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mayores”
1
INTRODUCCIÓN
1
OMS .Informa Mundial sobre la violencia y la Salud, 2002.
2
progresivo envejecimiento de la población. Estos cambios demográficos
asociados con la mayor esperanza de vida y sus implicancias sociales y
familiares han llevado a la necesidad de interesarse en las diferentes
problemáticas que afectan a este grupo etáreo, y que si bien han existido
siempre, sólo ahora se manifiestan en toda su magnitud.
Pero pareciera que el problema del maltrato y abuso a los adultos
mayores se encuentran aún en la sociedad más invisibilizados que otros y con
un deficiente registro, con la existencia de instituciones que no cuentan con
sistemas de detección precoz o apropiada, así como también, la escasa
comprensión de la dinámica de las interacciones violentas.2
Los adultos mayores configuran uno de los sectores más vulnerables al
abuso de poder intrafamiliar, definidos por diferentes estudios epidemiológicos
que recortan dos variables: de género (violencia hacia la mujer) y de
generación (violencia hacia niños y ancianos), estos sectores están delimitados
por cuestiones histórico – culturales, por lo tanto susceptibles de ser
modificadas mediante procesos de cambio en los sistemas culturales de
creencias.
La problemática de la violencia hacia la tercera edad hace necesario
poder visualizar a este grupo etáreo como un grupo de riesgo creciente, dados
los altos índices de longevidad actuales y a los que se proyecta llegar, en
condiciones sociales y culturales desfavorables. También requiere
concientizarse del amplio espectro de violencias que se ejercen sobre las
personas de tercera edad desde lo empírico y concreto y desde los simbólico e
invisibilizado, lo cual pone en evidencia la amplia naturalización de las
conductas abusivas que existen en lo cotidiano.
La sociedad actual se centra en la juventud y en el éxito de la plenitud,
no repara en las posibilidades de éxito de cada edad y la capacidad dada por la
experiencia no se considera valiosa. En ella los paradigmas que se relacionan
con la vejez, implican un conjunto de estereotipos, prejuicios y discriminaciones
que se aplican a los adultos mayores simplemente en función de su edad,
como una actitud aceptada por la mayoría, que hacen del adulto mayor un ser
vulnerable al maltrato y al abuso.
2
Teubal, Ruth. Violencia familiar, trabajo social e institucional. Editorial Paidós. Bs. As, 2002
3
Para los diferentes autores que han escrito sobre esta problemática, les
ha resultado dificultoso consensuar una definición de maltrato y abuso al adulto
mayor, debido a la cantidad de prejuicios que cada sociedad teje alrededor de
la tercera edad.
Habitualmente se ha definido al maltrato a ancianos como: “todo acto
que por acción u omisión provoque daño físico o psicológico a un anciano, por
parte de su cuidador”. Pero esta definición no da cuenta de la intencionalidad
de la acción del perpetrador. Si consideramos al abuso por omisión como la
ausencia de respuesta a algunas de las necesidades básicas del adulto mayor,
podemos distinguir también que estas omisiones pueden ser intencionales o
no, en este último caso cuando las omisiones son producto de la ignorancia del
cuidador, lo cual no excluye el hecho de que el efecto sobre el adulto mayor
provoque un daño.
En su generalidad, las definiciones que dan cuenta del maltrato familiar
expresan que la conducta maltratadora se da en un marco relacional que se
desarrolla en el tiempo y adquiere las características de ser reiterativa o crónica
y/o cíclica.
En 1991 Hudson desarrolló una definición abarcativa, que no sólo se
refiere exclusivamente a la violencia intrafamiliar, sino que asocia la conducta
violenta a la violación de los derechos humanos de los adultos mayores: “ el
maltrato del anciano es una conducta destructiva que está dirigida a una
persona mayor, ocurre en el contexto de una relación que denota
confianza y reviste suficiente intensidad y/o frecuencia para producir
efectos nocivos de carácter físico, psicológico, social y/o financiero de
innecesario sufrimiento, lesión, dolor, pérdida o violación de los derechos
humanos y disminución en la calidad de vida de la persona mayor”.
