.
Urbanismo social 2004-2007. Universia, http://urbanismosocialmedellin.universia.net.co/galerias/
familia3c1_2.jsp, consulta: 20 de marzo de 2008.
93 “Cargo creado por la administración del doctor Luis Pérez Gutiérrez posterior a la Operación
Orión”. IPC, “La Comuna 13: entre los sueños y la realidad”, Instituto Popular de Capacitación,
Op. cit. Beatriz Rico, “Informe de gerencia de inversión social, Comuna 13, para el período que
va de noviembre de 2002 a agosto de 2003”, citado en Ibíd.
94 Ibíd.
95 Ibíd.
60
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
96 Sergio Fajardo Valderrama, Plan de desarrollo 2004-2007. Informe final de gestión, Medellín, Alcaldía
de Medellín, p. 17.
61
dinámicas de guerra y construcción de paz
97 Elizabeth Yarce, “La nueva fase de la guerra urbana”, p. 6 B, El Colombiano, [en línea], 30 de marzo
de 2003, disponible en: http://www.elcolombiano.com/historicod/200303/20030330/nrn001.htm,
consulta: 13 de marzo de 2007.
62
Contexto socio-económico y político de la Comuna 13
Comentarios finales
El conflicto político armado urbano, en la medida en que la mayor parte de
los enfrentamientos entre los grupos armados se da en los barrios populares
98 Ibíd.
63
dinámicas de guerra y construcción de paz
99 Manuel Delgado, “La ciudad anterior. Mito, memoria e inmigración”, en: Corporación Región,
Memoria y ciudad, Medellín, Corporación Región, 1997, p. 36.
64
2
Dinámicas del conflicto
Narrativas explicativas
67
dinámicas de guerra y construcción de paz
68
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
2 La entrevista grupal de los hombres adultos, así como los jóvenes, las mujeres y el resto de per-
sonas entrevistadas, coinciden en señalar que “lo que vivimos aquí fue una verdadera guerra”.
69
dinámicas de guerra y construcción de paz
70
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
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dinámicas de guerra y construcción de paz
72
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
73
dinámicas de guerra y construcción de paz
[…] cuando acudíamos ante la ley, el decir de ellos era que como nosotros éra-
mos unos invasores, entonces, que ellos no tenían porque venir, que teníamos
que pagar las consecuencias.22
En síntesis, los relatos de los líderes y las lideresas, así como de quienes
se refieren expresamente a los hechos ocurridos durante los primeros años
de fundación de los barrios —finales de la década del setenta y buena parte
de la del ochenta, es decir, durante la primera fase del conflicto— inscriben
su narrativa en explicaciones de orden social y político, señalando fenó-
menos de orden estructural. Responsabilizan de la violencia que azotaba a
sus barrios a la carencia de una autoridad estatal capaz de controlar a los
causantes de la zozobra; registran conflictos intracomunitarios como con-
secuencia del choque de costumbres culturales diversas, en especial con
aquellas familias procedentes de estilo de vida rural; así mismo, explican
cómo, en medio de sus grandes limitaciones económicas, construyen un
orden y una respuesta a sus necesidades, mediante el trabajo comunitario y
la acción colectiva que representa su fuerza y le da legitimidad a sus líderes
y lideresas sociales, pero la población se sentía vulnerable ante las agresiones
de los delincuentes que asaltaban sus viviendas y atropellaban sus vidas.
La dimensión narrativa denominada socio-política señala que, en la me-
dida en que en la invasión participan excluidos sociales en disputa por la
subsistencia y esto se realiza en un escenario de hacinamiento, privacio-
nes y sin presencia institucional, se dan condiciones favorables para la
aparición de expresiones de fuerzas privadas para dirimir los conflictos.
En la otra narrativa, la vivencial, marcada por los testimonios de quienes
rememoran la época del conflicto como llena de dificultades e impotencia
frente a los agresores, los hechos son registrados y recordados con indig-
nación. Los relatos se basan en los sentimientos inmediatos de inseguridad
y desolación, reclamando la presencia de un protector. Al referirse a estos
74
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
75
dinámicas de guerra y construcción de paz
76
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
El accionar de las milicias era visto como una labor de “limpieza”, con la
cual llegaban a arreglar el barrio. La prueba era que ya no había ladrones,
como asegura una joven: “la opinión de la gente era que todo está muy bien
[...] porque son del barrio y cuidan el barrio, la gente los admira”.32
La inseguridad de los barrios es calificada como “desaseo de la comuni-
dad”, frente a lo cual consideran que la “limpieza del barrio”, ejecutada por
las milicias, es una práctica necesaria y provechosa para los habitantes.
77
dinámicas de guerra y construcción de paz
Otro de los líderes, quien ha estado presente desde los inicios de los
barrios, recuerda que las milicias
[…] surgen más o menos en los años 88, 89 [1988, 1989] […], inclusive, ya ha-
bía algunos indicios de la presencia de grupos de izquierda armada en el sector,
que no se habían hecho muy palpables, porque no habían emprendido la tarea
de posesionarse militar e ideológicamente.35
Otro líder apunta que para la década del noventa era tal la cantidad de
milicianos existente en la Comuna 13, que se podrían calcular en cerca de
20 mil los miembros activos en estos barrios.36
Testimonios diversos indican que en los conflictos de la Comuna 13 se
presenta una lucha territorial, entendida como relaciones de poder bajo
78
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
79
dinámicas de guerra y construcción de paz
80
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
CAP, gente del ELN [Ejército de Liberación Nacional] y gente de las FARC.
Empieza el conflicto como tal. Entonces, ¿qué empiezan a hacer? Todos bus-
can como la manera de solventar la guerra, de mantener la guerra; entonces, es
donde empieza el secuestro, empieza la extorsión, empieza el boleteo, y empieza
lo más crudo, lo más crudo del conflicto.44
Frente al apoyo de las milicias a las invasiones, los testimonios develan las
dos diferentes narrativas: en la vivencial, los habitantes se detienen a expresar
sus sentimientos de aprobación y admiración porque fueron beneficiarios
de éstas; por ejemplo, algunos recuerdan la oferta de vivienda a familias
carentes de ella como algo muy positivo; describen con detalles las acciones
de poblamiento o repoblamiento de los barrios, realizadas con la ayuda de
este actor armado. También en esta narrativa se expresa el sentimiento
de rechazo, porque hoy evidencian las consecuencias nocivas de haber
sido apoyados por las milicias o estigmatizados por su presencia. Valoran
negativamente el desalojo de que fueron objeto posteriormente, por presión
de los paramilitares o refieren que, desesperados por el horror de la guerra,
81
dinámicas de guerra y construcción de paz
quisieron huir del barrio, pero no pudieron hacerlo, porque las milicias
que tenían el control militar del mismo se lo impidieron, aplicándoles el
emplazamiento.
Es por eso que cuando cambia de “administración”, por decir, políticamente,
frente al otro grupo, hay una fuerte retaliación contra la gente de este sector. Por
lo mismo, ellos no saben que unos adquirieron y que a otros les donaron; ellos
no saben eso. Ellos los ven como colaboradores del grupo inmediato. Entonces,
comienza la quema de las casas, y mire que, después que pasa el conflicto, no
todos pueden regresar.47
47 Ibíd.
48 Ibíd.
82
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
83
dinámicas de guerra y construcción de paz
barrio quedó a oscuras y ese candeleo,51 y empezaron las amenazas; los unos le
gritaban a los otros y se disparaban […].
Esa vez que los paracos llegaron, esa vez sí fue el candeleo más espantoso; gritaban
muchas cosas. Uno de mero susto ni escuchaba bien, pero lo que alcancé a oír
fue eso: que se vendían por una libra de arroz, que saquen los trapos blancos
que con eso iban a ganar mucho, y eso respondían a punta de candela [disparos]
y con insultos. Eso llegaban las once y doce de la noche y no paraba el tiroteo, y
la gente gritando. ¿Sabe por qué estaban gritando? Porque empezaron a quemar
los ranchos que habían en el sector de arriba. De milagro estoy viva.
[…]. El tiroteo paró a las cinco de la mañana, ya no se oía bulla, no se oía nada.
Todo el mundo empezó a salir, cuando una gente por allá arriba estaba llorando y
gritando: “¡Mataron al hermano de...!”. Entonces, mi esposo, como quería tanto
a ese pelao, lo cogió, ya muerto lo cargó y se lo llevó pa’l centro de salud, porque
la Fiscalía ni nadie podía subir pa’llá. Entonces, cada muerto a la gente misma le
tocaba llevarlo, porque por allá nadie podía subir que fuera del Gobierno, ¡nadie!
Cuando, en una de las casas había un grafiti grande: “Les damos veinticuatro horas
para que desalojen todos”, ¡ay, todos! Nosotros no sabíamos qué hacer […].52
84
Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
Independiente del peso real del detonante señalado, son reiterados los
comentarios, en la población, acerca de que la zona era una buena plaza
para el tráfico ilícito de drogas, y que un reducto de narcotraficantes había
logrado establecer allí su negocio, brindándoles “trabajo” a jóvenes del
sector carentes de opciones laborales y de recursos económicos.
Según los relatos, la presencia de esta mafia fue lo que ocasionó las con-
frontaciones con las milicias, quienes se creían los “dueños del barrio” y
consideraban que nadie podía montar un negocio ilícito, sin contar con
ellas. La versión de un líder comunal precisa los detalles:
[…] sicarios del Cartel de Cali que estaban “calientes” con el Cartel de Cali, se
volvieron para acá y montaron su negocio. Armaron una cantidad de pelaos y los
pusieron a trabajar. Las milicias querían parte del pastel también; no se les dio;
entonces, ya hubo un enfrentamiento grande. Todos los días se bajaba gente,
se montaba un miliciano y bajaba gente del bus, o se montaba uno del Cartel y
bajaba gente del bus y los mataban ahí, o los mataban dentro del bus.57
56 Entrevista a profundidad 20, hombre líder, 18 de agosto de 2005. Esta situación también fue
descrita en la entrevista grupal 8, líderes adultos, 5 de diciembre de 2006.
57 Entrevista a profundidad 9, hombre adulto, 20 de febrero de 2006.
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Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
Milicias a la defensiva
Sobre la presencia paramilitar en la zona, los y las dirigentes entrevistados/
as concuerdan al decir que ellos/as temían que, tarde o temprano, los paras
llegarían a la Comuna 13, dado que en Colombia había un ambiente de
expansión de las fuerzas paramilitares. Los diversos testimonios evidencian
que, ante la inminente llegada de éstas, los grupos de milicias se unen por
diferentes puntos estratégicos de la comuna. Al establecer un enemigo
externo, cesa el enfrentamiento entre los grupos de milicias y hacen un
frente común para combatir al nuevo enemigo que quiere apropiarse del
territorio ya conquistado. Este cambio en la situación configura un esce-
nario de guerra y cruda violencia, caracterizado por las estrategias militares
empleadas por los actores presentes en el sector:
[…] Los paramilitares dentran atropellando a los grupos armados, los CAP,
los Elenos [ELN] y las FARC, que comienzan a peliar con los paramilitares.
Primero entran por los lados de La Loma parte alta y por El Seis […]; entonces
ya se cogen ellos —los paramilitares— ese terreno. Entonces ya comienzan los
CAP, los Elenos y las FARC a atacar al Seis con bombas. Entonces, ya de ahí,
los paramilitares ya comienzan a apoderarse del Cinco.62
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dinámicas de guerra y construcción de paz
contundentemente contra las milicias. Una señora, que vive allí desde la
fundación de los barrios, dice:
[Los milicianos] eran los que mandaban en el barrio, ellos eran la ley del barrio.
La gente no soportaba eso, porque llegaba la ley y empezaban a darse bala con
ellos. Entonces, ya que las autodefensas, la guerrilla, que ya pandillas en la
Terminal [de transporte]. Mejor dicho, en ese barrio hubo de todo, no se sabía
quién era quién.63
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Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
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Era una lógica: entró primero el Ejército, la Policía, o sea entraba una fuerza
pública, y posterior a ello dentraban los paramilitares. Eso fue, por ejemplo,
cuando hubo la Operación Orión. Mi barrio está cerca de donde era la base de
los paramilitares; entonces, fue muy charro, porque ellos llegaron, empezó la
balacera así más horrible, y los paramilitares por detrás le iban cerrando el paso
a los milicianos. Dentro de la comuna, para mucha de la gente se sabe que el
Ejército y los paramilitares trabajan conjuntamente.68
Los testimonios agregan que, ante la evidencia de que las milicias, dada
su organización y su fuerza, no eran vencibles por los paramilitares,70 se da
la intervención de la fuerza pública con la finalidad de empoderarlos, y ar-
gumentan, como prueba de su afirmación, el que “nunca el Estado los con-
frontó, no obstante tener conocimiento de dónde se encontraban”, y que,
al igual que las milicias, generaban graves daños contra la comunidad.71
Un relato de lo ocurrido durante la agudización del conflicto en esta
tercera fase, lo hace uno de los dirigentes de la comuna, quien dice recoger
el análisis del proceso, que ha realizado con otros líderes:
Por donde empezó el proceso de avanzada de las AUC, tenía presencia un actor
de izquierda que política y militarmente estaba ya muy debilitado, que era el
ELN. Ya gran parte de sus cabecillas, a nivel nacional y regional, habían sido
detenidos, otros abatidos; sí, y estaba en crisis hace ya varios años, venían en
crisis. Pero el hecho de que llevaran tanto tiempo aquí posicionados, les había
dado unos niveles de confianza grandes, bastantes, y se habían, como se dice
popularmente, relajado; cuando uno lleva ya tanto tiempo siendo el dueño y
el que maneja el poder, se relaja. Eso facilitó mucho la avanzada de las autode-
fensas, y después de ese hecho, [fue] cuando llegaron, pues, de Altavista —la
Comuna 13 limita con Belén Altavista— […] y allá ya había presencia de las AUC
ya hace tiempo. Allá empezó la avanzada, llegaron duro. Eso era todos los días,
permanentemente enfrentamientos, y encontró una estructura militar aquí muy
debilitada, ideológicamente. Quienes estaban aquí al frente de esa institución,
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83 Ibíd.
84 Entrevista a profundidad 20, hombre líder, 18 de agosto de 2005.
85 Ibíd.
86 Entrevista grupal 1, mujeres adultas, 20 de abril de 2005.
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Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
por vivir allá. A cada persona que tenía más de dieciocho años que no salió del
barrio, entraron por él, casa por casa. Y conozco uno que lo dejaron allá dos años
mientras lo estaban investigando; después le dijeron que se fuera, que no debía
nada. Todos éramos sospechosos […]. Eso fue positivo por el resultado, porque
si no hubiera pasado, hoy en día estaríamos peor.87
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Aquí masivamente la gente vota. Aquí, le cuento que las cédulas las inscribieron
ya y uno veía en el 20 de Julio la cantidad de gente inscribiendo la cédula por
lo de la reelección, que mucha gente quiere la reelección de Uribe, porque él
puede que haya fallado en la inversión social y todo eso, pero en la seguridad
y en todo esto el hombre es un verraco91 y la gente aprecia eso, porque, ¿quién
quiere volver atrás? ¿Quién quiere mirar cuatro años atrás? ¡Nadie!92
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Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
— ¡Aahh!, es que esos servicios están muy caros, son los más caros de la
ciudad, comparando el estrato.
— ¡Ahí nos están cobrando la Operación Orión!95
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eso se arregló el barrio. Ya no se ve esa gente por ahí por la casa, la guerrilla no
se volvió a ver.107
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garantizar la seguridad física de sus habitantes hasta responder por las dife-
rentes expectativas de la misma.
Diversas personas han construido explicaciones sobre los factores
generadores de la violencia en la comuna y coherentemente con ella, se
preocupan por formular propuestas; son reiterativas en sus mensajes a la
sociedad y en especial a las autoridades estatales:
El futuro se lo hace cada cual, pero siempre necesitamos una manito que nos empu-
je. Al Estado le hace falta mucha presencia en este sector, en la parte de educación;
en la parte de salud ha cubierto un 80% con el Sisbén, porque desafortunadamente
no se había podido canalizar toda esa información. Pero yo digo que en la parte
de frentes de trabajo, o no propiamente frentes de trabajo, pero capacitación para
la gente para el autoempleo, para la autogestión, sería muy interesante. Entonces,
no sólo nos preocupemos por la seguridad, no pensemos nada más en materia de
seguridad; tenemos que pensar en otras cosas también, hay mucha gente por acá
que necesita soluciones de vivienda. Estos desplazados no han podido, son más
de ciento cincuenta familias desplazadas, gente que vive en tugurios, que vive en
ranchitos, nunca pudieron conseguir soluciones de vivienda.111
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Dinámicas del conflicto. Narrativas explicativas
[…] lo mejor es no meterse con nadie, pues todos los grupos armados y hasta los
de la ley, eso terminan haciendo lo mismo, y el que después resulta perjudicado
es uno y la comunidad, como ya se vio antes.113
El común denominador en esta narrativa son los recuerdos que aún per-
viven en la memoria de los habitantes sobre el pasado reciente. Mantienen
fresco el relato acerca de que las operaciones militares desalojaron los grupos
de milicias y que ahora, debido a la presencia permanente de la fuerza pú-
blica con la construcción de la base militar y el patrullaje en la zona, se goza
de relativa paz, de mayor seguridad y de cierta tranquilidad; pero coinciden
en decir que son una paz y una seguridad frágiles. Para unas personas, porque
resaltan que el soporte de esa tranquilidad es la presencia paramilitar; para
otras, que ese orden está sostenido básicamente por la presencia de la fuerza
pública. Por ello, temen que se repita la situación, pues encuentran algunos
síntomas similares a los ya vividos: aparición de comerciantes de estupe-
facientes, el reclutamiento de jóvenes para grupos ilegales, y asesinatos
que impactan la pacífica convivencia. Con esta visión, confieren amplio
respaldo a la presencia de la fuerza pública en la comuna, y expresan temor
frente a una posible salida de la misma; demandan su permanencia, para
evitar que el conflicto adquiera las dimensiones que tuvo antes:
[…] El Gobierno deber de tener eso bien custodiado, todo bien organizado,
o sea, no dejar ese barrio solo. En este momento prácticamente ese barrio está
quedando solo. Entonces, va a pasar lo mismo, va a volver a coger avance toda
esta gente, se va a volver a organizar todo el grupo.114
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dinámicas de guerra y construcción de paz
críticos del comportamiento de las milicias, sienten que pueden ser objeto
de represalias por parte de éstas:
[…] yo siento miedo porque ellos mandaron a decir, hace por ahí un año, que
cuando entraran, por los primeros que iban a empezar era por nosotros, por los
líderes comunitarios que les habíamos ayudado a la Policía y al Ejército.115
Este relato hace parte de esa leyenda sobre el conflicto que aún continúa
tejiéndose.
