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Los Paramos Inversos
Los Paramos Inversos
La aguja de plata
traspasa el cráneo de una niña dorada.
Son los cirujanos violentos en el jardín de una casa distante.
The fish, pero cómo decirlo: este error, le poisson:
pensar que un pez grabado sobre el ojo izquierdo de una niña sangrante
es una habitación vacía
hasta extinguirse en un cuadrado negro[■: aquí]. La noche es
un “de pronto”: un cardumen: una serie de ojos peces:
una serie de peces probables, posibles, pero ojos: una visión
o una serie de peces en un punto blue donde los peces
se miran a sí mismos. Piénsalo conmigo:
tu ojo de ciborg no distingue, no, no puede,
bella medusa de máquina medusa,
de pez de máquina de pez caballo de niña ovípara de huevos ciborgs
sobre un jardín rosado:
traga, come avellanas de un árbol robot que aprende
una palabra de blancos de nieve en un rectángulo y es la isla vacía
donde enciende mi casa una noche,
él, adentro de las habitaciones, desaparecidos, adentro de los desaparecidos
y tú te enciendes con un fósforo –es tu cabeza de fuego negro-
hasta que los peces de la muerte empiezan
a nadar entre los peces de la muerte y empiezan
a estremecerse y se estremecen solos en una melodía de animales:
el arranque de un motor de los mil motores
en el violín
sin su extraño –pero extraño-
final.
Koan dvorak. sinfonía n9, op 95. “del nuevo mundo” I
-Esta escalera que sube es la versión material del ojo que sube.
-Un escalón es ingeniería en el idioma de las nubes.
-No te atrevas a tener otro nombre, a suspenderte del antiguo columpio de los
inmóviles.
-Reza el salmo de la inmovilidad y prolóngate sobre una astilla hirviente.
-Pero tengo este extraño paraíso donde meriendo en el plato de mi última mente.
-Esta escalera es un cerebro disfuncional donde un pájaro es un operador de
maquinarias y de cedros negros.
-Esta escalera eléctrica fue soñada por tu mano, oh buda de la respiración.
-Buda es una escalera de robots budas que se pliegan hasta que un dios molécula puede
subir y despertar a todos los extranjeros ejecutados en la plaza del viento.
-“Éste el nuevo mundo” dice mi buda y su cuerpo estalla como una arteria circular de
moscas que proyectan un campo de elementos en la fusión azul de la materia.
II
Esta fachada de hotel es mi cabeza vacía. Un cráneo azul, el color del esqueleto como el
terciopelo de las manos huyendo. Esa fruta de hueso es el núcleo del mundo.
Imagen sepia de mi abuela que compró una manzana hace años, ¿cierto mamá?, (mamá
de pronto entrando a una sala de operaciones donde alguien, pero no yo, nacía, pero no
yo, siendo que ella buscaba otro hijo bastardo en una sala de partos de otro mundo).
III
-Habrá polillas robot sobre esta cortina, sobre esta fábula de videosilencio.
-No hay este libro, pero sí una mariposa en su interior.
-Principio: sólo es útil la electrónica para volar al interior de mi país cerebral.
-Mi mano se enciende como los huesos del mundo: vara rota, brazo mecánico &
antorcha.
-No tenía una mano para encender la iglesia de gasolina en mi mente.
-Sin letra-interruptor para incendiar el museo de cera de mis sueños.
IV
Este ojo sabe cosas. El gorrión en el centro de la cámara ojo del robot despierta oyendo
las polillas metálicas en los edificios extranjeros. Por ejemplo, el sueño de animales
acuáticos y obesos bajo el agua. El frío: este ojo es la versión del ojo arriado en el paisaje
como el borde de una rosa fractal que se rompe. El software de un pájaro incendiado.
Digítame. Este piar sobre el cielo. Este paisaje donde los microcircuitos dibujan la
belleza eléctrica para reordenar el mundo. Imágenes como palabras destruidas donde
los runas empiezan la reversión de la historia. Como la historia: la mente es un
experimento de la mente. la muerte es un experimento de un agujero negro: la luz de las
estrellas.
Tachaduras: FIDELIO: Beethoven
No ves que tras mi máscara, Fidelio, hay una mujer de alambre y nieve temblando en la
viruta de su noche. No ves que te buscas en los calabozos que revelan tus vértebras -
como clavos calientes- cuando las abres en la piel de tus sueños.
Esto es una cabeza de hombre reversible: un astro de paja oculto tras el astro de lumbre
tras el astro de paja oculto. Atrás, el fuego como grasa frotada en la cabeza de los niños
que van a la escuela donde el profesor ilustra la amputación del sistema nervioso (ese
árbol eléctrico) a manera de caos ilegible.
II
III
ATENTO
ATENTO
ATENTO
El miedo es un niño erizo y un hombre con brazos amarrados (como cuerdas) a los
electrones, a los ganchos que arrastran tus nubes ensambladas y tu barco de papel
periódico sobre una línea de animales muertos: la frontera de NO.
IV
Un agujero para llenarlo luego del lodo de otro agujero negro donde las estrellas danzan
el baile de la muerte (como títeres oyendo el interior de un cesto que alguien mece, el
choque de millares de átomos como teorías de la fortuna ciega, como pasitos que se
acercan). Fidelio,
tú eres la frontera donde me abro y soy
la imitación de mi mano por el niño que te abre la puerta cuando abres tú la puerta.
La calavera que no escogiste ser, la esperanza de NO volver a reproducir con tu lengua
las palabras de la tribu, estar en la contraria pero no serla, infringiéndote el daño que
otros te hicieron, para adelantarte, para hacerte posible el calor de tu aliento sobre la
extraña Tierra.
