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Estudios INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS Carlos Oviedo Cavada Arzobispo de Antofagasta I. INTRODUCCION 1. Al celebrarse el cuarto centenario del III Concilio de Lima, en 1983, hubo algunos actos conmemorativos de mucha utilidad para rescatarlo de un injusto olvido y para destacar un acontecimiento que tuvo una larga resonancia eri muchos pafses de nuestra América. Fue de una especial importancia la conmemoracién promovida por el CELAM en Lima, en la misma ciudad donde tuviera lugar tan magna asamblea! . 2. Ha resultado una gran carencia, dentro de tales celebraciones, la falta de una edicién eritiea:de las actas y de todos los documentos pastorales del mismo Concilio III de Lima? . Es particularmente sensible esta carencia por cuanto en la actualidad es muy dificil tener en un solo volumen, o en una coleccién, tales documentos. Por otra parte, la apreciable obra de Rubén Vargas Ugarte, 8.J., es ya muy escasa®, Una edicién critica de todo el III Concilio atin se desea y espera. 3. Para el centenario aparecié una edicién conmemorativa de Enrique T. Bartra, $.J., que es una versién castellana de los decretos del Coneilio’, pero que era sélo un avance a una futura edicién critica, Fue 1 Las ponencias habidas en sesiones de estudio fueron publicadas en la Revista ‘Teologia Limense, vol. XVI, N° 3, vol. XVII, nn. 2y 3 y vol. XVIII, N° 2. 2 Enlareunién del CELAM en Ypacaraf, Paraguay, en marzo de 1987, solicité un voto de la asamblea para rogar al sefior Cardenal Juan Landézuri, arzobispo de Lima, presente allf, que se hiciera cuanto antes una edicién erftica, y su publicacién, del III Concilio de Lima con todos los documentos pastorales. 1 voto conté con la buena acogida de todos los participantes en Ypacarat. 3. Vargas Ugarte, $.J., Rubén, Concilios Limenses (1551-1772), t. L, Lima 1961; t. I, Lima, 1952; t. IT, Lima, 1954. 4 Tercer Concilio Limense, 1582-1583. Edicién castellana original de los decretos con el Sumario del Segundo Concilio Limense. Edicién conmemorativa del IV Centenario de su celebracién, con una introduccién del P. Enrique T. Bartra, $.J., Lima, 1982. 10 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 oporturia, dé todas maneras, dada la dificultad de conseguir el texto de aquel Concilio. Lamentablemente esta edicién carece de indices para facilitar su lectura. Pero mas notable es no haber ofrecido los documentos pastorales del Coneilio. 4, Esa conmemoracién ha tenido la més valiosa contribucién -a mi en Ia obra de Juan Guillermo Durén sobre el Catecismo de ese Coneilio® . Esta obra va mucho mas alla del Catecismo, pues constituye una muy completa historia y un valioso repositorio documental acerca del mismo Concilio. 5. La importancia de este III Concilio de Lima se puede apreciar cada vez mas cuando se profundiza en sus textos y también cuando es posible seguir sus huellas; es decir, conocer sus buenos efectos e influencia a través del tiempo. 6. Por cierto, el III Concilio limense fue uno de los acontecimientos més providenciales en la vida de la Iglesia durante el periodo hispano, particularmente para todo el territorio del Arzobispado de Lima, en el que se encontraban las dos diécesis chilenas, Santiago y La Imperial. Dicho Concilio tuvo una proyeccién doctrinal, pastoral y social de muy vastas proyecciones. Y més alla de sus documentos, inspiré un espiritu y un estilo de conduccién pastoral en la Iglesia que duré por varios siglos. Al mismo tiempo su validez doctrinal y pastoral lo inscribe como uno de los factores mas positivos de la Iglesia del periodo hispano y, en algunos aspectos, hasta la primera mitad de este siglo, como fue precisamente su Catecismo. 7. El presente estudio no tiene por finalidad una historia del III Coneilio de Lima ni tampoco profundizar en su doctrina, sino seguirlo en la influencia suya que exhiben los s{nodos chilenos de 1584 (?) a 1763, y puede agregarse el primer sinodo de la republica en 1851. Para la finalidad de este trabajo hay que considerar previamente los principales acuerdos del Concilio y luego seguirlos a través de los sinodos chilenos para concluir con una reflexién final. 8, La Real Cédula de Felipe II al arzobispo de Lima, dada en Badajoz el 19 de septiembre de 1580 fijaba la finalidad del III Concilio de Lima: “... para reformar y poner orden en las cosas tocantes al buen gobierno espiritual de esas partes y tratar del bien de las almas de esos naturales, su doctrina, conversién y buen ensefiamiento y otras cosas muy convenientes y necesarias para la propagacién del Evangelio y bien de la religién, se ordené que se congregaren en esa ciudad todos los Obispos sufragdneos..."6 . 5 Durén, Juan Guillermo. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus complementos pastorales (1584-1585). Estudio Preliminar. Textos. Notas. Buenos Aires, 1982. 6 Vid, Tereer Concilio Limense. 181. 1988] _INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS: ll 9. Eran‘los naturales la principal preocupacién y tarea que encomendaba Felipe II al Concilio. La asamblea conciliar fue coherente con ese propésito por el cual se reunfan los obispos sufragdneos con el metropolitano de Lima. 10. Los resultados de este Concilio fueron muy superiores a la misma participacién general de los padres conciliares, porque los primeros nueve meses fueron objeto de ineretbles vicisitudes negativas y amargas, originadas por la conducta del obispo de Cuzco, Sebastién de Lartatn, quien arrastré consigo a la mayorfa de los demés obispos. Esta situacién culminé en abril de 1583, con la excomunién con que santo Toribio de Mogrovejo, presidente del Concilio, castigara primero al obispo de Tucumén fray Francisco de Victoria, y luego a los obispos de Santiago fray Diego de Medellin, al de Cuzco Sebastian de Lartaiin y de Paraguay fray Alonso Guerra. Segiin la tradicién de la Iglesia, en los Concilios hay una especial accién del Espiritu Santo y aqui se comprueba cémo a pesar de la debilidad, fragilidad y hasta malicia de algunos padres conciliares, el resultado total de este III Concilio limense fue de una inmensa y dilata- da buena influencia en las iglesias de la América espafiola. Contaron, por cierto, los padres conciliares con la santidad del arzobispo de Lima y del venerable obispo de La Imperial fray Antonio de San Miguel y con la muy meritoria colaboracién de algunos tedlogos diputados por el Coneilio, entre os que sobresalié el jesuita José de Acosta, més el apoyo de los prelados de las 6rdenes religiosas, quienes sustentaron al arzobispo Mogrovejo. Il. LOS PRINCIPALES ACUERDOS DEL III CONCILIO DE LIMA 11. En la perspectiva que me he propuesto de los sinodos chilenos, quiero seguir los principales acuerdos de este Concilio. El primero de todos fue dar nuevamente validez al I Concilio de Lima de 1567-1568, en que habia participado el obispo de La Imperial fray Antonio de San Miguel y entre sus consultores estaba fray Diego de Medellin, entonces guardian del convento franciscano de Jestis en Lima: "... conviene que se guarde con la veneracién que se debe a los estatutos canénicos: (Act. 2, cap. 1), y mandé que todos los curas y otras personas interesadas se procuraran copias de sus decretos en cuanto les correspondian (At. 2, cap. 2). Dar nuevo vigor canénico a ese Concilio era muy importante, porque: por la negligencia de muchos y poca ejecucién de algunos prelados vino a olvidarse casi del todo en las més Iglesias el dicho Concilio, de suerte que fue de poco efecto el haber provefdo y ordenado en él tantas y tan laudables constituciones"? 