Está en la página 1de 59

"El camino de las almas Hacia la eternidad"

"Cruzando las 24 aduanas del aire"

El autor se basó, como fuente de inspiración, en una obra más antigua escrita en aquellos
tiempos, después de la aparición de un libro escrito por San Atanasio, traducida del idioma
griego por el padre Raphael. Esto incluyó muchos aspectos del paso del Alma de la Piadosa
Teodora por las aduanas del aire, después de su salida del cuerpo, así como le fue revelado al
San Gregorio, el discípulo más cercano de San Basilio el Nuevo. Este libro está dirigido a cada
uno de nosotros, no importa cuán grande y fuerte sea, aunque quiera o no, pero que debe
admitir que algún día tendrá que morir. Incluso cuando alguien gobernó como los grandes
faraones y reyes el mundo: Nabucodonosor, Artajerjes, Alejandro Magno, como los famosos
Césares de los romanos y los califas de los árabes, como los sultanes de los turcos, los
poderosos reyes de los pueblos. de todos los tiempos y lugares, incluso los que tenía más
sabiduría que Salomón, más poder y valentía que Sansón, Heraclio, Napoleón Bonaparte ... si
fuera más rico Midas, Príamo, Creso ... más bello con rostro y cuerpo que Joseph Avesalom,
Narcisos. En resumen, si abrumara a todas las personas con todos los dones corporales, pero si
fuera esclavizado al pecado, perdería su alma, según la palabra del Salvador, ¿de qué serviría?
¿Y qué podría dar a cambio para redimir su alma? ¿Y qué heredarán para siempre en lugar de
las pecaminosas delicias temporales que se pasaron como una sombra?

Cuando el alma abandone el cuerpo, entonces todos verán bien lo que tenían que hacer y lo
que no hicieron, para el beneficio eterno de su alma. En la separación del alma del cuerpo,
cualquier hombre verá todas las bondades y placeres del mundo perecer como ilusiones y
vanidades ante sus ojos, como un sueño del cual se despierta por la mañana y luego se
arrepentirá terriblemente, pero entonces será muy tarde, demasiado tarde. Cualquier
arrepentimiento, lamento y el mucho llanto, entonces no servirá para nada. Para que ninguno
de nosotros acabe en esa terrible angustia, desesperación y eterna infelicidad, antes de nuestra
separación del cuerpo, descendamos todos con la mente al infierno, como nos aconseja el
salmista David, diciendo: desciendan los pecadores al infierno mientras vivos” (Sal. 54 16) y
seguir el destino de las almas que se separan del cuerpo; en el lecho de la agonía, en su paso
por las aduanas del aire, por el cielo y el infierno. Sigamos este viaje que harán todas las almas
de los que pasan al otro mundo después de la muerte a través del difícil tamizar en los 24
sitios de las aduanas del aire, y su presentación ante el Justo Juez, El que pagara a cada uno lo
merecido por sus obras y como conclusión debemos trabajar bien con todas nuestras fuerzas,
en el corto plazo restante de nuestra vida ya que aún nos queda poco de vivir en este mundo
fugaz y muy engañoso.
Que el Dios misericordioso dé a todos los lectores y oyentes de este libro espiritual, mucho
poder para penetrar el futuro que de las almas más allá de la tumba, para que todos puedan
decidir y preocuparse en el mejor tiempo posible, para escapar del infierno y obtener la
felicidad y el descanso eterno junto a los justos y los santos en el Reino de Dios. "El don de
nuestro Señor Jesús Cristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con
todos nosotros, hermanos. Amén".

LA VIDA Y LOS MILAGROS, DEL PADRE BASILO EL NUEVO.

Como encontraron al Piadoso en el desierto según la escritura de su humilde y amado


aprendiz, Gregorio. La inconmensurable y eterna bondad del Dios Misericordioso,
incomprendida por la mayor parte de este mundo, revela todo lo que es útil para la salvación
de los hombres en diversas formas, tiempos y lugares, con Su profunda sabiduría mostrando
claramente a Sus siervos todo lo que guía al hombre hacia salvación. Muestra a todo hombre
que debe difamar y huir de todas las vanidades mundanas que le preocupa temporal y
eternamente. Esto se mostró aquí en la nueva Roma, es decir, en Tsarigrad, en nuestro tiempo -
dice San Gregorio - nuestro Padre Basilio el Nuevo, iluminado por Dios, glorificado en las
cosas, en la palabra y en muchos milagros.

No pudimos saber de este gran Padre Piadoso de dónde era ni de qué padres era su linaje,
porque él solo, mientras vivía, no nos lo dijo a nadie ni se supo más de él, para avisarnos. Solo
sabemos que su vida humilde y santa, en tiempos de los emperadores cristianos León el Sabio y
Alejandro, el hijo del emperador Basilio Macedón. En el décimo año de su reinado, se enviaron
magistrados a partes de Asia para algunas necesidades reales. Pasando por lugares desiertos y
difíciles de penetrar, vieron a este hombre, San Basilio, caminando por el desierto, vestido con
malas ropas, como un extraño, tenía un aspecto terrible, y andaba como un ermitaño.

LA CAPTURA DEL PIADOSO BASILO EN CONSTANTINOPOL

Aquellos ilustres magistrados, al ver al Padre Piadoso, corrieron tras él y de inmediato lo


atraparon. Mirándolo intensamente, se maravillaron de su rostro y pensaron que era un espía.
Entonces, atándolo, lo acompañaron a Constantinopla, donde, además del informe con los
asuntos reales, también contaron a las autoridades sobre este hombre que encontraron en el
desierto, cómo lo capturaron, lo ataron y lo llevaron a la corte. Cuando el rey lo vio, se lo dio al
hijo llamado Simón, de linaje agareno.

LA INVESTIGACIÓN Y TORTURA DEL SAN BASILO.

El conocido Simón, sacando al hombre de Dios, el san Basilio, fuera del palacio real, lo llevó a
su casa para tentarlo y juzgarle. Allí, Simón, sentado rodeado de sus consejeros con gran
protocolo, ordenó llevarle delante al santo. Al traerlo, el feliz y piadoso hombre no le dio el
debido honor o adoración, como era aduana y como todos se esperaban, ni tampoco adoró en
absoluto a nadie. Entonces Simón se encendió la ira, y le pregunto: ¿Quién eres tú y de dónde
eres? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu nombre? " El Bendito Padre no le respondió; sino se quedó
callado, mirándolos a todos con mirada muy tierna.

Patrick le preguntó de nuevo: "Dime, ¿de dónde eres?" Entonces el Santo le dijo: "¿Pero ¿tú
quién eres y de dónde eres?" Simón respondió: “Nosotros te preguntamos quién eres, de dónde
eres y a que vienes. Quién soy yo, no tienes que preguntarme. Pero si quieres saber algo de mí,
te lo diré: soy Simón el más grande de los sirvientes reales. Entonces, dime quién eres y de
dónde eres y qué tipo de vida llevas ". Entonces el feliz padre dijo: “Soy un extranjero. Uno de
los que pasan tiempo en la tierra y viven donde acaba el día”. El enojado Simón dijo: "Porque
no confiesas tu nombre y quién eres, entonces, según tus palabras, está claro que eres un espía
y pasaste por los lugares de nuestro reino para vendernos". El santo no respondió nada, ni al
encargado real, ni a los demás provocadores.

Entonces Simón, terriblemente turbado, ordenó golpear al Santo con unas varas de madera
verde, sin ninguna piedad. Y lo golpearon tan despiadadamente que lo despedazaron,
dejándolo apenas vivo en el suelo. Después de eso, tan desmayado y entumecido, lo llevaron al
calabozo. Al día siguiente, la salvaje bestia con rostro humano, Simón, envió soldados para
sacar al piadoso hombre del calabozo para golpearlo aún más terriblemente, hasta que estaría
dispuesto decir todo lo que querían escuchar de él. ¡Pero que grandes son tus maravillas,
Cristo Dios! Mientras los soldados marchaban, encontraron a San Basilio completamente sano
y feliz, esperándoles de pie fuera de la mazmorra, que estaba cerrada. Los soldados, bastante
asombrados, llevaron al santo hombre ante Simón, a quien le contaron su estado. Simón, ante
quien volvieron a entregar al Santo, le preguntó diciendo: “Dinos, ¿cómo saliste del calabozo
con las puertas cerradas? ¿No hiciste esto con encantos? ¡Dime de dónde y quién eres! " El
santo no le respondió. Otra vez se encendió de ira el Simón, y le mandó siete días al castigarle,
y que le diera mil látigos al día, hasta que le dijera: ¿Quién es y de dónde procede? En los siete
días de terrible flagelación, el Santo se mantuvo firme en su decisión, sin decir nada de sí
mismo ni de la dura vida monástica que tuvo en el desierto, según la palabra del Salvador:
"Que la mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha", para no recibir el pago de los
hombres aquí y en esta vida, sino en la venidera y eterna de Dios, el Padre Celestial (Mateo 6:
3; Lucas 14: 12-14). Después de esos días de terrible dolor, el Santo fue nuevamente llevado
ante el encargado, quien le dijo con crueldad: “Oh, hombre malo e inmundo, ¿hasta cuándo
esconderás tu astucia en tu corazón? Cuéntanos: ¿Quién eres y de dónde vienes? " El santo
respondió: "Aquellos que en secreto hacen las cosas de los sodomitas, así como tú lo estás
haciendo, realmente merecen ser llamados astutos, paganos, malvados e inmundos". Simón,
avergonzado de esta revelación inesperada, ardiendo de rabia y visiblemente irritado, ordenó
que lo ataran con los brazos hacia atrás y que lo colgaran de un pie colgándole cabeza abajo
de una viga, durante tres días.

Al ver a San Basilio ileso tras cumplir el castigo, se llenó otra vez de rabia, entonces Simón le
dijo a su familia: “No dije bien, que es encantador y un hechicero, porque aquí no padeció
nada en su cuerpo. Déjame deshacer el poder de su brujería sobre él y entregarle como presa a
la bestia. “Prepara un león terrible para la mañana. No le des hoy la comida como es habitual,
para que el animal tenga hambre y veremos a este hombre encantador si también derrotará al
león”. Al día siguiente, una gran multitud se reunió para ver el espectáculo. Un león muy
terrible fue liberado, rugiendo de hambre. Allí, trayendo a San Basilio, lo arrojaron ante el león
para que se lo comiera. Pero el león, al ver al Piadoso, empezó a temblar y acercándose, se
acostó y rodó ante sus pies como un gatito cariñoso. Al ver este milagro, todos, asombrados,
gritaron: "Dios, tenga piedad de nosotros". El piadoso se acercó al león, lo acaricio con la mano
derecha y le agarró por las orejas, le sacó, diciendo a los que estaban delante: "Aquí está
vuestra ovejita, cogedla ".

Haciéndose un milagro como este, Simón que no era cristiano, sino que servía a los ídolos
inmundos, no quiso entender ni saber que el hombre que torturaba era el santo de Dios.
Cuando los paganos vieron ese milagro, murmuraron, diciendo que con encantos y hechizos el
Santo se mantiene ileso en todas esas terribles torturas. Después de eso, Simón el agareno,
ordenó atar fuertemente las manos y los pies de San Basilio y arrojarlo al mar, donde se
hundiría, se ahogaría y moriría, y nadie pudiera salvarle ni los cristianos pudieran buscar su
cuerpo y enterrarle con honor.

La salvación del Piadoso Basilio.

Frente a tan terrible iniquidad, planeada de cometer al Santo, el Señor no se apartó de él; pero
lo salvó incluso de ese ahogamiento. Después que los sirvientes del despiadado Simón subieron
al Santo en una barca, en la tercera hora de la noche, lo llevaron mar adentro y lo arrojaron,
así atado, a las profundidades del mar. Después de esa hazaña satánica, los asesinos regresaron
a Simón, informándole de lo que se había hecho tal como les ordenaron. Pero Dios, que guarda
a sus sirvientes, envió dos delfines que cargaron con San Basilio sobre sus espaldas y lo
llevaron a la séptima orilla de Constantinopla, a la orilla de Evdoni. Al verse el Santo en la
orilla, donde le desataron las manos y los pies, se levantó, dio gracias a Dios y se fue a la
ciudad. Al llegar a las puertas doradas de la entrada, que aún no estaban abiertas, se sentó a
descansar un poco.

SAN BASILO CURA A UN HOMBRE ENFERMO.

El Señor Dios iluminando y cooperando con el apacible y muy devoto sirviente suyo, Basilio,
vio allí en la puerta a un hombre terriblemente afectado por una enfermedad, resfriado,
temblando y suspirando de dolor. Compadeciéndose de los enfermos, el Santo rezando a Dios
Misericordioso por el enfermo, luego le marcó con el Signo Divino de la Santa Cruz y lo sanó.
El hombre, viéndose sano, se postró ante los pies del Santo, agradeciéndole y pidiéndole que
fuera a su casa ... Escuchándolo, el Santo se dirigió a su casa, donde fue hospedado y festejado.
Este Juan, el hombre sanado, era uno de los grandes y más conocidos de la ciudad. Le contó a
su esposa Elena en la mesa, que era una mujer muy piadosa, cómo lo había sanado San Basilio.
Entonces el san Basileo les conto cuánto había sufrido a mano del cruel Simón y cómo Dios lo
había salvado de todos los peligros de la muerte.

Los dos esposos, escuchando una a una todas las penurias sufridas por San Basilio, le
prepararon una habitación tranquila y le pusieron un candelabro con una vela encendida en
ella. Permaneciendo allí el Santo más tiempo, donde rezaba diariamente a Dios. ¿Quién puede
decir la multitud de oraciones y lágrimas? ¿Quién puede contar la multitud de vigilias
arrodilladas y nocturnas? ¡¿Pero la multitud de sus otras bendiciones? El santo estaba
pacíficamente entregado a Dios como un pilar firme. Era tan manso como Moisés y David el
rey profeta, tan humilde como Jacob. Era más misericordioso que Abraham, porque aquel que
era rico, de sus riquezas daba limosna; y él san Basilio, por su pobreza de buena voluntad y
por el amor de Dios, daba limosna a su prójimo necesitado y afligido, de las limosnas recibidas
de los cristianos que amaban a Cristo. El elegido e iluminado de Dios, el Padre Basilio el Nuevo,
dedicando su tiempo al servicio de Dios, después de muy poco tiempo dedicarse a las obras
espirituales, se difundió por todas partes la noticia de su estancia allí. Entonces algunos buenos
cristianos comenzaron a acudir a él para pedir su ayuda. Algunos de ellos trajeron a sus
enfermos, sobre los cuales el Santo, haciendo la Señal de la Santa Cruz, dirigiendo la oración
ante Dios, los curó de sus enfermedades físicas y mentales. En cuanta más gente iba
buscándole para obtener ayuda de él, más se multiplicaba el poder del Espíritu Santo sobre él.
El santo conocía por espíritu no sólo a los poseídos por alguna enfermedad del alma; pero
también sabia distinguir a los que brillaron en buenas obras y en vida espiritual. Así, a los que
venían a hablarle, enviados por el Don Divino, conocía el estado del Alma de cada uno de ellos
y les decía todo lo profundo del conocimiento, como si tuviera ante sus ojos un libro abierto.
También contó, cada uno lo que ocultaban. Así predijo la muerte del rey Constantino Duca y
sus acompañantes, hasta tres meses de antelación; y predijo a los dos sacerdotes: a uno el corte
de la cabeza con la espada y al otro el corte de la nariz y las orejas, que sucedieron
exactamente como se los han predicho ... Muchas personas notables y famosas de aquella
ciudad, a menudo le llamaban a hospedarse y descansar en sus casas, a fin de recibir sus
oraciones, bendiciones y enseñanzas. Pero el santo no escuchó a nadie, sino que se quedó en la
casa del humilde Juan, quien, junto a su esposa Elena, le sirvió con toda diligencia, sinceridad
y santo amor, como a un ángel.

LA PIADOSA TEODORA SIRVE A SAN BASILO


Los ayudantes cristianos misericordiosos y creyentes del Santo, junto con su esposa Elena,
muriendo después de algún tiempo y luego apareció otro hijo espiritual del Santo, ce le
llamaba, Constantino. Era el Cónsul de todos los extranjeros que acudían a Ţarigrad por
diversas razones, necesidades, para hablar con el gobernador. Él, con muchas lágrimas y
oraciones, llamó a San Basilio, invitándolo a su casa. Al llegar allí, le enseño un lugar especial,
tranquilo y sin molestias, dándole todo lo que necesitaba. Luego eligió y ordenó de entre sus
doncellas a una anciana muy fiel, gentil, misericordiosa, honesta y sabia, con el nombre de
Teodora, para que sirviera todo lo que fuera necesario. La vieja Teodora, la bienintencionada y
hábil, servía al santo con toda humildad y piedad. Además, recibió con rostro alegre, abierto y
con alma buena, a todos los que acudían al Piadoso Basilio para sus diversas necesidades. Ella
le preguntó en detalle sobre las necesidades que lo impulsaban a acudir al Santo, y al recibir la
respuesta, le contó al Santo el problema y la necesidad de cada uno. Luego, como buena y fiel
portera, los metió dentro uno a uno, empleando mucho de su mediación y sabia habilidad, a
los fieles que acudieron a San Basilio, en todo lo que es propio y agradable a Dios incluso para
san Basilio.

LA HISTORIA DE GRIGORIO, DISCÍPULO DE SAN BASILO

Esta misericordiosa y fiel sierva del San Basilio, la Teodora, digna de eterna felicidad, me hizo
hablar con el santo cuando estaba solo. La providencia de Dios hizo posible que yo también
conociera a San Basilio: cuando mi Padre Espiritual murió, entonces yo buscaba tener otro
padre espiritual digno y hábil que me guiara por el camino de la vida y la salvación. Entonces
fue la voluntad de Dios que me fuera a casa del Santo, a quien todos los ciudadanos le tenían
en gran honor. Por su vida espiritual y santa, por sus milagros y palabras proféticas, que se
cumplieron exactamente, muchos lo consideraron como uno de los primeros Apóstoles, lo
alabaron y lo conquistaron con piedad como mensajero de Dios. Algunos de los creyentes más
devotos, decían que él era San Juan Bautista, el discípulo amado de nuestro Señor Jesús Cristo.
Esta palabra se llevó entre cristianos y laicos, como si realmente fuera eso y que llegara a
Ţsarigrad. Pero san Basilio no hablaba con todos por igual, ni mostró quién era. A veces
hablaba solo con algunos de sus hijos espirituales más queridos, en quienes confiaba, entre los
cuales yo tampoco era digno, porque me mostró más amor, confianza y bondad que a los otros
hijos espirituales. El santo era muy culto y sabio, profundo en ciencia y palabra, hablando a la
gente en parábolas muy educativas y con palabras profundas y a veces difíciles de entender.
Pero a menudo pretendía ser simple, loco e incomprensible, cuando en realidad estaba
verdaderamente iluminado, lleno de sabiduría y comprensión divina y humana. Pero hizo esto
solo a los que le molestaron con tantas alabanzas y honores. Resplandeciente e iluminado por
Dios, nuestro Maestro, el Padre Basilio en la casa de antes mencionado Constantino, con su
vida santa, con las obras y milagros que Dios realizó a través de él, a menudo nos acercábamos
para caer a sus santos pies (4 Reyes 2: 15; Ap. 39) y besándolos con reverencia, me alimenté y
me fortalecí de sus santas enseñanzas y oraciones. Así es como me acostumbré y me hice
amiga de él. Y tomé tanta audacia que fui más amado por el Santo de todos los hijos
espirituales. Pero no sólo San Basilio me recibió con tanta benevolencia, con esa mirada
luminosa, que mostró a todos sus seres queridos bendiciéndoles a todos; pero también la
honesta Teodora, que le servía, me amaba y me recibía con mucho amor espiritual al ver
cuánto amor santo, buena voluntad y placer tenía San Basilio hacia mí, el indigno.

EL DESCANSO Y LA MUERTE DE SANTA TEODORA

Esta digna de mención y devota sierva de Dios y de San Basilio, pasó al final de su vida
terrenal, habiendo alcanzado una vejez siendo muy mayor, después de servir con gran fe al
nuestro Padre San Basilio. Entonces todos se entristecieron por su fallecimiento de esta vida,
porque amaba al Santo y porque intercedía por él por todos, porque entraba y hablaba con él
por sus necesidades y cuando se iba, les daba la respuesta esperada a los que querían ver al
santo. Muchos lamentaron su fallecimiento al despedirse de esta vida, porque fue una mujer
piadosa, buena, mansa, misericordiosa, sin malicia y con buen juicio, haciendo su trabajo con
gran humildad, diligencia y santa devoción.

LA CONVERSACIÓN DEL SAN GRIGORE CON EL ALMA DE SANTA TEODORA

Me pregunté después de la muerte de la piadosa Teodora qué había pasado y en qué lugar
descansa su alma. Siempre estaba preocupado por estos pensamientos y siempre me
preguntaba, considerando en las películas: “¿En qué lugar, para bien o para mal? ¿Será salva o
condenada? ¿Qué beneficio obtuvo ella del servicio hecho con tanta fe a nuestro Padre Basilio
...? "Siempre preocupado le rogué un día al Santo implorándole que me contara algo sobre ella
y cómo paso a la eternidad. Cuando murió, al principio San Basilio se calló y no me dijo nada
sobre ella. Pero yo después de un tiempo volví a peguntándole hasta que un día me dijo
alegremente: “¡Hijo Gregorio! ¿De verdad quieres ver a Teodora? "Le respondí:" ¡Oh, Santo
Padre! ¿Y cómo puedo verla? ya que ella se ha alejado de nosotros, separándose de lo temporal
y yendo al otro mundo de más allá. El santo me dijo: "Esta noche la verás, ya que la has
buscado muchas veces y no solo la verás, pero sabrás todo lo que te preocupa de ella de hace
tanto tiempo atrás”. Me pregunté y pensé: ¡¿cómo y dónde la verla?! Entonces, estaba muy
confuso, pero esto me parecía imposible. A llegar la noche, me acosté en mi cama, como de
aduana, y me quedé dormido. Entonces inmediatamente vi un joven vestido de blanco
brillante, que me dijo: "Levántate y ven pronto", te lo ordena el Piadoso Basilio y tu Maestro,
que vas a ver a Teodora ahora, si aun realmente quieres verla ". Me levanté y me pareció que
iba a la casa del Santo Basilio, pero no le encontré allí. Preguntando por él, me dijeron que
había ido a ver a Teodora, que anteriormente había sido su sirvienta. Estaba sentado y triste de
no haber llegado al tiempo a casa para irnos juntos, pero un sirviente de la casa me mostró el
camino que seguir para alcanzarle. Corriendo hacia ese lugar, me pareció que estaba de
camino a la Iglesia de la Santísima Madre de Dios en Vlahernes. Mientras me preguntaba “a
donde” de repente me encontré en un lugar estrecho y de difícil acceso para poder subir.
Pasando con temor y esfuerzo, llegamos a una puerta grande y bien cerrada. Mirando dentro
por una ventanilla a ver si algún conocido pudiera abrir la puerta, vio a dos mujeres, dos
señoras honestas, sentadas en las escaleras de la casa y hablando. Entonces grité para que
viniera una de ella y cuando llegó, la pregunté: “¿De quién es esta casa?” Ella respondió: “Esta
casa pertenece al piadoso Padre Basilio, que acaba de llegar aquí para ver a sus hijos. Cuando
escuché estas palabras, me regocijé y le dije: "Ábrame, mi señora, para entrar, porque yo
también soy un hijo de él, aunque sea uno indigno, y recuerdo haber estado también aquí y en
otros lugares junto con él ". Ella respondió:" Nunca has estado aquí, ni te conozco siquiera,
entonces, ¿cómo voy a abrirte? Vuelve a tu trabajo, porque sin el permiso y la orden de la
señora Teodora nadie puede entrar aquí ". Cuando me enteré de que era la casa de Teodora,
me atreví, y golpeé más fuerte. Al escuchar lo que estaba pasando, Teodora, se acercó a la
puerta para mirar por la ventana, quien era el que golpeaba y gritaba. Cuando me vio, me
reconoció y les dijo a esas mujeres: "Venid y abrir rápidamente que este es Gregorio, el amado
hijo espiritual de nuestro Padre Basilio. Abriéndolos, inmediatamente entré, donde mi señora,
la Madre Teodora, me saludó, abrazándome y bendiciéndome. Me besó con gran alegría,
diciéndome: “Mi señor Gregorio, ¿quién te trajo aquí? ¿Moriste y te liberaste de ese mundo
engañoso y así es como llegaste a este lugar feliz? Cuando escuché estas cosas, me maravillé y
entendí perfectamente lo que me decía porque me parecía que los veía, no en visión, en
sueños, o dormidos con mi mente; pero igual de despierto, lucido y de verdad o en realidad era
lo que se hacía y se escuchaba. Luego, respondiendo a la pregunta, dije: "Señora Teodora,
todavía no estoy muerto, pero sigo vivo en la vida terrenal, pero con las oraciones y la ayuda
de nuestro buen Padre Basilio, llegué aquí para ver tu rostro honesto y para hacerme saber
dónde y que parte te han destinado. Pero dígame, mi señora, ¿cómo está? ¿Cómo sufriste al
pasar por la muerte? ¿Cómo ha ocurrido en las terribles aduanas del aire donde nos esperan
esas bandadas de demonios malvados y ¿cómo te deshiciste de su indecible maldad? Te
pregunto estas porque ya se bastante que yo mismo sufriré estas cosas tan pronto como haya
terminado mi vida terrenal." A estas preguntas, ella me respondió así: “¡Oh, mi amado hijo
Gregorio! ¿Qué puedo decir? para responder estas preguntas, porque mi alma se oscurece y
tiembla solo mientras recuerdo esos eventos que me sucedieron y el horror de esas dificultades
por las que pasé. Mi alma está congelada, sin voz y sin poder alguno, de mucho miedo que
tuve. Te digo la verdad, ni con mi mente no me atrevo a pensar en esos terribles horrores por
los que pasé. Pero porque el que una vez murió y llego a este lugar tan feliz, de los salvados, no
tiene por qué pasar nunca más aquel miedo, por esto te contaré todo lo que he sucedido desde
el momento de la separación del alma de mi cuerpo, hasta donde puedo contar".