El maltrato hacia la tercera edad implica toda acción u omisión que
provoque daño al adulto mayor y que atente contra el bienestar integral del
mismo, vulnerando sus derechos. El maltrato se da en el marco de una relación
de abuso que se define por un desequilibrio de poder.
Hablar de violencia implica siempre un desequilibrio del empleo del
poder que ubica posiciones arriba – abajo simbólicos o reales, que adoptan
habitualmente la forma de roles complementarios: padre-hijo, hombre-mujer,
joven-viejo. Es un desequilibrio que puede estar definido por el contexto o por
4
la cultura o por maniobras interpersonales de control de la relación, que puede
ser permanente o momentáneo. 3
También debe considerarse que siempre existe un objetivo y una
direccionalidad. El objetivo es la dominación de la víctima para controlar la
relación, un intento de doblegar al otro/a. La direccionalidad está dada por la
selección puntual hacia quien se dirige la violencia. Esto indica que no tiene
que ver con un hecho impulsivo, incontrolable.
El maltrato y abuso hacia los adultos mayores se puede presentar en
diferentes niveles de manifestación: social, institucional e interpersonal, dentro
de este último se considera la violencia familiar.
Definimos como violencia familiar a “todas las formas de abuso de poder
que se desarrollan en el contexto de las relaciones familiares y que ocasionan
diversos niveles de daño a las víctimas de esos abusos.” En sus múltiples
manifestaciones, la violencia siempre es una forma de ejercicio del poder
mediante el empleo de la fuerza que puede ser física, psicológica, económica,
política, sexual que apunta a cercenar la voluntad de la otra persona.4
El género y la edad son otros dos elementos a tener en cuenta en la
consideración del maltrato intrafamiliar ya que los mismos son predictores de la
población más vulnerable al abuso. Mujeres, niños, niñas, adolescentes,
ancianas/os y discapacitadas/os son estadísticamente los miembros de la
familia más victimizados. De esto se desprende, que el perpetrador es en la
mayoría de los casos, el varón adulto.
Otra característica para denominar un suceso dentro del ámbito familiar
como violencia es la cronicidad del mismo y no como eventos aislados
conflictivos que pueden solucionarse con modalidades agresivas. Es decir, se
trata de un ejercicio de la fuerza periódico y con el transcurso del tiempo más
cruento.
La discriminación hacia los adultos mayores implica cualquiera de las
siguientes acciones:
Crear y/o colaborar en la difusión de estereotipos de este grupo
etáreo por características reales o imaginarias, sean éstas del tipo
3
Dohmen, Mónica, en Violencia Familiar. Paidós, Buenos Aires 1994.
4
Idem.
5
que fueren, sean estas positivas o negativas y se vinculen a
características innatas o adquiridas.
Hostigar, maltratar, aislar, agredir, segregar, excluir y/o marginar a
cualquier miembro de este grupo etáreo por su carácter de
miembro de dicho grupo.
Establecer cualquier distinción legal, económica, laboral, de
libertad de movimiento o acceso a determinados ámbitos o en la
prestación de servicios sanitarios y/o educativos a un miembro de
este grupo etáreo, con el efecto o propósito de impedir o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos o
libertades fundamentales.5
Envejecimiento y discriminación.
Uno de los logros del siglo XX, producto del avance científico, ha sido la
prolongación de la vida humana, la cual trajo aparejada para la franja etaria de
los adultos mayores, el surgimiento de nuevas problemáticas sociales, que
conllevan en muchos casos situaciones de discriminación.
Envejecer es un proceso dinámico, natural, continuo e inevitable que se
realiza durante toda la vida, en el que se dan cambios a nivel biológico,
corporal, fisiológico y social, que transcurre en el tiempo y está delimitado por
éste. No constituye una etapa rígida sino que es una parte más del crecimiento
del ser humano.
