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TEXTOS

HISTORIOGRAFÍA
Comedia Griega
Universidad de Alicante
HERÓDOTO - PROEMIO

Esta es la exposición del resultado de las investigaciones de


Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los
hechos humanos queden en el olvido y que las notables y
singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos y
bárbaros -y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento-
queden sin realce.
HERÓDOTO - EL HELESPONTO

Llenó de enojo esta noticia el ánimo de Jerjes, quien irritado mandó dar al Helesponto
trescientos azotes de buena mano, y arrojar al fondo de él, al mismo tiempo, un par
de grillos. Aún tengo oído más sobre ello, que envió allá unos verdugos para que
marcasen al Helesponto. Lo cierto es que ordenó que al tiempo de azotarle le
cargasen de baldones y oprobios bárbaros e impíos, diciéndole: —«Agua amarga,
este castigo te da el Señor porque te has atrevido contra él, sin haber antes recibido
de su parte la menor injuria. Entiéndelo bien, y brama por ello; que el rey Jerjes,
quieras o no quieras, pasará ahora sobre ti. Con razón veo que nadie te hace
sacrificios, pues eres un río pérfido y salado.»
«[...] los dioses y los héroes [...] no han podido ver que un
hombre solo, impío por demás y desalmado, viniese a ser señor
del Asia y de Europa. Hablo de ese sacrílego, que todo, sagrado
y profano, lo llevaba por igual; de ese ateo que quemaba y
echaba por el suelo las estatuas de los dioses; de ese insensato
que al mar mismo mandó azotar y le arrojó unos grillos. »
HERÓDOTO
ORÁCULO DE TEMÍSTOCLES

No puede Palas aplacar a Zeus, dios del Olimpo,


Pese a que, en todos los tonos y con sagaz astucia, súplicas le dirige.
No obstante, voy a darte ahora una nueva respuesta, inflexible como el acero.
Mira, cuando tomado sea todo cuanto encierran
La tierra de Cécrope y el valle del Citerón augusto,
Zeus, el de penetrante mirada, concederá a Tritogenia un muro de madera,
Único – pero inexpugnable – baluarte, que la salvación supondrá para ti y para tus hijos.
Ahora bien, tú – eso sobre todo – no aguardes indolente a la caballería
Y al ingente ejército de tierra que del vecino continente llega; al contrario,
Retírate; vuelve la espalda. Un día, tenlo por seguro, ya les harás frente.
¡Ay, divina Salamina! ¡Que tu aniquilarás a los frutos de las mujeres,
TUCÍDIDES - EL SENTIDO DE LA HISTORIA

“Así fueron, pues, según mi investigación, los tiempos antiguos”


Sin embargo, no se equivocará quien, de acuerdo con los indicios
expuestos, crea que los hechos a los que me he referido fueron
poco más o menos como he dicho y no dé más fe a lo que sobre
estos hechos, embelleciéndolos para engrandecerlos, han
cantado los poetas, ni a lo que los logógrafos han compuesto, más
atentos a cautivar a su auditorio que a la verdad, pues son hechos
sin pruebas y, en su mayor parte, debido al paso del tiempo,
increíbles e inmersos en el mito. Que piense que los resultados de
mi investigación obedecen a los indicios más evidentes y resultan
bastante satisfactorios para tratarse de hechos antiguos.
Y esta guerra de ahora, aunque los hombres siempre suelen
creer que aquella en la que se encuentran ellos combatiendo es
la mayor y, una vez acabada, admiran más las antiguas, esta
guerra, sin embargo, demostrará a quien la estudie atendiendo
exclusivamente a los hechos que ha sido más importante que las
precedentes.
TUCÍDIDES - LA PESTE
En la ciudad de Atenas se presentó de repente, y atacó primeramente a la
población del Pireo, por lo que circuló el rumor entre sus habitantes de que los
peloponesios habían echado veneno en los pozos, dado que todavía no había
fuentes en la localidad.

Luego llegó a la ciudad alta, y entonces la mortandad ya fue mucho mayor.