7 Vid. "Relacién de lo que se hizo en el Concilio Provincial que se celebré en la Ciudad de los Reyes el afio de mil quinientos y ochenta y ‘Tercer Concilio 12 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE. [Volumen 6 12. Se’ advierte en los sinodos chilenos una particular buena influencia de la Parte Segunda: De lo que toca a los indios del II Concilio de Lima, incluido en el Tercero. 13. Cuando el III Concilio Hegaba a su madurez, dejando de lado los terribles "pleitos cuzquefios", se aprobé en la Accién tercera, o tercera sesign, el 22 de septiembre de 1583, el capitulo 3 De la defensa y cuidado que se debe tener de los indios: "No hay cosa que en estas provincias de las Indias deben los prelados y los dems ministros asf eclesidsticos como seglares tener por més encargada y encomendada por Cristo Nuestro Sefior, que es sumo pontifice y rey de las &nimas, que el tener y mostrar un paternal afecto y cuidado al bien y remedio de estas nuevas y tiernas plantas de la Iglesia, como conviene lo hagan los que son ministros de Cristo. Y, ciertamente, la mansedumbre de esta gente y el perpetuo trabajo con que sirven y su obediencia y sujecién natural podrfan con razén mover a cualesquier hombre,s por dsperos y fieros que fuesen, para que holgasen antes de amparar y defender estos indios, que no perseguirlos y dejarlos despojar de los malos y atrevidos. Y asf, doliéndose grandemente de este santo s{nodo de que no solamente en tiempos pasados se les hayan hecho a estos pobres tantos agravios y fuerzas con tanto exceso, sino también el dfa de hoy muchos procuran hacer lo mismo; ruega por Jesucristo y amonesta a todas las justicias y gobernadores que se muestren piadosos con los indios y enfrenen la insolencia de sus ministros‘ctuando es menester, y que traten a estos indios no ‘como a esclavos sino como a hombres libres y vasallos de la Majestad Real, a cuyo cargo los ha puesto Dios y su Iglesia. Y a los curas y a otros ministros eclesidsticos manda muy de veras que se acuerden que son pastores y no carniceros, y que como a hijos los han de sustentar y abrigar en el seno de la caridad cristiana. Y si alguno por alguna manera hiriendo o afrentando de palabra o por otra via maltratare a algiin indio, los obispos y sus visitadores hagan diligente pesquisa y castfguenlo con rigor, porque cierto es cosa muy fea que los ministros de Dios se hagan verdugos de los indios"® . Este capitulo estaba en plena coherencia con el n. 116 de la Parte Segunda del Sumario del Concilio de 1567: “Que todos los ministros de la Iglesia traten humanamente y con amor a los ‘indios, y con precepto se prohibe que ningun cura ni vicario ni visitador castigue © hiera o azote por su mano a indio alguno por culpado que sea, y menos lo trasquile o haga trasquilar. El que cometiere algo de lo dicho sea penado en treinta pesos y en otras penas més graves, segtin fuere la culpa"? . Limense. 46, Tal era el olvido en que se encontraba este Concilio, después de dieciséis afios de su celebracién, que cuando se impugnaban en Roma los acuerdos del III, el representante del eabildo eclesidstico de Lima pedfa al Papa que se le diera una copia o traslado del Concilio de 1567, porque no sabfa su contenido, eft. Vargas Ugarte, o.c.,t. Ill, 106. 8 Vid., Tercer Concilio Limense, 87-88. 9 Vid,o., 177. 1988] _INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 13 Y tartbién correspondia a lo dicho en los nn. 125 y 126 de la Parte Primera de aquel II Concilio: n. 125. "Que no sean los indios forzados a cargarse como si fueran bestias. ¥ a los clérigos se prohibe que no los carguen ni los Ieven consigo cargados. Item, que las indias ya que las hacen criar los hijos de los espafioles, en ninguna manera consienta la justicia que les quiten sus propios hijos que crfan, que es tan gran 1.126. "Que a los esclavos morenos se les dé lo necesario para su sustento cristianamente, y no les castiguen con crueldad, como es con tocino derretido 0 con cera ardiendo quemdndoles sus cuerpos"!? . 14. El Concilio, en este capitulo, esté plenamente consciente de la finalidad por la cual se habia reunido, y después de recordarla, hace -con palabras mesuradas y objetivas- una breve descripcién de cuanto padecfan los indios, y los esclavos negros, exhortando finalmente a lo que debfa ser el buen cuidado que habia de tenerse con ellos. En esto seguia muy de cerca, como se ha visto, lo establecido en el II Concilio de Lima de 1567, que habia sido olvidado y descuidado. Es decir, la defensa de los indios es una materia principal del III Concilio, y aqui encontraria su apoyo la mayoria de los sinodos chilenos. 15. Lo tercero que ordenara principalmente el III Concilio limense serfa respecto alas costumbrés, materia en que los obispos eran muy abun- dantes para ordenar y corregir. Eneste sentido es donde se encuentran més citas y referencias en los sinodos chilenos. Pero éste es casi un aspecto se- cundario de la influencia de aquel Concilio, por cuanto se trataba de cosas muy particulares o bien ya estaban ordenadas en el Concilio de Trento. 16. Junto al espfritu que legaba el III Concilio de Lima en el cuidado, trato y actitudes hacia los indios, la mayor influencia suya que ha Iegado hasta la primera mitad de este siglo -como insinuaba anteriormente- esté en el Catecismo que ordenara hacer. Ya estaba en los votos del II Concilio, Parte Segunda, n. 2. Por esto, se acordé en la Accién Segunda, el 15 de agosto de 1583: “Para que los indios que estan atin muy faltos en Ja doctrina cristiana sean en ella mejor instruidos y haya una misma forma de adoctrinarlos, parecié necesario, siguiendo los pasos del concilio general Tridentino, hacer un catecismo para toda esta provincia, por el cual sean ensefiados todos los indios conforme a su capacidad, y a lo menos los muchachos le tomen de memoria y los dias domingos y fiestas le repitan en la iglesia o a lo menos reciten alguna parte de él, como pareciere més conveniente para el provecho de los demés. Manda, pues, el santo sinodo a todos los curas de indios, en virtud de santa obediencia y so pena de excomunién, que tengan y usen este catecismo que con autoridad se publica, dojados todos los demas, y que conforme a él trabajen de instruir las almas que estén a su cargo... Y para que el mismo fruto se consiga en los demas pueblos 10 Vid, 0.c., 154-155. 4 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 que usan diferente lengua de las dichas (del Cuzco y aymara), encarga y encomienda a todos los obispos, que procure cada uno en su didcesis hacer traducir el dicho catecismo por personas suficientes y pias en las demas lenguas de su diécesis, y que la tal traduccién o interpretacién asf hecha y aprobada por el obispo se reciba sin contradiccién por todos, sin-embargo, de cualquiera costumbre en contrario que haya". 17. El Catecismo habia sido aprobado por Decreto conciliar el 3 de julio de 15831? . La razén de este Catecismo, ya desde el II Concilio, era que la pluralidad de catecismos confundia a los indios, pues -en aquel estado de la evangelizacién- crean que se trataba de diferentes religiones, seguin se afirmaba en el Testimonio de acuerdo de los Prelados del Concilio Provincial de la Ciudad de los Reyes, el 3 de julio de 1583, que justificaba el adjunto Catecismo: *... han imaginado y platicado entre sf (los indios) es diversa ley y diverso Evangelio lo que unos y otros ensefian... y que es cosa Ilana ser una de las mayores y més ciertas causas de no estar comtinmente aprovechados en la fe, al cabo de tan largo tiempo, el no haber habido orden de doctrinarlos, ni la conformidad que requiere su condicién natural"!® . 18. A su vez el Catecismo iba a ser implementado con otros documen- tos pastorales, como la Exhortacién a bien morir (Act. 2, cap. 29), que ya habia compuesto el Concilio. Todos estos documentos se reunirian en el Confesionario para los curas de indios, que el mismo Concilio mandara hacer (Act. 5, cap. 3) ##. 