Koan bruckner: sinfonía n 4
La Vitale decía: “entre el vuelo del moscardón/ y el arrebato de las cinco de la tarde/ uno
se pregunta si Bruckner/ fue alguna vez feliz”. De pronto, mira si suben las estrellas sin
nombre: (y dime su nombre) un enjambre en el ojo del mirlo-cuervo-acanto. Son agujas
en el cráneo del colibrí que sueña su muerte por espejos. Y es una autopista a través del
camino-granizo-la nevada. En el dibujo, un ciervo traspasa troncos de árboles vestidos
por una niña ciega y girasoles humanos que profetizan el inicio de un mundo reunido,
sobre la palma, de pétalos. El tractor amarillo sobre el perímetro del campo invisible.
Escuchas una parvada de urogallos: es un derrumbamiento sinfónico. Alguien raspa las
pizarras de mis aulas vacías donde los profesores sin rostro golpean el ojo del niño
distraído. El compás de dibujo gira sobre la hélice de un barco abandonado bajo la
madrugada del cielo de aquella escuela. El niño insomne traduce historias kichuas al
idioma de los ciborgs que duermen. ¿Fuiste feliz, oyéndote, Bruckner, en el corazón de
la piedra? Se trata de una taberna con ventanas cerradas. La violenta estación de la
manzana sobre un trapo de sombra para iniciar el viaje.
Koan berlioz, sinfonía fantástica
Regulan el comienzo de otra mano, estos dos nombres, estas dos manos.
II
La limpieza inicia en cualquier punto. Solo en un punto, pero solo. Hacia dentro
alguien ríe. Samsara de la enfermedad crónica. Estar vivo, estar. Potencia de invertir.
Potencia de ser un invertido. Potencia de ser un invertido al revés. Un cielo donde vuela
un colibrí de lengua negra. (Allá está un buda grunge en un Seattle de la mente). Hay
niños felices con su mente doble, con su cuerpo doble: de dos en dos van sus ejes sobre
las avenidas del mundo. Yo los llamo desde aquí hasta que giran su torso y estallan a
cámara lentísima (como impidiendo la duración del tiempo). Entonces, el buda
decapitado pasa hacia atrás de mi mente: es el buda sin rostro delante de mi mente/ o
sea: el influjo, la tensión tersa del
mundo.
III
Esta velocidad es la costumbre de arrancar raíces y comerlas, Los edificios crecen hasta
su fábula infinita: Este será el fin del mundo, pero sin dios ni mundo: los edificios crecen
hasta que el globo terrestre es un tubérculo girando en un punto cualquiera del
universo.
Espera.
Espérame.
Please, wait.
Es-pé-ra-me.
Buda es la nave molecular que sueña el cielo de ceniza y extrae los robots de todos los
agujeros negros, de la película flotante de todas las galaxias, sabiendo todavía que este
libro es ajeno a los animales del miedo.
IV
Soy el anagrama de todos mis muertos: una biografía donde las mentes se hacen polvo
de paraíso.
El vacío
es
la semilla
de sémola.
Lejos de mí:
el aire.
Koan cage. sonata II para piano
O
Esa figura, un punto fijo y un punto en movimiento,
explica esta sukciedad donde “dibujo audible”
es una espiral procesando los límites
del oxígeno al vibrar con el revés del hard bop.
Espiral Coltrane como una maquinaria de sonido
cuyo paisaje libera su energía como país bajo exterminio:
saxo como nubes elaboradas para este nadie que escribe
y reconstruye animales de llanto
que caen en el cilindro de la música:
taladros que usan escalas en la composición vacía.
Milestones:
al interior de un lienzo audible,
llorando por nuestra ardilla roja, Bill Evans.
Al interior del círculo,
una improvisación
de mujeres ahogadas
hasta que adquieren el color cárdeno en los labios.
Son respiraciones/espiraciones que cruzan sobre un campo de médulas,
sobre un bosque de medusas luminosas:
sonido encontrado en la materia misma:
este autosilencio, un soplo de fondo en el nombre
de mi propio nombre: una especie de pájaros
obtenidos por escucha.
Koan fripp, lizard, 1970
Esto no es un comienzo: nada comienza por ninguna parte. Lee el inicio y sólo has leído
más allá del final. Aprende esto: si pienso ícaro pienso un hombre que baila derviche
sobre un byte del sueño: esto es un circo filmado sobre el proyector de mi mente: la
fotografía de un trueno no es siempre el trueno: esa paloma disuelta en proyectiles:
estruendo plisado en el borde del estruendo mudo. Esta cita es una cítara en un bosque
junto a la carretera. Pienso cómo nombrar un circo que funcione al ser oído: la música es
interior al camaleón togado con un lienzo donde se pinta el infinito: el infinito es un
cerebro de libélula disuelto en el inicio de un arroyo. Aquí, el paisaje muta: el camaleón
que cambia de color, pero también de tono: solo se ve lo que se oye.
II
Un paisaje de álamos protagoniza una estepa vacía sobre el centro de una tela. Soy un
pintor de brocha gorda. Una caravana de camaleones ocupa el centro de un canto que
no se oye si no se mira este arroyo que cruza bajo la luz de un láser. Nubes plácidas. Este
color -aquella púrpura- será un aprendizaje. El color o el color: un cambio de pigmento:
un antes, un material: ese color vacío, ese reino disuelto. Una trompeta suena: se funde
el cielo con el cielo y el sonido también alumbra cosas, pocas, cosas: el pulmón de la
mariposa nunca fue de este mundo.
III
Dibujo en color ocre. Lápidas. Una galería de cabezas rapadas en un galpón donde el
sonido se abre como un gancho sobre el lomo de una vaca kosher. Ventana hacia un
camping. Banderas nazis & cruces gamadas. Una autopista extranjera hacia las células
de mi memoria: un paisaje al interior de un disco de vinilo: un topo mariposa registra mi
soundtrack del vacío. En la cocina, mi abuela Greis pule un cuchillo. Tras la ventana, un
abejorro sube por las yedras del cielo, en un libre ejercicio de resurrecciones. Los
leucocitos son mi orquesta improbable: un baterista de hard rock toca su innuendo
hacia el lecho volátil de la sangre: un caballo trota en el centro de esta simulación: es un
paisaje giratorio. Herraduras abandonadas & gallos cantores en mi iglesia de niebla.
