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¿QUÉ ES LA IZQUIERDA?

Francisco Almansa González.


Filósofo y Presidente de la Asociación Aletheia

El principio que hace posible la democracia


es la Virtud. Sin ciudadanos virtuosos
no hay democracia.
Montesquieu, El Espíritu de las Leyes.

Esta es la pregunta que, a nuestro parecer, reclama respuesta urgente, si no


queremos que en los inicios de este nuevo milenio sean inhumados para mucho
tiempo unos valores que, teniendo sus raíces en el cristianismo primitivo, se
despliegan a lo largo de diecinueve siglos hasta cristalizar en la ética universalista y
comunitaria del movimiento del siglo pasado.
Son precisamente estos valores los que han contribuido a humanizar el mundo
en la medida en que han constituido un valladar contra todas aquellas tendencias que,
tomando como coartada las desigualdades naturales y sociales, quieren hacer a unos
hombres instrumento de otros hombres. En una palabra, la onda civilizadora
presenta todos los síntomas de estar agotada, y el nuevo impulso propagador no
puede venir, obviamente, de aquellos que, chapoteando en la sentina de la corrupción
y del más pedestre de los pragmatismos, reivindican para sí el honroso título de
Izquierda.

Se nos dice que hay que renovarse, y tienen razón; se nos dice, asimismo, que
los tiempos han cambiado, y también la tienen, evidentemente, pero más allá de
estas perogrulladas no se nos dice nada más. Parece ser que, en la práctica, ser
de izquierda es solamente hablar mal de la derecha. Por lo demás: como dos
gotas de agua. No se trata tampoco de moralizar, pues ya el arte de Molière nos
enseñó en el personaje de Tartufo quién se esconde detrás de un moralizador: un
hipócrita. Se trata de reconstruir, mediante la reflexión, un nuevo pensamiento que
desenmascare, con afilado escalpelo crítico, todo un montaje de falacias que
confunde progreso con medro, altruismo con protagonismo, vocación con
ambición, y sobre todo a la izquierda con «esa noche en la que todos los gatos
son pardos», al decir de Hegel.
La izquierda es la que reivindica, además del «tú» y el «yo», el «nosotros»;
además del «esto es así», el «esto podría ser de otra manera»; además de la
libertad de elegir, la libertad de ser y de crear, y junto a la justicia, la solidaridad.
El papel de la izquierda es, pues, el de ser impulsora de la historia en tanto que
ésta significa destierro de privilegios, desmitificación de roles sociales, rebeldía
contra todo conformismo y fatalismo, y conformación de un sentido de futuro
que erradique la plaga espiritual de nuestro tiempo: el nihilismo.
Es en esto último en lo que debe hacerse más hincapié, pues hoy la izquierda no
sólo ha de mantenerse en las trincheras de las reivindicaciones tradicionales
-como son las relativas a la justicia social, la emancipación de la mujer y otros
grupos marginados, la protección del medio ambiente, etc.-, sino que ha de abrir
un nuevo frente en el que el sentido de estas reivindicaciones quede bien
establecido. O lo que es lo mismo: que el Pensamiento Crítico, siempre aliado de
la izquierda, quede de nuevo rehabilitado, pues el arma que -a nuestro parecer-
se está utilizando con más eficacia contra los planteamientos clásicos es el
cuestionamiento mismo del valor de la Razón Crítica. Con ello se ha llegado a
su fragmentación y, por lo mismo, a su aniquilación, ya que en la unidad reside su
esencia. Ha de quedar claro que cuando decimos que la Razón Crítica ha sido
aliada de la izquierda no entendemos con esto, ni mucho menos, que ésta
siempre ha tenido la razón. Aquí razón quiere decir sentido de la historia, y, como
sabemos, con demasiada frecuencia la izquierda se ha valido de dudosas
“razones” para tratar de alcanzar dicho sentido.
La Historia no es un camino hacia ninguna parte, tal y como se nos quiere
hacer creer en la actualidad. Ahora bien, mostrar un horizonte definitivo que no
sea una etapa más sabemos que es una ardua pero inexcusable tarea que la
izquierda auténtica ha de abordar. Es su tarea si no quiere ser ella misma la
Penélope moderna, que lo que teje durante el día lo deshace por la noche al
alentar ciertas formas de individualismo a través de una visión hedonista de la
existencia muy extendida entre los ideólogos “progresistas”, que sirven de
referente intelectual a una juventud que, ante un porvenir incierto, ven en estos
cantos de sirena la panacea de su vida.

Imagen: Fotograma de Solaris (1972), de Andrei Tarkovsky.

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