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Vivir la vida se había convertido en una obligación para la señora Gloria, desde
el día que despertó y ya no había nadie, lo único que la acompañaba era la soledad y
un par de fotografías viejas que había guardado en un bolsillo secreto, sus hijos y su
esposo se habían convertido en una víctima más de la guerra en la que ellos no son
protagonistas. Yo solo la escucho y la admiro como si fuera la heroína más fuerte del
mundo ¿Por qué? Porque ese día, esa noche, supe realmente lo que es encontrar a
una mujer llena de valentía y fortaleza, alguien que sigue luchando a pesar de todas
las adversidades, alguien que no tiene a un Estado que garantice lo más básico
cuando se llega al mundo, la vida. Gloria es una heroína, porque representa a
Colombia en todo su esplendor, esa Colombia que tiene que levantarse a las cuatro
de la mañana para llegar a un trabajo indigno y conseguir un poco de dinero para
comprar algo de comer y dárselo a sus hijos en la noche, esa Colombia que no puede
educarse porque si paga sus estudios no puede pagar la alimentación, esa Colombia
olvidada es la que sostiene a un país que es indiferente e inhumano frente al dolor de
los menos privilegiados, y que aun así, con amor y sin rencor viven día a día por los
otros y para los otros.
Pero, ¿qué había pasado en realidad? ¿Podría ella contarle su verdadera historia
a una simple periodista que conoce hace apenas un tiempo? Intenté ganarme un poco
de su confianza durante los siguientes días mientras grabábamos con mi equipo un
pequeño documental sobre un pueblo vecino. Hasta que la última noche, cuando ya
todos se habían ido, me quedé sola con ella y me arriesgué, tome con delicadeza una
foto que estaba sobre una mesa y me le acerqué.
-Sé que quizá esto le parezca un poco extraño, pero desde la noche que estuvimos en
esa vieja finca quiero hacerle una pregunta…- le dije y vi como sus ojos se
iluminaron
- Tranquila, pregúnteme.- dijo la señora Gloria con la voz tranquila y amable que
tanto la caracterizaba
En ese momento ella me miró fijamente y se quedó pensando por unos segundos.
Lo cierto es que jamás pensé que luego de esa noche mi vida cambiara
completamente.
La historia inicia a principios del 2004, en un momento donde parecía que todo
iba bien, la finca estaba prosperando, cada vez su producción de plátano crecía y así
mismo sus ingresos también aumentaban. Hasta que un día, alguien golpeó la puerta
con gran desespero y cuando abrieron, en ese instante, sin saberlo firmaron su
sentencia de muerte, era Juan Carlos, el primo de Don Benjamín. Él les contó que
estaba trabajando para la guerrilla pero que se había enamorado de la esposa de
Beto, el paramilitar más importante del Caquetá, y lo estaban buscando para
matarlo. Él les suplicó que lo dejaran quedarse al menos por unos días en su casa,
dijo que no tenía a quién más pedirle ayuda y que él se iría lo más rápido posible. Lo
dudaron mucho, ya que era muy peligroso, pero al luego dijeron que sí, al fin y al
cavo solamente sería por un tiempo.
Pasaron los días, las semanas, hasta que llegaron los tres meses y Juan Carlos
continuaba viviendo allí. Por el pueblo, ya empezaban a rondar los chismes entre
vecinos quienes decían frases como “pobre gente la que esté escondiendo a ese tal
Juan” o “Esos están jugando con fuego”.
Cuando se bajó del bus empezó a caminar y a lo lejos vio a mucha gente frente a
la puerta de la casa, la señora Gloria se asustó mucho y empezó a correr para ver
qué había sucedido, las personas al verla quedaron impactadas y sin saber qué hacer
se marcharon y solo quedó una mujer que llevaba un vestido negro que combinaba
con el color de sus ojeras. Cuando Gloría llegó al lugar, solamente le dijo “Lo siento
mucho”, y se marchó. Tiempo después, se enteró que esa mujer era a quién Juan
Carlos tanto había amado.
Ya no quedaba rastro de lo que un día fue una finca, una familia ni un hogar. La
noche en la que ella se fue para el hospital, había llegado Beto con sus amigos a su
casa para terminar la guerra que Juan Carlos sin querer había empezado, parecía
que se hubiera ido la madre de la casa y hubiera entrado la muerte por la misma
puerta.
