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ACERVO 3.

“LENGUAJE”

Kandel, E., Jessell, T. y Schwartz, J.H. (1997).


Neurociencia y conducta. Madrid: Prentice Hall pp.
675-692.

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Lenguaje

Al leer estas palabras, está participando en una de las maravillas naturales del mundo.
Porque usted y yo pertenecemos a una especie con una extraordinaria capacidad: podemos
suscitar acontecimientos en los cerebros de los demás con una precisión exquisita.,. Esta
capacidad es la del lenguaje. Simplemente haciendo ruidos con la boca, podemos, con seguridad,
hacer que surjan nuevas y precisas combinaciones de ideas en la mente de los demás. La
capacidad se da de un modo tan natural que tendemos a olvidar lo milagrosa que es.

Steven Pinker
El Instinto del Lenguaje

El lenguaje es una forma humana distinta de comunicación, un medio de transmitir


información compleja de una persona a otra. Los principios subyacentes al lenguaje rigen un
amplio, variado e impresionante tipo de conductas humanas. Estos principios son por tanto
fascinantes desde punto de vista puramente comportamental.
En una sencilla conversación decimos un promedio de 180 palabras por minuto. Este flujo
continuo del lenguaje no sólo se consigue sin esfuerzo, sino que también es casi perfecto. Las
palabras se seleccionan de un diccionario (o léxico) mental, que contiene entre 60.000 y 120.000
palabras. Aún así, sólo rara vez pronunciamos o empleamos mal una palabra; tal vez una palabra
de un millón se expresa incorrectamente. Este impecable rendimiento al generar el lenguaje se
acompaña de una notable eficiencia para comprender el lenguaje. Aunque en gran parte no somos
conscientes de ello, este uso del lenguaje requiere un amplio conocimiento de la estructura
lingüística, incluyendo la gramática, el significado y las formas de los sonidos. El uso adecuado del
lenguaje también requiere los conocimientos prácticos para integrar estas capacidades verbales y
semánticas con la entonación y la expresividad adecuadas.
Además de su interés comportamental, los principios del lenguaje también son
interesantes desde un punto de vista neurobiológico, ya que el procesamiento del lenguaje en el
encéfalo tiene lugar en estructuras específicas y localizadas. Numerosos datos sobre el
procesamiento del lenguaje, tanto experimentales como clínicos, nos han proporcionado el más
sutil conocimiento de la arquitectura funcional del hemisferio dominante del encéfalo. El estudio
del lenguaje también representa un sorprendente ejemplo de cómo la neurobiología, junto con
otras disciplinas que abarcan desde la antropología hasta la neurobiología del desarrollo y la
clínica, podrían ayudarnos a entender incluso las más complejas de las conductas humanas.

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EL LENGUAJE SE DIFERENCIA DE TODAS LAS OTRAS FORMAS DE COMUNICACIÓN

El lenguaje se puede distinguir de otros tipos de comunicación por cuatro características:


creatividad, forma, contenido y uso.

Creatividad. Como vimos en capítulos anteriores, la percepción sensorial no resulta sólo de


integrar sensaciones sino de un procesamiento cerebral que transforma la información de los
estímulos. El lenguaje, asimismo, es un proceso de transformación. Cuando estamos" aprendiendo
a hablar, no aprendemos el lenguaje memorizando frases hechas, sino comprendiendo las reglas
para crear expresiones con significado. Cada vez que hablamos, creamos literalmente un
significado utilizando reglas gramaticales; lo cual es una característica del lenguaje llamada
capacidad generativa. La escucha es también un proceso creativo. Entendemos sin dificultad las
frases dichas por otros. La cantidad de oraciones que podemos formar, o la cantidad de ellas que
podemos comprender, parece no tener límites.

Forma. El lenguaje hace un uso ilimitado de una cantidad limitada de significados. Está formado
por un pequeño conjunto de sonidos que señalan el contenido cuando suenan en secuencias
previsibles. Cada uno de los lenguajes del universo se basa en una cierta cantidad de sonidos que
los humanos pueden producir; no todos los lenguajes utilizan el mismo conjunto de sonidos. Los
sonidos que componen palabras se llaman fonemas. Estos son las unidades más pequeñas de
sonido que pueden dar lugar a un cambio de significado, como sucede en la diferencia entre los
sonidos /k/ y /l/ en,las palabras inglesas 'cog' y 'log1'. (No deben confundirse los fonemas con las
letras, las cuales simplemente representan los sonidos.) Una letra puede representar varios
sonidos, como ocurre con la letra c. Dos letras juntas, tales como ch o ll, pueden representar un
"solo fonema. El idioma inglés utiliza menos de 50 fonemas 2.

La estructura, o gramática, de una lengua natural consiste en dos tipos de reglas: (1) reglas para
combinar los fonemas y formar palabras (morfología) y (2) reglas para combinar las palabras y
formar frases y oraciones gramaticales (sintaxis). Aprender una lengua es aprender esta
estructura.
Las estructuras más pequeñas con significado en una lengua se denominan morfemas,
habitualmente cortas secuencias de fonemas. A su vez los morfemas se combinan en palabras, las
cuales son los elementos que se corresponden más claramente con las personas, los objetos, las

1 'Cog1: rueda dentada, 'log': tronco. Sería equivalente a lo que sucede en el caso de los sonidos fkJ y Igl en las palabras
españolas callo y gallo.
2 En español hay más de 20 fonemas.

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ideas y las acciones. La cantidad de palabras en la lengua inglesa (varios millones) es enorme. El
individuo medio, sin embargo, sólo usa una parte, un pequeño porcentaje del total. Por último las
oraciones se producen combinando palabras. Las oraciones corresponden a proposiciones, juicios
sobre el mundo. Al combinar de diferentes modos un pequeño número de unidades elementales
en cada uno de los niveles de una jerarquía (los fonemas dentro de las palabras y las palabras
dentro de las oraciones), el lenguaje humano alcanza posibilidades de expresión casi ilimitadas.
Las reglas de la gramática pueden codificarse en un libro de gramática, pero todas las
gramáticas escritas derivan de analizar cómo habla la gente de modo natural. Los parlantes nativos
de una lengua pueden usar las reglas de la gramática (a menudo tan pronto como a los 3 años) sin
recurrir a un libro, y en realidad sin ser siquiera conscientes de que están utilizando reglas gra-
maticales. Las reglas del lenguaje son, por tanto, un significativo ejemplo de un principio general,
que examinaremos en el Capítulo 35 y cuando estudiemos la memoria. Gran parte de lo que
aprendemos y recordamos es conocimiento implícito, el cual no accede a nuestro conocimiento
consciente.

Contenido. Al contrario que los sistemas de signos simples (gestos), en los que el significado se
vincula a situaciones sumamente específicas y por lo general establecidas, el lenguaje puede
conformar y comunicar abstracciones, significados que son independientes de la situación inme-
diata. El lenguaje tiene también una dimensión emocional, que se expresa por medios tales como
los gestos, el tono de voz (apocado, quejumbroso, excitado, afirmativo), la expresión facial y la
postura.

