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LA VISIÓN CRÍTICA DE LA REALIDAD.

MIGUEL DELIBES

Delibes es un hombre caracterizado por la fidelidad a sus ideas y su apego a su tierra castellana. Sus preocupaciones son
tres: Castilla y la situación del campo castellano; el progreso y las consecuencias negativas que puede tener para la
naturaleza y para el hombre; la dignidad y libertad humanas.
Cuando en sus novelas deja constancia de una situación, denuncia todo lo que según su concepción del mundo, puede ser
mejorado. La visión crítica -que aumenta progresivamente a medida que avanza su carrera- alude sobre todo a los excesos y
violencias de la vida urbana.
Su visión crítica de la realidad se proyecta especialmente en tres ejes: crítica social, ecológica y política.

Crítica social.
Especialmente en Las ratas, El disputado voto del señor Cayo y Los santos inocentes. En estas novelas, sobre todo en las dos
primeras, la crítica social se mezcla con la crítica ecológica.
En Las ratas se denuncia el abandono del campo español, la miseria y las calamidades a las que están expuestos los habitantes de
esa Castilla rural cuya agricultura apenas ha evolucionado durante siglos. La dureza de la vida del campo se cuenta con exaltación,
desde la sublimación de saber vivir de acorde con la naturaleza. En El disputado voto del señor Cayo la crítica social se une a una
reivindicación del mundo ecológico. Al señor Cayo la tierra y sus manos, el conocimiento íntimo de la naturaleza que le ha conferido
la experiencia, le sirven para que tenga colmadas todas sus necesidades a pesar de vivir ajeno a la sociedad, especialmente la de
consumo, que viene representada en la novela por los forasteros.
En Los santos inocentes, la crítica social alcanza su punto máximo. Se denuncia la situación de los oprimidos explicitada en una
familia que forma parte, como la tierra, de la hacienda de unos terratenientes. Delibes se solidariza con los desfavorecidos y
marginados.
Novelas como Diario de un jubilado o Cartas de un sexagenario voluptuoso son una crítica sobre usos, costumbres y modas que
imperan en la sociedad actual. La ironía es el recurso básico para expresar su escepticismo con la realidad.

Crítica política.
Parábola de un náufrago es un alegato contra los regímenes dictatoriales que anulan la voluntad del ser humano. Es más bien una
crítica intelectual y abstracta, se crea una distancia entre lo denunciado y el lector, por lo que es incapaz de mover las conciencias.
En Cinco horas con Mario la crítica política aparece disfrazada de crítica social. Es la historia de un desacuerdo matrimonial que deja
entrever el enfrentamiento entre las dos Españas: Carmen representa la ortodoxia de la España oficial, mientras que Mario es un
intelectual provinciano, católico progresista y demócrata.
377A, madera de héroe critica a la inutilidad de las ideas políticas, porque tanto las del padre como las del hijo no conducen más que
a la muerte y la destrucción. Se adentra en la Guerra Civil analizando las causas, años previos y desarrollo del conflicto.
También aparece la crítica contra la conducta del ser humano, sobre todo de cómo las relaciones sociales se ven afectadas por el
egoísmo (La hoja roja y Aún es de día)
Una mirada crítica al mundo de la educación es El príncipe destronado , aunque también hay solapada una crítica al régimen
franquista, a la pobreza y a la falta de cultura.

Novelas en las que no aparece crítica:


Una obra en la que no aparece crítica es La sombra del ciprés es alargada; se aprecia una concepción fatalista y pesimista del mundo,
pero sin crítica.
En Mi idolatrado hijo Sisí no hay crítica de las ideas políticas, sino análisis de conducta, basado en el egoísmo del protagonista
Cecilio y su hijo Sisí.
Diario de un cazador y Diario de un emigrante son novelas testimoniales en las que predomina la descripción de la realidad, la
experiencia del protagonista, Lorenzo: sus deseos, desengaños, su trabajo, relaciones….
El camino es un mosaico, en gran medida idealizado, de la vida rural.
Señora de rojo sobre fondo gris es una narración sentimental en la que se reivindica la felicidad derivada del amor.
En Las guerras de nuestros antepasados asoma una tibia crítica contra la inutilidad de las guerras, especialmente en el escepticismo
que muestra Pacífico Pérez.

