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ELSA RAMÍREZ
San Ramón.
Lengua y literatura
Profesora: Natalia Tapia.
Séptimo Básico
Nombre:_____________________________________Fecha:_______________
1. Como era de costumbre en las apacibles tardes de las jirafas, Mamá Jirafa
enseñaba a sus dos hijos menores a comer de las copas de los árboles. La
madre siempre prefería alimentarse de aquellas ramas que tenían espinas,
pero como sus dos hijos aún no tenían la dentadura fuerte y desarrollada, les
hacía comer solo hojas y beber agua. La madre jirafa se veía en la obligación
de alejarse del resto de las jirafas para ir a aquellas planicies de la sabana
africana, donde había árboles más pequeños, en espera de que sus hijos
crecieran y extendieran su cuello hasta alcanzar por sí solos el alimento.
Luego de alimentarse, la madre los llevaba por un largo camino hacia las
lagunas pantanosas, donde debían proveerse de agua.
2. Aprendan este camino –decía la madre. Es muy importante que sepan llegar
hasta las lagunas donde está el agua. Dentro de poco dejaré de acompañarlos
y deberán venir solos.
¿Es peligroso, mamá? –preguntó uno de los hijos.
Por supuesto que es peligroso –contestó ella. Cerca de nosotros viven muchas
especies peligrosas que a diferencia nuestra no se alimentan de plantas o
hierbas, sino que son devoradores de carne.
¡Qué susto! – exclamaron los pequeños.
No deben tener miedo –replicó la madre. Ustedes serán animales muy
grandes, los animales más altos de todo el reino animal. Cuando desarrollen
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su cuello tendrán una vista privilegiada que les permitirá observar cuando
algún animal peligroso se encuentre cerca. Además, deben usar todo su
cuerpo, no solo el cuello les va a servir, si necesitan escapar, verán que
podrán alcanzar grandes velocidades con sus largas patas. De un solo salto
avanzarán una buena cantidad de metros.
Perfecto –dijeron ellos. Ser una jirafa es una ventaja extraordinaria; aparte de
ser muy altos, podemos ser veloces y audaces.
3. Mamá, ¿cómo llegamos a ser el animal más grande de todos? –preguntó uno
de los pequeños ya muy cerca de las lagunas pantanosas.
Yo no sé esa respuesta, pero recuerdo que cuando era pequeña como ustedes,
mi abuelo me contó un día que las jirafas no teníamos el cuello tan extendido
como lo tenemos ahora, y que si bien éramos animales grandes, no teníamos la
gran altura que tenemos hoy día –responde la mamá jirafa a su hijo. Mi abuelo
estaba seguro de que nuestro cuello se fue estirando poco a poco por la
necesidad que sintieron las primeras jirafas por alcanzar las copas de los árboles
más altos de la tierra. Tanto fue lo que se estiraron, que hoy nadie puede llegar
hasta donde llegamos nosotros.
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