Uso. El lenguaje es fundamentalmente un medio de comunicación social (siempre que hablamos o


escribimos tenemos una intención social). Sin embargo, el lenguaje no es meramente un medio
neutro de intercambio de hechos y observaciones del mundo. El lenguaje organiza nuestra
experiencia sensorial y expresa nuestra conciencia de identidad (nuestros pensamientos,
sentimientos y expectativas).
Cada una de estas características del lenguaje puede ser alterada por una patología. La
forma, puede afectarse por patología del cerebelo, provocando una disartria (incapacidad de
hablar con claridad), o por lesiones del córtex cerebral, provocando una afasia de Broca. El
contenido está, alterado en la afasia de Wernicke, la afasia de conducción y la esquizofrenia. El uso
del lenguaje está afectado en algunos trastornos psiquiátricos, tales como el trastorno maníaco-
depresivo.
En este capítulo estudiamos las características distintivas del lenguaje y examinamos
porqué la investigación animal ha aumentado sólo modestamente nuestro conocimiento del
lenguaje humano. Por contraposición, se ha aprendido mucho sobre el lenguaje a partir del
estudio de la adquisición del lenguaje en niños y de los trastornos neurológicos del lenguaje.
Revisaremos, por tanto, los principales hallazgos respecto al desarrollo del lenguaje, y después

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examinaremos los trastornos clínicos del habla, la lectura, la escritura y los gestos. Esta familia de
trastornos puede ahora entenderse gracias a una versión moderna del modelo del lenguaje,
desarrollado por Carl Wernicke en el siglo XIX.
En 1984 Norman Geschwrnd y Antonio Damasio resumieron así los progresos en nuestro
conocimiento de las bases biológicas del lenguaje,

todavía a mediados de los años sesenta7, la opinión generalizada respecto a la


dominancia cerebral para el lenguaje afirmaba que [...]3 no tenía correlatos
anatómicos, que éste no existía en otras especies, y que su evolución en humanos
no podía estudiarse... Pero los descubrimientos de los últimos 15 años han probado
que cada una de estas ideas generalizadas era falsa, y han abierto del todo nuevas
vías de estudio.

Seguiremos aquí estas vías.

LOS MODELOS ANIMALES DEL LENGUAJE HUMANO HAN RESULTADO EN GRAN PARTE
INADECUADOS

El análisis neural de las funciones cognitivas y otras conductas humanas ha dependido


frecuentemente de los estudios con animales. Por tanto, se ha dedicado un esfuerzo considerable
a desarrollar modelos animales del lenguaje. Animales con un sistema nervioso tan simple como
los grillos y las abejas manifiestan formas elementales de comunicación. Los cantos de las aves son
incluso más elaborados. Los patrones de comunicación entre los animales inferiores a menudo son
calificados de lenguajes. Sin embargo, los tipos de comunicación que se observan en los animales
inferiores no pueden considerarse interpersonales, y su forma, contenido y uso son sumamente
estereotipados.
¿Qué sucede con nuestros parientes más cercanos, los primates no-humanos?, ¿tiene el
lenguaje de los monos alguna de las características del lenguaje humano?, ¿puede esclarecer la
conducta de los primates no-humanos el lenguaje humano? La comunicación humana implica
tanto el significado de las palabras (semántica) como las reglas según las que se usan (sintaxis).
¿Existen ambos elementos en la comunicación de los primates no-humanos?.
En las últimas décadas la opinión sobre este tema ha cambiado varias veces. En torno a
1930 la creencia general era que los chimpancés podían aprender a hablar si eran criados como los
niños. Con esta idea en mente, William y Lorna Kellogg criaron a un chimpancé, Gua, junto a su
propio hijo. El chimpancé adoptó muchas conductas humanas, comprendió unas cuantas órdenes
verbales y sé adiestro en unos cuantos gestos de manos de los humanos; pero nunca aprendió a

3 [el lenguaje] en el original. (N. del T.)

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hablar. Al principio de los años sesenta se pensaba, que los chimpancés carecían de capacidad
intelectual para el lenguaje. En 1968 Noam Chomsky escribió: "Cualquiera interesado en el estudio
de la naturaleza humana y dé la capacidad humana, de algún modo tiene que enfrentarse al hecho
de que todos los humanos normales adquieren un lenguaje hablado, mientras que la adquisición
de incluso los rudimentos más elementales de éste, está bastante lejos de la capacidad de un, por
lo demás, inteligente mono".
Poco después se descubrió que el tracto vocal de los chimpancés no puede producir la
compleja escala de sonidos humanos. Quedaba aún la posibilidad, sin embargo, de que los
chimpancés manifestaran cierta capacidad de lenguaje, aún cuando no tuvieran la de producir los
sonidos del lenguaje. Allen y Beatrice Gardner eludieron la necesidad de producción de sonido
enseñando a un chimpancé hembra, llamada Washoe a usar signos tomados del Lenguaje de
Signos Americano, el lenguaje utilizado por los sordos en América. En cuatro años Washoe alcanzó
un vocabulario de 160 palabras, incluyendo signos para sujetos de la acción (pájaro, mano),
atributos (azul, verde, diferente), y modificadores (más, menos). Aunque estos resultados
demuestran que un chimpancé puede aprender palabras y usar símbolos, el vocabulario de 160
palabras de Washoe era mucho más reducido que el de un niño de 4 años, cuyo vocabulario es de
más de 3.000 palabras,
Para indagar si los chimpancés comprenden las relaciones sintácticas David Premack
enseñó a una chimpancé, Sarah a comunicarse mediante fichas plásticas en las que había grabados
diferentes signos. En su entrenamiento, Premack intentó respetar muchas de las características
que son universales en las lenguas naturales. Enseñó a Sarah a interpretar las órdenes trans-
mitidas por una secuencia de fichas y a construir sus propias frases, colocando las fichas en
secuencias con significado, Sarah aprendió con el tiempo los conceptos de negación, semejanza y
diferencia, la expresión "es el nombre de", oraciones compuestas, juicios "si... entonces", y cómo
plantear preguntas. Los más interesantes fueron los experimentos en los que Premack mostró a
Sarah pares de objetos en los que el segundo era una versión transformada del primero (una
manzana y una manzana cortada en cuatro trozos, una toalla seca y una toalla mojada). Después le
pidió a Sarah que escogiera uno de entre diversos objetos que podrían explicar la correlación (por
ejemplo, un cuchillo o cuenco de agua) y lo metiera entre estos pares. Ella escogió adecuadamente
un 80 por ciento de las veces. Parecía que Sarah era capaz de expresar con símbolos su
comprensión de la relación causal entre los acontecimientos físicos.
Así pues, los chimpancés (y probablemente también los gorilas) pueden comunicarse de
un modo rudimentario, utilizando símbolos. Sin embargo, hasta hace poco no estaba claro si
pueden llegar más lejos. Por ejemplo, no hay pruebas de que los chimpancés puedan manejar
activamente las reglas que organizan las palabras en oraciones, de modo que puedan recombinar
las mismas palabras para expresar diferentes ideas. Así, Washoe podía usar las palabras Washoe,
me, y plátano; pero la mayoría de los especialistas del lenguaje piensan que no podía distinguir
"Washoe me da el plátano" de "Washoe, dame el plátano". En efecto, hasta hace poco, la mayor

