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Ricardo Maliandi conceptos y problemas Tercera edicién, corregida y aumentada Newel \ei 9 | | 10 Editorial Biblos Maliandi, Ricardo Btica: concoptos y problemas. $* ed. — Buenos Aires: Biblos, 2004 211 p.; 23 x 16 cm. (Filosofia) ISBN 950-786-421-0 1. Etica ~ {Titulo pb 170 1 edicién: diciembre do 1999 2 edicidn: abril de 1994 Disenio de tapa: Michelle Kenigatein ‘Armado: Taller UR Cootdinacién: Ménica Urrestaraz © Ricardo Maliandi, 2004 © Editorial Biblos, 2004 Pasaje José M, Giufire 218, CLOG4ADD Buenos Aires editorial biblos@eiudad.com.ar / editorialbibles@velocom,com.ar wwweditorialbiblos.com Hecho el depésito que dispone le Ley 11.723 Impreso on la Argentina Ninguna parte de esta publicacin, incluido ol diseho de ta cubierta, puede reproducir- to, simacanarse o transintirse en forma alguna, ni tampoe0 por medio alguno, sea éste icaico, quitico, mecinieo, pica de grabaci6n o de fotocopia, sin la previa autariza- cia eserita por parte de la editorial ‘sta primera edieidn de 1.500 etemplares fue impresa en Laf S22. Losela 1654, Ciudad de Bu Repilblica Argentina, cen abril 6e 2004, INDICE Menos que un prilogo Breves aclaraciones para la sezunda edicion Preludio escueto @ una edicién muy aumentada 1, Etica y ethos. La ética como tematizacién del ethos 1. Consideraciones preliminares 2. Hl concepto de etltos 3. Sentido de fa “tematizacié 4. La reconstruccién normativa If, Dicotomias det ethos 1. La complejidad del hecho moral 2. La dicotamia deontoaxiologica 3. La dicotomia axiolgica 4, La dicotomia ontodeéntica IIL. Nivelos de reflexion ética 1. Coneepto de “reflexion” y sentido de aus “nivoles 2. Ethos prerreflexivo y ethos reflexivo 3, Visign panordmica de los cuatro niveles de reflexién ética .. 4, La reflexién moral 5. La ética normativa 6 La metaética . T. La ética deseriptiva 8, Sentido de la “ética aplicada” 9. “Bhica” y “moral” IV, Métodos de la ética 1. Sobre la metodologin filoséfica en general 2, El método fenomenolégico 3. El métcdo analitito 4. El método dialéctico .... 5, Bl método hermenéutico 6. Hl método trascendental u 3B 15 7 7 19 24 28 33. 33 36 38 42 48 45 41 49 BB BA 87 59 63 14 aoe 79 19 81 83 86 89 92. 8 rica: conceptes y problemas esa misma complejided, que determina su condicién inevitablemento conilictiva, hace necesario que se lo examine atentamente. Mas atin convierte 4 ese examen en una de sus partes. La ética esta incorpora- da al ethos, La presente obra mantiene su cardcter introductorio y, en tal sentido, apenas proporciona rudimentos de ese examen. Pero esta ter~ cera edicidn, que ve la luz dicz afios después de la segunda, presenta, aparte de numerosas correcciones y actualizaciones, extensos agrega- dos que permiten profundizar algunos temas. Particularmente el ca- pitulo V1, en el que desarrollo con mayores detalles el decisivo proble- ma de la fandamontacién, me permite, ademas, exponer mi propia propuesta de una “ética convergente”. Ese capitulo resume el viejo proyecto que estuvo anunciado en las ediciones anteriores del presen. te libro y que, aunque no fue abandonado, ha soguido cursos distintos del plan originario, y fue cristalizando durante Ix pasada década en numierosos artfculos y varios libros: Volver a la razén (Buenos Aires, Biblos, 1997), La ética cuestionada (Buenos Aires, Almagesto, 1998) y dos inéditos: uno atin sin titula definitivo, y otro, mas reciente, escrito en colaboracién con Oscar Thier, titulado Teoréa y praxis de los prin- cipios bioéticos. Como trasfondo do ostos trabajos contintio elaboran. do, sin prisa pero también sin pausa, una extensa Etica convergente, que no desespero de concluir agin dfa. ‘Agradezco aqui las valiosas sugerencias que, para esta tercera edicién, me hicieron llegar diversos alumnos y colegas. De modo muy especial soy doudor de las que me brindaron, Graciela Fernandez y Luis Varela, quienes me proporcionaron asimismo insustituibles in- formaciones en temas especificos. ¥ expreso reconocimiento y gratitud a mi editor, Javier Riera, porque su confianza en la obra resulté un estimulo decisivo en esta nueva presentacién aumentada, Biblos ce ha convertido en simbolo do 1a difusién filoséfica en la Argentina y Lati- noamérica, y como autor me siento honrada con esta nueva oportuni- dad de participar en ella. Creo que ol libro ha ganado no sélo en am- plitud, sino también en detalles tematicos aunque, a la vez, he procu- rado mantener un tono que lo haga accesible a estudiantes y a lecto- res no especializados. Me sentiria més que satisfecho si a través de estas paginas lograra que algunos de elles compartieran las inquietu- des que me llevaron a redactarlas. Ricardo Maliandi Mar del Plata, abril de 200 I. Bitiea y ethos. La ética como tematizacién del ethos LA. Consideraciones preliminares El modo mas genérico de definir la étiea consiste en decir que ella es la “tematizacién del ethos”. El vocablo “ética", separado de todo con- texto, resulta ambiguo, ya que puede ser el sustantivo que designa una disciplina, pero puede ser también la forma femenina del adjetivo “ético”. Este tltimo, a su vez, puede aludir tanto a la cualidad propia Ge los elementos de} etias como a Ia de los de Ia ética (en tanto disei- plina). Queda claro, entonces, que lo que por de pronto tratamos de definir es el sentido de “ética” como un sustantivo con el que se nom- bra una particular disciplina, La tematizacién en que consiste ésta tiene, como se verd, cardcter reflexive. La ética es, en efecto, una de Jas formas en que ei hombre se autoobserva, tuna operacién consisten- te en dirigir a atencién hacia operaciones propias: una inlentio obli- ‘qua. Asi ocurre también, por ejemplo, con la gnoseologfa, Ja antropalo- ia, la psicologia, ete. Pero en el caso de la ética, resulta’ que la refle- xidn en que ella se ejerce es también parte constitutiva del ethos, es decix, del objeto de tal reflexién, Bl ethos mismo no es indiferente a que se lo observe a no, sino que consiste él mismo, al menos parcial- mente, en sti observacién, su tematizacién, su reflexion. Aunque hay, sin duda, dreas del ethos extrarreflesivas o prerreflexivas, éstas no cubren todo el fenémeno sui generis que se acostumbra designar con ‘ese nombre, El ethos (0 fendmeno de ta moralidad