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CAPÍTULO QUINTO
... El motivo de esta ampliación es, de un lado, la mayor reglamentación del sector turístico y
del control que, en definitiva, opera sobre las empresas y establecimientos de estas naturaleza
y, de otro, la aparición de nuevos mecanismos e instrumentos de actividad que sin duda
integran o pueden llegar a integrar ciertos elementos turísticos en la medida en que, de forma
complementaria o accesoria, llevan a cabo actividad turística.
Sin embargo, esta realidad normativa no parece que sea definitiva para que tales
empresas puedan ser calificadas como turísticas en sentido estricto, por cuanto no sólo
desde una perspectiva competencial, sino también funcional, sus actividades y
objetivos exceden de la esencia de lo turístico.
Hay que tener en cuenta que cuando a la pluralidad de oferta –parques recreativos, de
ocio, turismo activo, etc- se le denomina actividad turística, se hace normalmente con
2. Concepto de Restauración
Todas estas normas confluyen en la ordenación de este sector turístico sin duda
caracterizado por la falta de integración normativa de toda su ordenación, generándose
una gran inseguridad, no sólo en el consumidor turístico, sino en las empresas de
restauración y en la propia Administración turística en su relación con otras
Administraciones Públicas cuyas competencias son conexas con la turística.
Con el mismo criterio, la Orden de 18 de marzo de 1965 que regula las cafeterías, las
define como “aquellos establecimientos, cualquiera que sea su denominación, que,
además de helados, batidos, refrescos, infusiones y bebidas en general, sirvan al
público, mediante precio, principalmente en la barra o mostrador y a cualquier hora,
dentro de las que permanezca abierto el establecimiento, platos fríos y calientes,
simples o combinados, confeccionados de ordinario a la plancha para refrigerio rápido”,
quedando excluidos los supuestos en que tales servicios se presten únicamente a
contingentes particulares y no al público en general.
Ya hemos visto que no todas las CCAA ordenan de forma específica la denominada oferta
turística complementaria, y las que lo hacen, tampoco articulan una legislación completa ni
integrada sobre estos servicios.
El paradigma es Andalucía que, tras derogar la aplicación de las normas estatales sobre
restauración y establecer un futuro desarrollo a través de una Ley de Consumidores y
Usuarios de Andalucía, simplemente ha regulado mediante Decreto de 1987 los aspectos
relativos a precios, facturas, cartas y publicidad, sin prever autorización administrativa de
apertura alguna, ni categorías de estos establecimientos o régimen de inspección
específico, lo cual remite a la Ley reguladora de disciplina y sanción turística. La Ley
12/1999 del Turismo en Andalucía, confirma esta situación.
Baleares lo acoge como oferta turística complementaria, término que la Ley madrileña
define como “la ejercida por empresas que se dedican a prestar servicios especializados de
contenido cultural, deportivo, recreativo, de turismo activo, comercial, de transporte, de
organización y consultoría y similares, que con su actividad contribuyen a la diversificación
de la oferta y desarrollo del turismo. En el mismo sentido lo hace la ley foral navarra
7/2003.
La Ley balear no define la oferta turística complementaria, sino que la agrupa en oferta de
restauración y oferta de entretenimiento, de forma que, lo que afecte esta oferta al
desarrollo turístico, está sujeta a disposiciones turísticas.
La Ley catalana se refiere a “empresas turísticas de servicios complementarios” como
oficinas de turismo, parque acuáticos y otros servicios y actividades de interés turístico.
Baleares
Es la Comunidad que lleva a cabo una ordenación más pormenorizada de esta oferta
turística complementaria que agrupa a todos los establecimientos abiertos al público en
general que se dediquen como actividad principal o secundaria a suministrar de forma
Cataluña
No utiliza la expresión de oferta complementaria como la balear para ordenar servicios
de restauración. Distingue entre los establecimientos de restauración que pueden ser
de la modalidad de restaurantes, bares y restaurantes-bares.
No se prevé la modalidad de cafetería ni categorías específicas de estos
establecimientos.
Los restaurantes y restaurantes-bares han de obtener de la Administración autonómica
la autorización de apertura, mientras que los bares sólo necesitan inscripción registral y
obtención de las hojas de reclamaciones y placa distintiva.
Se refiere a los “otros establecimientos públicos donde se ofrecen estos servicios de
restauración de forma complementaria”, sin entrar a regularlos.
Se reglamentan diferentes aspectos como los cambios de titularidad o los precios.
Castilla y León
Se regulan los restaurantes, cafeterías y bares, sin reglamentar los otros
establecimientos que ofrezcan a los usuarios baile, juegos, actividades deportivas y
espectáculos en directo o audiovisuales y sirvan comidas y bebidas, que en todo caso
deberán cumplir, en lo que a la parte de bar, restaurante o cafetería se refiere, lo
previsto en esta norma.
en ocasiones, la única legislación autonómica que prevé las actividades de restauración con
carácter principal o complementario sea la relativa a los espectáculos públicos y actividades
recreativas, por lo que, en la práctica, estas normas son el único cauce de control y sanción
administrativa de estos agentes turísticos en normación turística.
Éste es uno de los motivos por el que las recientes leyes de ordenación turística
incluyen a todas las actividades de restauración de forma principal o complementaria, por
cualesquiera establecimientos o actividades recreativas e incluso incluyen a estas últimas –
desvinculadas de la prestación de restauración- en la medida en que contribuyan al desarrollo
turístico del territorio, lo cual sin duda resultará más difícil integrar y articular en la práctica con
la legislación turística.