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Texto 2 – Autor Luis Alberto Romero

La democracia política en una sociedad nueva: La reforma electoral de 1912

La nueva sociedad

El censo de población de 1914, revela los profundos efectos de la expansión económica. En


Buenos Aires, uno de cada dos habitantes era extranjero.

Al principio, la mayoría de los inmigrantes fue a las grandes ciudades, donde estaba la mayor
demanda de empleo.

El proyecto de construir un estado

Un factor decisivo para la transformación fue la consolidación del estado. Su construcción


formal, que se inició en la década de 1850 y sobre todo después de 1862, estuvo limitada hasta
1880 por varios problemas de importancia: El lento desarrollo de las instituciones estatales, la
falta de definición a las fronteras territoriales, la confrontación con el Paraguay y la falta de
control efectivo sobre los estados provinciales.

Luego de 1880 todo se aceleró y marcho en un mismo sentido: la definición de la soberanía


territorial, la consolidación del orden jurídico y el asentamiento de un gobierno. La tarea del
gobierno era lograr el progreso y este consistía en el crecimiento material, en un
funcionamiento eficiente de las instituciones y en todo aquello que hacía a una convivencia
civilizada. La “larga mano” del estado incluía la organización monetaria y financiera, la
educación, la justicia, la salud pública o la defensa armada.

Avances y resistencias

El estado avanzo sobre zonas que la iglesia solía considerar propias, como el control de
nacimientos, matrimonios y defunciones; se estableció el matrimonio civil pero no el divorcio
vincular, ni tampoco la separación de iglesia y estado. En el caso de la educación pública, fue
laica, gratuita y obligatoria.

El gobierno elector

Había un partido oficialista, el partido autonomista nacional (PAN), montado en 1880 por el
general Roca, integrantes identificados como “la oligarquía”. El PAN tenía una estructura
piramidal donde las fuerzas circulaban en los dos sentidos: la decisión del superior se hacía
efectiva en tanto combinaría autoridad con consentimiento y tuviera en cuenta los derechos
juzgados legítimos de sus subordinados. La máquina electoral estaba encabezada por el
presidente.

Finalmente, la ejecución directa estaba en manos de las autoridades políticas locales, el juez
de paz y el comisario, y de los ejecutores locales, los pequeños caudillos o punteros. Así
funciono el régimen oligárquico.

Enfrentar la protesta social

Con el inicio del siglo comenzaron a emerger distintos conflictos sociales. Quienes reclamaban,
ya habían decidido quedarse en el país y luchar por su futuro en la nueva patria. En cada caso,
se cuestionaba algún aspecto de la nueva sociedad y se proponía una reforma.
La protesta rural

En 1912 estallo la protesta rural. En épocas de buenos precios, los chacareros podían
mantener un aceptable equilibrio, y aun mejorar, pero cuando estos caían se relevaba la
precariedad de su situación. Así ocurrió en 1910 y en 1911, y como los arriendos se mantenían
altos, la situación se hizo critica. En 1912 estallo una huelga, conocida como el grito de
Alcorta.

El saldo más importante fue el inicio de un movimiento cooperativo entre los productores, y la
constitución de una entidad gremial: La federación agraria argentina.

La protesta urbana

La protesta también apareció en las ciudades. La formación de sindicatos obreros arranca de la


última década del siglo xix. En 1901 hubo una huelga general importante, y desde entonces el
movimiento huelguístico fue en aumento, hasta culminar en la huelga de 1910, que enturbio
los festejos del centenario y fue seguida de las primeras expresiones de represión
indiscriminada sobre extranjeros por parte de grupos de elite.

Inicialmente, los más exitosos fueron los anarquistas. Con ello resultaban efectivas las grandes
consignas movilizadoras que ofrecían deshacer una sociedad injusta y volverla a construir, libre
y pura, sin patrones que exploten y sin estado que reprima. Con esas propuestas, los
anarquistas obtuvieron un éxito singular y recibieron también una atención especial por parte
del estado, que les reprimió duramente.