EL ESTILO
En la mayor parte de sus obras Delibes mantiene un estilo diáfano, al alcance de cualquier lector. Eso no significa que su prosa sea
descuidada; todo lo contrario: es fruto de una depurada elaboración, incluso cuando parece más sencilla. Él mismo reconocerá que,
absorbido por los conflictos existenciales, no se esfuerza demasiado en adaptar el habla de los personajes a sus circunstancias
sociales.
A partir de El camino, es la lengua coloquial la base de su expresión. Delibes deja hablar a sus personajes con los medios que les
son propios, según el ambiente en que se desenvuelven, y traslada a las páginas de sus novelas los desajustes y vacilaciones de la
lengua viva. El escritor cede la palabra a los personajes, cada uno se expresa con su propia voz, y convierte esas palabras en ideas.
En las palabras encontramos magníficas muestras de lenguaje rural y también de los diversos registros que corresponden al habla
urbana.
Cada individuo tiene su peculiar lenguaje, incluido el narrador, que emplea un tono más neutro.
Sea cual sea el nivel lingüístico en que se sitúa, hace gala de un léxico rico, preciso y variado. Incluso se ha dicho que sus novelas
rurales revelan un cierto preciosismo porque, en su afán de fidelidad, acumulan vocablos poco familiares para el lector urbano;
ciertamente, abundan las palabras que aluden a realidades de la vida del campo: nombres de plantas, animales, instrumentos de
trabajo, fenómenos atmosféricos… Y ése es uno de los muchos encantos de estos libros.
En el habla rural el lenguaje es denotativo: las palabras tienen un significado concreto, designan con precisión la realidad a la que
alude. El lenguaje urbano corresponde al habla coloquial, al uso del lenguaje que realiza un hablante medio en una conversación
distendida. Pero utiliza distintos registros, de acuerdo con el personaje.
En sus ”Diarios” el lenguaje es coloquial pero que presenta una voluntad de ser puesto por escrito. A pesar de eso, utiliza muletillas,
coloquialismos, el argot de los cazadores.

LA EVOLUCIÓN NOVELÍSTICA
Una posible clasificación es diferenciar por temas y esquemas:
- Novelas biográficas. La trama se articula en torno a la narración de la vida del protagonista. Son novelas de tesis,
novelas mediante las cuales el autor expresa sus ideas. (La sombra del ciprés es alargada, Aún es de día, Mi idolatrado hijo
Sisí)
- Novelas sociales. Insertar al protagonista dentro de la sociedad en la que vive, reivindicación del mundo rural frente al
mundo urbano.(El camino, Las ratas, El disputado voto del señor Cayo, Parábola de un náufrago)
- Novelas del recuerdo. Ausencia de trama. Se construye a partir de la memoria del narrador. Son novelas más líricas y
posiblemente autobiográficas. (Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, Señora de rojo sobre fondo gris, Cinco horas con
Mario, Las guerras de nuestros antepasados)
- Novelas experimentales. Se centran en el lenguaje más que en la historia, prevalece la expresión. Innovación de la
forma y la estructura, se rompe la linealidad temporal y cronológica (Cinco horas con Mario, La guerra de nuestros
antepasados, Los santos inocentes, los “diarios”)
- Diarios. En lenguaje coloquial, pero que se presenta escrito. Diferencia con Las guerras de nuestros antepasados

Al contrario de Cela, Delibes fue un autor más contenido y cuyo prestigio ha ido creciendo con los años. El centenario de su
nacimiento en 2020 ha generado diversos homenajes y relecturas. El vallisoletano Miguel Delibes, nacido en 1920 y fallecido en
2010, es autor de una obra coherente en lo que se refiere a estilo y temática. Gran aficionado al mundo rural castellano y a la caza,
su vida profesional está vinculada al periodismo en El Norte de Castilla.
Sus novelas reflejan la soledad y marginalidad de personajes en las tierras castellanas, lo que le lleva a recrear costumbres o
lenguajes específicos de los pueblos. En 1948 gana el prestigioso Premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada, y quedará
vinculado para siempre a la editorial que convocaba el Premio, la editorial Destino. La novela es una narración tradicional en cuanto
a andadura y recursos expresivos, que se desarrolla en una Ávila no "protegida" por sus murallas, sino "encerrada" por ellas.
Delibes, desde su primer libro, se caracteriza por una obra de gran coherencia en defensa del hombre y la naturaleza, contra el
dogmatismo, la explotación, la opresión y el desarraigo.

Sus temas constantes son el enfrentamiento rural/urbano, la infancia, la muerte y la alienación; y a partir de “El camino” (1950) su
estilo se hizo sencillo, preciso y de sintaxis escueta y gran riqueza léxica.
El camino (1950) narra la vida triste de un niño en un pueblo castellano y su paso de la infancia a la juventud. En esa línea rural
puede incluirse Las ratas. Delibes evoluciona después a textos más experimentales como Cinco horas con Mario, escrito en forma
de monólogo.
Delibes define la novela como “un hombre, una pasión, un paisaje”, y así lo ejemplifica en la trilogía del campo (“El camino”, “Las
ratas” y “Los santos inocentes”), o en la de la ciudad (“Mi idolatrado hijo Sisí”, “La hoja roja”, y “El príncipe destronado”).
Con la renovación formal de los sesenta, Delibes explora nuevos caminos sin mermar su contenido crítico, en “Cinco horas con
Mario” (1966), y en 1969 sorprendió con “Parábola de un náufrago”, novela alegórica de carácter experimental.
En El príncipe destronado, de 1973, narra de forma realista la vida de un niño que deja de convertirse en el centro de la familia. La
transición aparece narrada magistralmente en El disputado voto del señor Cayo (1978). La obra se desarrolla en un corto espacio
de tiempo en las primeras elecciones democráticas españolas. Su última gran obra será El hereje (1998) de contenido histórico y
que tuvo una gran repercusión. Delibes, a diferencia de Cela, huyó siempre de las polémicas lo que hizo que fuera un admirado
escritor. Recibió el Premio Cervantes.

Finalmente, en dos de sus extensas novelas finales, Delibes demostró una gran amplitud de registros: “Madera de héroe” (1989) y
“El hereje” (1998).

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