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ESTRATEGIAS
• Realizar una actividad para romper el hielo: Para este propósito podría
utilizar estrategias sencillas como preguntarle a los estudiantes que levanten la
mano de acuerdo a preguntas que usted les haga, como “alcen la mano todos los
de primer semestre o del programa de ingeniería industrial”, etc. Esto es útil para
poder tener una idea general del perfil demográfico y académico de los
estudiantes y es una estrategia pertinente para aquellos cursos de Formación
Básica donde se matriculan estudiantes de distintos semestres y carreras. Una
estrategia también útil, pero que lleva un poco más de tiempo, por lo cual es más
recomendable desarrollar en cursos pequeños, es pedirle a los estudiantes que se
presenten respondiendo a unas preguntas que usted les proporcione.
Planifica tus clases. Todos sabemos que planificar es una de las tareas más
complicadas y a las que dedicas un gran tiempo y esfuerzo, ya que es de gran
importancia para un buen desarrollo del curso y te proporciona un cierto nivel de
organización. Aun así, recuerda que las planificaciones deben ser flexibles y que si
un alumno o alumna propone un tema de interés con el que se pueden trabajar
contenidos de tu materia, puedes adaptar tus clases.
Ahora que ya tienes en tu poder estos consejos para docentes para el primer día
de clase, solo falta que te relajes y disfrutes de tu profesión que seguro que
te dará momentos muy felices y apasionantes que guardarás en la memoria con
gran cariño.
CONSEJOS PARA QUE EL PRIMER DÍA DE CLASES NO SEA TRAUMÁTICO
El primer día de clases, algunos niños y niñas llegan al aula con alegría e ilusión,
otros lloran y patalean al ver que serán separados de sus padres y que se
enfrentan a un nuevo espacio y a gente desconocida (maestro y otros niños).
Adaptarse y aceptar estos cambios es, por lo general, una cuestión de tiempo,
pero resulta más fácil si los padres y maestros actúan de manera conjunta y
organizada para que este periodo de adaptación escolar no sea tan traumático.
“El inicio de la escolaridad es un momento trascendental en la vida de la familia, el
cambio atañe tanto a los niños y niñas como a los padres”, comenta la psicóloga
Isabel Calatayud del gabinete psicopedagógico Creare.
En ambos existe angustia de separación. Los padres —continúa la experta— ven el
inicio de independencia de su hijo y tienen que aceptar que, a partir de ese
momento, hay otra institución (además de la familia) que interviene en el proceso
de desarrollo de su hijo.
“Los niños se encuentran con una realidad inesperada, a la que no están
acostumbrados y al ser la primera vez que éstos salen del ambiente familiar es
natural que reciban un shock inicial, el mismo que en la mayoría de los casos
debería durar sólo unos pocos días de llanto o quizá solamente de estupor
pasajero”, explica German Burgoa, director general del Consultorio de Estimulación
Temprana y Apoyo Familiar (Cetaf).
Sin embargo —continúa el psicólogo—, hay otros niños a los que el proceso de
adaptación les toma más tiempo de lo esperado con berrinches y llanto
inconsolable.
“La capacidad de adaptación responde a procesos personales, de acuerdo a las
características individuales, al tipo de familia, el tipo de vínculos del niño con sus
figuras parentales, cada niño va a tener una forma de enfrentar situaciones
nuevas”, explica Calatayud.
La psicóloga Tatiana Gutiérrez explica que “al niño puede costarle un día, una
semana o más adaptarse al entorno escolar, pero si ya sobrepasa el mes, es
necesario indagar particularmente el entorno familiar y el porqué este tipo de
conducta se manifiesta en el niño”.
LLORA Y NO QUIERE QUEDARSE
Ante la posibilidad de que el niño o niña llore y no quiera quedarse en el centro,
Burgoa aconseja “en un principio evitar los rituales largos, no llevarlo de vuelta a la
casa, entregar al niño a la maestra y estar pendientes de que el proceso de
inseguridad haya pasado rápido a través de una llamada al kínder o esperar que la
maestra llame en caso de que sea muy difícil consolarlo”. Aconseja recogerlo los
primeros días más temprano y felicitarlo por el tiempo de permanencia (no traerle
regalos ni nada parecido).
