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Ovogénesis postnatal

Las niñas nacen con folículos primarios que encierran a todos los ovocitos primarios en dictiotena, hasta
que llega la madurez sexual. En ese momento empiezan a madurar los folículos y los ovocitos primarios
aumentan de tamaño. Un poco antes de que la mujer ovule, concluye la meiosis I y se genera un ovocito
secundario haploide y el primer cuerpo polar. Cabe señalar que esta división no es proporcional en
cuanto a volumen, ya el cuerpo polar, que más tarde se atrofia, es muy pequeño respecto del ovocito
secundario, que obtiene casi todo su citoplasma. En la medida que exista fecundación, el ovocito
secundario reanuda la meiosis II hasta el final, formándose un ovocito haploide maduro y un segundo y
pequeño cuerpo polar que más tarde involuciona.

Si no se produce la fecundación, el ovocito secundario es eliminado durante la menstruación. Cerca de


dos millones de ovocitos primarios se forman en los ovarios durante la etapa embrionaria, aunque esa
cantidad se reduce aproximadamente a 400000 al nacimiento. Al llegar la pubertad, la gran mayoría se
atrofia, puesto que solo 400-500 ovocitos primarios diploides se transformarán en ovocitos secundarios
haploides a lo largo de toda la vida reproductiva. Con la ovulación de cada ciclo sexual de 28 días, el
ovocito secundario pasa del ovario a la trompa de Falopio, madurando de a uno por vez. Las hormonas
segregadas por la hipófisis (gonadotrofinas) ejercen su acción sobre los ovarios. La hormona folículo
estimulante (FSH) estimula al ovocito primario para que se convierta en secundario, mientras que la
hormona luteneizante (LH) provoca la ovulación.

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