comprende tam- bién toda esfuerzo por esclarecerlo, Jo cual da lugar a la paradoja de que la ética, en cuanto tematizacién del etios, resulta ser, a la ver, te- tatizacién de si misma. No es que “ética” y “ethos” sean sinénimos. Por el contrario, es necesario distinguirlos, y asi lo iremos haciendo, Lo que ocurre es que la ética se integra en él ethos, se adhiere a él, en- riqueciéndolo y haciéndoto més complejo. En el lenguaje corriente sucle emplearse el término “ética” como equivalente al término “moral”. En medios intelectuales, y particular- mente en los filossficos y —sobre todo deste hace algunos afios— en los 071 8 ‘rica: coneeptos y problemes politicos, se procura distinguir entre ambas expresionos, S010 sin iiida es frecuente que esto no pase de ser un propésito, Digamos, Ee hora, que, si se atiende a Ia etimologia, podrian considerarss cf fee aoe auivalentas: ética” deriva del vocablo griego “nOos) y "mo: Wedel vocablo latino "mos", que es la traduecién de aquél. Pere, Por var der woneidn bastante extendida, se tiende a ver en Ia “ética’ 1a diseiplina (la “tematizacién”) y en la “moral”, lo “tematizado” (par ejemplo, las costumbres, los eédigos de normas, ete.) Sin embargo, en cee delo que se ha cosiderado antes, es decir, de la inevitable inte fracion Ge la “éica” en el ethos, nuevamente se acerean aubas SEN! gratrones, y se advierte que la distineion no paede ser tan sencilla eee reunstancia explica por qué la ética es peculiarmente dif cil: no porque su objeto de estudio sea extrafo 9 insdite, sino mas bien por lo contrario: porque no se puede salir de él, porque es demasiado Per emo. El apserifo maestro de Antonio Machado, Juan de Mairens, erenaba que, para él, esa difieultad se explicaba “por no haber sa} aeeren, ai aun en suefos, dé ese Laberinto de lo bueno y lo malo, de to que esté bien y de lo que esté mal, de lo que estando Bon pudiera we eee vejor, de To que estando mal pudiera empecrarse, Porque tea seatn reawere distancia, ¥ no hay manera de ver las cosas sin saliree ve Glas” 1 La reflexion ética, al menos en algunos de sus niveles —‘dad es la misma: es precisamente el fené- meno del etfas, en tnda st eoniplefidad. Los datos recogidos en cada caso por medio de procedimiéritos ethoscépicos particulares son ela- borados luego por cada ciencia segcin sus propSsites, pero de hecho pueden también servir a la étiea normativa. Lo importante es que se tenga clara conciencia de en qué nivel se estd. Con este recaudo, la ética normativa puede utilizar provechosamente la informacion de la éti- ca descriptiva. Estamos, entonces, ante algo mas que estudios (com- parativos 0 no comparatives) sobre costumbres, cédigos normativos, creencias, etc., sino también ante la deseripeién (ethografia) de la facticidad normativa’, de su estructura, de su funcionamiento, de sus causas (u “origenes”) on cuanto fenémeno general, y también de las causas de su individuacion o desmembramiento en diversidad de cédi- gos morales, La metodologia ethoscdpica y ethogréfica, lo repito, es cientifica y no filoséfica; pero estamas ante un caso paradigmatico del aporte que la ciencia puede hacer a la reflexién filosofica. El culdado de ésta —insisto~ consiste en no confundir los niveles y, fundamen- talmente, como ya lo vio Kant, no confundir ia causalidad con La racic. nelided Bn todo caso, conviene tener siempre en cuenta que toda abser- vacidn —y, por tanto, también la ethescopia~ se hace forzosamente [Nivoles de rolavign étioa 61 desde un determinada punto de vista. Bste puede ser el del observa- dor; pero puede ser asimismo (y especialmente en el caso de las cien- cias sociales) el de lo observado. En la antropologia cultural, por ejem- plo, se pucden estudiar los pensamientos y la conducta de los partici- pantes en una cultura deterininada desde la perspectiva de tales par- ticipantes 0 desde la de los observadores. Para la primera de estas es- trategias so utiliza el término técnico “emic”; para la segunda, “etic”.® Las descripciones de tipo “emic” se adecuan a la visién det mundo im- perante en la cultura estudiada, mientras que en las de tipo “etic” se emplean las eategorins del lenguaje de la eiencia antropol6gica La refloxién del nivel érico-deseriptive es habitual dentro de la antrapatogfa, la sociotogia y la psicologia, pero en ocasiones se ha pre- tendido convertirla en una ciencia especial, Ia “ciencia de las costum- bres”, Lucien Lévy-Bruhl incluso intenté, a comienzos del siglo 1X, reemplazar con una ciencia semejante a todo otro tipo de ética.!° A partir de una ciencia puramente descriptiva de la moral entendida co- mo fendmeno social —una especie de “fisica moral”, queria Lévy- Brubl, paradgjicamente, mejorar la sociedad, aplicando a la praxis so cial los conocimientos cientificos adquitidos. Entendia tal aplicacién como un “arte social racional”. Aqui nos encontramos, ahora, con un caso paradigmético contrario al que habfamos sefialado. Aqui se ineu- rre precisamente en una confusién de niveles y en una confusién de causalidad con racionalided. No sélo se pasa par alto la “inderivabili- dad” de que habia hablado Hume, sino que se pierde la perspectiva de Ia reflexin endégena. Se confunde la vigencia con Ia validez. Es inte- resante como ejemplo de lo que és necesario evitar. La conversién de la ética filoséfica en cientifica es un extremo tan arbitrario como el de la ética filoséfica apartada totalménte de la informacién cientifica, por el prejuicio de que esa informacion pudiera contaminarla o degradarla. 9. CE M, Harris, Intraducein 0 fa antropologia general, Madrid, Alianza, 6+ ed. 1986, p. 129. Les términos “etc” y “emic” fueron acufados eriginariamente en el campo de la lioguistica por Kenneth L. Pike (ot ICL. Pike, Language in Relation to 0 Unified Theo- 17 ofthe Stractare of Human Behavior, Mouton, The Hague,” ad. 3967). Fuoren muy pronto adoptadea para Ia antropologis, especialmente por Marvin Harri, y Iooge para J sociologia, a psicologia, Ja historia, ete. “Bti", desde luego, no deriva de 98 ai de Bos, sino de ears, erkog una raiegriega Feecuentemente usada en desinenciae de ad- Jetivos an lenguss modernas, como en “Zanética’, "ontética’, ote. La diferencia entre [prusis y pragma (y sae dosivados“prictico™y “pragmstico") se vineula on lo mismo. 