19. Otra materia importante que se agregé también al Catecismo fue el Sumario de algunos privilegios y facultades concedidos para las Indias por diversos Sumos Pontifices 15 . Este Sumario fue de gran utilidad para todos, y de él hay continuas referencias en los sinodos chilenos. 20. Fundamentalmente, la gran aportacién que recibieron las dos diécesis chilenas del III Concilio limense fueron la preocupacién y compromiso, tan decididos, por la defensa del indio y el Catecismo que permitié transmitir la fe a espafioles e indios de manera sencilla y, por sobre todo, fiel a la doctrina de la Iglesia. Este Catecismo Megé hasta nosotros en la primera mitad del siglo XX. 21. Todo cuerpo juridico eclesiastico, mas all4 de sus normas, y orde- nanzas, deja un espiritu, una manera de vivir el compromiso cris-tiano. E] III Coneilio de Lima, en estas dos aportaciones fundamentales, legé un espfritu y un estilo de conducir la vida de la Iglesia que perduré por varios siglos. 1 Vid, o.c., 60-61. 12 fr. Duran, o. 13 Cfr.o.c., ib. 14 Of 0¢., 415-443. 15 Cf. 0. 485-487. 95 y 229, nota 47. 1988] _ INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS. 15 22. Tal espiritu y estilo no fueron, por cierto, una improvisacién o novedad del III Concilio. Habia entre los padres conciliares, junto con su docilidad al Espiritu Santo, por la santidad de varios de ellos, también una gran experiencia y una tradicién que provenia del II Concilio limen- se. Entre los padres se contaban dos que habian participado también en ese Concilio: fray Antonio de San Miguel, obispo de La Imperial, como ya se notara, y fray Pedro de la Pefia, obispo de Quito. Este Ilegé a Lima en octubre de 1582 y fallecié el 7 de marzo de 1583, tocdndole vivir los meses mas ingratos del Concilio por los famosos “pleitos cuzquefios". La santi- dad de ellos y del arzobispo Mogrovejo pesaba, sin duda, en la asamblea conciliar. La gran experiencia en la defensa de los indios la represen- taban los dos obispos de Chile, el de La Imperial y fray Diego de Medellin, obispo de Santiago. Ambos habfan hecho de la defensa de los indios y de la evangelizacién de los mismos una accién prioritaria del pontificado de cada uno. Son notables, en este sentido, las cartas de Medellin al rey. Santo Toribio, que desde muy poco tiempo regia la arquidiécesis de Lima - habia tomado, posesién de ella personalmente el 11 de marzo de 1581-, se habia preparado convenientemente con una intensa y amplia visita pasto- ral. Este patrimonio moral del concilio fue de especial significacién para Ja que seria en el futuro la condueta de los obispos de Chile. III. LOS SINODOS CHILENOS 23, La préetica sinodal en Chile se inicia a partir del III Concilio de Lima. En efecto, al regreso a sus diécesis, los obispos San Miguel y Mede- Iiin tuvieron, en sus respectivas sedes, los dos primeros sinodos. Esta préctica, sin embargo, no serfa muy frecuente en Chile, como ocurriria en toda la América hispana, a pesar de la legislacién tridentina, hecha excepcién precisamente de Santo Toribio de Mogrovejo en Lima. 24, El estudio presente se circunscribe, como se ha dicho, a los sinodos del periodo hispano. En 1840 Gregorio XVI creé el arzobispado de Santiago, separando las dos diécesis chilenas de la metropolitana de Lima y crean- do otras dos nuevas diécesis. Por consiguiente, en el nuevo arzobispado dejaba de regir lo establecido normativamente por el III Concilio de Lima. EI primer sfnodo del perfodo republicano, y en la jurisdiccion del arzo- bispado de Santiago, se tuvo en la didcesis de Ancud en 1851 y fue celebrado por su primer obispo Justo Donoso, el gran canonista del siglo pasado. El puso en vigor nuevamente en aquella diécesis el III Concilio de Lima: “"Siendo constante la autoridad y fuerza obligatoria de los decretos del Concilio Provincial Limense, celebrado en 1583 por el Arzobispo de Lima Santo Toribio de Mogrovejo, y confirmado por la Santidad de Gregorio XIII, a peticién del monarea espafiol Felipe II, al cual concurrieron los obispos del pafs, cuyas diécesis pertenecfan a la provincia eclesiéstiea de Lima, mandamos se observen y guarden, en este obispado, todas las prescripciones de aquel Concilio que no 16 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 hayan’ sido derogadas por costumbres legitimas y disposiciones ulteriores, emanadas de autoridad competente" (Tit. XXI, const. 1)'6 . 25. Sin embargo, el Sinodo del obispo Donoso, aunque daba fuerza juridica al III Concilio de Lima en su diécesis, no incluyé precisamente lo ‘que era més caracteristico de aquel Concilio; es decir, lo relativo a los in- dios y al Catecismo. No deja de sorprender la ausencia de tales materias, porque la diécesis de Ancud abarcaba extensos territorios poblados por indios. Este Sinodo no alcanz6 a ser promulgado por Donoso!?. 26. Aqui serdn estudiados los siguientes sinodos chilenos'® . = Ide La Imperial, celebrado por el obispo fray Antonio de San Miguel en 1584 (2). Es el primer sinodo chileno; - I de Santiago, celebrado por el obispo fray Diego de Medellin, en 1586; - III de Santiago, celebrado por el obispo Francisco Gonzdlez de Salcedo en 1626!9 - - IV de Santiago, celebrado por el obispo fray Diego de Humanzoro en 1670° - - V de Santiago, celebrado por el obispo fray Bernardo Carrasco y Saavedra en 16887! . - IV de Concepcién, celebrado por el obispo Pedro Felipe de Aztia e Iturgoyen en 17442 ;y ~ VI de Santiago, celebrado por el obispo Manuel de Alday en 1763%. 16 Vid. El primer Sinodo chileno de la Epoca Republicana: Ancud, 1851. Ediciones Universidad Catélica de Chile, Santiago de Chile, 1983. Su editor es el Pbro. Fernando Retamal. 173. cfr. 63, 64, 70, 84, 103, 105,106, 107, 108, 111 y 139. 17 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, Sinodos y Concilios chilenos, 1584 (?) - 1961. istoria” 3 (1964) 45-46. 18 Cfr. 0c, 7-86. 19 Sinodo diocesano de Santiago de Chile celebrado en 1626 por el Ilustrisimo sefior Francisco Gonzélez de Salcedo. Transcripcién, introduccién y notas por Carlos Oviedo Cavada. "Historia" 3 (1964) 313-360. 20 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, Sinodos y Concilios chilenos. 26-28. Oviedo Cavada, Carlos, E] Cuarto Sinodo de Santiago. "Boletin de la Academia Chilena de la Historia”, n. 94 (1983) 153-171. 21 Sinodo Diocesano, con la Carta Pastoral convocatoria para ella... Celebréla el Tlustrisimo y Reverendfsimo Sefior Doctor Maestro, Don Fray Bernardo Carrasco y Saavedra. Lima, 1691, 2* edicién en Lima, 1764. Esta es la edicién citada aqui. 22 Primero Sinodo Diocesana, celebréla el IItmo. Sefior Doctor D. Pedro Felipe de ‘Azia e Iturgoyen... Obispo de esta Santa Iglesia de la Concepcién de Chile, después Electo Arzobispo de a Metropolitana de Santa Fe... en la Santa Iglesia Catedral de dicha Ciudad de la Concepeién... (Madrid) afto de 1749, 2° edicién en Santiago, 1867. Esta es la edicién citada aqui. 23 Sinodo Diocesana que celebré el Ilustrisimo Sefior Doctor Don Manuel de Alday y Aspée, Obispo de Santiago de Chile. Lima, 1764. : : 1988] _INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS «17 27. De Ibs otros sinodos de esta misma época, o sea el II de Santiago (1612), el II de Concepcién (1626), el III de Concepeién (1702) y el V de Concepcién (1774) no se conocen sus actas ni se tienen especiales noticias de ellos, excepeién hecha del sinodo del obispo fray Martin de Hijar y Mendoza de 1702* . Por esto, tales sinodos quedan fuera de mi estudio. @) Sinodos del obispo San Miguel, en La Imperial, y del Obispo Medellin, en Santiago 28. Del I Sinodo de La Imperial se sabe muy poco; apenas que fue cele- brado, y se supone que fue en 1584, Sus actas no se conocen. Ciertamente este Sinodo debié reflejar, en manera importante, lo recientemente esta- blecido por el III Concilio de Lima, coherente con la anterior accién pasto- ral del mismo obispo San Miguel. 