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HIJITOS: ¿CREEN LO QUE DICEN VUESTROS LABI0S?

Hijitos de mi Inmaculado Corazón, os pregunto si realmente creéis en lo que decís


cuando en el santo sacrificio diario vosotros confirmáis vuestra fe diciendo: “Creo
en Dios Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra… la resurrección de la
carne y la vida eterna, amén.”

Os llamo con amor maternal a que examinéis en vuestro interior cuánto de verdad
hay en lo que profesáis para que podáis tener una concepción profunda de lo que es
la fe, mirad vuestro interior e interrogad a vuestro corazón si verdaderamente cree
y está convencido de que el infierno existe; os hago este cuestionamiento como
madre de la humanidad, porque si lo creyerais de verdad, no sería posible que
tengáis una relación amable con el pecado, aquel que os vuelve duros de corazón y
se resiste a acoger dócilmente las gracias que el cielo os brinda para vuestra
santificación, y así se cumplan los designios divinos en vuestras vidas.

Cuando una persona cree firme y verdaderamente que el infierno existe queda
transformada; le tendríais pánico al pecado, y a cualquier lazo que os encadene al
mal.

Cuando un corredor se encuentra en una carrera, si se tropieza en ella; se vuelve a


levantar y continúa corriendo; así vosotros hijitos míos es cómo os encontráis en la
tierra en una carrera para alcanzar con vuestra renuncia al pecado, la vida eterna;
más si caéis en pecado, Dios Padre os extiende las manos para que os levantéis de
nuevo con los sacramentos.

Mientras tengáis carne seréis siempre propensos a pecar, pero miraríais como el
gran regalo de amor al sacramento de la reconciliación que os levanta de vuestras
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caídas para limpiar vuestras almas de toda rebeldía a los preceptos divinos y os
servirías a diario del pan bajado del cielo que os fortalece en las pruebas de la vida,
para darle la lucha y no caer fácilmente en las ocasiones de pecado.

Si creéis verdaderamente en lo que expresan vuestros labios cuando hacéis el


CREDO, entonces debéis tener la certeza de que el infierno existe y por ende, que
existe también la nueva Jerusalén en la que habitan los santos del cielo.

Pensad hijitos míos que en vuestro paso por el mundo os estáis jugando vuestro
destino eterno; pensad que es en vuestro libre albedrío que Dios Padre os da la
posibilidad de hacer la elección del lugar en donde moraréis eternamente, pensad
que la vida en la carne es tan sólo un instante en la eternidad y que hoy, ahora os
debéis jugar el todo por el todo.

El momento para que os sirváis de misericordia de Dios es ahora. Tened presente


en todo momento que mientras sintáis latir vuestros corazones en el pecho tenéis
tiempo de acogeros a la misericordia de Dios Padre, una vez que abandonéis la
carne, os encontraréis con su justicia.

Vosotros tenéis un compromiso con Dios Padre en vuestro corazón, os creó a cada
uno de la nada; a su imagen y semejanza y sopló el aliento de vida en vosotros
cuando estabais en el vientre de vuestras madres, os creó a cada uno con amor para
que en vuestra libertad aprendáis a amarlo, aprendáis a conocerlo, a reconocerlo;
para que aprendáis a obedecerlo y en la tierra deis pasos de santidad que os
conducirán en el cielo a la gloria eterna; más si vosotros comprometéis esa realidad
en vuestras vidas y aceptáis que no habéis salido de las piedras, que no habéis
salido de una explosión atómica, sino que habéis sido creados por Dios Padre; que
él os hizo con sus propias manos, entonces ya os volvéis hijos de Dios, porque
aceptáis a vuestro Padre Celestial que os creó, y os volvéis pequeños porque tenéis
la capacidad de reconocer que sois una obra de Dios; más no vuestra propia obra.

Los tres enemigos del hombre son la carne, el mundo y el demonio. La carne es
aquella humanidad caída, la humanidad pecaminosa del hombre, aquello en la
carne que os inclina al pecado; más es por eso que Dios Padre os pide la obediencia,
para que podáis sujetar las tendencias malas con las que cargáis y así podáis
obedecerlo, que es una de las razones por las cuales fuisteis creados.

El segundo enemigo del hombre es el mundo; no debéis confundir el mundo con la


tierra, con la creación; el mundo es un espíritu; es vivir en función a las cosas
materiales y hacerles culto a ellas. Al mundo pertenece todo lo que adora las cosas
temporales para un beneficio maléfico; es el caldo de cultivo de donde emergen la
vanidad, el egoísmo, la violencia, el vicio, la decadencia; es un espíritu. En este
punto hijitos míos lo importante es que vosotros os defináis como seres espirituales
y podáis tener conocimiento si el espíritu que anima vuestras existencias en
vuestro paso en la tierra es el espíritu del mundo o es el Santo Espíritu de Dios
quien mora en vosotros para vuestra santificación.
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El tercer enemigo del hombre es el demonio; y este es específicamente un ángel


caído que forma parte de aquella 1/3 parte de los ángeles que fueron arrojados a la
Tierra de la presencia de Dios (Apocalipsis 12, 9: El dragón grande, la antigua
serpiente, conocida como el Demonio o Satanás, fue expulsado; el seductor del
mundo entero fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él). La tentación de la
antigua serpiente al hombre es: “seréis como Dios”, entonces os digo que el infierno
está hecho de la diosificación del hombre. Hoy en día la psicología moderna habla
de “autoestima”, “pensamiento positivo”, “realización personal” diosificando al
hombre como autosuficiente, olvidándose de que fue obra de Dios y de que debe
someter su libre albedrío a la voluntad divina para alcanzar la santidad.

Pequeños míos, hay mucho por hacer, hay mucho que entregar, hay mucho por qué
orar, hay mucho por ayunar.

Descubrid vuestras vidas a la Luz del amor de Dios, donde no hay oscuridad ni
dobleces; todo está en vuestras manos hijitos, dura es la batalla que debéis lidiar
con las huestes del mal pero; no olvidéis que estáis luchando por alcanzar la corona
de la vida eterna, como dignos herederos del trono del Altísimo.

La morada celestial está preparada para cada uno de vosotros, y la puerta de


entrada que es el Sagrado Corazón de Jesús que tiene inscriptos vuestros nombres
con su sangre vertida en la cruz. Abrid vuestros corazones de par en par para
aceptar el amor misericordioso y eterno que Dios Padre deposita en vosotros, aquel
que os dará recompensas eternas.

Os amo Hijitos míos, os doy mi bendición; Mamá María.

YO MARÍA MADRE OS GUÍO EN VUESTRO CAMINAR, OS DOY LAS


HERRAMIENTAS NECESARIAS PARA QUE PODÁIS REPARAR A TIEMPO,
LO QUE MAL HAN REALIZADO, SÓLO ASÍ ESTARÁN CERCA DE MI;
PUDIENDO CONMIGO SALVAR A LOS QUE AMAN.

Mayo. 2019

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