19. CE L, Lavy-Brubl, La mornle et la science dee moeurs, Paris, Sloan, 38 ed 1987 Vaace tambien R. Frondiai,Intreduccisn a Jos problemas fundamentals del hombre, México, Fanda de Caltara Boonémicn, 1977, pp. JIL ss, 2 Brice eonceptes y problemas ‘También el nivel de reflexién de la “ética descriptiva” puede ser confrontado con Jos otros: CONFRONTACION DE REFLEXION MORAL ‘y BTICA DESCRIPTIVA REFLEXION MORAL STICA DESCRIPTIVA Bs netamente exigena (examina 18 Es -ngtamente endégena facticidad normativa desde afuera) (se hace desde la facticided normativa). Descride Ia creoncia moral sia partieipar ep ella, Se basa en la ereencia: moral ‘Trata de dirigir la accién. Observa odma se dirige la secién. Pregunta qué se debe hacer. Pregunta qué se ereo que se debe hacer, 1La practica el investigador en La practic toda persona. ciencias sociales, ‘Maxima normatividad Maxima nevtralidad COINCIDENCIAS No son filoséfieas; pero pueden servir a la ética filosdfica CONFRONTACION DE ETICA NORMATIVA ‘Y ETICA DESCRIPTIVA ETICA NORMATIVA BTICA DESCRIPTIVA, | Se interesa por le vigencia de rermas y valoracivnes. Se interesa por la valides de normnas y valoraciones. “Analiza la moral positive como objeto de estudio Critica Ia moral positiva. Be filosétiea. Bs ciontifiea. Niveles de neflesién ica ; 68 So exprese en “proposiciones Se expresa en “proposieiones morales internas".1t morales extarnas” 12 CONNCIDENCTAS ‘Tematizan la “facticidad normativa” CONFRONTACION D8 MBTABTICA YBTICA DESCRIPTIVA METALTICA, ETICA DESCRIPTIVA Se interesa por la semiosis del ___Se interesa por la facticidad thos (el déctum normative) normativa Bs floséfica Bs cientifica. ‘So oxpresa ent un “metalenguaje”. Se expresa en un “lenguaje-cbjeto” COINCIDENCIAS ‘Tienon pretensién de “neuiralidad” Son exégenas. ILS. Sentido de Ia “ética aplicada” En toda esta exposicién y confrontacion de niveles reflexivas del ethos no nos hemos referido todavia a un concepto de tanta importan- cia en nuestro tiempo como Jo es el de “ética aplicada”. Conviene, pues, que ahora nos detengamos al menos un instante en él ‘El problema de la ‘aplicacién” y de Ia “aplicabilidad” de las nor~ riias a las situaciones concretas es un viejo problema de Ia ética nor- mativa, y volveremos a mencionarlo en el capitulo V, cuando hagamos un répido recuento de les principales problemas éticos, Pero desde ahora debemos tener en cuenta que la aplivacién, como tal, es algo que sucede de hecho continuamente en el ethos, independientemente de su tematizacién expresa. La aplicacién es parte esencial de la facti- 11. OF I. Hadenius, “Oa Relativism in Ethics, en Theoria, vol. XLV, 1981, Parte 3 (i. por E, Garsin Valdés, “Acerea dela tosis de la separacida entre étiea y polttca’, en Es ritos de Filosofia, N°17-18, Buenos Alres, 1958, p41. 64 toa: eoneeptos y problemas cidad normativa (sin aplicacién, no habria tal facticidad). La “refle- xidn moral” es ya una reflexién “aplicadora” de normas. El “problema” de ia “ética aplicada”, en realidad, sélo se le plantea a la ética norma- tiva. Cuando hablamos de "ézi7a aplicada’, en sentido amplio y gene- ral, no nos referimos a la aplicacién de hecho, sino a la legitimacién de la aplicacién. La ética normativa no se ocupa de aplicar las normas, sino de determinar cémo y cudndo esa aplicacién es “valida”. Reeorde- mos que Ia ética normativa no nos dice “qué” debemos hacer sino “por qué” debemos hacerlo, {Qué quiere decir, entonces, “ética aplicada”? Creo que no puede entenderse de otro modo que coma la tarea que realiza la reflexiéa moral cuando ha sido adecuxdamente ilustrada por ta ética normati- va. En la “ética aplicada” nos encontramos con la confluencia de am- hos niveles de reflexién: por ser “ética”, participa de la ética normati- va; por ser “aplicada”, participa de la reflexién moral ‘También podemos pensar que Ia aplicacién tiene aquf dos pasos. “Aplicar”, del latin epplico (arrimar une cosa a otra, apoyar algo en agin lugar: por ejemplo, apoyar una escalera en uns muralla), es un verbo que alude a un contacto. En este caso, quiza, es licito interpre- tar que se refiere, en primer lugar, al contacto (postbilitado, una vez mds, porque no se trata de “compartimientos estancos”) entre el nivel étice-normativo y el nivel moral. Ese seria al primer paso de la “apli- cacién’”: Ja sugerencia que la ética normativa puede hacer a la refle- xin moral. Alli hay un “apoyo”; pero es un apoyo que aquélla ofrece a ésta: es la reflexién moral la que se apoya en la étiea, EI segundo paso tiene que darlo la reflexidn moral: es la aplicaciéa de la norma a la si- tuacién conereta, La ética sélo opera, por ast decir, indirectamente, a través de la reflexion moral. La “ética aplicada” podra entenderse en- tonces como una forma de mediacion entre la.razén y la aecién (lo cual tiene que ver, a su ver, con a antigua cuestién de la phrénesis, en la que no vamos a entrar aqui), Es muy importante entender esta relacién necesariamente indi- recta o mediata que tiene la ética normativa con las situaciones con- cretas, y no pensar que en la llamada “ética aplicada” se rompe esa mediatez. La ética se aplica a la moral, y ésta se aplica a la situacién. Por ser filoséfica, la étiea, como dice Nicolai Hartmann, “no ensefia Juicios hechos, sino que ensefia a juzgar”.12 Por eso hablaba el mismo Hartmann de una “normatividad indi- recta” de la ética.!? La ética no elabora cédigos de norraas, ni indica 32. Havtmann, ob ct, pd 133, idem, pp. 29 68 [Niveles de seflexim ica 8 cual norma hay quo aplicar en tal situaeién. Ahora podemos dar una respuesta a una pregunta que habfamos planteado al comienzo: jes la ética mera filosofia de (0 sobre) la praxis, o es “préctica” ella misma? O también: jeudl es ol grado de normatividad de la “ética normativa”? Parece claro, en principio thabria que discutir eiortos aspectos), que la “ética deseriptiva’ no es normativa; pero jes realmente normativa la “éti- ca normativa”? La respuesta correcta es: la ética normativa es ind- rectamente normativa. S6lo la moral lo es directamente. La ética es “préctica” no porque indique lo que hay que hacer hie et nunc, sino porque hace “madurar” Ia eapacidad préctica del hombre, ayuddndolo a cobrar conciencia de su responsabilidad: ‘Su meta no es Ia tutola nila fijacién det hombre en tun esquena, sino la elevacion del hombre a la condicidn de un ser emancipade dle tada tuleta y plenamente responsable, Bl hombee se vuelve ver daderamente hombre cuando aleanza esta emaneipacién; pero tini- camente la reflexién ética puede emanciparlo,!