Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. INTRODUCCIÓN
II. JUSTIFICACIÓN
Los PTDJ asumen una concepción multidimensional del problema de consumo de sustancias
psicoactivas. Se abandona la visión explicativa del fenómeno basada en la moral o en el concepto
de desviación social, y se adopta una explicación integradora permitiendo conceptualizar las
adicciones como un problema de salud pública, que son producto y causa de alteraciones en los
niveles psicológicos, biológicos y sociales, lo cual exige una intervención interdisciplinaria para
lograr mejores resultados con los consumidores.
El Plan Nacional de Drogas 2013-2018, elaborado por el Instituto Costarricense sobre Drogas en la
política específica Nº 3 enuncia la “Definición de medidas alternativas de prosecución penal o
privación de libertad para los infractores de la Ley Penal dependientes de drogas” la cual en su
intervención Nº 1 habla sobre los “Tribunales de Tratamiento de Drogas”. El fin de esta
intervención es: “Rehabilitar e integrar socialmente a los infractores de la ley penal
dependientes de drogas”, y el objetivo es: “Otorgar una medida alternativa de prosecución
penal o privación de libertad para los infractores de la Ley Penal, dependientes de drogas,
logrando con ello la transición exitosa entre el encarcelamiento, la puesta en libertad y la
integración social”.ii
Para lograr el desarrollo de este programa en Costa Rica, la CICAD/OEA y el ICD firmaron, el 12 de
noviembre de 2012, un Memorando de Entendimiento, y posteriormente el 8 de febrero de 2013
se firmó una carta de intenciones entre el Poder Judicial y el ICD para delimitar las acciones en
cada institución dentro del mismo programa. Se señala también la necesidad de que se realice
una acción similar con el IAFA por ser el principal componente de salud. iii Lo anterior ha sido
impulsado desde el Despacho de la Magistrada Dra. Doris Arias Madrigal en coordinación con el
Ministerio Público y otras dependencias del Poder Judicial, iniciando en primera instancia con
población adulta.
Debido a que este programa internacional debe ajustarse a las normas y leyes de cada país, en
Costa Rica, se hizo necesario optar por nombrar al modelo de Tribunales de Tratamiento de
Drogas como “Programa de Tratamiento en Drogas bajo Supervisión Judicial” con la finalidad de
no generar una reacción contraproducente, tanto en usuarios del programa como para la
población civil. De la misma manera, dentro de esta contextualización, se toma como fundamento
que el Programa de Tratamiento en Drogas bajo Supervisión Judicial en Costa Rica se circunscriba
dentro del programa de Justicia Restaurativa impulsado e implementado por la Oficina de la
señora Magistrada Doris Arias Madrigal.iv
Enfoque integral
Es por ello, que para la aplicación del presente protocolo se interviene en tres
dimensiones: la persona, familia y comunidad mismas que están correlacionadas entre sí,
influyéndose unas a otras (Ministerio de Salud, 2004), lo cual se complementa con los
enfoques sistémico y de salud mental, entendiéndose que:
El enfoque de derechos
El enfoque de género en las intervenciones de programas.
El enfoque de calidad sanitario –ambiental.
Enfoque de calidad en las acciones ejecutadas.
Complementariedad de la intervención.
Accesibilidad y oportunidad en la atención.
Autonomía progresiva.
Tratamiento oportuno e integral.
Rehabilitación e inserción familiar, escolar y comunitaria.
Evaluación continua de la calidad de la atención y motivación para planes de
mejoramiento continuo de ésta.
La siguiente figura señala, de acuerdo con el NIDA (2010), los componentes que debe
tener un programa de tratamiento integral para el abuso de drogas.
Gráfico No. 1.
Enfoque de género
El concepto de género se diferencia del concepto sexo, el cual alude a las diferencias
biológicas entre varón y hembra. Esto incluye los órganos genitales externos e internos,
las particularidades endocrinas y las diferencias relativas a la función de la procreación.
