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Poema A Los Gatos
Poema A Los Gatos
Charles Baudelaire
Gatidad
No es de Angora, no es persa
Ni de ninguna raza prestigiosa.
Más bien exhibe en su gastada pelambre
Toda clase de cruces y bastardías.
Altivez, gatidad,
Ni el menor deseo
De congraciarse con nadie.
T. S. Eliot (St. Louis, Missouri, 1885-1965), una gran figura de la poesía del siglo XX,
publicó en 1939 El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, un libro de poemas
de rítmica asombrosa y dirigido al público infantil, donde los gatos se constituyen en
reflejos de las tipologías humanas. Sobre este libro se basaría el musical Cats, y este es
el poema que lo abre.
Ónix y jade.
Lagunas verdes
que fosforecen
en la sombra
del ébano arqueado.
Reposo de terciopelo.
Garra afilada
bajo la nocturna seda.
Elástico resorte
presto para el salto,
desde el perezoso desmayo
de la siesta ronroneante.
Alberto Girri
La Gatomaquia, de Lope de Vega
Sinopsis.
1. Amantes felices. La bella Zapaquilda y el valiente Marramaquiz se dicenamores
sobre lostejados.
2. Gato forastero se interpone. Llega al lugar el forastero Micifuz, que pronto seduce a
la gata. El amante abandonado enferma de celos y acude a Merlín, quien le manda un
sangrado, pero no mejora. Zapaquilda va a visitarlo y sufre los reproches de su antiguo
amante.
3. Regalos interceptados a palos. Marramaquiz y su criado Maulero espían los
movimientos de su rival. Ve llegar al criado Garraf con regalos para la amada, y lo
atacan.
4. El consejo de los celos. Marramaquiz marcha en busca del sabio Garfiñato quien le
aconseja dar celos a su amada. La elegida para ello es Micilda, hija de un boticario.
Zapaquilda, envidiosa aún sin amarlo, se enoja y lucha con su rival.
5. Declaración, pelea y cárcel. Micifuf ronda a su dama, mientras Marramaquiz los
vigila. Éste reta en duelo con su competidor, pero un alguacil los encarcela. Micilda y
Zapaquilda visitan a los galanes en la cárcel, que son liberados.
6. Petición de mano. Micifuz pide la mano de Zapaquilda a Ferramoto, su padre. Se
conciertan. Maulero informa a su amo de la noticia.
7. Boda y rapto. Llega la ceremonia, con baile previo a la entrada del novio. Irrumpe en
eso Marramaquiz que, cual gatuno Paris, rapta a Zapaquilda, nueva Helena,
encerrándola en una torre. Micifuf promete venganza.
8. Preparativos de la batalla y combate. Marramaquiz intenta convencer a la retenida
para que ceda a su antiguo amor. Micifuf convoca una asamblea para decidir cómo
desquitarse del agravio, y piensan en asaltar el castillo y recuperar así a Zapaquilda.
Comienza la lucha. Interviene Júpiter haciendo que cese del combate.
9. El cerco y el sino. Marramaquiz, desesperado, sale en busca de alimentos para
Zapaquilda y es muerto por un cazador. Micifuf rescata a Zapaquilda. Todo termina con
las bodas de Micifuf y Zapaquilda.
Alejandro Aura
Author Unknown
Gatos bajo el mar
Este poema anónimo se data en el siglo IX. En él, un monje erudito de Leinster se
compara a sí mismo con su gato, "Pangur Bán", y muchos poetas y estudiosos irlandeses
lo consideran como el primer ejemplo de poesía lírica irlandesa. El poema se atribuye a
un discípulo de San Patricio. Es hallado en el margen de un manuscrito de las Epístolas
de San Pablo (n º seg. Xxv. D. 86) en la Abadía de St. Paul at Reichenau, en Carinthia,
Austria.
