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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS
MÉDICAS CARRERA DE MEDICINA

UNIVERSIDAD DE GUAYAQUL

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS

ESCUELA DE MEDICINA

ESTUDIANTE: JOSE ALEN ARTEAGA GOMEZ

CATEDRA: Oftalmología

DOCENTE: Dr. Jorge Rodriguez

NOVENO SEMESTRE

CICLO II 2020-2021
TEMA: UVEITIS EN LEPRA

INTRODUCCIÓN

El dolor ocular agudo es una afección frecuente en nuestro medio y un elemento


importante de consulta para el médico. Una de las causas más comunes de dolor ocular es
la uveítis, segunda causa de ojo doloroso después del glaucoma agudo.
De los tipos de uveítis, la que origina un dolor más intenso, relevante e incapacitante es la
uveítis anterior aguda, por lo que saber reconocerla, conocer su etiología, diagnóstico y
tratamiento resulta esencial para poder brindar una adecuada atención médica. La
incidencia de uveítis es de aproximadamente 15 a 17 casos por 100 000 habitantes al año y
generalmente se presenta entre los 20 y los 50 años de vida.

DESARROLLO

La lepra es una infección granulomatosa crónica causada por el bacilo Mycobacterium


leprae que afecta piel, nervios periféricos, membranas mucosas y estructuras oculares. La
presentación clínica de la infección se clasifica en tres grandes grupos, dependiendo
primordialmente de la respuesta inmunológica desencadenada por el agente infeccioso. La
lepra lepromatosa o nodular afecta la inmunidad celular, se caracteriza por ser contagiosa
y por una infiltración extensa de los tejidos por parte del bacilo, lo cual origina una
reacción granulomatosa. Este tipo de lepra constituye 60% de los casos en México. En el
extremo opuesto se encuentra la lepra tuberculoide en donde la inmunidad celular está
intacta, se encuentran pocos bacilos, no es muy contagiosa y aparecen lesiones en forma
de placas con centros atróficos. Un tercer tipo es la lepra limítrofe con manifestaciones
combinadas de ambos grupos.

La Organización Mundial de la Salud informó 213 000 casos en el mundo en 2008. La


prevalencia a nivel mundial ha disminuido en 90%, de 21.1 por cada 10 000 habitantes a
menos de uno por cada 10 000 en 2000, según cifras de la propia OMS. México es
considerado una zona endémica; las estadísticas informan sobre un total de 901 casos, con
una prevalencia de 0.067 por cada 10 000 mexicanos, en las que el estado de Michoacán
posee la mayoría de los casos.

Las manifestaciones oculares de la lepra se reportan en un rango que va de 10% a 90% de


los pacientes con la enfermedad. Alrededor de 40% presentan complicaciones oculares
que amenazan la visión como queratitis, iritis, lagoftalmos y glaucoma secundario. Es así,
que cerca de 7% de los pacientes con lepra se encuentran visualmente discapacitados. A
pesar de la alta frecuencia de las manifestaciones oftalmológicas, los síntomas oculares
como motivo de consulta y primera manifestación de la infección por M. leprae han sido
poco reportados. Esto se debe probablemente a la naturaleza rara de la enfermedad que
hace que las manifestaciones oculares y perioculares de la lepra, como cicatrización
corneal, uveítis y anormalidades del párpado, pasen desapercibidas o se diagnostiquen
equivocadamente por el médico oftalmólogo.

La córnea es la estructura ocular más comúnmente afectada por la lepra, seguida por el
iris. La hipoestesia corneal causada por la invasión de las terminaciones del nervio ciliar
predispone a una disfunción de la película lagrimal con subsecuente aparición de queratitis
punteada superficial. Ésta constituye la manifestación corneal más frecuente. También se
ha referido la presencia de nervios corneales engrosados, queratitis estromal, intersticial o
nodular, pannus y queratitis por exposición. Chaudhry y colaboradores demostraron la
formación de lepromas en el estroma corneal superficial compuestos por macrófagos con
bacilos fagocitados. La invasión del iris y del cuerpo ciliar causa episodios agudos de
uveítis recurrente que resultan en iritis crónica. La inflamación intraocular crónica se
acompaña de la formación de lepromas o perlas en el estroma del iris, patognomónicos de
lepra; usualmente están asociados a zonas de atrofia. Se ha informado la presencia de
uveítis hasta en 7%, secundaria tanto a la invasión directa del bacilo en la cámara anterior
como a una reacción de hipersensibilidad tipo II que produce una respuesta inflamatoria
local. Las complicaciones asociadas a iritis crónica como cataratas, glaucoma y edema
macular son consideradas como las causas más frecuentes de ceguera en el paciente con
lepra.

Los anexos oculares también se afectan con frecuencia, típicamente con el desarrollo de
madarosis de cejas y pestañas. Se ha descrito la presencia de lagoftalmos hasta en 11% de
los pacientes e incluso comunicaciones de lagoftalmos bilateral. De igual manera, el
bacilo afecta la función de la vía lagrimal y se manifiesta como dacriocistitis o
dacrioadenitis. También el ectropión paralítico y la ptosis, han sido descritos y explicados
como consecuencia de la disfunción del tercer par craneal o de una infiltración directa del
bacilo en el párpado.

CONCLUSIONES

Se recomienda que se incluya un oftalmólogo y un leprólogo capacitado en el tratamiento


de la enfermedad de Hansen con manifestaciones oculares. El riesgo de complicaciones
oculares aumenta con el aumento de la duración de la enfermedad y con las reacciones
leprosas. Dado que la afectación ocular puede verse incluso después de completar el
tratamiento antileproso, se debe enfatizar la necesidad de detección y examen ocular
periódico de todos los pacientes con lepra, para la identificación temprana de lesiones
potencialmente mortales para la vista que pueden tratarse fácilmente.
REFERENCIAS

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