II
III
Llagas.
Animal.
Nubes.
Despostan una vaca (la inocencia).
Su gemido es el cielo.
Ikebana con estrellas
on
off/on arroyo
esto es un arroyo pausado en el procesador digital del paisaje
esto no es un arroyo
que dice “1, 2, 1, 2, 1, 2, 2, 7, welcome to machine”. ¿sabes cuándo
una palabra (un río, una palabra, dos) entra en contacto con el ojo?,
la onda,
sabes, el circuito de agua pulsando la pupila ¿de agua? sólo ahí
descarga una prótesis de mano luz violeta,
que perfora hasta el centro de una estepa sangrante, una luz
que cava hasta saber si una manzana se incendia combustible de savia
en el estómago de los escarabajos. silencio, pantallas plasma en off
en la (cori)kancha vacía de la memoria de la mente quemada,
y quién soy si no una serie de series de fémures
de un demonio metálico posado en la blancura de un diagrama de flujo,
de un fluido virtual de nieve virtual cayendo hacia la mente virtual
de 10s circuitos electrónicos soñando otra lluvia de fetos de androide
lloviendo otra lluvia de cabezas de niño androide sobre un pastizal celestísimo
esto no es un corazón con patas plegables con brazos plegables, pero,
hasta ese fragmento es una bola de polvo en destrucción infinita y automática,
un núcleo del invierno, un invierno nuclear
que ocurre en el dialecto que hablan polillas de ceniza
y perforan recuerdos, byte, byte, hasta hacerse tomos, 600 millones, bit, byte/bit,
electrosilencio de números que son 600 millones de tomos de palabras
ánima de corriente alterna que son 600 millones de yoes extraídos
disueltos en el paisaje de silicio de autopistas de luz, entreveradas carreteras,
quién apaga
la voz que me habla desde dentro de una desconocida lengua
hasta que el frío de los materiales
en off
enough
devuelva lo inerte a lo inerte. El frío al frío.
Eyeborg
deja oír son colores letras son pigmentos fusión de una molécula
materia brillos brillitos lo brillante oír es ver una campana
átomos haciendo un círculo y una nube de limallas que percuta el badajo
to see the colors: la niña la campana de agua flota en las neuronas
de la cabeza desollada es un largo un largo sososonido de gorriones glam
en un campo de torres de antracita fuego pupila de piedra tótem de vapor de agua
iris de coneja vidente que temprano mañana temprano verá (son/
qué sonará el son) su propia muerte en sonido metálico en almas roturadas
(de) centenares de langostas hambrientas electrónicas sobre
un campo de arroz bajo la luna muerta escucha caer 7.2 palabras
sobre un estanque (trop) vacío partido de fútbol en desierto
entre los locos y los demonios de una tierra pelada se ve se va viendo
porque se oye y (tititiembla) como un paseo sobre la mente un parque
para oír escucha (son) tiembla tiembla tiembla: stop. NO.
Soft koan la decimalia
0.1
0.000008
el poema debe progresar hasta ser baba espesa, lustral: como el sueño de una oruga, un
bólido de nieve atrapado bajo la corteza cerebral de un hombre simple. Por eso eres frío,
y las chicas dicen “ese niño gris aprendió a leer números como a ver ojos y a sumar y a
sumar y a restar y a sumar”. Yo, juan josé rodinás, dije que debiste soñar una piel de
cabra entre las espadañas del páramo, pero ¿quién consultaría ese oráculo?
II
0.1017
(estos números que están arriba no me gustan, son una cifra comunista, había
comunistas entre nuestros padres y debieron ocultarse porque llevaban esos números,
porque son números que tienden puentes, esos números me encantan, sobre todo
porque tengo padres que se llaman juan josé rodinás, mi padre y mi padre y mi madre, y
beben té de números, escuchando el pensamiento de spinoza en un haikú).
III
hay dos padres para cada cosa. hay dos palabras para cada cosa. hay dos números para
cada cosa. lo demás es baruch, el judío.
(risas de fondo, se reían diciendo estupideces). spinoza reprueba con el dedo índice.
“Ningún cuerpo puede desplazarse por un espacio que no esté lleno de cuerpos” spinoza.
IV
dos ciclistas (Jules et Jim, Quishpe y Yugcha), fatigados por las palabras: ellos son, ellos
saben seguir líneas rectas. Dos ciclistas parten al mismo tiempo de dos puntos, A y B,
distantes 20 kilómetros: uno, de A, con dirección a B, y otro, de B, con dirección a A.
el primero recorrió 8 kilómetros más por hora que el segundo, y el número de horas que
tardaron en encontrarse es la mitad del número de kilómetros que el segundo recorrió
en una hora. ¿Cuál es la distancia recorrida por cada ciclista en el momento de
encontrarse? ¿Cuál es la velocidad de los colibríes, de las hadas que roen la acacia junto
a la choza de la partera ciega si se calcula la distancia que separa el sueño de cada ciclista
en la mañana antes de emprender el viaje?
tú contestas, que la distancia recorrida por cada poeta ciclista, las nubes, eres una nena
cursi, rosada (de hecho, te voy a hacer la fiesta) pero aciertas, y de eres de los pocos que
valen más que una estrella de grasa: y, por supuesto, si aciertas hay dos premios para ti:
el uno es un paseo a campo traviesa por un pasillo de secoyas gigantes (un cementerio
futuro) y el segundo no existe y es una línea de Baruch Spinoza que contesta mejor
cualquier koan que el viento…
Spinoza, ese ciborg de la judería
primero:
(.............)
(.............)
(.............)
II
primero:
II
todos los que caminan en nuestra mente fueron golpeadores de hombres. En el camino
había siete hombres agredidos por siete hombres. El paisaje es un hijo del espanto
siempre. Un hombre que gritaba a los árboles orinaba siempre que sentía de cerca el
dialecto de las hiperflores, en especial de las blancas o azules.
