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La nueva sociedad
Al principio, la mayoría de los inmigrantes fue a las grandes ciudades, donde estaba la mayor
demanda de empleo.
Avances y resistencias
El estado avanzo sobre zonas que la iglesia solía considerar propias, como el control de
nacimientos, matrimonios y defunciones; se estableció el matrimonio civil pero no el divorcio
vincular, ni tampoco la separación de iglesia y estado. En el caso de la educación pública, fue
laica, gratuita y obligatoria.
El gobierno elector
Había un partido oficialista, el partido autonomista nacional (PAN), montado en 1880 por el
general Roca, integrantes identificados como “la oligarquía”. El PAN tenía una estructura
piramidal donde las fuerzas circulaban en los dos sentidos: la decisión del superior se hacía
efectiva en tanto combinaría autoridad con consentimiento y tuviera en cuenta los derechos
juzgados legítimos de sus subordinados. La máquina electoral estaba encabezada por el
presidente.
Finalmente, la ejecución directa estaba en manos de las autoridades políticas locales, el juez
de paz y el comisario, y de los ejecutores locales, los pequeños caudillos o punteros. Así
funciono el régimen oligárquico.
Con el inicio del siglo comenzaron a emerger distintos conflictos sociales. Quienes reclamaban,
ya habían decidido quedarse en el país y luchar por su futuro en la nueva patria. En cada caso,
se cuestionaba algún aspecto de la nueva sociedad y se proponía una reforma.
La protesta rural
En 1912 estallo la protesta rural. En épocas de buenos precios, los chacareros podían
mantener un aceptable equilibrio, y aun mejorar, pero cuando estos caían se relevaba la
precariedad de su situación. Así ocurrió en 1910 y en 1911, y como los arriendos se mantenían
altos, la situación se hizo critica. En 1912 estallo una huelga, conocida como el grito de
Alcorta.
El saldo más importante fue el inicio de un movimiento cooperativo entre los productores, y la
constitución de una entidad gremial: La federación agraria argentina.
La protesta urbana
Inicialmente, los más exitosos fueron los anarquistas. Con ello resultaban efectivas las grandes
consignas movilizadoras que ofrecían deshacer una sociedad injusta y volverla a construir, libre
y pura, sin patrones que exploten y sin estado que reprima. Con esas propuestas, los
anarquistas obtuvieron un éxito singular y recibieron también una atención especial por parte
del estado, que les reprimió duramente.
Los socialistas se dirigían preferentemente al sector más calificado de los obreros. Ofrecían
una mejora gradual de la sociedad, por la vía de pequeñas conquistas. Proponían una serie de
medidas y de reformas inmediatas, que concitaban el apoyo de sectores amplios de la
población, lo que les permitió obtener muy buenos resultados electorales en la ciudad de BS.
AS. En 1905 por Alfredo Palacios y después de 1912 disputaron por la mayoría con los
radicales.
También primo la actitud conciliadora, la búsqueda de una manera de canalizar las tensiones y
de solucionar la cuestión social. Joaquín v. González impulso en 1904 la sanción de un código
del trabajo que reconocía la existencia de los sindicatos, pero los controlaba estrictamente y
aunque el congreso finalmente no lo aprobó, en 1912 se creó el departamento nacional del
trabajo. El congreso empezó a sancionar algunas leyes que mejoraban la condición obrera,
impulsadas por disputados católicos y socialistas.
El desafío más notable que enfrento el régimen oligárquico fue de naturaleza política y
consistió en un fuerte cuestionamiento de su legitimidad, cuya culminación fue la ley Sáenz
Peña.
La revolución del noventa
La revolución de 1890, coincidió con una fuerte crisis económica; en medio de denuncias sobre
corrupción gubernamental, se organizó un movimiento de ciudadanos, la unión cívica, que
exigió una profunda reforma política. Se sumaron al movimiento, Mitre, Alem, Irigoyen,
Alvear, Justo, Lisandro de la Torre.
La agitación ciudadana se continuo con una revolución cívico-militar, encabezada por Alem,
que estallo en Julio de 1890. Allí se inició un prolongado periodo de inestabilidad política que
se prolongó hasta 1896.
La reforma política
Había una protesta política, similar o mayor que la de la protesta social. Este movimiento
surgió inicialmente entre un grupo reducido, Pellegrini, Sáenz Peña, González y Gómez. En
1902, González impulso una reforma electoral que estableció el sufragio uninominal por
circunscripciones, y también un código del trabajo destinado a reconocer y regular la
conflictividad social, pero ambos proyectos se detuvieron durante la presidencia de Quintana.
Carlos Pellegrini, figura dominante del PAN, se convirtió al fin de su vida en un crítico acérrimo
del régimen político y en un impulsor de la reforma electoral. La reforma electoral debía abrir
puertas para la inclusión de los partidos nuevos y apartarlos del camino de la revolución.
Luego de la muerte del presidente Sáenz Peña en 1914, su sucesor Victorino de la Plaza dejo
de impulsar la reforma, de modo que, en 1916, cuando la UCR gano las elecciones
presidenciales, en la mayoría de las provincias se siguió votando con el antiguo sistema.
El triunfo radical