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ISBN colección: 958-9262-28-7
ISBN este número: 978-958-8341-10-1
Catalogación en la fuente:
320.000
11 PRÓLOGO
15 PRESENTACIÓN
1
19 LOS CONFLICTOS ARMADOS Y EL CONTROL
DEL ORDEN PÚBLICO
21 LA GUERRA Y EL CONFLICTO COL
CONFLICTO OMBIANO
COLOMBIANO
31 LA DEGRADACIÓN DE LA GUERRA: LA VIOLACIÓN DE
LOS DERECHOS DE LLOS
OS NO COMBA TIENTES
COMBATIENTES
36 FORMAS DE CONTROL DEL ORDEN PÚBLICO FRENTE A
L A AMENAZA
AMENAZA:: LOS ESTADOS DE EX
ESTADOS CEPCIÓN Y LA
EXCEPCIÓN
NORMALIDAD AP ARENTE
APARENTE
2
51 DEL ESTADO DE GARANTÍAS AL
ESTADO DE SEGURIDAD
54 EL ESTADO MODERNO Y EL GARANTISMO JURÍDICO
ESTADO
58 LA APARICIÓN DEL MODEL
APARICIÓN MODELOO DE SEGURID AD
SEGURIDAD
63 Los órdenes legales especiales construidos desde el
concepto de seguridad
65 Seguridad y terrorismo: el campo normativo internacional
para combatir el terrorismo
69 El modelo de seguridad en América Latina
73 EL MODELO DE SEGURIDAD EN COLOMBIA
73 La Corte Constitucional colombiana y su posición frente a
la seguridad nacional y al orden público
82 El modelo de «Seguridad Democrática» del Gobierno de
Álvaro Uribe Vélez (2002-2006)
127 CONCLUSIÓN
131 BIBLIOGRAFÍA
TABLA 1
68 Instituciones y medidas que se tomaron en la lucha contra el
terrorismo en los años 2001 y 2002
TABLA 2
72 Subregiones de America Latina, temas de seguridad y tipos de
conflicto
TABLA 3
106 Detenciones presentadas durante el desarrollo de operaciones
militares entre los años 2002 y 2004
TABLA 4
110 Evolución de las detenciones por departamento en el primer
gobierno de Uribe Vélez (2002-2006)
TABLA 5
119 Índice de independencia judicial (de derecho)
TABLA 6
120 Índice de independencia judicial (de hecho)
GRÁFICO 1
111 Evolución de las detenciones (2002-2006)
GRÁFICO 2
112 Proporción de las detenciones por regiones (2002-2006)
GRÁFICO 3
113 Evolución de las detenciones en los departamentos de Arauca,
Antioquia, Cauca, Bogotá y Sucre ocurridas durante el primer
gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006)
1
Lo dicho sobre la inscripción del presente trabajo en la sociología jurídica puede ser
constatado en: Vincenzo Ferrari, Derecho y sociedad, Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2006, p. 17; Jean Carbonnier, Sociología jurídica, Madrid, Tecnos,
1977, pp. 90 y ss, en cuanto a la relación estrecha con la sociología política p. 38.
Roger Cottorrell, Introducción a la sociología del derecho, Barcelona, Ariel, 1991,
pp. 41 y ss; Germán Silva García, «Sobre el objeto, las fuentes y el oficio de la
sociología jurídica desde una perspectiva interdisciplinaria», en Diálogos de Saberes,
No. 17, Bogotá, Universidad Libre, 2002, pp. 117 y ss.
2
Ver: David Easton, Enfoques sobre teoría política, 2ª ed., Buenos Aires, Amorrortu,
1992, pp. 35 y ss; Fernando Harto de Vera, Ciencia política y teoría política
contemporáneas: una relación problemática, Madrid, Trotta, 2005, pp. 57 y ss.
Capítulo 1
1
El ejercicio de la guerra genera efectos que van más allá de los efectos sociales y de
las garantías de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. El
conflicto puede ayudar a consolidar la formación de los Estados y de sus instituciones
(ver: Charles Tilly, Coerción, capital y los Estados europeos 990-1990, Madrid, Alianza
Editorial, 1990, p. 40). Algunas veces la guerra acompaña a la consolidación de los
regímenes de democráticos (ver: María Emma Wills, «En contra de la marca o cómo
las violencias, a veces, producen democracia», en Revista de Estudios Sociales, No. 1,
Bogotá, Universidad de los Andes, 1998, p.16) y por último, la guerra puede ocasionar
el exterminio de otras culturas.
2
Para el caso de América Latina, en el siglo XIX se presentaron constantes conflictos
internos violentos, que tenían por objeto la construcción y consolidación de los Estados
nación, en un escenario de transición hacia una política propia luego de la ruptura
con la metrópli española. Sobre este tema, ver Sabato Hilda, (coordinadora) Ciudadanía
política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina, Colegio
de México y Fondo de Cultura Económica, 1997, pp. 13 y ss.
Para el caso colombiano, desde una perspectiva histórica se han presentado tres
períodos de guerra civil prolongados; el primero de ellos en el siglo XIX, como un
enfrentamiento de dos visiones de Estado y de poder político, el Estado liberal frente
al Estado conservador. Un segundo período, el conflicto violento bipartidista que se
presentó a mediados del siglo XX y, finalmente, en la década de 1960, el surgimiento
de un conflicto armado fundamentado en causas sociales y motivaciones ideológicas
de izquierda.
3
Esta denominación hace parte del título de la obra de Mary Kaldor, Las nuevas
guerras. La violencia organizada en la era de la globalización, Barcelona, Editorial
Tusquest, pp. 16 y ss.
4
«La denominada guerra asimétrica a la que se alude en los debates estratégicos
norteamericanos de la actualidad se refiere precisamente a estos grupos armados no
estatales que son capaces de hacer frente casi indefinidamente al poder doméstico y
a las potencias internacionales». Eric Hobsbawm, Guerra y paz en el siglo XXI, Barcelona,
Editorial Crítica, 2007, p. 87.
5
Ver Eduardo Pizarro Leongómez, «¿Cómo caracterizar el conflicto armado en Colombia?»
en Una democracia asediada. Balance y perspectivas del conflicto armado en Colombia,
capítulo uno, Bogotá, Editorial Norma, 2004, pp. 38-39.
