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C 02 - Epidemiología del Síndrome Metabólico

Prof. Jorge Lerman

Prevalencia.

Desde el momento en que se concibió la hipótesis acerca de la existencia del síndrome


metabólico (SM), se efectuaron numerosos estudios epidemiológicos en diversas comunidades y
grupos demográficos.

Una de las recopilaciones más extensas es la efectuada por Cameron y col, quienes
publicaron una detallada revisión de la prevalencia del SM en diferentes comunidades del mundo
(1). Las series difieren en cuanto a diseño del estudio, selección de la población, criterio de
definición utilizado y estructura de la muestra en cuanto a sexo y edad. A pesar de que estas
divergencias dificultan las comparaciones, se pueden rescatar algunas inferencias. Las variaciones
son amplias: la prevalencia de SM en los varones oscila entre 8% en la India y de 24% en EEUU, y
en las mujeres entre 7% en Francia y 43% en Irán. A pesar de los cuestionamientos metodológicos
mencionados, también factores biológicos tales como la constitución genética que condiciona
características metabólicas, estilos de vida, alimentación y grado de sedentarismo seguramente
influyen en estas diferencias.

De los relevamientos publicados, el del Third National Health and Nutrition Examination
Survey (NHANES III) es uno de los que aportan mayor cantidad de información respecto de la
prevalencia del SM en subgrupos demográficos (2). En este importante estudio efectuado entre
1988 y 1994, se encuestaron 8814 varones y mujeres considerados como una muestra
representativa del total de la población estadounidense mayor de 20 años. En el conjunto de la
población se observó un 23.7% de individuos con SM evaluado según el criterio del Third Report
of the National Cholesterol Educational Program Expert Panel on Detection, Evaluation and
Treatment of High Blood Cholesterol in Adults (ATP III), pero la prevalencia dependió
fuertemente de la edad: fue de 6.7% en la década de los 20 años y 43.5% en los mayores de 60
años. Otro poderoso determinante de la prevalencia fue el origen étnico: entre los norteamericanos
de origen hispano fue del 31.9%, contra 23.8% de los caucásicos, 21.6% de los afro americanos y

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20.3% del resto (por ejemplo orientales o nativos americanos). El grupo que mas frecuentemente
demostró SM fue el de las mujeres hispánicas: 35.6% y el que menos lo tuvo el de los varones afro
americanos: 16.4%. En el grupo total no se observaron diferencias entre ambos sexos, pero si las
hubo dentro de los grupos étnicos: las mujeres hispanas y afro americanas tenían una frecuencia
sustancialmente superior de SM, respectivamente, que los varones del mismo grupo étnico (Figura
1). Dada la epidemia de obesidad, que en la población norteamericana registra un sostenido
aumento de hasta el 60% desde 1991 (3), se presume que la prevalencia de SM es actualmente
mayor que la publicada en el estudio del NHANES III efectuado hace una década (2). De los 5
componentes de la definición del ATP III, en el sexo masculino el orden de frecuencia fue: a)
hipertensión, b) colesterol HDL bajo, c) hipertrigliceridemia, d) obesidad abdominal y e)
hiperglucemia, mientras que en el femenino el orden fue: a) obesidad abdominal, b) colesterol
HDL bajo, c) hipertensión, d) hipertrigliceridemia y e) hiperglucemia, aunque también en este
aspecto se comprobaron sustanciales diferencias entre los grupos étnicos (2).

Figura 1. Prevalencia del síndrome metabólico según los grupos étnicos. Adaptada de Ford y col (2).

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En Europa se han llevado a cabo estudios que muestran variaciones aun dentro del mismo
continente, pero la constante es el progresivo aumento de la prevalencia del SM con la edad y la
mayor frecuencia en el sexo masculino que en el femenino para cada grupo etario (4). Cuando se
comparan los resultados utilizando las diferentes definiciones del SM, el criterio de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra una frecuencia mayor que el del European
Group for the Study of Insulin Resistance (EGIR) (4), y que el del ATP III, pero estos dos últimos
criterios presentan prevalencias similares (5). En las poblaciones asiáticas se observa una baja
prevalencia de SM: 6% en Japón y 12% en Mongolia (6). Además de las profundas diferencias en
estilos de vida y alimentación, esto debe atribuirse también a diferencias antropométricas entre las
diferentes razas, particularmente en lo que se refiere a valores pondo estaturales y circunferencia
abdominal. Estas observaciones han motivado la consideración de incluir diferentes umbrales de
corte para los componentes del SM, que probablemente se incluyan en futuros consensos.

