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LLANTO POR UN NFUMBE

Cuando muere un Tata o una Yayi Nganga, se reúnen sus padrinos y sus ahijados para decirle el
último adiós. El primer paso de esta compleja ceremonia -que involucra el sacrificio de gallos y
de un animal de cuatro patas, y cuyo objetivo es hacer que la persona fallecida cobre
conciencia, por así decirlo, de su nuevo estado- es trazar la firma de la prenda del muerto y
quemar fula para dar cuenta del ritual que se llevará a cabo. Alrededor de la nganga, ya
cubierta con un paño negro y algodón, se colocan 4 cepas de plátano y 4 velas y se sacrifica el
gallo, tirándolo con fuerza contra el suelo. Su sangre se vierte sobre el fundamento, que queda
abierto durante 9 días.

En el recinto donde se vela al muerto, se toma la medida de la estatura de todos cuantos


participarán en el velorio, y se inician los rezos rituales. Se procede entonces a sacar el cadáver
de su féretro y, a la voz del Akpuón, se le baila, pasándolo de un doliente a otro, mientras se
golpea el suelo con un garabato.

Uno de los cantos que se elevan llama a la persona muerta por sus nombres en español y en
lengua para que su espíritu reconozca a sus hermanos en vida.

Hecho esto, el cuerpo vuelve al féretro. Los presentes se limpian con sus respectivas medidas y
las colocan dentro del féretro. Después se quema fula hacia afuera, para dar cuenta de que ese
muerto va a ser enterrado. Su espíritu, sin embargo, regresará donde su prenda. Y su familia
de sangre y de religión tiene 9 días para llorarlo y, a la vez, conminarlo a alejarse de los sitios
en que vivió e hizo sus devociones.

Pasados esos 9 días, se procede al sacrificio del animal de cuatro patas, segundo paso de la
ceremonia que se inició el día en que el difunto fue sepultado. Aún vivo, el animal es lavado
con mamba. Esta se prepara con prodigiosa, albahaca, frescura, verbena, ceiba, trocitos de
capa de tabaco, vela, aguardiente y vino seco. Antes de sacrificarlo, se le topa con todos los
presentes: a las mujeres en los hombros, y a los hombres, en los genitales.

Se abre un hueco semejante a una tumba, en cuyo fondo se colocan algunas velas. Mazos de la
hierba Ilamada kimbansa se amarran con tiras de tela negra y se colocan alrededor de las
velas. Por último, se hace una loma con tierra de cementerio y de bibijagüero. Sobre esta loma
se sacrificará a la prenda el animal de cuatro patas, un chivo si el muerto fue en vida Tata o
Yayí Nganga; un gallo, si el falleció era un ngueyo. El animal sacrificado se coloca sobre el paño
negro que cubre la nganga, junto con los mazos de kimbansa y las velas. Se hace un atado con
todo esto y se echa en la tumba simulada, que se tapa con tierra. Sobre ella se ponen
abundantes flores frescas. Los rezos para que el muerto tenga conocimiento de su nuevo
estado y lo acepte, acompañan todos los pasos de este prolongado ritual.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas

Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

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