Mientras las diferencias en materia de sexo son naturales, las de género varían y son
construidas socialmente, por lo tanto, están sujetas a modificaciones.
Según CONACE (2004, citado por S. Pereira, 2007) el enfoque de género se fundamenta
en la idea de que lo femenino y lo masculino es una construcción cultural derivada del
modo en que han sido percibidas y vividas las diferencias biológicas. La asignación de
características psicosociales a hombres y mujeres generalmente se ubica en categorías
opuestas, como la de invulnerabilidad/vulnerabilidad, activo/pasiva, fuerte/ débil, etc., y
con base dicha asignación se socializa a las personas de forma diferenciada. El
ordenamiento de género de cada sociedad determina percepciones y pautas de
comportamiento obligadas, permitidas y prohibidas, para hombres y mujeres, así como
diferencias en el favorecimiento del desarrollo de habilidades. Lo anterior se transmite y
legitima a través de los diferentes espacios de socialización, tales como la familia, centros
educativos, los medios de comunicación, entre otros, que inciden en la configuración de la
identidad y el comportamiento de las personas.
Las implicaciones de las relaciones de género son múltiples y se evidencian en todas las
esferas sociales, por ejemplo, en la división sexual del trabajo, en la que se asignan
tareas diferenciadas a hombres y mujeres, tal y como se manifiesta en el trabajo
doméstico y las responsabilidades familiares, en las oportunidades laborales, participación
en espacios públicos y privados, entre otros.
El enfoque de género aplicado a la intervención en el tema de consumo de drogas, parte
del reconocimiento de las implicaciones que dicha construcción social ha tenido y tiene en
la vida de las personas que consumen drogas, en su cotidianeidad, tomando en cuenta
las particularidades en las causas y vivencias del consumo, sin olvidar su interacción con
variables como clase social, la orientación sexual, la etnicidad, entre otras.
La investigadora Marta Romero, del Instituto Mexicano de Psiquiatría (citada por Lagunas,
1998) explica que a la mujer que presenta adicción se le condena mucho más que a los
varones debido a la concepción social de ser mujer: al cuerpo de la mujer se le han
depositado supuestos valores como la castidad, la bondad, la pasividad, sensibilidad, la
entrega a los otros y otras; por ello, las mujeres con problemáticas de adicción,
generalmente son más rechazadas socialmente que los hombres y reciben mayor abuso
(donde es frecuente el abuso sexual bajo estados de consumo), maltrato y prejuicio social
e incluso institucional. Este nivel de agresión del cual es víctima la mujer, tiende a
provocar que oculte su situación de consumo y ello hace más difícil que se detecte y se
intervenga la problemática.
Aunque no existe un único modelo de masculinidad, existe toda una serie de atribuciones,
ideas, emociones, comportamientos, etc. respecto a lo que un hombre es o debe ser, que
forman el modelo de masculinidad hegemónico o más ampliamente extendido.
Enfoque de Derechos
Trabajar desde el enfoque de derechos significa que el estado y por ende las instituciones
tanto públicas como privadas, los profesionales, deben de tomar en consideración que las
personas son sujetos activos en el ejercicio de sus derechos con el fin garantizarlos y
hacerlos efectivos; por lo tanto todas las acciones dirigidas para la atención de la
población consumidora de drogas deben de incorporar el tema de derechos humanos en
forma transversal.
Estos enfoques ofrecen múltiples ventajas, a saber, su flexibilidad para adaptarse a las
necesidades de los pacientes, la facilidad con la que son aceptados por los pacientes
debido a su alto nivel de implicación en la selección de objetivos y en la planificación del
tratamiento, el permitir a los pacientes hacer su propio cambio de comportamiento, su
conexión con la teoría psicológica establecida, su derivación del conocimiento científico y
aplicación a la práctica clínica, su estructuración, lo que permite la evaluación de
resultados, y su efectividad basada en la evidencia científica.
