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Se trata de una contracción muscular prolongada, que afecta a los músculos del cuello, lo cual genera dolor y provoca
que la cabeza se volee o rote hacia un lado.
El dolor muscular se localiza en la zona del cuello pero puede subir a la cabeza o bajar al hombro o espalda.
Pronóstico de la enfermedad
En bebés y niños suele resultar sencillo de tratar. En caso de volverse crónica, puede presentar entumecimiento y
hormigueo, por la presión sobre las raíces nerviosas en el cuello.
Síntomas de tortícolis
Los síntomas que presenta suelen ser fáciles de detectar, entre otros podemos apreciar:
Una posición incorrecta de la cabeza. En casos de mayor gravedad, la cabeza está desplazada y doblada hacia un
costado.
Rigidez y acortamiento o alargamiento de los músculos del cuello.
Estas pruebas pueden ser:
También cabe destacar algunas técnicas de relajación o estiramientos en la zona cervical, que pueden reducir las
probabilidades de padecer tortícolis. Finalmente, una pronta detección puede evitar que empeore.
Aplicar calor, masajes o tracción cervical. Esto puede aliviar el dolor de cabeza y cuello.
Ejercicios de estiramiento.
Inyectar botulínica o inyecciones en el punto para aliviar el dolor en una zona concreta.
Usar collarín.
La cirugía de la columna vertebral puede ser necesario en caso de que la tortícolis se produzca a causa de
vértebras dislocados.
En el caso de tortícolis al nacer se debe estriar el músculo del cuello. En este caso, para niños pequeños y bebés, se
realizan estiramientos y posicionamientos pasivos. Si estos tratamientos, que en general son eficaces, no funcionan, hay la
opción de cirugía para corregir el músculo.