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BERNAL ESCOBAR, Isabel La Enseñabilidad de La Filosofía Como Concepto - Isabel Bernal Escobar
BERNAL ESCOBAR, Isabel La Enseñabilidad de La Filosofía Como Concepto - Isabel Bernal Escobar
Abordar la enseñabilidad es atreverse a pensar lo que parece evidente. Preguntar por las
condiciones de posibilidad de enseñar y aprender disciplinas o saberes es salir del plano
de los paradigmas o modelos establecidos donde enseñar ciencias y filosofía es algo
obvio o se resuelve recurriendo a las didácticas y la pedagogía. El problema toma
diferentes direcciones según el plano donde se busquen las respuestas: por un lado,
indagar por condiciones de posibilidad exige un ejercicio de metareflexión y de reflexión
conceptual en el que se visualicen nuevas opciones para la enseñanza de las ciencias, la
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En Colombia, por ejemplo, aparecen en documentos oficiales sobre políticas gubernamentales y lineamientos para la
acreditación de calidad de instituciones que tienen como objetivo la formación de profesionales de la educación. El
Decreto 272 de 1998 las mencionan como núcleos básicos y comunes del saber pedagógico:
“a). La educabilidad del ser humano en general y de los colombianos en particular, en sus dimensiones y
manifestaciones, según el proceso de desarrollo personal y cultural y sus posibilidades de formación y aprendizaje.
b) La enseñabilidad de las disciplinas y saberes producidos por la humanidad, en el marco de sus dimensiones histórica,
epistemológica, social y cultural y su transformación en contenidos y estrategias formativas, en virtud del contexto
cognitivo, valorativo y social del aprendiz. El currículo, la didáctica la evaluación, el uso pedagógico de los medios
interactivos de comunicación e información y el dominio de una segunda lengua.
c) La estructura histórica y epistemológica de la pedagogía y sus posibilidades de interdisciplinariedad y de construcción
y validación de teorías y modelos, así como las consecuencias formativas de la relación pedagógica.
d) Las realidades y tendencias sociales y educativas institucionales, nacionales e internacionales; la dimensión ética,
cultural y política de la profesión educativa”.
filosofía, el arte y otros saberes; por otro lado, preguntar por métodos o fórmulas remite a
la búsqueda y consulta en teorías y modelos para obtener pautas aplicables a cuestiones
fácticas.
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Enseñabilidad, educabilidad y aprendibilidad no son categorías o conceptos idénticos a enseñanza, educación o
aprendizaje, ni palabras intercambiables por ellos como si fueran sinónimos o preferencias en el uso del lenguaje; hay
diferencias significativas en tanto aquellas que preguntan por posibilidades se dimensionan en una perspectivas
diferentes a las instruccionales o procedimentales
La enseñabilidad de las ciencias y la enseñabilidad de la filosofía tienen en común las
reflexiones de segundo orden en tanto plantean preguntas en planos diferentes a lo
instrumental y las abordan en un nivel conceptual que aporta los fundamentos teóricos
para resolverlas; pero, se diferencian en los aspectos específicos de los saberes, sin
embargo, en unas y otras es preciso resignificar la enseñabilidad en la perspectiva de
nuevos retos y teorías puesto que se corre el riesgo de subsumirla en el concepto
tradicional de enseñanza y continuar con paradigmas en crisis.
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En la perspectiva de la enseñabilidad de las disciplinas o saberes, la didáctica de las ciencias se propone como una disciplina
emergente, “como una disciplina actualmente en construcción y validación” e integradora en tanto reúne los requisitos para ello.
Ver Tamayo, O.E. (2006) Caracterización general de la didáctica de las ciencias. En: Módulo Enseñabilidad de las
Disciplinas. Manizales: Universidad de Caldas.
tecnociencia para la sociedad que se construye con ella; sin embargo, puede convertirse
en una nueva forma de instrumentación si reduce el enseñar a lo procedimental de un
método o si impone una opción única, la mirada positivista de las ciencias, por ejemplo.
Las ciencias se ocupan de datos o teorías en una actividad que les es propia al plantearse
cuestiones de orden fáctico, mientras que la filosofía en su actividad de metareflexión,
convierte esos datos y teorías en objeto de estudio, en reflexiones de segundo orden.
Estas reflexiones toman diversas formas como el análisis, la crítica, la genealogía, la
hermenéutica o la construcción conceptual, las cuales, sin ser excluyentes entre sí, se
hacen desde distintas perspectivas. La última de las enunciadas, la construcción de
conceptos, es la forma que toman las reflexiones de segundo orden en este trabajo,
puesto que las condiciones de posibilidad de enseñar filosofía, emergen en la
enseñabilidad de la Filosofía como concepto, como red conceptual en la que son
posibles el filosofar, el pensamiento, la creación y los procesos de subjetivación en los que
se hacen quienes la enseñan y quienes la aprenden, “Todo concepto remite a un
problema, a unos problemas sin los cuales carecería de sentido y que a su vez solo
pueden ser despejados o comprendidos a medida que se vayan solucionando“. (Deleuze
G. & Guattari F., 1993, pp. 23-24). En este ejercicio de indagación también tiene cabida la
crítica como reflexión de segundo orden sobre diferentes modelos o perspectivas.