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parte de los lingüistas estaban convencidos de que el lenguaje artificial adquirido por chimpancés
entrenados es agramatical, imitativo y mecánico (en una palabra, no creativo).
Susan Savaqe Rumbauqh ha vuelto a examinar, recientemente, las capacidades
gramaticales de los chimpancés de un modo nuevo, muy interesante. En vez de estudiar la
producción del lenguaje, como hicieron los Gardner con Washoe, investigó la comprensión.
Además, utilizó el 'bonobo', o chimpancé pigmeo, una especie que parece tener un talento
especial para la adquisición del lenguaje. Comparó la capacidad de comprensión del inglés hablado
de una cría de bonobo llámada Kanzi, con la de un niño y encontró que los dos tenían una
capacidad semejante tanto de léxico como de comprensión gramatical hasta la edad de 2,5 años.
Sin embargo, a partir de ese momento las capacidades lingüísticas del niño siguieron aumentando
espectacularmente mientras que Kanzi, que había logrado un total de 400 a 500 palabras, dejó de
aprender nuevas palabras y de hacer progresos en la comprensión gramatical.
Por tanto, la capacidad más temprana de compresión del lenguaje del chimpancé es
comparable a la de un niño, pero el desarrollo del lenguaje en el chimpancé llega sólo hasta cierto
punto y luego se detiene. El limitado desarrollo de la gramática se corresponde con una falta de
aumento de vocabulario; un fracaso combinado que puede ser el resultado de una incapacidad
para generar las últimas manifestaciones de adquisición del lenguaje, características de los niños.
Así, pese al hecho de que Kanzi está algo más avanzada que Washoe, su capacidad global
de lenguaje es todavía muy escasa, comparada con el uso fluido y creativo que los humanos hacen
del mismo. Esto, por supuesto, da lugar a preguntarse: ¿Por qué aventaja el niño tan
marcadamente a todos los demás primates en el aprendizaje y la resolución de problemas en un
nivel muy superior?, ¿refleja esta capacidad exclusiva del lenguaje humano el reajuste de un plan
cerebral básico de los primates para el fin específico del lenguaje?, ¿o la capacidad de lenguaje de
los humanos se debe al desarrollo de una arquitectura neural para el lenguaje completamente
nueva.
Independientemente de la respuesta a estas cuestiones, los estudios con chimpancés ya
han demostrado que los modelos animales son interesantes, pero su utilidad en el estudio del
lenguaje humano es limitada. Como resultado, los especialistas del lenguaje se basan ahora
fundamentalmente en estudios antropológicos, evolutivos y clínicos del lenguaje humano.

¿Cuál es el origen del lenguaje humano?

Es difícil precisar cuándo o cómo evolucionó el lenguaje. Sin embargo, está claro que
ciertas estructuras cerebrales, que son un requisito previo para el lenguaje, parecen haber surgido
pronto en la evolución humana. Esta conclusión se deduce del examen de las bóvedas craneales
de fósiles humanos. En la mayoría de los individuos, el hemisferio izquierdo es el dominante para
el lenguaje; el área cortical del lóbulo temporal, el “planum temporale", relacionada con el habla
es más amplia en el hemisferio izquierdo que en el derecho. Ya que las circunvoluciones y surcos

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principales a menudo dejan una huella en el cráneo, se buscaron en los restos fósiles asimetrías
morfológicas asociadas con el habla en los humanos de la era moderna. Estas asimetrías se
encontraron en el hombre de Neanderthal (que data de hace 30.000 a 50.000 años) y en el "Homo
erectus" (que data de unos 300.000 a 500.000 años), el predecesor de nuestra propia especie.
Estos datos han alentado la búsqueda de un plan básico en los primates para el lenguaje.
La búsqueda ha llevado al hallazgo de que el hemisferio izquierdo en los monos macacos
japoneses es dominante para el reconocimiento de los gritos específicos de la especie. Además,
existen asimetrías similares a las de los humanos en los encéfalos de los grandes monos de la era
moderna, tales como el chimpancé. No se sabe si estas asimetrías en realidad evolucionaron para
el lenguaje, para otras formas de comunicación, o para una función totalmente diferente.
Aunque las estructuras anatómicas que son un requisito necesario para el lenguaje pueden
haber aparecido pronto (quizá hace tanto como 500.000 años), muchos lingüistas creen que el
lenguaje en sí mismo surgió tarde, en el periodo prehistórico de Ia existencia humana
(aproximadamente hace 100.000 años), y que éste probablemente surgió sólo una vez. Conforme
a esta opinión, se piensa que todos los lenguajes humanos han evolucionado a partir de un solo
lenguaje ancestral hablado por primera vez en África, El hecho de que todos los lenguajes
humanos tengan tantas características en común es congruente con esta opinión.
Pero ¿ha evolucionado el lenguaje humano a partir de una comunicación similar a la de los
monos, como parecen sugerir los recientes datos comportamentales y anatómicos? Puesto que la
evolución humana en sí misma aún no se ha determinado, y puesto que los monos, como hemos
visto, tienen sólo una capacidad rudimentaria para aprender el lenguaje humano, las respuestas a
esta pregunta son meramente especulativas. Se han avanzado dos hipótesis acerca del origen del
lenguaje: la gesticular y la vocal.
Las teorías gesticulares proponen que el lenguaje evolucionó a partir de un sistema de
gestos, que se hizo posible cuando ciertos monos adquirieron una postura erecta, liberando las
manos para la comunicación social. Más tarde, la comunicación vocal puede haber surgido para
liberar las manos con otros fines aparte del de la comunicación. Las teorías vocales sostienen que
el lenguaje evoluciono a partir de un amplio grupo de llamadas instintivas, que expresaban
estados emocionales, tales como angustia, júbilo y excitación sexual. Hace aproximadamente
500.000 años, cambios en la estructura de la boca, mandíbula y tracto vocal hicieron posible
controlar, de modo deliberado y con seguridad, la producción de diferentes sonidos. Como
resultado, los sonidos se pudieron usar, al menos en principio, creativamente, en diferentes
combinaciones. Cuando estos ancestros del humano de la era moderna se dispersaron en colonias
separadas, se desarrollaron diferentes sistemas de sonidos debido al aislamiento geográfico.
Otra alternativa es que el lenguaje haya surgido de la evolución conjunta de los gestos y la
vocalización. Esta posibilidad podría justificar la todavía inexplicable correlación entre la
dominancia manual y el lenguaje verbal y el de signos, ambos localizados en el hemisferio
izquierdo.

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¿La capacidad de lenguaje es innata o aprendida?

