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VIII JORNADAS DE ESTUDIOS CLÁSICOS Y MEDIEVALES

Amor y metamorfosis de la Antigüedad a la Edad Media


18-20 de septiembre de 2017

Elementos teatrales y cómicos de la figura de Alcibíades de acuerdo con sus fuentes


biográficas

Analía Sapere
(UBA-CONICET)
analiasapere@gmail.com

Nos proponemos analizar la forma en que aparece retratado Alcibíades en la biografía de


Cornelio Nepote y en la de Plutarco. Nuestro interés se centra en rastrear aquellos
elementos que describen su histrionismo y dan lugar a anécdotas y relatos de tipo cómico.
En la comparación de ambas biografías advertimos que es Plutarco quien tiene preferencia
por esta faceta cómica y teatral del personaje, mientras que Nepote apela a un registro más
bien referencial y “objetivo”, aunque no es ajeno a dicha caracterización, pero más
solapada. A partir, entonces, de la comparación de ambas fuentes basada en un estudio
textual y discursivo, intentaremos explicar los motivos que llevan a Plutarco a enfatizar la
comicidad de Alcibíades y a Nepote a silenciarla, lo que se relaciona, creemos, con la
tradición literaria y cultural en la que se inscribe cada uno. Nuestra hipótesis es, pues, que
Nepote está interesado en informar a un público romano acerca de personajes extranjeros,
de modo que rescata lo esencial para la caracterización; Plutarco, por su parte, se dirige a
un público tanto griego como romano (la elite intelectual de su tiempo) y su intención es
exhibir sus raíces griegas para reivindicarlas en un contexto de dominación romana. Por tal
motivo, la descripción cómica surge del afán del queronense por ostentar una tradición
literaria griega que da cuenta de un Alcibíades digno de risa y al límite del patetismo (sobre
todo la comedia ática, que lo ha tenido como blanco predilecto).

Pocas figuras han generado tanta intriga como la de Alcibíades en el corpus biográfico
de Plutarco. Hábil pero engañador, irascible y a la vez buen guerrero, discípulo de
Sócrates pero inclinado a todo tipo de vicios, amado y odiado por sus contemporáneos
(según lo demuestran también otras fuentes), Alcibíades se erige como un personaje
atractivo pero cuestionable, lo que despierta la curiosidad de los lectores de Plutarco,
acostumbrados a encontrar en su obra biográfica ejemplos de virtud, según el mismo
autor pone de manifiesto de manera directa 1. A esta caracterización enigmática es
posible añadir un aspecto aún más perturbador, que es la faceta cómica del personaje.
Ya Russell (1973: 120) había esbozado su parecer respecto del retrato cómico del

1
En el comienzo de la Vida de Paulo Emilio, destacando el valor didáctico de los personajes
seleccionados en su obra; allí afirma que las vidas sirven para asimilar las propias virtudes (ἀρετάς) a las
de los personajes retratados, a la vez que, comparándose con cada uno de ellos, poder maravillarse de
cuán grandes fueron (‘ὅσσος ἔην οἷός τε’); para lograr tal objetivo, Plutarco señala que ha tomado, de las
acciones de sus personajes, “las más poderosas y bellas” (τὰ κυριώτατα καὶ κάλλιστα), pues entiende que
este es el recurso más eficaz (ἐνεργότερον) para la corrección de las costumbres (πρὸς ἐπανόρθωσιν
ἠθῶν). En el prólogo de la Vida de Cimón, por ejemplo, Plutarco afirma que prefiere dejar de lado los
defectos de sus personajes —o al menos, no hacer foco en ellos—; comparando la tarea del biógrafo y la
del pintor de retratos, afirma que es conveniente no resaltar los errores y defectos de los personajes —a
los que considera falta de virtud en lugar de maldad.