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En el sentido de Rorty en su obra Filosofía y el espejo de la naturaleza. .
Entendemos el concepto5 en la perspectiva de Deleuze: como plano de conexiones,
interacciones y articulaciones entre conceptos que se hacen indiscernibles, tienen un
punto de coincidencia y generan una dinámica particular que, “no puede ser de otro modo
ya que cada concepto lleva a cabo una nueva repartición, adquiere un perímetro nuevo,
tiene que ser reactivado o recortado.” (1993, pp. 23-24). Un concepto no es sustancia, ni
esencia, ni definición, tampoco una proposición; su naturaleza es fragmentaria y opera con
una lógica diferente a la del análisis, utilizado por los sistemas que buscan resolver los
problemas aislando sus componentes; la red conceptual también tiene la posibilidad de
conectarse con otros planos, con otros conceptos también construidos.
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Algunos sistemas filosóficos, Hegel, por ejemplo o modelos pedagógicos como la denominada pedagogía conceptual
emplean este expresión en sentidos diferentes..
sujetos que tienen la posibilidad de construir y vivir con otros paradigmas. En este sentido,
el conocimiento es provisional y la verdad opera por aproximación puesto que ni las
lógicas de los procesos cognitivos, ni las prescripciones de la epistemología sistemática
garantizan la necesariedad y universalidad de las verdades absolutas o la capacidad para
develar esencias eternas e inmutables. En esta mirada epistemológica vuelve a cero el
conocimiento como representación, como producto de una relación sujeto-objeto, en la
que el primero, como observador ideal, capta o abstrae las características del objeto al
observarlo, despojándose de afectos, intereses o creencias; así mismo, cuestiona la
observación como base para conocer el mundo y formular leyes o teorías que lo explican,
predicen y controlan.
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Entre los autores que amplían y profundizan el conocer como construcción y la construcción de la realidad están:
Khun, Varela, Glassersfield, Foster, Watzlavick, Rorty, Fox Keller.
Pero el contexto no es inmutable, sus posibilidades de modificación y transformación están en las
fuerzas implicativas, puesto que:
No siempre, sin embargo elegimos actuar en la forma prefigurada, cuando lo hacemos contrariando esta
prefiguración a veces modificamos el contexto. Por lo tanto, actuamos hacia un contexto que puede ser muy
distinto de aquel desde el cual habíamos comenzado a actuar. … hablo de la fuerza contextual ( la
prefigurada por el contexto vigente) y la fuerza implicativa (lo que la acción realizada implica para el
contexto). Y es dable imaginar una situación en la cual una cierta acción tenga suficiente fuerza implicativa
como para cambiar el contexto en que sucede. (1998, pp. 278 – 279)
En la dinámica de estas dos fuerzas están dadas las condiciones para la emergencia
de nuevas formas de vida y mundos posibles; este paradigma ubica el papel de las
fuerzas contextuales sin caer en el determinismo que niega al pensamiento la
posibilidad de creación y reduce el conocimiento a un reflejo de la sociedad y reconoce
a las fuerzas implicativas la posibilidad de generar nuevos mundos y paradigmas con
los conceptos o instrumentos que se producen en filosofía, ciencias, artes, etc. Así
mismo, rescata, por un lado, la potencia de los actos creativos para movilizar las
organizaciones y la cultura y, por otro, los aportes de lo diferente en los procesos de
construcción colectiva.
Este concepto reconoce el carácter único del sujeto, sus acciones, sus vivencias, sus
emociones e igualmente afirma la potencia y la singularidad de la diferencia que lo apartan
de homogenizaciones y generalizaciones con las que se pretende dar cuenta de
totalidades o esencias fijas y eternas; la subjetivación conlleva la sustitución de una
concepción esencialista del hombre, del individuo por “una visión de la subjetividad que
está producida históricamente, donde los sujetos se construyen a sí mismos mediante
técnicas y se desplazan a través de infinitas y múltiples posicionalidades que les sujetan.”
(Rifá, 2005, p. 280)
Esas líneas también muestran otra característica del concepto: ser punto de coincidencia;
los conceptos componentes de la enseñabilidad de la filosofía coinciden en una ontología
del hacer, del crear, en tanto nos hacemos como sujetos, nos hacemos con el mundo, nos
hacemos con otros, con quienes nos comunicamos; en esta mirada hay una diferencia
radical con las ontologías fundamentadas en la sustancia como algo que permanece, se
representa, se conoce y se comunica tal cual es, cuando el sujeto dotado de razón y por la
razón, la aprehende.