29. El obispo Medellin, tal como su colega de La Imperial, celebr6 el I Sinodo de Santiago a su regreso de Lima. Lo reunié en 1586. No se conocen sus actas; pera parte de la materia contenida en ellas aparece més tarde citada en el Sinodo del obispo Carrasco? . Igualmente, es de suponer que el obispo Medellin transmitié en su Sinodo los grandes acuerdos del Concilio limense. La defensa del indio distinguié a este prelado. Y otro hecho importante, de muy vastas proyecciones futuras, fue que en 1584 el obispo Medellin habia fundado el Seminario de Santiago, coherente con aquel Concilio (Act. 2, cap. 44). Es Mcito suponer que tan importante materia haya estado contemplada en el Sinodo. 30. Los Sinodos de San Miguel y de Medellin, a pesar de que atin el III Concilio de Lima no habia aleanzado ni la aprobacidn pontificia -que le fue dada por Sixto V el 31 de octubre de 1588-, ni la aprobacién real -que le concediera Felipe II el 18 de septiembre de 1591- tienen que haber recogido, ademés del espitira de aquel Concilio, muchos de sus principales decretos. Conocida la personalidad de ambos prelados, es perfectamente posible que asi haya ocurrido en esos Sinodos. b) Sinodo del obispo Salcedo, en Santiago 31. Este III Sinodo de Santiago fue convocado por el obispo Salcedo el 25 de febrero de 1626: para que en él se ordene, disponga y determine sobre las cosas necesarias y convenientes al buen gobierno espiritual y bien de los naturales y su conversién y doctrina y otras cosas necesarias a la vida y costumbres de los fieles cristianos ‘que en el dicho nuestro Obispado residen, corrigiendo excesos y renovando otras cosas conforme a los sacros cénones"?® . 24 Oviedo Cavada, Carlos, Sinodos y Concilios chilenos. 32-34. 25 Cf. Oviedo Cavada, Carlos, 0.c., 28. 26 Vid., Sinodo de Salcedo, 317. 18 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 32. El Sinodo tuvo lugar entre los dias 23 de abril de ese afio, domingo de Quasi modo, y a principios de mayo estaba ya concluido. La Real Audiencia impidié su publicacién y el obispo hubo de evar su causa al Consejo de Indias. Finalmente, por Real Cédula de Madrid, de 9 de julio de 1630, el rey le dio su aprobacién. Pero el obispo Salcedo no promulgé su Sinodo, que permanecié desconocido por mucho tiempo, hasta que yo lo publicara por primera vez en 1964, 33. La influencia del III Concilio limense se advierte en la valiente y vigorosa defensa de los indios guarpes de la provincia de Cuyo que hiciera el obispo Salcedo. Estos indios eran levados desde Cuyo a Santiago y sus contornos y a Coquimbo. “pasdndolos por la cordillera nevada que ha sido sepultura de gran suma de hombres, mujeres y nifios por el hambre y rigor de los temporales, de vientos y frfos excesivos, y venir muchas veces en colleras como galeotes por que no se vuelvan a sus tierras; han padecido miserablemente que sélo pensarlo causa compasién y horror que tal se hiciese entre gente cristiana... y no se huyesen de temor a partes pantanosas y a las montafias y cerros, por la tiranfa de los que van a buscar para traerlos a este Reino, por mano de mulatos y mestizos y gente desalmada, que les usurpan las mujeres e hijos y les hacen melos tratamientos y molestias, de que resulta haya muchas mujeres apartadas de sus maridos y muchos hijos de sus padres, por traer a los dichos indios casados y solteros sin discrecién a las dichas mitas, y quedarse de ordinario las mujeres casadas sirviendo muchos afios en estas partes, y amancebarse con otros indios y en la dicha provincia sus maridos con ajenas mujeres ora cristianas y a veces gentiles; y para cobrar los maridos a sus mujeres, después de larga ausencia, acontecer quitar la vida a los que las tienen usurpadas, o perder la suya en la demanda, 0 seguirse sobre estos graves inconvenientes. Y otras veces por dejar los padres a sus hijos pequefios en sus tierras cuando los traen a cumplir las dichas mitas si vuelven a sus pueblos, de ordinario los hallan muertos por faltar quien los sustente... Y si se hubiesen de referir més particularmente los desafueros e injurias que se ejecutan entre los dichos indios de mita, sélo por la comodidad de sus encomenderos, no habria corazén humano que no se condoliese de que tal se permita’2? . 34. Contra esos abusos, el Sinodo se opuso tenazmente, aun con censuras, para impedir que continuara ese indigno tréfico humano, disponiendo seis ordenanzas®* . Estas mismas fueron la causa de que la Real Audiencia tratara de impedir la vigeneia del Sinodo. El obispo Salcedo, después de una larga batalla legal obtuvo, como se dijo, la aprobacién del Sinodo. Los abusos de parte del cabildo de Santiago continuaron, a pesar de toda la obra en contrario que desplegara este celoso obispo con el fin de proteger a los indios?® . 21 Vid, oc, 351-352. 28 Vid, o.c, 351-354. 29 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, El Sinodo chileno de Salcedo, 1626. "Anuario | i i | 1988] _INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 19 38. Este Sinodo aprobs y propuso el Catecismo del Concilio Limense (Cap. II, const. 1), en particular para los indios y los morenos 0 negros. Y otro punto que incorporé, de gran importancia en la época, fue el Arancel del III Concilio, por los inconvenientes que habia para seguir el que se usaba en Santiago. No tuvo suerte esta decisin del Sinodo, pues el rey lo hizo reemplazar por otro - 36. Las citas directas que contiene el Sinodo de Salcedo del III Concilio Limense son las que siguen: - La vigencia de aquel Concilio fue decretada cuando se iniciaba el Sinodo: ". Su Sefiorfa Reverendfsima dijo que mandaba y mandé en cuanto es necesario que el Santo Conecilio de Lima que se celebré el afio pasado ochenta y dos y ochenta y tres, confirmado por Su Santidad y mandado guardar por la Majestad del Rey nuestro Sefior, se guarde y cumpla enteramente, como en él se contiene"! - En el Prefacio y Principio del Sinodo se propone el Catecismo de aquel Concilio: “aprobado por la Santa Sede Apostélia, y ha pasado por la majestad del Rey nuestro Sefior y pasado:por su Real Consejo de Indias, y por otro celebrado en la misma metrépoli el afio de mil y seiscientos trece..."2 - Cap. IT, const. I. La ensefianza del "catecismo limefio" a los indios y morenos (cfr. Act. 2, cap. 4); - Cap. II, const. VI. Que no se digan misas en casas particulares omo lo mandan los santos Concilios de Trento y Limenses" (cfr. Act. 2, cap. 24); - Cap. IV. En su Introduccién relativa a las obligaciones de los adres sacerdotes curas” alude, en general, a los Concilios de Lima; - Cap. IV, const. VIII. Los clérigos no pueden ser procuradores 0 administradores en cosas seculares (cfr. Act. 3, cap. 18); - Cap. IV, const. IX. Ninguin “cura de indios azote por sus manos a indio o negro de su doctrina, ni lo castigue de otra manera alguna por su misma persona" (cfr. Act. 3, cap. 30); - Cap. IV, const. X. Los sacerdotes no desamparen sus doctrinas en tiempos de Semana Santa, Pascua y Corpus Christi (cfr. Act. 4, cap. 18); - Cap. IV, const. XI. Cémo ayudar a bien morir a los indios y a quienes estan en sus doctrinas (¢fr. Act. 3, cap. 29); Hist6rico-Juridico Ecuatoriano". Quito, 1980, t. II, 617-621. 30 Cfr. Sinodo de Salcedo, 360. 31 Cfr. ib, 326. 32 Cfr.ib,, 329. 