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TRIBUNA ABIERTA

LA ÉTICA DE LOS JUECES tarea en la que se ha empleado a fondo la filosofía


occidental, al menos desde Platón o, yendo todavía
más lejos en el tiempo, al menos desde Anaximan-
ADELA CORTINA (*) dro.
La importancia del tema no se puede minimizar,
precisamente porque la justicia representa el quicio
1 · LA JUSTICIA COMO QUICIO DE LA VIDA que une a la vida personal y la social, y, a la vez, el
PERSONAL Y SOCIAL quicio dentro de la vida personal y dentro de la vida
Si hay un predicado valorativo utilizado hasta la social. Una persona o una sociedad injustas están
saciedad en la vida cotidiana es el que se refiere a las des-quiciadas, situación que, como su nombre indi-
personas, las acciones, las instituciones o las socie- ca, es patológica y requiere una reparación.
dades, tachándolas de justas o injustas. Evidente- En este breve artículo quisiéramos ocuparnos úni-
mente, decir de alguien o de algo que es justo es camente de uno de los múltiples lados de la justicia,
juzgarlo positivamente, tenerlo por injusto implica que es el de la ética de la actividad judicial, el de la
juzgarlo negativamente. Y, sin embargo, el término ética de los jueces, pero para llegar a ello bueno
«justicia», como cualquier otro término evaluativo, sería aclarar antes algunos de los puntos menciona-
es todo menos diáfano. dos, sin los que no podemos llegar a buen puerto.
La justicia puede ser, en principio, un valor o una
virtud; pero también puede entenderse como una 2 · LA JUSTICIA COMO VALOR Y COMO VIRTUD
entidad, y entonces es preciso utilizar el sustantivo
para designarla, o bien tomarse como una cualidad, Sin duda la justicia es un valor, como reconocen
y entonces debe tratarse como un adjetivo calificati- todas las relaciones de valores que han venido
vo, en la acepción «justo/injusto». Por otra parte, haciéndose, sobre todo desde que Max Scheler dio
puede aplicarse a las personas y a sus actuaciones, o comienzo a la escuela de la Ética de los Valores, al
bien a las instituciones. Y, sobre todo, resulta suma- aplicar a la ética la fenomenología de Edmund Hus-
mente difícil determinar su contenido. Bajo la serl. Los valores, desde esta perspectiva, no son
entidades, sino cualidades de las cosas, las personas
caracterización de Ulpiano «dar a cada uno lo que le
o las instituciones, que se expresan, por lo tanto,
corresponde», los problemas suelen empezar al tratar
por medio de adjetivos calificativos. No existe «la
de determinar qué corresponde a cada uno. Para
Justicia», como tal, a no ser que nos refiramos a la
lograrlo, con mayor o menor éxito, es preciso ela-
institución encargada de juzgar si cada uno ha reci-
borar teorías de la justicia, más o menos perfiladas,
bido lo que le corresponde y de sancionar a los
infractores e indicar cómo debe repararse el daño.
Pero, como es obvio, la institución no agota todo el
(*) Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de
ser de lo justo, que se dice también de las personas,
Valencia. Directora de la Fundación ÉTNOR. las acciones y las sociedades.
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Por eso, importa recordar que la justicia no se iden- cosa de las organizaciones y de las instituciones o
tifica con una entidad, sino con una cualidad que sólo de las personas? Respuestas hubo y hay en los
califica a realidades personales y sociales. Si recor- dos sentidos, como es obvio, y no es momento de
dáramos este extremo, que muy bien puntualizan entrar en el debate. Pero sí que conviene aclarar la
los partidarios de la Ética de los Valores, evitaríamos posición que tomaremos en este artículo para evitar
discusiones superfluas sobre si «la Justicia» puede o posibles confusiones.