En cada contexto histórico - social se construye una imagen y un rol de
las personas mayores valoradas de diferentes maneras. El modo en que se
elaboran los cambios biológicos, psicológicos y sociales que trae aparejado el
paso del tiempo es producto de condicionantes socio – culturales previos.
Cuando se otorga un signo negativo a estas transformaciones psico – sociales
y corporales, se relega a las personas de tercera edad a una relación de
subordinación y pasividad, descalificándolas como sujetos de acción, negando
su capacidad de autonomía y participación social.
5
Hacia un Plan Nacional contra la discriminación. La discriminación en Argentina. Boletín oficial
INADI. Bs. As. (2005).
6
En nuestra sociedad donde se valora a las personas por su vinculación
con la capacidad e producir o de acumular riqueza material, el paradigma a
emular resulta ser el de la juventud, san, fuerte y productiva. En sentido
inverso, se ha cargado de signos negativos a la ancianidad, asociándola a la
enfermedad, la incapacidad y la improductividad. Sobre la base de esta
valoración negativa estereotipada se han generado toda clase de actitudes y
prácticas discriminatorias que van desde el aislamiento en el ámbito familiar, la
falta de respeto en la vía pública y el maltrato en las instituciones hasta la
ausencia de políticas públicas dirigidas a esta etapa de la vida del ser humano.
La combinación de los fenómenos de aumento de la esperanza de vida,
producto de los avances científicos y disminución de la mortalidad, tienen como
resultado que las poblaciones hayan envejecido. En nuestro país la pirámide
poblacional verifica un aumento de la franja de mayores de 60 años y una
transformación en la conformación de la pirámide familiar tradicional, con más
abuelos que hijos.
Durante la década del 90, la precarización laboral y el desempleo tuvieron
como resultado en Argentina, la expulsión de una enorme cantidad de
personas mayores del mercado laboral: muchos sin tener la edad suficiente
para jubilarse, otros no incluidos en sistemas provisionales, al tiempo que los
que accedieron al sistema jubilatorio encuentran que los ingresos son mínimos
y no alcanzan a cubrir las necesidades básicas.6
La edad se ha convertido en el principal elemento de discriminación para
el acceso laboral de las personas en nuestro país. En los avisos de solicitud de
personal habitualmente se indican topes de edad que excluyen a personas
mayores de 35 años. Las diferencias, cada vez más agudas, entre ricos y
pobres se proyectan con más fuerza sobre las personas de la tercera edad,
carentes de recursos, excluidos por la sociedad y sin políticas públicas
adecuadas por parte del gobierno, agudizando los niveles de marginación y
discriminación hacia los adultos mayores de los sectores más pobres.
Entre los varones adultos mayores, un alto porcentaje vive en pareja
(entre un 70 y un 85 %). Mientras que sólo entre un 55% y un 60% de las
6
Hacia un Plan Nacional contra la discriminación. La discriminación en Argentina. Boletín oficial
INADI. Bs. As. (2005).
7
mujeres se declaran casadas o unidas. Esta diferencia obedece a una
combinación de mayor viudez femenina, a la mayor expectativa de la vida de
las mujeres y a que los hombres tienden a unirse de nuevo tras separarse o
enviudar. Las mujeres ancianas suelen tener menor grado de escolaridad,
menor experiencia financiera y menor acceso a la asesoría legal, lo que genera
una situación de mayor vulnerabilidad de las mujeres adultas mayores y una
mayor feminización de la pobreza de este sector.7
Los adultos mayores de los sectores más pobres, en particular las
mujeres, son las personas más expuestas a sufrir marginación y discriminación
social y económica en nuestra sociedad.