Un líder concluye su reflexión sobre la seguridad en la comuna, compa-
rándola con lo que sucede en el país:
Creemos que la tensa calma existente hoy tiene que ver porque, de todas maneras
hay vigilancia de la fuerza pública. Usted sube a barrios de la comuna y encuentra
que hay policías, hay militares armados; y uno se pregunta, es como lo que pasa en
las carreteras de Medellín: ¿en las carreteras de Medellín hay seguridad o hay vigi-
lancia? Pues, es que en las carreteras de Medellín, en las carreteras de Colombia,
no hay seguridad. Seguridad es cuando usted puede ir por una carretera sola y no
pasa nada; pero que las calles, no es que sean seguras, están vigiladas, pues claro, es
que eso es un sofisma, decir: no, que es que ya se puede viajar porque las carreteras
son seguras. No son seguras, son vigiladas, que es diferente.116
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encuentra limitaciones para dar cumplimiento a sus fines, aplicar las leyes
y gobernar, y los otros órdenes tampoco logran imponerse.1
Por otra parte, la categoría seguridad alude, en el ámbito social, a un esta-
do de tranquilidad y calma, garantizado por una fuerza objetiva —grupo
armado— dispuesta para la protección del/de la ciudadano/a, y un orden
que protege del riesgo en sus distintos niveles. En el ámbito subjetivo, se
refiere a la conquista de un sentimiento de tranquilidad y de paz consigo
mismo/a y con el otro. Es un estado en el cual se ha logrado que el miedo,
la angustia, la depresión, la soledad, la zozobra y la incertidumbre no sean
el “pan de cada día”.2
Una de las revelaciones de la presente investigación consistió en esta-
blecer que solicitud de seguridad y su satisfacción conforman una serie com-
plementaria y, durante el conflicto, aparecen conectadas dialécticamente
en el discurso de las personas entrevistadas. Esta conexión es la que da
sentido a la manera de vincularse la población con los distintos actores le-
gales e ilegales de la guerra, y define la lógica que siguen las construcciones
explicativas de lo ocurrido.
Es debido a que estas construcciones siguen la lógica de la seguridad-
satisfacción / exceso-insatisfacción, que las narrativas emergentes al
respecto no son uniformes, y mucho menos estáticas. No conforma una
totalidad unificada, pues se confeccionan y pulen en el proceso dinámico
de nombrar los hechos y el modo como éstos afectaron la vida barrial.
A propósito de la legitimidad, ella ha sido motivo de múltiples usos y
abusos, tanto en el lenguaje callejero como en la literatura política. Aún así,
1 Así lo establecen en sus trabajos los investigadores del Instituto de Estudios Políticos de la
Universidad de Antioquia: María Teresa Uribe de Hincapié, “Las soberanías en vilo en un con-
texto de guerra y paz”, Estudios políticos, Medellín, núm. 13, jul.-dic., 1998; Ibíd., “Las soberanías
en disputa: ¿conflicto de identidades o de derechos?”, Estudios políticos, Medellín, núm. 15, jul.-
dic., 1999, e Ibíd., “La política en escenario bélico. Complejidad y fragmentación en Colombia”,
Legado del saber, Medellín, núm. 11, 2003; y Manuel Alonso Espinal y Juan Carlos Vélez, “Guerra,
soberanía y órdenes alternos”, Estudios políticos, Medellín, núm. 13, jul.- dic., 1998.
2 Las situaciones de seguridad en una sociedad deben analizarse en su doble componente, objetivo
y subjetivo, que aunque están interrelacionados, no necesariamente coinciden, pues “La seguridad
es una sensación, algo subjetivo, un estado de ánimo; pero también, una posibilidad real, objeti-
va. Es decir, las facultades de las cuales disfrutan los individuos de sentirse seguros, tranquilos.
Sensación que se sustenta en la credibilidad de la gente, en la existencia de un orden jurídico que
funciona y unas legítimas instituciones sociales y punitivas que hacen realidad esos derechos para
todos”. Pablo E. Angarita C., “La seguridad ciudadana: nuevo reto en la defensa de los derechos
humanos”, en: Derechos humanos, seguridad ciudadana y fortalecimiento de la sociedad civil. Sistematización
de experiencias del proyecto “Derechos humanos, seguridad ciudadana y sociedad civil”, San José de Costa
Rica, Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), 2002, p. 120.
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Orden, seguridad y legitimidad
3 Norberto Bobbio afirma que “La legitimidad del Estado es una situación que no se realiza nunca en
la historia, sino como aspiración, y que, por consiguiente, un Estado será más o menos legítimo en la
medida en que realice el valor de un consenso manifestado libremente por parte de una comunidad
de hombres autónomos y conscientes, o sea en la medida en que se acerca a la idea límite de la
eliminación del poder y de la ideología de las relaciones sociales”. Norberto Bobbio et al., Diccionario
de política, México, Siglo XXI, 1997, vol. ii, p. 866.
4 Véase al respeto Ibíd.
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Orden, seguridad y legitimidad
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8 Se trata de una fracción del Partido Liberal, liderada por el ex alcalde de Medellín, Bernardo
Guerra Serna.
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Orden, seguridad y legitimidad
con eso, pues en favor de esas personas y de esas familias, intervino la dirigencia
política de ese entonces. El Guerrismo estuvo muy posicionado en esta zona
de Las Independencias y El Salado, más como estrategia electoral, que como
estrategia o propuesta de desarrollo y de garantizar condiciones a familias. Esa
intervención limitó un poquito y le bajó ritmo e intensidad a la presencia de la
fuerza pública en ese entonces.9
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dinámicas de guerra y construcción de paz
11 Para la época, en Medellín la delincuencia pasa de ser una acción de individuos aislados, a orga-
nizaciones armadas que utilizan el hurto, el atraco, los homicidios y otras formas de violencia
como un medio lucrativo. Algunas de estas bandas utilizan también el consumo y el tráfico de
estupefacientes. En estos barrios se conjuga tanto la delincuencia individual como la organizada.
12 Entrevista a profundidad, hombre líder, 20 de agosto de 2005
13 Ibíd.
14 Entrevista a profundidad 7, hombre adulto, 22 de septiembre de 2005.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
17 En aquellos casos en que agentes del orden o civiles armados que se nombran como autodefensas,
pasan de la intención de castigar para hacer justicia al exceso homicida sin que medie una decisión
consciente, es valido reconocer el concurso de una voluntad inconsciente de destruir, la cual
puede encontrar, por ejemplo, en la idea de justicia, de la paz y la autodefensa, la oportunidad de
camuflarse y ser puesta en acto de manera cruel. La pulsión es una voluntad distinta a la voluntad
consciente; su función, en los humanos, es empujarlos hacía el desorden, hacia la obtención de
satisfacciones contrarias al placer y a la conservación civilizada de los vínculos.
116
Orden, seguridad y legitimidad
Hubo otra razón, esta vez ya no subjetiva, sino social, que reforzó la re-
nuncia a la justicia por propia mano: se trata de la aceptación de la seguridad
ofrecida por los milicianos. Aquí de nuevo se instala el mismo peligro de
exceso por el cual se renunció a hacer justicia privada, pero como esta vez
“no es a mí a quien se le irá la mano, sino a los milicianos”, la responsabilidad
pasa a ser de otros. Salta el exceso de nuevo a la escena, pero como esta vez
se han agregado razones políticas a las sociales y, además, se tiene la decisión
de ejercer un control territorial, en lugar de surgir el límite ético —“no pode-
mos seguir esto así”—, se invoca más bien un imperativo criminal: “así tiene
que ser, pues lo que no sirve, estorba”.18
117
dinámicas de guerra y construcción de paz
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Orden, seguridad y legitimidad
24 Al respecto, son muy dicientes los testimonios de mujeres entrevistadas, por ejemplo, en la
entrevista grupal 1, mujeres adultas, 20 de abril de 2005.
25 Entrevista a profundidad 20, hombre líder, 18 de agosto de 2005.
26 Entrevista a profundidad 4, mujer adulta, 10 de diciembre de 2005.
27 Entrevista a profundidad 9, hombre adulto, 20 de febrero de 2006.
28 Ibíd.
29 Ibíd.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
Durante este “régimen” son controlados todos los ámbitos, aun aque-
llos que se refieren al propio cuerpo, a la forma de vestir, a la orientación
sexual, a los gustos musicales, entre otros.31 “Una niña que es muy grillita32
y todo, entonces mandarla desnuda para su casa por grilla por andar así, casi
empelota”.33
Las sanciones aplicadas por las milicias eran diferenciales, de acuerdo con
la manera como clasificaban y jerarquizaban a los sujetos y a los hechos. No
era lo mismo la sanción de quien había hecho parte de un combo,34 de una
banda y que ya tenía antecedentes de robo, violación, asesinato o de lesión,
que la de un joven que consumía marihuana o de un esposo violento.
Además, dichas sanciones no estaban restringidas a los delincuentes o
personas de la comunidad que infringieran las normas establecidas por
las milicias, pues también se aplicaban a sus integrantes y con penas como
120
Orden, seguridad y legitimidad
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dinámicas de guerra y construcción de paz
los tenderos, a los conductores, y también a las amas de casa. Tales aportes
son conocidos como “vacunas”.
En el gremio transportador cuentan que las milicias, además de vacunar
a todos los chóferes, introdujeron una modalidad adicional, consistente en
una red en la que se autonombraron intermediarios entre los conductores
y los alistadores de carros, y se hacían pagar una cuota fija obligatoria por el
servicio de lavado, de lo cual ellos pagaban una parte al trabajador que lavaba
el vehículo. El testimonio de un conductor dice:
La vacuna empezó hace muchos años aquí. Ellos empezaron vacunando, por ejem-
plo, buscaban un alistador que les lavara el carro, pero esta gente ya tomaba eso
como un negocio, porque ellos cogieron todos los alistadores a pagarle semanal.
A nosotros nos cobraban una plata y, lave el carro o no lo lave, le cobraban a uno.40
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La legitimidad miliciana
La aceptación de las milicias por la comunidad se localiza en un momento
lógico en el que se había tocado un límite de tolerancia frente a las bandas de-
lincuenciales. Puede afirmarse que mientras los milicianos combatían a éstas
y sancionaban a quien cometiera actos contra la propiedad o la integridad de
los habitantes de los barrios, la inscripción que lograban era la de “sicarios
buenos”. Eran nombrados como “buenos”, porque sus actos beneficiaban a la
mayoría y perjudican a unos pocos, quienes se tornaban vulnerables porque
no eran gratos. “Sicarios buenos” es una expresión que une dos significantes
—bondad y violencia—, que son contrarios si se examinan teniendo en cuenta
el discurso ético común: la bondad es una virtud del ser, que supuestamente
se opone al acto de privar de la vida a un semejante.
La “bondad” de los sicarios que desplazaban a la banda, viene dada porque
sus actos violentos se dirigen contra el enemigo no grato, contra el extraño
y contra aquel que cultiva formas de gozar42 excluidas de lo que se tolera.
El “bondadoso sicario” no mata a cualquiera, sino a quienes son seleccio-
nados previamente; y como la víctima ha sido reconocida con anterioridad
como algo que “no sirve”, no son muchos los que se extrañarán por su
desaparición. Las muertes en nombre de un “orden” y del “ideal colectivo”
de “seguridad”, “paz” y “tranquilidad”, cuentan con un aval de algunos
sectores de la comunidad y por ello la crueldad real del acto no riñe con la
supuesta bondad del ejecutante.
Posteriormente, en un tiempo que es el de comprender, en la población
se consolidará un sentimiento de reserva con respecto a dichas milicias.
Pero mientras no aparecieron el paramilitarismo y la fuerza pública como
nuevos protectores, la reserva se mantuvo en un relativo silencio, para
evitar ponerse en peligro.
Una regla que parece primera a nivel comunitario es que a mayor per-
cepción de exceso del grupo saliente, más caudal de aceptación tiene el en-
trante. Esto pasa por una dimensión variable y en cada caso puede valorarse
cualitativamente.
La legitimación del uso de la fuerza por parte de los milicianos para
exterminar a las bandas fue una respuesta social que encontró pocos/as
detractores/as. Aunque su aniquilación trajo consigo una manera de aplicar
42 Aquí el término “goce” connota la arbitrariedad que regía los actos del sicario cuando, en nom-
bre de la justicia y la conservación del orden, asesinaba a sangre fría al supuesto transgresor.
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Del conjunto de testimonios se puede colegir que las milicias van perdiendo
progresivamente su legitimidad, el “orden miliciano” se va desmoronando,
socavado por sus propias prácticas. Su deslegitimación se debió no sólo a
un “desgaste natural”; a ello contribuyó también la llegada de otros com-
petidores, los paramilitares y la fuerza pública, la cual, por “contragolpe”,
produjo un aumento de las prácticas abusivas de las milicias y el incremento
de las vacunas hacia la población. Poco a poco, la gente se fue dando cuenta
—según dicen las personas entrevistadas— de la manera como asesinaban
personas inocentes, y que por cualquier sospecha podían acabar con sus
vidas.49 Una mujer relata cómo asesinaron a una joven por el hecho de
tener amistad con miembros de la Policía:
[…] mataron varias muchachas, a una muchacha que apenas iba a cumplir die-
ciocho años, porque la guerrilla ya le había dicho que no hablara con la ley, que
ni los saludara. Ella, cada que llegaban a las siete u ocho de la mañana, los entraba
a la casa y les daba tinto o fresco, y entonces ya la tenían pillada y ella no hizo
caso. A la mamá le habían advertido mucho que esa gente la iba a salir matando
y no hizo caso. A las siete de la mañana llegaron preguntando por ella, les dijeron
que estaba dormida, le dijeron a la mamá: “Despiértela, que necesitamos hablar
con ella”. Entonces, esa era la tercera vez que le advertían. Entonces, dijo la
mamá: “Esperen que ella ya sale”. Salió en piyama y se puso a conversar con
ellos, y ellos todos tapados y armados, empezaron a hablar con ella, le dijeron
que “sapa hijuetanta, que ya le habían advertido”. Le dieron siete tiros en la
cabeza, delante de la mamá y dos hermanos, y entonces ya al momentito llegó
la ley, y la mamá le echó la culpa a los policías, que por culpa de ellos le habían
matado la hija. Entonces, ante la familia le matan a uno los hijos, el marido, los
sobrinos, los primos, todo.50
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Las Milicias Populares entraron hace un poquito más de trece años. Empezaron
dizque combatiendo por el pueblo, se fueron adentrando y empezaron a aprovechar
que se les estaba abriendo las puertas. Ellos dijeron que estaban peleando por el pueblo;
incluso yo hasta llegué a decir lo mismo: ellos están peleando por nosotros.51
“Dizque” y “hasta llegué”, son expresiones que dan cuenta de una toma
de distancia por parte del sujeto, que retroactivamente se interroga por sus
actos e introduce un desacuerdo consigo mismo, por haber contribuido al
establecimiento de una posición desajustada de lo que considera su deber
ser y el de la comunidad. Esta posición es ética, porque se define a partir de
un sentimiento de responsabilidad y no de una calificación externa, como
sucede en el caso de la imputación jurídica, en donde es un juez quien
juzga desde el exterior un comportamiento considerado reprochable.
Del terror de las bandas se pasa al control ejercido por el orden miliciano,
orden que va de lo positivo a lo negativo, porque después de un tiempo
comienzan los excesos, las manifestaciones caprichosas de poder y ello de
nuevo da lugar al miedo y la zozobra. El régimen que se implanta es autori-
tario. Transcurre de la colaboración voluntaria, a la vacuna sin medida; del
pedido solidario de apoyo, a la exigencia desmedida con base en la amenaza
y el asesinato; del empleo del arma para hacer justicia, a las balaceras sin
que importe quién caiga muerto. En fin: “se volvieron malos”, como dicen
unos, o “cometieron errores, abusos o excesos”, como dicen otros.
[…] ellos están oprimiendo al pueblo, entonces mire “que tienen que tener esta
conducta; tienen que tener esta normatividad; [...] deben de seguir estas pautas;
es todo lo que nosotros digamos...”. Entonces, claro, todo en la vida cansa; a
pesar de que se estaba haciendo un bien, pero la opresión no es ningún bien.
Entonces, la gente empieza ya a filtrarse, a salirse [...] a buscar la manera de
acabar con esa imposición.52
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Como puede verse, hay un aspecto del amo miliciano que lo incita a
convertir lo ajeno en propio, a disponer de los que le sirven y necesita en
cualquier momento y de manera injusta, como si fuera el único dueño del
mundo en el que se mueve. Analizando algunos relatos, se evidencia que ese
orden miliciano implicó una autoridad arbitraria y despótica, en la medida en
que lo prohibido para los otros podía ser transgredido por ellos:
[…] mientras matan o condenan a muerte a un joven por violar a una niña, o por
ser “marihuanero” o “ratero”, ellos extorsionan a los tenderos y algunos también
violan a las jóvenes. 55
130
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Así, la ocupación y la salida del territorio, por los pobladores de los sectores
6 y 7 de El Salado, aparece asociada al actor que ejercía el control al momento
de su establecimiento y al nuevo actor que tomaba el control por medio de la
estrategia definitiva del incendio de las viviendas,57 para garantizar la expulsión
de estos pobladores. El establecimiento en dicho territorio fue autorizado
inicialmente por las milicias, actor que controlaba entonces, y la salida es
obligada, luego, por los paramilitares, Columna Cacique Nutibara, sin que
a este actor armado le importara si los terrenos ocupados fueron facilitados
por las milicias o si fueron adquiridos por compra, tal como se analizará en el
capítulo 4, apartado “Desplazamiento forzado en la comuna”.