no realizarse, o si «la Verdad» puede o no conocer- Ciertamente, la ética se dice en primer lugar de las
se. Personas y sociedades podemos y debemos personas, que son los agentes básicos de la morali-
intentar actuar de forma justa, de la misma manera dad. Precisamente por gozar de esa estructura
que podemos y debemos intentar formular juicios moral de la que hablaron Zubiri y Aranguren, y que
verdaderos. «Debemos» hacerlo porque valores consiste en la necesidad que toda persona tiene de
como la justicia y la verdad son valores positivos y, justificar sus elecciones en relación con algún tipo
por lo tanto, atraen, mientras que sus contrarios son de normas o ideales morales, dado que nuestras
negativos y, por lo tanto, disuaden. acciones no están determinadas de forma unívoca,
Ahora bien, la capacidad de formular juicios justos, podemos decir que las personas son libres y
tomar decisiones justas y actuar con justicia no se responsables: han de elegir, justificar sus eleccio-
improvisa. Ni se tomó Zamora en una hora ni per- nes y responder de ellas 1. Sin personas que actúen
sonas e instituciones se hacen justas de la noche a la moralmente, no hay organización ni sociedad moral
mañana. Llegar a esa meta requiere un aprendizaje, posible.
exige entrenamiento día a día, en esa forja del Pero también es preciso reconocer, por analogía,
carácter, del êthos, que es la tarea de la ética. Nace- que las organizaciones y las instituciones pueden
mos con un bagaje genético y social que no hemos ser morales o inmorales, porque están dotadas de
elegido, pero las sucesivas elecciones nos llevan a una estructura, desde la que toman conciencia de
incorporar ese carácter, personal o institucional, los valores, eligen actuar según ellos o rechazarlos,
que es para cada persona e institución su destino. los ponen o no por obra. Una organización o insti-
De eso precisamente trata la ética, de la forja del tución no es igual a la suma de las personas que la
carácter para tomar decisiones justas, prudentes y componen, sino que tiene una estructura que con-
felicitantes. diciona las decisiones a todos los niveles 2. Si esa
En esta tarea los valores ofician de guías para la estructura exige o permite tomar decisiones injus-
acción, y es un deber encarnarlos allá donde hay tas, entonces las personas que trabajan en ella tie-
carencia de ellos, como también es deber potenciar- nen que ser héroes para actuar con justicia. Y, en
los allí donde su presencia es débil. Quien aprende ocasiones, ni siquiera pueden hacerlo.
a actuar tomando como guía un valor positivo, sea Por eso es fundamental que la estructura de las enti-
ese «quien» persona o institución, incorpora la vir- dades —organizaciones o instituciones— sea justa,
tud correspondiente al valor; teniendo en cuenta aunque con ello no se supla nunca la virtud de las
que las virtudes son aquellas predisposiciones que personas. Como bien dice Rawls en las primeras
nos llevar a tomar buenas decisiones y a realizar páginas de Teoría de la Justicia: «la justicia es la pri-
buenas acciones. Esforzarse día a día por configurar mera virtud de los sistemas sociales, como la verdad lo
un mundo social en el que estén encarnados los es de los sistemas de pensamiento. Una teoría, por muy
valores implica, para quien así actúa, incorporar las atractiva y esclarecedora que sea, tiene que ser recha-
virtudes, las excelencias del carácter. zada o revisada si no es verdadera; de igual modo, no
importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y
Con ello se logra, entre otras cosas, acondicionar el
sean eficientes: si son injustas han de ser reformadas o
mundo, haciéndolo habitable, porque no cabe duda
abolidas» 3. Y, en efecto, al menos desde la década de
de que es inhóspito —en nuestro caso— un mundo
injusto, un mundo sin justicia.

3 · UNA VIRTUD DE LAS PERSONAS Y DE LAS 1 ZUBIRI, Xavier: Sobre el hombre. Alianza. Madrid, 1986 y
INSTITUCIONES ARANGUREN, José Luis: «Ética» en Obras Completas, II, Trotta.
Madrid, 1994. Págs. 159-501.
Una de las discusiones más vivas en nuestro tiempo 2 CORTINA, Adela: Hasta un pueblo de demonios. Taurus.
Madrid, 1998.
en el ámbito de las éticas aplicadas surgió a cuento 3 RAWLS, John: Teoría de la Justicia. F.C.E. Madrid, 1978.
de la posible ética de las organizaciones. ¿Es la ética Pág. 19.
