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El campo de la filosofía política, así lo creo yo, debe penetrar las apariencias
que envuehen esos debates ideológicos, de tal modo que saque a la luz la cohe-
rencia interna - y también, por supuesto, las posibles incoherencias- de las teo-
rías subyacentes a las posiciones debatidas; eso es lo que diferencia a la filosofía
política de lo que serían concepciones políticas particulares sobre algún tema o
problema específico. Lo que estoy intentando señalar es muy importante: cuando
se discute de filosofía política, realmente no se está discutiendo de política, se
está discutiendo acerca de las concepciones más profundas que subyacen a las
teorías políticas en debate. Esto debe quedar bien claro desde el comienzo:
cuando se debaten teorías de filosofía política no se está discutiendo de políti-
ca, sino de filosofía.
En los últimos 30 años la filosofía política contemporánea ha estado domi-
nada por la discusión de la obra de JOHN RAWLS, autor perteneciente a la tradi-
ción filosófica conocida como "filosofía analítica", más precisamente al último
período de ella, que cs el período no-positivista o post-positivista. Teniendo
eso en cuenta, el campo de la filosofía política, tal y como yo lo voy a delimitar,
está determinado de cierto modo por el referente metodológico de dicha tradi-
ción. Por lo menos ese es el sesgo que tiene mi exposición: el de la filosofía
política post-positivista. Y justifico tal proceder en la relevancia que han teni-
do, y tienen, los trabajos de RAWLS. N O quiero decir con esto que todos los que
discuten la obra rawlsiana sean filósofos analíticos o que pertenezcan a la co-
rriente analítica, de ninguna manera. Lo que quiero decir es que, puesto que
fue la obra de RAWLS la que planteó cl tema de la filosofía política después de
un ostracismo de muchísimos años, sin duda alguna la pertenencia de tal obra
a la tradición analítica ha debido tener cierta influencia en las discusiones con-
temporáneas en filosofía política; aunque es de resaltar que RAWLS mismo no
hace uso del método analítico clásico.
Nuestra pregunta inicial es, lo repito, ;dc qué se ocupa la filosofía política?
Una primera respuesta sería la siguiente: "La filosofía política se ocupa de la
vida política en cuanto dimensión de la existencia humana". Es esa una res-
puesta de estilo filosófico muy clásico, una formulación tan general que parece
poco útil intentar algún desarrollo teórico a partir de ella. No estoy diciendo
que tal respuesta sea falsa; digo que, desde el punto de vista teórico, tal como
está formulada es poco práctica. Así las cosas, voy a tratar de precisarla, alu-
diendo a los fenómenos que aparecen como característicos de esa "vida políti-
ca". Se trata de fenómenos como el Estado, el derecho, la ley, las comunidades
políticas, los partidos, la guerra, etc. Si consideramos que es útil trabajar con
estos fenómenos es porque suponemos que tenemos a nuestra disposición he-
rramientas conceptuales que los hacen inteligibles, categorías con las cuales
J u a n José Boten,
caso de los juicios valorativos es distinto, dado que ellos no describen ninguna
situación fáctica, de modo que en tal caso no hay lugar para establecer verdad o
falsedad -al menos no si uno quiere usar los términos "verdad" y "falsedad"
en su sentido habitual.
La especificidad de los juicios éticos se puede ver más claramente si se
examina el contraste entre los siguientes enunciados:
i. El Estado debe reducir las injusticias sociales.
2. El Estado debe otorgar subsidios de desempleo si se quiere reducir el
número de indigentes.