SANTA TEODORA LE CUENTA AL GREGORIO LO QUE SUFRIÓ CUANDO MURIÓ.

¡Mi querido hijo Gregorio! Lo qué pasó y sufrí por mis pecados en la hora de mi muerte, por
los malos hechos que cometí en la vida, eran tan aterradores e insoportables que incluso
ahora, cuando lo pienso, me estremezco. Pero con la ayuda y las oraciones de nuestro piadoso
Padre espiritual Basilio, el iluminado por Dios, sabrás, hijo Gregorio, que los acontecimientos
pesados se hicieron ligeros y pude pasar todas las aduanas. En poco tiempo, el santo me ha
echado su mano, y los problemas y dificultades que encontré, con la ayuda y la misericordia de
Dios, se fueron aliviados. Así que doy las gracias al que se haya entristecido por mí y con
fervientes oraciones a Dios, nos exaltó y ayudó. ¡Oh, hijo Gregorio! ¿Cómo voy a contarte
sobre aquella hora en que mi alma se separó del cuerpo! ¡Qué peligro! ¡Qué compulsión!
¡Cuánta necesidad y cuanta amargura y todo el peso que alma sufre entonces en ese amargo
dolor y tormento, para separarse de su cuerpo! Una necesidad y un dolor tan terrible envuelve
al que tiene que entregar su alma, que es como un hombre vivo y desnudo se arrojaría a un
gran fuego, donde el carbón que arde le abrasa y lo quema con punzadas, de modo que se
desmaya con un dolor terrible, perdiendo su imagen y rostro más la forma de su cuerpo, tan
terrible que el alma con dificultad saldría de él. Es tan amarga y terrible la muerte, hijo mío y
más aún, sobre todo para los más pecadores, como fui yo. Dios es mi testigo de que les digo la
verdad. La muerte de los justos, sin embargo, no sé de qué tipo es porque yo, la malvada, me he
convertido en una praxis de pecados e iniquidades. Mientras me acercaba al final de mi vida y
llegó la hora de la separación de mi alma de la carne, vi una gran multitud de demonios
sentados alrededor de mi cama. Sus rostros torcidos estaban más oscuros que el negro hollín,
sus ojos encendidos como las brasas y los carbones en llamas, y su vista era tan aterradora
como el fuego del infierno. Estaban armando un gran alboroto y peleando. Algunos rugieron
como bestias salvajes, otros ladraron como perros, aullaron como lobos, esperando atacarme
como los toros. Todos se abalanzaron sobre mí, me aterrorizaron y se precipitaron rechinando
los dientes y crujiendo hacia mí, queriendo tragarme. Esos espíritus malignos y espantosos se
estaban preparando, para un juicio, trayendo mucho pergamino (papeles enrollados),
esperando de entrar muy pronto un juez. Sacaron y desplegaron sus papeles, en los que
estaban escritas mis malas acciones. Entonces mi pobre alma fue atravesada de un gran temor
y temblor. Así, siendo sometida por aquellos malignos, aunque me bastaba la amargura de la
muerte, aquella espantosa visión de los terribles diablos, fue como otra nueva muerte aún más
terrible. Volviendo mis ojos de un lado a otro para no ver más sus rostros horripilantes y de no
escuchar sus voces infernales, tampoco pude deshacerme de ellos de ninguna manera. En
todas partes solo vi a grandes y terribles creaturas armarse contra mí, y lo peor que no había
nadie para ayudarme. En tal peligro, atormentándome, me desmayé de horror y de dolor. Pero
de repente vi a dos ángeles de Dios, iluminados y muy hermosos, que vinieron en busca mía
teniendo un aspecto muy feliz. Sus rostros eran brillantes, sus ojos amorosos, sus cabellos
blancos como la nieve, brillando como el oro, sus vestidos lucían como relámpagos, y llevaban
cruzado un cinto de oro. Se acercaron a mi cama, donde estaba acostada y hablaba algo bajito
entre ellos. Me alegré de corazón verlos y miré sus ojos felices; Entonces esos leviatanes negros
se alejaron un poco de mi cama. Entonces uno de los ángeles de la luz reprendió a esos
Mefistófeles oscuros, diciéndoles: “¡Oh! El injusto, el maldito, el inmundo, el oscuro, el
malvado, el anatematizado y astutos demonios y enemigos de la humanidad, ¿por qué se
acercan primeros a los que mueren y producen tanta riña y alboroto? aterrorizando y
perturbando toda el alma que se separa del cuerpo? Pero no os hagáis ilusiones, porque aquí
no tendrás ninguna ganancia. La misericordia de Dios esta con ella y vosotros no tenéis
derecho ninguno sobre esta alma ". Entonces esos demonios, endurecidos, chirriando y
peleando, miraron mis pecados, diciendo: “¿No ganamos nada aquí? ¿Pero de quién son estos
pecados? ¿No fue ella quien hizo estos pecados? “Así se pelearon, mientras yo me senté en la
cama, temblando y esperando la muerte. De repente, sin noticias, llegó la muerte, rugiendo
como un león. Esa momia con su guadaña daba mucho miedo. Su parecido tenía una ligera
forma humana, con un cuerpo feroz, formado solo por huesos humanos. Llevaba también
varias herramientas como espadas, flechas, lanzas, hachas, púas, lima, hoz, la famosa guadaña
y otras cosas desconocidas para mí. Al ver mi humilde y atribulada alma la llegada de la
muerte, mis huesos temblaron de miedo. Los santos Ángeles, mirando, la llegada de la muerte
dijo: “¿Por qué demoras más tiempo? Libera esta alma de las conexiones con el cuerpo rápido y
fácilmente, porque no lleva mucho peso de pecados ". Acercándose a la muerte, tomó una
herramienta con la cual desató las venas, las 20 uñas de mis manos y pies, luego todas mis
muñecas, brazos y piernas, y quedé muerta, ya no pude mover nada en absoluto. Luego,
tomando una hoz, me golpeó y me corto el cuello, tras lo cual la cabeza, se separó como si ya
no fuera mía. Entonces

mi alma estaba todavía en el corazón, y solo mi conciencia podía imaginar y pensar en todos
ellos. Luego llenando un vaso con una mezcla muy amarga y me obligó a beberla toda. ¡Oh
Dios mío! Fue tan amarga esa bebida, que ya no pudiera sufrir más, entonces mi alma se
estremeció y se salió del cuerpo de tanto disgusto. Entonces los ángeles portadores de luz lo
tomaron en sus manos. Mirando hacia atrás, vi mi cuerpo tendido en la cama: muerto, sin el
alma dentro de él, yaciendo inmóvil. Como alguien se quita el abrigo viejo y roto, tirándolo
lejos de sí mismo, así yo miré mi cuerpo muerto, que me había quitado de él como de un
abrigo viejo, cosa que tanto me maravilló.

LAS BUENAS ACCIÓNES AYUDA EL ALMA DESPUÉS DE LA MUERTE


Los amantes de Dios y de la salvación de las almas humanas, los Ángeles, - dice Santa Teodora
- mientras me sostenían en sus manos, una multitud de demonios oscuros y despiadados me
rodearon, gritando: "Esta alma tiene muchos pecados, por eso debe respondernos por ellos".
Gritando así, mostraron mis pecados. Los ángeles buscaron en mis libros mis buenas obras y
descubrieron con el Don de Dios y también con la ayuda de Él todo lo que había hecho en la
vida, si alguna vez di limosna a los pobre, si he alimentado al hambriento, dar de beber al
sediento, vestir al desnudo, si he acogido a los desamparados y extraños, si servía a los santos,
si cuidaba a los enfermos y visitados a los encarcelados, si seguía a la Santa Iglesia con
regularidad y tenía misericordia, si rezaba a Dios con humildad y lágrimas por el perdón de
los pecados, si participe a los servicios de la Santa Iglesia con atención, si lleve velas, aceite,
incienso, vino y pan como oblaciones en la liturgias para los vivos y para los muertos, si he
adorado la Santa Cruz, los Santos Iconos y todo lo Santo con reverencia, si ayunaba de acuerdo
con la ordenanza de la ortodoxia cristiana, si trabajaba bien y evitaba hablar mal, ni
vanidades, si hable blasfemias, calumnias, mentiras, engaños y otros pecados de la lengua, e
hice a cambio el bien, para la gloria de Dios y la corrección de mi prójimo, si he apartado mis
ojos de las vanidades mundanas ... Todos en absoluto y cualquier otra buena obra estaban
escritos en sus libros, que los pesaron contra mis pecados. Entonces esos demonios, viendo mis
buenas obras, apretaron los dientes, queriendo secuestrarme de las manos de los Santos
ángeles y arrójame al fondo de su infierno. Pero el Padre Piadoso nuestro Basilio apareció sin
noticias, hablando un poco a los ángeles de Dios.

EL Piadoso VASILO AYUDÓ MUCHO AL ALMA QUE HABÍA SERVIDO CON FIELDAD.

Sosteniendo en sus manos algo maravilloso, una especie de ataúd con dones espirituales en
forma de monedas de oro, nuestro Padre Basilio dio a los iluminados ángeles: “¡Aquí tienen mis
señores! Esta alma me sirvió de buena fe, descansando mi vejez. Yo recé a Dios por esta alma y
me dieron esto para pagar con ello por el paso de las aduanas ... Cuando pasas por las aduanas
del aire y si comienzan los espíritus astutos afligir esta alma, usar este oro para redimirlo de
ellos y de sus deudas. Yo, con el Don de Dios, espiritualmente, recojo mi gran tesoro en el cielo
del trabajo, el sufrimiento y mi sudor. Entonces le doy este ataúd para la redención de su Alma
porque me ha servido bien. Dicho esto, les entregaron a los ángeles el ataúd y luego se fue. Los
malignos demonios, asombrados protestando y dando voces, se fueron. Cuando esos malignos
huyeron, mi señor Basilio, el que es tan agradable a Dios, volvió, trayendo con él varios vasos
de aceite puro y ungüento precioso, santificados, que guardaban en manos de unos hermosos
jóvenes. San Basilio ordenó descorcharlos y verterlos todo sobre mí. Después de derramar
sobre mí el aceite sagrado y la mirra, me llené de una fragancia celestial maravillosa y
espiritual. Fue entonces cuando vi que me había limpiado por completo. El rostro de mi alma
se ha vuelto brillante, demasiado hermoso y lleno de bendita alegría. Entonces el Piadoso
Basilio volvió a decir a los ángeles que me acompañaban: “Señores” Después de haber hecho
todo lo que es propio para esta Alma, según la ordenanza, llévenlo a mi morada celestial, la
que el Señor Dios me preparó para estar allí " Luego el padre Basilio desapareció y los Santos
Ángeles, volando en el aire, me llevaron hacia el este.

LO QUE LE PASA AL ALMA CRISTIANA DESDE EL DÍA DE SU PARTIDA DEL CUERPO.

A menudo he visto y escuchado a muchas personas, incluso cristianos, preguntarse: "¿Qué se


hace con el alma cristiana después de la muerte, es decir, inmediatamente después de su
separación del cuerpo? ¿Qué significa eso, el tercer día, el noveno y el cuadragésimo día? ¿A
qué hora pasa el alma las aduanas del aire y a qué tiempo se presenta ante Dios para recibir la
sentencia particular? " San Macario el Alejandrino nos comunica los descubrimientos
angelicales que tuvo sobre la situación de las almas de los muertos durante los cuarenta días
posteriores a la muerte. Cuando se haya cumplido el misterio de la muerte, el alma ya
separada de su cuerpo, pasa dos días más en la tierra y visita, junto a los Ángeles, todos los
lugares donde solía hacer el bien. Entonces camina la casa donde abandonó su cuerpo e
incluso se queda, a veces, junto al ataúd donde yace su cuerpo. Según nuestro Salvador, quien
resucitó al tercer día después de la muerte, toda el alma asciende al cielo para adorar al
Creador de todo el universo. Por eso la Iglesia tiene como ordenanza, rezar ese día por el alma
del difunto. Por lo tanto, se celebra una misa el tercer día después de la muerte (servicio
fúnebre acompañado luego de limosna para los desfavorecidos en nombre del difunto) para el
perdón de los pecados. Ese día se relaciona para nuestros familiares que han fallecido, así
como también para nosotros un símbolo semejante espiritual con la resurrección de Jesús
Cristo que nos dio la vida, que puso los cimientos de nuestra propia feliz resurrección a través
de Su glorificada Resurrección. Al tercer día es sepultado el difunto, dándole sepultura en la
tierra al cuerpo sin alma, pero nosotros que acompañamos al difunto, volvemos nuestras
almas y nuestros corazones hacia El quien ha sido vencedor de la muerte, que nos dio todo a
través del triunfo de la vida sobre la muerte, triunfo que ganamos también nosotros con la
resurrección del Señor. La Iglesia nos confirma solemnemente a nosotros, sus hijos, que Jesús
Cristo ha resucitado a la vida a los que estaban en la tumba y, por tanto, a todos nuestros
queridos difuntos. Recordemos eso, que la resurrección y la vida nos son dadas únicamente
por la gracia de nuestro Señor Jesús Cristo. Entonces, el tercer día, solamente el cuerpo está
enterrado, mientras que el alma debe ascender al cielo para adorar el tercer día al Creador de
todo el Universo. "Simplemente recordemos que entonces que el cuerpo, vuelva el polvo de la
tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio”. (Ecl. 12: 7). El espacio
infinito que separa la tierra de los cielos, el que está entre la Iglesia Triunfante y La Iglesia
Combatiente, en un lenguaje ordinario, así como en las Sagradas Escrituras y los escritos de los
Santos Padres, se llama el aire. Este espacio está lleno de ángeles caídos, cuya actividad entera
consiste en apartar al hombre de su salvación, convirtiéndolo en instrumento de su maldad
infernal. Están trabajando sobre la actividad interior y exterior de nuestra alma, para hacerle
participar en su caída. "Como un león rugen y anda alrededor buscando a quien devorar"
(Pedro 5: 8). Según la confesión de los padres que poseyeron el Espíritu Santo, el espacio aéreo
sirve albergando los espíritus del mal (Job 1 6-7; 2 1-2; Ef. 6 12; Col.2 14-15) y creemos que
esta cruel verdad donde Santo Apóstol y Evangelista Juan el teólogo, que se hizo digno de ver
los grandes misterios Divinos en Apocalipsis, nos dice que los ángeles caídos fueron echados
de su morada celestial (Apocalipsis 12: 7-8). Entonces, ¿dónde encontraron refugio? En el
libro de Job, vemos claramente que su hogar está en el aire. San Pablo los llama "los espíritus
de la maldad que residen en el aire" y su líder es "El señor del poder de toda la inequidad".
Inmediatamente después de la caída de los primeros humanos y su expulsión del cielo, el árbol
de la vida fue confiado a un querubín; sin embargo, otro ángel, un ángel caído, se instaló antes
del camino del Cielo para evitar que el hombre entre en él Paraíso. Las puertas del cielo fueron
cerradas para el hombre y el señor de las tinieblas de esta era no permitió que ningún alma
separada del cuerpo entrara al Cielo incluso los justos, excepto Elías y Enoc, todos
descendieron al infierno, al igual que los pecadores. El primero en cruzar estas puertas del
Cielo fue Jesús Cristo, el vencedor de la muerte, que destruyo el infierno. A partir de ese
momento, las puertas del cielo se volvieron a abrir para el ladrón de la derecha que entro
después del Señor. Entraron también todos los justos del Antiguo Testamento, a quienes el
Señor les sacó del infierno, y cruzaron este camino por igual, sin ningún obstáculo. Los santos
hacen este viaje con facilidad, incluso si los espíritus malignos se obligan a detenerlos, porque
sus virtudes cubren sus pecados. Esos espíritus malignos tanto más tendrá derecho a detener
las almas humanas cuando, después de separarse del cuerpo, ascenderán a Dios, ya que están
iluminados por la enseñanza de nuestro Salvador, Jesús Cristo, y por haber tenido la libertad
de elegir entre el bien y el mal, sin embargo, se convirtió en esclavo y ejecutor de sus malas
voluntades. Por supuesto, los ángeles les presentaran al alma los lugares, donde ha cometido
todos los pecados que ahora les dan derechos a los malignos de posesión sobre el alma
sometida a las tentaciones que los mismos demonios lo sembraron a largo de su vida (es decir,
a través de pensamientos, deseos, sentimientos y otras malas acciones). Los demonios presentan
en detalle su vida pecaminosa y el alma reconoce como verdaderos estos testimonios sobre
todos los hechos que le acusa. Los cristianos, cuyas vidas no se han librado de sus pecados, no
obtienen inmediatamente la felicidad eterna. Es fundamental que esos errores y caídas, esos
pecados sean pesados y juzgados de acuerdo con la medida y gravedad de cada uno. Si el alma
no ha alcanzado el autoconocimiento de sí mismo en la tierra, debe, como ser espiritual y
moral, aprender a conocerse más allá de la tumba. Tiene que darse cuenta de lo que ganó, a
qué esfera de actividad se acercó más, cuál fue su alimento y cuanto dedicó a la vida espiritual.
Por tanto, el alma se reconoce a sí misma y auto pronuncia su sentencia antes de llegar al
Juicio Divino. Esta es una característica de la voluntad y de la justicia de Dios. Dios no desea ni
ha deseado la muerte. El hombre mismo es el que ha elegido. El hombre en la tierra, con la
ayuda y la Gracia Divina, puede llegar a conocerse a sí mismo por medio del arrepentimiento
sincero y la confesión y después recibir el perdón de Dios por sus pecados; mientras más allá
de la tumba, esta misión de descubrir el estado pecaminoso de su Alma está en manos de los
ángeles caídos. Los demonios, siendo los amos del mal en la tierra, van a mostrarle entonces
todos los hechos y acciones malvadas, recordándole las circunstancias que acompañaron las
obras del mal. El alma reconocerá entonces sus errores. Este reconocimiento confirma el juicio
de Dios. Por lo tanto, el juicio de Dios no es más que una confirmación de lo que el alma ya ha
pronunciado sobre sí misma. Los pecados lavados por el verdadero arrepentimiento,
acompañados de buenas obras, ya no se cuentan porque han sido borrados ni se recuerda más
en las aduanas del aire ni en el juicio particular.

Se cuenta que había una vez dos hermanos decidieron convirtiese en monjes. Después de un
periodo y juraron respetar los votos monacales, consideraron construir sus propias celdas
(chozas) a distancia una de otra y cada uno de ellos fue por separado a rezar por la paz.
Durante muchos años no se vieron, porque no salieron de sus celdas. Dio la casualidad de que
uno de ellos cayó enfermo. Los padres vinieron a verle y vieron que a veces se asombraba y a
veces se despertaba como de un profundo sueño. Luego le preguntaron: “¿Qué viste? Él les
respondió: "Vi venir a los ángeles de Dios. Nos llevaron a mi hermano y a mí, nos llevaron al
cielo. Allí nos encontramos con los poderes oscuros de la maldad, innumerables y aterradores
a la vista investigándonos, pero después de mucho tiempo, no pudieron encontrar nada malo
en nosotros. Después de pasar de ellos, empezaron a gritar: "Genial, cuan audacia trae la
pureza ". Diciendo esto, el hermano se murió. Los padres, viendo tal testimonio, enviaron a un

hermano para visitar a su hermano que estaba lejos, pero se encontró al otro hermano
también muerto. Todos los monjes, al enterarse sobre este evento y creyeron, se maravillaron y
glorificaron a Dios.

Durante el reinado de Justiniano en Oriente (527-565 d.C.), el piadoso San Simeón, el loco por
el amor de Cristo, se encontró en una visión y se vio a sí mismo que había regresado a su tierra
natal, la ciudad de Emes, y estaba examinando a su madre enferma, a quien le dijo: “¡Oh,
madre!, ¿cómo estás? Ella respondió: "Estoy bien, hijo". Él le dijo: "Puedes irte al rey sin temor a
nada, porque le he rogado por ti, y te he preparado un lugar escogido, y si Él quiere, luego yo
iré también ". Después de esta visión, Simeón, volviendo a sí mismo, supo que en aquella hora
murió su madre. Rápidamente corrió hacia su hermano John y le pidió que orara también por
el alma de su madre. Oh, Señor, mi Señor, tenga misericordia de mí Tu siervo y recibe el Alma
de mi buena madre. Recuerda sus dolores y fatigas por mí. Recuerda sus sollozos y sus
lágrimas, que derramó cuando vine a servir a ti. Recuerda su leche con la que me dio
alimentadme, esperando tener consuelo y ayuda de mi parte, pero no se cumplió sus
esperanzas. No olvides, Maestro, las lamentaciones de su corazón por mí, cuando la dejé por
venir a servir a Ti. Dale Tu ángel, para proteger su alma de los espíritus astutos y despiadados
(los publicanos de las aduanas del aire) los que quieren tragarse todos. Dios mío, ordene a su
alma que se separe de su cuerpo sin dolor y sin miedo y perdona todos los pecados que ha
cometido en esta vida. Por tanto, Dios del universo, no la lleves de dolor en dolor, de peligro en
peligro, y del suspiro en la tristeza; pero, en lugar del dolor que sufrió por mí, su hijo, dale
alegría y en lugar de lágrimas, dale el gozo preparado para tus santos "Entonces, orando
también Juan con él, por el alma de la difunta madre, se levantó de la oración. Entonces Juan
consoló a Simeón, diciendo: "Hermano, Dios ha escuchado tus oraciones y ha recibido a tu
madre en Su reino".

