Está en la página 1de 22

El Bicentenario de la provincia de Buenos

Aires. Identidades, pasados, territorios,


sociedades y culturas.

Módulo 1: Definiendo la identidad bonaerense

Introducción

Bienvenidos y bienvenidas a nuestro primer módulo de la propuesta formativa “El


Bicentenario de la provincia de Buenos Aires. Identidades, pasados territorios,
sociedades y culturas”.

En esta clase trabajaremos aspectos referidos a la construcción de la identidad


bonaerense. Si bien ya presentamos brevemente los contenidos, lo que queremos
destacar es el carácter siempre provisorio de las identidades a partir de un
proceso de construcción y también de disputa de sentidos acerca de la pertenencia
a un colectivo común. Ser de Buenos Aires implica compartir un territorio, una
cultura y unas tradiciones que definen nos definen, pero si vamos más allá y
problematizamos la cuestión aparecen tensiones y conflictos no resueltos que en
esta clase analizaremos.

Juan Manuel Palacio es Doctor en Historia por la Universidad


de Berkeley, Investigador del CONICET y profesor de las
Universidad de San Martín. Además, fue director de la
“Historia de la provincia de Buenos Aires”, publicada en seis
tomos entre 2012 y 2015.

En el video aborda las dificultades históricas que tuvo y tiene


la provincia de Buenos Aires para consolidar su identidad.

https://youtu.be/x-7N96o-YJM

1
Objetivo de la clase

- Explicar a qué denominamos identidades y analizar las tensiones históricas


en la escala provincial, nacional y local.

- Describir el proceso de origen y consolidación de los símbolos provinciales


como modo de pedagogía cívica.

- Analizar hábitos, prácticas y consumos culturales que refuerzan la identidad


provincial.

Contenidos de la clase

La presente clase trabaja, en primer lugar, con los momentos históricos que
definen la escena actual del Bicentenario. Se analiza la compleja construcción de
las identidades, el caso particular de Buenos Aires y la imbricada historia con el
desarrollo de la Nación, lo que impide concebir un pasado distinto entre ambas
jurisdicciones que diferencie lo provincial de lo nacional. En segundo lugar, se
analiza el modo en que el Estado provincial produce una serie de símbolos cívicos
que delimitan una identidad propia, a través de la oficialización de un escudo, una
bandera y una escarapela. Para finalizar, sostenemos que la construcción de una
identidad también se nutre de hábitos, prácticas y consumos sociales. Analizamos
íconos como los manuales escolares, los hábitos de descanso y tiempo libre y el
aporte que realiza el cine a la construcción de las identidades bonaerenses.

Tres coordenadas para pensar el bicentenario

Hace doscientos años, la vida política e institucional de las Provincias Unidas del
Río de la Plata se conmovía con la derrota de las fuerzas de Buenos Aires y el fin
del proyecto unitario encarnado en la Constitución del año 1819. El intento de
conformar un Estado heredero del virreinal caía y se iniciaba el tiempo de las
autonomías provinciales.

2
Pensando en el bicentenario y el caso específico de la provincia de Buenos Aires,
tres momentos definen el escenario actual:

A. El 1° de febrero de 1820, en la cañada de Cepeda, los ejércitos federales al


mando del Gobernador de Santa Fe, Estanislao López y del gobernador de
Entre Ríos, Francisco Ramírez derrotan a las fuerzas del Director Supremo
de las Provincias Unidas del Río de la Plata, José Rondeau. La también
llamada “batalla de los diez minutos” (por la brevedad de las acciones
bélicas) señala el fin del proyecto directorial, centralista y porteño con
Constitución unitaria incluida, y el inicio de las autonomías provinciales1 . En
el caso de Buenos Aires, la situación se resuelve con la intervención de los
caudillos del litoral (López y Ramírez) y la renuncia de Rondeau el 11 de
febrero. El poder queda en manos del Cabildo, quien designa gobernador de
Buenos Aires a Manuel de Sarratea (con el apoyo de los caudillos del litoral)
el 18 de febrero de 1820.

B. El 6 de septiembre de 1991 el gobernador de Buenos Aires, Antonio Cafiero,


por medio del decreto 2931, anuncia que el 11 de febrero de 1820 fue el día
del “nacimiento” de la provincia de Buenos Aires. La determinación de una
fecha de origen, sumada a la intención (fallida) de crear una bandera
provincial, muestra la decisión del gobierno de ese entonces de intervenir
en la esfera pública reforzando la identidad bonaerense.