6
La aplicación del derecho de gentes se presentó con frecuencia en los conflictos de
orden interno, como sucedió en Colombia durante el siglo XIX. Para el caso colombiano
ver Memorias de la II Cátedra Anual de Historia «Ernesto Restrepo Tirado». Las guerras
civiles desde 1830 y su proyección en el siglo XIX. Bogotá, Museo Nacional de Colombia,
1998.
7
Sobre el tema, ver el Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los
heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar (Convenio II);
el Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra (Convenio
III) y el Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en
tiempo de guerra (Convenio IV), aprobados el 12 de agosto de 1949 por la Conferencia
diplomática para elaborar convenios internacionales destinados a proteger a las
víctimas de la guerra, celebrada en Ginebra del 12 de abril al 12 de agosto de 1949.
8
Ver Peter Waldmann, Sociedades en guerra civil. Conflictos violentos de Europa y América
Latina, Paidós, Barcelona, 1999.
9
Ver Eduardo Pizarro Leongómez, op. cit., pp. 40 y ss.
10
Las principales de estas acciones son las ejecutadas por los terroristas suicidas: esta
«… práctica –nacida como consecuencia indirecta de la revolución iraní de 1979, la
cual trajo aparejada la potente ideología del chiísmo, con su visión idealizada del
martirio– fue utilizada por primera vez en el año de 1983 por el Hizbolá en el Líbano,
con efectos decisivos contra los estadounidenses. Su eficacia quedó tan de manifiesto
que fue adoptada por los Tigres Tamiles en 1987, por la palestina Hamás en 1993,
y por Al Qaeda y otras formaciones islámicas ultras en Cachemira y Chechenia entre
los años 1998 y 2000». Erick Hobsbawn, op. cit., p. 143.
11
En Centro América se realizaron procesos de paz que concluyeron con varias décadas
de conflictos internos. En El Salvador, bajo el gobierno de Alfredo Cristiani, se realizó
un proceso de paz exitoso con el Frente para la Liberación Nacional (FMLN), que
concluyó con la firma de un acuerdo el 16 de enero de 1992. En Guatemala, tras seis
años de negociación con la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)
se logró la firma de un acuerdo de paz el 29 de diciembre de 1996, y en 1990,
Nicaragua, bajo el gobierno de Violeta Chamorro, logró la desmovilización de «los
contras».
Sobre el contexto y las características de estos procesos y los del Cono Sur, ver Harold
Rizo, Evolución del conflicto armado en Colombia e Iberoamérica, Bogotá, Corporación
Universitaria Autónoma de Occidente, 2002, pp. 113 y ss.
12
Ver Peter Waldmann, op. cit.
13
El modelo de la seguridad se abordará en el capítulo 2.
14
En relación con la intervención de Estados Unidos en Iraq y la guerras transfronterizas,
Hobsbawm señala: «Se ha planteado una cuestión menos vergonzosa, si no en
relación con la guerra de Iraq, sí al menos en referencia a la afirmación general de
que en una época de barbarie, violencia y desorden global crecientes, las intervenciones
armadas transfronterizas destinadas a salvaguardar o a establecer los derechos
humanos resultan legítimas y a veces necesarias. Para algunos, esto implica que es
deseable la existencia de una hegemonía imperial mundial, y más concretamente la
de una hegemonía ejercida por la única potencia capaz de imponerla: los Estados
Unidos de América». En Eric Hobsbawn, op. cit., p. 14.
15
Estas variables las encontramos en la caracterización que sobre el conflicto armado
hace Pizarro Leongómez, op. cit. Adicionalmente, ver PNUD, El conflicto, callejón con
salida, Bogotá, 2003.
16
Ver Eduardo Pizarro Leongómez, op. cit., p. 46.
17
En el marco de la política conocida con el nombre de «Plan Colombia», Estados
Unidos ha provisto a Colombia de armas, tecnología y dinero para combatir
inicialmente los cultivos de coca y a las organizaciones del narcotráfico. A partir del
2002 los recursos y el apoyo militar se utilizaron también en la lucha contra la
guerrilla y los paramilitares. Esta estrategia fue concebida durante el gobierno del
presidente Andrés Pastrana (1998-2002) y se ha mantenido a lo largo del mandato
de Uribe Vélez.
18
Ver Mary Kaldor, op. cit.
19
Hoy en día el derecho internacional de los derechos humanos se agrupa en tres
categorías: los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho
penal internacional.
20
Alejandro Valencia Villa, La humanización de la guerra, Bogotá, Tercer Mundo Editores
y Ediciones Uniandes, 1992.
21
Desde el fin de la Guerra Fría, el aumento de las víctimas civiles producto de la
guerra ha sido evidente y muestra un cambio en torno a la forma de combatir,
poniendo de relieve el irrespeto por los tratados sobre el tema. Al respecto, el profesor
Marc Chernick señala: «A comienzos del siglo XX, internacionalmente, se calculaba
que las bajas de combatientes armados comprendían más o menos el 90% de todas
las muertes relacionadas con la guerra. Pero a principios del siglo XXI, a pesar del
desarrollo de un corpus de derechos humanos y del derecho internacional humanitario
Uribe Vélez una vía a la solución del conflicto, a lo que se suma la tendencia
de la sociedad a polarizarse como consecuencia de las acciones terroristas.
Por otra parte, en la medida en que los grupos armados al mar-
gen de la ley han necesitado incrementar sus rentas, con el objetivo de
sostener un aparato militar cada vez más robusto, han recurrido a nuevas
prácticas para obtener recursos, entre las que sobresalen la extorsión y la
producción y comercialización de cocaína.
En la actualidad, la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico
son objetivo prioritario de la agenda internacional, lo cual ubica a Colom-
bia en el centro del debate regional, en particular alrededor de la caracteri-
zación de los actores armados y de los efectos del conflicto sobre los países
vecinos, Norte América y Europa, ya sea por el tráfico de drogas, por el
fenómeno de los refugiados, por la crisis humanitaria que produce la gue-
rra interna, o por los escándalos de corrupción que traspasan las fronteras
y que están ligados a la venta de armas con destino a los actores armados.
Por lo anterior, se han generado continuos debates en torno al
significado del conflicto interno colombiano y al carácter de los grupos
armados, con el fin de establecer si el país enfrenta a una lucha contra el
terrorismo o a una lucha contrainsurgente. En estas discusiones hay quie-
nes tienden a catalogar a todos los actores armados como grupos terroris-
tas, y quienes procuran distinguirlos a partir de sus motivaciones y de sus
prácticas. Pero, dada la degradación de la guerra, la primera tendencia se
impone cada vez más.
Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) se proclaman como
un grupo contrainsurgente amparado en una ideología de extrema dere-
cha. Sus métodos de acción han estado dirigidos contra la población civil,
que ha sido víctima de masacres, asesinatos selectivos, desplazamiento y
acciones tendientes al exterminio de partidos de izquierda como la Unión
Patriótica. Por esta razón, las AUC son consideradas una organización te-
rrorista.23
Por su parte, las Farc-EP y el ELN, a pesar de que su constitu-
ción en la década de 1960 estuvo inspirada en un pensamiento de iz-
quierda que promulgaba la transformación de las estructuras políticas,
sociales y económicas, y que, en un principio, operaban con la lógica de
la guerra de guerrillas, desde la última década del siglo XX han transfor-
mado sus métodos y han incrementado las acciones que involucran a la
población no combatiente con los carros bomba, las minas antipersona,
23
Eduardo Pizarro Leongómez, op. cit., p. 149.
24
Para el caso colombiano desde el primer gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006) se
propuso la creación de una red de informantes de un millón de personas que, a
cambio de una recompensa, otorgarían información a los organismos de seguridad
para enfrentar a los grupos armados. Ver documento «Política de defensa y seguridad
democrática», en http//www.mindefensa.gov.co, consultar documento por buscador.
25
Charles Tilly, op. cit., p. 46.
26
Garland, David, Castigo y sociedad moderna. Un estudio de teoría socia», México D.F.
Siglo veintiuno editores. 1999, p. 33.
27
Tesis expuesta por Giorgio Agamben en el libro Estado de excepción, Buenos Aires,
Adriana Hidalgo editora, 2003.
28
Ver ibid., pp. 24 y ss.
29
Agamben señala la existencia de un totalitarismo moderno: «El totalitarismo moderno
puede ser definido, en este sentido, como la instauración, a través del estado de
excepción, de una guerra civil legal, que permite la eliminación física no sólo de los
adversarios políticos sino de categorías enteras de ciudadanos que por cualquier
razón resultan no integrables en el sistema político. Desde entonces, la creación
voluntaria de un estado de emergencia permanente (aunque no declarado en sentido
técnico) devino una de las prácticas esenciales de los Estado contemporáneos, aún
de aquellos así llamados democráticos». Ibid., p. 25.
cer un control mixto. Las medidas que se toman producen una suspen-
sión del ordenamiento jurídico o de las garantías constitucionales. Fi-
nalmente, existe la tendencia a extender las medidas de emergencia a
otros ámbitos: originariamente, se aplicaban en casos de guerra o de cri-
sis del orden público, pero hoy en día estas medidas se pueden aplicar
so pretexto de crisis económicas o ambientales.
Las medidas de excepción que el Estado pone en ación para
combatir al enemigo han desbordado la naturaleza clásica del poder del
ejecutivo, pues este tiene la capacidad de crear decretos con fuerza de ley
para controlar la situación de crisis, desarrollando estrategias que llevan
en la mayoría de los casos a limitar las garantías constitucionales y los
derechos fundamentales, como el debido proceso, la presunción de ino-
cencia, el control jurisdiccional y el principio de legalidad.
La creación y aplicación de disposiciones de excepción afectan el
régimen político democrático ya que con ellas la rama ejecutiva concentra
mayor poder, debilitando la institución parlamentaria y la independencia
del sistema judicial. Por esta razón, la aplicación de «estados de excep-
ción» o de procedimientos especiales de orden penal es cuestionada por
las organizaciones internacionales de derechos humanos que, a la luz del
derecho internacional de los derechos humanos y del derecho internacio-
nal humanitario, ven en este tipo de normas una excesiva concentración
del poder y una pérdida de garantías de la sociedad.
El derecho internacional público señala cuáles son los derechos y
las libertades fundamentales que pueden ser suspendidos en los estados
de excepción. Igualmente se han desarrollado una serie de convenios in-
ternacionales destinados a proteger a las personas y a regular situaciones
de guerra. El fin último de estas normatividades es el respeto a la vida y el
cumplimiento de los derechos humanos.
En conflictos armados la sociedad recurre al derecho internacio-
nal humanitario por cuanto esta normatividad regula situaciones como el
uso de armas, el trato que se debe dar a los combatientes y la distinción
entre combatientes y no combatientes. Esta normatividad, conocida como
derecho de Ginebra, se desarrolló a comienzos del siglo XX y ha evolucio-
nado hasta llegar a la constitución de los protocolos I y II de Ginebra.
Adicionalmente, existen los tratados internacionales de derechos huma-
nos y las normas jurídicas de orden interno desarrolladas por los Estados
democráticos de Occidente, que prevén la posibilidad de crear estatutos
especiales con el fin de superar situaciones que alteren el orden público y
castigar a los responsables de la alteración.
30
Daniel O´Donnell, «Introducción al derecho internacional de los derechos humanos»,
en Compilación de jurisprudencia y doctrina nacional e internacional, Volumen I,
Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, Bogotá, 2001, pp. 61 y ss.
31
Pacto internacional de derechos civiles y políticos, artículo 4º, 1966.
32
La Convención Americana protege expresamente los siguientes derechos: derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica (art. 3); derecho a la vida (art. 4); derecho
a la integridad personal (art. 5); prohibición de la esclavitud y servidumbre (art. 6);
principio de legalidad y de retroactividad (art. 9); libertad de conciencia y de religión
(art. 12); protección a la familia (art. 17); derecho al nombre (art. 18); derechos del
niño (art. 19); derecho a la nacionalidad (art. 20), y derechos políticos (art. 23). «Todo
Estado parte que haga uso del derecho de suspensión deberá informar inmediatamente
a los demás Estados Partes en la presente Convención, por conducto del Secretario
General de la Organización de los Estados Americanos, de las disposiciones cuya
aplicación haya suspendido, de los motivos que hayan suscitado la suspensión y de
la fecha en que haya dado por terminada tal suspensión».
33
El principio de legalidad obliga al Estado a señalar por medio de la ley las conductas
que se restringen, sin ir en contravía de los principios del derecho internacional de los
derechos humanos. El principio de necesidad exige que se constate una situación
real antes de declarar las medidas extraordinarias, es decir, la excepción debe estar
justificada en hechos que pongan en riesgo el régimen constitucional.