Arber y Ginn (1996) nos recuerdan que la población femenina aumenta
desproporcionadamente respecto a la masculina conforme la población va
envejeciendo. La marginación de las mujeres ancianas en la sociedad se debe
a dos razones: su género y su edad.8 Las connotaciones negativas del
envejecimiento (dependencia y deterioro) - edadismo - unidas a la idea de
inferioridad de la mujer respecto al hombre – sexismo - junto con las diferencias
de clase social, actúan para crear desequilibrios de poder. Esto facilita que se
den las condiciones en las que el maltrato aparece y se mantiene. El edadismo
puede ser el factor más importante. A primera vista puede parecer obvio que
los aspectos de poder y de género sean fundamentales en el fenómeno del
maltrato de personas mayores. Debemos, pues, tener en cuenta la compleja
interacción de las relaciones estructurales de poder que se dan en la sociedad,
lo que establece el contexto en el que el maltrato es minimizado, disculpado o
incluso perpetrado (Bridget Penhale., 2003).
El término jubilación, que proviene de la palabra júbilo, implica el ser
merecedor de un reconocimiento y una recompensa por largos años de trabajo.
Sin embargo, en nuestro país y en otros, las jubilaciones son menores que los
salarios y limitan las condiciones de vida. Los conceptos como “clase pasiva” o
“retiro” ubican a las personas fuera del mercado laboral, fuera de la producción.
Estas nociones se hacen extensivas a todas las demás facetas de la vida y se
7
Hacia un Plan Nacional contra la discriminación. La discriminación en Argentina. Boletín oficial
INADI. Bs. As. (2005).
8
Arber y Ginn: “Relación entre género y envejecimiento”. Enfoque sociológico. Cap. XI, Edit. Narcea,
Madrid. (1996).
8
despoja a las personas mayores de todo potencial activo y creativo en la vida
sexual, afectiva y en todo otro ámbito sea familiar, social, laboral, profesional,
político, etc.
El retiro del rol de trabajador provoca cierto grado de marginación ya que
nuestra cultura le otorga un lugar central al trabajo. Un rol que se torna
indispensable en la vida de una persona, tanto, que se define por lo que hace y
que se dignifica a través de su trabajo. Al respecto María Julieta Oddone dice:
“diversos trabajos han señalado que cuanto más próximo al retiro se halla un
individuo, más fácil es que se resista a jubilarse. Lo que aparece como una
constante indicadora de problemas, es el aspecto económico”. 9
La situación de retiro del mercado laboral por jubilación es solo una de las
formas que asume la pérdida del trabajo. El adulto mayor se ve expulsado de
su quehacer, de aquello que ha acompañado su vida, de aquello por lo cual ha
adquirido experiencia y debe buscar alternativas que dignifiquen un nuevo
lugar.
A lo largo de la historia el adulto mayor ocupó diferentes lugares, desde
integrar el grupo de los más sabios y respetados, donde desempeñaba un
papel importante en la familia y en la sociedad, hasta el olvido, el aislamiento y
la discriminación, la cual es una categoría de la violencia. Se encuentra en la
base de toda violencia, primero se discrimina, después se ejerce violencia.
Pensemos que la discriminación ejerce dos efectos, por un lado diferencia, y
por otro, estas diferencias se expresan en jerarquías.
9
Oddone, M.J.: “La vejez en la educación básica Argentina (1998) en Salvarezza, L.: (compilador) “La
Vejez. Una mirada gerontológico actual. Editorial Paidós Bs As.
9
-Tipologías del Maltrato:
Maltrato Físico: es el uso voluntario, no accidental de la fuerza física
para provocar daño, dolor o discapacidad. Se evidencia a través de cortes,
quemaduras, moretones, heridas, que pueden ser leves o graves y hasta
provocar la muerte-.
Indicadores:
► Historias de caídas y heridas sin explicación. Accidentes en momentos y
lugares extraños
► Quemaduras, hematomas, cortes
► Calvas en cuero cabelludo
► Viejos y nuevos hematomas al mismo tiempo
► Intentos del paciente por ocultar partes de su cuerpo en la exploración.
► Deficiente higiene personal
► Queja frecuente de dolor
► Falta o mal estado de conservación de prótesis (andadores- anteojos-
audífonos - dentaduras- etc.)