C. El decreto 27 publicado en el boletín oficial del Gobierno bonaerense el 22


de enero, dispone que se declara el 2020 como el "Año del Bicentenario de
la Provincia de Buenos Aires". Nuevamente, desde el Ejecutivo provincial se
decide inscribir en el presente un gesto de reafirmación del pasado, que lo
diferencia de otros pasados, y lo refuerza y le da una identidad a partir de

1
Es notable observar la manera en que la historiografía liberal define a los
acontecimientos que provocan el fin del directorio como un fenómeno catastrófico. “El
fatídico año 20” o “la anarquía del año 20” son los modos en que se titula al proceso de
derrumbe del poder central y la emergencia de las autonomías provinciales, entre ellas la
de Buenos Aires.

3
una conmemoración y otros símbolos significativos, como es el caso de la
escarapela del Bicentenario.

Doscientos años de historia nos convocan al esfuerzo compartido de imaginar


cuáles son las características que definen a nuestra provincia, a su pasado, sus
paisajes, sus sociedades y sus culturas. E intentar ensayar una explicación acerca
de los motivos por los que, para muchos, la identidad bonaerense continúa siendo
un proyecto inacabado y en construcción.

Definiendo nuestro objeto: ¿de qué hablamos cuando hablamos de


identidades?

La problemática de las identidades2 fue adquiriendo un tono polémico en los


últimos tiempos y generó múltiples debates en el campo académico, en los
estudios culturales, en la antropología y en la historia. Actualmente, existe un
renovado interés en al análisis de los discursos identitarios en sus diferentes
registros.

Los tiempos de la actual globalización son muy distintos a los de la consolidación


de los Estados nación a fines del siglo XIX y principios de siglo XX. Por ende,
aquellas identidades nacionales eran diferentes a las actuales. El sociólogo y
teórico social Stuart Hall describe de manera apropiada las características actuales
de las identidades:

2
La opción epistemológica de hablar de identidades en plural obedece al reconocimiento
de las diferencias que toda comunidad posee y al intento de evitar posicionamientos
esencialistas (y en muchos casos excluyentes) que plantean identidades uniformes y
homogéneas.

4
“…las identidades nunca se unifican y, en los tiempos de la
modernidad tardía, están cada vez más fragmentadas y
fracturadas; nunca son singulares, sino construidas de múltiples
maneras a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes, a
menudo cruzados y antagónicos. Están sujetas a una historización
radical, y en un constante proceso de cambio y transformación”
(Hall, 1996, p. 17)

Entendemos que el bicentenario es una oportunidad de pensar y pensarnos en las


múltiples dimensiones de nuestras identidades bonaerenses, de los modos en que
se proyecta una imagen de la provincia y la misma identifica a más de 16 millones
de argentinos. Justamente, la condición de provincianos y la construcción de
discursos identitarios provinciales es parte del problema que analizamos y que
merece un desarrollo particular.

En términos históricos, el análisis de la identidad bonaerense no puede ignorar el


proceso de construcción de la identidad nacional en Argentina.

En un interesante artículo, el profesor de la Universidad de la


Plata Julián Portela se alerta por la falta de definición de una
identidad provincial: “…ante este tibio renacimiento del cíclico
debate acerca de si es viable la Provincia de Buenos Aires tal
como subsiste desde hace 200 años, cabe alertar sobre la
trascendencia de redefinir nuestra identidad de una buena vez,
para posicionarnos federalmente como un ente político autónomo
y consolidado, lo cual habla de una cuestión de maduración de la
provincia, pero también axiológicamente una decisión de
dignidad”

Para consultar el artículo completo:


https://infocielo.com/nota/115891/bicentenario-la-encrucijada-de
-la-identidad-bonaerense/

Para ser más claros, algunos debates en el campo de los estudios sociales
postulan la existencia de modalidades débiles y fuertes de identidades culturales y

5
políticas, las cuales muchas veces conviven de manera conflictiva. En el tema que
nos convoca, entendemos que es lo que sucede con una historia y un sentimiento
bonaerense que convive con la historia nacional y la identidad argentina.

Los discursos provinciales forman parte de un campo compartido con discursos


nacionales y locales. Esas diferencias de escalas producen sentidos que muchas
veces legitiman un orden y otras lo contradicen, en donde esos discursos
refuerzan o pierden la capacidad de transmitir sentidos a partir de la preeminencia
o la subordinación a otras discursividades. Las identidades provinciales se
configuran a partir de prácticas discursivas diversas (desde una declaración
pública del gobernador a una obra literaria, una pieza musical, etc.) que deben
ser analizadas a partir del modo en que se deciden y producen, las funciones que
cumplen reforzando o contrariando procesos hegemónicos. Y también es muy
importante comprender su relación con otros niveles de producción de discursos y
sentidos identitarios.