34
Daniel O’Donnell, op. cit., p. 80.
35
El hecho más sobresaliente en este aspecto ha sido el ataque que en el 2003 realizó
Estados Unidos, junto con Inglaterra y España, contra Iraq, al margen de las Naciones
Unidas, el cual constituyó una violación al derecho internacional.
36
Ver Giorgio Agamben, op. cit., p. 77.
37
Ibid., p. 80.
38
Comité permanente por la defensa de los derechos humanos, Derechos Humanos en
Colombia, veinticinco años, Bogotá, 2004, p. 15.
39
Francisco Leal Buitrago, El oficio de la guerra. La Seguridad Nacional en Colombia,
Bogotá, Tercer Mundo editores, IEPRI, 1994, pp. 30 y ss.
40
El artículo 213 de la actual Carta Política señala: «En caso de grave perturbación del
orden público que atente de manera inminente contra la estabilidad institucional, la
seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana, y que no pueda ser conjurada
mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de Policía, el Presidente
de la República, con la firma de todos los ministros, podrá declarar el Estado de
Conmoción Interior, en toda la República o parte de ella, por término no mayor de
noventa días, prorrogable hasta por dos períodos iguales, el segundo de los cuales
requiere concepto previo y favorable del Senado de la República.
41
Decreto 0717 del 18 de abril de 1996. Artículo 1º. «Defínanse como zonas especiales
de orden público aquellas áreas geográficas en las que con el fin de restablecer la
seguridad y la convivencia ciudadanas afectadas por las acciones de las organizaciones
criminales y terroristas, sea necesaria la aplicación de una o más de las medidas
excepcionales de que tratan los siguientes artículos, sin perjuicio de la aplicación de
las demás medidas que se hayan dictado con base en la conmoción y que se encuentren
vigentes. (...) Artículo 3º. Restríngese el derecho de circulación y residencia en las
zonas especiales de orden público a que se refiere el presente Decreto. La restricción
consiste en la limitación o prohibición del ejercicio de tal derecho mediante medidas
como toque de queda, retenes militares, indicativos especiales para la movilización,
salvoconductos, inscripción en la Alcaldía, comunicación anticipada a ésta de
desplazamiento fuera de la cabecera municipal. En tal virtud, el Gobernador o los
Gobernadores correspondientes podrán dentro del territorio de su jurisdicción adoptar
directamente o a solicitud del Comandante Militar que ejerza el control operacional
en la zona la medida adecuada a las condiciones especiales de su territorio, señalando
las áreas geográficas, lugares, períodos de duración y vías de comunicación en que
se aplicarán tales medidas». Ver también el decreto 0900 de 1996, por el cual se
adoptan medidas tendientes a controlar la acción de las organizaciones criminales y
terroristas en las zonas especiales de orden público.
42
Giorgio Agamben, op. cit., p. 135.
43
Ibid., p. 44.
1
Ernst-Wolfgang Böckenförde, Estudios sobre el Estado de derecho y la democracia,
Madrid, Editorial Trotta, 2000, p. 20.
3
Para profundizar sobre la agenda internacional, particularmente en lo relacionado
con el derecho internacional público, ver Rajagopal Balakrishnan, El derecho
internacional desde abajo. El desarrollo, los movimientos sociales y la resistencia del
Tercer Mundo, Bogotá, Ilsa, 2005.
4
Luigi Ferrajoli, Derechos y garantías, Madrid, Editorial Trota, 2002, p. 21.
5
Ibid., p. 24.
6
Existe una bibliografía numerosa sobre la relación entre los derechos civiles y políticos
y los derechos económicos, sociales y culturales y su grado de exigibilidad por vía
judicial. Al respecto, ver Víctor Abramovich y Christian Courtis, Los derechos sociales
como derechos exigibles, Madrid, Editorial Trotta, 2002. Rodolfo Arango, El concepto
de los derechos sociales fundamentales, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,
Editorial Legis. Herreño, Libardo, ¿Todo o nada? Principio de integralidad y derechos
sociales, Textos de la colección Aquí y Ahora, Bogotá, Ilsa, 2008.
7
Este trabajo se referirá a las medidas que se adoptan en el plano legal con el objetivo
de garantizar la seguridad. Sin embargo, existen otras medidas que requerirían un
profundo análisis como es el caso de las empresas de vigilancia.
8
La seguridad humana ha sido colocada como propuesta por parte del PNUD en su
informe sobre el desarrollo humano de 1994. Esta propuesta establece un vínculo
entre el desarrollo, el bienestar y la seguridad de las personas. Al respecto ver el
artículo del profesor Karlos Pérez de Armiño, «Seguridad humana: el cruce entre la
seguridad y el desarrollo», en De los derechos y la seguridad humana, de todos o de
nadie, Bilbao, PTM, pp. 19-27.
9
Ese temor se representa de diversas maneras y se construye con múltiples retóricas.
Según Hobsbawn, los ciudadanos del Norte han «sido inundados por una oleada
retórica política que nos habla de los desconocidos pero terribles peligros que pueden
llegar del extranjero (la histeria de las armas de destrucción masiva), de la guerra
contra el terror y de la defensa de nuestra forma de vida frente a unos enemigos
externos mal definidos y sus elementos terroristas, infiltrados en el interior de nuestras
sociedades. Se trata de una retórica concebida más para poner la piel de gallina a
los ciudadanos que para contribuir a combatir el terror…». Eric Hobsbawm, op. cit.,
p. 168.
10
Con respecto al vínculo existente entre la crisis de Estado benefactor y el giro de la
política penal por una más represiva y menos garantista, ver Iñaki Rivera Beiras,
«Forma-Estado, mercado de trabajo y sistema penal («nuevas» racionalidades punitivas
y posibles escenarios penales)», en Mitologías y discursos sobre el castigo. Historia del
presente y posibles escenarios, Barcelona, Anthropos, 2004, pp. 287-305.
11
Para el caso de las nuevas tendencias acerca del castigo en Estados Unidos, se puede
observar la presencia de tres escuelas que desde diferentes enfoques y perspectivas
teóricas promueven una transformación del ordenamiento jurídico penal; estas escuelas
son: just desert, law and economics y new penology. Para una rápida compresión de
estas corrientes, ver Diego Zysman Quirós, «El castigo penal en Estados Unidos.