Aunque la adquisición del lenguaje implica claramente aprendizaje por imitación, los
estudios de la localización anatómica del lenguaje y del desarrollo del lenguaje en niños indican
que gran parte del proceso es innato. Primero, las funciones tanto del lenguaje natural como del
de signos se representan, predominantemente, en el hemisferio cerebral izquierdo.
Segundo, la localización del lenguaje en el hemisferio izquierdo parece relacionarse con
diferencias anatómicas entre los dos hemisferios. Por ejemplo, el plano temporal del hemisferio
izquierdo es más amplio en la mayoría (67 por ciento) de las personas diestras. Tercero, esta
asimetría anatómica en el plano temporal aparece pronto en el desarrollo (a las 31 semanas de
gestación), lo cual sugiere que dicha asimetría no se desarrolla como respuesta a la experiencia
sino que es innata.
Cuarto, en el momento del nacimiento los niños tienen sensibilidad para distinguir una
amplia gama de sonidos; capacidad que es crucial para la comprensión de cualquier lenguaje
humano. En realidad, parte de esta sensibilidad se pierde más tarde, cuando se adquiere un
lenguaje específico. Por ejemplo, la mayoría de los japoneses adultos no perciben la diferencia
entre los sonidos /r/ y /l/. Los niños japoneses, sin embargo, sí pueden distinguir estos sonidos,
aunque pierden dicha capacidad cuando crecen. Asimismo, la mayoría de los nativos de habla
inglesa no perciben diferencia alguna entre las denominadas /l/ sorda y /l/ sonora en ruso. Se
desconoce la base neural de este menoscabo en la discriminación de contrastes en lenguas no
natales. Algunos autores han sugerido que puede ser similar a las reducciones sinápticas
subyacentes a la pérdida de agudeza visual en gatitos criados en un ambiente visual restringido
(véase el Capítulo 25).
Por último, existen reglas universales en la adquisición del lenguaje. Los niños avanzan
desde el balbuceo hasta el habla de una sola palabra, de dos palabras con sintaxis y habla
compleja (véase el Cuadro 34-1).
Algunos niños pasan por estas fases más deprisa que otros, pero la edad media para cada
fase es la misma en todas las culturas. Por otra parte, hay un periodo crítico para el desarrollo del
lenguaje, ya sea éste verbal o de signos, como lo hay para la percepción. Este periodo dura desde
los 2 años hasta la pubertad. Después de la pubertad, la capacidad del lenguaje (evaluada por la
capacidad de aprender una nueva lengua) se reduce llamativamente. Los niños 'salvajes' que han
crecido sin contacto humano, no pueden aprender a hablar después de la pubertad, e incluso
antes de la pubertad suelen hacerlo pobremente cuando aprenden una lengua. En los niños chinos
y coreanos que han inmigrado a los Estados Unidos se da una relación lineal entre la edad de
llegada al país y el dominio de la lengua inglesa. Después de la pubertad, el dominio del inglés no
depende de la edad. El rendimiento es el mismo a los 30 años que al final de la veintena. Aunque,

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evidentemente, después de la pubertad se puede aprender una segunda lengua, no sólo es más
difícil sino que es casi imposible lograr un acento correcto.

Se supone que este periodo crítico de desarrollo corresponde a la maduración del encéfalo
humano, aunque no se ha intentado correlacionar la adquisición del lenguaje con la maduración
de las áreas específicas relacionadas con el lenguaje. Durante este periodo los niños aprenden las
reglas de su lengua natal escuchando a la gente que les rodea. No obstante, la mayoría de estas
reglas, la gramática del lenguaje, se aprenden en la época en la que el niño empieza a construir
oraciones.
Está claro que el lenguaje tiene que aprenderse. Pero también hemos visto que el lenguaje
no se enseña, en el sentido habitual de enseñar. Noam Chomsky (véase la Figura 34-1) argumenta
que los humanos tienen cierto ingenio innato para la adquisición del lenguaje, un programa neural
que les prepara para aprenderlo. Según Chomsky, un niño aprende un lenguaje confrontando lo
que él o ella escuchan cada día, con un sistema de reglas, determinado genéticamente, o
gramática universal. Esto es, los niños tienen una capacidad innata para reconocer el lenguaje en
su entorno y, cuando están en contacto con el lenguaje, lo aprenden ávidamente. Puesto que la

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gramática universal limita las características posibles de una lengua natural, los patrones de soni-
dos que no son consistentes con la gramática universal no se reconocen y no se aprenden
instintivamente.

Figura 34-1 Noam Chomsky.


En 1957, a la edad de 27 años, Noam Chomsky publicó
Estructuras Sintácticas, un libro que revolucionó la lingüística.
Chomsky se doctoró en la Universidad de Pensilvania, fue
colaborador en Harvard y luego se trasladó al Instituto
Tecnológico de Massachussets, donde es Profesor de
Universidad. Antes de Chomsky, la lingüística consistía
básicamente en el estudio antropológico de diversos lenguajes
y textos. Chomsky hizo de la gramática el centro de su teoría,
formulando reglas explícitas para construir oraciones con
significado. Puesto que el modo en que las personas aprenden y
usan el lenguaje es central en la teoría de Chomsky, los
psicólogos cognitivos se han interesado mucho por la lingüística
chomskiana. Chomsky señaló que el lenguaje y otras funciones
cognitivas no pueden explicarse según las leyes de estímulo-
respuesta defendidas por B. F. Skinner y otros conductistas.
Antes bien, el lenguaje es un proceso creativo: cada vez que
hablamos organizamos activamente los pensamientos en
palabras, más que repetir frases hechas. Chomsky postuló que
el encéfalo ha de tener un órgano del lenguaje, exclusivo de los
humanos, que pueda combinar una serie limitada de palabras
en un número ilimitado de oraciones. Esta capacidad,
argumenta, ha de ser innata y no aprendida, puesto que los
niños dicen y comprenden nuevas combinaciones de palabras
que no han escuchado previamente. Los niños tienen, por
tanto, que haber construido en su cerebro una gramática
Así pues, los lingüistas y los universal un
psicólogos diseñoen
creen compartido por las gramáticas
la actualidad de todos
que ciertos los
aspectos
lenguajes naturales.
universales de la adquisición del lenguaje están determinados por la estructura innata del encéfalo
humano. El encéfalo humano está preparado para aprender y usar el lenguaje. El lenguaje
concreto que se habla, el dialecto y el acento están determinados por el entorno social.
Dos cuestiones están siendo ahora debatidas por los lingüistas. En primer lugar, ¿existe un
órgano cognitivo específico, exclusivo de los seres humanos que esté especializado en el lenguaje?
En segundo lugar, ¿las reglas de base neural para el lenguaje son específicas del lenguaje o son
reglas cognitivas generales?, ¿los mecanismos neurales de representación del lenguaje son
totalmente distintos a los del resto de los procesos cognitivos? Chomsky sostiene que hay un
órgano cerebral específico para el lenguaje y que existen mecanismos neurales específicos para la
adquisición del lenguaje. Pero muchos psicólogos no están de acuerdo. Los niños son capaces de
entender algunas de las reglas tan abstractas que se requieren para el lenguaje antes de que
hayan aprendido a hablar. Pueden, por ejemplo, distinguir entre acciones causativas y no
causativas.
Estos problemas suponen un formidable reto para la aproximación neurobiológica a la
cognición y el lenguaje. Se ha abierto una vía de investigación a partir del estudio de la afasia,
alteraciones del lenguaje causadas por daño vascular, trauma o tumores en zonas específicas del

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encéfalo, (por lo general, pero no invariablemente, regiones del córtex cerebral). A los
investigadores que trabajan con pacientes afásicos se les plantean dos tipos de preguntas. En
primer lugar, ¿los trastornos del lenguaje son trastornos cognitivos aislados, o se relacionan con
alteraciones más generales de los procesos cognitivos? En segundo lugar, ¿cuáles son las
estructuras neurales que subyacen a la "gramática universal" innata?