Dos días antes de su muerte, San Simeón le dijo al Diácono Juan, quien conocía su santidad
por las obras extraordinarias del santo: “Fui a ver a mi hermano monje, a Juan, quien encontré
exaltado en bondad, perfectamente agradable a Dios, con una corona colocada sobre su
cabeza brillante, en el que estaba escrito: "La corona de la paciencia del desierto". Entonces vi a
un ángel glorioso, que me decía: "Ven, a recibir para la salvación de tantas almas humanas, no
solo una corona, sino muchas más” Querido diácono, le ruego que, a ninguno de los pobres,
especialmente los monjes, no les calumnias, ni les reprochas, que muchos de ellos, a través del
mal sufrimiento que llevan, se limpian de los pecados y brillan como el sol ante Dios. No solo
los monjes sino también entre la gente sencilla que trabajan la tierra, verdaderos cristianos,
muchos de ellos son grandes santos, a quienes les vi tomando la comunión con el Cuerpo y la
Divina Sangre de Cristo, trasfigurando sus rostros y brillando como el oro puro. Cuida tu
Alma, tanto como tengas el poder, para que puedas pasar sin dificultad las multitudes (de
aduanas) de los espíritus malignos que dominan el aire y escapar de las terribles manos del
gobernador de las tinieblas (Juan 14:30). El señor sabe que yo también sufriré muchos
problemas y un gran temor, hasta que pase esos lugares espantosos donde todas las palabras,
cosas y hechos de los humanos se investigan en detalle" Los niños que mueren de pequeños,
dicen a sus padres que no lloren. Nuestra muerte y el paso de las aduanas, acompañados de los
Santos Ángeles, fue fácil. Los demonios no pudieron acusarnos de nada, y por la misericordia
del Señor nuestro Dios, ahora nos encontramos con los santos y con los Ángeles rogando por
vosotros a Dios” escribe San Juan Crisóstomo. Los ángeles buenos, por su parte, presentan a las
aduanas las buenas obras del Alma; pero los ángeles malvados del aire buscan hundirnos y
apartarnos de Dios. Por eso aparecen como aduaneros, que exigen a cambio el pago de todas
nuestras malas acciones. El pago lo hacen los ángeles buenos del tesoro de las buenas obras
hechas en la vida. Todo el espacio que separa la tierra de los cielos se divide en veinticuatro
juzgados o tribunales; cada parte es un tribunal o aduana, donde se investigan determinados
pecados. Esos tribunales están formados por los ángeles malvados. Por tanto, el aire está lleno
de ángeles buenos y malos que investigan y respetivamente defienden nuestras acciones. Esto
lo confirma San Pablo, escribiendo en la epístola a los Efesios: “Nuestra lucha no es contra la
carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de
este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas”. Efesios 6:12). El
alma, al pasar por cada aduana, es acusada de sus pecados por parte de los demonios. Cada
uno de los 24 tribunales, o cada una de las aduanas, como los Santos Padres los llaman en sus
escritos (mientras que los espíritus malignos de allí se llaman aduaneros), corresponden a un
cierto grupo de pecados. Los espíritus malignos acusan el alma no sólo por los pecados que ha
cometido y de los que es culpable; pero incluso de esos que no ha cometido, según la confesión
de San Juan Lestvithnik. A través de estas aduanas del aire, se muestra - materialmente - el
juicio particular que se hace - sólo espiritualmente – de Nuestro Señor Jesús Cristo después de
la muerte de cada hombre. También se muestra que este juicio se hace con la ayuda de los
ángeles buenos, pero también se les permite a los ángeles malos que llenen el aire; juicio en
cual se recuerda al alma todas sus obras y después de las cuales se decide una sentencia...
Desde aquí vemos que las aduanas representan el camino que todas las almas deben tomar de
inmediato todos los seres humanos, buenos o malos, al fin de esta vida temporal a la vida
eterna. Nosotros tomamos prestada la historia y el relato de Santa Teodora sobre la descripción
del orden de paso en las aduanas (sobre las cuales vamos hablar con más detalle más en
adelante). El alma que se dirige hacia el este, por el camino del cielo, se encuentra con la
primera aduana, donde los espíritus malvados, después de haber detenido el alma
acompañados de los ángeles buenos, le muestran todo tipo de pecados relacionados con la
palabra, palabras vanas, conversaciones obscenas, burlas, difamación de las cosas santas, las
canciones mundanas, canciones apasionadas, risas, etc. La segunda aduana es la de la mentira:
romper o incumplir el juramento, usar el nombre de Dios en vano, no respetar las promesas
hechas ante Dios, la ocultación de los pecados a confesar ante un sacerdote, y cualquier otra
mentira. La tercera aduana es la de la calumnia: calumnia del prójimo, humillación de otro, el
juramento, la burla unida al olvido de sus propios errores y pecados. La cuarta aduana es la de
la codicia: la embriaguez, el hábito de comer mucho y entre comidas, comer al escondite o en
secreto, el olvido la oración antes y después de las comidas, no respetar los días del ayuno, las
delicias, finalmente, todo tipo de gula. La quinta aduana es la pereza: la pereza relativa al
servicio Divino y la oración en privado, negligencia en el trabajo, pereza en lo espiritual y en
el hogar. La sexta aduana es la del hurto: todo tipo de robos a escondidas o abiertamente. La
séptima aduana es la de la codicia y el amor a la plata. La octava aduana es la aduana de los
intereses para el dinero prestado. La novena aduana es la del engaño: juicios falsos, testimonios
falsos y otros engaños. La décima aduana es la de los celos y la envidia. La undécima aduana
es la del orgullo: la ambición, la autoestima demasiado grande hacia uno mismo, la falta de
respeto por los padres, el clero y los superiores, el orgullo, la arrogancia, la vanidad y otras
desobediencias. La duodécima aduana es la de la ira. La decimotercera es la aduana de la
venganza. La decimocuarta aduana es la del asesinato. La decimoquinta aduana es la de la
magia: hechizos, encantos, mezcla de pociones, invocación de los demonios, espiritismo, magia
negra y otros rituales satánicos. La decimosexta aduana es la de la inmundicia y todo qué se
relaciona con este pecado: pensamientos repugnantes, deseos y hechos inmundos, amor de la
carne por personas solteras por matrimonio legítimo, miradas a cosas inmundas, miradas
voluptuosas, toques inmundos. La decimoséptima aduana es la del adulterio: la infidelidad en
el matrimonio, caer en el pecado de personas consagradas a Dios.

La décimo octava aduana es la del pecado de la sodomía: pasiones contra la naturaleza,


incesto, perversidades. La decimonovena aduana es la de la herejía: falso razonamiento sobre
la religión, renuncia a la fe verdadera y la única Iglesia de Dios, la blasfemia e injuria. La
vigésima aduana es la de la crueldad o la falta de compasión. La vigésimo primera aduana es
la del servir a los ídolos. La vigésima segunda aduana es la de pintarse la cara, el cabello y para
embellecer el rostro. La vigésimo tercera aduana es la de fumar. Finalmente, la última aduana,
es la de la simonía o el cobro por algún servicio religioso. El paso por las aduanas se realiza en
el tercer día después de la muerte. Su Eminencia Macario escribe: “La enseñanza de la Iglesia
sobre las aduanases continuo y generalizado, especialmente entre los profesores de religión en
el siglo IV, este hecho indudablemente con esta enseñanza que fue transmitida por los
maestros de los siglos anteriores y se basa en la tradición apostólica "(Theol. Dogm. Tom. 5, pp.
85-86). Conociendo el estado de las almas después de la muerte y el paso por las aduanas
luego su encuentro con Dios, que tiene lugar al tercer día, la Iglesia y los familiares, queriendo
demostrar su afecto por el difunto, ruega al Señor que perdone al alma de todos sus pecados y
le facilite el paso por las aduanas. El perdón de los pecados es la resurrección del alma para
una vida feliz y eterna. Entonces, tomando de modelo a nuestro Señor Jesús Cristo resucitado
de entre los muertos, al tercer día, se hacen oraciones por los muertos, para que él también
resucite al tercer día a la vida eterna y gloriosa, en la compañía del Salvador y de todos los
santos. Después de que el alma en el tercer día ha adorado al Señor, es llevada los santuarios
especiales de los santos, y moradas del cielo para ver las bellezas que tiene preparado los
justos. Esta visita a las moradas celestiales dura seis días. El alma admira todo y luego vuelve a
glorificar a Dios, quien, por su inconmensurable bondad y amor, lo sacó y le trajo de la
inexistencia a tener derecho a disfrutar de la multitud indecible de bondades, que en esta vida
no podía ni imaginarlos. En esta contemplación, olvida por completo las abominaciones que
tuvo cuando estaba en la carne, sin embargo, si está cargado con pecados, se entristece por
haber pasado su vida en la ignorancia y no servir a Dios al máximo. Terminando la visita de
las moradas del Cielo, el noveno día, después de su separación del cuerpo, el Alma asciende
nuevamente a Dios para la adoración. Por lo tanto, la Iglesia tiene una ordenanza, es decir el
noveno día que sea de oración, limosna, a los pobres, por el difunto. Al noveno día después de
la muerte, cuando tiene lugar la segunda adoración, la Iglesia y los familiares oran a Dios para
que ponga el alma del difunto en el junto a las nueve legiones de ángeles. Después de la
segunda adoración, el Señor ordena que se le muestre al alma el infierno durante treinta días,
donde ve los sufrimientos de los pecadores, oye los gritos, los gemidos y el crujir de dientes. En
estos treinta días el alma visita todas las partes del infierno y tiembla de miedo si será
condenada a vivir ahí para siempre. Finalmente, al cuadragésimo día después de su separación
del cuerpo, el Alma asciende por tercera vez en adoración al Creador. En el cuadragésimo día
después de la muerte, el Juez eterno decide la morada que le pertenece al Alma según sus
hechos y su vida terrenales. Así, el juicio particular tiene lugar en el cuadragésimo día después
de la muerte y por eso la Iglesia reza, y da limosna, para el descanso del alma a un buen lugar.
Entonces, 40 días después de la muerte es el día decisivo para el destino del Alma en la vida
futura. Es el juicio particular de Cristo, determinando el estado del Alma solo hasta el Día del
Juicio Final. Este estado del alma correspondiente a su vida en la tierra, pero que no es
definitiva (por la eternidad) sino que está sujeta a cambios.

Nuestro Señor Jesús Cristo, al cuadragésimo día después de su resurrección, levanto Su


naturaleza humana a la gloria suprema, sentando La al Trono de Su Deidad, en la diestra del
Padre Celestial; por lo tanto, siguiendo su ejemplo divino, los difuntos entra definitivamente a
los 40 días su muerte, en la situación que corresponde a cada uno según su valor moral.
Siguiendo el ejemplo del Señor, quien después de completar la obra de nuestra salvación a
través de Su vida y recibiendo la muerte en la Cruz, había coronado Su obra al ascender al
cielo el día 40 después de la muerte. Las almas de los muertos, terminando el curso de su
existencia terrenal al cuadragésimo día, después, reciben de Dios el castigo o recompensa,
según sus obras. Siguiendo el ejemplo del Señor, quien, después de Su ascensión, se sentó para
siempre La diestra de Dios Padre esperando que sus enemigos sean puestos por escabel a sus
pies (Hebreos 10 12-13), Las almas de los muertos, cuyo destino fue sentenciado por este
juicio particular de Cristo, permanecen en ese estado (no definitivo, sino con la posibilidad de
cambio si los familiares y amigos del difunto interceden a través de las oraciones y oblaciones
por el alma del difunto) hasta el día de la Sentencia del Juicio Final. Las oraciones por los
muertos tienen varias causas: 1) Algunos afirman que la Iglesia instituyó las oraciones por las
almas de los muertos, porque el cuerpo de los muertos al tercer día cambia su aspecto terrenal.
2) Otros para la resurrección del Salvador al tercer día después de Su muerte, o porque el
difunto, siendo bautizado, creyó en la Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, o
por las tres virtudes teologales principales: Fe, Esperanza y Amor, sin las cuales la salvación es
imposible, o en recuerdo del símbolo de toda la naturaleza del hombre, del espíritu, el Alma y
cuerpo (1 Tes. 5 23; Hebreos 4 12), que juntos pecando, deben ser completamente limpiados
por el paso por el mundo más allá de la tumba, donde los vivos deben ser ayudados por:
oraciones, ayunos oblaciones y limosnas, en este alto propósito. Las oraciones del noveno día,
según las ordenanzas apostólicas y patrísticas, también tienen diferentes causas: 1) Algunos
creen que la Iglesia ora por los muertos, el noveno día después de su muerte, porque ese día
comienza la descomposición del cuerpo, dejando solo el corazón intacto. 2) Otros creen que a
través de las oraciones del día el noveno es requerido y mediado por las nueve huestes
angelicales para permitir que el difunto viva con Santos y Ángeles después de la resurrección.
De mismo modo, las oraciones que se hacen a los 40 días después de la muerte por los muertos
tienen diferentes significados: 1) Algunos afirman que para el corazón de los muertos que se
descompone a los 40 días después de la muerte, aunque esto no siempre corresponde a la
realidad. 2) Otros ven en este orden de oraciones y limosnas del día 40 después de la muerte
de los cristianos, los 40 días en que los egipcios embalsamaron el cuerpo del Patriarca Jacob-
Israel y por el luto de sus seguidores (Fac.50 3), las dos veces los 40 días y cuarenta noches en
las que Moisés pasó en ayunos, oraciones y meditaciones, en el monte Sinaí, donde Dios le
habló y le dio las Tablas de la Ley (Ezequiel 37 18; 34 1-2, 28; 2 Ley 9 9-18; 70 1-4, 70); Los
cuarenta años en los que todo el pueblo de Israel que salió de la esclavitud secular de Egipto
(tres millones de almas) fueron alimentados el pan celestial de arriba, es decir, con maná del
cielo (Ex. 76 3-35,); los cuarenta días y cuarenta noches en que el profeta Elías viajó al monte
Horeb, en el poder ganado por la comida (torta y agua) traída por el ángel del Señor, cuando
era un fugitivo, con gran dolor, miedo y desesperación (3 Reyes 79: 1); los cuarenta días y
cuarenta noches que pasó el Salvador después de Su bautismo en el desierto en ayuno Sin
beber ni comer nada. (Marcos 7: 9-13; Mateo 4: 1-11; Lucas 4: 1-13) y los cuarenta días que
pasó el Salvador, después de su resurrección, con sus santos apóstoles, enseñándole los
misterios del reino de los cielos, después de lo cual ascendió al cielo y se sentó con Su
Santísimo Cuerpo humano y divino a la diestra de Dios el Padre Celestial para siempre (F. Ap.
1 l-l 1) Así, la Iglesia ora por los difuntos, como, como el Salvador después de los cuarenta días
y cuarenta noches de duro ayuno, venció al diablo con sus tres tentaciones, que también
nuestro difunto, a través de las oraciones hechas tres veces en los cuarenta días, pueda
derrotar a los demonios y Adquirir el reino de los cielos. Con este fin, San Simeón el Tesalónico
también escribe: "Las oraciones por los muertos tienen lugar el cuadragésimo día después de la
muerte, en memoria de la exaltación de nuestro Señor. Jesús Cristo Dios, con Su Cuerpo
Humano, que tuvo lugar el día 40 después de Su resurrección; porque el alma del difunto,
saliendo de su tumba, pueda ascender a las nubes para encontrarse con el Señor y permaneced
con él para siempre "(Cap. 37 2).

Estos paralelos, entre las diversas situaciones de la vida del Salvador y el estado de las almas de
los muertos, son reconocido por la Sagrada Escritura (Heb. 9: 27-28). Así, tú que lloras a un
ser querido muerto, alzáis vuestras almas y corazones hacia al Dador de vida que a los 40 días
subió al cielo para presentarse ante el acatamiento de Dios en favor nuestro, "(Heb. 9:24).
¿Rechazará su Padre de escuchar su oración, viendo a su amado Hijo, que padeció por
nosotros con las llagas de la cruz? Por tanto, pongamos nuestro corazón y nuestra fe en el
amor del Salvador, quien incluso en Su gloria está constantemente preocupado con nuestra
salvación eterna, tu salvación y la del querido difunto. Ore al señor para que entonces, por Su
Gracia tenga misericordia de sanar las heridas del alma para lograr lo que le falta, para
perdonar sus pecados, para limpiarlo y ponerlo en lugar donde se regocijan los justos. Su fe y
sus oraciones, unidas a las oraciones de la Iglesia, serán fuertes y ayuda a tus difuntos en el día
del juicio de Cristo, en espera del juicio final. Conociendo el estado del Alma en la vida de más
allá de la tumba, en la edad que corresponde al día de 40 después de la muerte, el día en que
se dicta sentencia sobre la felicidad o la condena del fallecido (aunque no será la decisión
final), la Iglesia y los familiares se apresuran nuevamente a acudir en su ayuda oficiando una
misa Litúrgica par los Muertos orando a Dios a favor del difunto. Por tanto, vemos, como se ha
dicho anteriormente, que el Alma, después de su separación del cuerpo, habita dos días más en
la tierra y al tercer día asciende a Dios para adorarlo, luego pasa en el cielo durante los
próximos seis días y finalmente, durante los próximos treinta días, está en el infierno, y en el
cuadragésimo día finalmente, de dicta provisionalmente el lugar donde estará hasta la última
Sentencia del Justo Juicio Final, cuando solo entonces recibirán las almas la decisión final.
Quedan los aniversarios de la muerte, las fiestas de los santos y los cumpleaños de los difuntos
que son fechas siempre memorables para los verdaderos cristianos dispuesto a mostrar que la
muerte no ha roto el amor y la relación espiritual entre los queridos difuntos y los seres vivos.
Nuevamente se hacen oraciones para los muertos y se reza por ellos ante Jesús Cristo por la
salvación de nuestra alma y de ellos. Le rezan ante Aquel que dijo sobre Él mismo: "Yo soy la
Resurrección y la Vida". ¡Oremos y pidamos sinceramente que se cumpla su promesa de
escuchar a los que le rezan! "Pide y se te dará ... porque no quiero que el pecador muera, sino
que sea vivo, porque sufrí y derramé Mi Sangre para que él tenga vida eterna ". De lo que se
ha mostrado, podemos ver, en definitiva, lo que está sucediendo con el Alma inmediatamente
después su separación del cuerpo, el tercer día, en su viaje por las aduanas del aire, por el
cielo, por el infierno y por su ubicación temporal en los lugares de los felices o en las
mazmorras de los condenados.

En cuanto al paso por las aduanas del aire, San Macario el alejandrino, contemporáneo de San
Macario el egipcio, nos cuenta que uno de los dos ángeles que se le aparecieron, le dijo: "El
alma ya sea de un pecador o de un justo se llena de gran temor a la vista de estos espantosos y
malvados demonios. Oye los gritos y suspiros de quienes lo rodean, pero no puede pronunciar
una palabra, ni hacer nada. Está preocupado, pensando en su largo viaje desconocido que debe
hacer; al nuevo tipo de vida que llevará de ahora en adelante, desde su separación del cuerpo
". "Qué horror - dice San Cirilo de Alejandría - y qué miedo sentirá el alma todo el tiempo
hasta que finalmente sea juzgada! Los poderes de Dios están ante los espíritus inmundos y
presenta todos los buenos pensamientos, buenas palabras y buenas obras del alma. Al mismo
tiempo el alma, llena de terror entre medio de los Ángeles iluminados, que le ayudan, y los
demonios, que le acusan esperando su salvación, o su condenación y pérdida ".

Ahora, de lo mostrado, confiándonos la existencia y las penurias que atraviesa las almas de los
humanos después de su separación del cuerpo, sigamos más de cerca lo que nuestra Madre
Teodora nos dice sobre el paso de su Alma por las aduanas del aire y los espantosos obstáculos.
Los dos ángeles - le decía a San Gregorio - extendiendo sus alas luminosas como un
relámpago, volaron conmigo por el aire, a la altura del cielo, hasta el Trono de la Deidad ...
LA INVESTIGACIÓN DE CADA ALMA CRISTIANA EN LAS 24 ADUANAS DEL AIRE.

LA PRIMERA ADUANA. A gran velocidad mientras caminamos desde la tierra a las alturas del
cielo, al principio nos encontremos a los espíritus malignos del aire en las primera aduana
donde se investiga los pecados del Alma relacionados con la palabra: palabras vanas, bromas,
conversaciones vanas y sucias, palabras obscenas, burla, risa sobre las cosas santas y de la
gente, canciones apasionadas y malas, risas y vacilaciones en contra de defender la verdadera
fe, no hacer la voluntad de Dios, ni realizar obras de la vida cristiana buena y pura. Había una
gran asamblea de leviatanes, grandes y negros como brasas, cuya frente era muy perversa, ha
aparecido frente a mí. Estando detenidos allí, trajeron ante mí muchos libros. Oh, Gregorio
hijo, Dios es mi testigo de que estoy ahí viendo todas las palabras vanas escritas en mi
juventud, las palabras sin cuenta y sin vergüenza, todas las palabras locas e inmundas, todas
las canciones mundanas, los gritos, la risa y la risa, a través de los cuales confundí a muchas
almas, haciendo reír locamente con esos chistes pecaminosos, palabras necias y vanas, como es
la costumbre de muchos. Esos feroces oficiales de aduanas me los mostraron todos uno por
uno esos males o pecados. Los aduaneros pusieron todas mis dudas en la fe justa en la vida
cristiana pura ante mis ojos mostrándolos todos uno tras otro, reprochándomelos todos por
qué los hice. Me mostraron incluso el clima, los lugares, la gente, cuándo, dónde y con quién
me entregué a esas vanas palabras, risas y lo demás a través del cual enfurecí a Dios. Sin saber
que esos eran pecados, ni siquiera los confesé al Padre Espiritual, y no me arrepiento de ellos,
ni he dado frutos dignos de arrepentimiento por ellos. Entonces recordé las palabras del
Salvador, que nos dice en el Santo Evangelio: Os digo que de toda palabra ociosa que hablen
los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y
por tus palabras serás condenado. (Mat. 12: 36-37). También recordó los consejos apostólicos:
“No salga de tu boca toda inmundicia, sino solo lo que es bueno, con el propósito de edificar a
los que te oyen ... Así que ni las palabras locas o las bromas no deberían estar entre los
cristianos; pero solo palabras santas y de alabanzas, los salmos y la Palabra de Dios lo más a
menudo posible. Si alguien habla, que hablen las palabras de Dios según las Sagradas
Escrituras, y servir según el poder que le ha dado Dios, para que Dios sea glorificado en todas
las cosas por medio de Jesús Cristo, a quien pertenece el dominio y la gloria por los siglos de
los siglos. Amén ... Que tu palabra esté siempre con gracia del espíritu santo, y para aquellos
que no creen y no quieren seguir la vida cristiana y la verdadera fe, su parte está en el lago de
fuego y azufre, que es la segunda muerte." Viéndome tan terriblemente reprendida, por un
lado, por esos infernales aduaneros y por otra parte remordimientos de mi conciencia por no
guardar la Palabra de Dios, entonces quede asombrada, callada como un mudo, sin respuesta
para aquellos espíritus astutos, porque lo que decían era verdad. Estaba de pie tan asustada y
me preguntaba cómo es posible que no habían olvidado esos pecados, ignorados por mí,
después de lo que habían pasado tantos años, que incluso a mí se me había olvidado de hace
mucho tiempo y ni siquiera existía en mis recuerdos. Pero me los presentaron a todos, como si
les hubiera hablado hoy mismo, preguntándome en detalle por cada uno, tal como los había
hecho. Yo los recordé a todos porque a todos los hice. Temblando de miedo, me quedé en
silencio y avergonzada y esperando con horror a ver qué harían y qué sería conmigo. Entonces
los Santos Ángeles, que me acompañaban, depusieron contra esos pecados algunas de mis
buenas obras, que había hecho después, pero sin alcanzarlas, cumplidas con los dones del
piadoso Padre Basilio, y redimiéndome así, fui de allí en adelante.

SEGUNDA ADUANA, DE LAS MENTIRAS Y PECADOS EN CONTRA DEL ESPIRITU SANTO

Subiendo rápidamente, llegamos a la aduana de mentir. En esta aduana nos pregunta sobre
cada palabra falsa, incumplir las promesas y quebrantar los votos, llamar o tomar el nombre
de Dios en vano, por falsos testimonios, confesiones falsas o incompletos, encubriendo y no
confesando todos sus pecados por su astucia engañosa e hipócrita, que ignora y viola el tercer
mandamiento de Decálogo del amor de Dios, en relación con el pecado satánico de la
hipocresía mentirosa y astuta. Los diabólicos funcionarios de aduanas investigan con gran
dureza todos los pecados cometidos por las almas de sus vidas, pecados contra el Espíritu
Santo: la demasiada y despreciada confianza en la gracia de Dios, como, por el contrario, la
desesperación o desconfianza de la misericordia de Dios, oposición a la verdad revelada, y
también la renuncia a la fe ortodoxa. Al llegar a esta aduana, donde se buscan con
minuciosidad las almas humanas, recordé las palabras de nuestro Salvador Jesús Cristo Dios-
Hombre, que dice: “El que no es conmigo está en contra mí y el que no recoge conmigo,
esparce. Por esto les hablo: Todo pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero
cualquier pecado o blasfemia cometida contra el Espíritu Santo no se la perdonan a los
hombres ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12: 30-37; Marcos 3:29; Lucas 12:10; 7).
Los señores de esa aduana, negros y espantosos, veloces, salvajes, unos monstruosos sucios, me
preguntaban y me culpaban severamente por mis pecados. Examinándome en detalle, había
dos pecados, que cometí sin considerarlos como pecados, en la Santa Confesión, ni siquiera los
confesé ante el padre Espiritual. Pero la ruptura de juramentos, falsos testimonios y cosas por
el estilo, no encontraron nada de esto con el Don de Cristo, pero solo unas mentiras que
encontraron, pero los demonios de esa aduana parecían muy felices y quiso secuestrarme de
manos de los ángeles que me llevaban. Pero los Santos Ángeles pusieron y allí algunas de mis
buenas obras y más de los dones de mi padre Basilio, y me redimieron. Escapando de allí y
ascendiendo cada vez más alto sin peligro, los Santos Ángeles se hablaron: “Verdaderamente,
esta Alma ha encontrado mucha bondad por parte de San Basilio, el amado siervo de Dios, de
lo contrario habríamos estado muy angustiados en nuestro camino a través de estas aduanas
del aire ".
TERCERA ADUANA, LA DEL CHISMOREO Y EL JUZGAR AL PROJIMO.