20 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE (Volumen 6 - Cap. IV, const. XIV. No se deje la doctrina mientras no Ilegue el sucesor y dé cuenta el cura de las cosas de la Iglesia (cfr. Act. 2, cap. 41); - Cap. VI, const. III. No se pida a los indios con ocasién del bautismo (cfr. Act. 2, cap. 38); - Cap. VI, const. VI. De la comunién de los indios para Pascua de Resurreccién (cfr. Act. 2, cap. 20); Cap. VI, const. XVIII. No celebrar Misa en casa particular, si no es oratorio aprobado por el Ordinario (¢fr. Act. 2, cap. XXIV); - Cap. VI, const. XIX. Ninguna persona impida los matrimonios de indios e indias, ni de los negros y negras que se quisieren casar, sino libremente los dejen contraer con quien fuere su voluntad (cfr. Act. 2, cap. 36);y = El arancel (cfr. Act. 4, cap. 15). 37. Destacan en este Sinodo aquellos aspectos fundamentales del II Concilio de Lima: la preocupacién por los indios y la ensefianza de la doctrina cristiana segin su Catecismo. Este Sinodo fue también plena- mente coherente con su convocatoria, en que se indicaba su finalidad. Otros aspectos disciplinares del Limense también fueron acogidos en el Sinodo, como se ha podido comprobar en las referencias anteriores. 38. El Sinodo del obispo Salcedo representa un testimonio de gran importancia en la vida de.la Iglesia en Chile; pues por la valentia y libertad de espiritu del prelado, a pesar de la desafortunada suerte de sus actas, Ilegé a tener influencia importante mucho tiempo después, como se puede leer en el Sinodo del obispo de Aziia, en 1744, precisamente en la Tinea de la defensa de los indios. El obispo Salcedo reunié su Sinodo poco mas alld de cuarenta afios del III Concilio de Lima y muestra ser por entero consecuente con su letra y espiritu. E] Concilio estaba vivo en esa época. ¢) Sinodo del obispo Humanzoro, en Santiago 39. En 1666 el obispo Humanzoro convocé el IV Sinodo de Santiago, para ese mismo afio. Las dificultades que continuamente le promovian la Real Audiencia, de una parte, y el gobernador de Chile Francisco Meneses, de otra, le obligaron a dilatar su celebracién hasta 1670. El obispo, debido a su pobreza y con el fin de invertir todo su dinero en ayudar a los pobres y coneluir la catedral de Santiago, no edité el Sinodo, de tal manera que sus actas, hasta ahora, son deseonocidas™. 40. La decidida, valiente y perseverante defensa de los indios que hacia este notable obispo, al extremo de ofrecer varias veces su renuncia al rey y a la reina gobernadora porque sus quejas en tal sentido no eran 33 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, Sinodos y Concilios chilenos. 26-28. E! Cuarto Sinodo de Santiago, le. 1988] _INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS a acogidas,’ hace suponer -con verdadero fundamento- que en su Sinodo fue coherente con el espfritu y la letra del III Coneilio de Lima. Las cartas de este obispo al rey son elocuente y vivo testimonio de eémo los obispos de Chile mantuvieron esa fidelidad a su misién, consecuentes con el patri- monio moral ricibido de aquella asamblea conciliar. 41, Algunas materias tratadas en el Sinodo de Humanzoro es posible conocer a través de referencias contenidas en el Sinodo del obispo Carrasco, en 1688. De ellas he escogido las que dicen relacién con el III Concilio Limense. Son las siguientes: - Tit. de summa Trin(itate), cap. I. Uso del Catecismo; - Tit. de celebrat(ione) Mis(sae), cap. II. Prohibicién de celebrar la Misa en las salas de difuntos; - Tit, de offic(io) Rect(oris), cap. V. Nada se pida a los indios con ocasién de los sacramentos, ni por nada, ni por los entierros; - Tit. de offic(io) Rect(oris), cap. XVI. Los curas no deben ser tenedores de bienes ni herederos de los indios y demas gente que muere en sus curatos; - Tit. de vit(a) es honest(ate), cap. V. Del hébito clerical; - Tit. de Sponsal(ibus), cap. IV. La libertad para contraer matrimonio; 3 - Tit. de Sepult(atione), cap. VII. Nada se pida a los indios por los entierros; y - Tit. de Testam(entis), cap. IV. Los curas no deben ser tenedores de bienes ni herederos de los indios y demds gente que muere en sus curatos. 42, Si bien, hasta ahora, ha sido imposible encontrar el texto del Stnodo de Humanzoro, es licito afirmar -por su permanente actitud en la defensa de los indios contra los abusos de que eran victimas por los encomenderos- que él estaba imbuido del espfritu del III Concilio de Lima, y que lo deberia tener debidamente en cuenta en las actas del Sinodo. A ochenta y siete afios del Concilio limense, éste permanecia muy vigente en Chile. @) Stnodo del obispo Carrasco, en Santiago 43. Este Sinodo, el V de Santiago, fue convocado el 14 de enero de 1688 y se celebré en ese mismo mes, a partir del 184. Su aprobacién final se obtuvo el 8 de junio de 1695 por Real Cédula. La didcesis de Santiago estaba mucho més organizada y las normas disciplinarias dejan ver a una Iglesia ya en una etapa de madurez. Carrasco fue el décimo obispo de Santiago. Fue también notable su preocupacién y cuidado por los indios, 34 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, Stnodos y Concilios chilenos. 30. 22 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 aunque cmparativamente no se pereiben en él aquella fuerza y el vigor de Salcedo y Humanzoro, sus antecesores, y por Aziia, posteriormente en Concepcién. Pero este Sinodo seguia fielmente la tradicién que se habia expresado en el III Concilio de Lima, y por ello esté encabezado con el mandato de hacerlo cumplir en Santiago: Y en primer lugar, y por principio de todas las constituciones fue acordado por esta Santa Sinodo mandar, como mandamos, que se guarden, y observen todos Jos Decretos, y Constituciones del Coneilio Provincial de Lima, celebrado el afio de mil quinientos y ochenta y tres, y confirmado por la Santidad del Papa Gregorio Décimo tercio, a instancia de nuestro Rey Catélico Felipe Segundo, con todas las penas en ellas impuestas’®> . 44, Las citas directas del III Concilio Limense que contiene el Sinodo de Carrasco son las siguientes: - Cap. I, const. II. Ningin elérigo tome tabaco antes de la Misa (cfr. Act. 3, cap. 24); - Cap. I, const. III. Los sacerdotes no pueden confesarse revestidos para celebrar Misa (cfr. Act. 2, cap. 18); - Cap. I, const. V. Del orden de la celebracién de los Divinos oficios (ofr. Act. 2, cap. 27); ~ Cap. I, const. IX. Né‘éelebrar Misa en las salas de difuntos (cfr. Act. 3, cap. 24); - Cap. I, const. X. No celebrar Misas en las casas particulares (cfr. Act, 2, cap. 21); ~ Cap. Il, const. I. Los elérigos asistan a los oficios en las iglesias (cfr. Act. 3, cap. 25); - Cap. II, const. II. De la asistencia de los clérigos a la Salve en la Catedral (cfr. Act. 3, cap. 27); - Cap. IIL, const. VII. Del estudio de los elérigos (cfr. Act. 3, cap. 22); - Cap. III, const. IX. De las formalidades para proceder a la ordenacién de los Clérigos (cfr. Act. 2, cap. 30); - Cap. Ill, const. V. Evitar la profanidad en el hébito de los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 16); - Cap. III, const. III. Lo mismo de la anterior (Le); - Cap. IIT, const. Il. Del honesto trato con las mujeres (cfr. Act. 3, cap. 18 y 19); ~ Cap. III, const. Ill. De la prohibicién del juego a los elérigos (cfr. ‘Act. 3, cap. 17). En el Sinodo de Carrasco no se encuentra la referencia; ~ Cap. III, const. X. No se reciban clérigos sin dimisorias (cfr. Act. 3, cap. 9); = Cap. IV. En la Introduccién se alude, en general, al III Concilio Limense respecto de la reforma del clero; 35 Vid. Sinodo de Carrasco. "Principio de la Sinodo”, 8 y 10. 1988] _ INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 23 - Cap.