Teorías, discursos y racionalidades punitivas del presente», en Mitologías y discursos
sobre el castigo. Historias del presente y posibles escenarios, Barcelona Anthropos,
2004, pp. 251-285.
12
Los antecedentes de la «tolerancia cero» se encuentran en el año de 1993, en la
ciudad de Nueva York, con la posesión del alcalde Rudolph Giuliani.
13
Al respecto ver Loïc Wacquant, «Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos
del milenio», Capítulos 4 y 5, Buenos Aires, Manantial, 2005.
14
Federico Andreu-Guzmán, Terrorismo y derechos humanos: nuevos retos y viejos peligros,
Germany, Internacional Commission of Jurists, 2003, p. 17.
15
El aumento de normas de control y medidas preventivas es la base de la política de
seguridad del estado Español con la creación de la Ley Orgánica 1/1992 sobre
Protección de la Seguridad Ciudadana (LOPSC).
16
Este caso se presenta en Egipto. Ver «Observaciones finales del Comité de Derechos
Humanos: Egipto», documento de naciones Unidas CCPR-CO-76-EGY.
17
Los principios más importantes del sistema penal son: legalidad, debido proceso,
defensa técnica, hábeas corpus, doble instancia y juicio imparcial.
18
En el caso latinoamericano, el poder judicial tiene un nivel bajo de independencia.
Ver Germán Burgos, «¿Qué se entiende hoy por independencia judicial? Algunos
elementos conceptuales» en Independencia judicial en América Latina. ¿De quién?
¿Para qué? ¿Cómo?, Bogotá, Ilsa, 2003.
19
Tras la guerra contra Afganistán, Estados Unidos decidió llevar a su base militar
enclavada en Guantánamo, Cuba, a prisioneros de la «guerra contra el terrorismo».
Estos prisioneros no tienen posibilidad de defensa alguna ante ningún tribunal o
corte norteamericana o internacional.
20
Federico Andreu-Guzmán, op. cit., p. 192.
21
Es el caso de los movimientos que luchan contra la dominación colonial, la ocupación
extranjera o los regímenes racistas, luchas que se dan en ejercicio del derecho de
libre determinación de los pueblos.
22
Artículo 1 de la Decisión-marco del Consejo sobre la lucha contra el terrorismo.
TABLA 1
Instituciones y medidas que se tomaron en la lucha
contra el terrorismo en los años 2001 y 2002
Institución Medidas
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas Resolución 1373 de 2001
Organización de Estados Americanos (OEA) Convención Interamericana contra el terrorismo
(junio de 2002)
Organización para la Seguridad y la Plan de acción para luchar contra el
Cooperación en Europa (OSCE) terrorismo (diciembre de 2001)
Carta de la OSCE sobre la prevención del
terrorismo y lucha contra ese fenómeno
Unión Europea Decisión-marco del consejo de la Unión
Europea sobre la lucha contra el terrorismo
(13 de junio de 2002)
Conferencia africana sobre el terrorismo Declaración contra el terrorismo
(Octubre de 2001)
Organización de la Conferencia Declaración y plan de acción de Kuala Lumpur
Islámica (OCI) sobre el terrorismo internacional
(abril de 2002)
Fuente: Tabla realizada a partir de los datos de diversos artículos del libro Las políticas de seguridad y sus implicaciones para la región andina,
Varios autores, Bogotá, Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, 2005.
24
Silvia Mantilla y Fernando Núñez, «La nueva doctrina de seguridad de Bush y sus
implicaciones en la región andina», en Las políticas de seguridad y sus implicaciones
para la región andina, Bogotá, Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Políticas
y Relaciones Internacionales, 2005, p. 9.
25
Sobre el mandato de la OEA ver Carta de constitución, el Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca y el Pacto de Bogotá. www.OAS.org/documentos
26
Estados Unidos tiene una larga historia de intervenciones directas en los asuntos
internos de los países de Latinoamérica, que data del siglo XIX con la célebre doctrina
Monroe de 1823. Amparado en esta doctrina, este país ha realizado intervenciones
militares directas en 14 países de América Latina. Ver Guenther W. Roppel, Estados
Unidos. Intervenciones del poder imperial en cuarenta países del mundo, Bogotá,
Ediciones Aurora, 2005, pp. 25-83.
TABLA 2
Subregiones de América Latina, temas de seguridad y tipos de
conflicto
Región y tipo Actores Temas de Acuerdos Escenarios de discusión
de conflicto responsables interés en regionales de regional sobre el tema de
de la seguridad materia de cooperación seguridad
Fuerzas seguridad
Región Andina armadas y de Tráfico de Compromiso ·
Conferencia de Ministros
policía drogas, de Lima de la de Defensa. Inició en 1995
responsables de inestabilidad Comunidad
la seguridad política Andina de
Fuerzas Naciones (2002)
Cono Sur policiales Terrorismo Zona de Paz del ·Consejo permanente de la
locales transnacional, Mercosur, OEA
Fuerzas tráfico de armas Bolivia y Chile
de destrucción (1999). ·Comisión de Seguridad
masiva, desarme Hemisférica del consejo
nuclear permanente de la
Organización de los
México y policiales Tráfico de Tratado-marco
Estados Americanos, OEA
Centro América locales drogas y de de seguridad
armas, democrática de
migración, Centro América
pobreza, (1995)
violencia y
corrupción
Fuente: Tabla realizada a partir de los datos obtenidos del texto La seguridad regional en las Américas. Enfoques críticos y conceptos alternativos,
Varios autores, Bogotá, Fescol, Cerec, 2003.
27
RC. 23-RES-1-01 de la OEA.
28
Corte Constitucional, Sentencia T-406 de 1992. Magistrado ponente Ciro Angarita,
pp. 12 y ss.
30
Artículo 62, Ley 684 de 2001.
31
Articulo 54, Ley 684 de 2001.
32
Sentencia C-251 de 2002, Orden público democrático y diseños institucionales.
33
El Pacto internacional de los derechos civiles y políticos fue aprobado mediante Ley 74
de 1968 de la República de Colombia.
34
La Convención americana sobre derechos humanos fue aprobada mediante Ley 16
de 1972 de la República de Colombia.
35
En las elecciones del período 2002-2006 Uribe ganó en la primera vuelta, obteniendo
más del 50 por ciento de la votación y derrotando a los candidatos del partido liberal
y conservador.