Pasando la segunda aduana y subiendo nosotros, en cuyo tiempo los Ángeles me dijeron estas
palabras, llegamos a la aduana de la calumnia, humillación del prójimo, juramentos, burlas el
olvido de sus propios errores y pecados, y del juzgar y condenar al prójimo. Ahí es donde lo vi
que todos los que han desatendido la Palabra de Dios, que dice: “No juzgáis, para que no seáis
juzgados. No condenes y no te condenarás. Que con que juicio juzgarás serás juzgado, y con
qué medida mediréis; os será medido, y os será añadido. ¿Por qué ves la pajita que está en el
ojo de tu hermano, pero la viga que está en tu ojo no la sientes? ¿Cómo puedes decir: “Déjame,
hermano, quitar la pajita de tu ojo, y he aquí, ¿la viga en tu propio ojo no la ves?". Primero
quita la viga de tu ojo y luego verás la pajita del ojo de tu hermano ... Verdad Os digo que toda
palabra ociosa que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Por tus
palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado ... Cuando venga el Hijo del
Hombre en la gloria de su Padre con sus santos ángeles, entonces recompensará a cada uno de
acuerdo con las obras según sus pensamientos, palabras y obras. Yo Soy el que prueba los
corazones y daré a cada uno según sus obras. Muchos que se apresuran a difamar, juzgar y
condenar a su prójimo caen en la misma trampa y su condenación será aún mayor, estando
ellos mismos llenos de toda injusticia, fornicación, astucia, avaricia, maldad, envidia, asesinato,
engaño, malhechores, aborrecedores de Dios, blasfemos, altivos, soberbios, impíos,
incomprensibles, inestables en los asentamientos, sin amor, irreconciliables, despiadados, gente
caída, sabiendo la justicia de Dios que los que hacen tales cosas son dignos de muerte, no solo
que lo hacen, sino que están cómplices con otros quienes lo hacen. Por eso el Apóstol clama:
"Quienquiera que seas, oh hombre, todo lo que juzgas, así como juzgas a otro, a ti mismo te
condenas, porque vosotros hacéis lo mismo que aquellos que les juzgáis, y saben bien que el
juicio de Dios es tras la verdad sobre aquellos que hacen cosas como estos. ¿Cómo consideras,
hombre, tú que juzgas a los demás que tú haces exactamente lo mismo, como crees que tú te
libraras del juicio de Dios? Tal vez ignoras las riquezas de Su bondad y Su indulgencia y
nobleza, sin conocer que la generosidad de Dios ¿te lleva al arrepentimiento? Pero, después de
tu corazón endurecido e impenitente, te acumulas ira en el día de la ira y la revelación del
justo juicio de Dios, que recompensará a cada uno según sus obras. ¿Quién eres tú para juzgar
a un sirviente ajeno? Solo el Señor le puede juzgar y nadie más, porque Dios es lo
suficientemente fuerte para hacer un juicio justo ... Pero, ¿por qué juzgas tú a tu hermano? O
tú, ¿qué calumnias a tu hermano? Que todos estaremos pronto ante el juicio de Cristo
entonces no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, que conoce lo profundo
de todas las cosas y de todos los corazones. Entonces todos recibirán de Dios la recompensa
según sus acciones. Si alguien construye sobre una piedra - que es Jesús Cristo - como
fundamento, puede cargar todo el peso de los problemas, temores, las tribulaciones y penurias
de esta vida porque él Señor es la única piedra que soporta todo. Cada uno de nosotros dará
cuenta de sus hechos ante Dios. Entonces, no nos juzguemos unos a otros, no sea que
confundamos a nuestro hermano. A menudo nos jactamos y creemos que somos superiores y
dominamos a los demás, con sabiduría en que Dios nos ha dado y nos ha ayudado a
desarrollar, pero si le hubiera dado este regalo a nuestro prójimo que calumniamos, entonces
¿deberíamos ser calumniados y condenados por él? ¿Qué estás pensando y con qué estás
orgulloso? ¿Quién te elige a ti, y te dice que tú vales más? Pues ¿quién es el que te distingue?
¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo
hubieras recibido? (1 Corintios. 4: 7). Allí nos detuvieron y vimos lo difícil que es difamar y
condenar a alguien calumniar, blasfemar, burlarse y reírse de los pecados ajenos, y no ver los
nuestros, ni intentar conocerlos y canonizarlos, ni cuidar de limpiarnos de ellos mediante la
Confesión y el verdadero arrepentimiento. Algunos como ellos, aquellos terribles
interrogadores de las tinieblas, les investigan con gran detalle, incluso que son considerados
más bien como anticristos, porque roba el honor y el derecho de juzgar que solo pertenece al
Señor Jesús Cristo y se convirtieron en jueces y perdedores para los cercanos a ellos, por lo
cual se hicieron dignos de mayor condenación. Pero en mí, con el Don de Dios, no
encontraron estos pecados, porque todos los días de mi vida me cuidé de todo el corazón para
no cotillear de nadie, ni condenar, ni reír de nadie. A veces, lo cual es cierto, por casualidad,
escuchando a otros condenando chismeando, quizás me inclinaba un poco ante ellos con mi
mente, o por descuido, agregué una palabra o una leve aprobación al inclinar la cabeza o
algún movimiento, pero tan pronto como recuperé la conciencia, me arrepentí. Sin embargo,
me las contaron y las consideraron también como pecado de condenación. Pero los santos
ángeles redimiéndome de esta aduana con los dones del Piadoso Basilio, seguimos juntos y
volamos más alto.

LA CUARTA ADUANA, DE LA CODICIA O GULA.

Llegando a un lugar más alto, a las aduanas de estas alturas del aire, llegamos a una aduana
que se llama codicia o la ansia del útero, con la pasión de embriaguez, el hábito de comer
mucho y entre comidas o en secreto, olvido de las oraciones antes y después de las comidas, no
respetar el ayuno, finalmente, todo tipo de glotonería Al llegar allí, esos espíritus inmundos y
sucios, muy salvajes, negros y oscuros como el hollín corrieron inmediatamente hacia mí,
disfrutando mi llegada a ellos, con un gran interés. Los rostros de aquellos espíritus malignos
eran muy pérfidos, imaginando a los amantes de las delicias, los insaciables borrachos y
glotones. Algunos de ellos aparecieron como imágenes que se parecían a los platos y ollas de
comida cocida, otros vasos, botellas, jarras y bebidas alcohólicas, pero lo alimentos y bebidas
era más bien basura inmunda. Otros parecían borrachos, como los que tocan algún
instrumento musical; otros se parecían a los camareros y juerguistas fiesteros, burlándose de
las almas de los pecadores con esta pasión que llegan a sus aduanas. Rodeándonos como
perros, nos detuvieron e inmediatamente sacaron todos mis pecados adelante, es decir, si
alguna vez comí en secreto y en exceso, innecesariamente o temprano por la mañana como el
ganado, o si comía sin rezar y sin persignar me con el signo de la Santa Cruz. Entonces me
presentaron las veces que comí en los santos ayunos, antes del Santo servicio litúrgico de las
Iglesias o después de la comida cuando ya había tenido suficiente. Además, todos los borrachos
me los mostraron uno a uno, poniéndolos todos frente a mí, los vasos y la cantidad de vino con
los que me emborraché, provocándome y diciendo: “Mira, has bebido tantos vasos en tal
tiempo, tantos en este y con este hombre, y mujer, tantos en este lugar, tantos en esta fiesta,
festivo ... En eso y la otra vez tantas copas y botellas de vino, con tragos borrachos bebiste, que,
por borrachera, tantos y has cometido tantos pecados: has banqueteado, has bailado y has
cantado con canciones mundanos y obscenos y otras iniquidades que muchas veces otros te
llevaban a casa por la borrachera que hiciste”. También mostraron esas copas (con brandy,
vino, etc.) que yo había bebido en esos días de ayunar, a veces incluso por la mañana e incluso
hasta la embriaguez, pensando que esto no es un pecado, hechos de los cuales ni siquiera me
arrepentí, sino que junté a otros a mi hábito pecaminoso. Me acusaron de estar en los días
festivos y los domingos, antes del final de la Santa Misa, bebiendo en algún lugar...
Ladrándome y gritándome, me expusieron todo tipo de pecados de mi niñez hasta la hora de
mi muerte, cada vez que comía hasta saciarme y en la fila de comidas, y luego me insultaban y
se apresuraban a tragarme, diciéndome: "No prometiste en el bautismo de Dios que
renunciarías a Satanás y todas sus cosas, los servicios, los ángeles, los siervos, la obediencia y
su orgullo para unirte a Cristo ...? ¿Cómo te atreviste después de estas divinas promesas del
alma, hacer de tu vientre, tu Dios?” Fue entonces cuando me vinieron a la mente las elocuentes
palabras del Divino Salvador Jesús Cristo: “«Guardaos de que no se hagan pesados vuestros
corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga
aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que
habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis
fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del
hombre.” (Lucas 21: 34-36). También recordé los consejos apostólicos: Como en pleno día,
procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos;
nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesús Cristo y no os preocupéis de
la carne para satisfacer sus concupiscencias. No os dejéis engañar porque ni los codiciosos ni
los borrachos, no heredarán el reino de Dios." Porque muchos viven según os dije tantas veces,
y ahora os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la
perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que
en las cosas de la tierra. "(Filipenses 3,18-19). Entonces las profecías del Profeta gritaron en
mis oídos: "¡Ay de los que buscan bebidas temprano en la mañana que van de tras los tragos y
borrachos! Ay de los que hasta altas horas de la noche se calientan con el vino. Ellos no toman
ni considera las obras del Señor, y no valoran las obras de Sus manos ... Por esto mi pueblo será
llevado en cautiverio sin darse cuenta. Sus ancianos serán abatidos por el hambre; y la
multitud se derretirá de sed. El infierno dobló su codicia, abriendo su boca incontrolablemente.
Así que, los pequeños serán abatidos, los grandes serán humillados, y los ojos de los soberbios
serán avergonzados”. Todos estos pecados y placeres del vientre que había cometido fueron
puestos ante mí por aquellos aduaneros que se regocijan como si yo hubiera pasado de repente
a su dominio en las profundidades del infierno, donde querían arrojarme. Siendo reprendido
por mis pecados, temblé de miedo, no habiendo que responde contra ellos, viendo que tienen
razón. Los santos ángeles sacando los dones de los piadosos Basilio, también me redimieron de
esas aduanas. Los demonios, viendo mi redención, terriblemente se turbaron y gritó: “¡Oh, que
amargura! ¡Hemos perdido todo nuestro trabajo! " Entonces arrojaron al aire los registros en
las que estaban escritos mis pecados. Al ver esto, me sentí muy feliz y subí sin peligro.

Mientras caminaban los santos ángeles, se decían unos a otros: “Verdaderamente, esta alma ha
recibido una gran ayuda del agradable a Dios, padre Basilio. Si no lo hubiera ayudado con sus
labores y oraciones, mucho hubiera enfrentado y soportado peligros, pasando por estas
tentaciones, investigaciones y juicios de las aduanas del aire. Entonces, tomando un poco de
atrevimiento, les dije: "Mis señores, me parece que ninguno de los que viven en la tierra sepa lo
que se hace aquí y lo que le espera al alma pecadora después de dejar el cuerpo ". Los santos
ángeles me respondieron:" ¿No bastante lo dice las Divinas Escrituras, que siempre son leídas
en las Santas Iglesias y predicadas por los santos Siervos de Dios? Pero aquellos que se han
obsesionado con las vanidades terrenales no se dan cuenta de ello. Consideran que beber y
embriagarse todos los días es un placer no un pecado. Y así, comiendo siempre sin saciedad y
complaciéndose sin temor de Dios, dando preferencia a su barriga en lugar de Dios, ni
siquiera piensan en la vida futura, ni recuerdan las divinas escrituras que dicen: “¡Ay de
vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!,
porque tendréis aflicción y llanto.... y de los que están borrachos porque vais a pasar sed ".
Ellos consideran que las enseñanzas divinas de las Sagradas Escrituras son cuentos de hadas y
gastan sin cuidado - especialmente en días de domingos y festivos - con juegos, banquetes,
fiestas idólatras con músicos, moda y lujo, susurros, bailes, varios y malditos pasiones
mundanas, como el ejemplo del rico epulón que vestía de lino y purpura, así como nos dice el
Santo Evangelio, que se regocijaba diariamente en fiestas y borracheras. Solo los ricos (de buen
corazón, como Abraham) que son misericordiosos y hacen justicia y buenas obras, que
muestran misericordia al pobre y al necesitado, y ayudan al desfavorecido y angustiado, Dios
perdona sinceramente sus pecados de y pasan por las aduanas del aire sin problemas, por la
multitud de sus limosnas. También los pobres en espíritu, paciente en su pobreza y dolor como
Job y el pobre Lázaro, tienen derecho a pasar libremente por estas aduanas. Las Divinas
Escrituras lo atestiguan diciendo: "La misericordia redime de la muerte, limpia y cubre muchos
pecados”. "En vuestra paciencia adquiriréis vuestras más ... El que perseverará hasta el final,
será salvo. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el sacrificio del Señor " Aquellos que
hacen limosna y justicia tendrán suficiente vida; y los que no se esfuerzan por limpiar sus
pecados mediante el arrepentimiento y la confesión, ayudando y dando limosnas, no les es
posible deshacerse de estas preguntas, sino que serán secuestrados de esos aduaneros,
tenebrosos a quienes los viste tú y les trabajaban terriblemente, descendiendo les al profundo
del infierno. Allí les mantendrán en dolorosa labor hasta el terrible Juicio del Señor Jesús
Cristo. Verá, ni a ti no te habría sido posible cruzar estas aduanas si no hubiera sido por la
redención a través de los dones del Piadoso Basilio”.

QUINTA ADUANA, LA PEREZA.

Elevándonos más y más alto en las alturas del aire, en ese camino inimaginablemente de largo
que no puede ser medido, ni entendido por la mente humana, hablando con mucha gratitud
por las bendiciones de mi Padre espiritual Basilio, he alcanzado las aduana de la pereza y la
ociosidad, donde se investiga el tiempo de todos los días las horas gastadas en vano, sin buenas
obras como: la pereza en el servicio Divino y a la oración privada, descuidar la obra de la
salvación, para el enriquecimiento y la felicidad de nuestra alma, y del prójimo y en la obra
por la agonía de los necesitados de la vida. Ahí es donde todos se detienen esas personas
perezosas o perezosas que, como los abejorros, anhelan y comen el trabajo de otros, en lugar
de trabajar y ganarse la vida con el sudor de su frente. También esos que se les paga y no
trabajan según el convenio. Hay quien son perezosos en las fiestas santas, domingos y festivos
y no van a

Vísperas, maitines, la Divina Liturgia, no quieren alabar a Dios. Hay se investigan las almas si
durante su vida en la tierra han cumplido el mandato de Dios de Las Sagradas Escrituras: "Con
el sudor de tu rostro comerás tu pan", y: "El que no trabaja no debería comer " También se
busca con gran detalle a cualquier cristiano con respecto a la diligencia o la pereza sobre la
alimentación de su alma con la Palabra de Dios. Esos aduaneros están investigando si un
cumplido o no el mandamiento del Salvador, que dice: "Velad y orad continuamente, para que
no caigáis en tentación. Acumula muchas buenas obras, y trabaja con el talento los dones que
se te han dado. Llámame en el día de tu angustia, y yo te sacaré, y tú me glorificarás. Maldito
es el que hace la obra del Señor descuidadamente o con pereza. Si las obras mundanas son
requeridas y realmente deben hacerse con buen cuidado para el placer humano, entonces los
espirituales deben hacerse con mayor diligencia, para ser agradables y bien recibidos por el
Señor. Aquellas deben realizarse con mayor cuidado, cuanto más grandes y preciosas son las
obras del alma que del cuerpo. En esa aduana se investiga toda pereza, y negligencia de todo
laico, clérigo o sacerdote, que no se ocupó primero de Su alma y luego por las confiadas a
ellos. Allí los que se dedicaron a otras cosas en los Días Santos tienen tiempo perdido con los
juegos de cartas, y en las tabernas, en las celebraciones anticristianas, las borracheras, las
mentiras, los chismes, calumnias y condenación en varios lugares ... donde oscurecieron sus
mentes, y han perdido el tiempo inútilmente en lugar de ir a la Santa misa y los servicios
espirituales, con el propósito de creer y vivir una vida cristiana pura. Allí todos los pecados de
la pereza se analizan en detalle, y muchas almas son detenidas y caen en el abismo del
infierno. Si me hubieran pedido más allí también, no habría podido deshacerme de esas
deudas y del peligro que me amenazaba con llevarme al infierno, pero con las oraciones del
padre Basilio, por el cual, redimiéndome, me sacaron de esta aduana.

SEXTA ADUANA, EL ROBO Y EL ENGAÑO

Subiendo más allá, más y más alto en el aire, llegamos a la aduana de los timos y los robos.

Los funcionarios de aduanas de esa aduana tratan allí en detalle las almas sobre los diversos
pecados de robo, secuestro y fraude, en secreto o abiertamente. En esa aduana se pone muy
grande investigación, por los aduaneros diabólicos. A las almas que pasan, se miran si han
robado o han engañado a otros con algo, si se han apoderado de la riqueza extranjera con
juramentos falsos y astutos, o si han encontrado algo y no lo devolvieron, o pidieron prestados:
dinero, y luego no lo devolvieron a quien les hizo bien ellos, o con diversas astucias y
calumnias, despojaron a su vecino de la paz y el honor, afligiéndolo hasta el punto del
sacrificio y finalmente, allí se investiga con mucha dureza y detalle cualquier robo. Entonces
recordé las palabras de guía del Salvador: "No robarás ...Más feliz es dar antes que recibir” y el
consejo del Apóstol “No deis ventaja al diablo; quien ha robado (hasta ahora), no vaya a robar
más, pero mejor trabajar, hacer cosas útiles con sus propias manos, para que tengan algo que
compartir con los necesitados ... porque ni los ladrones ni los fariseos hipócritas no heredarán
el reino de Dios "(Efesios 4: 27-28; 1 Corintios 6: 9). Los que no devuelven lo que injustamente
le han quitado a su vecino, son detenidos en esta aduana por ladrones y si no tienen nada que
pagar, caen en las obras del infierno. En esta aduana, aunque tropezamos un poco, porque no
se encontraron hurtos en mí, pasado, sino lo que se había hecho en mi infancia, muy pocos
veniales, así que pasamos sin tener que dar mucho.

LA SEPTIMA ADUANA, DEL AMOR A LA PLATA Y LA RIQUEZA.

Tomando nuestro vuelo por los aires, cada vez más alto, llegamos a la aduana de la codicia, el
amor a la plata o tacañería. Había más niebla y estaba más oscuro que en las otras anteriores
por las que había pasado. Creo que esos espíritus malignos forman su vapor de esta oscuridad
de las profundidades de la tierra, de que son sus moradas en las alturas, donde se sientan y
buscan detener a los amantes de la plata, los tacaños y los que hayan oprimido a sus
trabajadores. Viendo las hostiles invasiones de los demonios - aduaneros- de este lugar, junto
con su diablo jefe que se presentó ante nosotros, he sentido el terrible peso de este pecado
mortal y he recordó las predicciones del Salvador sobre las despiadadas aflicciones de los
necesitados y el desperdicio de diversas vanidades y pecados como le paso al rico codicioso
atrapado en una muerte súbita donde el despiadado rico, se ha derrumbado en las llamas del
infierno, suplicando en vano una gota de agua: “Así es con el que junta sus tesoros y no se
enriquece en Dios ... Hijo, recuerda que tomaste lo bueno en tu vida ... por eso ahora estás
padeciendo ¡Ay de vosotros los ricos !, que ahora sois consolados y hartos de hambre.
También recordé la palabra del Apóstol: “El que quiere enriquecerse cae en la tentación, en
muchas razas y concupiscencias, temerarias y dañinas, que hunden a las personas en la
perdición. La raíz de todos los males es el amor a la plata, que algunos codiciaron y perdieron
la fe y sufrieron mucho dolor a causa de ello. Venid ahora y llorar por las tribulaciones
venideras. ¡Habéis deshonrado y oprimido a los pobres y blasfemado el buen nombre cristiano
para acumular vuestra riqueza!

Dios misericordioso, sin embargo, protegiéndome a largo de mi vida, no fui preocupada en


absoluto por mucha riqueza, no me gustaba la plata ni me angustiaba por muchas fortunas. En
mi vida me contentaba con lo que el Señor me dio. Así que no era codiciosa ni tacaña. Aun así,
lo que tenía lo compartí con diligencia y alegría a los pobres y necesitados. Por eso pasé fácil y
rápidamente a través de esta aduana.

OCTAVA ADUANA, EL INTERES y LOS TIMOS.

Dejando a los avariciosos y tacaños aduaneros (visiblemente molestos y encolerizados entre


ellos mismos por haberme librado de allí), viajé más y más alto en el aire, en ese desconocido,
oscuro viaje, hasta que llegué a la aduana llamada, el interés y la astucia. Allí la investigación
es sobre todos aquellos que prestan su dinero con intereses, acumulando beneficios inmundos,
y también a los codiciosos y a los que guardan las cosas extrañas en sus casas como propias.
Allí, los interrogadores de aduanas, me investigaron hasta el menor detalle, de varias partes de
este pecado. Frente a esa aterradora vista me aparecieron en mi recuerdo las palabras de las
Divinas Escrituras: “Si prestas dinero a tu pobre hermano, no lo oprimas y no tomes interés por
el ... no usurpes a tu hermano... tu dinero no le prestes con intereses… ".

"El astuto no morará contigo, oh SEÑOR; el que engaña de verdad perecerá. Bienaventurados
los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Pero al no tener nada de qué acusarme, solo
me acusaron de astucia, de que había engañado a alguien y tomé algunas cosas de las suyas;
pero como no pudieron probarlo a fondo, apretaron los dientes como asustándome. Pero nos
fuimos más arriba agradeciéndole a Dios.

NOVENA ADUANA, INJUSTICIA Y PECADOS CGRAVES CONTRA EL CIELO:

A medida que ascendíamos, hemos llegado a las aduanas de la iniquidad y los pecados grandes
contra el cielo: opresión de los pobres, viudas y huérfanos; retención del pago de los sirvientes
y trabajadores; difamación de los padres físicos y espirituales. Todos los jueces son examinados
en detalle si han juzgado injusto, por algún pago, obsequios, sobornos, que absolvieron al
culpable, y al inocente le condeno. También hay investigaciones para detener el pago de los
trabajadores de la tierra, los que engañan en las medidas con las que comercian, las injusticias
todas son investigadas en detalle allí. Entonces, como una imagen, con letras brillantes, las
divinas palabras aparecieron ante los ojos de mi alma: “El que obra mal, aborrece su propia
alma ... Los injustos no heredarán el reino de Dios." Teme a Dios y honra el sacerdote. "He aquí,
envío mi ángel delante de tu rostro, para guardarte en el camino y llevarte a la tierra que te he
preparado. Examine e investiga más sobre ti mismo y escucha al sacerdote y no le seas infiel,
porque no él debe obedecer te a ti, sino al contrario, que tú debes escucharle a él, porque Mi
nombre está por encima de él. Los grandes del pueblo merecen honor, y los pequeños e
indefensos cuidados y atención. Cuando juzgas no discrimines, escucha tanto al pequeño como
al grande, no tengas miedo de nadie, porque Dios es el que hace justicia ... No aceptes regalos,
porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y tuercen los juicios de los justos. Busca la
justicia para vivir y gobernar la tierra, que el Señor y tu Dios te lo ha dado ". Pero continuamos
en arriba y de ahí, sin deber nada a esta aduana.

