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Carlos

Son las 7:30 del viernes 30 de agosto, Carlos sale de su apartamento a su primera cita en el
psicólogo para tratar su depresión, la cual padece desde hace más de 3 años, sin embargo hasta
ahora logró convencerse a sí mismo de que necesitaba ayuda.

Él Siempre supo cómo mentir con la mirada, como aparentar ser feliz en medio del caos que lo
abrumaba día a día, la tristeza con la que lidiaba cada vez que abría lo ojos le hacía recordar a
quién tanto amó durante 8 años, ella era inolvidable, tanto como los demonios que lo perseguía
cada noche

Llegó al lugar y la hora acordados hacia unas semanas con la psicóloga, entró y ella le dijo
amablemente que se dirigieran a un lugar donde había un balcón que daba la vista a una gran
ciudad, y al principio fue difícil, pero luego él empezó a abrir su corazón frente a alguien que no
conocía.

Con valor cuento mis tristezas frente a usted, ¿por qué? No lo sé, solo siento que debo sacar esto
de mí, estoy cansado de luchar contra mi mente, de intentar callar mis pensamientos, quiero
amarme pero no puedo, cada día me odio más y lo único que hago es recordar esas sensaciones
únicas cuando la conocí a ella. Lo he perdido todo, estoy realmente solo, hace mucho tiempo de
fui de la casa, nunca más volví a saber de mi familia, de mi madre solo recuerdo que la amo con las
mismas ganas que se bebe para olvidar todo el daño que me hace la soledad

Mi abuelo en medio de una camilla y a punto de morir en mis brazos me decía “Vivir tantos años
también es ver morir a muchos, ahí le dejo esa inquietud mi muchacho.”

Ahora… ahora solamente quiero escapar de mi mente e intentar encontrar en los libros una salida.
En las madrugadas mi lápiz disparaba y la pistola a mi lado escribía, y como raro cada vez que
buscaba la muerte y ella siempre me recordaba la vida

Cada noche con una droga diferente intentaba escapar… Y así era, viajaba sin moverme ¡Vaya
suerte la mía! Eran un par de horas sin recordar los golpes de la vida, y claro… sin recordarla a ella.

En este último año, he tenido momentos bien fuertes, uno de ellos, lo recuerdo muy bien. Abrí los
ojos, entre paredes blancas la mesa y una conversación entre dos doctores quienes ya no sabían
que hacer, era mi tercera recaída… en el mes, y yo lo único que hice fue intentar ver mis brazos…
como de costumbre estaban llenos de cicatrices y heridas, apenas pude ver, las lágrimas rodaban
por mis mejillas y el odio por esa persona que no podía salir de esto aumento, en ese momento
me dio un ataque de ansiedad y empecé a golpearme a mí mismo, los golpes en mi cara, piernas y
abdomen, dejaron marcas que hasta el día de hoy conservo…

Pero no más… realmente no quiero seguir sin vivir, quiero ser feliz, no quiero caer una vez más,
hace poco tiempo me diagnosticaron un tumor cerebral me queda poco tiempo de vida, pero
quiero vivir y disfrutar todo lo que no he podido en estos tres años, esta es mi última carta y me la
pienso jugar cueste lo que me cueste.

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