“Los Estados, nacional y provinciales, tienen en estos procesos


un rol fundamental que ha sido más que señalado, no solo en la
literatura sobre la producción de los Estados-nación modernos,
sino también en los análisis específicos sobre la Argentina,
donde la nacionalidad ha sido producto en buena medida de la
estatalidad, se ha desarrollado integrando poblaciones
inmigrantes y contra etnicidades preexistentes, en complejos
procesos que fueron del simple exterminio físico a la cooptación,
la seducción, la integración selectiva, pero también el juego de
sucesivas reemergencias y luchas por el reconocimiento o la
mejora de las condiciones de vida.” (Martínez, 2019, p. 28).

A modo de hipótesis, podemos sostener que el despliegue de la identidad


bonaerense se ve limitado tanto por la fuerte presencia material y simbólica del
Estado nacional como por la persistencia y fuerte pregnancia de sentimientos
identitarios locales, lo que provoca el borramiento de la identidad provincial.

En un tono más coloquial, diremos que la identidad bonaerense está inhibida por
“arriba” por las prácticas discursivas que consolidan al Estado nación, y por

6
“abajo” por las identidades locales, las que se refuncionalizan y asumen funciones
de identificación en oposición a los discursos nacionales.

La identidad nacional hegemónica y la imposibilidad del


sentimiento provinciano (en Buenos Aires)

Volvamos a 1820. El siglo XIX en Argentina y Latinoamérica, desde las


revoluciones de independencia, está atravesado por el conflicto entre los
proyectos políticos centralistas y federalistas. En nuestro país, unitarios y
federales pujan por imponer sus modelos de país. Y las identidades provinciales se
conforman a lo largo del siglo por oposición a los porteños. Buenos Aires, a través
de Bernardino Rivadavia (unitario), Juan Manuel de Rosas (federal) y Bartolomé
Mitre (liberal) siempre fue vista como la ciudad que defiende los intereses del
puerto, de los comerciantes extranjeros, de los estancieros. Las identidades
provincianas se forjan a partir de la amenaza de un contrincante que galvaniza el
sentido de unidad. Más allá de circunstanciales coyunturas y alianzas políticas, el
interior siempre observó en Buenos Aires al enemigo y el invasor. En este
contexto, la identidad bonaerense que se fue forjando a lo largo del siglo XIX
siempre se confundió con la nacional, dejando un mínimo espacio para una
identidad provinciana. Y para colmo de males, el fatídico año 1880 (para la
provincia de Buenos Aires) significa su descabezamiento al federalizarse la ciudad
puerto, nacionalizarse la renta de la aduana y subordinar la provincia al proyecto
de consolidación estatal del Partido Autonomista Nacional, liderado por Julio
Argentino Roca. A partir de 1880, la provincia comienza un lento proceso de
definición identitaria con el costo de ser una provincia subordinada al poder
central, con las dificultades de convivir con un vigoroso Estado nacional que en
sus actos y discursos la posterga y la invisibiliza, a la vez que la mira con
desconfianza por su tamaño y potencial. Y es a partir de sus historias imbricadas
(nación y provincia) y sus fuertes vínculos, que no termina de definir su identidad.

7
Los pueblos de Buenos Aires, una identidad que persiste

Si la identidad nacional inhibe “por arriba” la consolidación de una identidad


bonaerense, es interesante observar cómo por abajo hay un fuerte proceso de
identificación con el pueblo o la ciudad, identificación de fuerte raigambre local
que no se traduce en el mismo sentimiento por la provincia que lo aloja.

El senador provincial Francisco Durañona sostiene que definir la


identidad bonaerense es un problema muy complejo, y que un
posible modo de configurarla es a través del sentimiento de arraigo
por los pueblos y las tradiciones de los bonaerenses: “¿Existe el
Bonaerense o existe el marplatense, el bahiense, el chivilcoyano o
el nicoleño? La fuerza de las Comunidades es tan poderosa que
sobrepasa la propia identidad de la Provincia. Cada miembro de las
135 Comunidades, principalmente en el interior, se identifica con su
Municipio antes que con la Provincia."

