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José Fernando Pérez Aguilar

10 marzo 2021

Sobre verdad y mentira en sentido


extramoral
F. Nietzsche

Nos encontramos ante un texto con una narrativa magistral, agradable de leer, con explicaciones
sencillas e ilustradas que son comunes a cualquiera (narración de fábulas; exposición de sentimientos:
orgullo, paz; guras de animales: mosquito, canguro; objetos ordinarios: llave, casa, torre; etc.) que
facilitan seguir el hilo de la argumentación, pues resultan “imágenes” cercanas y familiares donde el lector
se involucra fácilmente y puede entender de manera no tan abstracta una exposición losó ca (de
naturaleza abstracta o conceptual), y que no sería sencillo de exponerla al público general.
En cuanto al contenido, Nietzsche parte de algunas verdades comúnmente conocidas y aceptadas,
como la fugacidad de la vida del (de un) hombre (en el marco de la historia); o cómo el conocimiento
puede “hinchar” y llenar de orgullo, siendo -sin embargo- nuestra inteligencia tan pequeña; además,
plantea la gran di cultad que tiene el hombre para conocerse a sí mismo, idea que suele ser de sentir
común. Describe la inteligencia del hombre como “un medio para la salvación del individuo”, a falta de armas
naturales como las que tienen los animales. Y sin mayor preámbulo presenta al hombre como un ser
corrompido en su intención por la búsqueda de la verdad (nada más inconcebible que el hecho de que haya podido
surgir entre los hombres un impulso sincero y puro hacia la verdad). Con estas sencillas premisas -quizá aceptadas
por muchas personas que conviven en un mundo tan diverso, con opiniones difíciles de reconciliar o
incluso cerradas al diálogo- muestra la imposibilidad de conocer del hombre y más aún, pone el acento en
esa corrupción del hombre: “el ser humano descansa sobre la crueldad, la codicia…”.
De esa corrupción del hombre y de su necesidad de vivir en sociedad “precisa un tratado de paz” y es
por esto que el hombre “inventa” lo que es la verdad y no hace más que corroborarla. En este “malabar”
de imágenes y cuentos que presenta, hace un rompimiento absoluto entre la designación que el lenguaje
atribuye al concepto y a la realidad (claramente ya expuesto por Ockham). Para después ir a fondo, pues
elimina el valor de la verdad en sí misma, y a rma que lo que importa (al hombre) es no ser perjudicado y
es por eso que para satisfacer esta necesidad el hombre construye la verdad, como una tautología dicho

LETTURA DEI FILOSOFI CONTEMPORANEI 1


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sea de paso. Entiende la verdad como una construcción sin un sustento ontológico objetivo, sino lológico
subjetivo, arbitrario: “Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y ores y no
poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas”. Con este desarrollo de premisas le resulta evidente
declarar una ruptura en la intencionalidad del conocimiento; el concepto universal di ere con el objeto
individual del mismo, pues “jamás son idénticos estrictamente hablando” y por eso no hace falta más que ser
consecuente para identi car la verdad con la mentira, pues carece de referencia absoluta: “las verdades son
ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas”.
En síntesis, me parece que Nietzsche muestra la genialidad (si podemos llamarla así) del asesino que
aniquila a su víctima dando un abrazo, al tiempo que va encajando un cuchillo por la espalda,
suavemente, hasta llegar al corazón, desgarrando con amabilidad los fundamentos metafísicos,
gnoseológicos e históricos-culturales, todo esto en el marco de una narrativa agradable. La incisión que
me parece más desgarradora es evidentemente la de la aniquilación de la verdad, pero con la
particularidad (o sutileza) de ir encajando el cuchillo en el triángulo semiótico (TS): en la relación
concepto-lenguaje-realidad. Si bien es cierto que no hay una correspondencia exacta entre los elementos
del TS, también es cierto que no podemos desvincularlos por completo (cfr. De Int, I, 16a 3-8) y eso es lo
que hace Nietzsche.
Una vez que ha roto toda relación del TS nos lleva a jugar en su cancha pues, si bien la realidad
sigue existiendo, el lenguaje y el concepto adquieren con guraciones arbitrarias; y Nietzsche diría que ya
era así la con guración en su origen y en la cultura, y lo que él hace es solo reconocer esa arbitrariedad. A
lo que podríamos señalarle que se encuentra en una contradicción, pues de ser así sigue jugando
realmente en la cancha que ha criticado, pues de cualquier manera él les ha dado un nuevo sentido
(arbitrario, según su parecer y que sería ahora el sin-sentido), pero con la diferencia que el desastre que
genera desde su propuesta es solo la destrucción de la paz y la armonía social, que paradójicamanente son
valores rmes que reconoce de alguna manera y que fundamentan la supuesta verdad.

LETTURA DEI FILOSOFI CONTEMPORANEI 2


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