III
doma esta palabra desconocida. Toma esta palabra conocida. El trueque: y pensar que
no lleva a nada a nadie.
escucha tus nervios tensarse. (debajo del cuerpo: éste de nanopájaros y moscas y
panópticos).
humo que pasa a través de las heridas de un cuerpo de números y letras que no hay.
Cuéntalas, de arriba para abajo. Léelas, desde el centro hasta su cremación en las venas
de los cielos.
¿quién escucha la décima provincia de la música y oye flotar una canasta en el taller en
blanco de su mente?
IV
el mundo es sin objetos: un planeta en blanco un banco sí para cambiar palabras estrellas
por cabras decir “estrellas” es muchas cabras una palabra llena otra palabra llena por
nada: gracias por nada a menos que sean hadas. Vuelan en el cielo de las mariposas.
Mariposas que vuelan en el cielo de las mariposas, no son mariposas, son hadas.
VI
en fin, sobre el polvo de nieve de las nubes de las aves heladas. Estereonirvana de los
micromundos de las microcosas del estereonirvana.
VII
este zepelín vacío en el cielo: una jeringa: cadáveres de palabras sobre un campo donde
un feto arremolinado sueña el nombre de su padre en una copa de mariposas ciegas o
videntes. ziberia fría de la velocidad mente.
no, pero no decir demonio: injertarlo 0.99 veces sobre un background azul donde
encuentras rótulas de faunitos en el centro del ojo. Piénsalo: un coyote que sube
ahorcado hasta aparecer como estrella colgante de la 0.99 rama del último secoya. Dark
es terciopelo del ánima, esto es verde, sólo la mente aúlla cuando el iris de la visión
espera la fusión de sangre de la nieve.
VIII
¿si tú puedes decirme cuándo es tiempo para comenzar cómo puede ser el tiempo del
comienzo?
yo esperé comenzar por largo tiempo, este examen natural de mi cabeza natural.
o, más exactamente, yo he pensado comenzar por largo tiempo esta cabeza como una
bola de goma.
lo que yo quise decir era la nada que precedía al comienzo que aún no concluye: una
torre de sangre de trotones azules suponiendo que yo pienso de mi vida ¿dónde
comienza? ¿dónde puede no comenzar? ¿dónde puedo escribir
ya, no más, ¡ya!?
País línea
¿Quién habita este país, esta línea de grafito? El hombre punto. Los hombres punto
hablan por sus dos bocas, por sus dos anos: llaman al dios de las tres dimensiones: ¿será
un cubo neón, satén, amarillo? Aquí, el mundo es una línea sobre un estuario blanco: big
bang del color en una estufa de la mente. Pienso que pueden pasar trenes hacia las nubes
en el paisaje del cerebro azul. Mirlos en el pastizal junto un bosque: lo que puede
meditarse. La realidad: el pájaro del país es un punto de música oscilante desde una
distancia infinita, no visible para el ojo humano, para esta línea. Casas guiones (-),
segmentos donde vibran, como estrellas, los puntos. Las estrellas del cielo son puntos
escritos sobre las personas puntos que pasan siempre a ser estrellas. Míralas.
Rascacielos sobre rascacielos: es una línea segmentada sobre una línea estable: ¿cómo
maúlla aquí el gato de Cheshire? Los ascensores ni suben, ni bajan, ni suben-bajan. Los
columpios son objetos de la mente. Punto revolución del color, el pintor de este país en
una línea, ¿un punto magenta que arde sobre el país línea? La nieve no cae sobre ella,
sólo define su contorno: aquí no hay invierno, sólo línea de sombras. Sólo la luz donde se
acaba la línea dibuja el paraíso: eso piensa el rey punto de este conjunto de ciudades que
se construyen sobre sí. Un niño punto piensa: nada falta para ser el esclavo de mi
habitación punto cuerpo, entre árboles puntos, comidos por la muerte punto. Y
entonces escuchar que el viento ulula: cuando la línea ulula todo el universo es lo que
ulula: el hombre punto es imposible. Los que creen en él se mueven bajo tierra, bajo un
cielo blanco: una línea de polvo de cráneos triturados como la vida respirada en el vacío
azul, azul, vacío.
País punto
País cero dimensiones: reino del místico que gira sobre sí, pero no gira, su movimiento,
una pregunta. Arden, son la potencia de quemar: es un aquí de arder, el arriba y el abajo
(arder), el diálogo es “¿quién soy el que tú eres?”. Persígueme en este paraje abandonado
de paraje, en este vacío de lugar contenido por nadie, en este desierto que anochece
sobre la punta de una aguja. Punta, punta del punto: radio de acción de lo inmóvil.
Campo gravitacional cero: cosa que anuda su cola con su centro y borra el proceso:
unido estoy a la palabra NO. Yo dudaba desde el exterior de las cosas imposibles que
soy también, llamándome, desde un paisaje blanco. Paraíso sería titilar, como estrella,
para nadie nunca: uno más uno es menos uno: uno jamás es uno.
II
cielos contra los que yo vivo:
titilar esos cielos de la mente:
decir abandono es la imagen del sol
regresando hacia su eje:
es decir la catástrofe
podría ser
pensar ser
País volumen
I
Barrio laberinto. Una lámpara sobre el cielo dibuja mi frente con estrellas: campo
amarillo para un viento rasgado por las zarzas. Esquinas y tornillos blancos: un frasco
transparente: dentro: una avispa de plutonio: dentro: una habitación con trescientos
niños colgando desde ganchos frente a una puerta cribada por el sol de las tardes de
octubre.
Desde mí, los niños sueñan una nevada de piedras. Átomos de bisonte y rascacielos de
agua modelada en la terraza de un mundo amarillento que tritura y pliega los nervios de
las grullas que coronan las cabezas humanas: fiesta de papel metálico: la vibración de un
alfiler de hielo tras el cerebro de una res apacible.