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los setenta del siglo XX la atención a la justicia se ha grupo de teorías adopta una postura que pretende
centrado en los sistemas sociales, más que en las superar las dos anteriores, en la medida en que con-
personas y en sus acciones, en la realidad de que la sidera que la historia es indispensable para descu-
pretensión de justicia es condición de legitimidad de brir lo justo, pero también que es preciso discernir
las instituciones pertenecientes a la estructura bási- la trascendentalidad en la historia.
ca de una sociedad.
La tercera dimensión de una teoría de la justicia
En este trabajo nos importa, pues, tanto la justicia sería la referente al contenido de lo que correspon-
de las instituciones como la de las personas, aunque de a cada uno, y aquí el muestrario se amplía casi al
vamos a referirnos fundamentalmente a personas infinito desde Anaximandro hasta nuestros días. Sin
«institucionalizadas», es decir, a personas —los jue- embargo, también es preciso reconocer que a la
ces— que forman parte de una institución, llevan a altura del siglo XXI ya existen unos contenidos de
cabo una actividad —la actividad judicial— y, por justicia reconocidos por cuantos países se han adhe-
lo tanto, se comprometen a incorporar la ética pro- rido a los protocolos resultantes de la Declaración
pia de esa actividad. Es ésta una obligación que Universal de Derechos Humanos de 1948. Esos
comparten con todo el mundo de profesiones y ofi- contenidos vienen a precisar que toda persona tiene
cios, que exige a los respectivos profesionales encar- que ver protegidos —como mínimo— sus derechos
nar la ética de la profesión, una ética que se especi- de primera y segunda generación, y que tanto los
fica por la actividad correspondiente. Estados nacionales como las organizaciones inter-
nacionales cobran su legitimidad de bregar por que
4 · DIMENSIONES DE LAS TEORÍAS esa protección sea efectiva. El contenido de lo justo
DE LA JUSTICIA se expresa a través de la idea de «ciudadanía social»,
que debe extenderse en el nivel cosmopolita.
Cualquier teoría de la justicia referida a las institu-
ciones se ve obligada a considerar al menos cuatro Sin embargo, en este trabajo nos importa sobre todo
lados sin los que es imposible seguir adelante. la cuarta dimensión de una teoría de la justicia:
¿quiénes son los responsables de dictaminar qué es
Uno de ellos consiste en aclarar cómo llegamos a ser lo que corresponde a cada uno?
justos, y es ésta al fin y a la postre la tarea de la edu-
cación en la justicia. Debe tener en cuenta, claro Ésta sería fundamentalmente la tarea de la Justicia,
está, qué son los valores y las virtudes, si es posible como institución, y la de los jueces como personas
enseñar la virtud y aprenderla, qué instrumentos que llevan a cabo su tarea profesional en el seno de
tenemos a nuestro alcance para ayudar a forjar un esa institución.
carácter en ese sentido. Hoy en día podemos ale-
grarnos de contar con una buena cantidad de teo- 5 · EL QUEHACER JUDICIAL
rías del aprendizaje moral, que contemplan los
aspectos teóricos, pero también los de la aplicación Aunque la institución de la judicatura, en una u otra
cotidiana. forma, es tan antigua como la humanidad, no cabe
duda de que la tarea del juez cobra una relevancia
Una segunda tarea es la de aclarar cómo podemos inusitada con la creación del Estado de Derecho en
llegar a determinar qué corresponde a cada uno, el mundo moderno. Como señala Kant, el paso del
habida cuenta de que lo justo es dar a cada uno lo estado de naturaleza, que es un potencial estado de
que le corresponde. Y éste es también uno de los guerra en el sentido de Hobbes, al estado civil con-
aspectos en los que ha trabajado intensamente la siste en que el primero era «un estado sin derecho, en
filosofía occidental, pergeñando al menos tres tipos el cual, cuando el derecho era controvertido, no se encon-
de respuestas. La iusnaturalista entiende que es por traba juez competente alguno para dictar una sentencia
naturaleza como llegamos a descubrir lo justo, con fuerza legal, por la que cada uno pudiera incitar a
teniendo en cuenta que la naturaleza no es la empí- otro por la violencia a entrar en un estado jurídico» 4. En
ricamente accesible, sino la que lleva ya implícita el estado de naturaleza el derecho es provisional,
una norma que la razón humana puede descubrir. mientras que el estado civil supone la capacidad del
Por su parte, el positivismo extremo considera que
sólo las convenciones asumidas a lo largo de la his-
toria pueden servir para determinar lo justo, y no
hay criterio alguno al margen de la convención que 4 KANT, Immanuel: La metafísica de las costumbres. Tecnos.
pueda decidir sobre la justicia. Por último, un tercer Madrid, 1989. Pág. 141.