► Actitud de defensa en presencia de ciertas personas.
10
► Amenaza de suicidio o manifestación de deseos de morir
► Pasividad, sumisión
► Demuestra no contestar espontáneamente preguntas
Detección. Indicadores
Señales físicas, comportamientos, manifestaciones emocionales, alteraciones
en el comportamiento en l@s adult@s mayores, su entorno familiar o
cuidadores que pueden generar sospecha de ocurrencia de malos tratos
11
Exploración física (Indicadores)
• Deshidratación, desnutrición.
• Quemaduras, contusiones, hematomas, fracturas.
• Úlceras por presión.
• Intoxicaciones por fármacos
• Alteraciones del sueño o del habla.
• Escasa higiene o ropa inadecuada.
En la anamnesis
• Retraso en la solicitud de asistencia
• “Propensión” a tener accidentes
• Uso frecuente de los servicios de urgencias.
• Acompañamiento por una persona diferente al cuidador, o falta de
colaboración de éste.
• Confusión, temor, ansiedad.
• Historia de caídas y accidentes en momentos y lugares extraños
En el domicilio
• Reticencia y dificultades para que intervengan los profesionales.
• Aunque no se utilicen en ese momento, se aprecian utensilios de
contención física (correas, cuerdas, etc.).
•
En las instituciones
• Uso excesivo de psicofármacos.
• Medidas de contención físicas.
• Negación de asistencia o limitación de determinados procedimientos
diagnósticos o terapéuticos por razones de edad.
• Utilización de forma innecesaria de medidas que anticipan o aumentan
la dependencia
• Despersonalización de la asistencia.
• Infantilización en el trato.
• No respetar la intimidad.
• Rigidez en las normas y horarios de visitas, comida, descanso, etc.
12
• Disponer del dinero de la persona mayor competente sin su
consentimiento explícito.
En la familia o cuidadores
13
En la interacción persona mayor y cuidador
• Cuentan relatos contradictorios acerca de cómo ha ocurrido un
determinado hecho.
• Se observa una relación conflictiva
• El cuidador se muestra hostil durante la visita
• La relación entre ambos es de indiferencia mutua.
14
• Brindar contención, establecer una relación de confianza
• Permitir la expresión de emociones
• No realizar la exploración física ni preguntas delante del supuesto
agresor
• Detallar en el informe lesiones: tamaño, número, localización, posible
causa
• Informar sobre los riesgos de permanecer en la situación de violencia
• Denunciar en casos de personas con incapacidad para hacerlo
• Evitar intervenciones que tiendan a revictimizar
• Informar de los recursos disponibles
Factores de riesgo
10
Decalmer, Peter: “El maltrato a personas mayores” Cap. 2. Pag. 57. Edit. Paidós. Bs. As. (2000)
15
Relacionados con el residente
– A mayor discapacidad, mayor riesgo de MI
– Sexo femenino
– Discapacidad física o psíquica
– Agresividad
– Escasas visitas
– Carencia de familia
– Autonomía y rechazo del rol pasivo o cuestionamiento de las normas
– Inhibición depresiva o síntomas conductuales en el marco de demencia
– Ser repetitivo y demandante
– Convivencia de residentes jóvenes con daño cerebral y ancianos con
deterioro cognitivo
Factores psicosociales
– Imagen social negativa de la vejez
– “Viejismo” (mitos y prejuicios hacia la tercera edad).
16
Maltrato social: es toda acción prejuiciosa o discriminatoria hacia los
adultos mayores proveniente de personas o instituciones. La discriminación
puede ser etárea, o sea discriminación por la edad en relación a las creencias y
mitos que prevalecen en la sociedad, ya que socialmente el anciano se ha ido
desvalorizando y por lo tanto considerándolo inferior. Esta discriminación puede
presentarse por ejemplo a través de los medios de comunicación, con
publicidades que lo ridiculizan y lo hacen objeto de burla.