El estudio holandés SMART analizó 1117 pacientes (79% varones) con diferentes
localizaciones clínicas de ateroesclerosis y edad media de 60 años. En esta población, la
prevalencia del SM definido según los criterios del ATP III fue del 46%, y estaba presente en el
58% de pacientes con arteriopatía periférica, 47% con aneurisma de la aorta abdominal, 43% con
enfermedad cerebrovascular y 41% con cardiopatía isquémica. De los cinco componentes del SM,
los más frecuentes fueron la hipertensión arterial, el colesterol HDL bajo y la hipertrigliceridemia
(7). En el Hospital de Clínicas de Buenos Aires nos interesó dilucidar cuál es la prevalencia del
SM en una población hospitalaria. El propósito del estudio no fue realizar un relevamiento
comunitario sino establecer las características epidemiológicas de los pacientes que un cardiólogo
enfrenta en su práctica diaria en lo que se refiere al SM. Con ese objeto analizamos 1220 pacientes
consecutivos que concurrieron al consultorio externo de Cardiología. En este grupo, cuya edad
media fue de 60 años y estaba compuesto por un 57% de varones, la prevalencia de SM según la
definición del ATP III fue de 39% en el sexo masculino y 20% en el femenino (p<0.0001). Los dos
componentes más frecuentes fueron la hipertensión arterial y la obesidad en ambos sexos. Entre los
varones, el orden siguiente fue: colesterol HDL bajo, hipertrigliceridemia e hiperglucemia,
mientras que en las mujeres fue: hipertrigliceridemia, hiperglucemia y colesterol HDL bajo (8).

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Asimismo nos interesó también cuál era el valor propio individual de cada uno de los componentes
del SM para predecir cardiopatía isquémica en esa población. En este sentido, diferentes
definiciones por lo general no individualizan el peso específico de cada uno, sino que solo
consideran su presencia o ausencia asumiendo que todos ellos poseen un valor equivalente. En el
estudio del Hospital de Clínicas, el orden fue: colesterol HDL, hipertrigliceridemia, hiperglucemia,
obesidad e hipertensión en el sexo masculino, mientras que en el femenino fue: colesterol HDL,
hiperglucemia, obesidad, hipertrigliceridemia e hipertensión (9).

Un problema altamente preocupante es el creciente incremento del SM en los niños y


adolescentes, que corre paralelo al aumento de la obesidad en ese grupo poblacional. Weiss y col.
observaron la presencia de SM en hasta un 50% de los jóvenes y adolescentes obesos. Estos
autores concluyen que existe un continuo incremento de SM por cada unidad de aumento del
índice de masa corporal y de la resistencia a la insulina evaluada por el método HOMA (10).
Asimismo comprobaron aumento de la concentración de proteína C reactiva y disminución de
adiponectina (una citoquina anti inflamatoria que aumenta la sensibilidad a la insulina) asociados a
sobrepeso y obesidad en estos niños. La creciente epidemia de obesidad y síndrome metabólico
tiene como causas primordiales los desfavorables cambios en el estilo de vida de los adolescentes
que habitan principalmente las áreas urbanas en relación con el sedentarismo, la sobrealimentación
con dietas ricas en grasas saturadas y carbohidratos simples fácilmente absorbibles y el censurable
hábito del uso abusivo de la televisión y las computadoras.

Valor predictivo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo II.