1
ateniense, aunque no desarrolla la idea. Salcedo Parrondo (2005), a partir del concepto
de enárgeia postulado por Mueller (1995) para analizar la Vida de Pericles, amplía una
indagación de los aspectos cómicos de la caracterización de Alcibíades, centrándose
puntualmente en el capítulo 10, en el que Plutarco narra la entrada de Alcibíades en la
vida pública: el alboroto del pueblo, el bullicio, el éxtasis de Alcibíades en medio del
clamor popular, y el detalle del vuelo de una codorniz que el ateniense llevaba
escondida en su manto son solo algunos elementos que despiertan risa y transmiten al
lector una imagen vívida y completamente teatral, digna, según Salcedo, de una
comedia de Aristófanes (p. 181)2. A nuestro juicio, la espectacularidad y teatralidad no
están ausentes en otros pasajes de la biografía, procedimiento asociado, en general, con
el patetismo y el ridículo, según analizaremos a continuación. A partir de ello, surge la
pregunta respecto de las motivaciones que llevan a Plutarco a componer dicha imagen
del general ateniense, teniendo en cuenta, sobre todo, lo dicho previamente respecto de
su intención moralizante basada en el ejemplo y la imitación de acciones dignas. Surge,
asimismo, una segunda pregunta, a raíz de la comparación con otra biografía antigua
sobre Alcibíades, la de Cornelio Nepote, a quien Plutarco, de hecho, utiliza como fuente
de manera explícita. La pregunta es, pues, ¿por qué no aparecen dichos elementos
teatrales del mismo modo que los plasma Plutarco? Una primera respuesta estaría
condicionada por la extensión de una y otra obra: mientras que la de Plutarco tiene una
extensión de 31 capítulos, la de Nepote apenas alcanza unos 11. De todas formas, este
argumento no tiene el suficiente peso, dado que, si hubiera sido pertinente, Nepote se
hubiera explayado en esta faceta cómica del personaje en consonancia con Plutarco.
Creemos, entonces, que para responder a esta segunda pregunta debemos a la par
contestar la primera, respecto de las motivaciones no ya de Plutarco, sino de uno y otro
biógrafo, a fin de elucidar la variación en el tratamiento del mismo personaje. Teniendo
esto como guía, en el presente trabajo nos dedicaremos a indagar en los elementos
teatrales y cómicos de la biografía de Plutarco en comparación con los mismos
elementos en la de Cornelio Nepote, a fin de acercarnos a comprender el por qué de los
diferentes planteos.

Comencemos, dado que ya fue materia de consideración, con el episodio de la entrada


de Alcibíades en la vida pública.

2
También analizado por Verdegem (2010, p. 167).

2
Su primera entrada (πάροδον) en la vida pública dicen que fue en una donación de
dinero, sin prepración, sino que, al pasar por allí, exaltados los atenienses, preguntó cuál
era la causa de le exaltación, y tras averiguar que se trataba de una donación de dinero,
se presentó e hizo una donación. Aplaudiendo y gritando el pueblo por la alegría, se
olvidó del pájaro que tenía en el manto. Tras asustarse el pájaro y echarse a volar, los
atenienses gritaban aún más y muchos se levantaban para atraparla; la toma Antíoco, el
piloto, y la devuelve: por eso se volvió el más querido para Alcibíades. (10.1)3

Curiosamente, a pesar de su fuerza, de su riqueza para describir al personaje y de su


expresividad, según analizaba Salcedo, esta anécdota no aparece narrada en la biografía
de Nepote, quien pasa, directamente, de la juventud de Alcibíades, a su protagonismo
político, esto es, de la educación de Sócrates en el capítulo 2 a la mutilación de los
Hermes en el capítulo 3. No obstante la sobriedad de Nepote, el autor no se priva de
mencionar la faceta teatral de Alcibíades, en lo que a su imagen se refiere. Afirma, por
ejemplo, que todos tenían los ojos puestos en él cada vez que aparecía públicamente
(fiebat ut omnium oculos, quotienscumque in publicum prodisset: 3.5). Esto nos dice
que Nepote recoge dicha imagen “espectacular” de Alcibíades, pero no está interesado
en anécdotas tan vívidas como la de Plutarco mencionada preivamente.