36
El Tiempo, 7 de agosto de 2002, «Seguridad, mandato de Uribe». Según una encuesta
realizada por este medio, el 95 por ciento de los encuestados consideraban el tema
de la violencia y la seguridad como el principal problema del país.
37
En el «Manifiesto democrático» (2002) se señalan algunos pilares de la política de
Seguridad Democrática. En particular, el punto 33 llama a la puesta en marcha de
un estatuto antiterrorista que facilite la detención, la captura y el allanamiento. El
punto 38 propone el desarrollo de una red de un millón de informantes y
frentes locales de seguridad, todo controlado por la fuerza pública. Ver:
www.presidencia.gov.co/prensa-new/documentoss/agosto/07/documen.htm
38
El Tiempo, 5 de agosto de 2002, «Los cambios en el equilibrio de la guerra. Plan
Colombia ahora contra guerrilla y paras».
39
Sobre los contextos y las implicaciones de la reforma a la justicia, ver Rodrigo Uprimmy
y Diana Guarnido, «Reforma a la Justicia, un paradoja en salida» en Deshacer el
embrujo, Bogotá, Plataforma colombiana derechos humanos, democracia y desarrollo,
2006, pp. 75, 80.
40
Las primeras zonas de rehabilitación decretadas se dieron en los departamentos de
Bolívar, Sucre y Arauca.
1
Ver Comité permanente por la defensa de los derechos humanos, Derechos Humanos
en Colombia, Veinticinco años, Bogotá, 2004, p. 15.
2
Constitución Política de Colombia, artículo 213.
3
Decreto 1900 de 2002, expedido por el Ministerio del Interior y de Justicia. Modifica
el Código Penal respecto de daños a la infraestructura y lo relacionado con el hurto
de hidrocarburos. Decreto 2001 de 2002, modificó la competencia de los jueces
penales civiles del circuito.
4
Decreto 1838 de 2002, expedido por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
Estableció impuestos dirigidos a dar recursos a las fuerzas armadas. Decreto 1949 de
2002, Impuesto de la seguridad democrática.
5
Ver Corte Constitucional, sentencia C-327 de 2003. Magistrado ponente Alberto
Beltrán Sierra, 29 de abril de 2003.
y, finalmente, en una legalidad aparente. Entre los años 2002 y 2004 y bajo
el amparo de la conmoción interior, las atribuciones otorgadas a las fuer-
zas armadas afectaron la independencia y el papel de la justicia, en parti-
cular de la Fiscalía General de la Nación, de tal manera que las capturas se
realizaban sin las garantías establecidas por la ley.
Entre los años 2004 y 2006 se evidenció una disminución consi-
derable de las capturas masivas y se puede establecer que estos procedi-
mientos se orientaron a la persecución de personas pertenecientes a sectores
sociales y sindicatos y a líderes comunales. Apareció entonces el carácter
selectivo de los arrestos, tal como ocurrió durante el gobierno de Turbay
Alyala y su Estatuto de Seguridad. La reducción de las detenciones puede
ser explicada como un giro de la estrategia gubernamental, pues en ade-
lante, el gobierno se concentraría en la negociación con los paramilitares y
focalizaría sus actividades relacionadas con arrestos y detenciones contra
sectores específicos de la sociedad.
En el presente capítulo se analizarán las implicaciones de la política
de Seguridad Democrática con respecto a las garantías constitucionales de
los ciudadanos, en particular en lo relacionado con la privación de la liber-
tad. Para ello hemos recurrido al análisis de bancos de datos, con especial
referencia a la información recolectada por el Observatorio de Derechos
Humanos y Derecho Humanitario perteneciente a la coordinación Colom-
bia, Europa, Estados Unidos, el banco de datos de derechos humanos y
violencia política del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep)
y la base de datos de violencia socio-política, derechos humanos y derecho
humanitario de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), instituciones
que han llevado a cabo el seguimiento de las detenciones que tuvieron
lugar durante el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006).
LA PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD
En la técnica jurídico procesal penal las expresiones «aprehensión», «captu-
ra», «detención», «arresto» y «prisión» son conceptualmente distintas, ya que
la primera informa el acto mediante el cual una persona es sujetada por
otra, quien, al efecto, le impide la libertad de locomoción; mientras que la
captura es un acto formal de privación de la libertad, ordinariamente reali-
zada por un servidor público, con fundamento en una orden de captura,
esto es, un escrito emitido por un operador judicial investido de tal potes-
tad, con el lleno de los requisitos legales esenciales, tales como la plena
identificación del capturado, la razón por la cual es capturado y la autoridad
6
Ver Observatorio de Derechos y Derecho Humanitario, Coordinación Colombia-Europa-
Estados Unidos, Libertad: rehén de la seguridad democrática, Bogotá, 2006, p. 18.
7
Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 3. «Todo individuo tiene derecho
a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona».
8
El artículo 9 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos señala que:
1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie
podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de
su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento
establecido en ésta.
2. Toda persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las
razones de la misma, y notificada, sin demora, de la acusación formulada contra
ella.
3. Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin
demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser
puesta en libertad. La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas
no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías
que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier
momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.
4. Toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o prisión tendrá
derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida a la brevedad posible
sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal.
5. Toda persona que haya sido ilegalmente detenida o presa, tendrá el derecho
efectivo a obtener reparación.
9
Ver Observatorio de Derechos y Derecho Humanitario, op. cit., p. 21.
10
Ver Nuevo Código de Procedimiento Penal (expedido por la Ley 906 de 2004), artículos
301 y 302.
11
La detención administrativa no puede exceder las treinta y seis horas.
12
Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, op. cit., p. 54 y ss.
El origen normativo
Las detenciones arbitrarias en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez han sido
una forma de actuación ligada a otros mecanismos del modelo de Seguri-
dad Democrática, particularmente la red de informantes y la ofensiva con-
trainsurgente. Frecuentemente, las capturas estuvieron sustentadas en
acusaciones realizadas por personas pertenecientes a la red de informan-
tes, en medio de operaciones militares y en retenes ubicados en zonas de
influencia insurgente.