Las afasias son trastornos del lenguaje que afectan también a otras funciones cognitivas

Cuando se altera el lenguaje debido a una lesión del córtex cerebral, éste no se afecta de
modo generalizado, entendido como una disminución, global de la capacidad de lenguaje. Antes
bien, las lesiones en zonas diferentes del córtex cerebral afectan a funciones específicas del
lenguaje. Por ejemplo, algunos pacientes afásicos tienen dificultad para comprender tanto el habla
como la escritura (afasia de Wernicke). Otros tienen dificultad para expresar las ideas ya sea en
lenguaje escrito o hablado (afasia de Broca).
Los principales síndromes clínicos de afasia se describen en el Recuadro 34-1. En la
práctica, los síntomas de un paciente no siempre corresponden exclusivamente a una u otra
categoría, ya que la lesión cortical no siempre se restringe a una zona funcional.
Las afasias se distinguen de los trastornos motores del habla, como la disartria, una
alteración de la articulación; y la disfonía, una alteración de la vocalización. Estos son déficits de
los músculos que controlan el tracto vocal, y no afectan a la compresión del lenguaje ni a los
procesos centrales de expresión. Los pacientes con trastornos cerebelosos que son disártricos, o
aquéllos con enfermedad de Parkinson que son disfónicos, conservan su capacidad de lenguaje
pese a tener un deterioro severo del habla. Por el contrario, el sello distintivo de la afasia es una
alteración de la capacidad del lenguaje, ya sea de la comprensión, de la producción, o de ambas, lo
cual no puede atribuirse a una dificultad mecánica.
Los estudios de la afasia proporcionan una comprensión, poco habitual, de cómo está
organizado el encéfalo para el lenguaje. Una de las evidencias más impresionantes proviene de un
estudio de personas sordas que perdieron su dominio del lenguaje de Signos Americano después
de una lesión cerebral. A diferencia del habla, el sistema signos americano se lleva a cabo con
gestos de las manos en vez de con sonidos, y se percibe por vía visual en vez de por vía auditiva.
No obstante, esta señalización, que tiene la misma complejidad estructural característica de los
lenguajes hablados, se localiza también en el hemisferio izquierdo. Las lesiones del hemisferio
derecho no producen estos déficits. Además, los déficits en la señalización que siguen a una lesión
del hemisferio izquierdo pueden ser bastante específicos, afectando ya sea a la comprensión de
los signos y la gramática, o a la fluidez de la señalización.
Estas observaciones ilustran tres puntos. Primero, el procesamiento cognitivo del lenguaje
tiene lugar en el hemisferio izquierdo, y es independiente de las vías que procesan las
modalidades sensorial o motora utilizadas en el lenguaje. Segundo, el habla y la escucha no son

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condiciones necesarias para que surjan las capacidades del lenguaje del hemisferio izquierdo.
Tercero, el lenguaje hablado representa sólo una de las familias de capacidades cognitivas
mediadas por el hemisferio izquierdo.

El modelo de Wernicke-Geschwind es útil para distinguir el daño de las dos regiones


encefálicas principales del lenguaje

Geschwind y Damasio han desarrollado una útil clasificación de las afasias, elaborando el
modelo de Wernicke-Geschwind del lenguaje y el procesamiento de los gestos; aquí utilizamos
dicho esquema.
Este modelo de procesamiento del lenguaje puede explicarse mejor examinando la
diferencia entre la articulación de una palabra que se ha escuchado y la de una que se ha leído.
Conforme al modelo de Wernicke-Geschwind, el escuchar una palabra implica transferir la
información desde el aparato auditivo hasta el nervio auditivo y el núcleo geniculado medial. A
continuación, la información viaja hasta el córtex auditivo primario (área 41 de Brodmann) y luego
al córtex auditivo de nivel superior (área 42), antes de ser conducida a una región específica del
córtex de asociación parieto-temporo-occipital, el giro angular (área 39); donde, se piensa que es
procesada la información auditiva, visual y táctil aferente (véase la Figura 34-2). Desde aquí la
información se proyecta al área de Wernicke (área 22), que se encarga de la comprensión de la
palabra, y luego, mediante el fascículo arqueado, al área de Broca (área 45); donde esta
representación auditiva se transforma en la estructura gramatical de una frase y donde se
almacena la memoria para la articulación de las palabras. La información sobre el patrón de sonido
de la frase se conduce después al área del córtex motor que controla la vocalización.

Figura 34-2 Áreas primarias del lenguaje en el encéfalo,


vistas en la superficie lateral del hemisferio izquierdo.

A. El área de Broca, área motora del lenguaje, es


adyacente a la región del córtex motor
(circunvolución precentral) que controla los
movimientos de articulación, la expresión
facial, la articulación y la fonación. El área de
Wernicke incluye el centro de comprensión
auditiva y se halla en la región posterior
superior del lóbulo temporal, cerca del córtex
auditivo primario (circunvolución temporal
superior). Las áreas de Wernicke y de Broca
están unidas por un tracto de fibras, llamado el
fascículo arqueado. Las áreas de Wernicke y
de Broca se entienden mejor como partes de
complejas redes más que como centros
independientes del lenguaje.
B. Áreas citoarquitectónicas (clasificación de
Brodmann). El área 4 es el córtex motor
primario; el área 41 es el córtex auditivo
primario; el área 22 es el área de Wernicke, y
el área 45 es el área de Broca.

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Wemicke y Geschwind creían que una vía similar está implicada en la lectura de una
palabra (véase la Figura 34-3). Según su modelo, la información visual de una palabra se transfiere
desde la retina hasta el núcleo geniculado lateral, y de aquí al córtex visual primario (área 17 de
Brodmann). La información viaja luego a un centro de nivel superior (área 18). Desde aquí es
conducida, como en el caso de la información auditiva de una palabra, primero al giro angular de
córtex de asociación parieto-temporo-occipital, y luego al área de Wernicke, donde es
transformada en una representación fonética (auditiva) de la palabra. El patrón fonético se
conduce luego al área de Broca a través del fascículo arqueado El modelo original de Wernicke y
Geschwind hizo varias predicciones interesantes, que tienen una utilidad clínica. En primer lugar,
predijo el resultado de una lesión en el área de Wernicke: las palabras habladas que llegan al
córtex fallan en activar el área de Wernicke y, por tanto, no llegan a ser comprendidas. Si la lesión
se extiende posterior e inferiormente, sobrepasando el área de Wernicke, podría afectar también
a la vía que se encarga del procesamiento del 'input' visual del lenguaje y, así, el paciente sería
incapaz de entender tanto la palabra hablada como la escrita. En segundo lugar, el modelo predijo
correctamente que una lesión en el área de Broca no afectaría la compresión del lenguaje (escrito
o hablado), pero provocaría una importante alteración del habla, ya que los patrones para los
sonidos y para la estructura del lenguaje no serían traspasados al córtex motor. En tercer lugar, el
modelo predice que una lesión en el fascículo arqueado, al desconectar el área de Wernicke del
área de Broca, interrumpirá el flujo normal del lenguaje. Específicamente, el input auditivo no será
conducido al área de Broca, la parte del encéfalo implicada en la producción del lenguaje, y la
retroalimentación normal de" la producción del lenguaje a la comprensión del mismo también se
interrumpirá.