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juez para garantizar de forma perentoria qué corres- que las leyes y sus intérpretes comunican que lo es.
ponde a cada uno. Sin ese Estado de Derecho y sin la No sólo es que la moral debe incorporarse en las
consiguiente función judicial es imposible hablar del instituciones, en el sentido de la Eticidad hegeliana,
proyecto de una paz duradera, que constituye «el fin sino también que la institucionalización en el dere-
final de la doctrina del derecho dentro de los límites cho y las correspondientes interpretaciones generan
de la mera razón» 5. convicciones morales en parte de la población.
La responsabilidad del juez, como profesional, es Llegados a este punto, surge la pregunta inevitable:
enorme, al menos por cuatro razones. La primera ¿quién controla a los controladores? ¿Cómo garan-
de ellas, porque los ciudadanos delegan en él el tizar que los jueces cumplan su misión? Es ésta una
derecho a dirimir sobre lo que corresponde a cada pregunta inevitable en el caso de cualquier profe-
uno, aunque esa delegación no se haga de forma sión y la primera respuesta que suele darse consiste
directa, sino indirecta. De ahí que la designación de en recurrir a la legislación. En el presente caso, con-
los jueces en un Estado de derecho sea un asunto de viene legislar para garantizar al máximo la honesti-
la mayor trascendencia, porque los ciudadanos dad y el mejor criterio para llegar a la sentencia o al
ponen en sus manos el derecho a sentenciar qué les informar un caso judicial. Pero las leyes, con ser
corresponde y se obligan a dar por buena la senten- necesarias, no bastan, porque siempre queda un
cia. Por mucho que exista la posibilidad de los amplio campo en el actuar personal que queda más
recursos, el punto final del proceso es una sentencia allá de la aplicación de la ley. Siempre queda la
que el ciudadano se ve obligado a acatar. De donde voluntad de actuar en un sentido u otro, la opción
se sigue que el procedimiento de designación tiene entre querer hacer justicia o contentarse con mane-
que ser cuidadosamente pensado y diseñado. jar el derecho. Éste es el ámbito de una ética judicial
de la responsabilidad.
Por otra parte, la función hermenéutica del juez es
incontestable. Es él quien interpreta las leyes, y
sabido es que no se comprende una ley sin la inter- 6 · ÉTICA DE LOS JUECES COMO ÉTICA
pretación que viene exigida por la aplicación al caso DE LA RESPONSABILIDAD
concreto. Sabemos qué significan las leyes cuando Uno de los temas centrales en lo que se ha venido
las interpretan los jueces. Precisamente, la herme- llamando las «éticas aplicadas», que surgen en los
néutica como saber con rango propio nace de la años sesenta y setenta del siglo pasado, es el de la
necesidad de interpretar los textos bíblicos y las ética de las profesiones. De ella se ocuparon figuras
normas jurídicas teniendo en cuenta el contexto, y señeras como Weber, Durkheim o Parsons, y hoy
se universaliza más tarde. No hay comprensión sin atrae de nuevo la atención en una sociedad necesi-
aplicación hermenéutica 6. tada de profesionales que vivan su profesión con un
En tercer lugar, las decisiones judiciales afectan a las cierto sentido de vocación (Weber), porque entien-
personas, y en ocasiones de forma decisiva. Por eso den que su tarea es tan importante para la sociedad
la voluntad de llegar a la sentencia más justa es un que sin un buen ejercicio de la misma esa sociedad
requisito sin el que no hay buen juez posible, pero sería mucho peor.