¢ Hoy podemas expresar esto mismo de una manera més sobria re- cordando el ya mencionado eardcter “reconstructive” de la ética: ella es “préctica” porque (y en Ia medida en que) “reconstruye” ol saber préctico originario, lo explicita, lo hace mas claro y evita ast que se lo confunda o desfigure Hartmann se apoya, para elucidar su propia teorfa de la “norma- fividad indirecta”, en el concepto socraitico de “mayéutica”, tal como éste aparece en el "interrogatorio del esclavo” expuesto por Platén en @] Mendn: lo “ensefable” y lo que es “innato en la naturaleza humana” no ge excluyen entre sf: aprender una ley matemética equivale a vol- ver consciente un saber que se posefa sin advertirlo. La “andmnesis” platénica es, segtin Hartmann, el primer atisbo filosdfico de lo a prio- ri que, en lo que ataite a la ética, indica que la “virtud” es ensefable en ol mismo sentido que la geometria. Bl conocimiento ético es tam- bién @ priori: no crea ni inventa un deber-ser sino que conduce a la conciencia moral a les principios que ésta ya posee, aunque de mane- ra difusa, Ayuda a que esa conciencia “dé a luz” su propio saber mo- ral. En tal sentido, la ética resulta una "mayéutica de la conciencia moral”.(6 También Hospers reconoce que “las proposiciones éticas son Précticas de un modo indirecto, precisamente porque son proposicio- nes sobre la actuacién préctica’.6 ¥ D.D. Raphael, otro filésofo anali- 14, Fem pol 15. fdem, p. 28. 16-4. Hospers, ob. et, p 23, 65 Brien: eonceptos y problemas tico, corrobora que “indirectamente la flosofia moral sf tiene un efecto prdctico",!? si bien advierte que con esto no hay que alentar Ja falsa esperanza de que la ética muestre qué se debe creer a qué se debe ha cer. La ética no nos puede dar una decisién si nos encontramos ante ‘un dilema sobre cudl es la accién mas justa entre varias posibles Lo que puede hacer es suprimir algunas confusions, disipar ciertas oscuridades, de riodo que las opeiones surjan con mayor claridad. Pero, entonces, la elecein verdadera entre ellas seré algo {que debamos hacer por nosotros mismos..5 El cardeter normativo “indirecto” de la ética, pues, se advierte desde perspectivas muy distintas, y por ello mismo resulta tanto mas, significative. Si volvemos ahora’a la cuesti6n de la “ética aplicada’, podemos entender, entonces, que seria erréneo interpretar a ésta co- mo una ética que se sale dé sus limites y pretende algo asi como una normatividad directa, Hay que pensar, por el contrario, que también cen este caso s6lo cumple una fancién esclarecedore, sin erigitse en. instancia de toma de decisién. Bsa normatividad indirecta de la ética normativa es incluso un cardcter distintiva del nivel de reflexién que ella reprosenta: es lo que la distingue, por un lado, de la reflexién moral, que es directamente nor- mativa, y, por otro, de la metaética y la ética descriptiva que, al menos on sit pretension, no son normativas (ni directa ni indirec- tamente). No hay que confundir, sin embargo, a normatividad indi- recta de Ia ética normativa con el cardeter de “prescriptividad indiree- ta” que asigna Habermas a la ética discursiva.)? Habermas se refiere a que esa ética puedle orientar la conducta “s6lo por e!"¢amino indiree- to de una teoria critica de la sociedad”. Adela Cortina comenta, al res: peoto, que “cualquier fundamentacién filoséfica de lo moral termina presctibiendo mediatamente 1a accién”,2° pero no en el sentido de que Jo haga por medio de otro tipo de teorfa, sino porque la ética normati- va no elabora normas materiales: se limita a indicar condiciones para la legitimacion de tales normas. ‘Mas claramente que en Habermas, la normatividad indirecta de la ética se ve on la version apeliana de la ética discursiva. Apel ha ox- 17. DD. Raphael, ob cit, p. 29. 18, dem, p. 30. 19, CEJ. Habermas, Moralbewusstsein und kommunthatives Handeln, Prancfort, Sab amp, 1983, p. 124, nota 79. 20, A. Cortina, Rosén comunicatioa y responsabilidad solidaria, Salamanca, Siguems, 1985, 9. 146. Nivelos do refloxin état 8 plicado repetidas veces que las normas concretas, referidas a situacio- nes, no se infieren directamente de la norma basica, ni se fundamen. tan directamente en ésta, sino que solo Io hacen a través de la “media. cin” (Vermittlung) que proporcionan los “discursos précticos”. La éti- ca discursiva de Apel es expresamente una “ética de dos niveles”2! Ella, en su cardcter de ética normattiva, proporciona una fundamenta- ci6n, consistente en la explicitacién de la “norma basica”, 0 “metanor- ma’ la cual exige —nada més y nada menos~ que los confictos y las diferencias de opiniones, en asuntos prdaticos, se resuelvan por medio de “argumentes", es decir, “discursivamente”. Lo exigido es, en o'703 términos, la busqueda de formacién de “consens0” (no sélo dal consen- 80 de los “participantes” en el discurso, sino de todas los afectados por la cuestién discutida). Esa exigencia esta necesariamente presupues- ta “ya siempre” en todo acto de argumentacién, cualquiera sea el tema sobre el cual se argumenta. Bea “norina basica” no prescribe ninguna accién determinada: sélo indica cémo se legitizzan las nor- mas situacionales (que sf prescriben acciones). Bs decir, en los “dis- ‘cursos préeticos” se considera si una norma determinada, conereta, situacional, es eapaz de alcanzar el consenso de todos los afectados por la accién que ella prescribe. La ética de Apel es de “dos niveles” porque comprende, por un lado, el “nivel” do Jas condiciones normati- vas de la fundamentacién de normas y, por otro, el “nivel” de las nor- mas mismas, a las que se trata de fundamentar. Este rodeo nos permite ahora acercarnos a Jo que constituye el problema de la actualmente Hamada “ética aplicada’. El viejo y tradi- cionai problema de la “aplicabilidad” de las normas o de los principios morales aludia a la dificultad de adaptar normas de contenido general a situaciones particnlares, siempre tinicas e irrepetibles, Tal proble- ma, como veremos, subsiste y también debe ser considerado. Pero