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No te defiendas ante las críticas

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February 1, 2021

5 Razones por las que tu adolescente y preadolescente quieren límites

¿Qué versión de la Biblia debo leer?

El ser blanco de las críticas, los ataques y la oposición, forman parte de nuestra realidad
como pastores. Le pasó al Señor, a sus discípulos y le pasó a todos cuantos sirvieron al Reino
con entrega y fidelidad. La reacción natural siempre es la de defendernos, ponernos en la
posición de víctimas y contraatacar con todos los argumentos y recursos que tengamos a
mano. ¿Cómo se atreven a hablar mal del ungido de Dios? ¿Quiénes se creen que son? ¿De
dónde sacan tanta maldad?

Si te ha tocado pasar por situaciones así, sabes perfectamente de lo que estoy hablando, si no
tuviste una experiencia así, lamento decirte que pronto la puedes atravesar. Simplemente no
se puede conformar a todos, y si lo intentamos para evitar confrontarnos, dejamos de hacer
aquello que estamos llamados a hacer y lamentablemente nos adaptamos a lo que la gente
espera de nosotros.

En una ocasión me tocó pasar un tiempo en el que la oposición y la crítica venían de las
personas que menos esperaba. Me enteraba que se decían toda clase de mentiras y se ponía
en juicio lo que estaba haciendo y especialmente la intención que me movía a hacerlo. La
reacción natural era defenderme, argumentar y contraatacar.

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En ese tiempo iba de paso a una ciudad de la provincia de Entre Ríos en mi país Argentina, y
pasé por la ciudad de Rosario donde Luis Palau estaba teniendo una cruzada. Lo fui a
saludar y él me invitó después de la reunión en el estadio a cenar juntos en el hotel. Por
supuesto que le conté todo lo que estaba viviendo porque tenía que ver con la preparación de
un evento evangelístico muy importante que tendríamos el año siguiente con él en el estadio
Luna Park de Buenos Aires (”Juventud 77”).

Luis me escuchó y simplemente me dijo: “No te defiendas”. ¿Cómo que no me voy a


defender? le dije. Tengo razones, argumentos y verdades que tengo que hacer conocer. “No te
defiendas”. Me repitió nuevamente mientras me explicaba: “Aprendí que cada vez que me
defiendo, en vez de aclarar la situación la empeoro más. Muchas veces aprendí a callarme y a
no defenderme”

Hoy con los años de experiencia como pastor que el Señor me permitió tener, puedo
experimentar lo mismo una y otra vez. Cada vez que trato de imponer mis razones caigo a la
altura de quienes me atacan o critican y termino agravando el problema. Los que me conocen
saben que soy una persona con carácter fuerte, me sale naturalmente confrontar, (alguien
diría que hasta me gusta), pero siempre que me olvido de la enseñanza vuelvo a perder
aunque “gane” la discusión.

Con el tiempo fui aprendiendo a callarme y a no responder. Lo que hago es dejar que otros
manejen la situación, escuchar lo que me dicen y no responder. Fue lo que hizo el Señor
Jesús frente a Pilato. “enmudeció y no abrió su boca”. El apóstol Pablo vivió una y otra vez el
ser criticado, desvalorizado, menospreciado. Sin embargo no se dejó condicionar por la
crítica, al punto que luego escribió: “Ni yo me juzgo a mí mismo”. Dios es nuestro juez.

Seguramente enfrentarás situaciones en las que vas a tener que decidir si te vas a defender o
le dejarás al Señor que se haga cargo de la situación. Déjame darte un humilde consejo: ¡No
te defiendas!

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Juan Pablo Bongarrá
Pastor principal y fundador de la iglesia La Puerta Abierta en Buenos Aires. Referente pastoral en
Argentina y autor del libro “Creo en milagros”

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