La configuración de nuevas formas del enfrentamiento entre actores hace
necesario que se encuentren distintas maneras de lograr control y obtener re-
cursos, por lo que se busca el copamiento de un territorio y su establecimiento
131
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132
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58 Cuando las milicias tuvieron presencia en la zona, también utilizaron grafitis y marcas del terri-
torio; pero en el caso de la presencia paramilitar fue más contundente, porque era una manera de
atemorizar a la población que había sido estigmatizada como simpatizante de las milicias.
59 Entrevista a profundidad 2, mujer adulta, 14 de septiembre de 2005.
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nuevo actor hegemónico, como estrategia de legitimación, directa o indirectamente, envía este
mensaje: “quien desee volver, debe estar dispuesto a someterse a mis condiciones”. Ellos mismos
reasignan las viviendas desocupadas, para que sean habitadas según sus órdenes o, simplemente,
se destruye la casa de las familias de las que no se desea su retorno.
62 Entrevista a profundidad 3, mujer adulta, 3 de noviembre de 2005.
63 Entrevista grupal 3, hombres adultos, 27 de mayo de 2005.
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preguntas a los familiares de los muertos, te van a decir lo peor. Creo que hay
dos opiniones: una crítica generalizada a los medios empleados y a la forma en
que se entró; y dos, creo que hay un temor a que eso vuelva a pasar.64
136
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66 Esto ocurre en buena medida como consecuencia de la improvisación con que se definió la
política de reinserción. Esta política de Estado pretendía atraer a los combatientes de las AUC
a la vida civil, mediante su desmovilización y entrega de armas, a cambio de lo cual se le ofrecía
amnistía o rebaja de pena en caso de ser condenado, además de subsidio en dinero, posibilidades
de estudio y empleo. Sin embargo, el Gobierno nacional no ha cumplido sus compromisos y por
parte de los desmovilizados, alrededor del 10% ha reincidido en actividades delictivas. Juan Carlos
Monroy Giraldo, “Polémica por control paramilitar”, El Colombiano [en línea], disponible en:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/P/polemica_por_control_paramilitar/pole-
mica_por_control_paramilitar.asp?CodSeccion=7, consulta: 30 de mayo de 2008.
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Otras reflexiones
En la Comuna 13, las bandas no se recuerdan como un colectivo inscrito
en ningún ideal barrial, ni familiar, sino como una plaga inquietante, pues
tomaba a la comunidad como objeto de su intimidación.
La experiencia del conflicto armado en este sector de la ciudad enseña que
quien legitima a aquel que viene a cubrir la necesidad de estar seguro, queda
sometido, desde la sentencia inicial, a una servidumbre voluntaria u obligada,
si no quiere estorbar. La muerte del que estorba porque no sirve, es una
forma radical de segregación hacia adentro, causada por su improductividad.
El asentimiento explícito o implícito de esta segregación y su reproducción
dentro de una comunidad cada que se siente inseguridad, tiene el problema
de convertir a la “pena de muerte” en una de las vías de legitimación de los
grupos armados en los barrios donde la han practicado sin ninguna reserva.
Todos los grupos, legales e ilegales, de izquierda o de derecha, con o sin
filiación política aparente, han practicado alguna forma de exterminio, como
68 Ibíd.
140
Orden, seguridad y legitimidad
141
dinámicas de guerra y construcción de paz
142
4
Implicaciones sociales
del conflicto armado
145
dinámicas de guerra y construcción de paz
3 La palabra “implicación” tiene dos acepciones: una referida a hacer parte de —estar implicados
o involucrados—, y la otra, como efectos de. Para el tema que nos ocupa, la población de la
Comuna 13 hizo parte del conflicto en forma directa o indirecta, y vivió los efectos del mismo.
146
Implicaciones sociales del conflicto armado
de la Constitución y todo […], era algo más ideológico […] o sea, no habían armas,
no habían cosas de ésas, pero uno sabía que por debajo sí; o sea, hacen primero
ese reclutamiento y a crear como unas ciertas conciencias.4
Además del trabajo político, las milicias hicieron reclutamiento militar, para
lo cual se apoyaron en la motivación de algunos jóvenes de tener un arma:
“los muchachos estaban chiflados por cargar un arma, ellos querían meterse
y sí se metieron muchos”.5 Las armas, según los diferentes testimonios ob-
tenidos, han sido símbolo de poder, una manera de conseguir ingresos y una
forma de defensa o retaliación. Ello explica porqué, en algunos jóvenes, no
importó la ideología o los intereses del grupo armado para unirse a él, como
ocurrió con algunos milicianos que se pasaron al bando paramilitar.
La población se involucró en el conflicto debido a la presencia cotidiana de
los grupos armados en los barrios. Algunos pobladores, además de conocer o
“distinguir” a los combatientes y a sus familias, han compartido con ellos desde
su infancia o los vieron crecer. Por ejemplo, la expresión “uno que vio crecer
en el barrio a los muchachos”, refiriéndose a los milicianos, se hizo común.
Los líderes, las lideresas y las organizaciones tuvieron contacto, principal-
mente con los milicianos, por afinidad en sus intereses, o porque de una u
otra manera trataron de ponerles límites a su accionar. En las entrevistas se
muestra que, pese a las intenciones de establecer límites con las milicias,
la realidad mostró las dificultades de lograrlo, en tanto ambos —milicias
y líderes/lideresas— trabajaban con la misma población y con similares
propósitos de buscar “el bienestar de esa comunidad”. Sin embargo, dados
sus métodos diferentes, el accionar de las primeras terminó afectando el de
los segundos.
[…] no es culpa de nosotros que durante tantos años tengamos una labor de
liderazgo acá en el sector y que hoy muchos de ellos [milicianos] que ya nos
conocen, en algún espacio hayan pedido algún favor. No quiere decir con eso
que se les apoye.6
Usted vive acá y le resulta muy fácil resultar comprometido. Uno obligatoria-
mente tenía que hablar con el uno, con el otro, con aquél; entonces, eso te va
comprometiendo a la luz pública y luchas por no meterte pero resultas metido.
Después te toca es la parte dura.7
147
dinámicas de guerra y construcción de paz
148
Implicaciones sociales del conflicto armado
a permitir que los carros dejaran de surtir las tiendas, solamente porque ellos no
se lo iban a permitir. Entonces ya había un problema entre ellos y la Junta de
Acción Comunal.10
Pero, más adelante, cuando las tensiones aumentaron por las confronta-
ciones entre actores armados, estos desacuerdos tuvieron efectos dañinos
por las amenazas a y los asesinatos de quienes las milicias consideraban sus
enemigos.
Uno de los efectos en la población de la presencia de las milicias durante
más de una década es la estigmatización como guerrilleros, colaboradores o
simpatizantes. Por ello, con la llegada de los paramilitares, éstos consideraron
que buena parte de la gente había apoyado a los milicianos. Ello repercutió
ampliamente en la vida y la integridad de las personas, ya que algunas fue-
ron asesinadas, o migraron por amenazas o por sentir que sus vidas estaban
en riesgo. Ante el temor de ser señaladas como milicianas, se generaliza el
recelo y la desconfianza, y los/as vecinos/as dejan de representar cercanía y
solidaridades.
Pero cuando los paramilitares afianzan su presencia en la zona, la población
pasa a ser señalada como colaboradora de ellos, lo cual obedece a que éstos
también involucraron a la población, como combatientes, o como apoyo.
Además, algunas personas legitimaron a este grupo armado o fueron recep-
tivas a sus propósitos de “acabar con las milicias”, porque estaban “cansados”
de sus abusos, o porque desde que hicieron presencia en el barrio asesinaron
familiares o amigos/as. Y aun cuando el respaldo no es generalizado, el estig-
ma opera para todos los habitantes. Por ello, ahora el temor radica en que en
cualquier momento las milicias vuelvan y se vea afectada su integridad.
Otro de los efectos de la estigmatización es la dificultad de los habitantes de
la zona para acceder a empleos y oportunidades para su desarrollo personal,
aunque se les admire por la capacidad de resistencia y las estrategias que
emplearon para sobrevivir en medio de tantos riesgos.
[…] entonces, esa marca de Comuna 13 que tenemos aquí en la frente nos
diezma como las posibilidades de ingresar a ciertos círculos sociales. Entonces,
eso es un problema para la gente del barrio, sobre todo para los que no tuvieron
la culpa, no se metieron nunca en el conflicto: el hecho de estar viviendo acá o
de haber vivido. Muchas veces hay que omitir eso de la hoja de vida.11
149
dinámicas de guerra y construcción de paz
12 Rita Laura Segato, “En busca de un léxico para teorizar la experiencia territorial contemporánea”,
citado en: Diego Herrera Gómez y Carlo Emilio Piazzini, comps., (Des) territorialidades y (no)
lugares, Medellín, Instituto de Estudios Regionales, Universidad de Antioquia, 2006, p. 76.
13 M. C. Echeverría y A. Rincón, Ciudad de territorialidades, polémicas de Medellín, Op. cit., p. 23.
150
Implicaciones sociales del conflicto armado
Por las características de los barrios de la Comuna 13, éstos son conectados
y sus habitantes requieren transitarlos, porque en unos se ofrecen servicios
que no existen en otros, como educación, salud o iglesias; porque en ellos
viven familiares o amigos/as, o por los contactos entre organizaciones. Con
el conflicto, la movilidad entre los barrios queda restringida o interrumpida
para sus habitantes, lo que trae como consecuencia lo que un líder nombra
como: “la comuna se me dividió, porque no podía pasar de acá para allá”.14
Los flujos se dan por los actores armados, cuando uno de ellos pretende
conquistar el territorio antes conquistado por otro.15
Cuando en el barrio contiguo hay un control de un actor armado oponen-
te, la frontera adquiere un significado de muerte. Entonces, la posibilidad
de trasladarse libremente de un barrio a otro se ve gravemente afectada. Los
barrios ya no eran considerados como vecinos; tenían marcas que hablaban
del peligro que significaba, para la integridad física de sus habitantes, el
pasar la frontera:
[…] entraron en conflicto las bandas de Nariño con las milicias populares de
todo el sector y precisamente por eso era que se producían las muertes, porque
en Nariño no se permitía la entrada de ellos allá. Por eso fue que se produjo lo
de no entrar ni salir de ningún barrio.16
Son reiterativos los relatos que señalan que, en el barrio 20 de Julio, las
milicias torturaron y asesinaron a los jóvenes que capturaban en El Morro
—como a veces se denomina a los sectores de la parte alta de El Salado—,
sector de El Corazón, donde había entrenamiento paramilitar de los
jóvenes:17
La milicia empezó a sacar, por ejemplo, a los pelaos que vivían en El Morro, que
estudiaban en el colegio de El Corazón. Ellos llegaron a sacar varios pelaos del
colegio y se los llevaban para el 20 de Julio y los torturaban, los volvían nada y
los tiraban después a la calle, ahí, muertos.18
151
dinámicas de guerra y construcción de paz
desde un punto alejado del punto de llegada habitual, lo que implica reco-
rrer más espacio y tomar más tiempo para salir o ingresar al barrio:
[…] a lo último la gente tenía que cambiar de caminos. Ya la gente iba hasta el 20
de Julio y coger el transporte allá. En el 20 no le hacían a la gente nada, porque
estaba la guerrilla.19
[...] Aquí uno cogía un taxi, y si era un amigo de uno, un compañero le decía
a uno: “Yo lo llevo hasta la iglesia de San Javier”, y de ahí no pasaba. El más
amigo de uno lo traía hasta la intermedia. Usted tenía que caminar hasta cuatro
esquinas; hablamos de unas diez o doce cuadras.20
152
Implicaciones sociales del conflicto armado
153
dinámicas de guerra y construcción de paz
El barrio deja de ser un espacio público y pasa a ser tratado como si fuera
una habitación que se abre y se cierra de acuerdo con el capricho, la estra-
tegia o la conveniencia del actor armado que domina el territorio. Cerrar el
barrio era algo que los milicianos hacían en cualquier momento; por ejem-
plo, cuando se iban a presentar enfrentamientos u operativos militares.
Tras la toma de los barrios por parte del Ejército, la dificultad de movili-
zarse entre barrios continúa, porque subsisten las amenazas y las muertes
selectivas. Una mujer que vive en el 20 de Julio manifiesta el temor que le
produce desplazarse a los barrios de la parte alta:
No, es que no sé, porque de pronto uno no sabe [...] tienen venganza contra la
gente. Entonces, a uno le da miedo. Claro que mucha gente sube. Evito subir por
allá porque, no es que me da miedo, me da pánico.30
154
Implicaciones sociales del conflicto armado
Una manera de narrar los efectos del conflicto armado está referida a lo
que le pasó o no le pasó a la casa. Unas mujeres narran que las balas llegaron
hasta su casa, atravesaron una pared, quebraron los vidrios. Otras, que se
encontraron en peligro de perder sus viviendas. Por experiencia propia o
ajena, sabían que la casa no era un refugio inexpugnable. La vulnerabilidad
155
dinámicas de guerra y construcción de paz
156
Implicaciones sociales del conflicto armado
que se metía al barrio para espiar”.36 Entre los espías están los llamados
“carritos”, que son muchachos entre los ocho y los catorce años, que por
su edad no despiertan sospechas, y que están vigilando lo que sucede en
algunos sectores o en los barrios, para informarles a los milicianos sobre
movimientos que pueden ir en contra de ellos.
Pelaos de diez y doce años eran utilizados como informantes y para que vigilaran
la zona. Entonces, ellos todos los días salían a patrullar y todo lo que veían iban
y lo contaban.37
157
dinámicas de guerra y construcción de paz
Tenían un delirio de persecución; creían que todo mundo que venía distinto,
que no conocían, podía venir a matarlos o a espiar alguna cosa. A usted, si no lo
conocían, podían preguntarle: “¿Usted, de dónde viene?”, y decirle: “Me hace
el favor y se va; usted no tiene que estar haciendo nada por aquí; váyase o la
matamos”. A mucha gente le daban oportunidad y a otras no […]. Si no conocía
al otro, tenga lo suyo y ya, los mataban y ya.40
Era la época donde pagan justos por pecadores. Mataban indistintamente si usted
conocía o no, si estabas ahí en el momento equivocado, a la hora equivocada, en
el lugar equivocado.41
A causa de la guerra, los parámetros que rigen la relación con las otras per-
sonas varían sustancialmente, hasta el punto de que, en el discurso, circula
una serie de consignas que se inscriben en la subjetividad de la comunidad
como medida protectora. Es común que las personas entrevistadas digan:
“uno no se puede confiar”, “uno debe saber a quién le dice las cosas y cómo
las dice”, “todo el mundo era reservado en cuanto a lo que pensaba”, “a uno
le da miedo hablar porque yo personalmente no sé quién es mi vecino ya,
quién es el de atrás y quién es el de adelante”, “toca cambiar porque no se
sabe quién hay alrededor”.
La mirada del actor armado se vuelve omnipotente. El panóptico se
instala, un ojo interior y exterior para el que no hay secretos. Se está bajo
la mira de los combatientes y la de los/as vecinos/as. Como cualquiera
puede ser aliado/a o traidor/a, se afectan los lazos íntimos, de amistad, de
amor, de camaradería, de vecindad. Surgen la zozobra y el recelo, que son
nombres de la inquietud y la desconfianza que se desprende de la ruptura
de la credibilidad.
Se evidencia un contraste entre el ayer y el hoy, por el clima de desconfianza
que se impone. Si anteriormente la palabra “vecino”, “conocido” o “amigo”,
significaba reconocimiento, protección o apoyo, con la guerra esto se trans-
forma, porque en su lugar se coloca un “ya uno no sabía quién era quién”.42
Si antes del conflicto armado, el/la vecino/a representaba relaciones cara a
cara surgidas del habitar —como también los verbos “construir” y “luchar”,
donde territorio y relación social se juntaban en la expresión “vivir al frente
de mi casa”—, en tiempos de guerra, de combate, de espionaje, de zozobra,
el/la vecino/a adquiere la connotación de sospecha y de peligro. Los vínculos
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Implicaciones sociales del conflicto armado
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dinámicas de guerra y construcción de paz
46 Es llamativo que, a pesar de encontrar testimonios que hablan del peligro de ser solidario con el
otro, también son recurrentes los testimonios que dan cuenta de la solidaridad entre vecinos y
habitantes del barrio.
160
Implicaciones sociales del conflicto armado
No confiar sino en uno mismo, en el “nosotros”, que quiere decir “entre los
familiares”, pues ponerse a hablar con uno del frente de mi casa ya equivale a
estar en peligro, porque igual uno no sabe con quién habla.47
Para concluir este apartado, se puede afirmar que una de las implicaciones
sociales del conflicto ha sido un incremento de la exclusividad negativa.
Los grupos humanos, así como tienen una dosis de etnocentrismo hecha
de sus procesos de identidad y diferencia, también tienen márgenes de
exclusividad negativa, en términos de segregación hacia otros, extraños o
enemigos. Pero en este caso lo que se observa es que hay una contracción
tal, territorial y social, donde se excluye, se teme al otro, aun al más próximo
y cercano.
161
dinámicas de guerra y construcción de paz
50 Con esta afirmación no se pretende idealizar las relaciones entre los/las líderes/lideresas y las
comunidades, y entenderlas en términos de una armonía idílica. No se desconocen los con-
flictos que se presentan comúnmente en estos barrios como efecto de la lucha por el poder y
las contradicciones propias de intereses opuestos; sin embargo, eso no invalida el poder y la
legitimidad de las mismas como parte de la democracia participativa.