Maltrato estructural: es la ausencia de políticas de estado para atender
las necesidades básicas del adulto mayor en cuanto a salud, alimentación,
vivienda, recursos económicos, etc.
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► Escabiosis y pediculosis
► Aspiraciones frecuentes
► Perdida de tono muscular
► Quejas de frío, presenta síntomas que delatan condiciones de vida
inadecuadas.
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► Creencias tradicionales: “los trapitos sucios se lavan en casa” “lo más
importante es preservar la armonía del hogar”
► Indefensión aprendida
19
Diferencia entre violencia, conflicto interpersonal y agresión.
Definiciones
20
Algunos movimientos feministas sostuvieron estas posturas más
sociologizantes y teorizaron sobre la opresión de la mujer por un sistema
patriarcal cuya esencia es la jerarquización de un sexo sobre otro
fundamentado en una división construida socialmente, la categoría de género.
Todas estas explicaciones, con los marcos teóricos que las sustentan tienen un
punto en común, todas son reduccionistas, ninguna por sí sola puede explicar
la problemática por la complejidad de la misma. Sin embargo, desmerecerlas
por completo también sería erróneo. Por este motivo, el Modelo Ecológico,
integra algunos de estos elementos con la certera convicción de que ninguno
es causal directo, sino que son varios los factores imbricados para favorecer y
sostener social e individualmente la violencia en todas sus formas. Sin
embargo, es necesario hacer la salvedad de que algunas teorías refuerzan
mitos socialmente aceptados, orientando la culpabilidad en la víctima y
justificando las acciones masculinas. Por ejemplo, considerar que la mujer goza
a partir de la violencia del varón no sólo es erróneo sino que corre el eje de la
responsabilidad. Si bien existen relaciones sado – masoquistas estas se
producen en el marco de un consenso mutuo entre hombres y mujeres.
Cuando no hay derecho a decidir, hay violencia. Lamentablemente, el
conocimiento popular está impregnado de estas falsas creencias. Pero es más
terrible aún que profesionales de la salud, de educación, de las fuerzas de
seguridad, de la justicia, del derecho (y la lista sigue), crean estos postulados y
actúen en consecuencia cuando se enfrentan con una persona maltratada.
Retomando, el Modelo Ecológico fue elaborado por Urie Bronfenbrenner
(1978) para la comprensión de los diferentes entornos en los cuales se
desarrollan los niños (extensible a todas las personas) con una perspectiva
sistémica que integra los diferentes ámbitos que directa e indirectamente
intervienen en su crecimiento. Define 4 entornos en los cuales la persona
interactúa con otros y con el medio, estos son: macrosistema, exosistema,
mesosistema, microsistema. En este orden, el autor considera que por ser
consideradas estructuras seriadas, el macrosistema incluye a los otros
entornos, y cada uno de ellos circunscribe al otro. Esta es una descripción
teórica que ordena la comprensión de la temática a estudiar, pero es
fundamental comprender que la interacción de las personas con los diversos
21
entornos, directa e indirectamente, es una característica inherente al ser
humano que no puede obviarse.
Para el estudio de la violencia familiar, Belsky (1980) adaptó este
modelo conservando la estructura original, pero desarrollando el microsistema
añadiéndole un nivel de análisis individual, constituido por cuatro dimensiones:
cognitiva, comportamental, interaccional, psicodinámica.11 El resultado es el
Modelo Ecológico Multidimensional, un paradigma superador y coherente que
permite visibilizar el entramado de elementos constitutivos del problema.
11
Belsky, J. (1980). Child maltreatment: An ecological integration. American Psychologist. New York.
12
El modelo de Bronfenbrenner desagregaba este entorno en mesosistema y
exosistema, correspondiendo el primero a la interacción directa entre personas de los
diferentes entornos en los cuales participa, y el segundo a la influencia indirecta de las
organizaciones en las cuales no interviene.
22
Dimensión conductual: abarca los diferentes comportamientos de la persona en
relación con los otros y el entorno que la rodea.
Dimensión cognitiva: comprendida por los esquemas de pensamiento y los
modos de percibir el mundo.