esa voluntad se forja al tomar conciencia de la mag- Para descubrir los trazos de una ética profesional,
nitud de lo que está en juego. como es el caso de los jueces, conviene —a mi jui-
Por último, si es cierto —como lo es— que el dere- cio— recurrir a dos tradiciones filosóficas que se
cho tiene, amén de otras funciones, una comunica- entreveran a la hora de diseñar cualquier actividad
tiva, si debe comunicar a los ciudadanos qué es lo humana. Se trata de la tradición aristotélica, que
que una sociedad tiene por correcto, qué duda cabe entiende la vida humana sobre todo como un con-
de que la interpretación del juez resulta decisiva junto de actividades, y del kantismo, al que le preo-
para transmitir a las personas concretas cuál es la cupan fundamentalmente las normas por las que se
conciencia legal de una sociedad. Sin olvidar que la orienta cada actividad. El mundo moderno ha ter-
vigencia de las leyes crea moralidad, en el sentido minado primando las normas sobre las actividades,
de que los ciudadanos van teniendo por justo lo lo cual no es buena cosa, porque nuestra existencia
es vita activa y las profesiones, por ejemplo, se des-
arrollan como actividades profesionales. Pero tam-
bién es cierto que a lo largo de la historia las distin-
5 KANT, Immanuel: La metafísica... op. cit., pág. 195. tas actividades se comprenden a sí mismas desde la
6 CONILL, Jesús: Ética hermenéutica. Tecnos. Madrid, 2006. trama de un conjunto de normas, expresivas de la
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conciencia moral social, que configuran esas activi- componen lo que se ha llamado el êthos profesional.
dades de muy diferente forma en las distintas eta- No es un buen profesional el que sólo conoce técni-
pas. Es preciso, pues, tener en cuenta ambos lados cas y las aplica, sino el que se interesa por conocer
de la vida personal y colectiva 7. técnicas y aplicarlas desde las virtudes y valores de
En lo que hace a las profesiones, recurriré en prin- la profesión.
cipio, como he hecho en otros momentos, al con- Naturalmente, es legítimo contar con los bienes
cepto de «práctica» que esboza Alasdair MacIntyre, externos, porque es indudable que las gentes nece-
reformulando el concepto aristotélico de «prâxis». sitan medios económicos, poder hacer y autoestima
Entiende Aristóteles por «prâxis» aquel tipo de para llevar adelante su vida. Como también es ver-
acción que se realiza por un fin interno a ella, mien- dad que las instituciones en las que los profesiona-
tras que la «poíesis», la técnica, es aquel tipo de les trabajan necesitan de esos bienes externos para
acción que se lleva a cabo por un fin que es externo su supervivencia y mejora. Pero lo que ya no es de
a ella. Ciertamente, Aristóteles se refiere en estos recibo es sustituir los bienes internos por los exter-
casos a tipos de acciones individuales, pero nos, porque entonces el profesional o la institución
MacIntyre los «socializa» y entiende por «práctica» se corrompen. Que, a fin de cuentas, eso es lo que
una actividad social cooperativa, que tiende a con- significaría «corrupción».
seguir unos bienes internos a ella misma, de suerte
que quienes participan en ella se ven obligados a Determinar con claridad cuáles son los bienes inter-
adquirir unas virtudes que les predisponen a perse- nos que una profesión proporciona es la primera
guir esos bienes internos 8. Son, pues, los bienes tarea para esbozar una ética profesional. Y en el caso
internos los que especifican cada práctica, los que le de la judicatura, se trata de aplicar el derecho a los
dan sentido, y —añadiremos en lo que nos ocupa, casos concretos, interpretándolo de modo que se
que son las profesiones— legitimidad social. Por- haga justicia, es decir, que se dé a cada uno equitati-
que una actividad profesional necesita sentido y vamente lo que le corresponda. Se trata, pues, de un
legitimidad social, tanto más una actividad como la servicio público, indispensable para el buen funcio-
judicial cuya sustancia consiste en ser un servicio namiento del Estado de derecho, cuya trascendencia
público. consiste en la defensa de los derechos de las perso-
nas. Por eso la clave consiste en tratar de hacer justi-
Con las prácticas —prosigue MacIntyre— se consi- cia a las personas, para lo cual se requiere el mejor
guen ciertos bienes externos a ellas, que son comu-
conocimiento posible del derecho, pero no en
nes a las diversas prácticas. Entre ellos menciona
emplearse en manejar el derecho para el bien parti-
fundamentalmente bienes como el dinero, el presti-
cular o grupal. Si cualquier ejercicio profesional
gio y el poder. Se obtienen como resultado, como
debe tratar de tener en cuenta a todos los afectados
consecuencia, pero no son los que dan sentido a la
por esa actividad profesional, en el caso de la Judica-
práctica, menos aún —diríamos nosotros— los que
tura pertenece a su misma entraña esta obligación de
le confieren legitimidad social.