Figura 34-3 El modelo de Wernicke-


Geschwind especifica las vías corticales
implicadas en la repetición de una palabra
escrita. El repetir una palabra escrita
comienza con el input de la retina del
córtex visual primario. Datos recientes
sugieren que el flujo real de información es
similar a la secuencia aquí representada,
salvo en que, después del paso 3, una
división del fascículo arqueado (4a)
conduce la información directamente desde
el córtex de asociación hasta el área de
Broca, sin pasar por el área de Wernicke.
Este dibujo esquemático muestra una
sección horizontal del encéfalo humano a
nivel del cuerpo calloso. (Adaptado de
Patton, Sundsten, Crill y Swanson, 1976.)

13
Estudios cognitivos y de neuroimagen recientes han aclarado las interconexiones entre
las dos regiones del lenguaje

Aún cuando el modelo de Wernicke-Geschwind sigue teniendo utilidad clínica, recientes


estudios neuropsicológicos y de neuroimagen que han comparado el uso del lenguaje en sujetos
normales y pacientes afásicos, indican que el modelo de Wernicke-Geschwind puede ser
demasiado simplista en varios aspectos importantes. Primero, el énfasis del modelo de Wernicke-
Geschwind en la importancia de las áreas de Broca y de Wernicke para la expresión y la recepción
(o reconocimiento) se basaba en lesiones que en realidad afectaban a regiones mucho más
amplias. Cuando las lesiones se restringen a las áreas concretas identificadas por Broca y
Wernicke, habitualmente no dan lugar al complejo de síntomas característico de la afasia de
Wernicke o la de Broca. Habitualmente los síntomas característicos son, asimismo, el resultado de
una lesión de las regiones circundantes.
Segundo, el modelo de Wernicke-Geschwind destaca la importancia de regiones corticales
y de vías que las interconectan, atravesando la sustancia blanca subcortical. Actualmente hay
pruebas de que estructuras subcorticales, específicamente el tálamo izquierdo, el núcleo caudado
izquierdo, y la sustancia blanca adyacente, también son importantes para el lenguaje. Por ejemplo,
el núcleo caudado izquierdo se considera importante para la integración auditiva-motora
requerida para el procesamiento lingüístico, ya que las lesiones en este núcleo llevan a un déficit
de la compresión auditiva.
Tercero, mientras que un input auditivo (una palabra hablada) se proyecta desde el córtex
auditivo hasta el giro angular y luego al área de Wernicke, antes de ser conducida al área de Broca;
la información visual de una palabra escrita no es conducida al área de Wernicke, sino que va
directamente desde el córtex de asociación visual hasta el área de Broca. Las palabras que se leen
no son, por tanto, transformadas en una representación auditiva. Antes bien, las percepciones
visuales y auditivas de una palabra son procesadas independientemente por vías de una
modalidad específica, que tienen acceso independiente al área de Broca y a las regiones de nivel
superior implicadas en el procesamiento del significado y la expresión del lenguaje.
Por último, los estudios cognitivos del lenguaje discrepan del modelo de Wernicke-
Geschwind en algo aún más fundamental que meramente la vía utilizada para el procesamiento de
la información auditiva. Por ejemplo, hay pruebas suficientes de que no todo el input auditivo se
procesa del mismo modo. Las palabras sin sentido (palabras sin significado) se procesan
independientemente de las palabras convencionales, con significado. Así, se piensa que existen
vías distintas para los sonidos, el medio del lenguaje, y para el significado, el contenido del
lenguaje. De igual modo, aunque el área de Broca es el 'output' común tanto para las palabras
habladas como para las escritas que tienen significado, puede haber un output independiente para
las palabras sin sentido. Finalmente, varios estudios de psicolingüistas señalan que los pacientes
con afasia, tanto de Broca como de Wernicke, no sólo tienen déficits del lenguaje sino que tienen
también déficits de otras capacidades cognitivas. Estas dificultades oscurecen la clásica distinción
entre el deterioro de la recepción y la producción del lenguaje.
Estos hallazgos, y otros relacionados, indican que el lenguaje implica, una mayor cantidad
de áreas y un conjunto de interconexiones paralelas más complejo que la simple interconexión en

14
serie del área de Wernicke con el área de Broca. En la Figura 34-4 se presenta un esquema más
admisible del procesamiento neural del lenguaje.

Figura 34-4 Los modelos recientes del


procesamiento neural del lenguaje son
mucho más complejos que el modelo de
Wernicke-Geschwind. El modelo que se
expone representa un circuito bastante
simplificado de lo que se sabe actualmente,
la relación entre diversas estructuras
anatómicas y diversos pasos en el procesa-
miento del lenguaje. Es posible que existan
otras redes. Se representan tanto los inputs
visuales como los auditivos, así como la
expresión hablada y la escrita. (De Petersen
y cols., 1988.)

Ciertos componentes afectivos del lenguaje se alteran cuando se lesiona el hemisferio


derecho

Hasta aquí hemos examinado algunos componentes cognitivos del lenguaje. El lenguaje
humano, y en general la comunicación humana, tiene asimismo importantes componentes
afectivos. Estos incluyen los componentes armónicos del énfasis, tono y ritmo; la variación de
estos elementos del habla se conocen técnicamente como prosodia.
Ciertos componentes afectivos del lenguaje se basan en procesos especializados del
hemisferio derecho, y las alteraciones de estos componentes debidas a lesión del hemisferio
derecho se llaman aprosodias. La organización neural de la aprosodia en el hemisferio derecho
parece reflejar, en espejo, la organización anatómica de los aspectos cognitivos del lenguaje en el
hemisferio izquierdo. Así, los pacientes con lesiones en el córtex frontal derecho tienen un tono de
voz apagado, tanto si están contentos como tristes. Los pacientes con lesiones posteriores no
comprenden la prosodia del habla de las demás personas.

15
Algunos trastornos de la escritura y la lectura pueden localizarse en el encéfalo

Los trastornos de la lectura son o bien congénitos (dislexia) o bien adquiridos (alexias o
dislexias adquiridas). Las alexias son particularmente instructivas para entender el procesamiento
del lenguaje y evidencian que el modelo de Wernicke-Geschwind del lenguaje puede predecir
déficits de lectura y escritura.