Un paisaje frotado contra una máquina donde las garzas nacidas de huevos vegetales
son desolladas en una carretera: mi desierto. Mi país de refrigeradoras y pantallas donde
una pelota es la cabeza de un hombre como eje del mundo. Una paloma de pólvora
escarcea el cerezo de carne surgido en las noches apiladas sobre un hombre sin rostro.
II
Nadie puede recordar al niño que encendía sus manos y esculpía su cabeza sobre las
nubes de trapo (tan lejos de sus manos): empezaba a llover hacia atrás, secando un
racimo de calles sobre la frente del sol disuelto en las galaxias del campo: es la copa
deforme y un vaso de papel donde cada hombre triste abandonaba su diente más negro.
Mis manos sobre esta férula molida en la línea del tiempo- dos pájaros quemados sobre
el techo de una casa construida por mis abuelos muertos: ya pura piedra de moler bajo
una rama de comino seco. Lo que puedo decir es “alguien quiere matarse en un edificio
de apartamentos”, mientras la sangre sueña los pasillos donde una muchacha corre hacia
las aeropuertos del campo.
Será un mapa sobre la espalda: esta ciudad vacía. En las lavadoras automáticas, alguien
mira por su cristal redondo el desorden de nuestros cuerpos ciegos: levadura de grasa,
cromosoma de cuervo. Este día sucede cuando la mano toca el vientre de un niño
muerto y descubre un paisaje de colinas doradas.
Será el semen navaja de mi padre: este odio hacia la materia relativa en cada plano de
este mapa de circulaciones que yo llamo Juanjo a través de una herida de hierba que no
puede erizarse -ni sangrar- sin destruirse.
III
Te dije: soy un hombre sin número. O este erizo rojo girando dentro de una campana.
Por eso construyo mi casa en la estación nevada (¿de la muerte?) donde el cielo de los
hombres es el único cielo que no existe. O el cielo de los hombres es la granja dentro de
un cuerpo humano: vacas o glóbulos en las arterias mugiendo para que el dolor –al fin-
cese.
Cromosomas sobre un cielo de calcio que trepa sobre un río de aceite de automóvil que
llamo mi planeta muerto. Una esfera de hueso que se mueve a la velocidad de las
estrellas.
IV
y tengo mi respuesta: éste es un planeta de sangre sobre el ojo de un mirlo que agoniza.
Varios copos de arena en el procesador espiritual del cyborg que traduce el llanto de mi
mundo más allá de las líneas del dibujo de un ascensor vacío.
I
Deshago este objeto rojo que lees sobre el seto. No lo leas caer. No lo leas empezar a
caer.
Agrego la masacre de mi propia figura sobre la cara de mi padre: miro la luna como bola
de billar suspensa en el azar del cielo. Soy mi masacre sobre la enfermedad de otras
gargantas, sobrada de estrellas de corteza roja, de letras espirales, de comas giratorias.
Distingo la inmensa voracidad de mi cráneo pelado frente a una ballesta. Y lo que puede
comentarse de eso cuando el cielo parece un muro de mariposas negras.
Una energía que hace de mí un animal del miedo y el espía deforme que me persigue
cuando cierro los ojos y Juanjo abre la ventana de todas mis habitaciones.
La cabeza de mi padre enterrada, rodeada por un círculo de tiza blanca. Un bulbo para
ver si florece un país más elevado que esta ciudad de estambre y de luz muerta.
(Recuerdas que te advertí que te tragases a ti mismo, que escuches cómo se unen reinos
sobre un esqueleto construido por todos los sueños apilados sobre la mesa de noche).
Te digo que mi padre era un Juanjo triste sobre un triángulo dibujado en el pizarrón de
mi cuerpo vacío. Ahora dirige una iglesia donde la gente se acumula en los orificios del
templo.
Aquella liebre negra –mi padre- algún día, algún día, el día 7007 -¿de qué era?- predicaba
por ti y se arrancaba los dientes -uno por uno- para volver a ser el hombre que espera una
historia de brazos arrancados: como volviendo al lugar donde perdí mi lápiz para trazar
mapas sobre el revés de mi frente.
II
Tú tenías una abeja robot en la mano derecha hasta que recibías su aguijón y sangrabas
y morías sobre una cobija de plumas de origami.
En mi dibujo, soy un androide que cose guirnaldas sobre el laurel mutante hasta que las
personas nos embarran la cara con preguntas de una idea que parece conjurada en una
partida de billar sobre una mesa espejo.
Acaricio los cachorros de metal que llorarán por tu muerte a través de una pantalla
electrónica colgada sobre la cabeza de dios. Humíllate para que la nada tenga piedad de
ti, para que seas ese objeto que todos pueden retorcer, escupir, humillar.
Coloca tu cuerpo sobre tu palma borrada y déjate caer. No lo leas caer, no te leas caer,
pero.
En este punto, todo es estrella. Todo es carne de astro desollado sobre el plato de la
muerte niña.
Raspo una nube de hormigón en el cielo de trapo. Una colina de hueso es el jazz de
babilonia: escucha cómo me destruyo sobre las líneas de esta noche quebrada.
III
La Tierra es una escuela redonda: algo cruje bajo las patas de los ciervos. No hay sol
bajo el sinsonte. Sólo cápsulas azules como estrellas en el taburete del barrio de mis
pérdidas: es una calabaza sobre un cuadrado negro. Allí, llegan personas que se sacan
los dientes sobre el mostrador, como tesoros de la medianoche.
Sobre mi rostro pende una jeringa azul para un laboratorio de los cielos. Hay una vaca
dibujada sobre el cielo de los revólveres que fueron disparados como un buda robótico:
donde el corazón es el ojo en forma de sabana para el deslenguaje niño.
Esta caída sobre el cuerpo-país es cabelleras rojizas y hojas de un cedro libanés que
suben por un muro de agua empozada sobre el hilo de la luna extranjera.
Aprende:
esta lápiz es el templo de los últimos espíritus. Una blancura más allá de mi
habla.