El escrito inspiró un libro que habla de las aventuras del gato Pangur, quien tras muchos
avatares finalmente termina su viaje en el Castillo de Cashel en Irlanda, manteniéndolo
libre de roedores y donde fue muy querido. Pangur Ban es el gaélico para "pequeño gato
blanco". Además, ha sido traducido por Eileen Power e incluído en "Una miscelánea
medieval" de Judith Herrin.
El gato fluye,
quimérico e inescrutable,
ajeno al tiempo
y dueño del Silencio.
Mefistófeles casero
está tumbado al sol.
Es un gato elegante con gesto de león,
bien educado y bueno,
si bien algo burlón.
Es muy músico; entiende
a Debussy, más no
le gusta Beethoven.
Mi gato paseó
de noche en el teclado,
¡Oh, que satisfacción
de su alma! Debussy
fue un gato filarmónico en su vida anterior.
Este genial francés comprendió la belleza
del acorde gatuno sobre el teclado. Son
acordes modernos de agua turbia de sombra
(yo gato lo entiendo).
Irritan al burgués: ¡Admirable misión!
Francia admira a los gatos. Verlaine fue casi un gato
feo y semicatólico, huraño y juguetón,
que mayaba celeste a una luna invisible,
lamido (?) por las moscas y quemado de alcohol.
Francia quiere a los gatos como España al torero.
Como Rusia a la noche, como China al dragón.
El gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene
el enorme prestigio de haber sido ya Dios.
¿Habéis notado cuando nos mira soñoliento?
Parece que nos dice: la vida es sucesión
de ritmos sexuales. Sexo tiene la luz,
sexo tiene la estrella, sexo tiene la flor.
Y mira derramando su alma verde en la sombra.
Nosotros vemos todos detrás al gran cabrón.
Su espíritu es andrógino de sexos ya marchitos,
languidez femenina y vibrar de varón,
un espíritu raro de inocencia y lujuria,
vejez y juventud casadas con amor.
Son Felipes segundos dogmáticos y altivos,
odian por fiel al perro, por servil al ratón,
admiten las caricias con gesto distinguido
y nos miran con aire sereno y superior.
Me parecen maestros de alta melancolía,
podrían curar tristezas de civilización.
La energía moderna, el tanque y el biplano
avivan en las almas el antiguo dolor.
La vida a cada paso refina las tristezas,
las almas cristalizan y la verdad voló,
un grano de amargura se entierra y da su espiga.
Saben esto los gatos mas bien que el sembrador.
Tienen algo de búhos y de toscas serpientes,
debieron tener alas cuando su creación.
Y hablaran de seguro con aquellos engendros
satánicos que Antonio desde su cueva vio.
Un gato enfurecido es casi Schopenhauer.
Cascarrabias horrible con cara de bribón,
pero siempre los gatos están bien educados
y se dedican graves a tumbarse en el sol.
El hombre es despreciable (dicen ellos), la muerte
llega tarde o temprano ¡Gocemos del calor!
¡Oh gatos estupendos, sed guasones y raros, y tumbaos panza arriba bañándoos en el
sol!
Federico García Lorca
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
Jorge Luis Borges
La Gata (Lawrence Ferlinghetti)
La gata
se lame una pata y
se recuesta
en el hueco de la biblioteca
yace allí
largas horas
imperturbable como una esfinge
luego gira su cabeza
hacia mí
se incorpora
estira su cuerpo
me da la espalda
nuevamente lame su pata
como si el tiempo real
no hubiera pasado
Y no lo ha hecho
y ella es una esfinge
que posee los tiempos del mundo
en el desierto de su tiempo
Ella
sabe dónde mueren las moscas
puede ver fantasmas
en las partículas del aire
percibir sombras
en un rayo de sol
Ella oye
la música de las esferas
los sonidos que transmiten
los cables
en las casas
y también el zumbido
del universo
en el espacio interestelar
pero siempre
prefiere los rincones hogareños
y el ronroneo de la estufa
Oda al gato
Pablo Neruda
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.