la problemética de la “aplicacién” ea mds amplia: abarea también la cuestign de cémo aplicar una ética convenientemente “fundamentada” (como la de Apel) a la concreta realidad histérica actual, es deciz, aun contexto’en el que no'se puede contar con que los demés respeten la Snorma basiea”, No es posible algo ast como un “nuevo comienzo mo- ralmente racional” en el sentido de que en adelante todos los conflic- tos de intereses se regulen efectivamente por medio de “discursos 21, Cf, por ejemplo, KO. Apel, "Ist die philosophische Letztbegeitndung moralicher Normen auf dig reale Praxis anwendber?, en K-O. Spel, D. Bahler y G. Kadelbach feds), Funkholleg Praktisahe Philosophie 1 Ethik, Dialoge, Fronctort, Fischer, 1984, 1 1, pp. 123 a3. También K-O. Apel etal. (eds.) Funktoldey Pratisle Philosophie { Bi hit, Sadientexte, t 1, Welaheim-Basilea, Belts, 1984, pp. 206 ss, y KD. Apel, Estue dino ios, Barcolona, Alfa, 1986, pp. 89-00. ia: eomceptos y problemas 68 Be pos ¥ cos’, La “norma bésice”, por si sola, resulta —como ocurria con a tperativo categorica de Kant—insuficiente frente a la realidad his- trica. Las condiciones do aplieacién indirecto”) no estin dadas, por ejemplo, en los acuerdos entre “sistemas de autoafirmactén” come ios Estados politicos. Apel ve muy bien este problema, y por eso le dedicg jo que llama “parte B” de la ética. Procura abi adaptar la logiea del desarrollo ontogenético de la conciencia moral (fendada por Jean Piss get y Kohlberg) a la “cuasifilogenética dimensién de la evolucién cul. farat humana”: se plantea la exigencia de una transicién de la “moral convencional” (en la que bastaba Ia “prudencia”) a la “poseonvencio- ral’. Bh esta ultima ~que tiene ya su paradigma en el principio kane tiano de universalizabilidad— hay que combinar la legitimacién de las notmas (sobre la base de un patrén abstracto, como la “norma basi- ca”) con un examen critico de las condiciones sociales de aplicacién. cambiadas, sin ‘rmas situacionales pueden ser eventualmente cambia et coi al ipio de legitimacion. La ética dis- rue esto invalide el respectivo princi ivsiva tiene que devenir entonees una macrodtica universalista de 1a responsabilidad. 7 ; ue ‘Ya otros términos, la “aplicacién” presupone “fundamentacién’ Pero ésta, a stt vez, comprende por lo menos dos aspectos: 1. Bstablecimiento de un principio formal procedi-| parte A mentel para la legitimacign (con valides universal) de | ge a etioa cualquier norma. 2, Pundamentaciéa de: las condiciones normativas do la coexistencia entTe | pang personas individuales y entre grupos sociooulturales, | 4013 gia vias normas de las actividodes colectivas vinouladas a Ja politica, la ciencia y Ia Héenica. En la parte A, segtin Apel, se opera por medio de “reflexién prag- matico-trascendental”, reconsérwyendo los presupuestos normativos de toda argumentatién. Bs la parte B se da por supuesta aquella re construceitn; pero, ademas, es necesario producir las condiciones so tiales de los “discursos précticns”, 0 sea, colaborar responsablemente gn la realizacién, “a largo plazo”, de una “comunidad ideal de comuni- SAG) planteamiento apeliano no es, desde Ivego, el nico posible pero ofrece al menos wn eritorie para la consideracién del difeil y ur- gente tema de la “ética aplicada”. Al margen de ese plonteamiento es povifica, I cierto os que la urgencia del tema se deriva ante todo de [a [Niveles de reflexin dtiea 6 situacién actual del mundo, caracterizada, por un lado, por una crisis generalizada y sin precedentes, y que afecta en particular a lo social, Jo econdmico y lo politico, y, por otro lado, por los extraordinarios vances tecnolégicos alcanzados, en Ia medida en que éstos compro- meten decisivamente e] futuro de la humanidad. Las posibilidades abjertas especialmente por Ia informética y Ia ingenieria genética son en buena parte incaleulables; pero ya el area de lo “calculable” tiene demasiada incidencia sobre la totalidad del género humano para que quede librada al criterio de los expertos 0 a intereses econdmicos. Aqu{ se plantea la interrelacién entre los modo’ “aléticos” y los modos “dednticos": {Hasta qué punto lo “posible” es “permisible"? La accion humana yinculada con la tecnologia tiene asi una resonancia cada vez mayor en el sono del ethos. Lo insolito o inédito de la situacién hace que no séto no existan normas “consuetudinarias", sino tampoco para- digas normativas en los cuales orientarse. La “ética aplicada” tiene en todo esto una inmensa y ardua tarea por delante, No puede traba- jar ahora meramente con los recursos de la reflexién ético-normativa; pero tampoco puede hacerlo, claro est, meramente con los de la cien- ia. Los problemas de “bioética’, por ejemplo, y particularmente aque- los problemas de bioética vinculados a les desarrollos de la tecnologia provenionte de la bioguimica, requieren inevitablemente el didlogo in- terdisciplinario, El cardeter dialégico de la razon reclama una peren- toria toma de conciencia. Esto se hace evidente sobre todo en los pun- tos de interseccién de la teenologfa con la crisis generalizada: por ejemplo, en los problemas ecolézicos y en las campafias y controver- sias que ellos suscitan. La ética normativa tiene sin duda algo que de- tir en todo eso, a condicién, por cierto, de que no pretenda sobrepasar sus propios limites y de que tenga presente el cardcter indirecto de su normatividad. Podrfa decirse que precisamente la conciencia de ese carécter indirecto constituye una condicién para el cumplimiento de a normatividad directa en la “ética aplieada”. La relacién de la ética aplicada con la normatividad puede repre- sentarse, a mi juicio, en el esquema siguiente, en el que la reflexion propia de la ética normativa y los aportes provenientes de la informa- ci6n cientifica (por lo general, de disciplinas diversas) convergen en la configuracién de un tipo especifico de “reflexién moral”. Esa con- vergencia representa un primer paso —necesario poro insuficiente— de la “ética aplicada”. La relacién directa con la praxis se hace, en un segundo paso, desde la “reflexién moral” convenientemente ilustra~ da por la ética normativa y la ciencia. Actualmente no hay un consen- 30 claro acerca de lo que, en definitiva, hay que entender por “ét aplicada”. Pero, si se