Consultar el artículo en:

https://infocielo.com/nota/115034/el-arraigo-como-modelo-a-200-
anos-de-la-provincia-de-buenos-aires/

Probablemente, esa indefinición de la identidad provincial haga que las fuerzas de


las identidades comunales cumplan con las tareas de contraponer, a la
omnipresencia de la identidad argentina, el origen lugareño. Si acordamos que las
identidades se definen en oposición a una alteridad, a un otro distinto, en el caso
de Buenos Aires, a lo nacional no se opondría lo provinciano sino lo local. En la
historia del federalismo argentino, el porteño es el opuesto al provinciano. El
tucumano, el cordobés, el correntino son identidades provinciales consolidadas y
muy fuertes en la afirmación de los intereses regionales. Y esas identidades se
fueron forjando a lo largo de los siglos XIX y XX en oposición o diferenciación con
el porteño, en una relación que asume una dinámica centro-periferia. No sucede lo
mismo con el bonaerense, al cual resulta más dificultoso oponerlo o diferenciarlo
del porteño. De hecho, una investigación de la Academia Nacional de Historia
destaca que cuando Juan Manuel de Rosas realiza su expedición militar para

8
ordenar el problema de la relación conflictiva con los pueblos Pampas, Ranqueles,
Tehuelches y Araucanos, rescató a muchos y muchas cautivas que trajo de vuelta
a la campaña bonaerense. El documento que testimonia la liberación de los
cautivos habla del rescate de “porteños de Lobos”, “porteños de Dolores”,
“porteños de Salto” y una “porteña de Saladillo”. Como podemos ver, sin gentilicio
para definir a los que posteriormente serían bonaerenses, la confusión con lo
porteño tiene un peso histórico significativo y constituye un problema para la
definición de la identidad provincial.

La construcción de la identidad bonaerense. Un proceso


inacabado.

Aún con los obstáculos indicados, en doscientos años de historia se fueron


perfilando aspectos simbólicos y materiales que definieron formas de identidad.
Discursos y prácticas destacaron tradiciones diferenciadas de la marca porteña tan
fuertemente instalada. Y con la originalidad que tampoco son las identidades
provincianas típicas del interior profundo. Quizás sea la forma posible de un
sentimiento propio tan cerca del puerto hegemónico. Rasgos propios de una
identidad múltiple, que son innumerables y, por tanto, imposibles de resumir en
esta clase. Los trenes surcando la pampa, las espigas de trigo, las chimeneas de
Avellaneda, los rebaños vacunos y ovinos, la piedra movediza, los fortines de
frontera, Samborombón donde se mezcla el río y el mar. Segundo Sombra en
Areco, Fierro en Ayacucho, Moreira en Lobos, la china Iron en el desierto, Mansilla
con los Ranqueles. El loco Dorrego y Rosas; Alsina y José Hernández; Honorio
Pueyrredón, Fresco y Mercante; el bisonte Alende, Marini y Cafiero; Estela, Hebe y
Eva. También Buenos Aires tiene su panteón de héroes y heroínas, sus personajes
míticos, sus paisajes característicos. Quizás la pregunta pase por pensar cómo se
integran a un relato identitario lo suficientemente democrático y plural como para
posibilitar la convivencia entre lo diverso y lo común.

Para finalizar, presentamos un segundo recorrido para nuestra clase. Un camino


posible (entre muchos otros) nos llevará a detenernos en la producción de

9
símbolos por parte del Estado provincial, como señal de la construcción de una
identidad cívica por fuera de la nacional (sin negar a esta última). Y, por otro lado,
analizaremos brevemente ciertos símbolos, prácticas y consumos culturales que
definen, de maneras muy diversas, rasgos propios de la provincia y sus
bonaerenses.

A. La producción política de la identidad bonaerense.

El politólogo Oscar Oszlak señala que uno de los atributos de autoridad que
adquieren los Estados es la capacidad de “emitir símbolos que refuerzan
sentimientos de pertenencia y solidaridad social.” Una encuesta del año 2019
destaca la particular relación que tenemos los argentinos con los símbolos patrios:

“La mayor parte de la gente sigue siendo muy afecta a sus símbolos
patrios y los considera un mecanismo de unión entre los argentinos.
Esto descarta a las minorías, quienes por más figuras famosas que
se adhieran, no representan el sentir generalizado. La mayoría
coloca una bandera, canta el himno y quisiera que el resto lo haga,
aun sabiendo que no lo hará con la frecuencia que les gustaría.
Alrededor de seis de cada diez personas en el país y en la provincia
de Buenos Aires dicen que colocan banderas argentinas en las
fechas patrias.” (Revista Noticias, 25 de mayo de 2019)

La provincia de Buenos Aires tiene sus propios símbolos. Analizar el contexto de


su creación puede servir para entender cómo los gobiernos fueron inscribiendo
una simbología identitaria en distintos momentos de la historia. La presentación
de los símbolos seguirá un orden cronológico, entendiendo que surgen en
contextos diversos, aunque con gobiernos que más allá de su signo ideológico,
sostienen un fuerte discurso asociado a la necesidad de defender los intereses y la
identidad de los bonaerenses.