Las capturas se promovieron a partir del decreto de conmoción
interior 2002 de 2002, que argumentaba lo siguiente:
Dentro de los principales soportes de la acción delincuencial de
parte de tales organizaciones se encuentra, por una parte, la mi-
metización de sus integrantes dentro de la población civil y el ocul-
tamiento de sus equipos de telecomunicaciones, armas y
municiones en las poblaciones y, por otra, el constante abasteci-
miento que funciona en los lugares en que permanecen (…) Que
en las actuales circunstancias de alteración de orden público las
13
Comisión Colombiana de Juristas. Colombia 2002-2006: situación de derechos
humanos y derecho humanitario, Bogotá, 2006, p.4.
14
Datos producto del análisis de tres bancos de datos: Base de datos del Observatorio
de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, perteneciente a la Coordinación
Colombia-Europa-Estados Unidos. Banco de datos de derechos humanos y violencia
política (Cinep). Base de datos de violencia socio-política, derechos humanos y derecho
internacional humanitario de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ).
15
República de Colombia, Decreto 2002 de 2002, Consideraciones.
16
Decreto 2002 de 2002, cuarta consideración por la cual se expide dicha norma.
17
Decreto 2002 de 2002, artículo 1: «La Fiscalía General de la Nación y la Procuraduría
General de la Nación designarán en cada una de las unidades operativas menores
o sus equivalentes de las Fuerzas Militares, con dedicación exclusiva, por lo menos
un fiscal y una unidad del Cuerpo Técnico de Investigación y un agente especial del
Ministerio Público».
18
Decreto 2002 de 2002, artículo 2 y ss.
19
Corte Constitucional, sentencia C-1024 de 2002. Magistrado ponente, Alfredo Beltrán
Sierra, 26 de noviembre de 2002.
20
Resolución 129 de 2002. Artículo 1. Delimítase como zona de rehabilitación y
consolidación el área geográfica que incorpora los municipios de: Mahates, María
La Baja, Calamar, El Guamo, San Juan de Nepomuceno, San Jacinto, Carmen de
Bolívar, y los municipios de San Onofre, Colosó, Chalán, Ovejas, Tolú Viejo, Sincé,
Galeras, El Roble, San Pedro, Corozal, Sincelejo, San Juan de Betulia, Los Palmitos,
Morrosa y Buena Vista, en el departamento de Sucre. Desígnase como comandante
militar de la Zona de Rehabilitación y Consolidación delimitado en el presente artículo
al señor Capitán de Navío C.M. 7418536 Luis Alejandro Parra Rivera. Artículo 2.
Delimítase como Zona de Rehabilitación y Consolidación en el área geográfica que
incorpora los municipios de: Arauca, Arauquita y Saravena, ubicados en el
departamento de Arauca. Desígnase como comandante militar de la Zona de
Rehabilitación y Consolidación delimitada en el presente artículo al señor Brigadier
General C.M. 6947051 Carlos Homario Lemus Pedraza.
21
Observatorio del programa presidencial de derechos humanos y derecho internacional
humanitario. «Panorama actual de Arauca y Casanare», Bogotá, junio de 2002.
22
Observatorio del programa presidencial de derechos humanos y derecho internacional
humanitario. «Panorama actual de la región de los Montes de María y su entorno»,
Bogotá, agosto de 2003, p. 4.
23
Ibid, p. 4.
24
Ibid, p. 6.
25
Datos producto del análisis de tres banco de datos: Base de datos del Observatorio
de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, perteneciente a la Coordinación
Colombia-Europa-Estados Unidos. Banco de datos de derechos humanos y violencia
política (Cinep). Base de datos de violencia socio-política, derechos humanos y derecho
internacional humanitario de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ).
26
Corte Constitucional, sentencia C-816, magistrados ponentes Jaime Córboba Triviño
y Rodrigo Uprimny Yepes, 30 de agosto de 2004.
27
Datos obtenidos del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario,
op. cit., pp. 116 y ss.
TABLA 3
Detenciones presentadas durante el desarrollo de operaciones
militares entre los años 2002 y 2004
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, op. cit., pp. 120- 210.
28
Ver, Roberto Bergalli, «La construcción del delito y de los problemas sociales», en
Roberto Bergalli (Coord.), Sistema penal y problemas sociales, Valencia, Tirant lo
Blanch, 2003, p. 76.
29
Ibid., p. 73.
30
«Las detenciones han sido llevadas a cabo sin cumplir con las garantías constitucionales,
ejemplo de ello fue la Operación Heroica desarrollada en el municipio Saravena,
departamento de Arauca. En Saravena –sitio donde se han producido la mayor parte
de las detenciones, en especial durante la Operación Heroica–, no hay policía judicial,
ni tampoco instalaciones carcelarias suficientes y adecuadas –para albergar p.e. el
súbito y significativo número de personas detenidas en la mencionada operación– y
funciona una sola Fiscalía Seccional, por cierto con enormes pero previsibles problemas
de seguridad. Durante el tiempo de la conmoción interior han despachado dos
titulares, dado que la primera de ellas se vio obligada a renunciar por presiones y
amenazas». Procuraduría General de la Nación, «Procuraduría General de la Nación
y Estados de Excepción», Bogotá, p. 103.
31
«… en las detenciones producidas con la Operación Heroica en Saravena el 12 de
noviembre de 2002, aparecen detenidos muchos líderes comunales y sindicales. Del
mismo modo, se produjeron allanamientos sin resultados positivos, a las oficinas de
sindicatos y de ONG regionales». Ibid., p. 117.
32
Comisión de Derechos Humanos, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en
Colombia. 61o período de sesiones, 2004, p. 21.
33
Este apartado se ha realizado a partir del análisis de cuatro bases de datos de los
siguientes proyectos: Proyecto Banco de datos de derechos humanos y violencia política
del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep); base de datos de violencia
socio-política, derechos humanos y derecho humanitario de la Comisión Colombiana
de Juristas (CCJ); la base de datos de la Asociación Nacional de Desplazados (Andas)
y la base de datos del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario
de la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos. Aunque esta última es la
mejor desarrollada en el manejo y análisis de los datos, únicamente aborda los dos
primeros años del primer mandato de Álvaro Uribe Vélez.
34
«La estigmatización que provocan las detenciones arbitrarias, donde además las
víctimas son expuestas a los medios de comunicación como pertenecientes a grupos
armados ilegales, pone la vida de aquellas en riesgo. Esto sucedió con el profesor
Alfredo Correa de Andreis, ejecutado en septiembre, en Barranquilla (Atlántico). La
víctima había sido detenida en junio y sindicada del delito de rebelión con base en
informaciones de un reinsertado. Su ejecución ocurrió quince días después de ser
puesto en libertad por ausencia de pruebas en su contra». Comisión de Derechos
Humanos, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, op.
cit., p. 52.