acepta el esquema que propongo, podré decirse » Eta: eonceptos y problemas que ella es “indirectamente” normativa en su primer paso, y “directa mente” normativa en el segundo. Nivel de reflexién Informacién ético-normativa ciontifiea (eventualmente metastia) paso — > [de aplicacién| Nivel de rica © | reflexién moral APLIGADA paso [de aplicacion Situacién prietics Para aclararlo mejor: supongamos que en la situacién S alguien duda ante la aliernativa de acciones posibles A y A;. Para Ia toma de decisién se requiere reflexién moral. Poro esta reflexion puede a su vez dejarse libreda al mero “sentido comin’, o a la “prudencia", 0 a Jas intuiciones, o a los prejuicios del agente, o bien puede hacerse en el marco de la “ética aplicada”. En este titimo caso, serd necesario tn rodeo por el nivel de la ética normativa, es decir, por un tipo de refle- xign que puede aclarar qué principios estan en juego en A ylo en Ay, ¥ sera necesario asimismo recabar los datos mas precisos posibles acer- ca de §, El saber ético-normativo tiene que confluir con el saber cien- tifico, pero tal confluencia no determina directamente la opeién por A © por A;, sino que proporciona elementos a la reflexién moral. La con- fluencia ético-cientifica se “aplica” a la reflexién moral, y ésta, a su vez, se “aplica” a S. La reflexion moral cumple asf, en la ética aplica- da, una funcién mediadora entre la ética normativa y la situacién conereta. La funcién asignada a la ciencia, sin embargo, no deberfa Nevar al malentendido de que ella, en cuanto tal, queda libre de connotaci nes morales. Bl problema de la neutralidad valorativa de la ciencia ha sido uno de los més debatidos a lo largo del siglo xx, y resultaria para- Niveles de reflexign ética n déjico que precisamente la ética eplicada viniera a reforaar esa pre tonsién de neutralidad. Bl hecho de que la ciencia coadyuve, mediante su informacién, en el “primer paso” del procedimiento de aplicacién, no significa que no pueda ser precisamente ella misma también objeto do la reflexién moral. Todo saber cientifico esta ligado a compromicos sociales y tiene repercusiones précticas que lo insertan entre los ele- mentos del ethos. Bl cientifico, qua cientifico, aswme lo quiera 0 no~ tuna enorme responsabilidad, y la mayoria de sus actos requieren una previa reflexién moral. La ética aplicada, en tal sentido, puede contri- buir a que tal reflexién disponga de mayor ntimero de recursos y se éfechie con mayor sistematicidad y precisidn. Las relaciones entre la ética y Ia ciencia constituyen uno de los principales problemas de la éti- ca aplicada. Ahf la ciencia aparece, podria decirse, por lo menos en tres roles diversos: 1) como proporcionadora de informacion para la reflexién moral (primer paso de aplicacién); 2) como campo en el que hay que tomar decisiones de significacién moral (segundo paso de apli- cacin), y 3} como objeto del enjuiciamiento moral, en el caso de eon- ductas cientificas moralmente “aprobables” o “impugnables”. ‘La étita aplicada resulta, entonees, un testimonio de la normeti- vidad de la “Gtica normativa”. Aun cuando indirecta, os normativi- dad significa que la étiea no se reduco a una reflexién teérica, sino que su sentido reside en sus proyecciones précticas, y en la orienta- ign que ella puede brindar a la praxis. Deofe Risieri Frondiai: La dtica no tiene tan alo un interés académico, sino que preten- de guiar Ie vida humana por la senda que corresponds y, si en un momento crucial no es capaz de indicarnes cudl es el camino co- recto, pierde si significaciin bisica22 [Asi se marea Io que podria denominarse la relacién entre le ética pura yla ética aplicada. La primera —que abarcaria tanto la ética nor- mativa como la metaética— seria el conjunto de reflexiones flosdficas sobre los multiples problemas del ethos, La segunda se organizaria, en sentido estricto, mas bien como ética aplicante, ya que consistiria, én definitiva, en un sistema de indicaciones acerca de eémo aplicar & situaciones concretas los principios (y normas en general) que se fun- damentan en la ética normativa y cuya semiosis se estudia en Ja me~ taética. Bl requerimiento entre Ja ética pura y 1a apbiads es mutuo la primera necesita de la segunda para cumplir con lo que Frandizi llama su “significacion basica”; pero la segunda necesita de la primera 22, B, Brondizi, Introdueciino les problemas... p- 208. a Bties: conceptoa y problemas para operar de modo no arbitrario: sin respuestas a los problemas te6- ticos de la fundamentacion y la aplicabilidad, sus eventuales aciertos sorian realmente azarasos, Bs cierto que la base teévica no es garan- tifa suficiente; pero ella ofrece siempre, al menos, un marco de razo- nabilidad. Bn terminologia kantiana, podria decirse que la fundamen- tacién sin'aplicacién es vaca; pero la aplicacién sin fundamentacién es ciega. Bl hecho de que la aplicacién tenga que recurrir a la fundamen- tacién no implica que se necesite conocimientos de ética filoséfica para obrar con correccién moral. Justamente en ese aspecto la ética aplicada se distingue de Ia moral prerreflexiva, e incluso de la mera reflexién moral que hemos descripto como el primer nivel de reflexion sobre el ethos. La ética aplicada debe ser vista como una actividad in- ferdisoiplinaria en la que se procura resolver racionalmente proble- mas morales en cl campo profesional, que se plantean sobre todo en conexion con las nuevas tecnologias o con los nuevos descubrimientos cientificos, o con ciertas formas inéditas de interrelacién social, pro- blemas dificiles, arduos, imposibles de resolver de modo espontanea 0 basindose sélo en normas tradicionales. “Btica aplicada” es denomi- nacion comtin para interdiscitinas diversas, como la bioétiéa, la ética empresarial, la ética del medio ambiente, la ética juridica, la ética po- litiea, ete. Asimismo, si bien la moralidad espontdnea y cotidiana pue- de subsistir, al menos dentro de determinados limites, sin ética filos6- fica, Io cierto es que muy probablemente obtendré de ésta una mayor orientacidn. Bl pensamiento clasico ha considerado que la ética filos6; fiea deberia prestar también ese servicio. Aristoteles sostuvo expresa- mente que el propdsito de la ética no es “saber qué es el bien”, sino Shacernos buenos”, y Kant