A.1. El escudo

El escudo tiene una larga historia como símbolo de identidad y en el caso


americano, más allá de su uso desde los inicios de la conquista española, adquiere

10
una vital importancia en las revoluciones de independencia y en la conformación
de los ejércitos patrios. Oficialmente, el escudo nacional nace como escudo de
armas legitimado por la Asamblea del año 1813. Símbolo característico de la
soberanía, es el “sello”, la certificación simbólica del Estado. Muchas provincias
adoptaron su uso desde la época colonial y continuaron haciéndolo a lo largo del
siglo XIX. El diseño de los escudos en nuestro país responde al modelo republicano
originado en la Francia revolucionaria. Soles, brazos estrechados, gorros frigios,
coronas de laureles, simbología republicana que, como muchos elementos de la
política moderna, tienen su origen en la Revolución Francesa.
En el caso bonaerense, nos interesa destacar el contexto donde se declara el
escudo oficial de la provincia de Buenos Aires. El símbolo (muy similar al nacional)
es importante, pero la circunstancia lo es aún más. La oficialización del escudo
consolida un estilo de gobierno que promueve discursos asociados a la identidad
provincial, a los símbolos patrios y a la religión. “Altares y banderas” es el modo
en que titula la historiadora María Dolores Béjar lo sucedido en la provincia de
Buenos Aires.

Escudo en un Escudo de armas de la El Escudo la Provincia


salvoconducto usado por República Argentina de Buenos
miembros de un club aceptado oficialmente por Aires (Argentina) fue
revolucionario francés la Asamblea del Año XIII declarado como Escudo
para acceder a la (1813) oficial de dicha provincia
Asamblea Legislativa entre el 19 de
1790 y 1793. octubre de 1935 mediante
la Ley 4351.

11
A.2. Tres banderas

“Estamos en la tarea de crear nuestra bandera. La bandera de la


Provincia de Buenos Aires. La bandera bonaerense. Muchos
preguntarán por qué razón estamos buscando tener un símbolo
que nos identifique como provincia. Yo siempre refiero una
anécdota que ocurrió en una escuela de Monte Hermoso, y que
confirma nuestra falta de identidad. Les pregunté a los chicos de
un grado, cómo se llamaban los compatriotas de Córdoba.
Después de un instante, me respondieron: cordobeses. Continué
preguntando el nombre de otros provincianos, y escuchaba un
coro diciendo: entrerrianos, correntinos, catamarqueños, etc. De
pronto, les pregunté: ¿Cómo nos llamamos nosotros? La respuesta
fue el silencio total. Nadie sabía cómo nos llamamos. Creo que la
bandera es necesaria porque los bonaerenses no tenemos muy en
claro cuál es nuestra identidad” (Eduardo Duhalde, Gobernador de
la Provincia de Buenos Aires entre 1991 y 1999, en ocasión de
convocar a un concurso para crear la bandera bonaerense).

Sin lugar a dudas, la bandera el símbolo más popular y el que más nos identifica
como nación. La historia de nuestra enseña patria se enlaza con la revolución y la
independencia y con nuestros grandes hombres. No vamos a repetir aquí lo que
significan las banderas, aunque sí dedicaremos algunas líneas a su importancia
como parte de los procesos de construcción identitarios.

Bandera que flameaba en el Bandera creada por el Bandera oficial de la


mástil del fuerte de Buenos gobierno Cafiero en el año provincia de Buenos Aires
Aires en la década de 1850. 1991 que no llegó a ser adoptada el 1° de enero
reconocida como oficial. de 1997.

12
A partir del año 1820, caído el Directorio, muchas de las provincias se ven
envueltas en un fervor simbólico y comienzan a crear sus propias banderas u
oficializan el uso de enseñas creadas años antes (como el caso de Entre Ríos).
Buenos Aires no es ajena a esta tendencia y durante las gobernaciones de Juan
Manuel de Rosas, una bandera azul y blanca con gorros frigios colorados flamea
en todos los mástiles de los edificios públicos y los cuarteles. Con el proceso de
consolidación del Estado Nacional las enseñas provinciales caen en desuso.

Casi al final del siglo XX se vuelve a plantear la necesidad de contar con una
bandera propia. Este proceso se da en el contexto del retorno democrático de
1983. Entre 1986 (Corrientes, La Rioja y Santa Fe) y 2011 (Catamarca) todas las
provincias oficializan por ley sus banderas como símbolos oficiales. En el caso de
Buenos Aires, el gobierno de Antonio Cafiero, el mismo que define la fecha de
“nacimiento de la provincia”, decide intervenir en la construcción de identidad a
partir de la adopción de una bandera, la que, sin embargo, nunca llegó a ser
oficializada y no fue utilizada.