El exterior es más oscuro y paso al exterior.
Y todo es exterior.
Y así.
Y
luego:
improvisas.
Aníbal Nuñez, la muerte arrebata las palabras que intentan impedirla
[Para escribir este poema, los niños miraban la luna como un zepelín en el cerebro del niño muerto,
iluminando una cavilación de moléculas sobre el margen de la noche].
José Ángel Valente, Sobre el ciberespacio futuro
Escribo desde un lugar que está hacia atrás donde cada cosa se ordena
según la certeza de los horóscopos sobre la física de un universo ciego.
[Cuando escribían este poema los niños se convertían en esqueletos para despistar a la muerte. En sus
orejas introdujeron mandrágoras que chillaban hasta matarlos -muy lejos de la nada- y regresar intactos.
En el vacío elaboraban tejidos con hilos arrancados del lomo de las mariposas color azul cobalto].
Tachaduras Dime, ¿qué ves Carlos Edmundo?
Veo estrellas. Le digo a una: Hola Estrella. Y la estrella baja y duerme como niño con
problemas mentales.
Le canto una canción de cuna. Lo uso como tambor. Mi bastón
que golpea la arena, la piedra, el niño
y digo: niño estrella, no hiciste nada por mí. Eres
un niño malo y estás muerto. Yo te quemaré muerto para hacer, de tu piel, el cielo, un
círculo trazado sobre un microcircuito y casas de la luz. Te mataré con mis hermanos y
mi madre porque soy el júbilo y una red para pescar estrellas muertas y niños o edificios
blancos que siempre prometeré quemar, devorar y pintar.
Francisco Pino, Postsalmo
[Cuando los niños decidieron ser puntos de la luz, escribieron este poema y dijeron “no volveremos a
beber leche de estrellas, ni a colocar nuestro ojo sobre Madame Sadness, abuela de la tristeza, porque
entonces nacerá una máquina de polvo. Nadie volverá a vernos, si desaparecemos. Nadie, si nos
quedamos como materia pura. Nadie, si nos volvemos puntitos de luz en el jardín de juegos del vacío”].
Tachaduras Dime, ¿qué ves Carlos Edmundo?
Aquí está roto el orden de las sílabas del mundo no hay orden no
hay sílabas no hay este mundo no hay otro mundo.
pero
¿eso era mi cántiga para recomenzar?
pero,
había tréboles en el concreto donde trazaban su avenida las
hormigas rojas y ponían sus huevos marmóreos y yo, lejos,
apretaba el cuello de un mirlo hasta sentir su ahogo y luego lo
soltaba y olvidé si volvió a cantar nunca.
II
Admitía, decía,
pero
hablaba en objetos de largo alcance: la vibración de mi brazo
derecho empujaba corredores con vilanos de larga profecía.
III
La frase como:
usar huesitos como tiza
en la pizarra del aire
escribir sobre los cráneos
transparentes
de las almas errantes.
IV
Ahora, el día es una distancia donde firmo “distancia”: soy
amplitud cuando los sapos magenta brincan sobre una silla
metálica en el jardín estrellado. Esconde esta larga estación de
hojas y de tallos inmóviles: ser una estación extensa: ser un
extenso: una pradera con caballos ciegos corriendo hacia los
puntos cardinales: pájaros cardenales de un extenso que se
plagia a sí mismo para luego desecharse: el río es siempre un
extenso.
III
IV
Desde allí
oro por mí a una distancia donde no hay dios,
pero hay milagro: taxis que viajan sólo
por las orillas de la ciudad, sin transportar
pasajero ninguno.
Claro, doctorantidoctora,
salud es cuerpo adulto,
salud es fruto seco,
salud es silencio: yo, desde luego, doctora,
empiezo a sentirme abandonado por alguien
cuyo rostro se amenaza a sí mismo con herirse.
Tomo cápsulas que nunca sirven
y las imágenes flotan sobre mí
como un suero con erizos
que no puedo evitar sin anularme:
este tiempo es un hueco
donde la mano de mi abuela oculta
un país mío
disuelto en la pila de lavar.
Autopista a Cayambe al borde un sendero empedrado
y praderas magentas
Allí,
como una voz olvidada, alguien repite:
“queremos morir y educarnos como El Muerto,
siempre me quise educar en la escuela del Muerto
mirando las pizarras vacías”.
II
Paisajes como:
III
Paisajes como:
(este reino invisible)
Entonces:
evitar la progresión,
evitar que cualquier gracia ocurra en estado de gracia
hundir el corazón en la lengua de El Muerto,
escuchar su latido ahora que todo paisaje es imposible
pues nada puede ser más distante
que una condena
a mirar la limpieza del agua que cae del tejado
como el aguamiel de un mundo
donde cualquier sorpresa ocurre sólo
en el cadáver de una res
—cercano, aunque visto desde otro ángulo—
lentamente devorado por las hormigas.
Autopista a Cayambe al borde un sendero empedrado
y praderas magentas II
(otro día)
de fondo
Autopista a Cayambe confesión y revelación del
paciente
Algo como.
¿Decías?
II
III
IV
Luego, el vacío.
Entre bambúes,
el cielo ha de verse más alto.
Sobre el pincel, ha de verse la rama clara.
Pinté un tallo cautivo,
batido por un viento necesario a la luz.
El cielo es imperfecto.
Cada verso es un nudo
en el tallo del bambú.
II
Entonces,
antitratamiento,
anticonsulta:
parvada de palabras
antisiquiátricas,
aunque sea sólo
criptoozoología
de la voz elevada
a la n potencia
de la irrealidad.
III
IV
VI
Hablante en círculos.
Lengua que sólo habla de pérdidas.
Pura pérdida que sólo habla para lenguas perdidas.
Joel Peter Witkin, El beso, 1982
II
Pensamiento doble.
II
¿Habitación?
III
Fui un cielo reventado, un cielo vertical, tridimensional:
cabelleras azules por donde alguien pasaba y no era yo mismo
por largo tiempo.