tener en cuenta a todos los afectados, porque se tra-
Contando con esta noción de «práctica», podría- ta de un servicio público a las personas, que debe ser
mos caracterizar una actividad profesional como ejercido desde el sentido de la equidad 9.
una actividad social cooperativa, cuya meta interna
consiste en proporcionar a la sociedad un bien Para ello es necesario contar con un «poder hacer»,
específico e indispensable para su supervivencia que en este caso está incluso tipificado, en la medi-
como sociedad humana, para lo cual se precisa el da en que el Poder Judicial es uno de los poderes
concurso de la comunidad de profesionales que del Estado de Derecho. Cuando ese poder se ejerce
como tales se identifican en la sociedad. Estos pro- correctamente el bien que la sociedad recibe es
fesionales, colegas en el ejercicio de su actividad, se enorme, porque son los más débiles quienes más
ven obligados a adquirir ciertos hábitos, ciertas ganan cuando se actúa con equidad, es decir,
excelencias para alcanzar los bienes internos, que teniendo en cuenta el caso concreto, la situación
concreta.

7 CORTINA, Adela: Ciudadanos del mundo. Alianza. Madrid,


1997. Págs. 143-161. 9 TOMÁS Y TÍO, José M.ª: «Judicatura», en CORTINA, Adela, y
8 MACINTYRE, Alasdair (1987): Tras la virtud. Crítica. Barcelona, CONILL, Jesús (dirs.): Ética de las profesiones, Estella: Verbo
1997, cáp. 14. Divino, 2000. Págs. 175-211
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El poder no corrompe. Puesto al servicio de los afectados igualmente concretos qué puede querer
afectados, en este caso por la actividad judicial, es decir la aplicación correcta del derecho. Aplicar no
un excelente bien público. Uno de esos bienes de es deducir ni subsumir, sino comprender e inter-
los que se beneficia la sociedad en su conjunto, pretar desde el sentido de la justicia. Por eso, algu-
aunque sólo algunos trabajen en producirlo. Lo que nos hemos hablado de «hermenéutica crítica» 10.
corrompe es el poder mal ejercido, el que no tiene
en cuenta a los destinatarios, sino los propios inte- La prudencia imprescindible para calibrar en los
reses, las presiones, los privilegios, las ventajas. Y casos concretos las consecuencias que se siguen
podríamos decir que en ese caso se produce un para los afectados de las diferentes posibilidades de
«mal público», uno que perjudica a todos, aunque sentencia o de informe, de modo que la ética del
sólo unos pocos lo hayan producido y sólo unos juez no es una ética de la convicción, que sólo atien-
pocos parezcan directamente afectados. La corrup- de a la formulación de la norma en sí, sino también
ción de la actividad judicial, la sustitución del bien a las consecuencias que se siguen de ella. Lo cual no
interno por los externos, no sólo produce un daño significa tener en cuenta las presiones que pueden
directo, sino también siembra en la sociedad una seguirse de grupos mediáticos, o las ventajas que
desconfianza generalizada, una falta de credibilidad de puede obtener el poder político, sino qué se sigue
las instituciones, que es la antesala de la anomia. El para los afectados mismos.