Plutarco desarrolla en un extenso pasaje las dotes actorales de Alcibíades, en tanto que
es una característica que lo ayuda a moverse en la vida política:

Siendo influyente y admirado en público, en privado se ganó ―no en menor medida―


el favor del pueblo y los engañó (κατεγοήτευε4) con su modo de vida lacónico, de suerte
que, viéndolo rapado al ras y lavarse con agua fría y acostumbrado a comer el pan y el
caldo negro [i. e., de los espartanos], no lo creían y se preguntaban si alguna vez tuvo
este hombre en su casa un cocinero, si vio un perfume o si pudo tocar una clámide
milesia. Pues esta era, como dicen, una de sus muchas habilidades y maquinaciones
(μηχανή) para cazar a los hombres: acomodarse y asimilarse (συνεξομοιοῦσθαι καὶ
συνομοπαθεῖν) a las costumbres y formas de vida, cambiando su modo de ser más
rápido que el camaleón, excepto que aquel, según dicen, no puede mudarse al color
blanco. Pero para Alcibíades, que pasaba por lo bueno igual que por lo malo, no había

3
πρώτην δ᾽ αὐτῷ πάροδον εἰς τὸ δημόσιον γενέσθαι λέγουσι μετὰ χρημάτων ἐπιδόσεως, οὐκ ἐκ
παρασκευῆς, ἀλλὰ παριόντα θορυβούντων Ἀθηναίων ἐρέσθαι τὴν αἰτίαν τοῦ θορύβου, πυθόμενον δὲ
χρημάτων ἐπίδοσιν γίνεσθαι παρελθεῖν καὶ ἐπιδοῦναι. τοῦ δὲ δήμου κροτοῦντος καὶ βοῶντος ὑφ᾽ ἡδονῆς,
ἐπιλαθέσθαι τοῦ ὄρτυγος ὃν ἐτύγχανεν ἔχων ἐν τῷ ἱματίῳ. πτοηθέντος οὖν καὶ διαφυγόντος ἔτι μᾶλλον
ἐκβοῆσαι τοὺς Ἀθηναίους, πολλοὺς δὲ συνθηρᾶν ἀναστάντας, λαβεῖν δ᾽ αὐτὸν Ἀντίοχον τὸν κυβερνήτην
καὶ ἀποδοῦναι: διὸ προσφιλέστατον τῷ Ἀλκιβιάδῃ γενέσθαι.
4
En realidad, el término καταγοητεύω alude a un tipo de engaño a través de encantamientos o brujería
(cf. LSJ), matiz que resulta difícil de volcar al castellano sin borrar la idea de ‘engaño’.

3
nada imposible de imitar (ἀμίμητον) ni imposible de emprender, sino que en Esparta se
ejercitaba y era ahorrativo y taciturno; en Jonia era lujurioso, entregado a los placeres y
despreocupado; en Tracia, borracho y aficionado a las carreras de caballos; estando con
el sátrapa Tisafernes, sobrepasaba la extravagancia y magnificencia persa, y no
cambiando tan fácilmente su forma de ser a otra, ni admitiendo toda mutación en su
carácter, sino que, como no quería importunar a aquellos con los que se encontraba, con
su naturaleza se escondía y se refugiaba en las actitudes y apariencias (σχῆμα καὶ
πλάσμα) que fueran adecuadas para ellos. (23.3-6)5

Nepote también desarrolla esta idea, en términos similares a los de Plutarco, dando
cuenta de la versatilidad actoral de Alcibíades:

Cuando, luego de ser expulsado, llegó a Tebas, a tal punto se adaptó a sus costumbres,
que nadie pudo equipararlo en el trabajo y en las fuerzas corporales (en efecto, todos los
beocios se aplican más a la firmeza del cuerpo que a la agudeza de ingenio); entre los
lacedemonios, cuya máxima virtud residía en la paciencia, se dedicó a la austeridad y a
la frugalidad, venciendo incluso a todos los lacedemonios, por su alimentación y su
vestimenta; estuvo en tracia, con hombres dados al vino y a los placeres y a estos
sobrepasó en estas cosas; llegó a vivir con los persas, para quienes el mayor honor era
cazar y vivir lujosamente: llegó a imitar sus costumbres, de modo tal que ellos mismos
lo admiraban completamente en estas cosas. (11)6