La alexia y la agrafía son trastornos adquiridos de la lectura y de la escritura

La alexia (alteración de la capacidad de leer) y la agrafia (alteración de la capacidad de


escribir) merecen destacarse, puesto que demuestran que pequeñas lesiones del encéfalo en un
adulto pueden destruir selectivamente la capacidad de leer o de escribir, o ambas, sin interferir
con el habla u otras funciones cognitivas. Este descubrimiento lo hizo en 1890 Jules Déjerine,
quien describió un trastorno de la lectura (alexia sin agrafia) en un paciente con ceguera pura para
las palabras, y un trastorno tanto de la lectura como de la escritura (alexia con agrafia) en otro
paciente.
Ceguera pura para las palabras: Alexia sin agrafía. El primer paciente de Déjerine podía
hablar. Hombre inteligente y con un buen dominio del lenguaje, de pronto se dio cuenta de que no
podía leer. Aunque no podía comprender las palabras escritas, podía copiarlas correctamente y
podía reconocerlas y entenderlas tras escribir cada una de las letras. Por otra parte el paciente
podía extraer un significado de palabras deletreadas en voz alta y podía deletrearlas
correctamente.
El paciente tenía ceguera del campo visual derecho (lo que indica lesión del córtex visual
izquierdo), pero, por lo demás, tenía una agudeza visual normal. El examen 'post-mortem' de éste
y otros pacientes reveló una lesión del córtex occipital (visual) izquierdo y de la parte posterior del
cuerpo calloso (el esplenio); el cual transmite la información visual entre los dos hemisferios,
interconectando el área 18 del córtex occipital de un hemisferio con la del otro. Aunque la
información visual del campo visual izquierdo todavía podía ser procesada por el hemisferio
derecho, la lesión del esplenio impedía que se transfiriera al giro angular y a las áreas del lenguaje
del hemisferio izquierdo.
Como podría predecirse basándose en la localización de la lesión, muchos pacientes con
daño en el área 18 de Brodmann (una de las áreas del córtex visual extraestriado) tienen déficits
selectivos en la percepción visual. Por ejemplo, el 50 por ciento de los pacientes con alexia pura
tienen también agnosia para el color (son capaces de emparejar colores pero no pueden
nombrarlos) o acromatopsia (no pueden percibir el color y, por tanto, ven los objetos sólo como
tonos grises).
La destrucción quirúrgica de la parte posterior del cuerpo calloso produce una pérdida de
la capacidad de lectura en el campo visual izquierdo, pero no en el derecho. Por contraposición, la
sección de la parte anterior del cuerpo calloso (que no transmite información visual) no interfiere
con la lectura. Sin embargo, los pacientes a quienes se les ha seccionado la parte anterior del
cuerpo calloso no pueden escribir con la mano izquierda (controlada por el hemisferio derecho),
ya que el hemisferio derecho ya no tiene acceso a los centros del lenguaje del hemisferio
izquierdo. Asimismo, como aprendimos en el Capítulo 19, estos pacientes no pueden nombrar los

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objetos que sostienen en la mano izquierda, ya que la información sensorial somática no alcanza
las áreas del lenguaje del hemisferio izquierdo.
Ceguera de palabras acompañada de deterioro de la escritura (alexia con agrafia). El
segundo paciente descrito por Déjerine podía hablar y entender el lenguaje hablado, pero era
incapaz de leer y de escribir. La autopsia de este paciente y de otros posteriores reveló que la
alexia con agrafia se asocia, habitualmente, con lesiones del giro angular o del supramarginal del
córtex de asociación parieto-temporo-occipital. Como vimos en el Capítulo 19, este córtex de
asociación se encarga de integrar la información visual, auditiva y táctil. Una vez integrada, la
información se conduce a las áreas del lenguaje del lóbulo temporal y luego a las del lóbulo
frontal, Los sujetos con lesión en el córtex de asociación del giro angular o del supramarginal no
pueden leer ni escribir, debido a que no pueden conectar los símbolos visuales (letras) con los
sonidos que representan. De igual manera, estos pacientes no pueden reconocer las palabras
deletreadas en voz alta, ni "pueden deletrearlas. También' son incapaces de reconocer por el tacto
letras en relieve, puesto que los giros angular y supramarginal median la transferencia de la
información sensorial de la superficie de la piel a las áreas del lenguaje en el encéfalo.

Las dislexias son trastornos de la lectura que pueden ser trastornos del desarrollo o
trastornos adquiridos

La dislexia puede ser el resultado de una lesión cerebral. Esta forma de dislexia se
considera adquirida. Sin embargo, una forma mucho más prevalente parece ser un trastorno del
desarrollo, se estima que afecta a un 10-30 por ciento de la población de los Estados Unidos. Esta
forma de dislexia se ha agrupado con una clase heterogénea de dificultades del lenguaje, que
corrientemente se denominan trastornos del aprendizaje. Mientras que es bastante sencillo
diagnosticar una dislexia adquirida, simplemente comparando las capacidades de un paciente
antes y después de haber sufrido una lesión; la capacidad de lectura de sujetos con dislexia de
desarrollo es más difícil de evaluar, en parte porque el rendimiento ha de ser baremado en
comparación con el de una población específica.
Debido a la variación normal de una serie de factores sociales, incluyendo la formación
cultural, algunos educadores no creen que exista un trastorno específico llamado dislexia de
desarrollo, sino que piensan que las personas que no leen bien pertenecen a la zona más baja de
la distribución de la población normal. Otros definen la dislexia de desarrollo como una dificultad
inesperada en el aprendizaje de la lectura y la ortografía; inesperada en el sentido de que no hay
una causa clara de la dificultad, tal como visión deficiente o sordera, educación inadecuada o CI
bajo. Aunque los criterios para el diagnóstico de dislexia cambian con la edad y el nivel de
escolarización, la definición que se acepta actualmente se basa en la discrepancia entre el
rendimiento, en una batería de pruebas de capacidades de lectura y ortografía, y el CI. Así pues,
las capacidades cognitivas e intelectuales de los niños disléxicos son normales por definición, e
incluso pueden ser de nivel superior.
Como ya se mencionó en este capítulo, muchos lingüistas opinan que el lenguaje apareció
bastante recientemente, tal vez al final del periodo prehistórico, hace cientos de miles de años. La
escritura (y la historia) obviamente se desarrolló después, no hace más de 6.000 años. La historia
de la alfabetización demuestra claramente que la capacidad de leer y deletrear, desde un punto de