51 Entrevista grupal 8, líderes adultos, 5 de diciembre de 2006.
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Implicaciones sociales del conflicto armado
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dinámicas de guerra y construcción de paz
55 Entrevista a profundidad 20, hombre líder, 18 de agosto de 2005, y entrevista a profundidad 21,
hombre líder, 24 de agosto de 2005
56 Entre los líderes asesinados se cuenta el padre José Luis Arroyave, un sacerdote que era altamente
apreciado por la comunidad, debido a su compromiso social.
57 Entrevista a profundidad 20, hombre líder, 18 de agosto de 2005.
58 Entrevista grupal 8, líderes adultos, 5 de diciembre de 2006.
59 Entrevista a profundidad 18, mujer lideresa, 9 de junio de 2004.
60 Ibíd.
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Implicaciones sociales del conflicto armado
61 Ibíd. La entrevistada se refiere a una acción de paramilitares en la que la amenazan por ser
simpatizante o colaboradora con la guerrilla.
62 Entrevista a profundidad 16, hombre líder, 24 de septiembre de 2003.
63 Es necesario no perder de vista que aquí, como en otros lugares, la estrategia inicial de los para-
militares fue la de atacar a las organizaciones sociales. Sin embargo, en la medida en que fueron
logrando mayor empoderamiento y hasta la actualidad, cambiaron el método y, sin renunciar del
todo a la eliminación de líderes y lideresas, pretenden trabajar por su cooptación y por el control
de algunas organizaciones.
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Implicaciones sociales del conflicto armado
68 Ibíd.
69 Ibíd.
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Implicaciones sociales del conflicto armado
La guerra pone a los seres humanos de cara con sus miedos, sus temores,
sus apegos a la vida, como también con su imagen y función públicas: he
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Implicaciones sociales del conflicto armado
81 En este estudio se diferencia entre el desplazamiento como fenómeno y las personas en situación
de desplazamiento. No se hace alusión a “persona desplazada”, porque admite el equívoco de
caracterizar el desplazamiento como un rasgo constitutivo de identidad. Se plantea aquí que el
desplazamiento es un estado de liminalidad, o tránsito, por estar en el umbral, separado de un
punto inicial y sin establecerse aún en el punto de llegada. El desplazamiento forzado es un paso
obligado que no prevé destino seguro, o mejor, lo característico es el desarraigo.
Por otra parte, el desplazamiento, según la Defensoría del Pueblo, se clasifica en individual o
unifamiliar, de acuerdo con el número de personas que se desplazan y su pertenencia a un grupo
familiar, y se presenta bajo varias modalidades, si se tiene en cuenta la caracterización de las
zonas de expulsión y de llegada: rural-urbano, urbano-urbano, intraurbano e interveredal.
El desplazamiento individual es donde sólo un miembro de la familia es quien se desplaza —deno-
minado gota a gota—.
En el desplazamiento unifamiliar, la familia permanece unida durante y después del momento del
desplazamiento. Véase: Defensoría del Pueblo, Colombia. Desplazamiento intraurbano como consecuen-
cia del conflicto armado, Bogotá, UNHCR, ACNUR, Defensoría del Pueblo, 2004, p. 19.
Para el Gobierno, desplazamiento masivo se entiende como la salida de diez o más hogares, o más
de cincuenta personas en un mismo evento (véase Colombia, Vicepresidencia de la República,
Decreto 2569 del 12 de diciembre de 2000, por el cual se reglamenta parcialmente la Ley 387
de 1997, artículo 12, Vicepresidencia de la República, [en línea], actualizado a 6 de mayo de 2008,
disponible en: http://www.derechoshumanos.gov.co/modules.php?name=informacion&file
=article&sid=119, consulta: 6 de mayo de 2008).
El desplazamiento masivo organizado es donde la comunidad, con una base social organizada, toma la
decisión de desplazarse y buscar apoyo en instituciones gubernamentales y no gubernamentales,
para obtener una asistencia y acompañamiento de éstas. La comunidad organizada permanece
unida durante y después del momento del desplazamiento.
En el desplazamiento masivo no organizado son expulsadas varias familias de un mismo sector, hacia
diferentes barrios en la ciudad.
El redesplazamiento se da cuando personas y familias son desplazadas en más de una ocasión.
Por último, el desplazamiento selectivo “se presenta de manera discriminada contra determinados
actores de la sociedad, tal es el caso de los maestros, líderes sindicales y sociales en general”.
Yulieth Bedoya Mejía y Yudy Marcela Sánchez Pérez, “Implicaciones socioeconómicas del
desplazamiento forzado intraurbano en la población desplazada de Medellín”, informe de
pasantía de investigación, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas,
Departamento de Trabajo Social, Medellín, 2003, p. 63.
82 El Colombiano, Medellín, 28 de marzo 2002, p. 4C.
83 El Mundo, Medellín, 10 de abril de 2002, p. 6.
84 El Colombiano, Medellín, 29 de abril de 2002, p. 11A.
85 El Tiempo, Medellín, 4 de julio de 2002, p. 5C.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
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Implicaciones sociales del conflicto armado
Pero si bien no todos los pobladores llegaron apoyados por las milicias,
esto no se tradujo en una ausencia de su control del territorio. Este poder
de la cobertura por medios de comunicación, que ejerce presión sobre los entes estatales encar-
gados y hace que se genere respuestas rápidas a la situación. La segunda tiene relación con la
imposibilidad de disposición de recursos, por parte del Municipio, para atender el fenómeno,
y el llamado de atención y de apoyo que hace la Administración Municipal en general a la
Nación para que intervenga dentro de la situación de la comuna. Presentar el hecho como
parte de desplazamiento forzado le permitía, al Municipio, no asumir el problema como propio
y, por tanto, no disponer de costos no previstos por el Gobierno local para la atención de las
personas que salían de los barrios en la ciudad. Al respecto véase: James Alberto Granada Vahos,
“Desplazamiento forzado intraurbano, contextualizado desde el conflicto socio-político armado
en Medellín”, monografía de grado, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y
Humanas, Departamento de Trabajo Social, Medellín, 2003, p. 47.
90 Entrevista grupal 5, desplazados, 2 de junio de 2005.
91 Ibíd.
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101 Ibíd.
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Usted encontraba en algunos casos letreros así: “Entren, paguen los servicios;
las llaves están en el contador”. Esto fue en el 20 de julio, en El Salado, en La
Independencia, hasta se vio en San Javier. En San Michel se pusieron los arren-
damientos a cien mil pesos y las casas las vendían a diez o doce millones.102
El tener una vivienda propia es uno de los bienes más preciados en una
población que ha hecho grandes esfuerzos para lograrlo. Por ello, con el
desplazamiento no sólo se pierden los lazos establecidos, sino también el
único patrimonio familiar.
Con la salida del barrio se impone un sentimiento de desorientación y
abandono, de “no saber qué hacer”, “no saber para dónde coger”. Llama la
atención que, en los relatos de desplazamiento rural-urbano, ese sentimien-
to de desorientación se hace más evidente en la Terminal de Transporte de
la ciudad de Medellín, y en los relatos de algunas personas de la Comuna 13
y que han vivido el desplazamiento intra-urbano, ocurre en la estación del
Metro. En ambos casos se trata del “no lugar por excelencia”: es un lugar
de llegada y de partida a la vez, nunca es un destino definitivo. De ahí
que las terminales o las estaciones del Metro sean sitios de paso y lo que
precisamente no saben las personas en situación de desplazamiento es a
dónde ir, pues ahora está en vilo su destino. La sensación es la de estar
suspendidos. Así dice una de las mujeres entrevistadas:
Yo y mis hijos ahí nos quedamos pensando pa’ dónde nos íbamos […] entonces
nos quedamos ahí en la estación de San Javier, desde las nueve de la mañana
hasta las tres de la tarde, ubicándonos a ver pa’ dónde qué familiar nos íbamos. Y
a partir de ahí empezamos fue a rodar y la casita quedó sola.103
102 Entrevista a profundidad 25, mujer desplazada, 18 de agosto y 1.º de septiembre de 2005.
103 Entrevista grupal 5, desplazados, 2 de junio de 2005.
104 Entrevista a profundidad 25, mujer desplazada, 18 de agosto y 1.º de septiembre de 2005.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
[…] a mi me tocó separarme de mis tres hijos durante cinco años, debido a
la guerra que hubo en el barrio. Ellos se tuvieron que ir para un lado con mi
madre y yo para otro, porque donde cabía mi mamá con ellos no cabía yo. Me
tocó separarme, de ellos, cinco años. Mi mamá, para entregármelos, eso fue un
problema.109
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Implicaciones sociales del conflicto armado
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dinámicas de guerra y construcción de paz
116 “El Sistema Nacional para la Prevención y la Atención de Desastres (SIMPAD) de Colombia está
constituido por el conjunto de entidades públicas y privadas que realizan planes, programas, pro-
yectos y acciones específicas en la prevención y atención de desastres y establece el Plan Nacional
que determina todas las políticas tanto de carácter sectorial como del orden nacional, regional y
local”. “Alcaldía de Medellín. Sistema Municipal de Prevención y Atención de Desastres”, Estrategia
internacional para la reducción de desastres, EIRD Informa, año 1, núm. 1, 2000, [en línea], disponible
en: http://www.eird.org/esp/revista/No1_2001/pagina31.htm, consulta: 22 de abril de 2008.
117 Entrevista grupal 5, desplazados, 2 de junio de 2005.
182
Implicaciones sociales del conflicto armado
Elllos nos colaboraron; de la iglesia del 20 de Julio nos colaboraron las monjas;
nos colaboró el sacerdote de la Divina Pastora. ¡Eso fue una maravilla esa gente
colaborando oiga! Todos les dimos las gracias a ellos, ¡Todos! Porque, sincera-
mente, entre tanto niño y tanta persona adulta no encontrábamos cómo ayudar.
Y sí, ellos nos colaboraron, cada vez que les llegaba ropita o así ayuditas nos
reunían a todos: bueno, esta ropita, entraba un grupito, viene y escoge lo que le
sirva, una muda por persona, para que pueda alcanzar para todos. Y era uno una
faldita, una blusa, lo que le guste, bueno, y así, y pa’ todos alcanzaba.118
183
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184
5
Guerra, familia y subjetividad
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Guerra, familia y subjetividad
“Dios lo perdona, pero el vecino no”, “no te queremos volver a ver por aquí”,
“si lo mataron es porque algo debía”, “el que nada debe, nada teme”, “había
por ahí mucha cosa que no servía y la limpiaron”, entre otras.
La manera como la familia se ve involucrada en el conflicto armado depen-
de de los períodos por los que pasó dicho conflicto. Por ejemplo, cuando los
milicianos eran hegemónicos y tenían control del territorio, el orden que
implantaron se extendió a la vida de pareja y a las relaciones familiares.
Ellos censuraron las infidelidades conyugales, cuestionaron y castigaron a
las mujeres infieles o a las que tenían como amante a un hombre casado;
de igual forma, sancionaron la violencia familiar y conyugal, amonestando
y castigando a los hombres maltratadores.
Para algunos pobladores, los agresores en el tiempo de la banda eran
gente drogadicta a la que no le importaba chuzar a alguien; en el tiempo
de las milicias, eran jóvenes armados que no se detenían para dispararle a
quien no les cayera bien, y en el tiempo de los paramilitares y el Ejército,
con sus operaciones militares, eran uniformados, igualmente armados y
tan amenazantes como los demás, porque también agredían a quien les
parecía sospechoso/a de ser miliciano.
La socialización y las sociabilidades de niños y jóvenes de ambos sexos
también se vieron afectadas, debido a los procesos de cooptación y uti-
lización de los jóvenes para la guerra, a las rivalidades entre ellos por las
mujeres o por bienes suntuarios, y por la atracción que les ha producido
toda la simbología y parafernalia militar.
En la fase de agudización del conflicto armado, las implicaciones mayores
están asociadas con amenazas o pérdidas de la vida, la vivienda, la tranqui-
lidad, el deterioro de los lazos familiares por desplazamientos o rupturas,
y por posiciones y compromisos diferentes en sus miembros, frente a los
grupos armados en contienda. Durante esta fase, la familia se afecta en
dos direcciones: por un lado, se refuerza el sentido de pertenencia y de
protección y cuidado entre sus miembros; por otro, se presenta la “desarti-
culación” y la agudización de conflictos por los procesos migratorios y por
las diferentes posturas y acciones frente a los grupos armados.
189
dinámicas de guerra y construcción de paz
1 Se denominan tradicionales a los padres y las madres que conservan los modelos establecidos por
la sociedad hasta la década del sesenta del siglo xx, mediante los cuales la autoridad era eminente-
mente patriarcal y la madre la ejerce en ausencia del padre, en nombre del padre o por delegación
del mismo. Yolanda Puyana V., “Cambios y permanencias en la paternidad y la maternidad”,
en: Yolanda Puyana, comp., Padres y madres en cinco ciudades colombianas. Cambios y permanencias,
Bogotá, Almudena, 2003, pp. 57-60.
2 Ante la dificultad de establecer la norma y ser figuras de autoridad, y por el sentimiento de que
están fracasando en dicha labor, con frecuencia las mujeres buscan ayuda en instituciones como
la escuela y la Iglesia, entidades del Estado o profesionales de la medicina y la psicología, según
los recursos propios o del medio.
3 La búsqueda de respaldo de las mujeres en los milicianos para ejercer la autoridad puede enten-
derse como un desplazamiento de la figura del padre —con frecuencia ausente por separación,
muerte o abandono— en un hombre armado y que representa una autoridad caprichosa, porque
no da posibilidad de ser interrogada.
190
Guerra, familia y subjetividad
Entonces ya las señoras empezaron: “¡Ay! tengo un problema con mi hijo”. Entonces,
ellos llegaban y le cascaban el hijo y le decían que si seguía, o se iba del barrio o
lo mataban. ¡Ah!, que tuve un problema con mi esposo: entraban y le cascaban
el esposo […] que aquél está poniendo música muy duro, ¡ah!, la braveada:
“Bueno, apagás eso ya o te damos”. Bueno, una cantidad de cosas así. Entonces,
la gente le fue dando fuerza […] Eso es un monopolio impresionante por medio
de las armas.4
191
dinámicas de guerra y construcción de paz
7 En la teoría lacaniana, el otro con minúscula alude al semejante, al par; en cambio, el Otro con ma-
yúscula hace alusión al lenguaje, a la sociedad, al inconsciente, al Estado, que si bien en sí mismos
no son seres concretos de carne y hueso, sí tienen un valor simbólico, real e imaginario, y además,
en tanto humanos, se está bajo el dominio de sus leyes. En esta investigación, el uso del Otro con
mayúscula hace alusión al establecimiento de un lugar desde el cual se ejerce un poder inusitado,
incuestionable. Aquel que para un sujeto o una comunidad se vuelve incuestionable, inamovible,
imposible de controlar, pasa a ocupar el lugar de Otro, del cual se depende de manera categórica.
El Otro también es la construcción de un referente por parte de un sujeto o una comunidad, o
cumplir una función reguladora. Entonces, el Otro no sólo denota la existencia de un lugar desde
el cual se ejerce un poder invasor, caprichoso y autoritario, sino también el lugar de la referencia.
8 Entrevista a profundidad 13, mujer joven, 14 de septiembre de 2005.
9 Ibíd.
10 Ibíd.
11 Ibíd.
192
Guerra, familia y subjetividad
Del abstracto “coco” se pasó a “los señores malos”, seres concretos que
también se convirtieron en un elemento de control para hacer acatar la
norma familiar. Las bandas no imponían un régimen de forma abierta y
codificada, como lo hicieron luego las milicias; pero el temor que aquéllas
producían, porque sus integrantes eran percibidos como los dueños de la
calle, dio lugar a que algunas madres aprovecharan esta circunstancia como
un medio pedagógico destinado a combatir la tentación de los niños y las
niñas por salir de la casa sin compañía o sin permiso. Las bandas, en tanto
representación social amenazante, se volvieron un instrumento coyuntural
de presión para los padres y las madres hacerse obedecer.
El encierro se convirtió en una especie de pedagogía de protección, no sólo
en el tiempo de las bandas, sino durante todo el conflicto. En el tiempo de
las bandas, “La gente se entraba por ahí a las siete de la noche para la casa,
porque les daba miedo que los atracaran, que les hicieran algo”.12 Esta misma
situación de encierro se repitió en la época más fuerte de los enfrentamientos,
ya no por temor a ser atracado, sino de ser muerto por una bala.
El ambiente tenso, sombrío y extraño que generó el conflicto reforzó a
la familia como centro de gravitación y a la casa en refugio contra las balas,
el abuso y la sorpresa. Por ello el encierro en las viviendas fue utilizado
también como una medida de protección.
La casa, dependiendo de la intensidad del conflicto y del momento de su
dinámica, es un lugar de tregua con respecto al peligro y la sorpresa. En todo
caso, los habitantes de la Comuna 13 la ordenan y disponen como trinchera
que protege, aunque a veces se tenga la sensación de que ya en ninguna parte
se puede estar a salvo. Lo cierto es que, durante la guerra, la casa se opone a la
calle, porque mientras en ésta reinan la desconfianza, la expectación ansiosa,
el peligro, la sorpresa ingrata, el miedo y la posibilidad de abuso, en aquélla
permanece lo único que se puede considerar cercano, íntimo y propio.
Una mujer afirma que lo positivo del conflicto fue el encierro de sus
hijos e hijas adolescentes, por el “toque de queda” obligado por las milicias,
o por miedo: “a uno no le provocaba sino que ellos estuvieran todo el día
encerrados, o sea, toda la familia estuviera encerrada”.13
El encierro, como acatamiento de las restricciones establecidas por el
orden miliciano o generado por los combates, en algunos casos incidió en
193
dinámicas de guerra y construcción de paz
14 Ibíd.
194
Guerra, familia y subjetividad
Internamente, en la familia uno cuidaba del otro: “¿Que dónde está julanito?”.