a‘irmé que el “saber moral racional comin”, que comparten todos los serves racionales, necesita de la “ciencia" (es decir, en este caso, del saber filoséfico) para fortalecer su propio prin- cipio y evitar asi la “seduecién” que sobre él ejercen las inclinaciones, las cuales, para justificarse, pueden dar apariencia racional a Jo que no Lo es ‘Adela Cortina apunta que, ei bien no conviene —en razén de las variaciones de connotacién que padecen los términos importantes~ esbozar dofiniciones que fijen significados, también es necesario acla- rar en qué sentido usamos esos términos, como condicién para enten- dernos. Con esa reserva, sostiene que Ja ética es un tipo de aber de los que pretenden orientar ta ac- Gién humana en un sentide racional; es decir, pretende que cbre- nos racioualmente, A diferencia de los saberes preferentemente tecricos, contemplativos, a los que no importa en principio orientar Niveles de reflexin tics 8 Va aci, ts tea es enncilinente un eaber para cctuar de modo racional.°4 : fetta Més adelante agrega la autora, rofiriéndose expresamente a la Gtica apicada, que éta tiene por objeto, en principio, como su nombre aplicar los resultaros obtenidos en la parte de fundamentacién a las distintos ambitos de 1a vida social: a Ia politica, la economia, la empresa, la medicina, la ecologia, ete. Porque si al fundamentar hemos descubierto unos principios étices, la tarea siguiente consis: tion averiuar eto pueden orientar esos pinepios los tos tipos de actividad 24 eee Esperanza Guisén, por su parte, ve también la ética, en general como “parte de lu realidad social existente’, y sostione que, tras la éti ca normativa y la metaética, viene el planteamiento de normas apli- eables a la vida cotidiana, al conjunto de las cuales considera como Io propio de la ética aplicada o ética practica. Ista incluye, sein ella temas como la biostica, los derechas de los animales, el pacifismo, la ética del medio ambiente, la ética de los negocios, la ética de los asun- tes publics, a elacines entre pase ries y pase pobres pater nals, la esbetlenla cil la violent, ee. De modo qu a eten no constituye un apartado-estanco al margen de las demés di- versificaciones del quehacer ético, sino que as un eslabén mas que tune Ia vida cotidiana con las preocupaciones de wna razén préctica ue, por su propia definicin, trata de unir la vida activa dela par- ticipacién civiea y ciudadana, asi como la vida del ovio y el negocio, con la vida propia de la especulacién fileséfica, para hacer ambos ‘momentos vitales més ricos y mas hondamente satisfactorios.25 Aunque subsisten grandes diserepancias acerca de lo que debe entenderse por “ética aplicada” —por ejemplo, en la cuestion de si la ‘aplicacion” se refiere a las normas, a los principios 0 a las teorias— parece existir, entre los eticistas, un consenso bastante generalizado en el sentido de que hay relaciones estrechas entre la ética filoscfica (0, si so prefiere, “pura") y la aplicada, admitiéndose que, como veni- mos sefalando, ambas se requieren mutuamente, Pero también se 23, A. Cortina ta, tia de ta empresa, Madrid, Trott, 6 ed. 2000, p. 27 24. fer, p. 32 25. B, Guisin, Introduesion a fa etica, Madrid, Catedra, 1995, p47 u Buice: eonceptos y problemas puede verificar sobrado acuerdo en que la ética aplicada necesita, ademas, el concurso de Ja informacién cientifica, es decir, que ostenta tun paradigmatico cardeter interdisciplinari. Volveremos sobre este importante tema en V.4 IIL. “Etica” y “moral” En la base de todo estuidio de la ética se requiere, para evitar confusiones y malentendidos, una clara distincién entre los significa- dos de los términos “ética” y “moral”. Por eso hemos dedicado este ex- tenso capitulo a Jos “niveles de reflexién’, procurando exponer los eri- terios convencionales que cuentan con mayor acuerdo entre los eticis- tas actuales. Aun asi, resulta insuficiente, porque siguen siendo tam- bign muchos los eticistas que emplean esos vocablos, con frecuencia, en un sentido distinto, No se trata meramente de ciertas acepciones gue suele conferirles el habla cotidiana, como también, en ocasiones, Ia jerga periodistica, politica, etc. (por ejemplo, cuando se asigna ca- récter privado a la “moral” y cardcter publico a la “ética”), sino de otro criterio, proveniente de la distineién hegeliana entre “moralidad” (Moralitat) y “eticidad” (Sittlichkeit) y que se vincula, como lo adelan- tamos al final de 11.2, a la dicotomia deontoaxiol6gica. ‘Kant habia distinguido entre “moralidad” y “legalidad’, enten- diendo la primera de estas expresiones como lo que caracteriza a las acciones realizadas “por deber” (es decir, “por respeto a la ley"), mien tras que la segunda aludia a la mera *conformidad con la ley”, propia de acciones neutras desde el punto de vista moral. Hegel centraba ahi su prineipal critica a la ética kantiana, ya que consideraba la “morali- dad” kantiana abstracta y desvinculada de los factores histéricos, € introducfa, en eambio, la mehcionada distincién entre “moralidad” y “eticidad”, aludiendo con esta xiltima a las formas concretas de ethos, en las que también estén ya integradas la legalidad y la moralidad.2* Pero pronto, mas que en Hegel mismo, en pensadores poshegelianos, ‘comenz6 a usarse “moral” como sinénimo de “moralidad” (0, al menos, como reflexién sobre ésta), y.“ética” como sinénimo de “cticidad” (o, al menos, como reflexién sobre ésta). En ese nuevo uso terminolégico, “moral” remite entonces a los fondamentos universales en el sentido kantiano, mientras que “ética” alude al ethos concrete, es decir, a Ia facticidad de las costumbres de una comunidad determinada, Lo cual representa, casi, una inversién de las significaciones con qué venimos distinguiendo aqui ambos voca- 26, CL. GEW. Hegel, Filosofia det derecho, Iniroduociin, § 8. Nivetes de reflexién dtc . % blos y que os Ia convencién mas frecuentemente adoptada, Entfatizo el “casi”, sin embargo, porque no se trata de una inversiOn lisa y lana, sino que en este uso ae vincula “moral” especialmente con los deberes “lo deontolégico~ y “ética”, en cambio, con los “valores” —lo axiol6- ico perseguidos como ideales de vida en una comunidad conereta, historiea La dicotomfa deontoaxiolégica determina, como se vio, tipos dis- tintos de teorias éticas.