DÉCIMA ADUANAS, LA ENVIDIA Y LA ENEMISTAD.

Subiendo como un rayo, los ángeles ascendieron desde allí más y más alto, en lo desconocido y
el terrible viaje por el aire, y llegué a la aduana que se llama la envidia y enemistad. Allí
buscan en detalle a todos los que se han acosado uno con el otro, el odio, la aversión por los
hermanos y el prójimo; y todos los males que surgen de ellos hasta los pecados capitales del
alma. A la vista del ataque del diablo, dirigido por el encargado de aduanas, el diablo de este
terrible pecado que desencadena muchísimos dolores, devastación y desolación a su alrededor.
Entonces recordé la espantosa maldición que siempre cae sobre los envidiosos, tanto en la vida
temporal como en la eterna: “Que su mesa ante ellos se convierta en un lazo, y su abundancia
en una trampa; ¡anúblense sus ojos y no vean, haz que sus fuerzas sin cesar les fallen!
Derrama tu enojo sobre ellos, los alcance el ardor de tu cólera"(Sal. 68: 26-28). ¡Ah, Señor!
¡Las almas de los envidiosos terriblemente se castigarán! El hombre que lucha bien y supera
este pecado será bendito por todos los siglos. Pasé esta aduana sin dar nada más, porque no
confundí a nadie en mi vida. Allí me preguntaron esos espantosos aduaneros sobre: el
aborrecimiento de los hermanos, el disgusto del vecino y varios males que brotan de la envidia
y de los enemigos, pero con la misericordia de nuestro Señor Jesús Cristo, Dios, no me
encontró culpable por ninguna de todas esas preguntas. Pero vi la ira los demonios de esas
apestosas aduanas, que, con el rostro de leviatanes, crujían los dientes, corriendo sobre mí con
la ira de tragarme viva. Pero, sin miedo a ellos, subimos más y más regocijándonos por
habernos alejado de ellos.
LA UNDÉCIMO ADUANA, DEL ORGULLO Y VANAGLORIA

Desde allí, viajando así, en grandes distancias cada vez más altas en el aire, llegamos a la
aduana del orgullo y de otros derivados de el: la soberbia, la arrogancia, la vanagloria,
alabanza, el amor propio, insolencia, enaltecimiento con la mente, la negación para hacer el
bien, la confesión hipócrita, renuncia a la fe justa, herejías y supersticiones, libertinaje, hábito
en el pecado, desobediencia a los padres físicos y espirituales. Allí, los diablos de esa aduana,
con gran detalle investiga el orgullo y examina a todos los pecadores por los pecados escritos
anteriormente, es decir, si alguien fue tan arrogante que desobedeció a su padre, y madre que
le dieron la luz y lo criaron después el quinto mandamiento de la ley, que dice: “Honra a tu
padre y a tu madre, para que te vaya bien y que vivas en la tierra durante muchos años "
Aquellos que no han honrado y obedecido a sus padres espirituales, a los sacerdotes de la
iglesia quienes los dieron la luz de la fe y los criaron en Cristo, ni de los que les enseñaron
según Dios, también son severamente investigados allí, es decir, no crearon, ni vivieron para
ser salvados; no escucharon a los ancianos y gobernantes que trabajaron en su iluminación,
guía, administración enseñando cuales son los caminos de la vida y de la salvación. Aquellos
que están orgullosos de su ciencia, su trabajo o su gestión también son investigados
diligentemente allí.

Durante el tiempo de investigación a fondo, las decisiones divinas me aparecieron vivas, así
como sigue: “El hombre que, por orgullo, se comportará obstinadamente para no escuchar al
sacerdote sentado allí en el servicio antes El Señor tu Dios o el juez, morirá y será condenado
al infierno, para el ejemplo a la gente y tener miedo, para que ya no se enorgullecieran ni
comportarse obstinadamente. Por eso mi pueblo es como el sacerdote (afligido, pobre y débil).
La enseñanza justa estaba en su boca (de los sacerdotes de Dios) y no había nada equivocado
en sus labios. Caminaron conmigo y todos sus esfuerzos en la justicia y apartaron a muchos de
la iniquidad ...porque los labios del sacerdote están llenos de conocimiento, y de su boca
escuchamos la verdadera enseñanza porque él sacerdote es el ángel del Señor de los ejércitos
celeste. "El que se ensalza a sí mismo, será humillado; y todo lo que se exalta ante los hombres
cometen una abominación ante Dios ... Dios está contra los soberbios, pero a los humildes les
da multitud de dones. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él esté con
vosotros exalte en el tiempo venidero” Pero yo, siendo una pobre doncella en mi vida y no
estando orgullosa de algunas cosas como estas, pasé entre esos demonios arrogantes, dando
muy poco porque fui muy humilde, honrando a los padres, pero especialmente a mis padres
espirituales y los mayores que los escuchaban en todo, así como me enseñaron, según los
mandamientos de Dios.

LA DUODECIMO ADUANA, LA IRA

Subiendo desde allí más arriba las alturas del aire, llegamos a las aduanas de la ira. En los
momentos cuando esos monstruos infernales estaban invadiéndome, me vino a mi mente las
palabras del Salvador: "Cualquiera que se enoje en vano con su hermano, será culpable de
juicio". También el consejo apostólico: “Si estás enojado, oblígate a no errar. No dejes que el sol
llegue al ocaso guardando tu ira. No des lugar al diablo ... No entristezcas al Espíritu Santo de
Dios, en quien os sellasteis para el día de vuestra redención. Que se aparten de vosotros toda la
amargura, ira, celos, gritos y blasfemias más toda la maldad. Y sean amables los unos con los
otros, perdonándose unos a otros, como Dios también os amó, perdonado a vuestro hermano
en Cristo. Así que renuncia a todo esto: la ira, la cólera, la maldad, la blasfemia, la venganza.
Esos malignos espantosos me estaban examinando minuciosamente sobre los diversos casos del
pecado de la ira, y la cólera. Había una gran multitud de demonios, muy salvajes que tenían al
mando un jefe diablo, que se sentaba en su silla como un ídolo, muy aterrador, encima de los
demás, muy enojado y con una voz que asustaba a todos los que le rodeaban. Pero no entendí
nada de su voz. Los que estaban a su lado, se hinchaban unos a los otros con mucha maldad y
se mordían unos a los otros como fieras salvajes perturbando y gritando terriblemente. Al
llegar nosotros en medio de esos males, se abalanzaron sobre nosotros con el rostro
ensangrentado de tanta furia, y con gran rabia demoníaca nos registraron, poniendo todos mis
pecados delante de mí hechos mientras vivía en la tierra. Siempre que me enojaba, molestaba y
le gritaba a alguien, o algún mal pensamiento o mirada ellos lo tenían todo apuntado en sus
registros. Incluso en los casos de santo amor, queriendo sacar a alguien de su malos hábitos y
pecados para ponerlo en orden, cuando me llene de ira y me apresure sobre él, o haberlo
golpeado, o haber atacado a alguien con un gesto de furor, enemistad o reteniendo el mal
dentro de mí, corrí amargamente, insultando y aterrorizando ... Todo lo que me mostraron uno
por uno, como, cuando y donde los había hecho, enfureciéndome; los demonios, como un mar
envuelto en fuertes huracanes, mostrándome las faltas que había cometido entonces,
enseñándome incluso a la gente que había molestado, los gritos inmundos, los insultos y las
palabras que dije en mi ira. Pero no obtuvieron lo que querían de nosotros. Los Santos Ángeles
que me acompañaron respondieron por las acusaciones que me culpaban redimiendo mi alma
pecaminosa, con las oraciones y dones de mi Reverendo Padre Basilio y así continuamos,
gozosos en el Señor, y los dejé a todos atrás en su cólera indecible.

LA DECIMOTERCERA ADUANA, DEL MAL RECUERDO Y VENGANZA.

A medida que volamos más y más alto en el aire, llegamos a la decimotercera aduana, la del
recuerdo del mal. Aquellos que están orgullosos de su ciencia, su trabajo o su gestión también
son investigados diligentemente allí. A través de este pecado, los demonios de esa aduana con
mucha maldad, arrojaron y hundieron muchas almas en el tártaro. Cuando nos acercábamos a
esa maldita aduana, irrumpieron sobre nuestros aquellos leviatanes como leones salvajes,
buscando en sus registros mefistofélicos, para encontrar faltas o pecados que surgen del
recuerdo del mal y de la venganza, para detenerme allí en su dominio y arrojarme al fondo del
infierno. Entonces recordé el mandato del Salvador para superar este tipo de pecado: “Amad a
vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por
los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite
el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo
reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Sed,
pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos, es perfecto. También
recordé el consejo apostólico: “No os vengáis, amados, sino enojaos. Está escrito: "Mía es la
victoria. Recompensaré a cada uno según sus obras", dice el Señor. Como tal, si tu enemigo
pasa hambre, darle pan, saciar su sed, darle agua, porque es como ponerle carbón encendido
sobre su cabeza. No devuelvas al mal con el mal; pero vence el mal con el bien ". También
recordé la visión de San Antonio el Grande, que dice: “Oré un año a Dios para que me revelara
el lugar donde ira los justos y los pecadores después de la muerte. Después de un cierto tiempo
tuve una revelación divina ... vi a un gigante enorme, largo, negro, feo, sentado y dominando
las nubes, con las manos extendidas en el aire, bajo el cual había un lago grande de fuego
como el mar. Entonces vi a las almas viajar y volando como pájaros y tantas cuántos pasaron
sin ser detenidas de las manos de aquel demonio, se salvaron, y pasaron descuidadamente
hacia el otro lado; pero las que fueron golpeados por sus manos, se detuvieron y cayeron al
lago de fuego. Crujía los dientes por cada pájaro que se le escapaba volando por encima de él;
y por los que cayeron, se regocijaba. Fue entonces cuando escuché una voz desde arriba que
me dijo: “¡Entiende lo que ves! Los que ves volando son las almas de los justos, que no se han
sometido a él y van al Cielo. El gigante es el enemigo, quien agarra a los culpables, los detiene
y no los deja pasar, arrojándoles en el infierno, porque hicieron su voluntad y fueron poseídos
en sus malignas mentes. Desde aquí v cuánto bien y felicidad trae al hombre la obediencia y el
cumplimiento de la Palabra de Dios. La misericordia del Altísimo, sin embargo, me cubrió allí
también, porque no tenía maldad en mi corazón. No recordaba el mal por los agravios de los
demás y no recordaba maldad contra los que me odiaban, que no se vengó de ningún hombre;
pero, hasta donde pude, les mostré amor, recompensando el mal con el bien y así, no debía
nada en esta aduana. Los diablos, viendo que no tenían nada que me detuviera allí, se
lamentaron terriblemente cuando nos marchamos libres de sus terribles garras. Así que
seguimos adelante, regocijándonos en el Señor. A medida que ascendíamos más y más en el
aire, tomé mi audacia y pregunté a los santos. ángeles que me acompañaban: “Mis señores, por
favor decirme, ¿cómo conocen estos terribles poderes y potestades del aire todas las malas
acciones de las personas que viven en la tierra en todo el mundo, a cada uno, así como al mío.
He aquí, veo no sólo las cosas que se manifiestan, sino también las que no se manifiestan las
conocen y las presentan aquí. Los santos ángeles me respondieron diciendo:" Todo el cristiano
en el santo bautismo, recibe de Dios su ángel de la guarda, que lo cuida día y noche, guiándolo
a todo lo bueno por el camino de la vida y la salvación, a lo largo de su vida, hasta la hora de
su muerte. Escriben en sus libros todas las palabras, movimientos y cosas buenas que el
hombre ha hecha en su vida. También hace lo mismo el líder del reino de las oscuridades y las
tinieblas del infierno, que quiere fusilar a toda la raza humana para su pérdida. El Satanás
envía a cada hombre que nace en el mundo, uno de sus espíritus malvados y astutos. Él,
acercándose al hombre y siguiéndolo, los acecha casi todo en detalle: las miradas, los
movimientos, las palabras, las cosas y la actividad a lo largo de su vida y sin cesar lo insta caer
en sus engaños y males, es decir, a pecar en todos los sentidos, para ofender al Dios
Misericordioso, con el fin de que perdería la herencia del reino de los cielos, después de lo cual
estará culpable para la condenación eterna junto con ellos en el infierno. Tan pronto como vio
que el hombre estaba inclinado al mal, si habló algo no debido, o cualquier pecado, ese diablo
escribe todos sus pecados en su registro, que luego lo lleva a la aduana con todos los pecados
del hombre escritos por él, y así sucesivamente y lo lleva a las aduanas las que le pertenece a
él. De esta manera todos los pecados de todos los seres humanos del mundo son conocidos por
los funcionarios de las aduanas del aire. Luego, cuando el alma se separa del cuerpo, cuando
intenta con mucha diligencia y asciende a lo celestial, para adorar a su Creador, como bien
ves, estos espíritus astutos de al aire, lo detienen enseguida, mostrándole escritos todos sus
pecados. Entonces el Alma si tiene mayor número de buenas obras que pecados, esos
aduaneros no pueden detenerlo; y si encuentran en él más pecados que buenas obras, lo
detienen por un tiempo en su dominio y encerrarlo en las mazmorras del infierno, donde le
atormentan tanto como La Justicia Divina lo permite. Allí el alma sufre mucha angustia, hasta
que, con ayunos, oraciones, limosnas, santas misas, limosnas a los pobres y otras obras hechas
por las iglesias y los familiares por su cuenta, recibe la redención y pueda salir del infierno.
Pero si alguna alma apareciera tan pecadora y hostil ante Dios, que no hay ninguna esperanza
de salvación, está completamente condenada al castigo eterno, luego inmediatamente los
demonios descienden el alma a las profundidades del infierno, donde se merece su lugar, en el
eterno sufrimiento. Ahí es donde lo mantienen hasta la resurrección de todos y la segunda
venida del Señor Jesús Cristo. Después de eso, su cuerpo junto con el alma sufrirá para
siempre, en el infierno donde el fuego nunca se apaga. Otra cosa buena que hay que saber: de
esta manera sólo aquellas almas que están iluminadas con la fe cristiana y han recibido al
Santo Bautismo suben a ser investigadas. Los incrédulos, los paganos, los idólatras, los herejes,
los sectarios mas todos los que han estado apartados de Dios, no suben de esta manera al
Trono de la Deidad porque, incluso siendo vivos, ellos ya son sepultados en el infierno con sus
almas. Por lo tanto, todos los que están alejados del reino de Dios a menudo tienen paz en la
tierra porque los demonios no frustran sus pasiones físicas y espirituales, como lo hacen al
luchar contra los cristianos ortodoxos; pero también por algún fiel que piense de tal manera y
que engañe a los “cristianos de superficie” cuando dicen que su religión es mejor que la Santa
Religión Ortodoxa de los justos"

LA DECIMOCUARTA ADUANA, MATANZA Y SUICIDIO

Incapaces de contenerme estos diabólicos oficiales de aduanas en esa terrible aduana, subimos
desde allí más arriba, hasta llegar a la aduana, del asesinato. Allí los aduaneros buscan en
detalle las almas cristianas por los graves pecados de asesinato, fratricidios, los abortos,
suicidios e muertes por imprudencia o premeditados y todas estas atrocidades, por cualquier
tipo de golpes y heridas graves o fatales en la espalda, sobre la cabeza, la cara, en el pecho,
sobre las manos o el cuello, con el propósito criminal de romper el hilo de la vida de los demás
o incluso de la suya propia. Los diversos asesinatos de personas y bebés (por abortos, etc.),
suicidios e incluso los pensamientos y consejos demoníacos para realizar estos pecados
terribles. Todos estos se preguntan en detalle y se pesan. Para todos estos pecados, y tantos
como fluyen de esta iniquidad, esos oficiales de aduanas gritaron, culpando terriblemente a los
que son culpables de cualquier pecado relacionados con el homicidio, al igual como en las
otras aduanas. Aterrorizada por esas terribles amenazas de los demonios, recordé las palabras
del Señor preguntando a Caín: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama
justicia desde la tierra ... Si alguien derramará sangre humana, la sangre de ese hombre
también será derramada. No mates. El que manda a alguien en exilio, allí irá el mismo,
también, pero si mata a alguien con la espada por la espada va a morir igual. Los asesinos no
heredarán el reino de Dios. Los asesinos tendrán parte en el lago que arde con fuego y azufre,
que es la segunda muerte " Nosotros y ahí, nos escapamos fácilmente, porque no solo no he
golpeado a nadie, sino incluso evité toda mi vida insultar a los demás.

LAS DECIMAQUINTA ADUANA, DE LOS ENCANTAMIENTOS y HECHIZOS.

Saliendo de en medio de esas monstruosas aduanas, subí más y más alto, ayudado por los
santos ángeles, hasta que llegamos a las aduanas de los encantamientos, brujerías, acertijos,
encantos, envenenadores, susurradores y conectar con los demonios, que de muchas maneras
la gente y especialmente las mujeres lo hacen, que también por esto han caído del Don de
Dios. Las inmundicias diabólicas de esas aduanas con aspecto de leviatanes y enredaderas de
cuatro patas, como toros terribles y oscuros y ennegrecidos, como serpientes, dragones,
víboras, escorpiones y escorpiones, como ranas ... terriblemente feas era la vista de esos!
Terriblemente horrorizado por el ataque y la vista insoportable de esos monstruosos jabalíes
infernales, estaba meditando en los castigos de Dios sobre este pecado diabólico y anticristiano,
que dicen: "Escucha Israel, el Señor tu Dios es el único Señor... Si se levanta en medio de
vosotros algún profeta y realizará signos y maravillas ante ti; y que su señal se cumplirá ese
milagro del que te habló, y luego te dirá: "Vamos tras otros dioses (que tú no los conoces) y
sirvámosles. "No escuches las palabras del falso profeta, porque con esto el Señor tu Dios, te
tienta para que sepas que eres amado por el Señor, tu Dios con todo el corazón y con toda tu
alma. Debes permanecer fiel al Señor en todo. Sigue a tu Dios, témele y guarda sus
mandamientos, escúchale, sírvele y aférrate a El e ignora al profeta mentiroso que se merece
castigo de muerte, porque te ha aconsejado que te desvíes del Señor tu Dios ... E incluso tu
hermano, tu padre, amigo, o quien sea, que tenga confianza, diciendo: "Sirvamos a otros dioses,
a quienes tus padres no conocieron ..."Tu no debes estar de acuerdo con ellos, ni siquiera para
escucharlos. Tus ojos no perdonarán, Ni tendrás compasión de ellos porque es abominación
ante el Señor el que practica idolatrías y hechizos cuando hace estas cosas y por esta
abominación el Señor tu Dios te echa fuera de Su rostro. “Estos profetas profetizan mentiras en
mi nombre. Yo tampoco los envié ni l es ordené y no les hablé; pero te dicen visiones falsas,
mentiras y vanidades todas imaginaciones de sus corazones. "He aquí, yo estoy contra los
profetas, y ellos me han dicho mentiras, dice el Señor y extravían a mi pueblo con sus engaños
y sus halagos, por lo que no he enviado, ni siquiera les ordené; no aportan ningún beneficio a
este pueblo ... (Jer. 23:32). "Así dice el Señor Dios de Israel: Ten cuidado de que no te engañen
tus profetas y tus adivinos. que estás en medio de vosotros y no escuchéis a estos profetas
mentirosos. Yo no los envié.” Mi mano será dura contra estos profetas que proclaman
vanidades y predicen mentiras. "Si un alma corre hacia los que invocan a los muertos
(espiritistas) para cometer fornicación, se enojara Mi rostro contra Su alma y la perderé de Su
pueblo. No corras a los que claman muerte, a los hechiceros, y no andar con ellos "(Lev. 19:31;
20: 6). Cuando te digan: "Pregunta a los que llaman a los muertos y a los que hablan desde el
vientre", tu debería responder: “¿No es correcto que la gente corra hacia Dios, su Creador?
¿Preguntar a los muertos por el destino de los vivos? pide la Ley Divina y la Santa Revelación ...
"(Isa. 8: 19-20). "Cuídense de los falsos profetas, dice el Salvador, que vienen a vestidos con
piel de oveja y por dentro son lobos salvajes ... Muchos falsos profetas se levantarán y
engañarán a muchos ...proclamarán a falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes
señales y prodigios a engañar, si es posible, a los elegidos. La bestia que tenía dos cuernos, se
presenta como un Cordero, y hablaba como un dragón, haciendo grandes señales, como
descender fuego del cielo sobre la tierra a la vista de los hombres, ante los que habitan en la
tierra (todos los que no están en cuerpo y alma en el cielo, es decir, en la Iglesia de Dios) ...
Plagas divinas que asolaban el mundo pagano, han matado a muchos, y el resto que no se han
arrepentido de sus pecados, para que no adoren a los demonios y a los ídolos de oro, de plata,
de bronce, de piedra o de madera, que no pueden ver ni oír, ni andar, y no han no se
arrepintieron de los asesinatos que cometieron, ni de sus encantos, ni de su fornicación y
robos. Así que son echados del reino de Dios los hechiceros, fornicarios, asesinos, siervos y
adoradores de ídolos y todos los que mienten."

Al mismo tiempo, estaba pensando mucho en el canon de la Santa Iglesia y las Decisiones
Divinas contra los encantamientos encantadores, magos, hechiceros que practican brujería
hecha a través de cosas santas: la llave de la Iglesia, los Salmos, el nombre de los santos, el de la
Madre de Dios, del mismo Dios, incluso de la Santa Cruz. Los que invocan a los demonios, los
que preguntan a los muertos, los espiritualistas, más a todos los que realizan esos servicios
diabólicos y visitan a los brujos, en lugar de pedir la ayuda de Dios y de la Santo Iglesias:
desnudándose de Cristo, renunciando de ser cristiano y al Santo Bautismo para unirse al
diablo, que habita en sus corazones. Son arrojados desde allí al fondo del infierno. Entonces
recordé cómo Dios, por estas cosas diabólicas, había castigado al rey Manasés, el rey Saúl y
otros: Castigó a Manasés por ser un esclavo, atado con cadenas y esposas de hierro, justo en
Babilonia, arrojándole en un oscuro calabozo, porque: “pasó a sus hijos por el fuego en

el valle de Hinom, haciendo brujerías ante los ojos del Señor "(2 Par. 33: 6); y el rey Saúl fue
abandonado por Dios, vencido en la batalla, rodeado de sus enemigos, en medio de los cuales
se suicidó, arrojándose en su propia espada, porque había abandonado a Dios y había perdido
la posesión del reino y que además de todo también visitaba a una bruja en Endor para que le
adivinara. Estos y otros como estos pensamos había meditado en las aduanas, pero con el Don
de Dios esos aduaneros no encontraron nada escrito en sus registros contra mí, así que pasé de
inmediato, sin deber nada a ellos. Entonces esos espíritus malignos, corriendo con terrible
rabia, me gritaron y dijeron: "Cuando llegaras a los lugares de fornicación ya veremos si te
libraras de ellos también " Alejándonos más y más alto en el aire, les pregunté a los Santos
Ángeles que me guiaban: “¡Mis señores! Por favor decirme, ¿todos los cristianos pasan por esta
aduana y no es posible para nadie pasar de ellos por otro lugar para ir al cielo, sino solo por
aquí? ¿Existe otro medio de pasar o hacer este viaje sin las preguntas y el miedo que
encontramos al atravesar estas aduanas aterradoras? "Los Santos Ángeles me respondieron:" No
hay otro camino para las almas de los cristianos que ascienden al cielo. Todos pasan, pero no
todos son investigados como tú, sino solo los pecadores como tú, todos aquellos que no han
confesado plenamente sus pecados, avergonzados y escondiéndose de sus Padres Espirituales,
por vergüenza ocultando algún tipo de sus pecados. Si un cristiano confiesa verdaderamente
sus pecados, sus malas acciones, y se arrepiente de haberlos cometido, cumple su propio canon
y abandona los pecados, dando frutos dignos de arrepentimiento, entonces esos pecados son
borrados sin ser vistos por la Divina Misericordia. Cuando un alma como que pasa por aquí,
estos interrogadores de las aduanas del aire abriendo sus registros, ya no encuentro nada
escrito en sí mismo sobre él, no puedo perturbar ni aterrorizar a ese Alma; entonces pasa sin
problemas subiendo al cielo, a la Sede de la Deidad, para adorar y ser recompensado con la
felicidad eterna en el Reino celestial. Así que tú también si habrías hecho una perfecta
confesión de todos tus pecados después de la liberación del sacerdote hubiera hecho que el
verdadero arrepentimiento hubiera sido suficiente, usted no habría sufrido tal terrible
investigación como ésta sobre las aduanas del aire. Estas almas también están sufriendo por
aquellas aduanas donde las respectivas almas hicieron mal la Confesión, dejando su clérigo y
yendo a otro, los que le dicen a un clérigo algunos pecados y al otro le dice otros sin la
bendición de los primeros y más hábiles. Los que lo hacen para no parecer demasiado
pecaminoso ante su clérigo bueno, hábil e ilustrado, para no se les da un canon pesado, les
parece que yendo secretamente a otro y confesando, serán perdonados, son en realidad
rameras espirituales o prostitutas, peor que una esposa legítima que cambia de marido por
unos amantes. Como no han sido limpiados de sus pecados, no tendrán el camino libre, limpio
y no pasan de estas aduanas; así que al no tener con qué pagar, caen en las profundidades del
infierno. Pero lo tuyo te sirvió de ayuda porque hace tiempo abandonaste al pecado hasta la
muerte y con buenas obras gastaste los demás años de vida y especialmente las oraciones del
Reverendo Padre Basilio, a quien le has servido con toda devoción. Pero también debes saber
que los demonios, después de ver que algún alma diligente, por confesión verdadera,
abandonando los pecados, cumpliendo el canon y llevando los frutos del arrepentimiento,
borran sus pecados de sus registros, vuelven a luchar con más fuerza que antes para arrojarlo
a otros pecados, para volver a escribirlos de nuevo en sus registros. Tan felices son los que
después de limpiarse del pecado lucha hasta el punto del sacrificio para no caer también en los
demás pecados, van al cielo ilesos por las aduanas del aire ".