Sobre esta epidemia, cada persona, tanto si es médico como si es profano,
podrá exponer sin duda, cuál fue, en su opinión, su origen probable así como
las causas de tan gran cambio que, a su entender, tuvieron fuerza suficiente
para provocar aquel proceso.
Yo, por mi parte, describiré cómo se presentaba; y los síntomas
con cuya observación, en el caso de que un día sobreviniera de
nuevo, se estaría en las mejores condiciones para no errar en el
diagnóstico, al saber algo de antemano, también voy a
mostrarlos, porque yo mismo padecí la enfermedad y vi
personalmente a otros que la sufrían.
JENOFONTE - ANÁBASIS
Era ya mediodía y los enemigos no estaban todavía a la
vista, pero a primera hora de la tarde se levantó, allá a lo
lejos, una polvareda, como una especie de nube blanca
que, conforme pasaba el tiempo, iba tomando un tono
ceniciento que se extendía por buena parte de la llanura.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, enseguida el
bronce empezó a destellar sus reflejos y las lanzas y los
escuadrones comenzaron a vislumbrarse .
Cuando los estrategos fueron capturados y los capitanes y los soldados que les
acompañaban fueron pasados a cuchillo, se produjo un tremendo desconcierto entre
las filas griegas. No en vano eran conscientes de hallarse en las inmediaciones de la
corte del rey, de que se encontraban rodeados por todos sitios de un gran número de
poblados y ciudades enemigos en los que nadie estaría dispuesto a procurarles
mercado, de que se encontraban a no menos de diez mil estadios de Grecia y no tenían
un guía que les abriese camino, un camino de regreso que, por otra parte, se
encontraba atravesado por ríos infranqueables; los bárbaros que habían acompañado a
Ciro en la expedición les habían traicionado y se habían quedado solos, no contaban ni
siquiera con un jinete aliado, por lo que, obviamente, ni en caso de victoria podrían
matar a ninguno, pero, si caían derrotados, nadie sobreviviría. Con tales pensamientos,
del todo desmoralizados, pocos fueron los que esa tarde probaron bocado y los que
hicieron lumbre; de hecho hubo bastantes que ni acudieron al campamento aquella
noche, sino que se echaron a dormir allí donde cada uno se encontraba, sin poder
pegar ojo por la tristeza y la nostalgia de su patria, de sus padres, mujeres e hijos, a los
que, creían, jamás volverían a ver. En tal estado de pesimismo, todos trataron de
descansar.
Los griegos, por iniciativa propia, mutilaron salvajemente los
cuerpos de los muertos para que su visión inspirara un
inmenso terror en las filas enemigas.
Lo que a continuación tuvo lugar fue un espectáculo terrible:
las mujeres, tras arrojar a sus hijos, se precipitaron al vacío, y
a continuación los hombres seguían sus pasos. En medio de
esta escena, el capitán de Eneas de Estínfalo, al ver que un
hombre ataviado con un rico vestido corría hacia el
precipicio, trató de sujetarle para impedírselo, pero éste lo
arrastró consigo y los dos murieron estrellados contra las
rocas.Hemos mantenido los juramentos hechos en nombre
de los dioses, aquellos sobre los que los enemigos han
cometido perjurio al violar la tregua contra la palabra dada.
… como jueces de la competición están los
dioses, que, naturalmente, se pondrán de
nuestra parte, ya que nuestros enemigos han
jurado en falso sobre ellos, mientras que
nosotros, teniendo ante los ojos tanta
abundancia de posesiones, nos hemos
mantenido firmemente apartados de ellas en
virtud de nuestro juramento a los dioses.
De repente oyeron a los soldados proferir un grito
que corría de boca en boca: “¡El mar! ¡El mar!”. En
ese instante, la retaguardia entera se echó a
correr hacia allí, azuzando también a las bestias
de carga y a los caballos. Cuando se hallaron en la
cima, todos comenzaron a abrazarse entre sí,
incluidos estrategos y capitanes, con lágrimas en
los ojos. De improviso, no se sabe por orden de
quién, los soldados empezaron a amontonar
piedras hasta formar un enorme túmulo sobre el
que colocaron una pila de pieles de buey sin
curtir, de bastones y de escudos de mimbre que
habían tomado como botín.
Compañeros, ya estoy harto de
empaquetar el equipaje, de
marchar, de correr, de llevar las
armas, de ir en formación, de
montar guardia, de combatir…
Ahora que hemos llegado al mar, mi
deseo es descansar ya de una vez
de tantas penurias y navegar lo que
queda de viaje hasta Grecia tirado
sobre la cubierta como Odiseo.

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