‘IV, const. I. Del honesto trato con las mujeres (cfr. Act. 3, cap. 18); - Cap. IV, const. II. De la instruccién religiosa de los indios (se alude implicitamente a Act. 2, cap. 5); - Cap. IV, const. III. Lo que se ha de ensefiar en la doctrina cristiana (cfr. Act. 2, cap. 4); - Cap. IV, const. IV. De la instruccién de la gente ruda (cfr. Act. 2, cap. 4); - Cap. IV, const. VIII. Los curas no dejen sus curatos por acudir a fiestas religiosas en la ciudad (cfr. Act. 4, cap. 18); - Cap. IV, const. XII. Se ayude a bien morir a los indios y a todas las personas (cfr. Act. 2, cap. 19 y 29); - Cap. IV, const. XIV. Del hébito de los curas (alude implicitamente a Act. 3, cap. 16); - Cap. IV, const. XV. No se pida nada a los indios por los entierros (cfr. Act. 2, cap. 38); - Cap. IV, const. XVI. No se pida nada a los indios por los sacraments ni por cosa alguna (cfr. Act. 2, cap. 13 y 38); - Cap. IV, const. XVII. Los curas no se entrometan en los bienes de los difuntos (cfr. Act. 2, cap. 39); - Cap. IV, const. XI. Los ordenados a titulo de indios (cfr. Act. 2, cap. 3D; i - Cap. VI, const. I. Del uso del locutorio de las monjas (cfr. Act. 3, cap. 35); - Cap. VI, const. II. Los confesores de religiosas (se alude en general al Concilio Limense); - Cap. IX, const. V. Los dias de fiestas de guardar (cfr. Act. 4, cap. 9); - Cap. IX, const. VI. No se debe impedir el matrimonio a los indios y esclavos (cfr. Act. 2, cap. 36); - Cap. IX, const. VIII. Se pague a los curas que tienen cuidado espiritual de indios (cita el Limense, en general); - Cap. X, const. VIII. No se usen altares en las casas particulares con ocasién de fiestas (cita el Limense, en general); y - Cap. XI, const. I. Del Seminario en la Catedral (alude implicitamente a la Act. 2, cap. 44). 45. Este Sinodo exhibe una época de la diécesis santiaguina de una mayor evolucién y madurez. Los grandes temas del III Concilio de Lima estan a través de todas sus constituciones. Quiere decir que a ciento cinco afios de la celebracién de aquel Concilio su benéfica influencia estaba vigente e inspiraba en forma notable este cuerpo sinodal. e) Sinodo del obispo Aztia, en Concepcion 46, El IV Sinodo de Concepcién fue convocado el 4 de octubre de 1744 y se realizé en Concepcion entre el domingo 11 de ese mes y el 3 de diciembre wm ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE, [Volumen 6 del misma afio. Fue aprobado -después de una prolongada y ardua batalla legal en la Real Audiencia y en el Consejo de Indias- por Real Cédula el 31 de octubre de 1748, cuando el obispo Aztia ya estaba en su nueva sede, el arzobispado de Santa Fe (Bogota). 47. Azia demostré una preocupacién muy destacada por la defensa del indio y por la doctrina cristiana en su Sinodo. La impugnacién que le hiciera la Real Audiencia a algunas constituciones, referentes en particular a los indios, ha permitido conocer mucho mas profundamente el pensamiento del obispo Aztia y los documentos relativos a esta materia®®, En esa valiente defensa, Azia luché especialmente contra la venta del vino que se hacia tanto a los indios de tierra adentro como a los gue vivian entre espafioles. El apoyé su conducta en el II Concilio de Lima, que reprodujo en sus escritos dirigidos al Consejo de Indias. Se trata del n. 108 de la Parte Segunda. “Que el vicio pestilencial de embriaguez, que es rafz de la infidelidad y de innumerables males, se procure por todas las vias posibles desterrar de la nacién de estos indios. Lo primero, con la autoridad y cuidado de los gobernadores y justicias, a los cuales protesta este Sinodo que no habré firmeza en la fe de ‘Jesucristo en esta tierra en tanto que los indios no fueren refrenados de este vicio de borracheras. Lo segundo, con la diligencia y buena mafia de los sacerdotes, a Jos cuales se manda priniero que los amonesten tres veces, y después con rigor corrijan a los que vieren emborracharse. Y principalmente persigan las borracheras ptblicas que se hacen con sus taqufes y ceremonias, pues son indicios y sefiales de infidelidad y herejia"®” 48. La coherencia de la accién pastoral del obispo Aza con las disposiciones conciliares limenses fue, de verdad, levada hasta donde més podia defenderlas, y su tenacidad y lucidez lo muestran como un eximio prelado. 49. Tal como habfa ocurrido con S{nodos anteriores, el obispo Aztia dio comienzo al suyo con la afirmacién del III Concilio de Lima: “En primer lugar, y por principio de todas las constituciones de esta santa sinodo, fue acordado mandar, como mandamos, se guarden, y observen todos los decretos, y constituciones del concilio provincial limense del afio de ochenta y tres, confirmado por la santidad de Gregorio décimo tercio, a instancia de nuestro catélico monarca Felipe II, con todo lo que se estableciese en estas constituciones sinodales..."°8. 36 Cfr, Oviedo Cavada, Carlos, La defensa del indio en el Sinodo del Obispo Aztia de 1744. "Historia" 17 (1982) 281-354. at Vid. Tercer Concilio Limense, 175. a8 Vid. Sinodo de Aziia, 44. ' 1988] _ INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 25 50. Las citas directas del III Concilio limense que contiene el Sinodo de Aztia son las siguientes: - Cap. II, const, VIII. No se digan Misas en salas de difuntos ni otras profanas (cfr. Act. 2, cap. 24); - Cap. II, const. XI. No se tome tabaco antes de celebrar Misa y comulgar (cfr. Act. 3, cap. 24); - Cap. II, const. XVII. Del orden de la celebracién liturgica (cfr. Act. 4, cap. 13); - Cap. II, const. XXI. En el rezo del rosario no haya hombres mezclados con mujeres (cfr. Act. 2, cap. 23); ~ Cap. III, const. I. Los clérigos deben asistir a la Catedral en determinados dias (cfr. Act. 3, cap. 25); - Cap. III, const. II. De la asistencia a la Salve los sdbados (cfr. Act. 3, cap. 27); - Cap. III, const. V. Los dias festivos (cfr. Act. 4, cap. 9); - Cap. IV, De la honesta vida del clero (cfr. Act. 3, cap. 15 y siguientes);. ~- Cap. IV, const. III. Del decente hébito de los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 16); - Cap. IV, const. V. De la prohibicién del Juego a los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 17); fa - Cap. IV, const. VI. Los clérigos no acompafien a mujeres (cfr. Act. 3, cap. 18); - Cap. IV, const. VII. De la honesta vida del clero (efr. Act. 3, cap. 19); - Cap. IV, const. VIII. Prohibicién de comerciar para los clérigos (cfr. Act. 4, cap. 3); - Cap. IV, const. IX. Otras prohibiciones de comerciar para los clérigos (cfr. Act. 4, cap. 5); - Cap. IV, const. X. Prohibicién a los clérigos de rematar diezmos (cfr. Act.3, cap. 2); ~ Cap. IV, const. XI. De la instruccién de los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 22); - Cap. IV, const. XII. De las dimisorias necesarias para la ordenacién de los clérigos y exclusién de domicilios jurados (cfr. Act. 3, cap. 9); - Cap. V, const, III. De la obligacién de residir los parrocos (¢fr. Act. 4, cap. 18); - Cap. V, const. IV. Necesidad de saber la lengua de los indios por los curas que les administran (cfr. Act. 2, cap. 15); - Cap. V, const. V. Obligacién de los curas de ensefiar a su feligresia (cfr. Act. 2, cap. 5); - Cap. V, const. II. De lo que deben saber los que se bautizan (cfr. Act. 2, cap. 13); 26 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 - Cap! V, const, XIV. No se pida a los indios por los sacramentos (¢fr. Act. 2, cap. 13); - Cap. V, const. XVII. Ordenacién a titulo de lengua (cfr. Act. 2, cap. 3D; - Cap. V, const. XVII. Los curas no se introduzcan en las herencias de los indios (efr. Act. 2, cap. 39); - Cap. V, const. XX. Que sélo se bauticen en pilas bautismales (alude implicitamente a Act. 2, cap. 12); - Cap. V, const. XXVII. Asistencia de los pérrocos a los moribundos (cfr. Act. 2, cap. 29); - Cap. V, const. XXVIII. Los curas promulguen las fiestas y ayunos con distincién de espafioles e indios (cfr. Act. 4, cap. 9); - Cap. IX, const. I- Los religiosos no administren sacramentos de curas (cita implicitamente a Act. 2, cap. 12); - Cap. XIII, const. unica. Del Arancel (alude al Arancel del III Coneilio limense, introducido por el obispo Francisco Gonzdlez de Salcedo); - Cap. XIV, const. I. De la proteccién y cuidado de los eclesidsticos, en especial de los curas, para:les indios, y que se les guarden sus privilegios (cfr. Act. 3, cap. 3); - Cap. XIV, const. IIT. De los dias de fiesta y de ayuno (cfr. Act. 4, cap. 9; - Cap. XIV, const. IV. Quienes mds son comprendidos en los privilegios anteriores (cfr. Act. 4, cap. 9); - Cap. XIV, const. VIII. Libertad de matrimonio para los indios (cfr. Act. 2, cap. 36); y - Cap. XIV, const. V. Formalidades para el matrimonio (cfr. Act. 2, cap. 34). 