Días después se supo que a Melissa la violaron cinco de los paramilitares y luego
le habrían disparado en el pecho, a Julián lo golpearon con todo lo que se les
atravesara en el camino hasta que quedara inconsciente y así muriera
desangrándose, a don Benjamín lo torturaron echándole acido sobre su piel y luego
de dos horas padeciendo, le dispararon directo a la cabeza, a Juan Carlos lo tiraron
por un puente que atraviesa la carretera que da salida al pueblo, y por ultimo
incendiaron la casa destruyendo lo poco que quedaba allí. Esto solo me llevó a
pensar una cosa ¿Cuán injusta puede ser la vida?
-¿Estás bien Diana? Te ves muy pálida y estas temblando- Dijo en tono de
preocupación
Sin embargo, en momentos como este, me doy cuenta que eso no es verdad. La vida
es injusta, siempre lo ha sido y jamás dejará de serlo.
El vínculo que tiene una madre desde que lleva al hijo en su vientre, puede ser
más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo. No existe nada más puro y real que
el amor de una madre por sus hijos y la señora Gloria es la muestra de ello. Cuando
la escucho, veo en su rostro tristeza al haber perdido a su más grande tesoro, la
familia. Noto en cada palabra que sale de su boca un profundo anhelo por volver a
estar con los suyos, por al menos volver a aquel día donde por salir de afán no le dio
un último beso a su esposo Benjamín y no abrazó por última vez a Melissa y Julián.
Benjamín… Su gran amor, llevaban juntos 49 años, en los que tuvieron que pasar
pruebas, vivir alegrías, tristezas, sonrisas, llantos, donde se dieron cuenta que el
amor del que todos hablan no es real. Lo que ellos consideraban como “amor” se
alejaba de todas las expectativas que tenían los demás, para ellos el amor era vivir
en paz, transmitir tranquilidad, llenarse la vida de esperanza, fuerza y fe. Y al
principio no lo entendía muy bien, pero luego cuando ella me iba explicando, todo
tuvo sentido. Su amor iba más allá de cualquier cosa, porque no se basaba en cosas
materiales ni nada de eso que hoy acostumbran a ver, no, sus almas estaban juntas
por una fuerza tan grande como la vida misma, y no había nada en el mundo que
fuera capaz de romper esos lasos.
Melissa, era la niña de sus ojos, la más encantadora de todo el universo, su
carisma era inigualable, ella sonreía y el sol parecía insignificante a su lado. Pero
más allá de su belleza física, la señora Gloria, la recuerda por la fortaleza de su
corazón, con tan solo 8 años, había tenido que pasar pruebas que en muchas
ocasiones ni siquiera un adulto logra superar, a su corta edad había estado bajo
cirugía más de tres veces debido a que padecía una enfermedad por la cual ella no
podía crecer como lo hace normalmente un niño de su edad. La noche luego de su
última cirugía, Melissa se despertó de la anestesia y vio a la señora Gloria llorando
a su lado, ella solo la miró con ternura, sonrió y le dijo “Tranquila mamita, juntas
somos más fuertes que un par de clavos en mis piernas”.
Y Julián, su gran maestro, con tan solo trece años, le enseñó a la señora Gloria el
significado de pasión y vocación. Desde pequeño siempre tuvo claro que de grande
quería enseñar, transmitir ese conocimiento que solo se encuentra en las páginas de
los libros, él fue quién le enseñó a su hermanita a leer y a escribir, y es que cuando
lo hacía, le salía de forma natural, como si llevara años en el oficio, aun sabiendo
que nunca había podido asistir a un colegio porque donde vivían no había, pero eso
no era impedimento para él, porque gracias a una vecina que le prestaba los libros
de su biblioteca, logró aprender solo. Era la muestra de que con perseverancia y
pasión, todo se podía cumplir.
Esta ha sido la única experiencia que ha logrado cambiar mi visión sobre la vida,
que ha logrado transformar mi forma de pensar frente a las personas. Y todo gracias
a la señora Gloria, nunca se lo pregunté, pero no hizo falta, porque me lo respondió
desde el día que la conocí.