Así llegamos al año 1995, cuando el gobierno provincial decide crear una bandera
a través de un concurso en el que participaron alumnos de las escuelas de Buenos
Aires. La bandera bonaerense fue creada por Ley provincial 11.997 el 12 de
agosto de 1997 y jurada el 14 de noviembre de ese año en la Basílica de Luján.
Cinco alumnos de una escuela de Capitán Sarmiento fueron quienes realizaron el
diseño de la insignia, que resultó ganador en un concurso votado por más de 8 mil
escuelas de la Provincia del Nivel Primario. Los colores tienen un sentido. El verde
representa a los campos y llanuras de la Provincia y a la producción agrícola y
ganadera. En el azul, encontramos a los ríos de la Provincia, el Mar Argentino que
baña sus costas y el cielo que la cubre. La línea roja nos remite al siglo XIX y
representa al federalismo argentino. El amarillo simboliza la fecundidad de la
producción. El sol hace referencia al resplandor y al vínculo con el pabellón
nacional y el laurel, a la gloria de la Provincia de Buenos Aires (el laurel también
está en el escudo bonaerense). La rueda dentada es una alegoría de la producción

13
industrial, mientras que la media flor de girasol lo es de la producción
agropecuaria. Como dato curioso, debemos destacar la falta de color blanco,
presente en todas las banderas históricas vinculadas a las repúblicas. Después de
muchos años, la provincia consagra una bandera que nos identifica y se va
consolidando como parte de la identidad bonaerense.

A.3. La escarapela

Llegamos al último símbolo cívico que presentaremos y oficialmente el más


antiguo en términos de reconocimiento (a nivel nacional). A principios de 1812, el
1° Triunvirato decreta que las Provincias Unidas tendrán una escarapela de colores
azul-celeste y blanco. La costumbre de usar un distintivo, como vemos, viene
desde los tiempos de la revolución.

Para celebrar sus primeros 200 años de historia, el Gobierno de Buenos Aires creó
una escarapela bonaerense. La misma será la insignia que acompañará las
actividades a desarrollarse a lo largo del 2020 con motivo del bicentenario.

A decir de los creadores, los tres valores que se intenta representar son la
diversidad, la producción y la integración. La escarapela integra elementos del
escudo nacional y provincial, resaltando una doble pertenencia. Celeste, blanco,
rojo y amarillo representan los colores nacionales, el federalismo bonaerense y el

14
sol omnipresente en todos nuestros símbolos. Un nuevo símbolo para reforzar la
identidad bonaerense y conmemorar el bicentenario.

El repaso por los símbolos cívicos creados por el Estado provincial nos permite
problematizar la cuestión de las efemérides y poner en acto los modos en que los
Estados producen sentido e identidad. Pero también entendemos que hay otros
modos de producirla, modos que a continuación analizaremos.

B. La identidad social y cultural de los bonaerenses

En el apartado anterior, detallamos algunas iniciativas que se promovieron desde


el Estado provincial para reforzar los vínculos a través de la creación de símbolos
que remiten a una identidad cívica que se expresa en el posible reconocimiento y
la identificación con la bandera, el escudo y la escarapela.

Los y las invitamos a considerar otro plano posible de configuración identitaria,


menos formal en sus postulados, aunque muy eficaz en sus alcances. Nos
referimos a algunas prácticas sociales y culturales que explican una identidad
provincial. Lugares, prácticas, hábitos, consumos son componentes necesarios de
un modo de concebir al mundo que galvaniza sentimientos de pertenencia que nos
distingue ante otros. Sin pretender realizar un abordaje integral del tema, sólo
señalaremos algunos elementos que atraviesan nuestra historia y nuestro
presente y que suponen otros modos de concebir lo bonaerense.

B.1. La identidad en las aulas. El Manual del alumno bonaerense

Les proponemos eludir, por un momento, los estudios tradicionales (y aún


vigentes) acerca de la capacidad que tiene el sistema educativo de construir
subjetividades, desde la referida “invención de las tradiciones” (Hobsbawm) a los

15
“aparatos ideológicos de Estado” (Althusser). No es en ese campo de análisis en
donde queremos inscribir esa tradición.

Apelaremos al campo de los estudios sociales de la memoria y la capacidad que


tienen ciertas imágenes para producir recuerdos que perduran y definen
identidades. El historiador Pierre Nora destaca ciertos lugares en donde se
cristaliza la memoria colectiva. En su original y polémico trabajo, nos sugiere que
la memoria colectiva de los franceses se construye con la “Marsellesa” y la
bandera tricolor, pero también con la Torre Eiffel y el champagne.