Entre las técnicas cognitivo conductuales aplicadas a los problemas asociados al abuso
de sustancias se incluyen (Quirke, 2001):
Las dimensiones o modalidades que se evalúan son siete, y que se denominan BASIC ID,
que corresponden a (B) conducta, (A) afectivo, (S) sensación, (I) imaginación, (C)
cognición, (I) relaciones interpersonales, (D) drogas. Dependiendo del tipo de relación que
se establece entre ellas y de su secuencia se busca una estrategia de tratamiento
adecuado para el cliente.
(B) Conducta: Todas las acciones, hábitos, gestos, reacciones que son
observables y medibles.
(A) Afecto: Emociones sentidas con más frecuencia; emociones
indeseables, estados de humor, sentimientos. Las conductas que presenta
el individuo al experimentar dichas emociones.
(S) Sensación: sensaciones placenteras y displacenteras, efectos que
producen en el afecto y la conducta. Sensaciones y estimulación sexual
placentera/displacentera.
(I) Imaginación: Imágenes y fantasías preferidas; sueños, recuerdos o
imágenes recurrentes displacenteras. Autoimagen física-corporal. Efectos
sobre las otras modalidades.
(C) Cognición: Valores y creencias más apreciados; principales “debo de”,
“tengo que”; pretensiones e intereses intelectuales; pensamientos
automáticos e ideas irracionales. Efectos de estas cogniciones sobre otras
modalidades.
(I) Relaciones interpersonales: Problemas con otras personas. Como afectan o
reaccionan estas personas ante las conductas del paciente. Como afecta las
conductas del paciente a estas personas. Gama, tipo, calidad y cantidad de
relaciones sociales. Asertividad y habilidades sociales. Papel del síntoma en el
sistema familiar o de pareja.
Después de haber establecido los efectos que una o varias dimensiones tienen sobre las
otras, si es necesario se procede a la realización del análisis multimodal de segundo
orden, con el fin de profundizar en los problemas más complicados que se revelaron en
alguna modalidad.
Enfoque sistémico
Esta nueva forma de concepción de mundo permite entender una realidad social desde
una perspectiva integradora, ecológica, en donde es importante explicar los fenómenos
desde las relaciones entre sus componentes y no como partes aisladas. Con este nuevo
enfoque se propone que “los diferentes problemas se deben de estudiar de manera
integral, propone que observemos el contexto en el que vive la persona y en particular las
interacciones entre la persona y su medio”. (Slaikeu, 1994). De ahí la importancia del
trabajo con la familia al ser considerada como ambiente social inmediato dentro del que
vive la persona y con las redes sociales como el macro ambiente en el que se desarrolla.
Es por ello, que como parte del modelo de tratamiento del Proceso de Atención a
Pacientes, el abordaje familiar resulta una herramienta de suma importancia en la
intervención de la enfermedad adictiva de la persona consultante.
Así mismo, dentro del marco de promoción de la salud y como estrategia para su
desarrollo, se procura establecer un trabajo intersectorial coordinado, según las
características de la población y los criterios profesionales para el tratamiento, esto en
procura del bienestar de las personas consultantes, por lo que el establecimiento de
alianzas con diferentes actores sociales (ciudadanos en general, instituciones públicas y
privadas, organizaciones no gubernamentales y empresa privada) a fin de brindar una
atención integral a la persona consumidora de drogas y al sistema familiar en el que se
ubica, resulta ser otra estrategia de gran valor.
Para la OMS «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social,
y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades», partiendo de esta
afirmación la salud mental está definida como “…un estado de bienestar en el
cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las
tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es
capaz de hacer una contribución a su comunidad”. (OMS, octubre del 2009).
Con esta definición, se deja atrás la idea de que la salud mental corresponde
directamente a una asociación con la psiquiatría y los trastornos o enfermedades
mentales, sino por el contrario se conceptualiza bajo un enfoque integral,
sistémico, de derechos humanos, dirigido a la prevención de la enfermedad y
promoción de la salud.
Enfoque de Resiliencia.
