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La predicación y la consejería bíblica

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4 de abril de 2019

El surgimiento de la psicoterapia y el derrumbe de la consejería bíblica en la iglesia tienen


su paralelo en la declinación de la predicación bíblica. La influencia de la psicología
comenzó a infectar los púlpitos evangélicos hace varios años y sus efectos sobre la
predicación han sido desastrosos.

Los sermones en muchas iglesias no contienen exposición de las Escrituras en lo más


mínimo. El contenido bíblico ha sido reemplazado por ilustraciones, historias, alegorías y
discursos psicológicos. Temas tales como relaciones humanas, depresión y conducta son
tratados con una perspectiva psicológica más que bíblica. Nociones de la psicología como
el amor propio y la autoestima han desplazado de los púlpitos los conceptos de
arrepentimiento y pecaminosidad de la humanidad.

Algunos predicadores parecen mirar a la psicología con un respeto


cercano a la reverencia. Las autoridades que citan no son Escrituras sino eminentes
psicólogos y expertos en conducta. La psicología ha tendido un cerco en el púlpito y la
predicación bíblica está en seria declinación.

Esto ha desatado una cadena de acontecimientos que sólo perpetúan los problemas que
llevan a la gente a la terapia. Por fallar en la provisión de respuestas bíblicas a los
problemas de la gente, muchos predicadores están dando la impresión de que las
Escrituras nada tienen que ofrecerles para las situaciones que los perturban. Luego, al
ofrecerles la psicología como sustituto, han esparcido el concepto erróneo de que las
respuestas de la psicología son más confiables, de más ayuda y más sofisticadas que el
“mero” consejo bíblico.

La respuesta a tal pensamiento pasa por un renovado énfasis en la suficiencia de las


Escrituras, comenzando en el púlpito. Las Escrituras ofrecen ayuda suficiente aun para las
más profundas necesidades del corazón. Cuando el predicador confía en esta verdad, el
ministerio de consejería inevitablemente reflejará la misma fe en el valor de las

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Escrituras. Y cuando la Palabra de Dios es predicada con convicción, comienza a
enderezar los mismos problemas por los cuales la gente busca consejo. La Palabra de Dios
siempre cumple sus propósitos: «Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» (Is
55:11). “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos
filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón” (He 4:12).

Nuestra suficiencia proviene de Dios


Siendo que las Escrituras declaran ser recurso suficiente para satisfacer las necesidades
emocionales y espirituales, creo que quienes afirman lo contrario están en un grave error.
Puesto que la Palabra de Dios enseña que todos los creyentes poseen amplios recursos
para una genuina victoria, ¿no debería ser patente que la psicología moderna no puede
ofrecer los beneficios espirituales que falten en la iglesia?

Segunda Corintios 3:5 resume lo tocante a nuestra suficiencia espiritual: “No que seamos
competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que
nuestra competencia proviene de Dios” (énfasis agregado). La versión bíblica King James
declara: “Nuestra suficiencia es de Dios”. Luego, en la misma epístola, extendiéndose
sobre la misma gran verdad, Pablo escribe: “Poderoso es Dios para hacer que en vosotros
abunde toda gracia, a fin de que, teniendo en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis
para toda buena obra” (2 Co 9:8). Los “todas” y “todos” de este versículo subrayan su clara
comprensibilidad.

En otras palabras, nada hay en lo cual no seamos suficientes mediante la provisión de la


gracia divina. Si Dios ha de ser glorificado a través de nosotros, Él proveerá los recursos
necesarios.
Y Él lo hace. Pedro escribió: “Como todas las cosas que pertenecen
a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento
de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”.

Las Escrituras nos advierten con claridad que no miremos más allá
de los recursos que Dios ha provisto tan abundantemente. Pablo advirtió a los colosenses:
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las
tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad, y vosotros estáis
completos en Él” (Col 2:8-10). En otra epístola, agrega: “El que no escatimó ni a su propio
Hijo, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?” (Rom. 8.32).

¿Qué más necesita el creyente? Ciertamente no la filosofía hueca


y decepcionante de un destituido sistema de conductismo. Los recursos que pertenecen a
todo creyente incluyen muchos ricos
beneficios espirituales: los frutos del Espíritu, la comunión de los hermanos, una
esperanza segura y la vida abundante prometida por Jesús (Jn 10.10). Pero todas estas
realidades son descritas y suplidas por la Palabra de Dios. Por tanto, la suficiencia de la
Biblia misma, es el hecho sobresaliente al que todo predicador debe aferrarse
vigorosamente.

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Tomado del libro La consejería © 2009 por Grupo Nelson®

Una subsidiaria de Thomas Nelson, Inc.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

John MacArthur
Teólogo autor de innumerable cantidad de libros. Pastor de Grace Community Church en Los Ángeles,
Estados Unidos. Sus programas “Grace to you” se transmiten en miles de radios en todo el mundo. Es
el presidente de The Master’s College y The Master´s Seminary.

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