Calatayud señala que ante esta situación, se puede trabajar con la familia,
sugiriendo que dejen al niño por un corto periodo en aula e ir incrementando los
tiempos de forma gradual hasta que logre cumplir el tiempo establecido.
Recalca que es de gran ayuda que la escuela tenga actividades lúdicas de
recibimiento durante al menos una semana, donde la actividad se inicie con un
juego de interacción, padres-hijos y maestras, para facilitar la separación.
Gutiérrez explica que “en situaciones en las cuales el llanto del niño o de la niña
sea pasajero, lo que se espera del papá o la mamá es que lo dejen en la puerta del
curso y posteriormente retirarse de la institución. Esto ayudará a que su proceso
de adaptación sea menos traumático y se acostumbre más rápidamente a su
nueva rutina diaria”.
“Entretanto, la maestra deberá distraer al niño con algún juguete, llevarlo a pasear
por los ambientes de la institución o realizar algún juego para que el niño se
tranquilice”, dice la especialista. “Una vez que suceda esto, se debe indagar el
porqué del llanto para que él comprenda también que se está atendiendo a sus
aflicciones”, acota.
Los expertos realizan algunas sugerencias que se pueden ir realizando con
antelación en casa para que este cambio no sean tan brusco.
1. Comenzar la adaptación en casa. Para que el inicio del kínder o escuela no
suponga un cambio brusco en los hábitos diarios del niño, es necesario, en las
semanas previas, adaptar de forma progresiva los horarios de sueño y las comidas.
2. Hacerlos partícipes de la elección del centro y los materiales. Calatayud
aconseja hacer partícipes a los niños y niñas en la búsqueda de la institución o
centro y que sepan que uno elige el que consideran el mejor para su hijo y que
confían en el lugar seleccionado.
“Es bueno visitar la institución en repetidas oportunidades y que conozca los
espacios, dejar que juegue ahí e interactúe con el personal de la institución”, dice
la experta.
Es importante también preparar con ellos el material escolar.
3. Los padres deben mostrar seguridad. “Los padres deben mostrarse seguros
y los niños se sentirán seguros”, explica Burgoa .
Señala que se debe confiar en el lugar y las personas a cargo, delegándoles a ellas
la responsabilidad de acoger de manera cariñosa pero a la vez firme, de manera
que los niños y niñas puedan apoyarse en su maestra.
“Tras una larga travesía, los padres eligen la mejor opción para el inicio de la
escolaridad de sus hijos. Por tanto, deben dar un voto de confianza a la institución
y al personal”, comenta Calatayud. “No olviden que los padres primerizos son ellos,
la institución ya tiene experiencia en este proceso”, señala.
4. Desdramatizar las despedidas. Las despedidas deben ser breves y alegres.
Es recomendable evitar los chantajes afectivos de tipo “si lloras me pongo triste” y
mentir al niño con frases como “vengo enseguida”, “ya vuelvo” o irse sin que se dé
cuenta. Hay que recordarle siempre que se volverá a recogerle. En el caso de
situaciones de tensión, con llantos y rabietas, se debe responder con ternura y
comprensión pero con firmeza, para que no piense que con sus protestas puede
prolongar la despedida.
Burgoa señala que se “debe dejar al niño en manos de la maestra a cargo, sin
mucho ritual y palabrería”.
5. Manifestar una actitud positiva. Es necesario evitar los comentarios
negativos o utilizar el colegio como amenaza.
Para transmitirle seguridad y tranquilidad es recomendable contarle cosas buenas
del colegio, hablarle de las actividades divertidas que pueden hacer en el aula o de
los amigos nuevos de su edad que puede encontrar.
