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HOMILÍA DEL II DOMINGO DE ADVIENTO

CICLO B
6 DE DICIEMBRE 2020

«Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos» (Mc 1, 4)

ADVIENTO ES TIEMPO DE PREPARACION


Como Iglesia estamos celebrando el II domingo del tiempo de Adviento, y con este, damos
un paso más en el itinerario para llegar a la celebración de unos de los más grandes misterios de
nuestra fe, el nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador. El mensaje central de las lecturas de este
domingo es: el Reino de Dios que ya viene en la persona de Jesús que con el poder de su amor nos
libra de toda esclavitud. Sin embargo, para que esta liberación sea efectiva en nosotros será
necesario preparar el camino al Señor, así como lo grita la voz en el desierto, y esta preparación
implicará llevar una vida con la que podamos dar testimonio de nuestra esperanza.

PREPAREN UN CAMINO AL SEÑOR


El profeta Isaías, quien nos acompaña desde el inicio de este tiempo litúrgico, nos
recuerda el anuncio de consuelo de parte del Señor a su pueblo que se encontraba exiliado en
Babilonia. Esta profecía de consuelo y esperanza tiene como fundamento la acción creadora y
redentora del único Dios a favor de su pueblo, así mismo nos revela que el Señor extiende un
designio de salvación no solo para Israel, sino de modo universal a través de su palabra, que es
fecunda ya que siempre realiza lo que anuncia. Así pues, descubrimos que la misión del profeta es
preparar un camino, suscitar una actitud en sus oyentes que permita al Señor ir a su encuentro.

En este tiempo es propicio disponernos para vivir la alegría espiritual que surge de nuestra fe en
Dios que nos ama y nos habla al corazón, ofreciéndonos su consuelo en medio de las situaciones
difíciles. Él mismo en persona vino en el pasado, sigue viniendo ahora y vendrá al final de los
tiempos para liberar a todo ser humano dispuesto a recibirlo de todo cuanto le impide ser
verdaderamente feliz.

ESPEREMOS CIELO NUEVO Y TIERRA NUEVA


Por otra parte, los primeros cristianos fueron descubriendo que la llamada «venida
gloriosa del Señor» es decir, -el retorno futuro de Jesús resucitado- no sucedería tan pronto como
ellos lo habían pensado en un principio. Por ello la segunda carta de Pedro, emplea imágenes
apocalípticas, referente a la revelación definitiva de Dios al final de los tiempos, no para intimidar
a los creyentes sino precisamente para resaltar que los tiempos y el modo de actuar de Dios no
son iguales a los nuestros; Dios no se ha retrasado en el cumplimiento de sus promesas, sino que
actúa con paciencia frente a la maldad del ser humano, ya que como no quiere que nadie perezca,
sino que todos se conviertan, su paciencia, que es fruto de su misericordia, prolonga la posibilidad
de conversión. Por eso mismo Pedro exhorta a los creyentes a una esperanza activa, ya que, si
todo está llamado a transformarse en «un cielo nuevo y una tierra nueva, en donde habite la
justicia», tal esperanza activa consiste en «procurar llevar una conducta con la cual Dios nos
encuentre dignos de participar de la nueva creación, sin mancha ni reproche y en paz con Él, en el
día de la venida del Señor».

ALLANEN LOS SENDEROS AL SEÑOR


El evangelista Marcos, por su parte se propone comunicarnos el núcleo de la fe cristina:
«Jesús de Nazaret es la Buena Notica de Dios». Y lo hace por boca de Juan el Bautista, el precursor
de Jesús y modelo de preparación en el Adviento. El profeta ve e interpreta los signos de lo que
está pasando, percibe el cumplimiento de la promesa de Dios de enviarnos al Mesías, por tanto, se
dispone a acogerlo con un cambio en su estilo de vida e invita a sus contemporáneos a preparar el
camino del Señor que llega. El camino que el Bautista nos invita a preparar consiste básicamente
en reconocer que necesitamos ser liberados de todo tipo de esclavitud, empezando por la de
nuestro propio egoísmo, la de nuestros apegos o afectos desordenados que nos atan y nos
impiden llevar una vida rectamente orientada al advenimiento del «Reino de Dios» mediante el
cumplimiento de su voluntad. Se trata pues de remover los obstáculos con los cuales podemos
estarle cerrando el camino al Señor.

El Adviento es espera confiada, es anuncio de la llegada del Señor, es misión. Por ello la
misión del cristiano es aquí y ahora la misma que la de Juan: anunciar con voz clara y con una vida
transparente que el Padre, por su Mesías, nos otorga su vida, nos hace sus hijos y nos regala la
condición de hermanos al servicio de la humanidad. Por tal motivo, dispongámonos durante este
tiempo de Adviento, a preparar el camino del Señor para que en la Navidad llegue la presencia
liberadora de Jesús a nuestras vidas, a nuestros hogares, a nuestros lugares de trabajo, a nuestro
país y nuestros pueblos. Por eso en esta semana estamos invitados a acercarnos al sacramento de
la reconciliación y a vivir nuestro bautismo. Por lo que cabe preguntarnos, en este momento de mi
vida ¿qué es lo que debo cambiar? ¿Qué obstáculos debo quitar para retomar el camino del
Señor?

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