LA DECIMOSEXTA ADUANA, DE LA LUJURIA Y LA FORNICACION.

Volando junto a los Santos Ángeles desde allí conmigo, llevándome en medio de ellos, seguí
corriendo por el camino del aire y llegué a las aduanas de la fornicación. Hay investigaciones
sobre todo tipo de libertinaje o fornicación, el engaño de los esposos incluso con el
pensamiento de fornicación y deseos persistente en ese pecado, la voluntad con los toques
apasionados, el libertinaje, el clima y el lugar donde cometió el pecado, incluso en los sueños
inmundos, impulsos y miradas con pensamientos de lujuria. El capitán de esa aduana estaba
sentado en su silla vestido con un abrigo rojo podrido, salpicado de sangre, sucia e inmunda.
Llevaba ese abrigo como si estuviera vistiendo de colores vivos adornado con un manto real.
Esa prenda fue hecha de la obra grande y sucia de aquellos que, sin el temor de Dios, ruedan
como cerdos en fornicación. Había muchos demonios sentados allí frente al capitán jefe de los
demonios. Aquellos que me vieron llegar allí, se preguntaron cómo ha sido posible qué
habíamos llegado tan lejos. Y estuvieron asombrados durante mucho tiempo, preguntándome
cómo pude pasar por tantas aduanas y llegar a este punto. Luego sacando cosas de mi
libertinaje, escrito en sus registros, me reprendió con dureza, mostrándome la gente con que
había pecado en mi juventud, el tiempo en que yo había pecado, el día, la noche y el lugar
donde y con alguien. Yo no tenía nada qué responder, porque todo era cierto, solo estaba
temblando de miedo y llena de vergüenza. Pero no solo dijeron la verdad; pero también me
acusaron de muchos hechos mentirosos, trayendo como acusación nombres e iniquidades
cometidas por mis amantes. Esos días cuando se apresuraron sobre mí con sus garras para
arrebatarme de las manos de los Santos Ángeles y arrojarme al abismo. Entonces los santos
ángeles, resistiéndose a ellos, dijeron: "Esta alma ha abandonado el pecado de la fornicación
durante muchos años y desde entonces ha pasado en pureza y moderación ermitaña. "Entonces
el capitán de los diablos gritó: "Sabemos que el pecado ha cesado desde hace mucho tiempo,
pero nuestros registros con los pecados de su fornicación, sin embargo, aún está aquí escritos,
porque en realidad no confesó antes de su Padre, ni siquiera le quitó el canon adecuado según
la ordenanza y el canon de la Iglesia, para arrepentirse de los pecados cometidos, hasta su
completo borrado; ni estaba casada por la Iglesia con su marido, para ser librada del pecado
de fornicación. ¿Pero quién ha colocado ese brillo sobre ella? Por lo tanto, déjenosla a nosotros
y váyanse sin ella: o redímela con cosas y buenas obras. Cuando escuché estas cosas, me llené
de miedo y temblé de miedo. Entonces los iluminados ángeles de Dios dando a cambio de mis
cosas buenas y especialmente de los dones de mi Piadoso Padre Basilio, acabamos de
deshacernos de ese terrible peligro y así nos fuimos ... Los diablos de esas espantosas aduanas,
revolcándose en las inmundicias, en grandes hedores e impurezas, chillaron crujiendo los
dientes a mí a pesar de que me escapé de sus garras, agradeciéndole los maravillosos dones y
el gran precio con que mi Señor me redimió, para que ellos, con todo lo que estaba escrito, no
pudieran tenerme en las garras de la oscuridad. En el momento de la investigación exhaustiva
realizada por esos malignos inmundos y terriblemente repugnantes, las palabras de las Divinas
Escrituras aparecieron unas frente a otras: “No forniques ... no te acuestes con la esposa de tu
vecino ... Habéis oído que se decía a los de antaño de no cometer adulterio! Pero yo os digo que
todo el que mira a una mujer para codiciarla, ha cometido adulterio con ella en su corazón. Y
si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo fuera de ti, porque es mucho mejor para
perder una de tus extremidades y no todo tu cuerpo que sea arrojado al infierno. Si tu mano o
tu pie te fuera ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; Bueno te es entrar cojo en la vida, que
tener dos manos o dos pies y ser arrojados al fuego eterno ... Así que no forniques. “Es bueno
para un hombre”, dice el Apóstol, “no tocar a una mujer; y por fornicación, cada uno que
tenga a su mujer, y cada mujer tenga a su marido. El hombre tiene una deuda a la mujer que
es el amor, el cuidado y lo mismo debe la mujer a su hombre. La mujer es dueña del cuerpo del
hombre y el hombre es dueño del cuerpo, de la mujer. No detengan la deuda del otro, excepto
de buena voluntad, al mismo tiempo, para participar en el ayuno y la oración; y luego volver a
juntarnos, no sea que Satanás te tiente por no abstenerse cuando es debido. Digo esto como un
consejo, no es un mandamiento. Porque quiero que todas las personas sean como yo, pero
todos tienen su don de Dios, uno así y otro de otra forma. A los solteros y a las viudas les digo
que es bueno que permanezcan como yo. Y por qué no podrán aguantar, entonces deben
casarse; que mejor casarse que quemarse por el pecado de la lujuria. A los casados, no yo les
digo, sino el Señor: que la mujer no se aparte del hombre. Pero si rompe, el matrimonio, no
vuelva a casarse, sino mejor reconciliarse con su marido y el hombre no debe dejar a la mujer.
A los demás les digo que si un hermano, tiene una mujer incrédula, y ella quiere vivir con él,
no debe dejarla. Si la mujer tiene un hombre infiel y él quiere vivir con ella, que no le deje
tampoco ... ¿Saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? Entonces, ¡no hagáis los
miembros de Cristo miembros de la fornicación! No debería ser. ¿No sabes que el que se aferra
a una ramera se hace un cuerpo con ella? Porque se nos está diciendo: "Y serán ambos un
cuerpo". Que todo el pecado que cometerá el hombre es fuera del cuerpo; y el que comete
fornicación en su propio cuerpo es pecado capital. ¿No sabes que tu cuerpo es el templo del
Espíritu Santo que mora en ti, a quien Dios ha puesto y que tu cuerpo no eres tuyo? ¡Porque te
ha redimido con un precio alto! Por esto, glorifica a Dios en tu cuerpo y en tu espíritu, que son
de Dios. Así que no toques, ni pruebes la fornicación, para no caer del espíritu santo y
quemarse en infierno. Las prostitutas no heredarán el reino de Dios y los fornicarios son
echados fuera. La fornicación simple - como nos enseña la Santa Iglesia Ortodoxa - se comete
cuando alguien está pecando, con una persona soltera, cuando él mismo no está casado y
cuando alguien está ardiendo en el deseo de pecar. Mientras caminamos por el camino del
aire, los Ángeles de Dios me dijeron: "¿Ves esta aduana? ¡Pocas almas pueden escapar ilesas de
su maldad! ¿Sabes porque no? Porque la gente del mundo, parte hombre y mujer, lo
confunden amargamente con el mundo, mucha comida, bebida, fiestas, juegos, canciones
mundanas, bromas y malos pensamientos ... Sí, muchos se equivocan con estos y sobre todo los
que no saben las escrituras y el peso de su pecado, el juicio, la condenación y el castigo que
Dios da a la gente por este pecado. Por lo tanto, la mayoría de las almas, cargadas con este
pecado, son arrojadas en estas aduanas al infierno, donde las encierran en un calabozo. Pero
tú, con las oraciones del honesto padre Basilio, te libraste del diabólico capitán de esta aduana,
que se jacta en voz alta diciendo:

"Seguramente llenaré el infierno con las almas cargadas de fornicación, que derriban por su
inmundicia y deleites mundanos y apestosos placeres corporales! "pero no cumplió su deseo,
con Teodora, está claro que la gracia Divina lo ayudó a no caer. Las madres con hijos
pequeños y mayores acuden al Salvador, quien es el camino, la bendición y consuélelo. El
Salvador es la imagen de la belleza de la juventud, la bondad y el amor por excelencia de
quienes caminan en sus mandamientos y los respeta, escuchando su palabra. En él creció el
espíritu juvenil con Su poder de devoción para mostrar su amor perfecto para el Padre, de
quien había venido al mundo. El Salvador está sentado a una mesa con el libro abierto. Le
enseña a un joven cual es el camino correcto, de la vida y de la salvación para ser feliz. El
joven creyente pensando en las palabras del Salvador lee atentamente en una mesa. El Espíritu
Santo descansa sobre hombro derecho, susurrándole al oído que lea atentamente, que ahonde
en la enseñanza divina de la iglesia, para guardar y cumplir los mandamientos, para que sea
feliz. El Espíritu Santo descansa sobre su hombro derecho. Ahora la felicidad o su infelicidad
dependen de su libre elección, de lo que va a hacer.
LA ADUANA DE LOS INCESTOS.

Con gran horror escapando de esas aduanas, subí, ayudado por los Santos Ángeles, más y más
alto en la senda del aire, y llegamos a las aduanas de la fornicación entre parientes y
familiares. Allí se examina los pecados de las personas casadas que no guardan su fe y su pacto
matrimonial, es decir, no guardan su lecho limpio, la seguridad y violación de los fornicarios
mujeres, niñas, obligándolas a fornicar con ellas y viceversa. El rostro y los rostros de la iglesia
consagrada o consagrada de Dios, quien, habiendo prometido su virginidad o pureza a Cristo,
no la respeta y cae en una fornicación terrible. Invadiendo los feroces demonios de esa
aduana, registraron mis cosas con gran detalle y con gran diligencia. En esa aduana vi que
estaba muy endeudada. Allí me acusaron de ser como una ramera a gran fornicación, porque
antes de que sirviera al padre Basilio, el caballero que me tuvo como sirvienta, me había
presentado a mi futuro marido. Pero mientras viviendo con mi marido me engañé con algunos
jóvenes de la casa, y caí con ellos en fornicación. Espíritus inmundos e investigadores
despiadados, sabiendo esto, corrieron hacia mí agarrándome con sus garras, sacándome de las
manos de los ángeles para arrojarme al fondo del infierno. Estos errores de su fornicación y no
solo las fornicaciones deben de ser considerados y castigados... ". Entonces los Santos Ángeles
reuniendo todos mis trabajos y dificultades que había hecho a largo de toda mi vida,
poniéndolos en el medio, apenas me redimieron, añadiendo los dones del Santo Basilio. Aun
así, con dificultad pude escapar, iluminándome, por fin partimos de allí. Durante esos
hostigamientos de los malignos de esas aduanas, me vinieron a la mente los juicios divinos,
apóstoles y padres: “No cometerás adulterio ... El que comete adulterio con una mujer casada o
con su vecino, que hombre y mujer, fornicarios, están sentenciados a morir ... Que nadie se
acerque a ningún parentesco según la carne, con el mal pensamiento de descubrir su
desnudez. No desnudas el cuerpo de tu padre o tu madre ... ni a la mujer de tu padre, ni a la
hermana de tu padre, ni a la hermana de tu madre: La desnudez del hermano de tu padre no
descubrirás; La desnudez de tu nuera, ni de su hija, ni de su hija, no descubrirás ni de la
hermana de tu esposa. No descubras la desnudez de (tu) mujer durante su menstruación.
Nadie vivirá con la esposa de su padre y no descubrirá lo que debe cubrir las partes íntimas.
Maldito el que se acostó con la esposa de su padre, Maldito él es el que se acuesta con su
suegra. Maldito el que se acueste con su hermana, la hija de su padre o de su hija su madre ...
El que se acuesta con alguno de sus parientes, es maldito y castigado con la muerte " "El que
mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón". dice el Salvador. "Las
fornicaciones y otros pecados salen del corazón ... Todos los que deja a su esposa (aparte por
motivo de fornicación) y tomará otra, comete adulterio. El Apóstol dice: Los fornicarios no
heredarán el reino de los cielos ... " Estos y otros santos juicios al verlos presentados ante mí, lo
lamenté mucho culpándome duramente por ignorarlos en mi vida terrenal.

ADUANA DE LAS PERVERSIDADES Y SODOMIAS.


A medida que subíamos más y más alto, llegamos a las aduanas de las perversidades, sodomías,
pedofilia, necrofilia y zoofilia y otro tipo de relaciones sexuales. Allí son investigados por estos
pecados más allá de la carne: masculino, femenino y aún más inmundos, cometidos en
misterio, del que es una vergüenza tan solo mencionarlos. El capitán diabólico de esa aduana
era un dragón espantoso con un rostro inmundo aún más feo que todos los demás de las
aduanas anteriores que las había pasado. A veces parecía un dragón, con grandes cuernos, a
veces cambia como una rata enorme y monstruosa, como un jabalí cuando se volvía salvaje, a
veces parecía tan largo como una orca marina. Había mucho hedor amargo, a su alrededor
que hacia insoportable permanecer allí. Descansaba sobre una gran cama llena de todo tipo de
cosas desagradables. De repente ordena a una multitud alrededor de mil demonios, salvajes y
malvados, estremecedor de feos, que servían con miedo, encendidos por una terrible ira, que
nos detuviera de nuestro camino. Inmediatamente nos rodearon y registraron, pero viendo que
soy mujer y al no encontrar nada, no me dijeron mucho al respecto, solo me examinaron por
si me hubiera acostado con otra mujer, o por si pequé con ella como un hombre con la mujer
y cualquier otra cosa que me examinaban en esa aduana. A la vista de los inmundos
monstruos infernales de esas aduanas, me vinieron a la mente, otros de los juicios divinos de
las Sagradas Escrituras: “No te acuestes con un hombre como con una mujer, porque esto es
inmundicia ... no sea que duermas con algún animal para derramar tu simiente, y te
contamines con ella. Esto es una abominación ante Dios. No te contamines con ninguno de
estos, porque con esto solo se han profanado a los paganos... Quien cometa estas
abominaciones, aquellas almas perecerán de la faz de la tierra.... porque han cambiado la
gloria del Dios incorruptible en semejanza de una imagen de hombre corrupto, digno más
bien de los cuadrúpedos y las enredaderas; por eso Dios se lo dejo en pasiones de oprobio,
mientras sus esposas también cambiaron su orden natural en lo que es contra la naturaleza.
De mismo modo, los hombres dejando el orden natural de atracción por parte femenina, se
encendieron en su lujuria unos hacia otros, hombres con hombres practicando todo tipo de
vergüenza y la recompensa que les cayó por ello como consecuencia de su pecado. Porque no
intentaron conocer a Dios, les dio Dios una mente enferma, por hacer lo que es de vergüenza y
reprobable. Así, que lo que hacen en secreto, es una vergüenza incluso solo por hablar sobre
ello ... Estos inmundos, los sodomitas no tienen posibilidad de hereda el reino de Dios, sino que
será sacados, arrojados y enviados al lago ardiente de fuego eterno. "Esos terribles oficiales de
aduanas, porque con el Don de Dios no pudieron descubrir ninguno de esos pecados sobre mí,
quedándose con las manos vacías, se avergonzaron. Pero nosotros, regocijándonos, salimos de
allí consolados, porque fuimos librados de su inmundicia, de su maldad y su poder.
Avanzando, los Santos Ángeles me dijeron: "¿Has visto, Teodora, las aterradoras aduanas del
aire? Que sepas que ningún alma no lo puede pasar sin resentimiento, porque todos son
corruptos en esta pasión de los necios y la mayoría de las personas son amantes de los deleites
corporales y la fornicación. Los pensamientos del hombre -como El Dios mismo lo dice- se han
ido a los malvados desde su juventud (Fac. 8 20-21). Algunos apenas se alejan de la impureza
de la fornicación, pero muy pocos se desprenden de los deseos de la carne y muy pocos pasan
estas aduanas libremente. La mayoría que viene aquí, en seguida, caen, perecen, porque los
terribles buscadores de los pecados de la fornicación secuestran las almas de los fornicarios y
los arrastran al infierno, haciéndolos padecer terriblemente. "Los demonios de las aduanas de
la fornicación, se jactaban diciendo: "Nosotros solos, más que todas nuestras otras aduanas,
llevamos al Infierno todas y la mayoría las almas pecadoras! "Entonces los ángeles me
miraron suavemente y dijeron:" Tú, Teodora, gracias a Dios que te hizo digno de pasar por esas
duras investigaciones con oraciones del piadoso Basilio, vuestro Padre Espiritual, y de ahora en
adelante no veréis más peso ni miedo.

LA DECIMONOVENA ADUANA, HEREJÍAS Y DESVIACIONES DE LA FE ORTODOXA

Cortando el aire a la velocidad del rayo, subí más y más alto, hasta llegar a la aduana de las
herejías, los falsos razonamientos sobre la verdadera religión ortodoxa, renuncia a la fe
correcta, la Ortodoxia, blasfemia. Ahí es donde los pensamientos injustos y torcidos sobre la
correcta fe cristiana, las desviaciones de la correcta confesión y la verdadera fe, el
incumplimiento de las promesas y deberes cristianos, duda en la fe, blasfemia y similares.
Durante una minuciosa investigación que me estaban haciendo los infernales Mefistófeles de
estas aduanas, me vinieron a la mente las brillantes enseñanzas divinas, acompañados por los
consejos apostólicos y paternos de Las Divinas Escrituras y los libros de la Iglesia: “Cuídense de
los falsos profetas, que vienen a ustedes vestidos con pieles de oveja, y por dentro son lobos
salvajes. Por sus obras, los conoceréis. Así dice el Salvador a los judíos - Yo he venido en el
nombre de Mi Padre y no me recibís. Cuando otro vendrá (el Anticristo) en su nombre, lo
recibirás. "" Tengo miedo - decía el Apóstol - que, de alguna manera, como la serpiente
engañó a Eva con su astucia, también pueden engañaros a vosotros desviándoles de la fe
correcta en Cristo. Quien predique la venida de otro Jesús, a quien yo no os he predicado, o
tomar otro espíritu, que yo no os he enseñado u otro evangelio, que sea anatema.... Algunos así
son falsos apóstoles, hábiles obreros que pretenden a sí mismos ser apóstoles de Cristo. No es
de extrañar, que el mismo Satanás se transforme en un Ángel de Luz. No es gran cosa fingir
tampoco estos predicadores como siervos de la justicia, cuyo fin será conforme a sus obras
corruptas. Después de mi muerte entrarán entre vosotros lobos feroces, que no perdonarán al
rebaño. Incluso dentro de vosotros mismos se levantarán hombres, predicando obscenidades
para atraer a los discípulos tras ellos. Les pido, hermanos, que se cuiden de los que se apartan
de la verdadera Fe y va en contra de la enseñanza que habéis aprendido y tengan mucho
cuidado con ellos. Que a algunos no les gusta servir a nuestro Señor Jesús Cristo, sino a sus
vientres y placeres del cuerpo; y con buenas palabras, engaña los corazones de los necios.

La palabra “santa cruz” para los que perecen es necedad; pero para nosotros que somos salvos
es el Poder de Dios ... Me maravilla lo pronto que te estés alejando tan pronto del verdadero
Dios que te llamó a través del Don de Cristo y vas a recibir otro evangelio, que no hay otro
evangelio sino solo que yo os he predicado. Los falsos profetas en reverendas, quieren
perturbarte, modificar y manipular según su gusto el evangelio de Cristo. Pero incluso
nosotros, o algún ángel del cielo, les anunciaremos otro evangelio aparte del verdadero
evangelio de Jesús Cristo que bien hemos proclamado, que sean anatema. ¿O estoy tratando de
complacer a la gente? Si quisiera complacer a la gente, no sería un siervo de Cristo ... Cuidado
con los perros, que están atacando el cuerpo de la iglesia de Dios; cuidado con los
malhechores y los herejes. Estos son los enemigos de la cruz de Cristo cuyo fin es la perdición,
cuyo Dios es su propia panza y cuya gloria es su vergüenza, porque piensa solo en lo terrenal
... Nosotros mandamos a ustedes, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesús Cristo,
cuídense de todos los hermanos que andan sin la orden y contrario a la enseñanza que os
hemos dejado. Del hombre hereje después del primero y el segundo consejo, aléjense, sabiendo
que uno como él se ha rebelado y ha pecado contra el espíritu santo, condenándose a sí mismo
... También fueron falsos profetas entre vosotros, y habrá falsos maestros que introducirán
herejías para vuestra perdición y renunciarán al Señor que los redimió en la Cruz, llevándolos
rápidamente la pérdida de muchos que seguirán su fiereza, por la cual el camino de la verdad
será blasfemado. Hijos, la última hora se acerca si hubieran escuchado que el anticristo tiene
que venir, pero no un anticristo solo, sino habrá muchos de ellos. Por esto sabemos que
estamos en la hora última. Salieron de nosotros y no estaban entre nosotros, porque si habría
estado con nosotros, se habría quedado con nosotros. Entonces es por eso que salieron de
nosotros para mostrar que no son de los nuestros. Pero ustedes tienen la Santa Unción y lo
saben todo ... Hijos, ustedes sois de Dios, y los habéis vencido, porque mayor es el sacramento
que está en ti que el falso espíritu del mundo. Los que sirven al mundo son, para los del mundo
ellos hablan y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios nos
escucha, al que no es de Dios. Por esto conocemos y podemos discernir el Espíritu de la Verdad
contra el espíritu del engaño. El que viene a ti, si no te traerá esta enseñanza (de la verdadera
fe cristiana ortodoxa) no debes recibirle en tu casa. Que el que comparte su herejía, se
convierte en participe de sus malas obras. Fuera del reino de Dios solo son los herejes que
separan a los hijos e hijas del cuerpo de la Santa Iglesia Cristiana Ortodoxa, los fornicarios y
asesinos, idólatras y todos los que aman y practican la mentira. Pasé esa aduana sin
tentaciones, porque en vida tuve y guardé la verdadera Fe, y no era culpable de herejías. Así
continuamos, acercándonos a las Puertas Celestiales.
XX- LA ADUANA, DE LA CRUELDAD Y EL CORAZON ENDURECIDO.