i El enunciado es claramente normativo, y por lo tanto pertenece a la ética;
mientras que el enunciado 2 es, en cambio, descriptivo, y puede pertenecer, por
ejemplo, al ámbito de la macroeconomía. Fijémonos en qué es lo que diferen-
cia uno del otro. Ambos tienen la misma forma gramatical e incluso se sirven
del mismo verbo, "debe", ¿cuál es, entonces, la diferencia? Para responder a
esta cuestión voy a hacer uso de una distinción que establece KANT (aunque en
estricto sentido no es la misma distinción, o, mejor, KANT no la aplicaría como
yo lo voy a hacer). 1 y 2 son del mismo tipo en el sentido en que ambos son lo
que KANT llamaba enunciados imperativos. Ahora, como es bien sabido, KANT
distinguió dos clases de imperativos: por un lado los llamados imperativos hipo-
téticos y por el otro los categóricos. En los imperativos hipotéticos, tales como el
enunciado 2, el verbo "debe" es una especie de condicional. Dichos enuncia-
dos establecen cuáles son los medios más apropiados para conseguir determi-
nado fin, sobre el cual ya hay un acuerdo previo: si el Estado quiere reducir el
número de indigente,s una buena política sería establecer el subsidio de des-
empleo, de esa manera evitaría que los desempleados se convirtieran en
indigentes. En cambio, los imperativos categóricos son, por excelencia, enun-
ciados normativos incondicionados, pues en ellos el "debe" no tiene condicio-
nes sino que tiene fuerza de autoridad. En otras palabras, dichos enunciados no
son requisito para nada, no son un medio para alcanzar cierto fin. Considérese,
por ejemplo, el enunciado 1: el Estado debe reducir las injusticias sociales por-
que ello hace parte de los fines para los que fue creado, no para lograr otra cosa,
no como condición para obtener algo más. Enunciados como ese son por exce-
lencia los enunciados normativos. En cambio, los enunciados hipotéticos, repi-
to, sólo parecen normativos por el uso del verbo "debe"; pero en realidad
pertenecen al tipo de enunciados que pueden ser catalogados como verdaderos
o falsos, es decir, a los enunciados descriptivos. De hecho, es posible que la
mejor política para reducir el número de indigentes no sea establecer un subsi-
dio de desempleo: claramente este enunciado puede ser verdadero o falso,
Por otra parte puede presentarse el caso contrario, es decir, el de enuncia-
dos normativos que parecen descriptivos, por ejemplo:
20 Una introducción a la filosofía política
B. LA TE O RÍA DE LA JUSTICIA
C O \I O EJE DE LA FIL O S O F í A POLÍTICA
Teoría de la justicia
Filosofía política
1 Cfr. ARNSPF.RGER A V W PARIJS. Ethique économique cl sociale. Paris, Edit. La Découverte, 2000
L ua introducción a la filosofía política
La ética económica y la ética social, como vemos, forman entre sí una inter-
sección, y este cruce entre ambas resulta ser el objeto teórico de la filosofía
política. Y dentro del ámbito del que se ocupa la filosofía política, a su vez, hay
un núcleo llamado "teoría de la justicia".
Por supuesto, alguien podría decir: "En efecto, el tema de la justicia es muy
importante, pero, ¿acaso el concepto ético básico no era el concepto de bien}
¿Qué pasó con tal concepto? ¿Por qué, en lugar de plantear la pregunta en
términos de lo que hace justa a una sociedad, no preferimos más bien plantear-
la en términos de lo que la hace buena:". Yo creo que, en filosofía política, es
posible y legítimo un desarrollo teórico acerca de la naturaleza de una sociedad
buena. No obstante, creo también que antes de embarcarse en un proyecto como
ese hay que responder algunas preguntas claves, la primera de las cuales cs si
disponemos de las herramientas conceptuales que nos permitirán llevar a cabo
tal empresa con rigor y buenos resultados -téngase en cuenta que se trata de
un desarrollo conceptual del que se esperan profundas consecuencias tanto
para la filosofía política como para la realidad social—. Por otra parte, una se-
gunda pregunta sería si realmente es esa la tarea más importante para la filoso-
fía política. Por mi parte, he venido sugiriendo que el tema esencial de la filosofía
política es la justicia, y que tenemos más y mejores herramientas para abordar
este tema que las que tenemos para trabajar la cuestión del bien. Para justificar
esta sugerencia debo hacer un rodeo, el cual, de paso, me dará la oportunidad
de caracterizar los dos enfoques básicos de filosofía política con que se ha tra-
bajado y se trabaja hoy en día.
A. EL ENFOQUE CLÁSICO
B. EL ENFOQUE LIBERAL
Me sirvo de ARISEIV! i a i s como paradigma de! enfoque clásico con e! objeto de mostrar que éste es
"clásico" en el sentido de que se remonta a una extensa y reconocidísima tradición de pensamiento
político, no en cl sentido de que resulte vetusto, anticuado o anacrónico. Incluso hoy en dia pueden
encontrarse rasgos de claro cuño aristotélico en los desarrollos comunitaristas en filosofía política. De
hecho, algunos filósofos de dicha corriente se reclaman expresamente de esa herencia
fuan José Bolero
El liberalismo sostiene la prioridad tanto analítica como normativa del desarrollo del ser
humano, tomado individualmente, sobre el desarrollo del Estado, la nación o cl grupo
religioso [...] prioridad analítica, porque esas unidades en realidad no borran la realidad
separada de las vidas individuales; y prioridad normativa, porque el reconocimiento de
esa separación [del individuo respecto de las organizaciones sociales] se sostiene como
un hecho fundamental de la ética |es decir, sobre ello no se discute], la cual reconoce cada
entidad separada como un fin y no como un medio para los fines de otros4.