En los últimos años, los profesionales del campo de la salud mental han mostrado interés
por explicar o conocer las circunstancias que permiten a las personas que se desarrollan
en ambientes tan adversos en donde privan los factores de riesgo, logran superar esas
condiciones transformando su realidad en un desarrollo adecuado. Este conocimiento es
importante porque permite crear programas de prevención así como de tratamiento.
Se dice que una persona es resiliente cuando al estar inserta en una situación de
adversidad, es decir, al estar expuesta a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la
capacidad de utilizar aquellos factores protectores para sobreponerse a la adversidad,
crecer y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos
competentes, pese a los pronósticos desfavorables (OPS,1995).
Por su parte, Werner (1989), citado por CONACE (2005) plantea que el tema de la
resiliencia resulta importante y que a partir de su conocimiento es posible diseñar políticas
de intervención. La intervención desde un punto clínico puede ser concebida como un
intento de alterar el balance presente en las personas, que oscila desde la vulnerabilidad
a la resiliencia.
Los programas de atención para personas consumidoras de drogas, que abordan este
enfoque de resiliencia deben “resaltar los aspectos positivos que muestran las personas
en pobreza y dar cuenta de las posibilidades que éste abre para la superación”
(Kotliarenco, 1997 citado por CONACE 2005). Lo cual podríamos trabajar también en el
caso de personas privadas de libertad y en contextos en los que se ven expuestos a
conductas y comportamientos delictivos. Para trabajar bajo este enfoque se puede
abordar estrategias que disminuyan la exposición a situaciones de vida provocadoras de
estrés y que atentan contra la salud mental, o bien fortaleciendo los factores protectores o
habilidades para la vida.
Las personas que muestran una conducta resiliente presentan ciertas características,
tales como: control de las emociones y de los impulsos, autonomía, sentido del humor,
alta autoestima (concepción positiva de sí mismo), empatía (capacidad de comunicarse y
de percibir la situación emocional del interlocutor), capacidad de comprensión y análisis
de las situaciones, cierta competencia cognitiva, y capacidad de atención y concentración.
Entre las condiciones del medio ambiente social y familiar son: la seguridad de un afecto
recibido por encima de todas las circunstancias y no condicionado a las conductas ni a
ningún otro aspecto de la persona; la relación de aceptación incondicional de un adulto
significativo; y la extensión de redes informales de apoyo. (OPS, 1995).
Por otra parte Kumpfer y Hopkins (1993), citado por Becoña (2006) consideran que son
siete los factores que componen la resiliencia: optimismo, empatía, insight, competencia
intelectual, autoestima, dirección o misión, determinismo y perseverancia.
Por su parte Grtberg (1995), elaboró un modelo para saber qué actitudes son necesarias
para favorecer en las personas su capacidad de recuperarse de la adversidad, tales
como:
Por su parte Payá y Castellano (sf) refieren que para generar resiliencia en las personas
se requiere fortalecer factores tales como:
1. Mejorar la autonomía, la autoestima y hacer una orientación social positiva que es una
fuerza social imparable y vital.
Como complemento a este enfoque es necesario conocer cuales los factores protectores
y de riesgo que inciden en el problema de consumo de drogas.
Conocer o investigar sobre los diferentes factores de riesgo o protección que intervienen
en el consumo de drogas es de suma importancia, permite establecer programas de
prevención, así como de tratamiento para las diferentes poblaciones. Este enfoque, busca
fortalecer factores protectores asociados al consumo de drogas y disminuir o evitar la
aparición de factores de riesgo, relacionados con factores personales, familiares,
culturales y del contexto, principalmente. (CICAD; 2005)
iii. Los factores familiares se relacionan con los estilos parentales de manejo
familiar, incluyendo el tipo de comunicación, establecimiento de normas, el
manejo de reglas, clima emocional de la familia, los valores familiares,
manejo de conflictos, la cohesión familiar entre otros.