Dimensión psicodinámica: implica los sentimientos, defensas, conflictos
conscientes e inconscientes.
Dimensión interaccional: son las pautas de relación y de comunicación con
otras personas.
Macrosistema
Exosistema
Mesosistema
Microsistema
Dimensión Dimensión
Conductual Cognitiva
Dimensión Dimensión
Interaccional Psicodinámica
23
La violencia hacia los adultos mayores desde el Modelo Ecológico
Multidimensional
24
por diferentes subsistemas que se articulan entre sí de manera dinámica.13 De
esta manera considerará la interacción dinámica entre diferentes niveles: el
microsistema, el ecosistema, el microsistema y el nivel individual. En este
sentido y citando a Julieta Oddone: “La vejez depende de la historia biológica y
biográfica de cada persona, del impacto que la historia social pueda tener
sobre la historia individual y del contexto ecológico donde desarrolla su
existencia”.14
Cuando pensamos las causas de la violencia hacia los adultos mayores, vamos
a encontrar múltiples factores tanto en el macro, exo, microsistema o nivel
individual del adulto mayor.
Desde el Microsistema, se considerarán factores de riesgo para la aparición del
maltrato, el conjunto de prejuicios imperantes en nuestra cultura acerca de la
vejez. Al respecto, Leopoldo Salvarezza describió el concepto de “viejismo”
como un conjunto de representaciones imperantes en una cultura que asocian
a la vejez con concepciones negativas tales como declinación física y mental,
decrepitud, enfermedad, inutilidad. Concepciones y actitudes prejuiciosas que
llevan a la marginación de los adultos mayores.15
Hay diversos factores que refuerzan la concepción del “viejismo”, se lo ve al
adulto mayor declinar físicamente, ya no son portadores de lo que esta
sociedad consumista levanta como modelos que giran alrededor de la belleza
física, el mantenimiento del cuerpo joven aún arriesgando la salud, la estética,
etc.
Mitos acerca de la vejez
► la vejez es una enfermedad
► los adultos mayores se vuelven niños
► la vejez significa pérdida
► los AM se llevan mal con los jóvenes. Mito del conflicto
intergeneracional
► La vejez significa dependencia
► Les gusta estar solos
13
Brofenbrenner, Urie: “La ecología del desarrollo humano”. Edit. Paidós, Barcelona,1987.
14
Oddone, M.J.: citada en Salvarezza,L.: “La vejez. Una mirada gerontológico actual. Edit. Paidós, Bs.
As. 1998.
15
Salvarezza, L.: “La vejez. Una mirada gerontológico actual” Paidós. Bs. As, 1998
25
► no pueden decidir por sí mismos. No saben ni siquiera administrar
sus bienes...entonces se los administran otros
► son proclives a tener determinados accidentes, entonces se les
prohibe hacer determinadas actividades
26
Cabe señalar también los recursos con los que cuenta una comunidad en
relación al problema de la violencia hacia los adultos mayores, donde también
se pueden encontrar factores que contribuyen a perpetuar el fenómeno.
Pensemos que un porcentaje importante de adultos mayores no cuenta con
una red institucional tan amplia a través de la cual sea posible detectar los
casos de maltrato. Doble victimización provocada por profesionales que tienen
a su cargo la atención de adultos mayores víctimas de violencia y atención en
las obras sociales, bancos, y otras instituciones, impregnados de mitos y
estereotipos culturales respecto a la violencia familiar, que dan respuestas
inadecuadas. Las instituciones religiosas que alientan la resignación frente al
maltrato familiar y siguen sosteniendo un modelo de familia patriarcal.
Lo expuesto da cuenta de la interacción entre diferentes sistemas, en este caso
el exosistema y el macrosistema. A éstos se agrega el microsistema que
abarca los elementos estructurales de la familia, los patrones de interacción
familiar y las historias personales de quienes constituyen la familia.