“Está en la calle”. “¡Para dentro!”. Era como cuidarnos uno al otro, era lo único
que quedaba en ese momentito, cuidarnos la espalda.15
Las mujeres cuidaban a sus hijos e hijas para que no infringieran las
normas establecidas por los grupos armados, porque cualquier actuación
considerada fuera de lugar por parte de un miembro de la familia podía ser
objeto de queja, trayendo como consecuencia sanciones o retaliaciones que
podían llegar hasta la muerte. La autoridad se convirtió en una tiranía. Una
mujer relata cómo a su sobrino lo iban a matar por la acusación de haber
violado a una niña:
O sea, por cualquier queja de la gente. Las quejas siempre se las daban a los mili-
cianos. Entonces, la queja de mi sobrino había sido que —el estaba muy niño, tenía
por ahí unos trece o catorce años—, que iba a violar a la primita, estaban jugando,
y la niña la habían llevado donde el médico, y la niña estaba pues “incitada”,16 pero
no violada.17
195
dinámicas de guerra y construcción de paz
En la misma lógica del testimonio anterior, pero esta vez con un final
trágico, una madre relata el drama que padeció con su hijo:
Él tenía la novia, pero ella vivía muy retirado, por donde se mantenía la gue-
rrilla. Él, desde el balcón de la parte de atrás, le hacía señas a ella. Entonces el
esposo mío le dijo que no le volviera a hacer señas, que viniera mejor a la casa,
porque de pronto la ley pensaba que tenía algo que ver con la guerrilla, tanto
que no lo dejamos volver a ir donde ella, sino que le dijimos, a él, que le dijera
a ella que fuera mejor a hacerle visita a la casa. […]; le dijimos que dejara esa
pendejada, que la ley lo ve y cree que tiene que ver algo con la guerrilla. No lo
dejamos volver allá [...]. Entonces, a la ley le empezó a caer mal el hijo mío y le
echaron esa gente de los paramilitares y lo mataron en la misma cuadra.
Por ejemplo, a mí me tocó un caso de una cuñada con tres hijos hombres y [las
milicias] se tenían que llevar uno o dos, porque ellos lo que necesitaban eran
jóvenes que les colaboraran.21
196
Guerra, familia y subjetividad
Lo primero que decían era: “las líneas están interceptadas, todo el mundo está
prácticamente vigilado, el que hable se muere y se muere toda la familia”.
Entonces, qué tenía que hacer uno, calladito para salvar la familia y para salvarse
uno. Entonces, uno no podía hacer nada, prácticamente amarrado.23
197
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Guerra, familia y subjetividad
No hacer lo que por principio cree que debería, la deja con un sentimiento
de inutilidad y esto, en efecto, es una grave culpa, no porque se considere
responsable de haber hecho algo indebido, sino por no poder ponerse a la
altura de una responsabilidad ética, la de salvarle la vida a un semejante.
Ser testigo de la muerte de un ser indefenso que pide auxilio y no poder
hacer nada para evitarlo es “impresionante”, porque implica una escena
en la que se presenta con toda desfachatez la crueldad y el exceso del Otro
omnipotente y feroz:
Muchas veces eran papás arrodillados en la calle suplicando que no le mataran
sus hijos y eso no valía. Se los llevaban y los mataban a la vuelta [...] mataban a
unos jovencitos apenas empezando la vida.36
Ante la familia le matan a uno los hijos, el marido, los sobrinos, los primos, todo.37
Como puede notarse, las mujeres dan cuenta de haber sido obligadas a ver
lo que no querían ver. Aquí la palabra “obligación” denota dos cosas: una
curiosidad interna que las incita a querer ver “todo”, así sea horrible, y tener
que ver involuntariamente. Después hay que hacer como si nada hubiera
pasado.
199
dinámicas de guerra y construcción de paz
38 En la introducción de este libro se dejó sentado el sentido en que se utiliza el término “subjetividad”.
Véase supra, p. 3, nota 7.
200
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empezaban a los gritos: “Ya nos van a matar, vienen los guerrilleros”. Despertaban
con unas pesadillas grandes.39
202
Guerra, familia y subjetividad
de lo que hay que mantenerse retirado, pero también puede ser algo que ya
no abandona a la persona y que retorna una y otra vez. Encerrarse en la casa
y no querer ver a nadie ni salir, no es la expresión de una pesadilla, sino de
un miedo o de un deseo de nada.
La pesadilla se produce por un miedo excesivo convertido en angustia.
La pesadilla da cuenta de la presencia de algo descarnado, sin velo y donde
todo queda a discreción de Otro incontrolable.
Las personas entrevistadas suelen localizar el miedo en relación con el
peligro que puede acechar a la familia o a personas cercanas y entrañables.
El peligro puede ir desde la posibilidad de que sean lesionadas y acusadas
de cualquier cosa, hasta ser muertas por una bala perdida, desparecidas o
que no regresen. La pesadilla está menos ligada a la eventualidad de lo que
puede suceder, porque en sí misma es muy cercana a la devastación y la
inmovilidad; implica un peligro inminente e inevitable.
Claro que la palabra “miedo” también suele ser invocada por la gente en
un sentido muy cercano al de la pesadilla, pero en los usos del lenguaje se
presta a mayor generalidad. El miedo va desde su relación directa con el
objeto que lo produce y que puede ser evitado, hasta referirlo a eso que
inmoviliza y de lo cual ya no se puede prescindir. En este sentido, un
entrevistado nos da una imagen del miedo bastante elocuente: “El miedo
no tiene pantalones, eso no se le puede quitar a nadie. Unos tienen una
manera de manejarlo y otros de otra. El miedo es lo único propio que nadie
nos puede quitar”.42
Una manera de convivir con el miedo cuando se vuelve inevitable, es
construyendo una intimidad con él. Aceptar que el miedo es algo de lo
cual ya no se puede prescindir, es un recurso subjetivo ante lo inevitable.
El sentimiento de que el miedo “es lo único propio que nadie nos puede
quitar” es bastante singular, porque es una manera paradójica de aludir a
algo de lo cual una persona siempre quisiera liberarse. En lugar de referir
el miedo a la impotencia, se plantea su incorporación al ser y se declara
que más vale aceptar aquello de lo cual nadie se puede liberar, mientras la
constante de una vida sea la guerra.
Cuando el miedo se estructura como un real inevitable, más vale recono-
cerlo como parte del ser, que pretender luchar para excluirlo. Por lo demás,
señalar que cada quien tiene su manera de manejar el miedo, es decir, de
203
dinámicas de guerra y construcción de paz
comportarse bajo sus efectos, indica una sabiduría popular sobre los afectos
que no parecen tener quienes se creen o son denominados expertos en
cuestiones mentales. La sabiduría del entrevistado consiste en sostener que
si bien un afecto como el miedo se puede experimentar colectivamente, la
manera de relacionarse con éste no es homogénea, sino variable y única.
Por otro lado, el sentimiento de que en la guerra lo menos seguro es la
vida, pasa por situaciones concretas que la familia tiene que vivir cotidia-
namente. Cada que una persona debía salir a primera hora de la mañana o
llegar tarde al barrio, que la situación se volvía incontrolable, o que alguien
de la familia resultaba herido/a o muerto/a, se agudizaba el miedo de perder
la vida. La incertidumbre de si la persona ausente vuelve no se manifiesta
como pesadilla, sino como una angustia expectante que algunos llaman
“zozobra”.
[…] uno no vivía, porque era con la psicosis de que ya venían [...], no se podía
dormir, [...] se levantaba y decía: “Salgo o no salgo; si me quedo aquí, qué miedo;
y si salgo, peor” [...] era con la zozobra [...] de que ya va a empezar, “No me
puedo ir, me tengo que ir”, y así era.43
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49 Ibíd.
50 Ibíd.
51 Ibíd.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
Indiferencia y riesgo
La indiferencia, definida como una estrategia inconsciente del sujeto para
excluir de su campo de simbolización un peso que confronta el ser, permite
convertir, en una película, el exceso de pena que supone objetivamente lo
real de un drama como el de la confrontación armada. Las jóvenes eran
espectadoras regocijadas con el espectáculo del conflicto, el cual era como
una fiesta en el máximo de su esplendor. Claro que en lugar de música
había disparos y no se cantaba, pero se gritaba y corría; en todo caso, había
“adrenalina a todo vapor”.
Las jóvenes se excitaban con el extremo de la guerra, pero lo que particu-
larizaba esa excitación era creer que no estaban en riesgo. Los que estaban
en riesgo eran los combatientes directos, no ellas, que parecían comportar-
se como espectadoras inmortales. Las jóvenes entrevistadas coincidían en
afirmar: “es como si eso no tuviera nada que ver con uno, como si uno no
estuviera ahí, a pesar de las balas pasarle por el lado y rebotar cerca”.52
A la posición de ser espectadoras activas del combate la denominan indi-
ferencia. Es una paradoja que se hable de indiferencia allí donde hay tanta
actividad. Aquí la indiferencia no evoca una falta de emoción, nombre con
el que designan la excitación que genera en ellas la guerra en acto, sino una
falta de simbolización del riesgo. Entonces, ellas son unas indiferentes en
tres sentidos: 1) con respecto al riesgo que para sí mismas implicaba estar
en la calle viendo el espectáculo del combate; 2) en relación con la magni-
tud de lo que estaba pasando, y 3) frente al hecho de conducirse como si
el peso de lo que sucedía no las confrontara con su ser ahí.
Una joven dice que, en el tiempo del conflicto, su posición fue de in-
diferencia con respecto a lo que pasaba. Define este tipo de indiferencia
de la siguiente manera: “escuchaba las balaceras, veía soldados por todos
lados y me sorprendía, pero nada más. Lo que hacía era quedarme en casa
y pararme en el patio a ver”.53
La indiferencia se evoca porque lo sucedido tenía que ver con el barrio, el
vecino, con lo que pertenece a la vida de cada quien desde mucho tiempo atrás
y tocaba a la familia. “Podía sucederle algo dañino a las personas queridas; sin
embargo, estaba ahí, como si no fuera conmigo”.54 Ésta es la expresión que,
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Guerra, familia y subjetividad
55 Pierre Pichot et al., Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, Barcelona, Masson, 1995.
56 Entrevista grupal 4, hombres jóvenes, 2 de junio de 2005.
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Guerra, familia y subjetividad
hacer ni decir nada. La conservación del afecto como resto define el duelo y
para evitar que se quede eternamente en el sujeto, hay que sustraerle poder
psíquico. El desconcierto ante una situación y la suspensión del sentido
evocan el absurdo y agravan la mortificación. En el duelo, la persona se va,
y queda el dolor como su huella. El dolor también es la huella que dejó la
guerra en muchos y muchas de los habitantes de la Comuna 13, no porque
se le extrañe, sino porque se volvió inolvidable para quienes les arrancó lo
más preciado.
El duelo es una respuesta subjetiva ante la pérdida de lo entrañable. Perder
la fe, la confianza en la palabra de otra persona y en la bondad supuesta
en el/la vecino/a también implica un duelo. No creer más en aquello que no
necesitaba estar confirmado por experiencia o por razón, puede afectar no sólo
a un sujeto, sino también a una comunidad. Suponer malicia en los demás,
mala intención y engaño posible, implica una dolorosa fractura que cuesta
mucho trabajo reparar. La vivencia de desamparo y soledad se cuela en
estas posiciones, mientras no se produzca una separación líbidinal60 de los
recuerdos y de las esperanzas que ligan el sujeto a lo que se perdió.
El reconocimiento de la imperfección de la persona desaparecida, del
defecto de aquello de lo que alguien puede haberse visto obligado a se-
pararse, así como los reproches que se le puedan hacer a quien decidió
marcharse, da una idea del modo como suele llevarse a cabo el trabajo de
duelo. Mientras lo que se perdió permanezca en la esfera de lo grandioso,
incomparable, único e irremplazable, el duelo se mantiene y no hay trabajo
psíquico que lo desgaste.
En los casos en que la persona muerta o desaparecida tiene valor afectivo
para quien sigue vivo/a, el reconocimiento de sus fallas y el afloramiento
de la ambivalencia afectiva, tan común en las relaciones humanas entra-
ñables, se convierten en factor importante para el inicio del trabajo del
duelo. Contrario a la creencia popular de que “el tiempo cura las heridas”
espontáneamente, el psicoanálisis freudiano plantea que es menester la
realización de un trabajo psíquico, si se quiere salir progresivamente del
dolor que implica la pérdida de lo entrañable.
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En este caso se trata de unos actores que se sienten con derecho a decidir
sobre la vida y la muerte de los otros seres.
La muerte confronta a la familia con el goce de Otro, con lo arbitrario
del capricho del Otro.62 En algunos casos, la muerte de un ser querido se
constituye en un hito dentro del proceso de conflicto en el barrio:
[...] mataron seis muchachos y entre ellos mataron un hermano mío. Lo sacaron
a las dos de la mañana —eso fue en febrero del 91 [1991]—, sacaron varios
muchachos. Entonces, repartieron mucha bala a los seis muchachos. Nadie
estaba de acuerdo con eso, porque de todas maneras la gente muy creyente, muy
religiosa, de que nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie y de que pues los
pelaos no todos eran marihuaneros.63
Mi papá murió en ese conflicto. Todo empezó porque hacía muchos días querían
apoderarse de donde el vivía; ellos le exigían a él de que les guardara armas. Él
vivía solo y él, que no y no, y el 28 de mayo lo sacaron de la casa y lo mataron, y
fue debido a eso, porque él nunca se dejó de ellos, y él ya nos había dicho […],
nosotras le decíamos sálgase y el decía: “¿Por qué me voy a salir? Esa es mi casa
donde yo estoy”, y eso se fue sumando […] los sacaron a las dos y ya.64
61 Carlos Augusto Rojas Arias, “El ritual de la muerte violenta en Medellín”, tesis para optar
al título de psicólogo, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas,
Departamento de Psicología, Medellín, 1998, citado en: Hugo Betancur et al., “Padres y madres
ante la muerte violenta de un hijo”, trabajo de grado, Trabajo Social, Universidad de Antioquia,
Medellín, 2004.
62 Victoria Eugenia Díaz Facio Lince, Del dolor al duelo: límites al anhelo frente a la desaparición forzada,
Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, p. 49.
63 Entrevista a profundidad 4, mujer adulta, 10 de diciembre de 2005.
64 Entrevista grupal 1, mujeres adultas, 20 de abril de 2005.
65 Ibíd.
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66 H. Betancur et al., “Padres y madres ante la muerte violenta de un hijo”, Op. cit., p. 38.
67 Entrevista a profundidad 30, mujer adulta, 18 de abril de 2004.
68 Entrevista a profundidad 31, mujer adulta, 29 de abril de 2004.
216
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69 Véase María Cristina Tenorio, “Instituir la deuda simbólica”, Revista Colombiana de Psicología,
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, núm. 2, 1993, p. 89.
70 Y. Puyana V., “Cambios y permanencias en la paternidad y la maternidad”, en: Y. Puyana, comp.,
Padres y madres en cinco ciudades colombianas. Cambios y permanencias, Op. cit., pp. 52-54.
71 Entrevista a profundidad 31, mujer adulta, 29 de abril de 2004.
72 Entrevista a profundidad 32 mujer adulta, 12 de abril de 2004.
73 Ibíd.
74 V. E. Díaz Facio Lince, Del dolor al duelo: límites al anhelo frente a la desaparición forzada, Op. cit., p. 6.
75 Las conformadas después de una ruptura de pareja y en la cual conviven los/as hijos/as prove-
nientes de uniones anteriores y de la actual unión.
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Las jóvenes, por ejemplo, hacen estadísticas para tratar de dar una idea del
incremento palpable de embarazos adolescentes cuando se dio la presencia
de los miembros de la fuerza pública:81
[…] cuando llegaron los soldados, dejaron muchas peladas en embarazo. Con
frecuencia, de diez peladas que habían, seis quedaban en embarazo, más de la
mitad y ya, ¡ah!, “que ese hijo no es mío”.82
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6
Iniciativas de paz y otras
respuestas sociales
1 Sydney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, 2.ª ed.,
Madrid, Alianza, 2004, p. 24.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
Cambiar las rutas para desplazarse dentro del barrio o de un barrio a otro,
fue una estrategia común, porque algunas zonas se volvieron vedadas para
la población, bien sea por ser zona de dominio de uno u otro grupo, o por
prohibición de los grupos armados de transitar por ellas.
Los habitantes debían conocer, además, los horarios en que se podía llegar
y salir del barrio sin mucho riesgo:
[…] abajo cerraban la carretera en la Terminal, daban la autorización de que no
trabajaban más carros; entonces, el que no alcanzó a llegar a las seis o siete de la
noche, ya no podía llegar al barrio, ¡era muy difícil!9
228
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
Era necesario leer las señales que indicaban cuándo podía haber una
balacera, para no salir de la casa o no entrar al barrio. Por ello dice un
entrevistado: “cogimos un oído clínico para saber por dónde se estaban
dando bala”.10 De igual manera, el corte de la luz por parte de los actores
armados se volvió una señal inequívoca de peligro, pues indicaba el inicio
de un nuevo enfrentamiento con armas:
[…] los de Villa Laura tenían el vicio de que si iban a disparar, como la luz no
los deja ver a dónde están disparando, le dan primero a las lámparas para quitar
la luz y disparar sin dificultad; entonces, empezamos a ver que quebraron todas las
lámparas.11
Así mismo, no se debía salir ni entrar frecuentemente al barrio sin
justificación:
Al principio de la Operación Orión yo me mantenía saliendo e iba a La Milagrosa
[otro barrio de la ciudad], cuando un amigo me dijo “¡Hey!, pilas, no salga tanto
que pueden creer que usted está saliendo a llevar información, así que quédese
en un solo punto”. Yo decidí quedarme en La Milagrosa, pero duré desplazán-
dome como seis meses y nadie me dijo nada. Además, si mi amigo no me lo dice
de buena forma, yo no habría caído en cuenta de eso.12
229
dinámicas de guerra y construcción de paz
[…] no se podía mostrar miedo, pues usted ya no era miedoso, sino que estaba
huyendo porque alguna cosa hizo; o si iban a matar a alguien, creían que era que
usted estaba de sapo por ahí.14
230
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
Cuando él salió a la puerta y vio que estaban disparando, corrió y apagó el equipo de
sonido y entonces, claro, se oían más palpables los disparos. ¡Ay!, yo les dije a las hijas
mías: “Bueno, como hoy va a ser una noche de tiros, entonces nos vamos a reunir todos
en una pieza a dormir ahí o arrinconados”, porque ¡quién duerme con esa bulla!19
Las mujeres madres son las más propensas a describir de qué manera conti-
nuaron viviendo en medio del miedo y la zozobra. Ilustran este aspecto cuando
interpretan que el deseo del Otro del grupo armado era verlas caminar “con la
cabeza agachada” o haciéndose “el bobo y el ciego”. La respuesta fue adaptarse a
las circunstancias y limitar las acciones que podían ser consideradas expresión
de rechazo o de simpatía con uno u otro de los actores armados.