-Bstas varian seguin otorguen prioridad a uno ‘6 al otro aspecto. Son dos maneras de concebir, en general, los fen6- menos morales. Con la mencionada terminologia de raiz hegeliana se entiende entonces que en ocasiones se hable de un conilicto entre “éti ta’ y “moral”, lo cual, euando se opera con la terminclogia habitual, resultayia paradjico o daria lugar a malentendidos. Con razén dice Julio De Zan: La disputa de la ética y la moral es un problema central ¥ cous tante en la filasofia préctica, con el que tiene que enfrentarss todo programa de renovacién de la ética como diseiplina filosdfica.®? Pero justamente en ese frase se usa el bérmino “étiea’ la primera vez en el sentido hegeliano, y 1a segunde, en el habitual. Para evitar confusiones originadas en Ia ambiguedad del término, convenéria to- mar recaudos aclaratorios. De todos modes, lo que De Zan acertada- mente sefiala es la importancia que en Ia actualidad reviste la con- frontacién, y, a la vez, la posibilidad de una recuperacidn de la “mora: lidad” kantiana y do la “eticidad” hegeliana.2® ‘También Paul Riccour recurre cxplicitamente a la distincién en- tre lo valiogo y lo normativo (es decir, lo que’ aqui hemes venido deno- minando “dicotomia deontoaxiolégica”) para diferenciar le ética —refi- riéndola a lo “bueno"~ de Ia moral —entendida en relacién con lo “obli- gatorio”— y para defender la “primacta” de aquélla sobre ésta, eunque Teconociendo la necesidad de que la “aspiracién ética” pase por el “ miz de la norma”. Con este criterio, sin embargo, no slude tanto a la confrontaciéa del punto de vista hegeliano con el kantiano, sine més bien a la de este ultimo con el aristotélico: De modo convencional, reservaré el términe de ética para'le as- piracién de una vida cumplida bojo ol signo de las acciones estima- Gas buenas, y.el de moral para el campo de lo obligatorio, marcado 21. d. De Zan, Panorama de la tion continental contempordnea, Madrid, Aksl, 2002 p. 20. 28, Of (dem, pp. 20-28, fitiea: eanceptos y preblaanas por las normas, las ebligaciones, las prohibiciones, caracterizadas fla vex por uns exigencia de universalidad y par un efecto de coer cién, En Ja distincién entre aspiracién a Ja vida buena y obediencia 2 Tas normas se reconoceré fiellmente la oposicién de dos heren- cias, Ia aristotdica, on la que la ética se caracteriza por su pert pectiva teleoligiea (., y la kantinna, donde la moral se define por cl cardcter do odligacidn de la norma, esto es, por un punto de vise tadeontolagico.® En sintesis, podrfa decivse que este uso téenico de los vocablos “ética” y “moral” constituye un criterio terminologico paralelo al ha- bitual (que es también el que hemos adoptado en la presente obra). Reviste, en todo caso, una especial importancia, no sélo por el mencio- nado hecho de su vinculacién a la dicotomia deontoaxiolégica, sino tambien porque refleja una serie de confrontacionas de teorias éticas actuales, como ocurre por ejemplo con actitudes derivadas de la dis- tincién weberiana entre “étiea de Ia conviccién” y “ética de la respon- sabilidad”, 0 con el extenso debate entre “comunitaristas” y “Libera les”, o con los enfrentamientos de la “ética dal discurso” con el “neoa- ristotelismo", el “neopragmatismo” y el “posmodernismo”, 0 con las distintas maneras de concebir una posible “ética global” (Jonas, King, Apel, Bock y otros), ote. El inconveniente principal, acaso, reside en que los mismos autores que se valen de esas acepeianes para “ética” y “moral” no pueden prescindir, al menos en ocasiones, del uso de “éti- ca” en ol sentido de la disciplina que estudia lo’ moral, y entonces sur- gen ambiguedades, Si “ética” se entiende exclusivamente como el lado’ axiolégico del ethos, no se puede Iuego emplear (a menos que se intro- duzean aclaraciones precisas en cada ocasién) expresiones como “ética normativa”, ni cabe hacer la distincién entre ésta y la “metaética”. Si “moral” se refiere exclusivamente al lado déontologico, a su vez, pier- de sentido la denominacién de “juicios morales” para juicios del tipo “X es bueno". Todo esto representa un problema ético (entendiendo ahora “ético” como referido a la disciplina filoséfiea que tematiaa ol ethos) que puede, sin embargo, subsanarse en Ia medida en que se lo tenga expresamente en cuenta y en que se aclare el sentido en que se usan esos términos clave. En la presente obra hemos preferido ate- nornos a las acepciones ya analizadas desde el comienzo, por conside- rar que ellas despejan las posibilidades de equivocos propias del otro criterio, y porque las razones de este tltimo quedan, en lo esencial, cubiertas con el recurso terminolégico a la “dicotomfa deontoaxiolégi- 29. Paul Riu, "itica y moral", en Carles Gémez (ed), Doce testes fundamentales de 1a dtiea de! sia XX, Madrid, Alicnze, 2002, pp. 241-255, le cita en pp. 241-242. Nivetes ce reflex ation n ca” y el andlisis de la misma, Como se puede ver en V.2.1, el enfrenta~ miento de teorias étieas que enfatizan uno u otro lado del ethos se puede estudiar en conexidn con el problema de la fandamentacién, para el que las propuestas positivas se encuadran dentro del esquema deontologismo-consecuencialismo, y las negativas (que niegan la posi- bilidad de fundamentacién) se escinden en formas de escepticismo 0 relativismo. Para la presente edicién incluimos un tratamiento mas detallado del central problema de la fundamentacién en el capitulo V1. CONFRONTACION DE REFLEXION MORAL ‘Y MBTABTICA REFLEXION MORAL. METARTICA Es notamenié novmativa Tiene pretensién de neutralidad. Bs preflaséfica Bs Gilosética Ex endégenc (desde el ethos) Bs exdena (desde lo extraético) Examina les propias creencias --Examina la semiosis del morales, lenguaje moral. CONFRONTACION DE BTICA NORMATIVA Y METARTICA 1BTICA NORMATIVA erabica Esendégena y normativa. Es exdgena y “neutral” Analiza los criterios de fundamentacién, de normas y/o valoraciones. Intenta fandamentar normas y/o valoraciones, Monziona los términos éticos (es metalenguaje). Usa tos términos éticos (es lenguaje-objeta) Establece criterios para jucgar __Establece criterios para juzgar Ja moralidad de las actos. Ja validez de enunciados morales +¥ ético-normatives. ‘COINCIDENCIAS Son filoséficas

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