Los socialistas se dirigían preferentemente al sector más calificado de los obreros. Ofrecían
una mejora gradual de la sociedad, por la vía de pequeñas conquistas. Proponían una serie de
medidas y de reformas inmediatas, que concitaban el apoyo de sectores amplios de la
población, lo que les permitió obtener muy buenos resultados electorales en la ciudad de BS.
AS. En 1905 por Alfredo Palacios y después de 1912 disputaron por la mayoría con los
radicales.

Enfrentar la cuestión social

Frente a la inmigración, sacaron a relucir un nacionalismo agresivo que se tradujo en la


persecución de grupos extranjeros. Así, en 1902 se sanciono la ley de residencia que
autorizaba a deportar a los indeseables.

También primo la actitud conciliadora, la búsqueda de una manera de canalizar las tensiones y
de solucionar la cuestión social. Joaquín v. González impulso en 1904 la sanción de un código
del trabajo que reconocía la existencia de los sindicatos, pero los controlaba estrictamente y
aunque el congreso finalmente no lo aprobó, en 1912 se creó el departamento nacional del
trabajo. El congreso empezó a sancionar algunas leyes que mejoraban la condición obrera,
impulsadas por disputados católicos y socialistas.

La impugnación política y la reforma

El desafío más notable que enfrento el régimen oligárquico fue de naturaleza política y
consistió en un fuerte cuestionamiento de su legitimidad, cuya culminación fue la ley Sáenz
Peña.
La revolución del noventa

La revolución de 1890, coincidió con una fuerte crisis económica; en medio de denuncias sobre
corrupción gubernamental, se organizó un movimiento de ciudadanos, la unión cívica, que
exigió una profunda reforma política. Se sumaron al movimiento, Mitre, Alem, Irigoyen,
Alvear, Justo, Lisandro de la Torre.

La agitación ciudadana se continuo con una revolución cívico-militar, encabezada por Alem,
que estallo en Julio de 1890. Allí se inició un prolongado periodo de inestabilidad política que
se prolongó hasta 1896.

La consigna de la unión cívica radical (UCR) fue la de no aceptar ningún acuerdo si no se


reformaba el sistema electoral para asegurar la transparencia del comicio.

La reforma política

Había una protesta política, similar o mayor que la de la protesta social. Este movimiento
surgió inicialmente entre un grupo reducido, Pellegrini, Sáenz Peña, González y Gómez. En
1902, González impulso una reforma electoral que estableció el sufragio uninominal por
circunscripciones, y también un código del trabajo destinado a reconocer y regular la
conflictividad social, pero ambos proyectos se detuvieron durante la presidencia de Quintana.

Luego de 1906 Alcorta, enemigo de Roca, se dedicó a desmontar su maquinaria política y a


abrir el camino a Peña, Electo presidente en 1910, que impulso con firmeza la propuesta
reformista.

Carlos Pellegrini, figura dominante del PAN, se convirtió al fin de su vida en un crítico acérrimo
del régimen político y en un impulsor de la reforma electoral. La reforma electoral debía abrir
puertas para la inclusión de los partidos nuevos y apartarlos del camino de la revolución.

Luego de la muerte del presidente Sáenz Peña en 1914, su sucesor Victorino de la Plaza dejo
de impulsar la reforma, de modo que, en 1916, cuando la UCR gano las elecciones
presidenciales, en la mayoría de las provincias se siguió votando con el antiguo sistema.

El triunfo radical

Los reformistas tenían un segundo designio se alentaba la formación de partidos modernos,


que agregaran y sumaran intereses y figuras, que renovara la vieja y desprestigiada estructura
del PAN. El crecimiento de la UCR fue desde entonces notable.

En las elecciones presidenciales de 1916, De la Torre enfrento a Yrigoyen. El triunfo de


Yrigoyen fue claro, pese a que en el colegio electoral la votación fue ajustada.

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