En nuestro caso, nos remitiremos a la imagen de las escuelas primarias y el uso


de manuales de estudio. Más allá del papel activo que desempeñó el Estado
nacional para expandir el sistema educativo desde fines del siglo XIX, la educación
primaria en Argentina queda en manos de los Estados provinciales. En sus
pupitres y pizarrones, también se juega la construcción de la identidad. Y
queremos compartir una imagen que puede ser familiar para muchos, que sin
dudas fue una de las primeras estampas escolares que remiten de manera icónica
a lo bonaerense y constituye una marca identitaria.

Martín Colombo, gerente general de la casa editora en


Argentina y Chile, comentó en una entrevista con Télam que "Kapelusz es un
clásico argentinos.¿Quién no estudió con el 'Manual del alumno bonaerense'?", se
preguntó. "Si hasta fue reconocido en una letra Charly García", remarcó: 'es un

16
rock, es un blues, es una mesa de luz, es un mambo de Xuxú, un manual de
Kapelusz', del tema "'No se va a llamar mi amor". (16-12-2015. “La editorial
Kapelusz festejó sus 110 años al servicio de la educación argentina”, Télam)

Sin profundizar en los contenidos del manual, el ícono de tapa que acompañó la
mayor parte de las ediciones es una marca de identidad, el modo en que
probablemente varias generaciones se enfrentaron por primera vez de manera
concreta al concepto “bonaerense” en sus aulas y debieron descifrar su sentido.

A modo de ejemplo, señalaremos la manera en que la historiadora del arte Laura


Malosetti Costa recuerda cómo quedó grabada en su memoria la tapa del
cuaderno “Tabaré”, la versión uruguaya de nuestros cuadernos “Tamborcito” o
“Rivadavia”, típicos de la experiencia escolar. Tabaré es el poema nacional de los
uruguayos y el nombre de su protagonista, un indio charrúa que se enamora de
una mujer blanca y es muerto cuando intentaba defenderla del ataque de otros
nativos. Más allá del fuerte discurso racista de la obra escrita en 1884, lo que aquí
destacamos es la ilustración del cuaderno escolar, que mostraba a Tabaré herido
de muerte, víctima de un amor prohibido, rodeado de un paisaje selvático. Varias
generaciones de estudiantes del país vecino contemplaron esa escena e
imaginaron a los pueblos originarios en clave trágica y se conmovieron con su
historia. Aún hoy, el nombre Tabaré es muy popular y para la autora, la presencia
en las tapas de los cuadernos permite explicar (en parte) su persistencia en la
memoria de los uruguayos. Quizás la conciencia de ser alumnos bonaerenses se la
debamos, en cierta medida, a los icónicos manuales.

B.2: Mar del Plata. La democratización del bienestar

“Qué lindo es estar en Mar del Plata


en alpargatas, en alpargatas
felices y bailando en una pata
en Mar del Plata soy feliz…”

17
La canción del popular dúo “Juan y Juan” sonaba a fines de la década de 1960 y
expresaba lo que la ciudad costera representaba para buena parte del país. Sin
contar con estadísticas ciertas, podemos inferir, sin embargo, que Mar del Plata es
la ciudad bonaerense más conocida y visitada por los argentinos. Si bien sus
características socio ambientales serán trabajadas en la clase 3, queremos
plantear en el presente apartado que la ciudad es un enorme prisma que replica
las múltiples transformaciones de la sociedad argentina a través de las épocas. De
aquel balneario aristocrático forjado en tiempos de la república oligárquica al
presente, muchos argentinos la visitan para pasar su descanso estival, o en
cualquier momento del año. “La perla del Atlántico” o “La feliz” son los apodos que
recibe la ciudad y que ejemplifican el lugar que ocupa en el imaginario popular.

“Hoja de Almanaque Alpargatas” correspondiente a marzo de 1947, ilustración titulada


“Tren de excursión” por Luis Medrano. La ilustración es de la Playa Bristol y destaca la
popularidad que para esa época había adquirido el balneario bonaerense.

Mar del Plata representa, de acuerdo a lo señalado por Elisa Pastoriza, “la
conquista de las vacaciones” para vastos sectores sociales que a través del acceso
al mundo del trabajo y a las oportunidades brindadas por la ampliación de los
derechos sociales, pudieron gozar del beneficio de las vacaciones pagas. Símbolo

18
del ascenso social, muchos argentinos imaginaron e imaginan un período de
descanso visitando su puerto, la peatonal San Martín, los espectáculos teatrales,
los torneos de fútbol del verano, Playa Grande, el puerto, el casino, los alfajores,
los lobos marinos, el faro de Punta Mogotes y tantos otros tantos lugares
característicos que nos hablan de una ciudad que identifica a nuestra provincia.