Con frecuencia, se puede observar que los antecedentes que emergen de la
historia personal de quienes están involucrados en relaciones violentas
muestran un alto porcentaje de contextos violentos en sus familias de origen. A
menudo, cuando aparece un anciano maltratado, aparece una historia de
maltrato previa. Esto da cuenta de que la violencia se aprende, se aprende de
modelos familiares, sociales y culturales y se transmite de generación en
generación. La transmisión intergeneracional de la violencia es un factor de
riesgo con mucha influencia desde el nivel del microsistema (la familia). Un
porcentaje considerable de adultos mayores maltratados por hijos fueron en el
pasado maltratadores de estos últimos.
Otro factor de riesgo vinculado a la familia es el estrés o sobrecarga del
cuidador y las motivaciones que llevan a éste a ocuparse de su familiar cuando
padece alguna enfermedad discapacitante. Pensemos que el cuidado de los
adultos mayores siempre ha quedado relegado a las mujeres, producto de la
socialización de género, la cual dió lugar a roles de género diferenciados para
hombres y mujeres. Socialización que conduce a que las mujeres deban
cumplir adecuadamente tres roles: madre, esposa y ama de casa, tareas
vinculadas al cuidado de los otros y a lo doméstico, mientras que los hombres
27
han sido socializados para desarrollarse en el ámbito público, lo cual pone al
descubierto la desigualdad de poder entre hombres y mujeres.16
Estos factores incrementan la vulnerabilidad de la familia y transforman al
conflicto inherente a toda interacción, en un factor de riesgo para la violencia.
Para ejemplificar la mirada sobre las cuatro dimensiones que consideramos en
el nivel individual (cognitiva, psicodinámica, interaccional y conductual) haré
referencia a determinadas conductas y características que presenta el anciano
maltratado en relación a estas.
En lo que respecta a pautas de relación y comunicación interpersonal, el adulto
mayor permanecerá recluido, con escaso o nulo contacto social, el maltratador
solo le permitirá usar espacios reducidos y estará excluido de la familia en el
seno de la cual vive. Se encontrara desconectado de su entorno sentirá
desconfianza.
Respecto al área cognitiva es posible que presente trastornos cognitivos que le
impidan comunicar sus experiencias y sus emociones. Carente de autoestima,
percibirá al entorno como amenazante. Demostrará no contestar
espontáneamente preguntas. Siempre pedirá permiso o dirá que hay que
preguntarle a otra persona. No responderá sobre sus condiciones cotidianas de
vida.
En relación a la dimensión psicodinámica el adulto mayor maltratado suele
cambiar bruscamente de humor y muestra ansiedad súbita que no puede ser
explicada. Amenaza con suicidarse o manifiesta desear morirse, llora sin
motivo y se lo ve replegado sobre sí mismo y asustado.
Cualquier comentario o revelación de una situación de maltrato pone a la vista
pública al maltratador, de quien el adulto mayor a veces depende totalmente.
En estas circunstancias la persona mayor frecuentemente es amenazada con
medidas punitivas. Es frecuente que el adulto mayor por lo tanto, tema ser
abandonado, aislado, institucionalizado, o que se tome venganza con él. Si el
maltrato ha sido prolongado, el progresivo debilitamiento psíquico puede
ocasionar la perdida de sus fuerzas yoicas para defenderse.
16
Burín, M. “Estudios de género. Reseña histórica.” En Burín, M y Meler I. Género y familia. Poder,
amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad. Paidós. Buenos Aires. 1998.
28
En cuanto a los aspectos conductuales se muestra descuidado en su aspecto
personal. No puede dar explicaciones coherentes sobre heridas, moretones,
protege al maltratador, le da vergüenza su situación. Presenta una historia de
caídas a repetición que no se justifican ni por su condición ni por el ambiente
en el que vive.
Recursos
• Programa Proteger. Subsecretaría de Tercera Edad. Informes: 0800
222 4567. Teléfono de sede central: 4304-1843 (de 9 a 16 hs)
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Bibliografía
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