Cerebro de la mariposa
o llama sobre el espacio oculto
de esta primera narración
de esta vela blanca resumida
recogida reprimida reducida reunida.
Partición violenta
de las estrellas
sobre el rostro doble que gira buscando qué.
Permanent Vacation, 1984
II. 09:12
IX
IX
II
Pero.
Pero.
Pero.
III
Nadie puede
entrar al pájaro
si el pájaro es aire,
si la respiración es niño dislexia
múltiple respirado:
dióxido de realidad en alas en
crayolas azules en mochilas azules:
una pelota sobre
un paisaje blanco brilla, alucinada, gira:
balón dos mundos o tres contra su corazón
en verdad tan ajenos al viento
niño demolición puedes entrar
al pájaro: estas alas son hijos
del viento: la velocidad de arrastre de tu mente
infantil aquí perdidita perdida.
Post Lihn
II
Sí, para siempre, para que el poeta con manos de niñita hombre
(yo, entonces) secretario general de nadie señale en el consejo de
los nadies que: “el agua está relacionada de manera directa con el
semen de los ahogados”. ¿Por qué dijo aquello? Ignorancia y
limpieza de los cuerpos. No sé, pero acertaba.
III
¡Por eso!
II
Björk
“Hiperbalada”
Lila Downs
en “Canción mixteca”
En el cristal alucinado
que no es obsequio
arde lo que ha de vibrar
sólo como eficaz nostalgia
del viento.
III
hacia
Cuerpos.
Cuerpos astrales:
también hay este árbol,
y su pequeño brillar.
Memoirs from the Roof
A Susana, mi madre
II
III
IV
2006. febrero
1992. febrero
Bueno, esas son las cosas de los místicos ¿no?: entrar. Cavar.
Repetir. Supongo que es frágil oír lo que no una es piedra: una
autopista de álamos, lo que no está demasiado vacío. Digamos,
el silbido del ánima como un automóvil en el bosque. O
escondido. Un lugar sin mundo, dónde va la irrealidad por estos
árboles, mientras gimes una ópera oscura. Así, escóndete,
pequeña fábula de mis desapariciones, en el canto, donde tu
imagen, símbolo entusiasta, despierte la pregunta más equívoca.
En el abismo de los pájaros, Monsieur Messiaen, ven conmigo,
arde conmigo en un nuevo escuchar.
Post Truffaut
II
IV
II
III
En la calle se escucha
un Blues de las Esferas
girando en el motor de un Ford modelo 88.
Te digo:
el mundo es un barrio sucio del vacío.
Una estrella distrae a tu mente aburrida
y olvidas los frívolos portentos
de cualquier caricia.
En la cocina, el piano suena
como un boomerang
(recuerdas, pequeña Julia,
Fly me to the Moon).
Así, para tu mente,
para que no golpees la máquina registradora,
suena el violín más oscuro
como el golpe de la pelota de béisbol
en un diamante de polvo a medianoche.
IV
II
III
II
Número uno:
Número dos:
Número tres:
III
II
III
III
IV
I. Ozu
El artificio es la pagoda
y un cielo vertical que dice Sony Computer.
Una onda de radio es un defecto de otras épocas
cuando la gente inmóvil conversaba
sobre gente inmóvil,
con máscaras sobre el fantasma de sus muertes,
pero también como una danza.
Una consola de videojuego
es una grulla que vuela desde la mano de un monje.
Su costo, 30000 yenes
y saldrá a la venta el 3 de septiembre,
como vestido de otoño,
mientras un loto no bucólico,
en el centro de las turbopalabras,
es el eje donde se cierra la toma,
donde cae una gota de agua.
II. Mizoguchi
III. Tsukamoto
II
III
II
III
IV
VI
VII
VIII
IX
II
árboles
o árboles de cartón, no sé:
otros problemas de estilo:
otra eternidad.
Etiqueta de identidad
versión única, final
II
III
IV
Mantel vacío son las estrellas domésticas sobre la mesa del bar
donde mi rostro es cada peleador lampiño que me cuenta su
error sin esquinas. Mi nombre escrito con todas los límites, con
cada error fundido en acero. Afuera, un hombre cuelga sus
pancartas de la Biblia: No entres a esta cabeza perdonada de sus
pecados. Sólo estos huesos tienen una extraña solidez para el
llanto.
V
El ojo es transparente.
El ojo es versión del ver.
El ojo es diversión del ver.
II
II
No vendrá vida.
No vendrá vida:
quiero terminar lo hermoso.
Esta vida
quiero terminar,
quiero terminar. Out.
Pequeño ultravioleta dice
Septiembre 1 2008 12:00-14:16
II
II
II
III
II
III
Este día sueño con destruirme. Volarme con un pájaro la sien del
cielo para que mi cerebro se haga espuma en el mar. Este día
sueño con destruirme. Sumergir mi pecho en la hoja del baniano
y desaparecer.
IV
VII
VIII
II
III
II
II
III
De cualquier forma
sólo oigo mi nombre.
Homagges
De oídas, Theolonius,
este silencio
abandonado a la visión
de un árbol,
al verano vertido de sus hojas.
II
III
II
De nuestro pensamiento
lo ignoramos todo.
Del pensamiento de aquel hombre
-sentado en el sillón- sabemos
de otro mundo, quizás de una Lituania demasiado soñada,
que sólo, alejados del lienzo, es evidente.
III
Lituania:
Un lugar del mundo donde todo
es de nieve. Un lugar simple
para que alguien juegue.
Fitzcarraldo
El mundo en su reflejo
es como el manto de una luna estrecha,
la capa astuta de los dioses
tirada en el espejo
y eres otro.
Fantasía de los muchachos irrealistas
Un taxo
en un cesto te habla
de un ojo que un día diferente,
vio en un cesto
a un taxo, silente.
II
III
IV
El taxo es
lo que el taxo es.
El taxo muere
como el hombre.