5
εὐδοκιμῶν δὲ δημοσίᾳ καὶ θαυμαζόμενος, οὐχ ἧττον ἰδίᾳ τοὺς πολλοὺς τότ' ἐδημαγώγει καὶ
κατεγοήτευε τῇ διαίτῃ λακωνίζων, ὥσθ' ὁρῶντας ἐν χρῷ κουριῶντα καὶ ψυχρολουτοῦντα καὶ μάζῃ
συνόντα καὶ ζωμῷ μέλανι χρώμενον, ἀπιστεῖν καὶ διαπορεῖν εἴ ποτε μάγειρον ἐπὶ τῆς οἰκίας οὗτος ὁ ἀνὴρ
ἔσχεν ἢ προσέβλεψε μυρεψὸν ἢ Μιλησίας ἠνέσχετο θιγεῖν χλανίδος. ἦν γὰρ ὥς φασι μία δεινότης αὕτη
τῶν πολλῶν ἐν αὐτῷ καὶ μηχανὴ θήρας ἀνθρώπων, συνεξομοιοῦσθαι καὶ συνομοπαθεῖν τοῖς
ἐπιτηδεύμασι καὶ ταῖς διαίταις, ὀξυτέρας τρεπομένῳ τροπὰς τοῦ χαμαιλέοντος. πλὴν ἐκεῖνος μὲν ὡς
λέγεται πρὸς ἓν ἐξαδυνατεῖ χρῶμα τὸ λευκὸν ἀφομοιοῦν ἑαυτόν· Ἀλκιβιάδῃ δὲ διὰ χρηστῶν ἰόντι καὶ
πονηρῶν ὁμοίως οὐδὲν ἦν ἀμίμητον οὐδ' ἀνεπιτήδευτον, ἀλλ' ἐν Σπάρτῃ γυμναστικός, εὐτελής,
σκυθρωπός, ἐν Ἰωνίᾳ χλιδανός, ἐπιτερπής, ῥᾴθυμος, ἐν Θράκῃ μεθυστικός, ἱππαστικός, Τισσαφέρνῃ δὲ
τῷ σατράπῃ συνὼν ὑπερέβαλλεν ὄγκῳ καὶ πολυτελείᾳ τὴν Περσικὴν μεγαλοπρέπειαν, οὐχ αὑτὸν ἐξιστὰς
οὕτω ῥᾳδίως εἰς ἕτερον ἐξ ἑτέρου τρόπον, οὐδὲ πᾶσαν δεχόμενος τῷ ἤθει μεταβολήν, ἀλλ' ὅτι τῇ φύσει
χρώμενος ἔμελλε λυπεῖν τοὺς ἐντυγχάνοντας, εἰς πᾶν ἀεὶ τὸ πρόσφορον ἐκείνοις σχῆμα καὶ πλάσμα
κατεδύετο καὶ κατέφευγεν (23.3-6).
6
postquam inde expulsus Thebas uenerit, adeo studiis eorum inseruisse, ut nemo eum labore corporisque
uiribus posset aequiperare (omnes enim Boeotii magis firmitati corporis quam ingenii acumini
inseruiunt); eundem apud Lacedaemonios, quorum moribus summa uirtus in patientia ponebatur, sic
duritiae se dedisse, ut parsimonia uictus atque cultus omnes Lacedaemonios uinceret; fuisse apud
Thracas, homines uinolentos rebusque ueneriis deditos: hos quoque in his rebus antecessisse; uenisse ad
Persas, apud quos summa laus esset fortiter uenari, luxuriose uiuere: horum sic imitatum consuetudinem,
ut illi ipsi eum in his maxime admirarentur. (11). Para completar esta imagen, cf. 1.4: diues; cum tempus
posceret, laboriosus, patiens; liberalis, splendidus non minus in uita quam uictu; affabilis, blandus,
temporibus callidissime seruiens: idem, simul ac se remiserat neque causa suberat quare animi laborem
perferret, luxuriosus, dissolutus, libidinosus, intemperans reperiebatur, ut omnes admirarentur in uno
homine tantam esse dissimilitudinem tamque diuersam naturam.