6. La puntualidad, clave en el proceso. Tardarse para llevar o buscar al niño
en su primer día es un mal precedente, esto le puede producir angustia y hasta
sentimiento de abandono.
Es importante recogerlos a la hora en punto o llegar minutos antes.
“Cuando tardamos en recogerlos, podemos provocar sentimientos de abandono y
soledad, lo que hará que el niño o la niña no quiera retornar al kínder los
siguientes días”, explica Burgoa.
7. Mostrar interés. Para reforzar la adaptación del escolar, los padres deben
demostrar su interés por sus actividades, preguntarle a la salida de clase qué ha
hecho, cómo lo ha pasado o los nombres de los compañeros nuevos a quienes ha
conocido.
8. Comunicación fluida con los maestros. Los padres deben mantener una
comunicación fluida con los maestros y estar atentos a lo que la maestra y/o el
psicólogo del colegio puedan recomendar para facilitar la adaptación del niño.
Además de estar predispuestos a escuchar para que este proceso sea exitoso.
Técnicas para ganarse a la clase… también en época de confinamiento
Todo profesor sabe que para poder dar un temario de una forma efectiva es clave
contar con una clase motivada, atenta y participativa. Hay muchos
docentes que tienen las técnicas para conseguirlo perfectamente dominadas en las
clases presenciales. Sin embargo, con la alerta sanitaria y el cierre de colegios e
institutos, los métodos que antes valían ahora pierden efectividad cuando
hablamos de un alumnado que sigue las clases a través de la pantalla de un
ordenador o dispositivo electrónico.
Ser flexible
No todos los alumnos cuentan con los mismos medios, ni tiene posibilidad de
conectarse a un dispositivo a ciertas horas. Por ello, y en la medida de lo
posible, la grabación de las clases que se imparten de forma online es
fundamental para que todos los alumnos puedan acceder a ellas en otro
momento del día. Volver a escuchar los temas dados les servirá también cuando
quieran repasar o resolver dudas.
El ritmo al que avanza la clase tiene que ser lo más uniforme posible. A la hora de
resolver dudas el docente tendrá que centrarse en los alumnos que presentan una
mayor dificultad de aprendizaje, pero teniendo en cuenta que los mejores
estudiantes tienen también dudas de mayor complejidad que tienen que ser
resueltas. Puede resultar una buena idea grabar un vídeo de dudas si
detectamos que hay varios estudiantes que se muestran inseguros en un
determinado tema en vez de contestar cada consulta de forma individual.
Para muchos docentes es difícil lidiar con estas dificultades en un sistema que ha
quitado al alumno incentivos para estudiar y una familia “que consiente todo”.
Pero la realidad es que hay que dar clase, y tener al alumnado lo más tranquilo y
atento posible redunda en beneficio de todos. Para algunos la solución es
clara: mano dura. Defienden posturas que ponen el acento en la autoridad del
profesor, el cumplimiento de sus normas y el castigo. Otros, en línea con el
espíritu de las leyes actuales, sostienen que hay que tratar a los alumnos
con diálogo, repartir la responsabilidad del aprendizaje y trabajar las habilidades
sociales. Ciertamente, muchos de los profesores en activo consultados por
aprendemas.com, en especial los de 2º curso de la ESO, ven esta opción como
algo utópica dada la realidad de los alumnos, y del sistema.
Para Llanos Navarro, que también ha sido jefa de estudios en Secundaria durante
cuatro años, se trata de buscar un punto medio: “Es importante mantener una
actitud firme en algunos momentos y si un profesor es demasiado pusilánime
tendrá dificultades para mantener el orden. Pero por otro lado, hay que ser
receptivo a las carencias y necesidades de los alumnos, sintonizar con ellos, a la
vez que se mantienen claros los diferentes roles en el aula. Es un equilibrio
difícil”. Lograrlo, según Navarro, “depende del carácter del profesor o
profesora, su experiencia, y también es fundamental la formación”.