51. Por ultimo, hay que destacar la urgencia que el obispo Aza manifesté en el Sinodo para que hubiera Seminario en Concepeién (Cap. XI, const. tinica), y que si bien todas sus referencias son del Concilio de Trento, esta preseripcién igualmente correspondia al III Concilio Limense, Act. 2, cap. 44. 52, El obispo Aztia, a pesar del breve tiempo que regia la didcesis de Concepeién, o sea desde la primera mitad de 1743, fue fidelisimo a la letra y al espfritu del IIT Concilio de Lima y del I, incluido en aquél. Todo lo relativo a la prohibicién de vender vino en las pulperias y, por consiguiente, el cierre de ellas en los dias festivos y también la interdiccién del juego de la chueca, que disponia en su Sinodo, miraba a 1988) INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 27 apartar a los indios de las borracheras®. Después de ciento sesenta y un aiios el III Concilio Limense estaba saludablemente en vigor en la didcesis de Concepcién, en el tan meritorio Sinodo de Azua. ) Sinodo del obispo Alday, en Santiago 53. Este VI Sinodo de Santiago fue convocado por el obispo Alday el2 de diciembre de 1762, y tuvo lugar entre el 4 de enero y el 18 de marzo de 1763. Fue promulgado el 22 de abril de ese mismo afio, al no haber opuesto cosa alguna en contrario la Real Audiencia de Chile. 54, Las condiciones en el reino de Chile iban experimentando algu- nos cambios mas favorables en la vida social, pero persistian los proble- mas relatives al trato de los indios. Estos se reflejan en la legislacién del Sinodo, que en su titulo XIX retoma las mismas preocupaciones de los Sinodoe anteriores, y que ya se encontraban en el III Concilio de Lima. Este Sinodo tuvo-lugar pocos afios antes de la expulsién de los jesuitas de Chile y, por eso, no demuestra la incisiva defensa de los indios, que iban a quedar sin el euidado misionero de aquéllos. De todos modos, este Sinodo snantiene viva la huella del Limense en las materias fundamentales que he sefialado: la defensa del indio y la ensefianza de la doctrina cristiana de acuerdo a su Catecismo. 35. Como los anteriores Sinodos, el de Alday empieza reiterando la vigencia del III Concilio de Lima: "Bien enterada la Sinodo de la Autoridad del Concilio Provincial de Lima, celebrado por el Sefior Santo Toribio el afio 1583 y confirmado por la Santidad de Gregorio XIII a instancia del Sefior Rey Felipe II, fue de parecer se formase particular Constitucién sobre la obediencia que se le debe prestar en esta Didcesis. Y asf mandamos a todos nuestros Suibditos observen respectivamente todas las Constituciones de aquel Coneilio" (Tit. II, const. 0. 56, Las citas directas del III Concilio de Lima que contiene el Sinodo de Alday son las siguientes: - Tit, I, const. unica. El Catecismo, que es el del III Concilio de Lima; - Tit. IV, const. V. Los médicos manden a confesar a los enfermos a los tres dias que los visitan (cfr. Act. 3, cap. 39); - Tit. IV, const. VII. El sacerdote revestido no se confiese (cfr. Act. 2, cap. 18); «Tit. V, const, II, De la manera de llevar el Vidtico (cfr. Act. 2, Cap. 25); 39 El juego de la chueca habia sido prohibido muchas veces antes, por diversos ‘obispos y hasta en sinodos anteriores. 4 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, Sinodos y Concilios chilenos, 38. 2B ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE, [Volumen 6 - Tit. VI, const. IV. Del orden de los divinos oficios en la Catedral (ofr. Act. 2, cap. 27); - Tit. VI, const. VI. Prohibicién de tomar tabaco antes de celebrar Misa y comulgar (cfr. Act. 3, cap. 24); - Tit, VI, const. VIL. Prohibicién de celebrar Misa en salas de difuntos (cfr. Act. 2, cap. 24); - Tit, VIII, const. XIV. Respetar los matrimonios de los esclavos (cfr. Act. 2, cap. 36); ~ Tit, IX, const. I. La asistencia de los clérigos a la catedral (cfr. Act. 3, cap. 25); ~ Tit. IX, const. VI. Del hébito de los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 16); - Tit. IX, const. VII, Del habito de los clérigos (1.c.); - Tit. IX, const. IX. Prohibicién del juego a los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 25); - Tit. IX, const. XV. De la vida y honestidad de los clérigos (cfr. Act. 3, cap. 4); ~ Tit. X, const. III. Ensefianza de las letras (cfr. Act. 2, cap. 43); ; Tit. XII, const. VI. De la recopilacién de los privilegios de los indios, del III Coneilio de Lima; - Tit, XVI, const. I. La clausura de las monjas (cfr. Act. 3, cap. 35); ~ Tit. XIX, const. I. Los;curas defiendan a los indios de las vejaciones y trabajos inmoderados que les impusieren los espafioles(cfr. Act. 3, cap. dv; - Tit. XIX, const. II. Los pérrocos instruyan a los indios en Ja doctrina (cfr. Act. 4, cap. 9; - Tit, XIX, const. III. Los negros bozales participan de los privilegios de los indios (cfr. Act. 4, cap. 9); - Tit. XIX, const. V. De los privilegios de los indios, segin el Concilio Limense; y ~ Tit, XIX, const. XI. Los pérrocos no pidan nada a los indios por las funciones parroquiales (cfr. Act. 2, cap. 38). 57. A la distancia de ciento ochenta afios de su celebracién, el III Concilio de Lima estaba en plena vigencia, en sus puntos fundamentales, en la diécesis de Santiago, como se comprueba en el Sinodo de Alday. Las referencias enumeradas tocan lo medular de aquel Concilio. IV. Las Consuetas de Santiago y Concepcién® 58. En las Consuetas de las catedrales de Santiago y de Concepcién se refleja grandemente la influencia también del II Concilio de Lima. Las 41 Para este apartado vale Oviedo Cavada, Carlos, Las Consuetas de las Catedrales de Chile, 1689 y 1744. “Revista Chilena de Historia del Derecho". Editorial Juridica de Chile. N? 12 (1986) 129-154. 1988] _ INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 29 Consuetas son cuerpos canénicos diferentes de los sinodos, pero ambas, las de Santiago y Concepcién, estan intimamente relacionadas con los respectivos sinodos. 59. El obispo Carrasco celebré su Sinodo en 1688, y las Consuetas fueron trabajadas entre el 19 de julio y el 16 de diciembre de 1689; esta ultima es la fecha de su publicacién. 60. En Concepeién, el obispo Aztia inicié el trabajo de las Consuetas el 14 de octubre de 1743 y fueron publicadas el 8 de diciembre de 1744; es decir, son contempordneas con el Sinodo. Estas Consuetas son casi una nueva versién de las del obispo Carrasco. 61. Si bien las Consuetas no reconocen como fuente de legislacién al III Coneilio de Lima, es indiscutible su influencia que nace en el II Concilio en su Primera Parte, De lo que toca a espafioles‘ y que tiene una continuidad en el III limense en su Accién Tercera*® . 