4
La diferencia en el tratamiento de este tema reside en el énfasis que exhibe Plutarco en
la habilidad cameleónica de Alcibíades, en tanto que Nepote enumera meramente sus
transformaciones, sin sacar conclusiones al respecto.

También es posible comparar en uno y otro autor la teatralidad que reviste el regreso a
Atenas en 407. Nepote relata que, luego de los éxitos militares, el pueblo se congrega en
el Pireo para esperarlo (tanta fuit omnium exspectatio uisendi Alcibiadis, ut ad eius
triremem uulgus conflueret, proinde ac si solus aduenisset: 6.1-2). En el desembarco se
describe el cortejo como una imitación a los vencedores olímpicos (unum omnes illum
prosequebantur, et, id quod numquam antea usu uenerat nisi Olympiae uictoribus,
coronis aureis aeneisque uulgo donabatur: 6.3), donde se vuelve a describir a Alcibíades
en medio de una puesta en escena. Plutarco, por su parte, da a entender que el
espectáculo es montado por Alcibíades, no por el pueblo, pues señala que éste había
acondicionado los trirremes con adornos excesivos (κεκοσμημένων τῶν Ἀττικῶν
τριήρων: 32.1), sobre todo, con mascarones de proa de embarcaciones que no habían
sido destruidas por él, pues deseaba ser contemplado por los ciudadanos (ὁ δ᾽
Ἀλκιβιάδης ἰδεῖν τε ποθῶν ἤδη τὰ οἴκοι: 32.1). Plutarco añade incluso los efectos de
sonido a esta entrada teatral, pues señala que, según ciertas versiones, traía un flautista
(αὐλεῖν μὲν εἰρεσίαν τοῖς ἐλαύνουσι Χρυσόγονον τὸν πυθιονίκην: 32.3) y un actor de
tragedias hacía las veces de director de los remeros (κελεύειν δὲ Καλλιππίδην τὸν τῶν
τραγῳδιῶν ὑποκριτήν), quienes a su vez estaban disfrazados con mantos y finas túnicas,
como los vencedores píticos (στατοὺς καὶ ξυστίδας καὶ τὸν ἄλλον ἐναγώνιον
ἀμπεχομένους κόσμον: 32.2)7. A continuación, el relato se parece más al de Nepote: se
menciona la afectuosa recepción del pueblo, con gritos, con abrazos y coronas de oro,
espectáculo que es visto incluso desde lejos por quienes no habían podido llegar (οἱ δὲ
μὴ δυνάμενοι προσελθεῖν ἄπωθεν ἐθεῶντο: 32.4).

La teatralidad no funciona solamente con lo estético y material del hecho (la


escenografía, la utilería, el público), sino que requiere además el don de la palabra. En
numerosas oportunidades se señala en la Vida de Plutarco de qué modo Alcibíades es
hábil en el discurso, lo que le sirve para actuar ante los demás y manipularlos, en la

7
Incluso le nave estaba “disfrazada” con velas de color púrpura, según esta versión (ἱστίῳ δ᾽ ἁλουργῷ
τὴν ναυαρχίδα προσφέρεσθαι τοῖς λιμέσιν).

