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El Evangelio de Gaudí según sus

primeros discípulos
Aparece en castellano la recopilación de textos y comentarios
del arquitecto que realizó Puig Boada (Sab, 28 Ene 2017)

 Gaudí,
“No se anda bien hasta que se ha caído” 
“para hacer una cosa se necesita tanto más coraje cuando menos conocimiento se tenga” 
“el miedo es la ignorancia” 
“los pobres no hacen el ridículo” 
“yo he venido a retomar la arquitectura donde la dejó el estilo bizantino” 
“el gótico es el abuso del círculo y un abuso no puede ser armonía” 
“originalidad es volver al origen” 
“la belleza es el resplandor de la Verdad” 
“este árbol cercano a mi obrador: este es mi maestro” 

Son algunas de las grandes frases de Gaudí, verdaderas máximas, algunas incluso con
seductora rotundidad de moderno eslogan publicitario (¿acaso no suena “la casa es la
pequeña nación de la familia” a lema de Ikea?). 

Las mencionadas, que cimentan la obra del arquitecto tanto como la argamasa de sus
monumentos, aparecen con otras muchas en el el libro El pensamiento de Gaudí, compilación
de textos y comentarios del creador realizada por Isidre Puig Boada (Barcelona 1890-1987),
miembro del reducido y selecto grupo de arquitectos vinculados a Gaudí y que colaboraron en
su obra. 

Puig Boada fue luego uno de los directores de la obras del templo de la Sagrada Familia. 

El libro se publica ahora en castellano (Editorial Dux) en una traducción de un nieto del propio
Puig Boada, Evelio Puig Romagosa. Tres generaciones de los Puig (y casi cuatro, faltó
precisamente el biznieto, Pol, que significativamente es estudiante de arquitectura) estuvieron
presentes ayer en el simpático y erudito acto de presentación del libro en el Museo Diocesano
de Barcelona: el autor (en espíritu), el citado traductor y el padre de este e hijo del autor,
Evelio Puig Doria. Les acompañaron mosén Lluís Bonet, hijo de otro de los discípulos de
Gaudí, Lluís Bonet i Garí, y mosén Josep María Martí i Bonet, responsable del patrimonio de la
diócesis barcelonesa. 

Entrañable e ilustrado, Puig Doria recordó a su padre, que padecía, señaló, una cierta astenia
matinal (crónica en la familia por lo que se ve) y al que, dada su obsesión por Gaudí y su obra
su esposa le reñía: “Isidre, menos Sagrada Familia y más familia”. Dijo que el libro de su padre
es una obra de amistad y que todos los arquitectos que aparecen y que contribuyeron a
recoger el pensamiento del maestro, a menudo desgranado en conversaciones peripatéticas
mientras caminaban con él por Barcelona, participaban del mismo espíritu: eran muy
religiosos y muy catalanistas. Hombre sin pelos en la lengua y pese a jugar en el campo que
jugaba (Lluís Bonet es promotor de la causa de beatificación de Gaudí), Puig Doria espetó
amistosamente a los dos mosenes de la mesa: “Os costará hacerlo santo: mucho de su
radicalismo y violencia verbal se ve en el libro”. 

Bonet alabó la iniciativa del libro (“hay que difundir las ideas de Gaudí”) y la traducción de
Evelio Puig Romagosa, destacó lo importante que es ir a las fuentes y recomendó leer
especialmente algunas cosas como las consideraciones sobre Cataluña y España.
Recogiendo el guante de la beatificación, auguró que esta llegará. Es cierto que se podría
aplicar aquello que el propio Gaudí dijo de la Sagrada Familia: “El cliente no tiene prisa”. Martí
i Bonet abundó: “Si Gaudí no es santo, ¿quién lo es?". Y pidió: “Que haya un milagrito,
hombre”, añadiendo que ya es milagro que no haya habido accidentes en la construcción de la
Sagrada Familia.

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