Subiendo más y más arriba por el camino del aire, llegué a las aduanas de la crueldad, y el
endurecimiento del corazón. Los interrogadores de esa aduana fueron amargamente rápidos y
su capitán diabólico era estremecedor y terrible, soplando con odio por sus narices, como un
infierno de fuego. Ese capitán todavía se veía muy flaco y cansado, como de una larga y gran
enfermedad, quejándose de su maldad, gimiendo como un enfermo, y haciendo imitando a los
que tienen crueldad y son recalcitrantes por general. Allí, enseguida, esos aduaneros
empezaron a atacarnos en gran número como las hormigas para arrastrarnos al infierno ... Al
ver esos sirvientes infernales, recordé el mandamiento de Dios contra este pecado que mata a
la gente y destruye el mundo, en la misma oración del "Padre Nuestro": "Y perdona nuestras
ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden... más de la palabra del Salvador:"
“Si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco El Padre celestial no perdonará tus
ofensas ... "Y la reprensión del Señor hacia su siervo despiadado, que, después de ser
perdonado por las 10.000 monedas de oro que le debía, estranguló a su deudor que le debía
tan sólo 100 dinares: “Siervo astuto, te perdoné toda esa deuda que tenías, porque me lo
pediste; ¿pero tú porque no sentiste lástima por el que sirve contigo para que hicieras lo
mismo, así como Yo te perdoné a ti? "Entonces el Señor se enojó y lo entregó a los guardias
hasta que él pagará toda su deuda. Así también hará mi Padre celestial con vosotros, si no
perdonáis de corazón cada uno de vosotros las ofensas de vuestros hermanos. El juicio sin
misericordia es para el que no tuvo misericordia; pero el generoso y misericordioso habrá
misericordia en el día del juicio final". Pero si alguien tuviera muchas plegarias, muchos
ayunos y oraciones, si hubiera guardado siquiera su virginidad y pureza, si hubiera hecho
cualquier praxis, pero si ha sido despiadado y no misericordioso, cerrando su corazón a su
prójimo en sus diversos sufrimientos, uno como este aparentemente santo, cae de esa aduana
hasta en las profundidades más oscuras del infierno, donde se encierra para siempre y no
encontrara nunca piedad ni clemencia. Así sufrirán los despiadados, porque no hay
misericordia de Dios para los impíos, aunque tuvieran otras buenas obras, pero él aborrecía a
los desfavorecidos porque no le dieron al pobre un trozo de pan ni un centavo, ni nada de
nada, porque no contaban con los enfermos y los pobres para ayudarlos y darles algo de
comer, o algún medicamento para sanarles. Pero si no hubieran podido dar una limosna u otra
cosa, al menos haber tenido misericordia ofrecido una palabra amable, algún consuelo para
los que tienen necesidades, y viven en la miseria o cualquier peligro. Pero no queriendo hacer
esto, hicieron lo contrario, es decir, fueron perezosos amantes de la plata, muy despiadados,
codiciosos, inmundos sin ayudar para nada el vecino atribulado. Algunos como ellos son
llevados por el pecado de la crueldad a las profundidades del infierno, donde los encierra para
la resurrección del final de siglo donde recibirá castigo completo en el terrible Juicio universal.
Pero nosotros, con la ayuda y el Don de Dios, pasamos esa aduana sin peligro, ayudándonos en
todas partes las oraciones del Reverendo Padre Basilio, quien cedió muchas de sus buenas
obras para mi redención.

LA ADUANA DE LA IDOLATIZACIÓN Y CREENCIAS DEMÓNICAS

Pasando por esa aduana, después de mucha investigación y terribles miedos, subí más arriba
por el camino del aire y llegué a las aduanas de la idolatría y varias creencias satánicas,
supersticiones, creencias en ídolos. Los demonios de las aduanas de esos lugares tenían un
aspecto espantoso terriblemente torcidos, en la forma de los diversas bestias salvajes e ídolos
de los gentiles. Algunos con cabeza de buey, como Baal, otros con cabeza de lobo, otros con
cabezas de cocodrilo y otros rostros enredaderas incluso de los rostros diabólicos de los ídolos
paganos de la antigüedad. Estaba muy asustada por la monstruosidad de esos oficiales de
aduanas, mi mente estaba clavada en los mandamientos divinos en contra la idolatría satánica:
"Yo soy el Señor tu Dios ... No tengas otros dioses aparte de Mí, no te hagas una imagen tallada
y ningún dios para adorarle ni tampoco el sol, la luna, ni estrellas, o relámpagos. Ni de las
aguas tampoco (peces y otras criaturas) o bajo la tierra (demonios malvados), no los adoren, ni
les sirvas a rostros o imágenes de un ídolo, que representan a un hombre o una mujer, o la
imaginación de un animal arrastrándose por el suelo, o cualquier criatura del agua, o mirando
al cielo y viendo el sol, la luna, las estrellas más todos los astros del cielo, no los veneras, ni los
adorarás, ni les servirás”. El Salvador deja en claro que “Nadie puede servir a dos señores, a
Dios y a al mismo tiempo a Mamona u otros ídolos o espíritus infernales, contrarios a la
Deidad, ni a la riqueza. Así mismo el Apóstol dice “No toques otro yugo, con los incrédulos,
porque el compañerismo no tiene nada en común, así como la luz es diferente a la oscuridad.
¿O qué unión tiene Cristo con Satanás? ¿O qué parte tiene en común el creyente con el
incrédulo? ¿Qué comparte la Iglesia de Dios con los ídolos? ¡Hijos apartase de los ídolos!" El
alma del Apóstol se turbo cuando vio la ciudad (Atenas) llena de ídolos. Tengo pocos sobre
ustedes", dice el Señor, "porque hay quienes guardan la enseñanza de Valaam y que enseña a
Balac a cometer locura ante los hijos de Israel, a comer de los holocaustos sacrificados a los
ídolos, y cometer fornicación ... Tengo poco de ti, que dejaste a tu esposa Jezabel, que se llama
profetisa, que enseña mal y engaña a Mis hijos para cometer adulterio apartando al pueblo de
Mí y adorando a otros dioses y comer del holocausto ofrecido a los ídolos. Le di tiempo para
que se arrepintiera de la fornicación y no se arrepintieron. Aquellos supervivientes por las
plagas desatadas sobre ellos, tampoco se arrepintieron de las obras de sus manos, para que no
adoraran a los demonios y a los ídolos de oro y plata, bronce, piedra y madera, que no pueden
ver, ni oír, ni andar. Las supersticiones, que son creencias vanas y satánicas, que se relaciona
con este pecado de idolatría. Que, si hay días malos y días de suerte, números desafortunados,
de la suerte, No.13, para no trabajar en ciertos días de la semana, creencias vanas en: el canto
del búho, adivinando con la apertura de los Salmos, a través de estas supersticiones y cosas por
el estilo, calumnian a Dios y desprecian la fe correcta (Ver Aduana 15 en este libro). Estas son
algunas tradiciones de los paganos antepasados, tenazmente conservados por el pueblo
ignorante y supersticioso. A través de estas y otras supersticiones, ellos pecan mucho, porque
con sus supersticiones falsifican la verdad divina y caen bajo la carga y la canonización como
encantadores, acertijos y magos ... Así que allí, no teniendo nada en sus registros contra mí,
inmediatamente pasé de esa aduana, con el Don y la ayuda de nuestro Señor Jesús Cristo Dios,
Verbo Encarnado, Sacrificio y Glorificado con el Padre y el Espíritu Santo.

La ADUANAS XXII.

Corriendo desde allí en vuelo cada vez más alto en el camino del aire, llegué a las aduanas de
aquellos que se maquillan, blanqueando y enrojeciendo sus rostros para lucir más bellos, con
el diabólico objetivo de atraer a los jóvenes para satisfacer sus pasiones de la lujuria y el deleite
de su cuerpo. En esta aduana todas las almas de los jóvenes, hombres y ancianos, que a través
de depilaciones se quitan su adorno masculino, torciendo de diversas formas su rostro dado
por Dios con el fin de que parezca mujeres, siendo o al reverso. Las mujeres y las niñas
también son investigadas a fondo las mujeres y jóvenes que se tiñen los labios, el cabello, las
uñas, que se pintan los ojos y las cejas naturales, haciendo con el bolígrafo otras cejas postizas,
que adornan su cabeza y otras vanidades con las que los paganos adornaban sus ídolos, los
osos sus osos, los comediantes mostrándose en mundo con tales adornos anticristianos, total
diferente de como Dios los ha creado, se considera un pecado grave al igual que la idolatría y
adoración a los ídolos. (Romanos 13:14; 6:23; Juan 8:34). Los demonios de esas aduanas eran
muy espantosos más bien abominables, horrorosamente pintados y adornados con pendientes
anillos amuletos, collares y pulseras, imitando el pecado de aquellas mujeres. Otros estaban
adornados con multitud de flores, de las cuales salía un hedor insoportable. Cada uno imitaba
con su disfraz un pecado relacionado con esta aduana. Tan pronto como vieron que yo era
una mujer, corrieron hacia nosotros, ladrando y rugiendo como algunas bestias salvajes. Se
apresuraron con gran furia a arrebatarme de las manos de los santos ángeles. Los diablos que
las aduanas hicieron varias investigaciones sobre cuantas veces he pecado, o si me pinte
alguna vez con la intención de embellecerme, para complacer a quienes me quieren ver, o me
he ungido con olores o perfumes o grasas fragantes para la lujuria fornicación, y no
conformarme, así como Dios me creó. Los demonios se sorprendieron mucho de cómo llegué
hasta allí en esa aduana ... Pero yo aún estaba temblando de miedo. Sin embargo, siendo una
mujer pobre, no hice algunos pecados como esos, ni siquiera sé si alguna vez me han
adornado o maquillado. Pero en algunos momentos me encontraron motivos para culparme y
algunos de los demonios se apresuraron a secuestrarme de las manos de los Santos Ángeles.
Entonces los Santos Ángeles dando de lo que San Basilio me dio para mi redención escapé de
esa maldita aduana. Los demonios viendo que me escapé de sus garras y dominio de sus
aduanas, crujieron los dientes incluso se jactaron de que llenarían el infierno de mujeres, y la
mayoría de las chicas tanto como todos esos hombres que se adornan con vanidades para
agradar u obtener aprecio por parte de la gente. Pensando en la diligente investigación
minuciosa de los demonios de esa aduana, antes recordé lo que dijo el señor: "Pero al que
escandalicé a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello
una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar. ¡Ay
del mundo por los escándalos! Los que se adornan con ropas, con diversas vanidades idólatras,
femeninas, y paganas, pintándose a los ojos, el maquillaje de los rostros femenino o masculino,
allí son las cañas diabólicas que usan los demonios para pescar almas. Los diablos de esas
aduanas arrojan al infierno desde allí a todas esas mujeres y muchachas que embellecen sus
rostros y no agradecer, así como Dios los creo. También tiran hombres de todas las edades que
usan técnicas de embellecer sus rostros semejantes a ídolos egipcios, brahmanes, budistas,
idólatras y herejes; y los que llevan botón en la oreja, brazaletes en las manos, anillos en los
dedos, peines de mujeres en la cabeza, y otros. Esto también fue confirmado por los Santos
Ángeles que hablaron entre ellos cuando salimos de esa aduana, diciéndome: “¡Mira! Ninguna
de esas personas escapa de esta aduana que retocan sus rostro en contra del buen orden en
que Dios los ha creado y los dio la vida”. Desde aquí se arrojan al hondo del infierno todos
estos sinvergüenzas de sus rostros, que claman ciegamente que esto no es un pecado, o no
sería un pecado tan grande y peligroso para su salvación; mientras que en realidad es bastante
grande y pesado. Si. Este pecado es mayor y más grave que la fornicación porque escandaliza a
los que aún no la tienen crucificaron sus pasiones y concupiscencias” Este pecado es muy
grave para la salvación del alma, cuando muestra a esos cristianos que deberían ser un modelo
para los demás transformarse de manera diferente a como Dios los ha creado, asemejándose
más bien a los demonios, es decir, con aspecto satánico.

LA ADUANAS DE LOS FUMADORES

Tomando nuestro vuelo, subimos más y más alto desde allí por los senderos del aire y llegamos
a la aduana del fumar. Allí se detienen para investigar todos aquellos que fuman y consumen
tabaco. Los guardias malignos de esa aduana eran muy oscuros, grandes, llenos de humo
cubriendo con una niebla que parecía más bien el propio infierno además que casi todos
llevaban pipas, cigarros, cigarrillos en sus bocas repugnantes, de donde brotaban un humo
apestoso insoportable, y en sus manos llevaban tabaco liberando humo por la boca y la nariz,
como el ídolo de Moloch. Cuando llegaron a nosotros esos demonios infernales, humeantes y
vieron que soy mujer, se habían decepcionado un poco. Buscándome en detalle, no
encontraron este pecado en mí, porque no había fumado, ni había comprado tabaco,
cigarrillos, pipas, ni nada relacionado con el tabaco. Los diablos de esa aduana se jactaban de
llenar el infierno con los que consumían tabaco. Pero nosotros, con el don de Dios, pasamos
esa maldita aduana, sin darles nada. Por paso a la vista de los aduaneros de los que me
soplaron con el hedor del hediondo humo de tabaco, recordé las enseñanzas divinas de las
Sagradas Escrituras: “¿En qué gastas tu dinero? por tu comida y no por tu saciedad? "(Isa. 55:
2)." Su boca está llena de amargura - decía el Apóstol - por eso escupen mucho todos lo que
consumen tabaco. Caminar en la luz y no interferir con los hechos infructuosos de las
tinieblas; sino más bien difamarlos. "Es bastante lo que vivimos en el pasado, actuando como
paganos, cometiendo varios pecados y rituales idólatras porque no conocíamos a Dios... Y si
aquellos que escaparon de la inmundicia del mundo (que ahora ha vuelto muy apasionado en
la práctica del tabaco), a través del conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesús Cristo con
el mismo tropiezan otra vez y son vencidos con esta pasión, y se ha hecho este último peor que
el primero. Porque mejor hubiera sido para ellos no conocer el camino de justicia que después
de haberla conocido, volverse y repudiar el santo mandamiento que les fueron dado. "Les
ruego hermanos, No cerréis las puertas del espíritu santo en vosotros y aconsejen a los no
creyente que aún está fumando tabaco, para alegría del diablo y su condenación eterna de
renunciar a esta pasión y arder mejor incienso y exaltar las oraciones, alabando a Dios por tu
beneficio temporal y luego la venidera vida eterna. Guardaos de toda maldad. El que comete
pecado, obedece al diablo ... Y sabemos que el Hijo de Dios se manifestó a derrotar las cosas del
diablo. Mirándonos también a nosotros, los hijos e hijas de la Iglesia de Dios con el alma a los
feroces oficiales de aduanas que tienes de esa aduana cuando liberaron y liberaron una nube
de humo con el hedor a tabaco en la boca y la nariz, inmediatamente nos vemos obligados a
preguntarnos: Dios Todopoderoso los ha hecho muy buenos a todos, especialmente al hombre
(Hecho 7; 2). Es muy cierto que ni la boca ni las fosas nasales nos fueron creadas con la
función de chimeneas para despedir el humo apestoso del tabaco. Fumar, como muchos ya
saben, no es de Dios; sino es todo del diablo, incurriendo con gastos en vano, pobreza, tos,
tuberculosis, enfermedades del corazón, oscura falta de visión, trastornos nerviosos, fiestas
anticristianas, acortamiento de la vida. Pensándolo bien y juzgar sabiamente cualquier
fumador ¿podría presentarse ante Dios un fumador con un cigarrillo en la boca resoplando y
escupiendo? ¿Pueden los fumadores acercarse para quedarse, servir y estar con el Salvador
cuando siempre soplan y escupen humo? Fumadores que malgastan su dinero en tabaco para
la satisfacción de su pasión demoníaca, son considerados, así como los que derroche su dinero
en lujo, vanidad, idolatría, borracheras, son investigados y responsabilizados, juzgados y
castigados por cada centavo gastado en el tabaco para el deleite de los demonios. Por tanto, por
este pecado apestoso, que arde el dinero y daña las buenas obras, como por ejemplo comprar y
leer libros sagrados e iluminadores del alma, y tanto lo que se puede comprar y hacer con el
dinero, que mejor sería dándolo limosnas a los pobres, y no alegrar a los demonios cuando
estas posibilidades se convierten en humo y ceniza, además dañando la salud, malgastando el
tiempo dado por Dios para hacer las buenas obras necesarias a nuestra salvación del alma
actuando en contra de las ordenanzas establecidas por el Creador. El hombre y la mujer tienen
que rendir cuentas ante él Dios eterno, todos quien son examinados, tamizados y detenidos en
esa aduana de fumar y son arrojados al fondo del infierno. A partir de ahí, los Santos Ángeles
hablaron algo entre ellos diciéndome: “¿Ves? a esta aduana detiene toda la parte masculina y
femenina, que fuman y consumen tabaco, porque la mayoría de la gente han sido adictos a
esta hierba, como profetizó Isaías el Profeta (Isaías 55: 2, 5: 74-75). De esta aduana todos los
fumadores son arrojados al fondo del infierno, siendo superfluo e indigno de la naturaleza
humana este mal hábito y don satánico depender de fumar tabaco u otras hierbas "

LA ULTIMA ADUANA.

Huyendo de esa aduana sin disgustos y sin entregar nada, subimos más y más alto en el
camino del aire cerca de las puertas del cielo y llegamos en la aduana de la simonía. Los
obispos y clérigos están siendo investigados allí porque cobran por los Santos sacramentos y
dones, vendiendo el Don del Espíritu Santo por dinero. Los diablos de esas aduanas eran muy
feroces y terribles de grande, como gigantes. Sus rostros eran tan oscuros como la tinta negra,
como brasas, orgullosos y llenos de sí mismos. Ellos parecían vestidos con túnicas como los
obispos, llevando bolsas de dinero en la mano. Otros demonios imitaban a los que ofrecía
dinero a los obispos. Esos demonios se jactaban de llenar el infierno con los obispos que
tomaban dinero u otros regalos para que se les ordenen sacerdotes y dando dinero por ello,
jactándose que los arrojaría a todos al infierno, junto con Simón el Mago (Ap. 5: 18-24). A la
vista de los rostros feroces me vino a la mente las palabras de las Divinas Escrituras: “Eliseo, el
hombre a Dios, dijo a sus siervos: "Que la lepra de Naaman se te pegue a ti y a tu descendencia
para siempre ". También recordé a Simón el hechicero, que previamente había engañado todo
el pueblo de Samaria con sus brujerías y hechizos que muchos decían que «este es el poder del
gran Dios. “Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el
Espíritu, les ofreció dinero diciendo: «Dadme a mí también este poder para que reciba el
Espíritu Santo aquel a quien yo imponga las manos.» Pedro le contestó: «Vaya tu dinero a la
perdición y tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero. En este
asunto no tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios.
Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento
de tu corazón; porque veo que tú estás en hiel de amargura y en ataduras de iniquidad.»
Simón respondió: «Rogad vosotros al Señor por mí, para que no venga sobre mí ninguna de
esas cosas que habéis dicho.» (Hechos 5, 9-24). Cuando llegamos a esta aduana y vimos a esos
aduaneros y viendo que soy mujer, pasamos sin deberles nada, llegamos por fin a las puertas
de los cielos, dejando atrás todo este infierno.
EL INFIERNO.