El taxo es tiempo
muy antes de nacer.
Lo que el taxo es
el taxo es.
No será.
Es.
Miríada en San José de Minas
II
III
II
III
II
III
II
No canto.
El silencio recobija la tarde.
III
No entiendo nada.
Hay colchas tiradas en el piso
y tú te escondes bajo los trapos viejos.
Alguien sonríe, prófugo de su luz,
ya siempre,
sin misterio.
LOS RASTROS
(escrito entre 2000 y 2006, publicado en plaquetas
y un libro under entre 2000 y 2006, editado en 2006)
Ícaro
Soñaba el fuego,
pero la sombra,
daga en la voz,
cortó mis alas
y caí al abismo.
Nací.
Preludio
Mi palabra es un cuarto.
En su vacío,
arde una voz
que no me pertenece.
Mi palabra es mi sombra.
Por eso,
penetro el silencio:
borde de voz, sin raíz y sin nombre.
Palpo mi centro
-piedra negra-
y se abre como un fruto
que sangra, eco tras eco,
sobre un cauce de olvido.
Afuera,
la luz vuelve a su sitio:
el cuerpo, el árbol, el silencio.
(Escucha.
Un haz de luz resuena dentro.
Apaga la sombra. Calla el mundo.)
Dolor
II
III
IV
Tu sonido.
Tu habitación suspendida en mis ojos.
Tu retrato. Tu vestido tirado.
Tu cuerpo, materia de luz,
sobre un extremo de la noche.
Tu mirada.
Tu mano se enlaza a mi adiós que es ya la ausencia.
Tu memoria es ceniza de ave: polvo de voz.
Tu silencio, historia del instante, desarbola los días.
Stalker, Tarkovski, 1979
II
Árbol de oscuridad
pintado en una tela.
Árbol de oscuridad
que tiembla.
III
El avión brilla: es un elemento del paisaje tras los ventanales. Hay mucha gente en el
aeropuerto. Burócratas, niños que gritan. Los vuelos están muy retrasados. Me gustaría
que alguien soñase mi alma –ahora- como una flor naranja en la ventisca. Un paraje
suspendido de un molinete roto. En fin, yo recordaba la imagen de unos lentes dañados,
soldados con un cautín finísimo que sostuve por años en mis manos: como el origen de
este libro. Desde luego, el origen está perdido en algún punto del trayecto. Si no ¿cómo
lo hallarías? Claramente, los puentes brillaron durante un sueño de nubes y abejas de
papel picado. Y vi mis poemas enrollados como pájaros en el corazón de varias liebres
ciegas de nacimiento. Los vasos se comunicaron entre una brisa y otra. Por eso, resulta
curioso que la poesía me haya encontrado en alguna parte de este sueño de lluvia
mesurada sobre el retrovisor de un automóvil en marcha. En ese cristal, me veo jugando
solo en un jardín de claveles blancos. A veces me acompañan mis primos o mis tíos.
Luego, me miro suspendido en un videojuego de combate o en uno de serpientes
galácticas. Luego, hay varias muchachas con ojos grandes y pequeños, con senos y sexos
grandes y pequeños. Y eso que yo hasta las 16 creía que lo mío eran los muchachos.
Como si hubiera un aeropuerto estacionario en el bosque de mi mente, los vuelos de los
pájaros (gorriones de aserrín, colibríes de helio), están retrasados. Entonces, yo coloco
una mariposa sobre una botella de té descartable. Sería deseable que los ríos de la mente
estén siempre limpios aunque los ríos del mundo casi nunca lo estén. Y veo en mi sueño
las islas como un ramo –y casi no creí que un día vería sobre ellas mi rostro-. Clave: este
juego sólo vale si tu rostro se deja ver entre las letras muertas. Una mariposa entra en mi
sueño y me indica que una rueda se mueve. Que una esfera se mueve y une los pedazos
de una masacre de caballitos milimétricos, de una masacre cuya única víctima fui yo
mismo durante la huida de esos caballitos. ¿Forcé poemas? Claro, como se fuerza una
cerradura: a veces, cuando uno es aprendiz, no hay más remedio que usar la ganzúa de
los espejismos: una y otra vez. En ocasiones, la puerta no se abre y el poema amanece en
una floresta de cacharros: no hay más remedio que tirar y reciclar. A veces con una sola
vez es suficiente y el poema es una flor junto a una chorro de agua metafísica. Los
colores fueron la única herramienta que se me abrió de golpe: en principio el blanco y el
negro como en esos televisores viejos (como aquel que tenía mi abuelo en su sala de
ratones campantes) y seguramente será lo primero que me abandonará. ¿Plagié? Sobre
todo caballos, estrellas, alguna forma de quebrar las frases y algunas ilusiones ópticas -
aunque tuve la suerte de ver, después, la mayoría. ¿Plagié ideas? Por supuesto, siempre
estuve atrás de todo, siempre hice de la timidez la mejor -y más condensada- forma de mi
elocuencia. Otros tuvieron -o tienen- más carácter: como decía Goethe, carácter es
destino. O quizás, sólo quizás, más pólvora en sus sueños para ver lo invisible. Pero aquí
sólo comienza el modo en que ciertos carros de tracción destruyen las huellas de un
páramo espléndido (y densamente marcado por lagunas nocturnas donde pesqué a
veces -dormido y despierto). Esos páramos -sin un contorno que pueda precisar, aparte
de algunas fotografías desvaídas- son lo único que, en realidad, alguna vez yo tuve. En la
última visita me acompañó Silvana a mirar los huesos de una floresta que todavía existe.
Antes, en este aeropuerto, había una meseta donde los búhos se enterraban y
humedecían su alma en los ojos de agua que hoy los arroyos abandonan. Desde ahora lo
que resta son los aviones que cruzan entre un verano y otro. Algo sencillo y doloroso está
finalmente reunido. La madre tierra está cumplida e imposible. Espero mi estación
incompleta, algún lugar perdido.