poder mal ejercido es un mal público, bien ejercido La independencia, esencial en los casos de mayor
es un excelente bien público, que genera confianza. trascendencia pública y en los que parecen más
A fin de cuentas, el profesional vocacionado no es modestos. Sin duda el juez tiene su modo de pen-
aquel que desde niño sintió una llamada especial, sar y sus opciones personales pero, con todo lo
que también los hay, sino el que, teniendo unas difícil que pueda parecer, intentar mantener la
habilidades suficientes para el ejercicio de una pro- independencia es una de las excelencias del carác-
fesión, se esfuerza por adquirir las virtudes que ter judicial.
corresponden a su ejercicio, las excelencias del êthos La penetración psicológica, que es necesario desarro-
profesional, porque se percata de que el bien que llar para entender bien los intereses que están en
esa profesión ofrece es precioso para la sociedad. juego, lo que puede haber detrás de reclamaciones
Que sin él esa sociedad sería mucho más inhumana. y declaraciones.
¿Cuáles serían esas excelencia del carácter que com-
ponen el «carácter profesional» en este caso? La diligencia, que es una virtud universal para todas
las profesiones, porque la negligencia en cualquiera
La voluntad de hacer justicia, sería —a mi juicio— la
de ellas lleva al mal ejercicio. Y en el caso de los jue-
primera de ellas. Quien dispone de esa voluntad y
ces, a los atascos en los juzgados, que son cosa tan-
la ejerce está dispuesto a tratar de conocer las nor-
to del profesional como sobre todo de la institución,
mas para servir mejor, a intentar conocer los con-
que debe prestar su servicio con calidad y eficiencia 11.
textos concretos para poder aplicarlas de forma más
La razón diligente es la que, frente a la razón pere-
equitativa, a no dejarse seducir por presiones exter-
nas al asunto mismo, a corregir en el futuro los erro- zosa, hace del trabajo una virtud.
res cometidos. La capacidad y voluntad de diálogo, la capacidad y
El sentido de la equidad, sin el que resulta imposible voluntad de escuchar para mejor comprender y de
tratar de un modo igual a los destinatarios, habida entrar en diálogo real con los afectados, con la con-
cuenta de que son raros los casos iguales, porque ciencia de que ellos son los que dan sentido y legiti-
los contextos concretos abonan las situaciones des- midad a la existencia de la actividad profesional y
iguales, y habida cuenta de que resulta imprescindi- de la institución. No son meros destinatarios, que
ble conocer esos contextos concretos si es que que- deben recibir el trato que se les hace llegar, sino la
remos que la ley sea igual para todos. razón de ser del trabajo, en este caso, judicial.

La capacidad hermenéutica es precisamente la que


lleva a comprender-interpretar correctamente en los
casos concretos, porque «aplicar» no significa sim- 10 CORTINA, Adela, y GARCÍA-MARZÁ, Domingo (eds.): Razón
plemente subsumir un caso particular en una regla pública y ética aplicadas. Tecnos. Madrid, 2003; y CONILL, Jesús:
general, ya clara y precisa, cosa que podría hacerse Ética..., op. cit.
11 TOMÁS Y TÍO, José M.ª: «Judicatura», en CORTINA, Adela, y
con un programa de ordenador, sino juzgar en el CONILL, Jesús (dirs.): Ética de las profesiones, Estella: Verbo
lugar y en el tiempo concretos, contando con los Divino, 2000. Págs. 175-211.
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A fin de cuentas, el núcleo de la vida social no lo la forma de jueces y destinatarios, ligados por un
constituyen individuos aislados, sino personas que derecho que debe aplicarse interpretándolo. Por
se reconocen recíprocamente como tales y de ahí eso la obligación más profunda del juez no es la
que puedan entenderse a sí mismas como perso- que le liga a una institución, sino la que le vincula
nas 12. La forma que ha tomado la voluntad de a las personas por las que toma sentido tanto su
hacer justicia a ese reconocimiento personal ha trabajo como el de la institución misma. Es con las
sido en nuestras sociedades la constitución de un personas con las que tiene contraída una obliga-
Estado de Derecho, del que es un pilar básico el ción profunda, por la que cobran sentido los con-
Poder Judicial. En ese nivel el reconocimiento toma tratos.

12 CORTINA, Adela: Ética de la razón cordial. Nobel. Oviedo,


2007.

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