Vi. NUSSHAUM. Sex and Social Juslice, New York, Oxford University Press, p. 64.
26 l na introducción a la filosofía política
5 1 lov en día la teoría del contrato social constituye el núcleo central de los debates acerca de la justicia,
principalmente -como ya se ha señalado varias veces- a partir de la visión contractualista rawlsiana;
pero tal tema será abordado ampliamente por otros autores en este libro.
6 Algunos liberales, por ejemplo JOHN STI ARE MIEL, piensan incluso que esa cs la única libertad que
merece llamarse tal
2S t na introducción a la filosofía política
/ La palabra 'Tolerancia" no me gusta mucho, porque es un concepto muy engañoso; parece ser un con-
cepto positivo pero en realidad resulta incluso peligroso: supone aceptar otros modos de vida condi-
cionadamente, sólo hasta cierto punto, sólo por pura benevolencia.
S R. NOZK K. tnaicliy. State and l lupia. Ne» York, Basic Books, p. 4.
J u a n José Bolero 20,
Hice este paseo por los dos enfoques principales de la filosofía política para
poder responder un par de preguntas; ¿cuál es el enfoque preferible? Y, ¿por
qué la filosofía política debe responder a la pregunta "qué es una sociedad
justa" más bien que a la pregunta "qué es una sociedad buena"? De la forma
como hemos caracterizado cada una de las dos perspectivas de la filosofía polí-
tica se puede llegar a cierta conclusión que para mí constituye una respuesta
válida a dichas preguntas. El argumento es el siguiente: en las sociedades con-
temporáneas es un hecho que a cada persona, a cada organización social, se le
reconoce la posibilidad de determinar lo que es valioso e importante para su
propia existencia. Ahora bien, dado que existen, o pueden existir en principio,
tantas concepciones de vida buena como individuos hay, sería imposible lograr
que coexistieran "pacíficamente" todos esos ideales de vida buena sin un mar-
co de condiciones institucionales propicias. Esas condiciones institucionales
deben ser determinadas, sin embargo, colectivamente, pues hoy en día no se
puede hacer, no se hace y no se debería hacer de otra manera. Pero, para que
sean aceptadas por la colectividad, tienen que ser condiciones justas. Este ar-
gumento, así lo creo yo, responde a la pregunta de por qué el tema de la filoso-
fía política es el tema de la sociedad justa y no el de la sociedad buena. Para
expresarlo en otros términos, en la situación histórica actual la tarea de caracte-
rizar lo que es una sociedad justa aparece como la más importante cuestión
para la filosofía política porque, de hecho, hay que garantizar la coexistencia de
muchas y muy diversas opciones de vida buena. Para ello se requiere un marco
institucional que sea aceptado por todos, y la única manera de lograr semejante
nivel de consentimiento es que dicho marco sea probadamente justo.
Si esto no ha bastado tengo aún otro argumento: las instituciones que se
determinan colectivamente tienen que ser percibidas como equitativas por gente
que tiene concepciones muy diversas (a menudo radicalmente diferentes) de la
vida buena. Eso exige que tales instituciones estén justificadas mediante argu-
mentos. Pero, en mi opinión, ante semejante variedad de concepciones de vida
buena las restricciones a las argumentaciones posibles son tan fuertes que es
viable encontrar un argumento para hacer aceptables como justas tales institu-
ciones. La argumentación acerca de los contenidos de la justicia es, pues, viable
en una sociedad tal; al menos mucho más viable que una argumentaciém con-
vincente en favor de una determinada caracterización de la vida buena. En
efecto, si hay tantas concepciones diferentes de vida buena como suponemos,
entonces habrá infinidad de argumentaciones contrarias entre sí sobre ese punto,
de modo que será altamente improbable llegar a un acuerdo sobre cuál de ellas
es la correcta. Esa me parece otra buena razón para que la filosofía política se
centre en el concepto de justicia y para que la teoría de la justicia ocupe un
lugar tan importante en la filosofía política.
í na introducción a la filosofía política
BIBLIOGRAFÍA
ARNSPERGLR, CRISTIAN y PHILIPPE VAN PARIJS. Ethique économique et sociale, Paris, Edit. La
Découverte, 2000.
NUSSBAUM, Al. Sex and Social Justice, New York, Oxford University Press,