Sea cual fuese el criterio o la definición utilizada, la presencia del SM aumenta


significativamente el riesgo de padecer enfermedad vascular ateroesclerótica. Existen numerosas
publicaciones que documentan este hecho de una manera convincente. En el estudio Botnia,
llevado a cabo en adultos de Suecia y Finlandia, la prevalencia de SM según la definición de la
OMS fue de 15%, 64% y 84% entre los varones con glucemia en ayunas normal, intolerancia a la
glucosa ó diabetes tipo II, respectivamente. Las mujeres mostraron prevalencias significativamente
menores para cada una de las tres categorías. El riesgo de desarrollar cardiopatía isquémica ó
accidente cerebrovascular al cabo de unos 7 años de seguimiento fue 3 veces mayor (p < 0.001) y

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la mortalidad cardiovascular fue 6 veces mayor (p < 0.001) en los pacientes con SM. De los
componentes del SM, la microalbuminuria fue la mas poderosa predictora de mortalidad
cardiovascular (11). El estudio Kuopio es otro gran proyecto finlandés que siguió varones entre 42
y 60 años libres de diabetes o enfermedad cardiovascular durante aproximadamente 11 años. Se
comparó el pronóstico de los individuos con y sin SM, y se comprobó que los que eran portadores
del síndrome al ingreso sufrieron más mortalidad coronaria (RR: 3.77), mortalidad cardiovascular
(RR: 3.55) y mortalidad global (RR: 2.43) (12). El estudio “Atherosclerosis Risk in Communities”
(ARIC), llevado a cabo en 4 estados de los EEUU siguió 12.089 individuos durante un promedio
de 11 años. El SM según la definición del ATP III estaba presente en alrededor de la cuarta parte
de la población, equilibradamente distribuido en ambos sexos. Los varones y las mujeres con SM
tuvieron 1.5 y 2.0 veces más riesgo de padecer cardiopatía isquémica que los controles, aún luego
de ajustar los resultados para edad, tabaquismo y colesterol LDL, y los predictores más poderosos
fueron la hipertensión y el colesterol HDL bajo (13). Otros importantes estudios analizaron la
incidencia de eventos cardiovasculares a mediano y largo plazo en base a la existencia inicial de
elementos sugestivos directa ó indirectamente de resistencia a la insulina, considerada como la
base etiológica y fisioipatológica primordial del SM (hiperglucenia en ayunas, curva de tolerancia
a la glucosa patológica, hiperinsulinemia o alteraciones en la relación glucemia/insulinemia como
el HOMA). Algunos de ellos son el “Paris Prospective Study” (14), el “Helsinki Policemen Study”
(15) y el “DECODE” (16), que invariablemente mostraron resultados en la misma dirección que
los mencionados anteriormente.

También existe considerable evidencia que demuestra el poderoso poder predictivo de


diabetes que posee el SM con cualquiera de sus definiciones. Investigadores finlandeses de la
Universidad de Kuopio siguieron durante 4 años a 1005 varones adultos y comprobaron que tanto
el criterio de la OMS como el del ATP III fueron altamente predictivos del desarrollo de diabetes
mellitus tipo II, con “odds ratios” de 5.0 a 8.8 (17). En el “San Antonio Heart Study” (1734
participantes seguidos entre 7 y 8 años) el “odds ratio” fue de 3.3 (18) y en otra reciente
publicación norteamericana que comparó varios criterios de SM y de resistencia a la insulina en
822 sujetos controlados prospectivamente durante alrededor de 5 años, los “odds ratio” oscilaron
entre 3.4 y 5.4 (19).

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Conclusiones.

En la tabla que sigue se exponen las conclusiones respecto a los aspectos epidemiológicos
del Síndrome Metabólico.

 El síndrome metabólico es una entidad frecuente, que afecta aproximadamente a un


quinto o un cuarto de la población occidental de raza blanca.
 Su prevalencia aumenta progresivamente con la edad.
 Actualmente está creciendo su frecuencia en la niñez y la adolescencia.
 Ofrece amplias variaciones en distintas comunidades y grupos étnicos, por diferencias
en la genética, alimentación, estilo de vida y grado de actividad física.
 Su presencia incrementa dos a tres veces el riesgo de padecer enfermedad
ateroesclerótica y más de cinco veces el de padecer diabetes tipo II.

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