5
medida en que logra hacerles creer lo que a él le conviene 8. Así, por ejemplo, Plutarco
señala cómo conseguía irritar al pueblo en contra de Nicias, su rival, (καταλύσαντες,
ὀργιζομένους λαβὼν τοὺς Ἀθηναίους ἔτι μᾶλλον ἐξετράχυνε: 14.4.4) y se dedicaba a
crear mentiras verosímiles y calumnias para desprestigiarlo (τὸν Νικίαν ἐθορύβει καὶ
διέβαλλεν εἰκότα κατηγορῶν: 14.4.5). Pero tal vez la anécdota más relevante al respecto
es la actuación que lleva a cabo ante los embajadores lacedemonios, a quienes logra
convencer de que no debían presentarse en la asamblea diciendo que llegaban con
plenos poderes, pues esto sería tomado de mala manera por los atenienses; por tal
motivo, les asegura que él mismo garantizará el éxito del encuentro, mientras no
anuncien sus poderes9. Finalmente, cuando se reúnen en asamblea y Alcibíades les
pregunta sobre las condiciones de su llegada, estos niegan tener plenos poderes, según
lo pactado, ante lo cual Alcibíades los trata de poco fiables y tramposos, por lo que
fracasa el acuerdo10. Plutarco señala que su actitud había resultado convincente en un
primer momento a los embajadores, y por eso confiaron en él. Señala, finalmente, que
Nicias se enfureció completamente ante este hecho, pero que en ningún momento
reconoció la estratagema, lo que da cuenta de las habilidades actorales de su rival.
Cornelio Nepote también nos habla el poder transformador de la palabra de Alcibíades,
pero curiosamente rescata sólo sus aspectos positivos. Así, por ejemplo, en el capítulo 6,
cuando narra la vuelta a Atenas, comenta que se convoca a una asamblea en la que
Alcibíades conmueve a todos (hasta al más duro) al punto de hacerlos llorar, y hace que
se olviden que ellos mismos fueron quienes decidieron su destierro11.

Nos interesa añadir un elemento más a esta faceta teatral de Alcibíades, ahora en
relación con el disfraz. Si bien hay varias anécdotas al respecto referidas por Plutarco 12,

8
Gracias a su habilidad discursiva consigue enmascarar sus verdaderas intenciones: δυνατὸς ἦν εἰπεῖν:
10.4.1; ζητῶν δὲ μὴ μόνον ἃ δεῖ λέγειν, ἀλλὰ καὶ ὡς δεῖ τοῖς ὀνόμασι καὶ τοῖς ῥήμασιν: 10.4.6; Ἐν δὲ τοῖς
τοιούτοις πολιτεύμασι καὶ λόγοις καὶ φρονήματι καὶ δεινότητι: 16.1. Cf. Pérez Jiménez (2002, 269) y
Silva (2011). No es lugar aquí para ahondar en las relaciones entre retórica y teatro. Remitimos para ello a
Ober (1991), Bers (1994), Harding (1994), Rosenbloom (2009), Sansone (2012), Crick (2015), entre
otros.
9
Desde el punto de vista estilístico, resulta interesante que Plutarco expone aquí las palabras de Al cibía-
des en discurso directo (recurso no muy frecuente en las Vidas), reforzando el valor teatral de lo narrado.
De hecho, el texto de Tucídides (V.45), que es la fuente que sigue Plutarco, ofrece simplemente una relato
en tercera persona del hecho pero sí señala las intenciones de Alcibíades (cosa que Plutarco no hace, por -
que evidentemente está pensando en la teatralidad de la escena y, por ende su exterioridad).
10
Cf. Tucídides V.45 y Plutarco, Nic. 10.4.
11
postquam <in> astu uenit, contione aduocata sic uerba fecit, ut nemo tam ferus fuerit, quin eius casum
lacrumarit inimicumque iis se ostenderit, quorum opera patria pulsus fuerat, proinde ac si alius populus,
non ille ipse qui tum flebat, eum sacrilegii damnasset (6.4).
12
Cf. por ejemplo el cap. 22 de Plutarco, en donde se describe una puesta en escena vinculada con un rito.

6
analizaremos una que aparece en las dos biografías: la muerte de Alcibíades. Plutarco
relata en detalle que Alcibíades había tenido un sueño en el que estaba vestido con la
ropa de la hetera Timandra, con quien se encontraba. Se trata, desde luego, de un sueño
premonitorio, porque poco después Alcibíades muere quemado y Timandra cubre su
cuerpo ya muerto con sus propias ropas. Nepote sólo cuenta el final de esta anécdota, es
decir, el momento en que la hetera arroja sus ropas al cuerpo incinerado del Alcibíades.