62. Estas Consuetas, en la préctica, tuvieron una vida mucho mas larga que los sinodos en que se apoyaban y su vigencia en Santiago fue hasta el 17 de agosto de 1907 y en Concepcion hasta el 4 de septiembre de 1922. Hasta entonces, el III Concilio de Lima tuvo también una real vigencia disciplinar entre nosotros. V. REFLEXIONES FINALES 63. El répido recorrido a través de los sinodos chilenos del perfodo hispano para estudiar la influencia del III Concilio de Lima en ellos puede conducir a muchas reflexiones, del mas variado cardcter. Una de ellas puede ser el punto de partida de aquel Concilio. Su verdadero origen esta, més que en la legislacién eclesidstica de Trento, en la fuerza del poder civil espafiol en la Iglesia. Aqui se deja ver, como en tantas otras situaciones, la ambivalencia de aquella intromisién del rey en el campo eclesidstico; es decir, que el abusivo poder temporal en la jurisdiceién de la Iglesia a veces le prest6 una gran ayuda. Una de las principales y de mayores proyecciones es el III Concilio de Lima. 64. La iniciativa del III Concilio estuvo en el rey Felipe II y sus consejeros. No fue facil reunirlo, pues detrds de él habia laboriosos antecedentes y que no habfan Ilegado a felices resultados. Santo Toribio fue el providencial ejecutor de aquel verdadero mandato del rey prudente y que ya se habfa dirigido antes al antecesor del santo, el arzobispo fray Jerénimo de Loayza. De tal manera que sin aquella iniciativa de Felipe II, y mantenida con tanta insistencia, no hubiera sido posible reunir ese Concilio, La autoridad del rey y de su virrey en Lima fueron tan decisivas 42 O..,130. 4 Oc, 131. 30 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE {Volumen 6 como la voluntad y fe del arzobispo Santo Toribio, quien Tlegé a Lima con él encargo de reunir ese Concilio. Esto se confirma con lo que sucederia mds tarde con el IV Concilio de Lima (1591) y con el V (1601), que costé tanto congregar y cuyo desarrollo no resiste comparacién alguna con el III, pues la mayoria de los obispos no quiso o no pudo concurrir. 65. Por otra parte, aquel Concilio no adquirié validez efectiva mientras no hubo aleanzado la aprobacién del rey, que se tuvo solamente el 18 de septiembre de 1591. 66. En algunos s{nodos chilenos también la autoridad regia fue, a veces, la razén decisiva de su convocatoria, como en el caso del Obispo Saleedo . Ahi estuvo la iniciativa. Pero por otra parte la misma intromision de la autoridad civil impidié que dicho Sinodo Negara a tener oportuna vigencia, por la impugnacién hecha por la Real Audiencia de Chile. Al final, el Consejo de Indias otorgé validez a dicho Sinodo, exceptuando lo relativo a los indios guarpes y al Arancel; es decir, le cercené una de las materias que mayormente importaban al obispo Salcedo, comé era luchar contra los crucles abusos que padecian esos desgraciados indios. Sin duda, eso lo levé a no promulgar el Sinodo, a pesar de la aprobacién real. Por una parte se daba algo, y por otra se Guitaba. Bs la ambivalencia y ambigtedad del poder civil espafiol en la Iglesia, que -por cierto- ensel caso del III Concilio de Lima operé con verdadera felicidad. 67. Otro aspecto mds enervante todavia de la intromisién del poder civil espafiol en la Iglesia fue congelar la autoridad de los obispo. El obispo Humanzoro luché sin cansarse por desterrar los abusos que padecian los indios. Silencios y dilaciones respecto de sus cartas fueron muy frecuentes. Pero también recibfa, de vez en cuando, reconocimiento y Reales Cédulas que le daban la razn. Pero eso quedaba en los papeles: "Se acata, pero no se cumple”. No pasaba a la ejecucién ni a la vida real en la sociedad. Igual suerte tuvo el Sinodo del obispo Azxia en Concepeién. Después de ganarse la ultima batalla legal en Madrid y aleanzar la aprobacién real, aun en las constituciones més discutidas acerea de los indios, en la vida todo siguié igual y peor que antes. Ni uno solo de los abusos que el obispo Azua pretendia erradicar desaparecié, sino més bien prosperaron y legaron hasta nuestros dias, como era el innoble comercio Fe vino con los indios. Las autoridades y ministros reales nada acataron, en esa materia, del Sinodo y de la confirmacién del rey. 68. En cuanto a la influencia real del III Concilio de Lima, es decir, si las disposiciones suyas tuvieron verdadera eficacia a lo largo de los siglos, hay que hacer alguna distincién. 69. Siguiendo el recorrido de los sinodos chilenos, Ia preocupacién del Concilio Limense por la justicia y bienestar para los indios no tuvo la 44 Cfr. Oviedo Cavada, Carlos, Sinodos y Concilios chilenos, 21. 1988] _ INFLUENCIA DEL TERCER CONCILIO DE LIMA EN LOS SINODOS CHILENOS 31 eficacia deseada por los padres conciliares y por la confirmacién real. Desde el Sinodo de Salcedo en 1626, y antes seguramente en los Sinodos de San Miguel en 1584 (?) y de Medellin en 1586, hasta el Sinodo de Alday en 1763, se repiten las exhortaciones y castigos para quienes abusen con los indios. El problema se mantenfa vivo en todas sus manifestaciones, hasta en la venta del vino que corrompia a esos pueblos, como tan dramaticamente lo describia el obispo Aztia en 1744. El Concilio se dirigia en la defensa de los indios tanto a las autoridades civiles y militares como al gremio eclesidstico; pero este tiltimo no tuvo el apoyo del primero, que debfa velar por el buen orden civil, segtin era su cometido propio. 70. O sea, la influencia del III Concilio de Lima respecto de la defensa de los indios fue, en Chile, hacia el interior de la Iglesia, en cuanto ésta - especialmente en el nivel de su jerarquia- permanecié fiel al espfritu y letra del Limense, pero no tuvo significativa eficacia en el mundo civil. Los problemas superaron el mismo tiempo de vigencia del Concilio en Chile, pues permanecieron atin mucho tiempo después. 71. Donde el Concilio tuvo una gran eficacia -ademas de las Consuetas, vinculadas a sus respectivos sinodos- fue en su Catecismo. Todos los Sinodos chilenos los siguieron fielmente, y 61 legé hasta nuestros dias“ . La aportacién del Concilio en la unidad de la fe catélica y en un estilo de catequesis sfque tuvo una profunda proyeccién y significado. En este sentido, siendo lo mas importante en la Iglesia transmitir la fe de Cristo, el Concilio Limense fue un acontecimiento realmente providencial y eficaz. 72. Otro de los buenos frutos de este Concilio fue alentar una figura y estilo de obispo que trasluce en todos aquellos sinodos estudiados, y que co- rresponden a los votos de esa venerable asamblea. Los obispos debian ser “espiritual gufa de sus ovejas, no mandando con fausto secular, ni amando la torpe ganancia, ni mostrando en el demasiado regalo y aparato de su mesa que tienen el gusto en las cosas de este mundo, sino siendo moderados, benignos, fervientes en el celo de la fe y como padres siempre de los pobres, y cumpliendo su ministerio con perfecta solicitud de las almas que les estn encargadas. (Act. 3, cap. 1). 45. Todavia hay mucha gente que recuerda haber aprendido en la década de los afios treinta -y con més raz6n antes- las primeras lecciones de la Doctrina cristiana con el esquema de este Catecismo: P.-Decidme, hijos, ghay Dios? R.-St, Padre, Dios hay. P..{Cusintos dioses hay? R-Un solo Dios, no més. {Donde esta Dios? R-En el cielo, en la tierra y en todo lugar. Ete. Cfr. Durén, 0, 382. 32 ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CHILE [Volumen 6 73. Todos los obispos de los sinodos mostraron una coherente fideli- dad al Concilio Limense, pues sus ordenaciones y normas, su orientacién y sus documentos -como ya se ha expuesto- recorren todos aquellos sinodos estudiados aqui. 74. Aquella asamblea de obispos que tardé tantos afios en llegar a reunirse desde su primer proyecto hasta que fue realidad el 15 de agosto de 1582, y que vivid meses tan amargos, ingratos y desconcertantes al principio, dejando ver debilidades humanas que no era propio esperar de sus protagonistas, esa asamblea provincial de obispos sufragdneos de Lima, con su arzobispo -sin duda con la gracia del Espiritu Santo- fue capaz de producir bienes muy grandes para la Iglesia en la América hispana. Una parte de ellos se ha visto en los sinodos chilenos del periodo hispano.

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