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El Embarazo en adolescentes, cada vez más frecuente en países en desarrollo, es considerado como un
problema prioritario en salud pública debido a su alto riesgo : bajo peso al nacer, prematurez y un alto
riesgo de muerte y enfermedad materna.
Las dificultades son numerosas, a corto y a largo plazo: el adolescente es frágil y se vuelve más frágil aun
por el embarazo.
los embarazos seguidos y demasiado precoces constituyen un factor de alto riesgo y la joven madre tiene
pocas probabilidades de llegar a formar un día una familia estable.
Actualmente las niñas inician su actividad sexual entre los 12 y los 14 años de edad,
situación que resulta preocupante, porque a pesar de saber que existen los métodos
anticonceptivos, no los utilizan.
Mas que por razones de inmadurez biológica o psicológica de la joven adolescente, la muchacha puede
concebir un hijo y darlo a luz, pero no esta preparada por una educación, una madurez social y una
autonomía suficientes para criarlo sin dificultad.
Una muestra real de todo lo anterior es la reacción de padre y madre al enterarse del embarazo de la hija.
Hay poca comprensión y ayuda afectuosa. Lo que primero acude al ánimo de los padres no es tanto que
ocurre con su hija sino que va ocurrirles a ellos. Esta herida paterna profunda da lugar enseguida a
severos e irracionales reproches. Ante esto la joven se siente sola para asumir el conflicto y con una gran
carga de culpabilidad
Consecuencias
“La adolescente embarazada tiene más riesgos de sufrir un aborto, porque su anatomía aún no
esta bien desarrollada, por lo tanto se puede presentar una pérdida del feto que pone en riesgo
la vida de la madre”,
por su inmadurez, las jóvenes tienden a ser promiscuas, lo que trae como consecuencia el
contagio de enfermedades de transmisión sexual, que en el caso de las embarazadas puede
producir un rompimiento de la membrana que recubre el feto y generar un aborto.
Se ha demostrado que la mayor parte de las adolescentes que quedan embarazadas son hijas de
mujeres que también pasaron por la misma situación
Los bebes de madres adolescentes tiene una alta tasa de mortalidad al igual que pueden
experimentar mal formaciones congénitas, problemas de desarrollo
A Lina Medina le creció tanto el vientre que su madre la llevó con chamanes. Ellos creían
que tenía una culebra dentro. Se la habría metido Apu, un espíritu inca. La sometieron a
diversos ritos. Hasta que desistieron porque su barriga seguía aumentando. Tiburcio
Medina, su padre, la llevó al centro médico más cercano. Fueron 70 kilómetros de caminata
desde Antacancha, un pobre poblado de Huancavelica, a la ciudad de Pisco. El doctor
Gerardo Lozada la auscultó pensando que era un inmenso tumor.
«Es un bebé de ocho meses», terminó gritando el médico a Tiburcio. Llamó luego a la
policía y encarcelaron al padre como único sospechoso. A los cinco años, siete meses y 21
días, Lina Medina se convirtió en madre. Era el 14 de mayo de 1939, día de la madre en el
país. Y con, 2,7 kilos de peso y 48 centímetros de estatura, Gerardo Medina vino a este
mundo.
Gerardo, el Hijo del Sol, el milagro, el «niño de la madre más joven de todos los tiempos»,
murió a los 40 años. Lina Medina ha permanecido escondida desde su niñez. Sin romper un
silencio que ha mantenido por 67 años. Nunca se descubrió quién era el padre de Gerardo.
El expediente por la violación de Lina se cerró por falta de pruebas.
Muchos años después, el doctor Juan Falen, endocrinólogo adscripto al Instituto de Salud
del Niño, explicó este hecho a la agencia inglesa Reuter de la siguiente manera: “La
pubertad precoz de Lina le desarrolló antes de tiempo los caracteres sexuales y la
capacidad de reproducción, pero mental y cronológicamente continuó teniendo la misma
edad. Por eso es que chicos como ella son a menudo víctimas de abusos sexuales”.
Lina, quien se casó a la edad de 33 años y tuvo otro hijo en 1972, reside actualmente junto a
su esposo Raúl Jurado en un miserable suburbio de Lima conocido por su alta peligrosidad
como Pequeña Chicago. En la década de los años 80 del pasado siglo las autoridades
locales derribaron con buldózeres su casa para construir por allí una autopista. No le
pagaron ni un solo centavo de indemnización. Su primogénito Gerardo, por su parte, creció
creyendo que Lina era su hermana. Hasta que, al cumplir 10 años, descubrió la verdad.
Falleció de una rara enfermedad en la médula ósea en 1979. Pero no se ha establecido que
su mal guarde relación con las extraordinarias circunstancias de su nacimiento en 1939.
Acosada por los periodistas, Lina, según su marido, “creció prudente e introvertida”. Su
ostracismo de niña devenida madre fue consecuencia de una época en la que la virginidad
era un contenido importante de la moral. “Llegaron a decir que Lina era otra Virgen María
que concibió sin cometer pecado original por obra y gracia del Espíritu Santo. Todavía hoy
en el pueblo de Antacancha creen que Gerardo fue hijo del Sol. Así, Lina vivió desgarrada
entre dos extremos, porque su caso pasó de ser un milagro a un tema prohibido. En otro
siglo, seguro la hubieran quemado o convertido en santa a la fuerza, pues en su época por
poco y la lucen en un circo", refirió en un libro el neuropsicólogo Artidoro Cáceres, quien
descubrió que la historia clínica de la niña y una tesis universitaria elaborada en 1942 sobre
su excepcional caso habían desaparecido.
Han transcurrido casi 70 años del parto de la madre más joven de la historia y todavía se
desconoce quién fue la persona que la violó. "Para mí eso no es lo más importante -le dijo
recientemente a un reportero del periódico nicaragüense El Nuevo Diario el ginecólogo José
Sandoval-. Se trata, simplemente, de un accidente estadístico que hace extremadamente
raro su caso de pubertad precoz. Y a eso súmele el hecho de una violación que la embarazó
justo cuando la pequeña estaba ovulando".
En fin, hasta que alguien no haga trizas su récord de maternidad precoz a los cinco años,
siete meses y 21 días –en lo personal dudo que algún día se consiga-, la peruana Lina
Medina continuará siendo la madre más joven del mundo.