Pasemos ahora al otro objetivo de nuestro trabajo, la faceta cómica, complementaria de


la faceta teatral. Curiosamente, tal aspecto está ausente en la biografía de Nepote. Algo
de esto ya habíamos advertido respecto de la dimensión teatral, en la medida en que
Plutarco la exponía de manera visible, teniendo en cuenta su costado más exagerado y
ridículo, mientras que Nepote simplemente la refería. Así, pues, la tartamudez del
personaje, que amerita en la biografía de Plutarco la inserción de una cita de Aristófanes
para exacerbar la burla, está ausente en Nepote (“¿Obselvas a Teolo? Tiene la cabeza
como un kólakos / Correctamente, por cierto, Alcibíades lo pronunció mal” : 1.7.4-5).13
Tampoco se menciona en Nepote la cita del comediógrafo Arquipo, quien se burla de la
forma de caminar de Albibíades, a través de la burla hacia su hijo ("Camina con
afectación, arrastrando el manto, para parecerse sobre todo a su padre, y ladea el cuello
y balbucea"14). En el capítulo 2 de la biografía de Plutarco se vuelve a ridiculizar la
figura de Alcibíades, al establecer una comparación con una mujer: en el medio de la
lucha, para no caer cuando su contrincante le hacía una llave, Alcibíades comenzó a
morderlo y el rival responde “¡Oh, Alcibíades, muerdes como una mujer!” (δάκνεις ὦ
Ἀλκιβιάδη καθάπερ αἱ γυναῖκες). En el capítulo 8 Plutarco cuenta también una anécdota
risible, en la que Alcibíades le pega a Hipónico por mera diversión. Plutarco dedica
también algunas líneas a las borracheras de Alcibíades y a su conducta irreflexiva con
sus amantes (Ánito, el meteco), y es éste el único elemento que también aparece en la
biografía de Nepote, aunque de manera sucinta: en 2.3 simplemente refiere que “siguió
teniendo amores con otros muchos, en los que, hasta donde está permitido, realizó con
delicadeza y por divertimento muchos actos desagradables” (non minus multos amauit,
in quorum amore, quoad licitum est odiosa, multa delicate iocoseque fecit).

13
“ὁλᾷς Θέωλον; τὴν κεφαλὴν κόλακος ἔχει.” / ὀρθῶς γε τοῦτ' Ἀλκιβιάδης ἐτραύλισε. (1.7.4-5). Se trata
de una cita de Avispas 44. El dispositivo cómico consiste en que Alcibíades, por su mala pronunciación,
dice κόλακος, “delator”, en lugar de κόρακος, “cuervo”, para describir al personaje de Teoro
(mencionado en el texto como “Teolo” por el mismo defecto de pronunciación).
14
κλασαυχενεύεταί τε καὶ τραυλίζεται. (Kock, Com. Att. Frag., i. p. 688).

7
Observamos, primero, que las anécdotas son un mero resumen, pero no se narra el
contenido. Luego, Nepote sentencia “referiríamos estas cosas, si no tuviéramos cosas
más importantes” (quae referremus, nisi maiora potiora haberemus). Dicha aseveración
nos invita a delinear una respuesta a las preguntas formuladas en el principio del
trabajo, lo que nos permitirá acercarnos a algunas conclusiones.