vi. Factores del espacio escolar: el sistema educativo cumple una función de
formación integral en las personas menores de edad, donde el tema de
salud es de vital importancia, pues es en ese espacio es donde según Payà
y Castellanos (s,f) los/as alumnos/as refuerzan parte del concepto de
mundo, de vida, valores, ayudan al establecimiento de metas, al desarrollo
de aspectos personales, profesionales y sociales.
vii. En este espacio, los factores de riesgo y protección se relacionan con las
características de los espacios educativos, tanto institucionales como relacionales.
viii. Factores del ambiente comunitario: Se refiere al espacio donde las
personas viven y desarrollan sus primeras relaciones cara a cara,
constituyendo el espacio social más cercano a la persona, donde la
inserción social en las redes comunitarias y la generación de vínculos, es
parte constituyente de una integración social adecuada.
Objetivo general
Participar en el Programa de Justicia Restaurativa mediante acciones coordinadas entre el
Proceso de Atención a Pacientes - IAFA y la oficina de Justicia Restaurativa - Poder Judicial
para brindar una alternativa de atención tanto sanitaria como jurídica a las personas que
presentan consumo de sustancias psicoactivas y han realizado un acto ilícito.
Objetivos específicos
Los casos identificados, valorados y referidos por la Oficina de Justicia Restaurativa son los
destinatarios de este programa.
Violación de sellos
La entrevista psicológica
La entrevista pretende una finalidad a través de una conversación propiciada por el terapeuta de
acuerdo con la demanda inicial del usuario. La información que brinda el usuario sobre su persona
y el problema o padecimiento que lo aqueja, es recogida por el terapeuta con el fin de proponer
un diagnóstico inicial y un plan de tratamiento de acuerdo con el usuario.
En este espacio de la entrevista, y para tener un mayor acercamiento al problema que plantea el
usuario, la o el terapeuta indaga sobre la historia y patrón de consumo sobre cada una de las
drogas con las que tiene o ha tenido relación el usuario y el tiempo de abstinencia actual en cada
una de ellas. Se determina la etapa de cambio en que se encuentra, con el fin de constatar su
actitud y compromiso hacia el proceso terapéutico para programar las acciones de acuerdo con
dicha etapa según lo propone el modelo transteórico de Prochaska y DiClemente. De igual
importancia es la identificación de los factores de riesgo y protectores personales, familiares o
ambientales con que cuenta el usuario, de manera que se puedan analizar las consecuencias que
le generan los primeros así como fortalecer los segundos.
Es importante destacar que antes de cualquier procedimiento con el usuario, se le debe informar
sobre lo que va a suceder, para lo cual se utiliza una fórmula en la que se expone el
consentimiento informado.
b. Seguimiento
i. Algoritmo
Internamiento
Ambulatorio: moderado e intensivo
ii. Ejecución del plan de tratamiento, seguimiento y evaluación de los
siguientes aspectos:
Cumplimiento de objetivo de tratamiento y de
las metas terapéuticas.
Motivación al cambio y Etapa de cambio
Verificación de Impresión diagnóstica
Tiempo de abstinencia
Análisis Factores protectores y factores de
riesgo
Requerimiento de tratamiento farmacológico
Cumplimiento de Modalidad de tratamiento:
internamiento (visita al centro, aplicación de
pruebas toxicológicas, solicitud de informe de
avance y recomendaciones; ambulatorio
moderado e intensivo: asistencia a citas,
aplicación de pruebas toxicológicas,
investigaciones sociales de campo)
Recomendaciones (seguimiento judicial,
informe de seguimiento)
iii. Elaboración de informe de seguimiento
VII. Evaluación del programa
i. En coordinación entre el equipo técnico de Atención y El Proceso de
Investigación de IAFA, se definirán o ítems a evaluar de los
programas de JR y PTDJ.
i
Lineamientos para la implementación del Programa de Tratamiento en Drogas bajo Supervisión Judicial en Costa Rica; Instituto
Costarricense sobre Drogas, 2013, borrador. Pág.9
ii
Idem, pág.6
iii
Idem pág.6
iv
Idem, pág. 10