TABLA 4
Evolución de las detenciones por departamento en el primer
gobierno de Uribe Vélez (2002-2006)
Fuente: Información obtenida a partir de la comparación de los bancos de datos de derechos humanos y violencia política del Centro de Investigación
y Educación Popular (Cinep), del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, perteneciente a la coordinación Colombia- Europa-
Estados Unidos, y el sistema de información de la Comisión Colombiana de Juristas.
GRÁFICO 1
Evolución de las detenciones (2002-2006)
Fuente: Información obtenida a partir de la comparación de los bancos de datos de derechos humanos y violencia política del Centro de Investigación
y Educación Popular (Cinep), del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, perteneciente a la coordinación Colombia-Europa-
Estados Unidos, y el sistema de información de la Comisión Colombiana de Juristas.
GRÁFICO 2
Proporción de las detenciones por regiones (2002-2006)
Fuente: Análisis de las bases de datos de los siguientes proyectos: Proyecto Banco de datos de derechos humanos y violencia política del Centro de
Investigación y Educación Popular (Cinep); base de datos de violencia socio-política, derechos humanos y derecho humanitario de la Comisión
Colombiana de Juristas (CCJ).
Las resumidas por Semana no pueden ser, sin embargo, las únicas
razones de la suspensión de las detenciones masivas. Además de ello, el
Estado podía ser demandado por la arbitrariedad de las capturas, lo que
implicaría el pago de indemnizaciones y el descrédito de su gobierno por
despilfarro administrativo.
GRÁFICO 3
Evolución de las detenciones en los departamentos de Arauca,
Antioquia, Cauca, Bogotá y Sucre ocurridas durante el primer
gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006)
Fuente: Información obtenida a partir de la comparación de los bancos de datos de derechos humanos y violencia política del Centro de Investigación
y Educación Popular (Cinep), del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, perteneciente a la coordinación Colombia - Europa -
Estados Unidos, y el sistema de información de la Comisión Colombiana de Juristas.
35
Revista Semana, 26 de agosto de 2004, sección «Secretos», edición 1164.
36
Para este análisis se recurrirá únicamente a los datos del proyecto Banco de datos de
derechos humanos y violencia política del Centro de Investigación y Educación Popular
(Cinep). Se toma esta base porque de ella se obtienen más datos cualitativos.
37
En el informe de 2006 de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia
se señala: «La Oficina en Colombia del Alto Comisionado recibió información sobre
detenciones ilegales o arbitrarias, tanto individuales como masivas, en Arauca, Norte
de Santander, Putumayo, Santander, Nariño y Valle. En algunas oportunidades estas
privaciones de la libertad se apoyaron en declaraciones temerarias de reinsertados,
en el reconocimiento que ex miembros de grupos armados ilegales hicieron de
fotografías de las personas detenidas, o en informes poco objetivos de unidades de
inteligencia militar o de policía judicial». p. 14.
38
Carlo Guarnieri y Patricia Pederzoli, Los jueces y la política. Poder judicial y democracia,
Editorial Taurus, Madrid, 1999, p. 24.
39
Al respecto, ver Germán Burgos, «¿Qué se entiende hoy por independencia judicial?
Algunos elementos conceptuales» en Independencia judicial en América Latina. ¿De
quién? ¿Para qué? ¿Cómo?, Ilsa, Bogotá, 2003, pp. 7-42.
TABLA 5
Índice de independencia judicial (de derecho)
País 2002
ARGENTINA 0,665
BRASIL 0,907
CHILE 0,778
COLOMBIA 0,939
COSTA RICA 0,685
ECUADOR 0,835
GUATEMALA 0,499
MÉXICO 0,835
PARAGUAY 0,781
VENEZUELA 0,65
40
Con respecto a la injerencia en el poder judicial por parte del ejecutivo y el legislativo
vale la pena citar los siguientes casos recientes: «En Argentina Carlos Menem, y en
cierta forma el actual presidente Kirchner, han utilizado mecanismos legales e informales
para constituir cortes que se ajusten a sus proyectos políticos. En Perú, en el marco de
la lucha contra el terrorismo y como parte del autogolpe de Fujimori, se destituyó a
trece magistrados de la Corte Suprema, a todos los miembros del Tribunal
Constitucional y de los Consejos Nacional y Distrital, y se comandó la reforma judicial
a través de un Comité Ejecutivo ajustado a sus políticas y dirigido por un exalmirante
(LCHR, 1998). En Venezuela, en el año 2000 el presidente Chávez destituyó a casi el
25% de los jueces del país (Transparencia). En Bolivia, en el mismo año tuvo lugar un
agrio enfrentamiento entre el presidente de la Corte Suprema con miembros del
congreso, el cual amenazó con derivar en su enjuiciamiento político y eventual
destitución.» Germán Burgos, op.cit., p. 27.
TABLA 6
Índice de independencia judicial (de hecho)
41
Carlo Guarnieri y Patricia Pederzoli, op. cit., p. 15.
42
Ver, varios autores, Independencia en juego. El caso de la Fiscalía General de la
Nación (2001-2004), Asonal Judicial, Fasol, Cátedra Gerardo Molina de la Universidad
Libre e Ilsa, Bogotá, 2005.
43
Intervención del señor Michael Fruhling, Director de OACNUDH. «Las detenciones
arbitrarias son incompatibles con el Estado de derecho», Bogotá, 17 de agosto de
2005.
44
Informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos
sobre Colombia, 2003. E/CN.472004/13 de 17/02/04.
45
Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, 2004, p. 52.
46
Corte Constitucional, sentencia C-1024 de 2002, magistrado ponente Alfredo Beltrán
Sierra, 26 de noviembre de 2002.
47
Intervención del señor Michael Fruhling, Director de OACNUDH. «Las detenciones
arbitrarias son incompatibles con el Estado de derecho», Bogotá, 17 de agosto de
2005.
48
Ver: Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, Fiscalía General de la
Nación, una esperanza convertida en amenaza. Balance de la Gestión del fiscal Luis
Camilo Osorio, Bogotá, 2004.
49
Ver Observatorio Derechos Humanos y Derecho Humanitario, op. cit., 2005.
Conclusión
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