En los momentos más agudos del conflicto, el imperativo era: “nadie ve,
ni oye, ni entiende, porque es ciego, sordo y mudo”.
Si a uno le preguntaban, [tenía que responder:] “Ay, no, yo no me di cuenta de
nada, yo estaba tan dormida que no sentí nada”, y ellos apenas eran parando la
oreja.20
Es como si el conflicto produjera una ciudad en donde la posición que
más conviene es la de “discapacitado/a” sensorial. Lo que se perciba como
familiar define lo excepcional. La familia es el único lugar en donde se des-
cansa del drama de la suspensión de los sentidos, porque sólo ahí se puede
decir: “entre más veo, más hablo y más escucho, más vivo me siento”.
La mirada desde la ventana o a través de las rendijas, dejó de ser un placer,
para convertirse en miedo de perder algo más que un ojo. El siguiente
testimonio da cuenta, en su orden, de estos aspectos.
[…] una vez, a mi esposo casi le dan un tiro en un ojo, porque se asomó por la
ventana. Estaba muy temprano, escuchó un tiro y le dio por asomarse por una
punta de la ventana, y como ellos tiraban a la loca, le pasó un tiro por un ojo. No
le alcanzó a coger nada, pero siempre se llevó un pedazo de pared y un pedazo de
vidrio.21
No convenía estar al tanto de lo que sucediera fuera de la casa, porque
podían pasar “cosas que uno no debería ver”.22 Al respecto, una mujer dice:
[…] subió un muchacho en un carro [...] y a todo el frente de mi casa, y ahí
mismo le cayeron cuatro, lo encañonaron y se lo llevaron [...] para arriba, y
yo, ¡ay, lo van a matar, Dios mío, lo van a matar! [...] ese muchacho era en un
231
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temblor, lo miraba a uno como pidiéndole una ayuda y uno tener que voltearle
la espalda, porque uno no podía hacer nada; uno no podía abrir la boca para
nada. Como a los tres días como que no les dieron rescate por el muchacho;
entonces lo bajaron, lo mataron y le quemaron el carro y lo tiraron ahí en toda
La Ye.23
Primero mataban a alguien o pasaba alguna novedad y todo el mundo salíamos;
después pasaba cualquier cosa y nadie vio nada, mejor quedarse callado y esperar
qué podía pasar. No hay que meterse mucho a investigar quiénes son o por qué
lo hacen.24
Uno evitaba ir a los entierros porque a uno siempre le daba miedo: “Si lo están
llorando mucho, démosle a este también por llorar” [...] Había entierros en que
se tenía que quedar sola la familia; era muy riesgoso ir a los entierros y mucho
más comentar algo, porque se veían tantas cosas que le tocaba a uno hacerse el
bobo y el ciego.26
232
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234
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
Esta mujer advierte que esas brigadas de paz no incidieron para que
cesaran los enfrentamientos —ese logro se lo atribuye al Ejército—; sin
embargo, en su relato muestra cómo fue un antídoto contra el miedo:
[…] era la posibilidad de salir de las casas y estar reunidas, a pesar de la
presencia de los actores armados. Pues yo no pienso que las brigadas de paz
hubieran servido, no; lo que sirvió directamente fue el Ejército, porque ellos se
vieron monopolizados por el Ejército, y más con base militar. Entonces, ya les
tocaban más dificultades, porque si oían un tiro, eso no bajaban dos o tres motos,
sino que eso bajaban […], y ya todo el tiempo, policías para allí y para acá, entonces
ya es más difícil.30
En algunos relatos se le atribuye a las Iglesias un papel importante de
contención durante el conflicto, porque debido a ellas, la situación no fue
peor: “tanta, tanta presencia de Iglesia fue la que no dejó que aquí pasara
lo que aquí iba a pasar. Porque esto aquí era para volverse un caos, esto era
para haber demolido todo esto”.31
En consecuencia con la percepción de unas personas entrevistadas,
las Iglesias y la religión —tanto en lo emocional como en lo social— se
constituyeron en un apoyo en los momentos de mayor conflicto. Las mu-
jeres invocaban a Dios como un aliado que colaboraba en la finalización de
las confrontaciones armadas, o como un protector de sus familias y de ellas
mismas. Algunas intensificaron sus oraciones, mientras otras cambiaban su
religión por otra, en la que los rituales y las doctrinas les dieran mayor con-
suelo. Cuando la situación estaba más aguda y no se podía salir de las casas o
del barrio, tenían incluso que suspender la asistencia a los ritos religiosos. Por
ello, después de la Operación Orión, una forma de mostrar valor y controlar
el miedo, es volver a salir a la iglesia o ir a rezar en las casas vecinas.
30 Ibíd.
31 Entrevista grupal 3, hombres adultos, 27 de mayo de 2005.
235
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Para nosotros, las treguas que había durante los enfrentamientos eran como un
estado de paz, hasta cuando volvían las balaceras.36
237
dinámicas de guerra y construcción de paz
La otra versión enfatiza en que esta acción de sacar trapos blancos fue una
estrategia de guerra, en la medida en que se pretendía limitar las acciones
de persecución a las milicias:
Aquí, cuando la gente salió con trapos blancos […] es que a la gente de afuera
le vendieron otra idea, de que la gente quería paz, pero no fue eso. Lo que pasó
fue que cuando [Carlos] Castaño dio la orden de desalojar a las milicias de la
guerrilla en todas las comunas, ya entraron los paramilitares con todo. Una de las
respuestas de la misma guerrilla fue invitar al pueblo a que saliera con pañuelos
y trapos blancos para que ellos no entraran. Pero le vendieron la idea, a la prensa,
que es el barrio el que quiere que haya paz. Eso no es así, eso fue al contrario:
ellos venían a todas las casas para que usted saliera con un pañuelo blanco, con
una sábana. Ellos iban de casa en casa, pero era para que los paracos no dispararan
o hicieran una tregua por no darle a la población civil. Ahí fue cuando la prensa
salió a decir: “Es que la comuna quiere paz”. Aquí no se habló de paz nunca, aquí
nadie podía hablar de eso.40
Según una joven entrevistada, estas acciones fueron reseñadas, en los me-
dios de comunicación, como acciones inspiradas por las milicias; pero ella
afirma que fue una iniciativa que inició en su familia y que posteriormente
fue apoyada por otros habitantes:
Yo, en periódicos y cosas de internet, vi algo de que los milicianos eran los que
habían dicho que sacaran los trapos. ¡En ningún momento! De mi casa fue de
donde se empezó a sacar el trapo blanco y ya de ahí la gente empezó a sacarlo.
Si por allá vieron y ellos [los milicianos] dijeron, no sé, pero la idea fue de mi
casa. Que entre la gente que bajaba muertos y todo había milicianos. Sí habían
unos que sí, bajaban sin armas ni nada, que a protestar, a que se acabe esto, que
no haya más balaceras, sí se infiltraban entre la gente; pero no quiere decir que
toda la gente que bajaba diciendo que se acabara y que dejaran pasar los muertos
eran milicianos, eso es falso.41
238
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239
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240
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45 Ibíd.
46 Mujeres de Negro es una red internacional de mujeres feministas y antimilitaristas que tra-
bajan por la paz y denuncian la violencia contra las mujeres. La Ruta Pacífica de las Mujeres
es una organización política feminista colombiana que busca la salida negociada del conflicto
armado y la visibilización de los efectos de la guerra. Véanse: Mujeres de Negro, [en línea],
disponible en: http://www.mujeresdenegro.org/, consulta: 22 de marzo de 2008, y Ruta Pacífica
de las Mujeres, [en línea], disponible en: http://www.rutapacifica.org.co/, consulta: 22 de marzo
de 2008.
47 Entrevista grupal 10, hombres jóvenes, 24 de enero de 2006.
241
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242
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
243
dinámicas de guerra y construcción de paz
Algunos resaltan, con orgullo, las acciones que vienen realizando en pro
de la paz, conjuntamente con otros, incluidas entidades del Gobierno y de
las Iglesias:
Cada año, nosotros celebramos el día de la paz y la semana por la paz, en conjunto
con el sacerdote […]. Hemos trabajado mancomunadamente parroquia, Juntas
de Acción Comunal, los centros educativos y la comunidad en general.
244
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245
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Trabajo educativo-preventivo
Un campo importante del cual se ocupan diversos testimonios es el de las
actividades educativas tendientes a prevenir la repetición de la violencia.
Tanto instituciones estatales como organizaciones comunitarias adelantan
tareas, especialmente con niños y jóvenes de ambos sexos, para enfrentar
las huellas de la guerra. Un maestro entrevistado afirma:
246
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
En los centros educativos nos hemos empeñado en educar a los niños sobre
la no violencia, porque creemos que ellos van a ser el soporte nuestro y van
a aprender de nosotros que se debe vivir en paz, armonía y tranquilidad, y así
nosotros, en un futuro, poder tener una ancianidad.61
Por esta razón, consideran que hacer la paz o hacer contribuciones para
alcanzarla, lleva a desarrollar actividades que les muestren, principalmente
a los y las jóvenes, otras opciones de vida distintas a las armas y a la guerra:
Cuando usted a la comunidad, por medio de estrategias de intervención
preventivas, le garantiza que por cada cincuenta muchachos habrá dos o tres
menos delincuentes, eso es paz, […] la gente, en su gran mayoría, considera
que trabajos con referencia a la paz solamente son trabajos que se refieren al
caso concreto y que son trabajos que se deben hacer con los violentos. Nosotros
no nos metemos directamente con el cuento de paz diciendo: “Venga, que es
que usted es violento”. Nuestro carácter es preventivo, de trabajo social, que
los niños formen su grupo juvenil y todo. No nos interesa ir a hablar con un
grupo armado para que haga la paz, porque ésa es una función estatal y la nuestra
es social. El proceso de paz también se debe hacer con los no violentos, para
poder entender las dinámicas sociales. Cuando vos tenés la capacidad de ir a un
grupo de cuarenta personas y hablarles de un proyecto de vida, estás haciendo
paz… Entonces, las dinámicas de paz van en todo, desde la red juvenil, desde el
fortalecer los ámbitos de espacios de ellos, desde irles a dar una conferencia.63
Son variadas las acciones colectivas que se han adelantando como respues-
ta a lo que fue la actuación de los grupos armados en el pasado y algunas
247
dinámicas de guerra y construcción de paz
248
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
formación que uno tenga o la personalidad que uno tenga, porque igual, si todos
estamos sometidos a lo mismo, se dieron otros, no sé en qué vaya.65
249
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Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
Jóvenes por la Paz, los cuales, según su relato, empezaron en 1997 con los
grupos juveniles:
Ahí se hacía resistencia de una forma no tan directa, no llamándolo “Red de
Jóvenes por la Paz”, sino cada grupo individualmente hacia recreaciones, unía
gente a su grupo para que se integraran, dándole una cultura a los pelaos que
andaban por ahí, pues, como desubicaditos y eso. Había varios proyectos y varias
propuestas. Entre esas estaban lo de las vacaciones recreativas, que se empezaron
haciendo, pues, en la Comuna 13, en El Salado y todas esas partes, en el 20 [de
Julio]. Más o menos seis años después, se dio la propuesta a partir de un taller
de internet que se había hecho con la Unesco, denominado “Capacitación en
nuevas tecnologías” y que se estaba haciendo en conjunto con los jóvenes de
Santo Domingo y de San Javier. Se propuso hacer una Red de Jóvenes por la Paz,
para trabajar ahora sí directamente sobre el tema, qué es la no violencia, hacer
una resistencia.76
Otra de las experiencias presentes en el “Encuentro de experiencias
juveniles de resistencia a la violencia”, convocado por la ACJ, fue la del
grupo musical La Influencia, conformado por jóvenes afrodescendientes,
residentes en la Comuna 13, quienes relatan así sus propósitos:
Los pelados todavía no saben de que uno por medio de la música puede oponer-
se, puede resistir a unos tipos de violencia, a la guerra, a mucha cosa que uno no
está de acuerdo. Por ejemplo, nosotros a lo que más le resistimos y la conciencia
que más estamos tratando de dar, es rescatar mucho nuestra parte negra, o sea, la
parte de la discriminación racial. Es a la parte a la que más le estamos dando fuer-
te en este momento. Porque, más que un color, somos una historia. Nosotros,
no solamente hay la esclavitud, también hay muchas cosas de los negros que se
desconocen, mucha historia, mucha cultura, nuestra misma música. Por ejemplo,
con respecto a la chirimía, la mayoría de la gente no sabe realmente cuál es la chiri-
mía, cuál es la música que se hace para el Pacífico, que realmente es la que hacemos
los negros de allá del Pacífico, que hace parte de nuestra cultura, otras costumbres,
otras experiencias, otras bebidas.77
A manera de epílogo
Las ideas que expresan los pobladores de la Comuna 13, a partir de su
propia experiencia, por una parte confirman planteamientos expuestos por
los teóricos del tema, pero al mismo tiempo dejan interrogantes que invitan
a profundizar en aspectos que aún siguen siendo problemáticos, como:
76 Ibíd.
77 Ibíd.
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dinámicas de guerra y construcción de paz
254
Iniciativas de paz y otras respuestas sociales
79 Francisco Adolfo Muñoz Muñoz, “Paz imperfecta”, en: Mario López Martínez, dir., et al.,
Enciclopedia de paz y conflictos: L-Z, Granada, Universidad de Granada, 2004, tomo 2, p. 900.
255
Conclusiones
y recomendaciones
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dinámicas de guerra y construcción de paz
260
Conclusiones y recomendaciones
1 En los comunicados oficiales, en las entrevistas a la prensa de diversos agentes del Estado,
se aduce que las Operaciones Mariscal y Orión tuvieron igualmente como objetivo a las
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); sin embargo, ninguna información oficial, generada
con motivo de dichos operativos, da cuenta de la aprehensión o captura de miembros de este
grupo y, mucho menos, de heridos o muertos en combate.
261
dinámicas de guerra y construcción de paz
2 Alguien que sea colocado por Otro más fuerte en una posición de sometimiento, se le puede
considerar víctima de… Pero, mientras en adelante su cuerpo no quede inmovilizado y tenga
posibilidad, así sea de manera mínima, de decidir sobre su existencia, será responsable al menos
de su condición de sujeto, porque de esta responsabilidad no está exonerado un ser humano.
262
Conclusiones y recomendaciones
3 Citado en: Beatriz Restrepo, “Antropología del desplazado”, El Colombiano, Suplemento Literario
dominical, Medellín, domingo 25 de enero, 1998, pp. 10-12.
263
dinámicas de guerra y construcción de paz
264
Conclusiones y recomendaciones
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dinámicas de guerra y construcción de paz
5 Por cálculo inconsciente entiéndase algo semejante a lo que le sucede a Edipo en la tragedia griega.
Entre más esfuerzo hace para escapar a la maldición de los dioses, más se acerca a su destino
trágico: matar al padre y realizar el incesto con la madre. Algo semejante es lo que se verifica en
la repetición trágica del ciclo de violencia: al mismo tiempo que racionalmente se dice no querer la
violencia, la garantía de no repetir se queda en suspenso, porque algo silencioso parece insistir
para que retorne. Es como si, con respecto al conflicto armado, un destino trágico insistiera, no
bajo la forma de un desventurado azar, sino como si se tratara de un cálculo pulsional incons-
ciente, que si bien en distintos casos no es subjetivado racionalmente como existente, se verifica
por sus efectos.
266
Conclusiones y recomendaciones
6 Jaques-Alain Miller et. al., Estructura, historia y desarrollo, Bogotá, Gelbo, 1999, p. 69.
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Conclusiones y recomendaciones
269
dinámicas de guerra y construcción de paz
270
Conclusiones y recomendaciones
13. En un proceso de reparación a las víctimas se debe tener en cuenta los tres
existenciales de Heidegger ya mencionados, pues ello permitirá sentar
algunas de las bases necesarias, aunque no suficientes, para avanzar en
un proceso de construcción de paz que considere la dignidad humana
de quienes han sido afectados/as por el conflicto armado. Este proceso
es complejo, dado que, desde el punto de vista de la subjetividad, el ser
humano se conduce inscribiéndose en una condición contradictoria:
entre la guerra y la paz. Con la misma facilidad con que decide hacer la
guerra —o apoyarla con su actitud pasiva o activa—, pasa a declararse
un confeso promotor de la paz.
14. Si se acepta que la violencia y los órdenes autoritarios han tenido gran
incidencia en la producción de una mentalidad violenta en la nueva
generación, entonces hay que responder con un deseo decidido de tra-
bajar en la construcción de nuevas concepciones y prácticas dirigidas a
desestimular los métodos violentos, como manera privilegiada de tratar
las diferencias. Un trabajo de recuperación de la memoria sobre el con-
flicto armado, que permita integrarlo en los relatos sobre la historia de
la comuna, de los barrios, de las organizaciones, las familias y aun de los
sujetos, ha de ser más contundente, desde el punto de vista psíquico y
político, que el ideal del perdón y olvido. Si olvidar equivale a reprimir, lo
reprimido retorna a nuestro pesar. En un contexto de conflicto violento
no resuelto, el olvido no impide que el retorno de algún suceso también
violento, por un lado, reviva el fantasma del pasado cruel y, por otro, cause
desarrollo de angustia, porque se trata de algo que, al menos racionalmen-
te, no se quisiera volver a vivir. Cuando se trata de eventos que no han
recibido su sentido, el camino del olvido no es el mejor, porque con éste
no se supera el temor expectante de una posible repetición de lo vivido,
ni se sabe porqué la guerra entró a hacer parte de una historia vivida sin
comprender. El olvido impide la elaboración del pasado de modo tal que
pueda integrarse en la historia individual, familiar, barrial y comunitaria.