B.3. “El Bonaerense” o cómo el cine construye una posible imagen

“¿Constituye el cine una experiencia pedagógica? A mano está


la tentación de parafrasear a Badiou y contestar positivamente,
o parafrasear a Jorge Larrosa y afirmar que hay una experiencia
del cine, análoga a la experiencia de la lectura, y que es una
experiencia del orden de la formación. Menos sencillo resulta
dar cuenta de dónde reside esa experiencia, qué es lo que la
hace pedagógica, cuáles son los parámetros para ubicarla como
tal, cómo opera sobre nosotros, qué capacidad de inscribir
marcas en nosotros tiene. ¿Es su capacidad de transmitir la
cultura, de formatear identidades, de inscribir “estructuras de
sentimientos” lo que hace del ver cine una práctica que debe ser
tenida en cuenta por la pedagogía?” (Serra, 2006, p. 146)

La historia de “Zapa” es la de un humilde joven de un poblado rural del interior de


la provincia que se traslada al conurbano e ingresa a la policía bonaerense como
agente. El film expresa a través de historias e imágenes la compleja realidad de la
sociedad bonaerense y define la identidad provincial en el contexto de una crisis
económica y un deterioro social que posibilita, aún hoy, comprender las múltiples
tramas de la realidad provincial. De manera pausada y vertiginosa, se suceden las

19
imágenes del campo y los conglomerados urbanos precarios, las instituciones y los
colores provinciales, la vigencia de Buenos Aires como una sociedad de fronteras,
que en este caso se traduce en la vida de un destacamento que controla el paso
de la provincia a la ciudad de Buenos Aires a un costado de la Avenida General
Paz. Sin dudas, una película que más allá de su título, aporta muchos elementos
para comprender la identidad provincial.

Para finalizar

En nuestra primera clase, definimos a qué denominamos identidad y por qué


hablamos de identidades, trabajamos la compleja construcción de los sentidos
identitarios provinciales y específicamente, el bonaerense. También analizamos el
modo en que los Estados construyen, a través de símbolos cívicos, identidades
comunes, y el modo en que los hábitos y los consumos culturales producen
sentido acerca de lo común provincial.

En las próximas clases, profundizaremos el análisis histórico, territorial, social y


cultural de nuestra provincia.

Los y las invitamos a participar del foro de nuestra primera clase.


Hasta la semana que viene.

Actividad: foro de presentación e intercambio

Estimados y estimadas colegas: en este primer foro, les


proponemos que se presenten, que nos cuenten qué materia
enseñan y el lugar donde viven.

En relación al lugar de residencia, sería importante que nos


cuenten algunos aspectos característicos de esos lugares, sus
principales rasgos históricos e incluso, les pedimos que
ensayen una explicación en relación al vínculo que encuentran
entre esas identidades locales y las provinciales.

20
Referencias

Béjar, M. (1992). Altares y banderas en una educación


popular: La propuesta del gobierno de Manuel Fresco en la
provincia de Buenos Aires, 1936-1940. EN: Mitos, altares y
fantasmas: Aspectos ideológicos en la historia del nacionalismo
argentino. La Plata: UNLP. FAHCE.

Hall, S. y du Gay, P. (comp.) (2003) Cuestiones de identidad


cultural. Buenos Aires. Amorrortu.

Martínez, A (2019) Discursos de identidad y geopolítica


interior. Indios, gauchos, descamisados, intelectuales y brujos.
Buenos Aires. Editorial Biblos.

Serra, M (2006) El cine en la escuela. ¿Política o pedagogía de


la mirada? En: Dussel, I. y Gutiérrez, D. Educar la mirada.
Politicas y pedagogías de la imagen. Buenos Aires. Manantial.

Malosetti Costa, L (2006) Algunas reflexiones sobre el lugar de


las imágenes en el ámbito escolar. En Dussel, I. y Gutiérrez,
D. Educar la mirada. Políticas y pedagogías de la imagen.
Buenos Aires. Manatial.

Pastoriza, Elisa. “El turismo social en la Argentina durante el


primer peronismo. Mar del Plata, la conquista de las vacaciones
y los nuevos rituales obreros, 1943-1955.”, Nuevo Mundo
Mundos Nuevos [En línea], Debates, 2008, Puesto en línea el
16 junio 2008.URL:
http://nuevomundo.revues.org/index36472.html DOI : en
cours d'attribution

21
Licencia Creative Commons

Autor(es): Equipo de la Dirección de Formación Docente Permanente.


Dirección Provincial de Educación Superior, DGCyE. Provincia de Buenos
Aires (2020)

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons


Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0

22

También podría gustarte