Hecha esta salvedad de que no basta con una pauta de prevención o tratamiento,
sino que es necesario valorar para qué alumno o grupo, estos son los consejos que
dan algunos profesores sobre cómo prevenir que la clase pierda el respeto al
profesor.
Normas claras
Algo compartido por la mayoría de profesores es que el primer día hay que poner
las normas claras, sin importar las que tuvieran en el curso anterior. “Yo soy yo, y
estas son mis normas. A veces se pueden discutir las cosas, pero una vez fijadas
deben quedar claras”, comentó anteriormente en entrevista a aprendemas.com
Inmaculada Bonal, maestra con años de experiencia. “Por ejemplo, para levantarse
hay que levantar la mano, y nadie puede levantarse sin mi permiso”. ¿Qué pasa
entonces si un alumno incumple la norma? “Pues las sanciones que tenga
estipuladas el centro u otras como quitar privilegios. Por ejemplo, algo recurrente
es que si hay una actividad que les gusta, el que ha incumplido la norma se la
pierde”.
Autoridad
Por otro lado, hay que llevar cuidado de que el espacio de la clase no se convierta
en un campo de batalla. No se debe considerar al alumnado como ‘el enemigo’,
porque en la batallas siempre hay heridos. No hay que “luchar” en el aula, hay que
hacer un camino juntos, en el cual el profesorado ayuda a guiar y conducir.
Otra de las pautas para ganarse a los alumnos es llegar al aula con la clase muy
bien preparada. El consultor Budd Churchward ofrece consejos más que pueden
ser útiles para generar un ambiente de clase disciplinada y en calma. Por ejemplo:
Nivel mínimo de intervención. Se trata de, ante una reprimenda, intentar evitar
una escalada verbal. Por eso la “reprimenda” o la censura de un comportamiento,
según Churchward, debe hacerse al nivel más bajo posible. Por otro lado, ante un
alumno disruptor (interrumpe, habla, molesta a los demás) se debe estar
paseando por la clase y vigilante, y en cuanto se vea un signo de que el alumno
empezará a llamar la atención, el profesor se acerca a él sigilosamente y le
reprende de la forma menos llamativa posible, intentando que el resto de la clase
no se entere. Hay que intentar que el alumno no tenga la satisfacción de
convertirse en el centro de atención.
Avanzar lo que pasará. Para este autor, otra técnica es anticipar a los alumnos lo
que sucederá en la clase, mostrando que está todo planeado, y además
diciéndoles que al final tendrán unos minutos para hablar entre ellos y comentar
cosas de la lección. En cada interrupción por su parte se recuerda a los chavales
que si hacen perder tiempo al profesor, son ellos los que perderán el tiempo de
hablar con libertad al final.
Otra estrategia para motivar es que los alumnos entiendan la utilidad en su vida de
lo que deben aprender. Vicente Lloret nos cuenta que “un día estaba comenzando
una lección de matemáticas, y un alumno preguntó en voz alta para qué servían
las matemáticas para ser fontanero. Enseguida empezaron a quejarse otros, así
que les dije, ante la algarabía general, que nos saltábamos el tema, sabiendo lo
que pasaría más adelante. Todos lo celebraron. Dos meses después tocó una
práctica y los alumnos descubrieron que no sabían calcular partes de la instalación,
o no sabían hacer una factura, ni calcular, por ejemplo, el IVA que debían cobrar.
En ese momento dije que retomaríamos el tema de matemáticas y todos lo
aceptaron sin rechistar”.
Autoaislamiento. Vicente Lloret nos comenta “una cosa que me funciona muy bien
con los alumnos que no participan es lo que yo llamo la mesa redonda. En vez de
dar una clase en la que yo hablo y ellos escuchan, los siento en círculo, que se
vean unos a otros, y les lanzo problemas. ¿Cómo solucionaríais esto? Obviamente
los alumnos más lanzados son los primeros en participar, pero poco a poco el
ambiente se anima y he comprobado que así, los que nunca preguntan ni
responden en la clase tradicional, acaban participando”.
ACTIVIDADES