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Desde 1911 hubo una preocupación por la situación de los obreros, y desde ese año se
han realizado innumerables congresos, resoluciones de la OIT y legislaciones de los
países para garantizar el desarrollo de forma armónica con los derechos de los
obreros. En el siglo XX se destacan tres proyectos desde 1911 hasta 1919, época en la
que se da la radicalización de las revoluciones obreras inspiradas por el socialismo.
Todos estos proyectos tienen algo en común; no se alejan del tronco del clasicismo
jurídico con la que fue creada la legislación civil por Bello y que, de la manera que
afirmaban los redactores, ha resultado insuficiente para las transformaciones sociales.
Pero el problema no está en la legislación civil que debe mutar, en realidad esta es la
función que tiene el derecho y las legislaciones como expresiones de una ciencia
inexacta en constante movimiento e inacabada; tan inacabada como el humano
mismo. El problema radica en que desde el siglo XX se ha venido ‘criticando’ la
incapacidad de las normas, pero hasta hoy se siguen privilegiando los patrones y el
desarrollo productivo por encima de cualquier infinita declaración de derechos;
pareciera que el derecho laboral se construye sólo mediante una lucha eterna por
demostrar que, por más subordinación laboral, los derechos necesitan de igualdad.
Siguiendo los cambios históricos y propuestas que se dieron en torno a las condiciones
del contrato de trabajo, se encuentra en escritos, como el de David Orrego Fernández
sobre la formación jurídica del trabajo en Colombia, que los distintos proyectos
legislativos que tenían como centro la Cuestión Social fueron encausando sus
esfuerzos hacia un cambio en la responsabilidad del patrono y la indemnización. Si
bien estas correcciones se podrían entender como un avance en los derechos sociales
de los trabajadores, al analizarse los ‘cambios’ que se produjeron frente a el tronco
clásico del derecho civil que llevaba regulando estos temas, es de notar cómo la
responsabilidad se veía dirigida a ciertos sectores de la industria (como el de las
maquinas) que se querían privilegiar y que si bien se quería una mayor protección a los
trabajadores, estos se enfrentaban a la dificultad de tener la carga probatoria como su
deber llevando esto a una negación de sus derechos frente a la indemnización. Por
último, la no intervención de forma directa del Estado es un factor fundamental para
entender la inmutabilidad del sistema arcaico que se prevé para las relaciones
laborales. Los doctrinantes han mostrado como en la idea de la economía política
proteccionista se entendía la intervención del Estado como accidental e indirecta. Esta
característica proveniente desde el siglo XIX y continuada por los proyectos legislativos
del XX hasta la actualidad, supone que el Estado no puede interferir en las relaciones
privadas excepto cuando esos esfuerzos individuales resultaran perjudiciales o
insuficientes.
Con este panorama que acabamos de exponer, cabe preguntarse ¿ha cambiado algo
hasta el siglo XXI, contexto en el que los Derechos Sociales han sido ampliamente
desarrollados, la lógica clásica sobre las relaciones laborales? ¿cómo afecta esto a las
dificultades de la actualidad? Lastimosamente, hoy, encontramos más movimientos
que abogan por una flexibilización del trabajo y de las formas de contratación para que
de esta forma no se siga ‘coartando’ el desarrollo productivo de los países. En
Colombia tenemos hoy en día una modalidad de contratación que ni siquiera es
reconocida por la legislación laboral. El famoso Contrato por prestación de servicios no
solo se promulgó como una forma de atender a una ‘’nueva realidad’’, sino como una
forma de flexibilizar las maneras de contratación para reducir la tasa de desempleo;
aquella que últimamente no ha parado de subir. En la actualidad es este contrato la vía
más utilizada para contratar dependientes de forma temporal, la más flexible con los
intereses de los empleadores (que tienen menos costos laborales) y, casualmente, la
más violatoria a los derechos del trabajador. Las personas bajo esta modalidad no
tienen derecho a pago por horas extras, la empresa no pagará sus incapacidades
médicas si se enferma, no tiene derecho a prima, a cesantías, licencias remuneradas,
gastos de transporte, entre muchos otros beneficios que se dejan exclusivamente para
los que sí hacen parte de una nómina.