Este lugar es representado por la Sagrada Escritura y por los santos Padres como un lugar de
castigo, como un estado de alma de los pecadores, que soportan por siempre tormentos y
sufrimientos, sin la posibilidad de escaparse. La primera causa del sufrimiento es, según los
Padres, el fuego infinito y eterno, conforme a la palabra de Dios: "Apartaos de mí, malditos, en
el fuego eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles. Además del fuego que no se
apaga." Jesús Cristo también nos habla del "gusano que nunca muere" y de vivir para siempre
bajo el tormento del diablo y sus ángeles, que a su vez también sufre castigo eterno, mientras
que los justos tienen parte de la comunión con Dios, los ángeles y la multitud de santos. El
horror del sufrimiento allí se muestra en el lamento y el rechinar de los dientes, de los cuales
Jesús Cristo nos habla. El infierno es también un lugar de las tinieblas oscuras "el campo de
oscuridad y las sombras de la muerte, el país de la oscuridad y la injusticia, donde la luz es lo
mismo con la oscuridad ". Cristo mismo lo llama la "oscuridad más profunda”. Pero no
olvidemos que estamos tratando aquí con una expresión simbólica. Así, muchos padres
apuntan que el fuego del infierno no es este fuego conocido por nosotros, sino uno "como solo
Dios sabe. “Siempre ardiendo que nunca se apaga, pero no limpia y consume como el fuego de
la tierra, porque después de la resurrección, los cuerpos de los pecadores permanecen, así
como los de los justos, incorruptibles. Él no padece el sufrimiento corporal o del alma, porque
después de la resurrección, los hombres no tienen dolor físico en sus cuerpos y almas. Así que
los tormentos del infierno, que son tanto del alma como del cuerpo después de la resurrección
de todos, porque el hombre resucitado sufrirá entonces un profundo cambio, y son de
naturaleza espiritual. Los padres dicen que el gran sufrimiento será la privación de una vida
libre. Luego "La vergüenza y el continuo remordimiento del mal y reprensión de la conciencia".
La misma vergüenza perdurará luego en los pecadores a la vista de los santos y sagrados
poderes del cielo, al igual que Adán cuando ha pecado y después se encontraba desnudo ante
Dios, es decir, sin los dones divinos y la gloria de Dios que compartió en un principio. El eterno
sentimiento del mal, imaginado en parte por "El gusano que nunca descansa" nacido de los
pecados y sus malas pasiones en la tierra, cuya memoria ya no se extingue y ya no se puede
arreglar. "Vamos a pensar en el dolor amargo del infierno, que morará en el alma a través de
la conciencia, la memoria de los malos hechos por él cuerpo y a través de él. “Quien podrá
soportar la pura vergüenza por la conciencia que aparecerá ante sus ojos, cuándo se revelará
los hechos ocultos? ¿Quién podrá medir el llanto y esas lágrimas amargas e inútiles, y el
rechinar de dientes, los dolores de aquellos abrumados por el resentimiento por su propia
maldad que siempre morará en sus corazones destrozando con razón lo más profundo del
alma? ¿Quién puede describir la angustia causada por la incapacidad y la poca esperanza de
cambiar el estado del tormento que los presiona y regresar en final, a una vida mejor? En el
infierno el mayor tormento proviene de ser alejados y separados de la presencia y el rostro de
Dios de la ausencia de Su presencia y Su bondad que brotan de él y por la ruptura de la
comunión con Dios. En comparación con el sufrimiento del infierno a lo que se puede soportar
aquí en la tierra, hay algo más agudo que estos tormentos. La pérdida de los bienes celestiales
que les traerá a quienes serían condenados, una angustia tan terrible del alma y tanta pena
que, si no existiera otro tormento diferente, solo con este sería suficiente para desgarrar sus
almas con tanta amargura, siendo el peor castigo de todos los demás tormentos del infierno ".
"Es el hervidero más fuerte que todo el sufrimiento del infierno, es ser privado de la gloria
celestial. Quien será desheredado de ella, que no llore más por otro sufrimiento del infierno,
sino solo por la pérdida de esta bendición que vierta todas las lágrimas” porque el alma será
apartada para siempre de la gloria divina, como un castigo temeroso de interminables siglos
de alejamiento de Dios”. "Arrojar el alma al infierno significa negar la cara de Dios" pero la
"alienación y odio por parte de Dios me resulta más difícil que todos los castigos del infierno.
"¡Nada es más terrible imaginado, la eternidad sin estar al lado de Jesús Cristo! Mejor un
infierno con Cristo - perdonar esta palabra necia - que un paraíso sin Jesús Cristo. Los
pecadores tienen la eternidad en el infierno, pero no tienen parte de la vida verdadera, la vida
en Dios. Así es como soportan para siempre una "segunda muerte" la única muerte y peor
espiritual. "Esto es realmente la muerte de segunda, la privación del alma de la gracia divina."
La falta de vida también significa privar a los pecadores de las energías divinas, es decir, de la
"gloria de Dios. Estas energías son poderes divinos que se ven y comparten su gracia con
aquellos que son dignos de recibirlos, pero imposible de obtener por parte de los pecadores.
San Nicodemo muestra tremendamente la magnitud y profundidad de esta pérdida: "Será solo
poco de daño y un poco de dolor perder, -oh pobre pecador - al mismo Dios, que es toda la
dulzura, la alegría, el deseo y la plenitud sin límites; que Todo es luz y el comienzo de la luz.
¿Sabiduría y principio de la sabiduría? ¿Es poco el dolor de perder a Dios cuya belleza está
más allá de cualquier palabra, su sabiduría está superando cualquier sabiduría, y su dulzura
supera cualquier deleite? Si solo un rayo de Su gloria brillaría en el infierno, el infierno pronto
cambiaría al paraíso. En una palabra - pobre pecador - es poco dolor perder, a tu Dios, ¿Cuál
es el motivo más alto, el principio, medio o el final de tu ser? Cómo no suspiraras, desde el
fondo del corazón, porque has perdido tantas bendiciones y dones de parte de tu Padre
celestial en cambio has heredado mucha malicia y tormento; En definitiva, ¿cómo no estar de
luto –oh, pecador- por perder a tu Dios, cuando en realidad has perdido, todo junto? ¡Oh,
pérdida ilimitada! ¡Una pérdida sin límites! Estoy seguro, hermano, si vieras esta gran pérdida
que sufriste por tus pecados, usted llorarías al igual que el emperador que, en el momento de
su muerte, dijo que tenía perdió todo porque, perdiendo a Dios, perdió tanto su cuerpo como
su alma y la tierra, el cielo y el paraíso, la vida eterna con todo lo que tiene. La multitud de
estas energías se mezcla y emana la Luz Divina, de la cual los condenados al infierno no tienen
parte. Por eso se llama infierno el lugar de la oscuridad y el reino de las sombras. Pero no es
posible restringir las energías divinas que brotan del Padre a través del Hijo, en el Espíritu
Santo, para no cubrir todas las partes, e hasta podemos decir sin miedo que incluso en el
infierno Dios está unido a todos, siendo "¡todo en todo!" La luz divina brilla en todas partes y
siempre brillara; tocando hasta el infierno incluyendo a los que están encarcelados allí. El
amor de Dios, como energía divina, envuelve a todos por igual, ya sea infierno o reino
celestial. La gloria de Dios no es impotente, para prevalecer las puertas del infierno; los que
son indignos son los impotentes de recibirlo en el infierno porque cerraron el radio de gracia
divina por su voluntad constantemente mala. Al final de los siglos, Dios se unirá con todos, de
ambos lados; y la unión con Él, de los dignos, el amor y el deseo de Su gracia, es deleite y
felicidad. Por el contrario, para el indigno, que rechazó la gracia, es el dolor y sufrimiento,
porque son, obligados a "soportarlo": "Sobre todo, llamamos gozo Divino y compasivo, que Dios
proclama a unirse en gracia con los elegidos y por el contrario es dolor indecible que nace de
la falta de ese placer y la ausencia de la gracia de los indignos. Uniéndose con todos, según la
calidad del estado de cada uno, donde solo Dios conoce el sentimiento correcto para cual, y
según se ha preparado para recibir la divinidad, es decir El que Se unirán con todos al final de
los tiempos” Aquellos que están condenados al infierno también ven a Dios, ven al amor y la
multitud de cosas que los justos reciben con acción de gracias y cantando alabanzas,
respondiendo al amar con amor, mientras ellos sufren que han sido privados de todo esto para
siempre, por su culpa. El tormento aumenta al verlos y comprender lo que han desperdiciado y
cuánto han sido dañados. Gregory de Nyassa dice que el tormento del infierno es la falta de
Bien que, finalmente, van a conocerlo. Pero el bien perdido, dice San Gregorio, para ellos es "la
furia que rabia su alma. Entonces verán como fuego Aquel quien no conocían y no creían que
fuera como luz. Pero ese fuego es oscuro; Mejor dicho, es lo mismo con la oscuridad prevista
como su castigo” porque ven el gran amor que Dios tiene para ellos, pero no pueden
regocijarse y no pueden regresar a Él con amor debido a sus pecados. Y no hay mayor
tormento que este: "Digo que los que son torturados en los infiernos serán azotados por el
látigo del amor. ¿Qué sufrimiento más terrible y que tormento peor que el amor puede haber!
Aquellos que se sienten mal por el amor sufren allí el castigo más grande que es la tristeza del
alma por el pecado de no amar, y es más agudo que cualquier tormento. ¡Es una locura pensar
que en el infierno los pecadores son privados del amor de Dios! El amor es el origen del
conocimiento de la verdad, la cual, según el testimonio del mundo, fue dado a todos. Pero el
amor trabaja a través de su poder de dos maneras: a los pecadores, al igual como sucede aquí
en la tierra, un amigo hace de sufrir a otro amigo, pero a los que han guardado el mayor de
todos los mandamientos se regocijaron. En una de sus epístolas, San Máximo el Confesor
habla con dolor sobre la oposición a la gracia divina a lo largo de la vida, por la cual los
pecadores también se encuentran en el pecado, y en la cual, todavía perdura, a pesar de que
ahora los ven brillar en toda su gloria: "Tu juicio es correcto, oh Dios. ¡Nos llamaste, pero no te
escuchemos! ¡Estabas hablando con nosotros, pero no nos acordamos! Nos faltó el poder de tu
consejo, porque no recibimos tus palabras por lo tanto con razón vino sobre nosotros la
destrucción, el miedo y la molestia [...] porque odiamos la sabiduría y negamos el temor hacia
Ti y no queremos tener en cuenta Tus consejos, así que cosechamos los frutos de lo que
sembramos y alimentamos nuestra insensatez. La separación para siempre de Dios se debe por
lo tanto a la libre elección en la cual el hombre no solo lo hace una vez, sino que
constantemente permanece en ella. El hombre es el culpable del tormento que sufre; no es Dios
quien castiga, sino que él mismo se condena rechazando el don de Dios y careciendo de
unidad y comunión con Él: "Para aquellos que persisten en el amor con Dios les da comunión
con él. Pero la comunión con Dios es vida y deleite en las cosas buenas que vienen de él. Por el
contrario, aquellos que voluntariamente eligen estar separados de Él, recibirán como castigo la
separación que ellos mismos hayan elegido. La separación de Dios es la muerte; separación de
la luz, oscuridad; separación de Dios significa la pérdida de todas las cosas buenas que
proceden de él. Así, que aquellos que, a través de su apostasía, tienen perdió todo y están
carente de todo lo bueno, arrojándose a las tinieblas; Dios no les toma por delante con el
castigo, sino el castigo les viene por la ausencia de todo el bien. Y porque el bien de Dios es
eterno e incesante, ¡su ausencia no puede ser sino eterna” “! ¡Recibimos las cosas de nuestros
hechos, mejor dicho, soportamos lo que merecemos por el sentido de nuestra voluntad!
Algunos estarán unidos por la gracia, otros, fuera de la gracia, según San Máximo. Algunos
serán deificados a través de las energías divinas que han adquirido dentro de su ser; Otros
permanecerán afuera, y para ellos el fuego divino del Espíritu santo será una llama del
exterior e insoportable para todos aquellos cuya voluntad se opone a Dios. En la tradición
patrística Dios mismo es el cielo para los santos y el infierno para los pecadores". El mismo
poder divino, según como se siente y se percibe, hace que nazca el reino de los cielos o
enciende el fuego del infierno. La luz divina, como la luz del sol, se siente también como brillo
o quema. Los justos reciben la iluminación y la alegría de las maravillas que se les muestran;
los pecadores, como los ciegos que no pueden ver, sufrirán la quema, pero la vista y el amor de
dios no lo sentirán como una luz que brilla y resplandece, sino como un fuego sin brillantez
que arde en la oscuridad, pero que no consume y que no da luz. El mismo padre, señalando
cómo los tres jóvenes arrojados al horno se enfriaron de la furia del fuego que ha consumió
todo lo demás excepto a ellos. “La voz del Señor cortó en dos las llamas del fuego. "Porque,
según el Santo Padre, en el fuego hay dos poderes: uno que quema y otro que ilumina, y "el
poder punzante del fuego pertenece a aquellos dignos de ser quemados y el poder luminoso, a
través de su brillo, está otorgado a los bienaventurados. La voz del Señor, por lo tanto, corta el
calor del fuego y lo divide para que el fuego sea luminoso y luz del descanso para los justos y
oscuro sin brillo que arde sin consumir a los pecadores. “En resumen, como dice san Gregorio
de Nacianceno, el pecador" está condenado a la oscuridad, donde verá como fuego Al que no
conoció como Luz en vida". Hay una oración, donde exclama: “! ¡Oh, ¡Santa Santísima
Trinidad, será un día en el que todos te conozcan, algunos como Luz y otros como castigo! "
Del mismo modo la Palabra de Dios será un tormento para los indignos, y consuelo por
aquellos que se han preparado en la pureza de recibirlo cuando escuchara estas palabras:
"Reciba la justa recompensa dada por la mano derecha y justa de Dios: luz para aquellos que
tienen una conciencia iluminada, es decir, Dios mismo El que se ve y se conoce por la medida
y pureza de cada uno, que es el reino celestial; y, por el contrario, la oscuridad para aquellos
con mentes oscuras, es decir la distancia del rostro de Dios como su ceguera de aquí, de la
tierra". "Al llegar el fuego sagrado y por encima de los cielos, a los pecadores los quema por la
falta de pureza; y a los justos los iluminan según la perfección que hayan adquirido. Por lo
mismo se llama fuego ardiente y luz de rayo “. Como se puede ver en los textos citados, los
tormentos del infierno y la felicidad del reino pueden ser más grandes o más pequeños, según
el estado de cada uno. "Los tormentos también son diversos al igual que las recompensas " la
cantidad y el tipo de recompensa que tendrán será después la habilidad y el trabajo de las
pasiones o virtudes. Los pecadores van al infierno, pero no todos sufrirán el mismo tormento ",
“Cuanto más mal hay en cada uno, peor es el dolor, pero el tamaño y el tipo de recompensa
que disfrutarán será según la habilidad y el trabajo de las pasiones o las virtudes". Pero debido
a que estas palabras pueden dar lugar a una pregunta: "Si uno va a ser castigado mucho y
otros muy poco? “Lo que parece ser incierto y cubierto en algunos lugares de la Escritura de
Dios están claramente explicados en otras partes. El Señor a veces dice que: “Ellos irán al
castigo eterno y en otras ocasiones serán enviados al fuego eterno que está preparado para el
diablo y sus ángeles ", y habla del" infierno como el fuego que no se apaga donde el gusano
nunca muere". Además de esto, les dijo a algunos, a través del profeta, que su gusano no
morirá, y su fuego no se extinguirá. Hay muchos lugares de las Sagradas Escrituras insuflados
por Dios donde se recuerda los castigos, pero muchas personas se olvidan de tantas Palabras y
juicios del Señor, para atreverse aún más a cometer el pecado de imaginar un punto final del
castigo. Pero si el castigo eterno terminará alguna vez, ciertamente la vida eterna terminará
también. Si pensamos en aceptar que hay una vida eterna, entonces ¿qué motivo hay para
pensar que el castigo no será también eterno? Porque la adición de la eternidad se refiere
igualmente a ambos casos sobre todo cuando Él señor dice: "Y ellos irán al castigo eterno, y los
justos a la vida eterna". Entonces, es apropiado saber" quien será castigado mucho y quien será
poco" eso no muestra un final sino una diferencia de sentencia para cada. Porque si Él es el
juez, no sólo de los buenos, sino también de los impíos, dando a todos según con sus obras. Tal
vez uno puede ser digno del fuego insaciable, y quemarlo más fuerte y otro, digno del gusano
que no muere que le roerá suavemente o con más crueldad, según su maldad; y otro puede ser
digno de infierno, que tiene diferentes castigos: uno merece la oscuridad más profunda, otro
está solo en el valle de las lamentaciones y el otro en el rechinar de los dientes. Para "la
oscuridad más profunda" muestra que también hay algo de oscuridad menos profunda. "En el
fondo del infierno "muestra que algunos están sin duda en el infierno, pero no tan a dentro
porque soportaran menos castigo. Esto se puede comparar con las enfermedades del cuerpo.
Uno quien sufre de resfriados, pero también tiene signos de otras enfermedades; y otro sufre
solo resfriados, pero no es lo mismo. Pero el Señor hace el uso habitual de las palabras, cuando
se refiere a mayor o menor castigo, así como otros como estos. Porque sabemos que solemos
decir de los que sufre de un simple resfriado, fiebre o enfermedad: "¡Ay, ¡cómo sufrió!"
¿Cuánto tormento? "(aunque no es realmente no es un gran sufrimiento) ""Mucho" o "poco" no
se refiere tampoco a la extensión del tiempo, sino a la diferencia del castigo de cada uno según
sus obras.

SOBRE LA GLORIA INDECIBLE DEL CIELO Y LA FELICIDAD DE LOS JUSTOS.

Al pasar las 24 aduanas donde se examina todo, llegamos a las puertas del Reino de los cielos,
donde los justos heredan para siempre un lugar para siempre feliz que también se llama "el
reino de Dios," o " paraíso" en un alto sentido, " vida eterna". Como dicen los Padres y el apóstol
Pablo, la vida del reino no se puede decir, porque: “Los que el ojo no ha visto, y el oído no ha
oído, y en el corazón del hombre no han subido, así lo prepara el Señor para los que Le aman."
Los santos recibieron el anticipo y su percepción en algunas visiones espirituales pero la
verdad sobre el reino de los cielos permanece por encima de la palabra. ¡San Pablo,
secuestrado “a la tercera morada en el cielo”, escuchó grandes palabras que el hombre no
puede hablar “! ¡Oh, cielo maravilloso, es posible disfrutar de ti, pero es imposible pensar
cómo eres! De la enseñanza de Cristo y de los Santos Apóstoles sobre las cosas conocidos a
través de espíritu Santo, podemos descubrir un poco de lo que significa este reino. El reino de
los cielos es la multitud de bondades hechas por Dios desde el principio del mundo para los
que son dignos de recibirlos: "El ojo no vio, el oído no oyó, y el corazón de hombre no llegó, lo
que Dios ha preparado para quienes Le aman", dice el bendito Pablo en la Primera Epístola a
los Corintios, capítulo 2. Si este maravilloso Apóstol, que fue secuestrado a la tercera morada
del cielo y escuchó palabras indescriptibles, y no pudo revelar lo suficiente esa gloriosa
felicidad, ¿cómo podría yo, el indigno, atreverme a contar sobre un tan grande misterio e
ilimitado sin peligro, yo pecador y sin experiencia? ¿Qué le parece si todas las lenguas de la
tierra y todas las estrellas del cielo se hubieran juntado, y todas las hojas de los árboles se
hubieran transformado en las lenguas elocuentes y demasiado sabias de los retóricos de habla
como eruditos, y todavía no hubieran podido contar lo suficiente? esas bondades
incomprensibles que el ojo no ha visto, el oído no ha oído, ni la mente puede comprender.
“¡Oh, vida indescriptible, revelada por Dios a sus amigos! ¡Vida feliz, vida sin límites! ¡Vida
que no conoce corrupción ni cambio! Vida sin dolor ni muerte. Allí no hay enemigo al que te
pueda herir lo menos posible, ni problemas para causar dolor. El amor es perfecto y no existe
el miedo. El día es eterno y la noche nunca es conocida. El alimento ordenado del alma es ver a
Dios cara a cara. ¡Oh, la vida también deseada, demasiado elegida y absolutamente gozosa! Me
alegra pensar en tu brillantez y resplandor. Mi alma se regocija al pensar en ti, mi corazón te
desea y te anhela. Cuanto más te miro desde lejos y pienso en ti, más me duele el amor y te
deseo. Me alegro de entenderte y me alegro de recordarte. ¡Oh, vida sin fin, y realmente
demasiado feliz e indecible buena! Reino, que nunca terminara, ni existe muerte. Tus tiempos
no cambian y nunca pasan. El día nunca conoce ocaso, ni sufre ninguna otra transformación.
Aquí se regocija el soldado victorioso, recibido por los ejércitos de ángeles y coronado con la
corona de gloria inquebrantable, cantando y alabando al Señor. Bienaventurado y
verdaderamente feliz es aquel que será digno de ver tu gloria y esplendor, los muros y las
puertas de tu ciudad, tus palacios, tus valientes ciudadanos y tu poderoso y demasiado
Glorioso Rey. Las piedras de tus muros no tienen precio. Las puertas son adornadas con
diamantes muy brillantes. Palacios íntegramente de oro, con adornos de rubines y zafiros. Eres
hermosa y demasiado brillante, Madre nuestra, La nueva Jerusalén, en tu esplendor. El castigo
de las pasiones, o la ruina de las vanidades temporales, no está en este lugar. La luz que
siempre te ilumina no es de las antorchas ni de las estrellas, ni de la luna ni del sol sensible,
sino con la verdadera luz de la luz, y Dios de Dios que te da el resplandor ". Dulce es el sueño y
el descanso del sirviente cansado, pero más dulce que todo esto es el amor de los santos y la
paz después de la guerra, después del peligro, la seguridad y después de los tristes problemas y
fatigas, el perfecto descanso eterno. Entonces las guerras terminan y no tiene más nadie la
necesidad de estar armado, como lo hicieron los judíos después de tomar la tierra prometida:
dejaron sus armas olvidando todo el miedo y el tumulto de la guerra y cada uno bajo a las
sombras de los árboles, disfrutando de los dulces frutos de la paz y del descanso. ¡Todos
cuántos sembraron aquí lágrimas, allí segarán alegría eterna! Allí los santos Jorge, Demetrio y
los demás luchadores, brillan como las estrellas, regocijándose porque por un pequeño trabajo
temporal, recibieron como recompensa tal deleite. Allí Josafat, Antonio, Eutimio y todos los
piadosos, se regocijan al recibir el pago de las fatigas multiplicado por cien, y en definitiva
todos los Santos Profetas, los santos Mártires, y especialmente los divinos Apóstoles, teniendo al
gran Bautista como al primer precursor, se regocijan cantando y alabando a Dios, que los han
fortalecido para difamar el mundo lleno de vanidad para ser proclamados felices y llamarse
buenos. Bienaventurados los que han vencido las pasiones del cuerpo y lo han vivido en el
espíritu, y han recibido en lugar de las cosas terrenales contaminadas las celestiales y eternas.
Por un poco de esfuerzo, han recibido inconmensurable descanso; por la vergüenza y la
deshonestidad, el honor y la gloria inquebrantable; por problemas temporales, gozo inefable;
y, en resumen, diciendo, para los fugaces y perecederos pasiones que perecen como el humo y
se marchitan como los lirios del campo, ¡delicia incorruptible y eterna! ¡Oh, amantes del
mundo y los placeres! ¡Reúnan sus sentidos para razonar y tener voluntad para odiar todas las
pasiones corporales, para que no le falte tanto gozo por un deleite tan breve! En el Reino de los
cielos no hay problemas, ni dolor, ni suspiros, sino solo paz imperturbable, gozo sin dolor,
salud sin enfermedad, vida sin muerte, abundancia, el verano es continuo, la dulzura es
insuperable, la belleza indecible y, en resumen, plena felicidad y adquisición de todo el bien.
Este es el Reino de los Cielos, el Reino de los Reyes, el Reino de todas las edades, las montañas
de dulzura, la morada de la miel y la leche, donde se regocija los felices, cuya vida y Rey es el
Dios Eterno. Sus coronas son adornadas con piedras preciosas, perlas y diamantes. Sus
hermanos, son los Ángeles iluminados. Sus alabanzas, incesantes con cantos y laudes
demasiado dulces, deliciosos, el ambiente tiene un olor y alegría indecible. ¡Oh, hijos de Adán!
¡Hijos de hombres, ciegos e inexpertos! ¡Ovejas perdidas! ¡Esta es nuestra patria y nuestro
hogar! ¿Qué otras cosas estás buscando? ¿Qué otras riquezas vais a buscar que valga la pena?
¿Cómo puedes soportar privarse de tanto bien por un poco de trabajo y tribulaciones
temporales que hay que superar en esta corta vida con la ayuda del Señor? No seas perezoso,
oblígate a ganar esta felicidad y por su amor, odia todas las cosas vanas y terrenales. Tu parte
está en el lugar con los vivos. Hay tesoros y riquezas. Allí te recibe el Maestro, para honrarte
con tanto prestigio, en cuanto más ardiente será tu amor por Él. Levántate del letargo de la
pereza e invoca al Señor para que te guíe, te ilumine y te dé la fuerza para transitar por el
camino angosto de las penurias de esta vida, porque no hay otro medio más útil para el alma
que superar este camino, es decir incluso desear los males que amontonan el cuerpo, alegrarte
cuando te calumnian y te insulten, y en fin para renunciar por completo a todo el amor
propio, porque este egoísmo es el veneno y la hiel que mata el alma, y te hace difamatorio de la
Magnificación divina. Arraiga esto y deséchelo fuera de su corazón, como la causa de su
condena y pérdida, pero desee con todo su corazón a su Creador y Salvador, más que todas las
cosas de este mundo. Anda diligentemente por el camino de las buenas obras, para que
obtengas ese bien ilimitado, para admirar el resplandor de los santos, el poder del Padre, la
sabiduría del Hijo y la bondad del Espíritu Santo, y regocíjate en ese bien celestial, en esta
fiesta, donde solo hay un lenguaje que se habla entre todos que es el amor, un solo trabajo, que
es la a eterna e incesante alabanza de los Ángeles y de los hombres, única alegría y amistad.

Todos los que quieran adquirir un bien tan deseado, desean en este mundo pasar las diversas
aflicciones y labores, como dijo San Agustín: "Es necesario, oh alma mía, que sufra
tribulaciones y tormentos, para poder ver a Cristo el Salvador en gloria. "Para Él, y para poder
contarme yo también entre Sus santos. Es apropiado probar todo el tormento aquí, para formar
parte de tal gloria y alegría. Todos los dolores me parecen placenteros, además que merecidos
para solo descansar en ese Reino eterno” Puesto de que nadie fue salvo sin dolor y tristeza,
¿por qué no deberíamos sufrir, teniendo la esperanza y la fe en que Nuestro Rey Todopoderoso
que además nos ayudará? Entonces, Maestro Misericordioso, Dios Padre Todopoderoso,
gobierna aquí, castíguenos y atorméntanos en esta vida, no en la venidera. Envíanos
desgracias, enfermedades, hambrunas, persecuciones, amarguras, peligros y toda clase de
tribulaciones. Incluso que nuestros enemigos nos oprimen. Que seamos burlaos de la gente y
calumniados de todos. Que en nuestras vidas soportemos los sufrimientos y superemos
nuestros años en suspiros. Juan Crisóstomo nos exhorta a cantar el himno de alabanza del
maravilloso triunfo de Cristo sobre la muerte, por el cual a todos los hombres se les dieron la
esperanza de la vida eterna y feliz en Dios, que es el himno que resuena en las iglesias
ortodoxas en la brillante noche de Pascua:

"¡Si alguien es fiel y amoroso a Dios, disfruta de esta fiesta hermosa e iluminada! Si alguien ha
servido sabiamente, que entre a regocijarse, en la alegría de Su Señor ¡Si alguien ha estado
sufriendo que tenga su recompensa ahora! ¡Si alguien trabajó desde la primera hora, que
reciba hoy el pago correcto! ¡Si alguien vino más tarde, dando las gracias, que se alegre! Si
alguien ha llegado después de la sexta hora, no se aflige, porque nada será perdido! Si alguien
ha llegado en la última, hora que no se preocupe por el retraso, pues sinceramente el Maestro,
le recibe tanto en la última hora como en la primera, descansa al último llegado, así como el
que trabajó desde la primera hora. Los últimos tendrán misericordia, y los primeros consuelos.
Por esto entrar todos en el gozo de nuestro Señor: ¡tanto el primero como el segundo, recibir
vuestra paga! ¡Los ricos y los pobres juntos disfrutan! Los que han trabajado más con los
perezosos. ¡Los que ayunaron y los que no ayunaron, se regocijaran hoy! La mesa está llena;
¡Hay regalo para todos! Hay mucho becerro; ¡Que nadie pase hambre! ¡Compartir toda la
riqueza de la bondad! ¡Que nadie se queje que falta algo porque El reino de Dios es de todos
vosotros! Que nadie esté de luto por los pecados, porque han sido los pecados han sido
perdonados desde la tumba. ¡Que nadie tema la muerte, porque nos salvó de la muerte el
Salvador! ¡Los que estaban encerrados en el infierno fueron liberados cuando Cristo descendió
y destruyo sus puertas “Los Demonios, estaban amargados por ser derrocados; el infierno se
llenó de amargura a recibirle a Jesucristo porque ha sido derrocado; ¡fue dolido, porque fue
quebrantado! ¿Dónde está la victoria de la muerte? ¡Cristo Ha resucitado y el infierno fue
destruido! Cuando el Señor se levantó de la muerte, los demonios cayeron y los ángeles se
regocijaron. Cristo ha vencido la muerte y a los muertos les ha concedido la vida eterna. ¡De Él
es Su gloria y dominio por los siglos de los siglos! " En resumen, si en este mundo nos vienen
todas las desgracias y problemas, ayúdanos pasarlos solo para hacernos dignos de tu reino,
alabando y glorificando al Padre sin principio, al Hijo, único Ser, y al Espíritu Santo en ti, una
sola Trinidad inseparable. Que Tu mereces toda la gloria, el honor y la adoración por los siglos
de los siglos. Amén.

También podría gustarte