Con el propósito de no olvidar, se realizó la investigación sobre la
Comuna 13 y la publicación de este libro. Es un aporte para avanzar hacia
la recuperación de la memoria de los hechos más significativos y de la com-
prensión del sentido del conflicto armado allí vivido.
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Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
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dinámicas de guerra y construcción de paz
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Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín
Entrevistas a profundidad
Entrevista a profundidad 1, mujer adulta, 18 de julio de 2005.
Entrevista a profundidad 2, mujer adulta, 14 de septiembre de 2005.
Entrevista a profundidad 3, mujer adulta, 3 de noviembre de 2005.
Entrevista a profundidad 4, mujer adulta, 10 de diciembre de 2005.
Entrevista a profundidad 5, mujer adulta, 9 de febrero de 2005.
281
dinámicas de guerra y construcción de paz
Entrevistas grupales
Entrevista grupal 1, mujeres adultas, 20 de abril de 2005.
Entrevista grupal 2, mujeres jóvenes, 12 de mayo de 2005
Entrevista grupal 3, hombres adultos, 27 de mayo de 2005.
Entrevista grupal 4, hombres jóvenes, 2 de junio de 2005.
Entrevista grupal 5, desplazados, 2 de junio de 2005.
Entrevista grupal 6, desplazados, 4 de junio de 2005
Entrevista grupal 7, hombres adultos, 17 de junio de 2005.
Entrevista grupal 8, líderes adultos, 5 de diciembre de 2006.
Entrevista grupal 9, líderes adultos, 30 de noviembre de 2006.
Entrevista grupal 10, hombres jóvenes, 24 de enero de 2006.
282
Anexo. Balance de los
estudios sobre el conflicto
armado en la Comuna 13
285
dinámicas de guerra y construcción de paz
286
Anexo. Balance de los estudios sobre el conflicto armado en la Comuna 13
De estos cinco ejes temáticos, hay dos que llaman la atención, por ser
los que guardan mayor relación con las preguntas de esta investigación:
los dedicados a explorar el asunto de los y las jóvenes dentro del conflicto
armado, y los que describen los efectos psico-sociales derivados de la con-
frontación armada.
En primer lugar, se devela que los y las jóvenes de la Comuna 13 represen-
tan la guerra y sus símbolos —territorio, actores ilegales, fuerza pública, ley,
administración de justicia, Estado, paz— de manera negativa. Atribuyen
la causa del conflicto a las disputas sobre el control territorial libradas por
actores armados ilegales y legales; sienten que el territorio no les ha perte-
necido, pues “ellos [los armados] son los dueños del barrio”,2 y dominan no
sólo el espacio público sino, incluso, el más próximo, el privado.
Frente a la percepción de la guerra y sus efectos, es recurrente hallar, en
las investigaciones analizadas, que las organizaciones o grupos juveniles
permiten a los y las jóvenes canalizar sus angustias, dado que los mismos
establecen canales de comunicación con otros y otras jóvenes que viven
las mismas experiencias frente al conflicto.3 Esto hace posible, en consecuen-
cia, que los y las jóvenes sean atraídos/as por el trabajo comunitario y social, en
un afán de resistir, cada vez más y de manera consciente, el conflicto armado
de su entorno, y de manifestar sus mensajes de rechazo a la violencia.
Además de los grupos juveniles, otras formas de asociación que repre-
sentan una ocupación estable, bien sea laboral, educativa, cultural o de-
portiva, permiten diferenciar a los y las jóvenes institucionalizados/as de
los/as no institucionalizados/as, en tanto estas organizaciones posibilitan
2 Sobre la guerra y sus símbolos, véase: Alexandra Gallo Tabares y Claudia Cristina Amariles
Mejía, “Cuerpos juveniles y territorios. Representaciones sociales del conflicto armado urbano
en jóvenes de la zona nororiental y la Comuna 13 de la ciudad de Medellín”, trabajo de gra-
do, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de
Psicología, Medellín, 2004, p. 134.
3 Sobre los y las jóvenes, las organizaciones y grupos juveniles, y el conflicto armado, véase:
Katherine Higuita Alzate, “Joven y conflicto: motivaciones y potencialidades para resistir de una
manera no violenta al conflicto sociopolítico de su entorno”, trabajo de grado, Universidad de
Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de Sociología, Medellín,
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287
dinámicas de guerra y construcción de paz
4 Sobre la apropiación individual y social de la guerra por parte de los habitantes de la Comuna 13,
véase Paola Janneth Arango Quintero et al., “Los mecanismos de defensa utilizados por el yo
para contener la angustia provocada por la violencia armada en la ciudad de Medellín”, trabajo de
grado, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento
de Psicología, Medellín, 2003.
5 Véase: Hugo Betancur Vallejo, Yolanda Castrillón Vega, Heidi Contreras Lagares y Lina Isabel
González Rueda, “Padres y madres ante la muerte violenta de un hijo. Comuna 13. Medellín”, tra-
bajo de grado, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento
de Trabajo Social, Medellín, 2004; Robinson Úsuga Henao, “Días de tormenta: víctimas y relatos
en la Comuna 13”, trabajo de grado, Universidad de Antioquia, Facultad de Comunicaciones,
Medellín, 2006, y P. J. Arango Quintero et al., “Los mecanismos de defensa utilizados por el yo para
contener la angustia provocada por la violencia armada en la ciudad de Medellín”, Op. cit.
288
Anexo. Balance de los estudios sobre el conflicto armado en la Comuna 13
289
Índice analítico
A B
291
Centro de Investigación y Educación importancia económica y militar de la, 86
Popular v. Cinep indicadores de seguridad y convivencia
Cinep, 285 en la, vii, 41
Ciudadanía, XXVIII inequidad y pobreza en la, 35
Clientelismo, XXIV, 26, 33-35 marcas fundacionales de la, 110
Columna Cacique Nutibara, 131, 132 milicias en la v. Milicias
Comandos Armados del Pueblo v. CAP momentos fundacionales de la, 69, 71, 74
Comité de Emergencias, 182, 233 organizaciones comunitarias en la v.
Compraventa de lotes, 31 Organización(es), comunitaria(s)
v. t. Comuna 13, tipos de asentamiento paramilitarismo en la v. Paramilitares
en la población de la, 35, 36
Comuna 11, 27 poblamiento de la, 27, 31, 81, 82
Comuna 12, 27 problemas socio-económicos en la, 36
Comuna 13, XXII secuencias en la construcción de barrios
antecedentes históricos de la, XXII en la, 32
arribo de los grupos armados a la, XXIII segregaciones espaciales y sociales en
bandas delincuenciales en la v. Bandas la, 31
delincuenciales servicios de salud en la, 39
barrios y sectores de la, 27 servicios públicos en la, 38
características (de la), XXIII situaciones recientes y expectativas en
socio-económicas de la, 35 la, 101
condiciones de vida de la, 36 tipos de asentamiento en la, 31
conflicto político armado en la, 3, 43, v. t. Compraventa de lotes; Invasión(es)
45, 259 de tierras; Loteo; Loteo pirata
actores en el, 46 violencia en la, 41, 43
antecedentes del, 44, 69 vivienda en la v. Vivienda(s)
cuarta fase del v. Post-Orión Comuna(s)
estado actual del, 61, 102, 104 forma de ocupación del espacio en las, 27
estudios sobre, 6
noción de, 27, 64
factores estructurales del, 53
Conflicto(s)
fases del, 17, 18, 67, 69
armado en la Comuna 13 v. Comuna 13,
implicaciones sociales del, 145
conflicto armado en la
intensificación y desenlace del, 89
concepto de, 9, 10
literatura y los estudios sobre el, 285
maneras de involucrarse en el, 146 Medellín, en v. Medellín, conflicto en
primera fase del, 18, 69, 74 pequeñas diferencias, por las, 76
segunda fase del, 19, 76 político armado en Colombia, XXI,
tercera fase del, 19, 83, 90 XXIX, 1, 3, 67, 78, 259
corredor estratégico, como, 79 literatura y los estudios sobre el, 2
desplazamiento forzado en la v. político armado urbano, 63
Desplazamiento forzado urbanización del, 68
diferencias identitarias y relacionales vecinales, 70, 71, 112, 119, 260
en la, 32 Contá, contá, 251
educación en la, 38 Control, 5, 57
empleo en la, 36 aumento del, 196
Estado en la v. Estado calles, de las, 52
funcionalidad territorial de la, 286 desmedido, 114
guerrilla en la v. Guerrilla(s) formas (de), 120, 131, 180, 194
homicidios en la, 41, 42 autoritarias de, 49
292
militar, 69, 82, 118, 119, 151, 153, 173 familias de clase media, de, 37
orden público, del, 42 forzado, 20, 37, 45, 81, 131, 138, 146,
poblacional, XXIII, 120, 131, 154 171-173, 178, 267, 270
movilidad, de la, 131 implicaciones del, 177
político, 118 individual, 171
territorial v. Territorial, control masivo, 98, 171, 172, 182
Convite, 162 no organizado, 171
Convivir, 48 organizado, 171
Cooperativa de Habitaciones, 27 selectivo, 171
Cooperativa de Seguridad y Servicio a la unifamiliar, 171
Comunidad v. Coosercom Discriminación, 36, 40, 44, 53, 181
Cooperativas de Vigilancia y Seguridad racial, 253
Privada v. Convivir Discurso, 7, 9
Coosercom, 47 División Técnica Social de la Secretaría de
Coraje, 238 Gobierno, 245
Corporación Siglo XXI, 251 Duelo, 9, 187, 205, 211-213, 217, 288
Costumbre, 206 trabajo de, 213, 214, 217
defensa subjetiva, como, 206
falla de la, 206 E
CTI, 50-52
Cuarta Brigada, 50, 52 Economía antioqueña, 25
Cuerpo Técnico de Investigación v. CTI Eduardo Santos (barrio), 27
Ejército de Liberación Nacional v. ELN
D Ejército Nacional, 51, 52, 55, 57, 63, 83,
88-90, 92, 93, 95, 97-101, 104, 135,
DAS, 50-52 136, 138, 139, 154, 170, 189, 235, 236
Delincuencia, XXVII, 69, 73, 75, 78, 113- El Coco v. Santa Rosa de Lima
115, 118-121, 134, 247, 250, 266 El Corazón, 27, 31, 51, 73, 97, 100, 140,
común, 45, 50, 70, 72, 117 151, 234, 245
Democracia, 54, 162, 165, 167, 169 origen de, 31
búsqueda de la, XXIX El Morro, 97, 151, 182
fortalecimiento de la, 268
El Pesebre, 27
Departamento Administrativo de Seguridad
El Salado, XXII, XXIII, 27, 31, 32, 40, 48,
v. DAS
50, 51, 61, 71, 73, 111, 113, 122, 131,
Derecho Internacional Humanitario, 56
Derechos humanos, 6, 8, 49, 54, 58, 59, 63, 146, 164, 172, 173, 175, 178, 181, 205,
259, 262, 286, 289 237, 249, 253
violaciones a los, 2, 8, 44, 53, 56, 93 desplazamiento masivo en el, 172
Desconfianza, 9, 102, 112, 133, 140, 145, incendio en el, 172
149, 156-161, 169, 175, 193, 263, 288 origen de, XXII, 31
Deslegitimidad, 110 parte alta de, 23, 27, 32, 151, 172, 174,
Desobediencia civil, 127 176, 181
Desorden, 110, 111, 114, 138 poblamiento en la, 173
Desplazamiento, 4, 11, 24, 81, 82, 98, 120, repoblamiento de la, 174
125, 131, 132, 134, 146, 150, 166, 171, El Socorro, 27, 61, 75
172, 174, 176-181, 183, 205, 206, 211, ELN, 44, 47, 48, 51, 52, 62, 81, 85, 87, 90,
212, 262, 263, 270, 286 96, 146, 163, 179
autopercepción como personas en Emplazamiento, 82, 131, 138, 150, 262
situación de, 172 Empresas Públicas de Medellín v. EPM
293
Encierro, 193, 196, 263 Exclusividad negativa, 145, 161
ENDA para América Latina (Environment Existenciales constitutivos del ser humano,
and Development Action), 35, 40 263, 271
EPM, 38, 60, 98, 99 Expresarte, 244
Escobar, Pablo, 72, 75 Expulsión(es), 131, 146, 171, 173, 174,
Espionaje, 156-158, 227 176, 180, 198
Estado, 4, 44, 49, 53, 55, 59, 61 razón de las, 174
ausencia del, 69, 73, 74, 75, 80, 103, selectiva, 174
111-113, 261, 267
F
compromisos del, 47, 58, 59, 139
conflictos sociales, ante los, 27
democrático de derecho, 58 FAC, 51, 52
desamparo del, 75, 113, 125 Fajardo Valderrama, Sergio, XXIX, 25, 38,
deslegitimación del, 112, 218, 261 41, 60, 61, 101
disputa territorial con el, 79 Familia(s), 32, 36, 74, 93, 120, 134, 155,
estrategia(s) del, XXII, 4 160, 161, 171, 176, 188-190, 193-197,
fracaso del, XXV 199, 202-205, 208, 210-212, 215, 218,
fuerza(s) (de) (del), 78, 80, 88, 91, 97, 220, 231, 232, 241
135, 205 centro de intimidad, como, 161
armadas del, 42, 49, 58, 63, 68, 89, conflicto armado, en el, 189
118, 219, 240, 260 desplazadas, XXIII, 102, 204
militares del, 1, 48, 138 fragmentación de la, 180, 263
pública del, 3, 19, 24, 33, 38, 41, 50, 55, Familiar
57, 69, 73-75, 80, 81, 87, 88, 90, 91, autoridad, 190, 191, 220
93, 94, 97, 98, 100, 101, 103, 104, suplantación de la, 189
112, 113, 124, 128, 135-138, 140, encierro y protección, 192
152, 170, 220, 240, 259, 264 norma, 193
seguridad del, 55 pacto, 198
uso de la, por el, 91 vida, 20, 119, 187, 220
indiferencia del, 113 FARC, 44, 47, 48, 51, 52, 62, 68, 81, 87,
legitimación del, 135, 136, 268 96, 146, 157, 161
legitimidad del, 109, 136, 142, 268 EP, 51, 52
negligencia del, 47, 73, 74 Finagro, 59
operaciones militares del v. Operación(es), Fiscalía, 8, 51, 52, 56, 84
militares estatales Fiscalías de Medellín, 51
orden del, 95 Fondo Nacional de Garantías, 59
papel del, XXV, 53, 183 Fondo para el Financiamiento del Sector
presencia del, 49, 87, 88, 93, 100-102, Agropecuario v. Finagro
135, 136, 165, 246 Formas organizativas, 33, 70
responsabilidad del, 53, 73 Fuerza Aérea Colombiana v. FAC
servicios públicos prestados por el, 31 Fuerzas Armadas Revolucionarias de
social de derecho, 53 Colombia
Estigmatización, 40, 44, 45, 64, 111, 146, -Ejército del Pueblo v. FARC, EP
149, 165, 174, 175, 250-252, 262, 264 Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Estratos socio-económicos, 4 Colombia v. FARC
Exclusión, 36, 40, 53, 54, 61, 64, 111, 125, Fundación Social, 32, 40
145, 146, 181, 243, 268
294
G Instituto de Crédito Territorial, 27
Gallego Castrillón, José Leonardo, XXV, Instituto de Fomento Industrial v. IFI
51, 57, 62 Instituto Popular de Capacitación v. IPC
Gobierno, 57, 68, 72, 80, 84, 90, 95, 99, Intervención psico-social, 269, 270
103, 171, 240, 244 Intervenciones militares humanitarias, 53, 54
local, 63, 173 ilegitimidad ética y política de las, 53
motivos encubiertos de las, 55
municipal, 43, 46, 59
Invasión(es) de tierras, XXII, XXVII, 31-
nacional, 4, 46, 58, 59, 68, 92, 137
33, 35, 37, 40, 44, 49, 53, 69, 70-72,
Goce, 124 74, 76, 81, 110, 111-114, 132, 146, 172,
GRAU, 48 173, 176, 192, 205
Grupos de Autodefensa Urbana v. GRAU estrategia de control territorial, como, 81
Grupos insurgentes, 1 v. t. Comuna 13, tipos de asentamiento
Guerra, 169, 187, 226 en la
consecuencias de la, 183 Investigación
dinámica de la, XXII categorías fundamentales de la, 9