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vista evolutivo, es bastante reciente. Así, la alfabetización generalizada no se ha considerado
necesaria hasta este siglo. Por consiguiente, las capacidades requeridas para leer y deletrear no
pueden haber sido seleccionadas, y cabría esperar una gran diversidad de ejecución.
La mayoría de los investigadores opinan que los niños con dislexia parecen tener una
especial dificultad para procesar los fonemas (capacidad de asociar las letras con los sonidos que
representan). Sin embargo, por lo general pueden entender otros signos o símbolos de
comunicación, como las señales de tráfico y las palabras que tienen un único aspecto visual (por
ejemplo, la marca Coca-Cola). Desde luego, los niños americanos disléxicos pueden aprender
fácilmente a leer inglés cuando las palabras enteras se representan por caracteres alfabéticos
individuales en vez de por una secuencia de caracteres. Otros investigadores piensan que a la
dislexia de desarrollo contribuyen déficits en el procesamiento visual. Ciertas semejanzas entre
éste y otros trastornos, tales como la alexia causada por traumatismo, han llevado a sugerir que la
dislexia de desarrollo podría ser el resultado de anomalías "en las conexiones entre las áreas
visuales y las del lenguaje.
Algunos niños disléxicos presentan también una marcada tendencia a leer las palabras al
revés (por ejemplo, confundiendo las palabras inglesas 'saw' y 'was'), y tienen una dificultad
especial en distinguir entre letras con la misma configuración pero con diferente orientación (por
ejemplo, p y q, o b y d). Estas confusiones se dan tanto al leer como al escribir. Este tipo de error,
junto con el desproporcionado porcentaje de zurdos entre los disléxicos, sugiere que la dislexia
podría implicar un déficit en el desarrollo de la dominancia del hemisferio izquierdo. De hecho, la
diferencia bilateral normal en el tamaño del plano temporal es mucho más reducida en varones
disléxicos. Además de esto, en los pocos casos de disléxicos que se han estudiado
anatómicamente se han encontrado sorprendentes anomalías citoarquitectónicas en el plano
temporal, incluyendo una separación incompleta de las capas celulares y grupos de neuronas
desplazadas. En contraposición, el hemisferio derecho tenía una apariencia normal. Estas
observaciones sugieren que la migración de neuronas al córtex izquierdo durante el desarrollo
está retardada en los pacientes disléxicos; deficiencia que podría atribuirse a una lesión del feto.
Varios hallazgos sugieren que uno de los problemas de la dislexia podría ser un déficit
perceptivo (una incapacidad para procesar el input sensorial a la velocidad apropiada). Por
ejemplo, la velocidad de conducción, normalmente rápida, en la vía magnocelular del sistema
visual está por debajo de la media en personas con dislexia, mientras que la de la vía parvocelular
es normal. Por otra parte, en unos cuantos pacientes a quienes se les hizo la autopsia, la cantidad
de células de las capas magnocelulares del núcleo geniculado lateral era escasa en comparación
con la de las células de las capas parvocelulares, o con la de las mismas células en los sujetos
control. Esta deficiencia tiene consecuencias psicofísicas. Algunos pacientes disléxicos tienen
dificultades para procesar estímulos visuales rápidos, de alto contraste. De hecho, cuando la
imagen visual se hace deliberadamente borrosa para reducir el contraste de alta frecuencia, los
lectores disléxicos pueden procesar las palabras de un modo más normal. Un déficit similar se
evidencia en el componente de conducción rápida en las vías auditivas. Así, algunas personas con
dislexia no son capaces de procesar normalmente diversos inputs sensoriales rápidos, y estos
déficits pueden interferir con la adquisición y el procesamiento normal del lenguaje. Sin embargo,
todos estos hallazgos neurobiológicos han de considerarse como provisionales, hasta que haya un
acuerdo sobre si los sujetos estudiados padecen un único trastorno.

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La comprensión de los grafemas y de los ideogramas implica vías encefálicas diferentes

Una interesante alteración de la lectura y la escritura ocurre algunas veces en el idioma


japonés, lengua con dos sistemas distintos de escritura: uno fonético y otro en gran parte
ideográfico. El sistema fonético, katakana, utiliza 71 grafemas (símbolos fonéticos). Las palabras
katakana se comprenden pues sílaba a sílaba pero, al contrario que las palabras occidentales, no
se reconocen fácilmente de un vistazo. El sistema ideográfico, kanji, emplea más de 40.000
ideogramas, derivados del chino, para representar la raíz de las palabras. Los afijos, sin embargo,
se escriben en katakana. Además, la pronunciación del kanji a menudo se indica por pequeños
símbolos hiragana (una alternativa del katakana). El sistema kanji contiene, por tanto, referencias
fonéticas y morfémicas distintivas.
Debido a dichas diferencias, cabría esperar que ciertas lesiones focales afectaran a un
sistema de lectura o escritura, pero no al otro. De hecho, éste es el caso. Ambos sistemas
dependen de centros del lenguaje en el hemisferio izquierdo, pero cada uno es procesado por un
mecanismo diferente. Las lesiones del giro angular del córtex de asociación parieto-temporo-
occipital afectan gravemente la lectura del katakana (escritura fonética), pero dejan intacta en
gran medida la comprensión del kanji (escritura ideográfica). Tales lesiones pueden alterar en
cierto grado la lectura del kanji, pero la alteración se vincula primariamente al procesamiento
fonético: los pacientes pueden ser incapaces de leer en voz alta la palabra kanji, aunque pueden
explicar con precisión su significado. Por lo contrario, estos pacientes son incapaces de entender la
misma idea expresada en katakana.
Estas observaciones apoyan la conclusión de los estudios con neuroimagen de que el giro
angular del hemisferio izquierdo, encargado de la representación auditiva, no está implicado en el
procesamiento de la representación visual de las palabras. También se dan otras disociaciones en
cómo se procesan los escritos katakana y kanji, lo cual ha aportado más conocimientos acerca de
los mecanismos de procesamiento de la información en la producción y comprensión del lenguaje.

Resumen

El lenguaje es una facultad exclusivamente del humano. Tanto en su forma escrita como
verbal representa interacciones significativas entre los individuos (no sólo en el presente, sino
también a través del tiempo). El estudio del lenguaje, por tanto, presenta problemas de interés
común para la biología y las humanidades. Dada esta oportunidad especial, bien podemos
preguntarnos: ¿Qué pueden decir los neurobiólogos y los humanistas acerca de los procesos
biológicos de la cognición humana?
El primer y más importante juicio es que las capacidades del lenguaje pueden localizarse
en uno de los dos hemisferios cerebrales. La asimetría hemisférica, que finalmente dio lugar al
lenguaje, apareció pronto en la evolución humana, tal vez hace tanto como 300.000 o quizá
200.000 años antes de la aparición del lenguaje. La capacidad para el lenguaje puede estar
presente desde el nacimiento, y se piensa que las características universales del lenguaje derivan,
en parte, de la estructura de las regiones corticales del hemisferio izquierdo implicadas en el
lenguaje.

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Desde una perspectiva biológica, el lenguaje no es una sola capacidad sino una familia de
capacidades, dos de las cuales (comprensión y expresión) están mediadas por distintas regiones
del encéfalo. Como sugirió por primera vez Wernicke, de la desconexión de estas dos regiones
puede resultar una intensa afasia. El éxito al relacionar los principales componentes del lenguaje
con diferentes regiones anatómicas, ha llevado al desarrollo de un modelo sencillo del lenguaje, el
modelo de Wernicke-Geschwind, que puede explicar una familia de trastornos relacionados con el
lenguaje. Este modelo, aunque clínicamente útil, es demasiado simple y sin duda incorrecto en lo
concreto.
Pese a ciertos notables discernimientos, el conocimiento neurobiológico del lenguaje
todavía es rudimentario. El modelo de Wernicke-Geschwind, aunque modificado desde su
introducción, es sólo un comienzo en la localización del funcionamiento cognitivo. Sin embargo, ha
aportado un nexo de unión importante entre el análisis moderno del lenguaje y sus trastornos,
hecho por los psicolingüistas; y la localización neuroanatómica de la función del lenguaje, realizada
por los neurocientíficos.

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