Recapitulemos lo estudiado. En primer lugar, hemos visto que existe un tratamiento


dispar respecto de la figura del Alcibíades en una y otra biografía. Los elementos
teatrales que en la Vida de Plutarco están desarrollados y enfatizados, en la de Nepote
aparecen pero sin la visión negativa que parecía otorgarle el Queronense. Con respecto a
la caracterización cómica, Plutarco ahonda en la burla, en el ridículo y en el grotesco
que despierta el personaje, mientras que el biógrafo romano apenas menciona este
aspecto y, cuando lo hace, explícitamente afirma no estar interesado en ello. ¿Pero está
Plutarco interesado en ello realmente? Ya hemos advertido respecto del valor edificante
que éste otorga a su obra, por lo que la insistencia en tantas escenas degradantes no
parece concordar con su intencionalidad moral. Lo que sí cabe preguntarnos es el valor
tradicional de la figura de Alcibíades en la cultura griega, y por ende, qué peso tiene
esto para Plutarco. Dado que no contamos con el espacio suficiente aquí para desarrollar
el tema, simplemente sugerimos retomar los elementos de la caracterización
previamente analizados y reflexionar sobre las fuentes cómica citadas, que es un
elemento apenas con el que comenzar a pensar esta idea: Plutarco se hace eco de esa
imagen estereotipada de Alcibíades, en tanto que ésta pertenece a un discurso que lo
acerca al mundo griego al que él mismo pertenece pero con la distancia temporal
suficiente como para necesitar refrendar dicha relación. Cornelio Nepote, por su parte,
es un romano que les habla a los propios romanos de personajes extranjeros, de modo
que su caracterización más moderada del personaje, ateniéndose a los hechos y a una
descripción somera de su personalidad, le alcanza y le sobre para su semblanza 15. No
está interesado en rescatar ni las fuentes de las que se ha valido, ni la tradición cultural o
literaria en la que se inscribe el personaje (ni él), sino, sencillamente, en presentar al
personaje en sí. Plutarco, en cambio, a través de la caracterización teatral y cómica, nos
presenta al Alcibíades actor, pues evidente así era visto por sus contemporáneos,
víctimas o espectadores de dicho histrionismo, según ha quedado evidenciado. Por otro
lado, la mención a las citas de cómicos también contribuye con esta misma idea, en la
15
Cf. Jenkinson (1973), Geiger (198), Beneker (2009).

8
medida en que el Alcibíades de Plutarco no es sólo Alcibíades, sino también su
tradición, su fama, los discursos que de él han circulado. Si el personaje, de acuerdo con
lo narrado, ya se perfilaba como un actor teatral, el hecho de que fuera objeto de burla
por parte de los cómicos no hace más que fortalecer dicha imagen. Plutarco aprovecha
esto, entonces, para ofrecer a sus lectores, la elite griega que desea mantener viva su
identidad como tal, a un personaje vivo, por su histrionismo y por la fama transmitida
por la literatura griega con la que se identifica. Podemos afirmar, pues, que el
Alcibíades de Plutarco tiene actualidad, que se sustenta en la performance evocada por
Plutarco. El de Nepote es, en cambio, una figura del pasado, porque es allí donde el
autor lo ha depositado, como un mero objeto de estudio: cuando ya se ha agotado lo que
de él había para decir, el biógrafo pasa, con un gesto despersonalizado, al siguiente
retrato de su colección: “Pero ya es suficiente respecto de él; comencemos con los
restantes” (sed satis de hoc: reliquos ordiamur: 11.6). Nos queda de aquí en más la tarea
de ahondar en las demás fuentes literarias de Plutarco, para confirmar lo mencionado
aquí respecto de la comedia, y así sustentar con mayor evidencia textual nuestra
hipótesis respecto de la forma en que Plutarco actualiza y da vida a un Alcibíades que
incluso hoy genera debates e incertidumbres.

Bibliografía

Beneker, J. (2009), “Nepos’ Biographical Method in the Lives of Foreign Generals”, CJ


105, 109-21.
Bers, V. (1994), “Tragedy and Rhetoric”, en Worthington, I. (ed.), Persuasion: Greek
Rhetoric in Action. London & New York, Routledge, 176-195.
Crick, N. (2015), Rhetoric and Power: The Drama of Classical Greece, University of
South Carolina Press.
Geiger, J. (1985), Cornelius Nepos and ancient political biography, Stuttgart.
Harding, P. (1994), “Comedy and Rhetoric”, en Worthington, I. (ed.), Persuasion:
Greek Rhetoric in Action, London & New York, Routledge, 196-221.
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