fiesta, como, 200, 206 insumo de la, 15
mal necesario, como un, 94 interdisciplinariedad en la, 11
símbolos de la, 287 pregunta de la, 5, 192
sin nombre v. Conflicto político armado propósitos de la, 13
en Colombia IPC, 35, 40
total, 83, 89 J
Guerra Serna, Bernardo, 112
Guerrilla(s), XXV, XXVIII, 2, 4, 26, 46, JAC, 39, 40, 149, 162, 244
48, 49, 56, 57, 62, 78, 88-90, 96, 101, Juan XXIII, 27, 244
128, 134, 146, 149, 152, 165, 166, 173- Justicia, XXVII, XXIX, 116, 120, 124, 126, 214,
175, 196, 202, 238, 251, 259 242
v. t. Milicias administración de, 4, 135, 260
Guerrismo, 112, 113 excesiva, 125
ilegal, 116, 129
H personal, 115-117
Holguín, Arturo, 168 privada, 137, 140
social, 62
I K
IFI, 59
Iglesia(s), 123, 235, 244, 248 Kinésica, 252
católica, 181, 234
Impotencia, 18, 74, 138, 141, 173, 194, L
198, 201, 203, 212, 234, 235, 262
Inder, 245, 246, 249 La Colina, 111
Indiferencia, XXVIII, 206-211, 251 La Colinita, 27
Inequidad, 25, 38, 44, 61, 268 La Gabriela, 27
Informante(s), 49, 52, 102, 139, 157, 159, La Influencia (grupo musical), 253
174, 195, 216 La Loma, 27, 31, 62, 79, 87
Iniciativas juveniles, 251 origen de, 31
Inmigración en Europa, 64 La Pradera, 27, 31
Inseguridad, XXVII, 3, 16, 26, 37, 72, 74, parte baja, 27
75, 77, 84, 91, 96, 107, 110, 111, 113, La Quiebra, 27, 244
115, 123, 134, 137-141, 220, 260, 261 -La Divisa, 27
295
Las Independencias, 23, 27, 31, 32, 40, 47, M
48, 50, 51, 61, 71, 73, 78, 111, 113, 241
origen de, XXII M-19, 46
Legitimación, 110, 124, 134, 135, 140, 188 Madre(s), 198, 216
Legitimidad, XXV, 9, 18, 19, 24, 34, 45, protectora, 199
46, 59, 74, 79, 107, 108, 110, 117, 128, Manual diagnóstico y estadístico de los
134, 141, 142, 162, 260, 265 trastornos mentales, 209
constitución de la, 109 Marginalización, 181
pérdida de, 109, 165, 218, 261 Mariño Flórez, Luis Francisco, 51
Ley 387 de 1997, 172 Medellín
Ley de Justicia y Paz, 2, 56 aspectos socio-históricos de, 24
Libertad(es) conflicto en, 3, 45, 78
individual, 168 crecimiento de la población en, 24
sacrificadas, 167 desarrollo económico de, 24, 25
expresión, 167
división administrativa de, 27
organización, 168
escasa participación electoral en, 25
Liceo La Independencia, 173, 180, 182, 230
Liderazgos guerrilla en v. Guerrilla(s)
comunitarios y barriales, 33, 40 industria en, la, 24
formación de nuevos, 34 crisis de, 24
Líderes, XXVI, 11, 14, 88, 103, 111, 112, inseguridad en, 26
118, 146-148, 162-164, 166, 167, 169- materia social, en, 25
171, 227, 242-246, 249 movimientos sociales urbanos en, 26
amenaza de, 104, 162, 163 paramilitarismo en v. Paramilitares
asesinato de, 43, 162-165, 168 Medios de comunicación, 4, 8, 17, 50, 64,
atentados contra, 68 69, 76, 104, 173, 238, 251, 264, 265,
desplazamiento de los, 162, 166 269, 286
detención de, 165 Metro Juventud, 246
dilema de los, 167, 170 Metropolitano, 27
dispersión de los, 169 Microempresa(s), 58, 59
formación de los, 165 Miedo, XXVIII, 3, 9, 62, 102, 104, 108,
judicialización de, 166 113, 123, 125, 129, 133, 134, 137, 139,
obstáculos de los, 245 141, 153, 154, 156, 158, 164, 165, 167,
pérdida de poder de los, 165 168, 176, 187, 192-194, 198-207, 209,
v. t. Organización(es), comunitaria(s) 216, 219, 220, 230-232, 234, 235, 238,
Lideresas, XXVI, 14, 43, 68, 111, 112, 263, 267, 268, 288
118, 146-148, 162-167, 169, 170, 227, Miliciano, orden, 19, 76, 107, 117-119,
242, 243-246, 249 128-130, 189, 193, 260
v. t. Organización(es), comunitaria(s) Milicias, XXIII-XXV, XXVII, 19, 44-52, 56,
Limpieza social, 9, 77, 123, 134, 214, 266 62, 74, 76-81, 83-90, 95-97, 99, 103, 104,
Los Alcázares, 27 117-119, 122-124, 126, 128-139, 146-149,
Los Magníficos, 73 151, 152, 154, 155, 157, 163, 165, 166,
Los Pepes, 72, 85, 88
170, 172-174, 189-191, 193, 195, 196,
Loteo, 31
205, 214, 219, 230, 237-240, 243, 260
pirata, 31
v. t. Comuna 13, tipos de asentamiento acciones de las, 77
en la defensiva, a la, 87
v. t. Comuna 13, tipos de asentamiento degradación de las, 80
en la estrategias de las, 77, 81, 82, 118-123,
Luis Pérez G., 39, 68 125-127, 146, 240, 260, 262
296
excesos, inseguridad y deslegitimación O
de las, 117, 127, 128
ingreso de las, 117 ONG, xxvi, 6, 11, 12, 35, 40, 43, 50, 59,
justicia de las, XXV, 119-121, 126, 130 61, 104, 181, 183
legitimación de las, 124-126, 136 Operación(es)
legitimidad de las, 124, 125 Antorcha, 51
miedo a las, 127 Contrafuego, 50
normas de las, 120 Mariscal, 4, 49, 50, 55, 56, 63, 69, 89,
presencia y hegemonía de las, 76, 83, 118 91, 236, 240, 261
relaciones y efectos en los pobladores, militares estatales, 17, 50, 61, 261
146, 149 objetivo de las, 99
v. t. Guerrilla(s) Orión, XXII, XXIV-XXVI, 4, 19, 38,
Milicias América Libre, 47 49, 50, 52, 55-57, 60, 63, 69, 73, 89-
Milicias Independientes del Valle de 100, 135, 139, 140, 198, 202, 229,
Aburrá, 46 235, 236, 240, 244, 248, 261, 266-
Milicias Metropolitanas, 46 268
Milicias Populares del Pueblo y para el balances sobre la, 92
Pueblo, 46, 129 Otoño, 50
Mono Jojoy, 68 Potestad, 51
Montoya Uribe, Mario, 51 Órden(es), XXVII, 9, 18, 19, 56, 68, 76, 95,
Mosda, 56 107-111, 114, 117, 118, 120, 124, 126, 127,
Movimiento Social de Desplazados de 132, 135, 138, 141, 142, 170, 188, 260
Antioquia v. Mosda alternos, 107, 262
autoritario, 42, 142, 271
Mujeres de Negro, 241, 266
comunitario, 115
equitativo, 261
N
hegemónico, 260
jurídico, 108
Narcotráfico, 25, 26, 64, 72, 78, 85, 86,
legal, 135, 136
114, 151, 259 punitivo, 261
Narrativa(s), 8, 15, 16 Organización(es)
construcción de, 14 comunitaria(s), 12, 39, 61, 63, 74, 88,
socio-política, 17, 69, 74, 76, 78-80, 82, 140, 142, 146, 148, 162-167, 169, 170,
85, 91, 94, 98, 101, 242, 264 218, 242-244, 246, 255, 263, 268, 287
vivencial, 16, 74, 76, 81, 86, 92, 93, dificultades de funcionamiento de
100, 264 las, 163
Niños y la guerra, 218 historia de las, 39
Norma(s), 80, 159, 167, 183, 190, 191, 233 implicaciones del conflicto armado
comportamiento, de, 5 en las, 162
convivencia, de, 80, 183 obstáculos de las, 245
desacatamiento de las, 190 primeras formas de, 40
establecimiento de, 119 proceso de reestructuración y
falta de, XXVII fortalecimiento de las, 170
ilegales, 175, 194, 195 suspensión de actividades de las,
imposición de, 71 168, 169
sobrevivencia, de, 233 no gubernamental(es) v. ONG
Nuevos Conquistadores, XXII, 23, 27, 31- sociales, 58, 165, 227, 242, 246, 250,
33, 40, 48, 50, 71, 73, 77, 111 266, 286
origen de, XXII v. t. Líderes; Lideresas
parte alta, 27, 48 Otro, 192
297
P sujetos activos de propuestas de, 241
total, 226, 242, 254, 255
Padre victoria militar, como, 240
autoridad del, 190 Pena de muerte, 75, 115, 125, 140
desplazamiento de la figura del, 190 Peñitas, 27
Pánico, 9, 153, 187, 204, 205 Percepciones, 6, 8
Panóptico, 158, 227 concepto de, 5
Paramilitares, XXIII-XXIX, 1, 2, 4, 19, construcción de las, 5
24, 41, 43, 45, 48, 55, 56, 67, 68, 72, Pérez Gutiérrez, Luis, 39, 59, 60, 68, 97, 98
81, 83-91, 94, 96, 97, 99-103, 120, 128, Perseguidos por Pablo Escobar v. Los
131-135, 137-139, 146, 147, 149, 151, Pepes
152, 159, 163, 165, 170, 172, 174, 177, Personería, 52
189, 195, 196, 204, 219, 238, 260-262, Pesadilla, 201-204
264 Piedras Blancas, 79
desmovilización de, 49, 137, 139 Plan de convivencia ciudadana, 47
estrategias de los, 48, 55, 130-133, 135, Plan de Desarrollo para la Comuna 13, 245
165, 172, 262 Plan de Ordenamiento Territorial, 244
incursión de los, 83 Poblamiento, 23, 81, 82, 131, 146, 173, 262
justicia de los, 133
Poder, 42, 54, 76, 79, 90, 109, 117, 126,
legitimación de los, 134
141, 150, 156, 173, 174, 192, 205, 218,
miedo a los, 133
236, 240, 247, 261, 265
reinserción de, 41
absoluto, 118
relaciones y efectos en los pobladores, 149
abuso del, XXIV, 107, 135
v. t. Autodefensas
Paramilitarismo, 43, 48, 49, 85, 124 caprichos del, 129
Participación ciudadana, 35, 165, 269 consenso, como, 265
Pastrana, Andrés, 67, 68 disputa del, 162, 166
Paz, 233 establecido, 241
acciones (de), XXVI, 236, 249 excesivo, 113
colectivas de, 5, 9, 16, 18, 20, 63, hegemónico, 127
225, 233, 234, 241, 243, 246, insignias de, 112
247, 249, 251, 259, 268 pérdida del, 260
construcción de la, XXII, XXVI, 5, 12, poblacional, 45
250, 251, 271 político, 109
imperfecta, 254 constitución del, 110
iniciativas de, 6, 11, 16, 18, 20, 162, político-militar, 17
225, 227, 233, 247, 255, 259 relaciones de, 10, 67, 78
integral, 226, 242, 243, 245, 254, 266 símbolo de, 147
interior, 225, 233, 234 territorial v. Territorial, poder
laboratorio de, 97, 240 Policía, XXV, 44, 51, 52, 63, 74, 75, 83,
marchas por la, 241 87-90, 94, 100, 101, 104, 128, 135, 245
negativa, 226, 237 Metropolitana del Valle de Aburrá,
positiva, 226, 242, 254 XXV, 51, 52, 56, 62
proceso(s) de, XXVII, 46, 247, 249, Militar, 50
255 Nacional, 41
proyectos sociales y, 243 Política, espacio de la, XXIV
relativa, 240 Políticos, XXIV, 26, 33
símbolos de, las sábanas blancas como, Post-Orión, XXV, 19, 63, 98, 137, 244,
XXVI, 238, 239, 266 251
298
Primed, 34, 35, 40, 50 Segregación, 3, 111, 140, 161, 181, 188,
Principio de utilidad directa o inmediata, 266 255, 267
Procuraduría, XXV, 8, 51, 52 Seguridad, XXIV-XXVI, XXIX, 3, 4, 9,
General de la Nación, 52 14, 16, 18, 19, 23, 27, 31, 41, 42, 44, 47,
Regional, 56 49, 54, 58, 60, 61, 75, 76, 96, 98, 100, 102-
Programa de Restaurantes Comunitarios, 39 104, 107-110, 112, 114-118, 123, 124, 126,
Programa integral de mejoramiento de 127, 130, 133, 135-141, 146, 155, 170, 176,
barrios subnormales v. Primed 179, 226, 233, 237, 254, 260-262, 268
Proyecto Urbano Integral v. PUI búsqueda de, XXIV, 74, 113, 260
PUI, 60, 61, 101 control de la, 4
Pulsión, 116 democrática, 57, 165, 166
Q doble componente de la, 108
Estado, del, XXVI, XXIX
Quintas de San Javier, 27, 38 garantía dictatorial de la, 117
idea pragmática de la, 136
R milicias, de las, 117
-obediencia, 123
Ramírez, Haider, 63, 102, 163, 164 pedido de, 18
Realizadores de sueños, 41, 169 privatizada, XXVI, 27, 47
Recelo, 149, 156, 158-160 restablecimiento de la, XXV
Recuperación de la memoria, 271 satisfacción de la, 108
Red de Jóvenes por la Paz, 248, 252, 253 solicitud de, 108
Red de Realizaciones Juveniles, 249, 250 visión restrictiva de la, 58
Red de Solidaridad Social v. Acción Social SENA, 59, 60
Redesplazamiento, 171 Sentido, 7
Reelección presidencial, 95 Separación libidinal, 213
Reinserción, política(s) de, 137 Servicio Nacional de Aprendizaje v.
Relaciones vecinales, 156
SENA
Relato, concepto de, 15
Significante, concepto de, 7
Religiosidad, 233
Repoblamiento, 81, 82, 131, 134, 146, 173, Signos desde La Trece, 252
176, 177, 262 Simbólico, lo, 3
Riesgo(s), XXVIII, 14, 63, 91, 108, 116, 133, SIMPAD, 182
141, 149, 154, 159, 169, 177, 192, 194, Sisbén, 25, 38, 39, 102
198, 200, 206, 208-211, 221, 227, 228, Sistema de Identificación de Potenciales
260 Beneficiarios de Programas Sociales v.
prevención del, 227 Sisbén
Ruta Pacífica de las Mujeres, 241 Sistema Nacional para la Prevención y la
Atención de Desastres v. SIMPAD
S Soberanías
disputa de, 260
San Cristóbal, 79 vilo, en, 107
San Javier Sobrevivencia
N.º 1, 27 estrategia(s) de, 226
N.º 2, 27 manual de, 227
urbanización de, 31 Socialización, 189
San Michel, 38, 178 Sociedad
Santa Rosa de Lima, 27, 31 civil, concepto de, 14
orígenes de, 31 constitución de la, 7
299
Solidaridad(es), XXVI, 40, 111, 112, 128, V
160, 170, 181-183, 242, 268
coyunturales, 33, 149, 173 Vacunas, 27, 43, 86, 122, 127-129, 138
entidades, de, 40 20 de Julio, 27, 31, 47, 50, 51, 62, 72, 96,
Suárez Briceño, Jorge v. Mono Jojoy 151, 152, 154, 183
Subjetividad(es), XXVII, XXVIII, 3, 5, Venganza(s), XXVIII, 15, 117, 126, 139,
13, 20, 107, 114, 115, 139, 158, 187, 140, 154, 217, 218, 262
200, 201, 220, 269, 270, 271 Verdad, 8
concepto de, 3 objetiva, 8, 15
Sujeto ético, 116 Víctima(s), XXVI, 2, 15, 37, 53, 63, 64,
Suspensión de los sentidos, 160, 230, 231 73, 77, 115, 124, 200, 207, 215, 218,
238, 250, 262, 264, 270
T civiles, 240
escucha a las, 8
Temor, XXVIII preocupación por las, 2
Teoría fundada, 10 reparación a las, 271
Terminal de transporte, 88, 130, 153, 228 transformación de la posición de, 270
Territorial Vida cotidiana, XXVIII, 16, 63, 150, 212
control, 3, 17-19, 45, 48, 62, 79, 81-83, alteración de la, 180, 183, 260
103, 117, 118, 130, 131, 135, 141, 157, paranoización de la, 160
165, 173, 177, 189, 243, 262, 287 Vigilancia, 5, 57, 75, 104, 115, 127, 157, 195
dominio, 86, 91, 175 privada, 47
lucha, 78, 150, 153, 157, 174, 260 Vigilantismo, XXVII
poder, 45 Villa Laura, 27, 48, 73, 171, 229
Territorialidad, 150 Vínculos, 116
Territorio, 150 afectivos, 173, 176, 263
nuevos usos del, y contracción de comunicación, de, 288
límites, 150 humanos, 3
Terror, xxviii, 2, 3, 5, 9, 49, 84, 91, 94, 102, regulación de los, 133
129, 138, 139, 141, 163, 187, 201, 204, 205 simbólicos, 141
Testimonio, concepto de, 15 sociales, 3, 14, 125, 156, 180, 183, 263
Trabajo comunitario v. Organización(es), control de los, 230
comunitaria(s) ruptura de los, 158
Trabajo educativo-preventivo, 246 suspensión de los, 168
Trauma, 141, 194, 201, 218 vecinales, 71, 173
Tregua, búsqueda de, 235-237 Violencia, 9
estructural, 53
U Vivienda(s), XXIII, 23, 31, 32, 34, 36-38,
59, 76, 84, 110, 155, 156, 173, 175, 177,
Unesco, 253 179, 234, 235, 248
Unidad de Derechos Humanos de la asalto a las, 74, 75, 176
Personería de Medellín, 42 autoconstrucción de las, 31
Uribe Vélez, Álvaro, k, 48, 52, 57, 58, 92, barrios populares, en los, 155
95-97, 165 clase media, de la, 155
300
deshabitadas, 37 subsidios de, 61
desocupadas, 51, 177 venta de, 178
encierro en las, 82, 193, 196 vulnerabilidad de las, 155
expulsión de las, 156
mejoramiento de, 34 Y
necesidad de, 71, 102 Yarborough, William Pelhalm, 1
ocupación de las, 98, 99, 135
oferta de, 81 Z
pérdida de la, 177, 189, 211
precariedad de la, 37 Zona 4, 251
problema de la, 37 Zona de despeje, 68
quema de las, 82, 131 Zona(s) de alto riesgo, 4, 37
regreso a las, 100 Zozobra, xxiv, 73, 74, 84, 91, 94, 107, 108,
significados de las, 155, 178 111, 127, 129, 138, 141, 158, 163, 168, 197,
sitio estratégico, como, 156 200, 202, 204, 225, 231, 234, 264, 267
301
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